I
KENICHI HITOMI:
Mi reflejo en el espejo me sonríe orgulloso.
Orgulloso de todo lo que he logrado en tan poco tiempo, papá tenía que estar aquí. Había soñado con su presencia a mi lado éste día. Solo me queda honrar su nombre como siempre mereció.
Un día le prometí cuidar de mis heridas sola, de sanar, arreglar mi historia, cumplir mis sueños y metas y no le voy a fallar.
La chica frágil con miedos ya no existe. Tiempo atrás no hice las cosas bien, pero ahora estoy tratando de dar lo mejor. Como decía mi madre, los días malos tarde o temprano también se acaban.
La vida es un viaje, no un destino y vale la pena luchar por lo que vale la pena tener.
Yo, Kenichi Hitomi, estoy lista para ocupar el lugar de mi padre en La Yakuza.
- Bosu.
Unos toques en la puerta me hacen tomar una respiración profunda.
- Pase.
Asahi, mi ahora escolta, es quien abre la puerta de mi dormitorio. El pelinegro frunce el ceño observándome con recelo de arriba abajo deteniéndose un momento en mis ojos.
- ¿Qué? - inquirí cruzándome de brazos.
- Está... - se aclara la voz antes de proseguir - bonita.
- ¿Solo bonita?
Vuelvo a mirarme con duda al espejo. El vestido negro que escogí me queda fenomenal y no hablemos de mis tacones, si llego a aburrirme con todos esos buitres inútiles puedo clavarle el tacón de aguja a alguien en un ojo. Sería muy digno de ver. Me encanta el panorama, osea yo, toda preciosa tomando el mando de lo que por ley me pertenece.
- Yo diría que más que bonita, Asahi.
- Bueno...
Bufo una risita al verlo rascarse la nuca de manera nerviosa, pero la sonrisa desaparece cuando Hoshi y Ara aparecen empujándose uno al otro para ver quién entra primero.
- ¿Y a ustedes qué les sucede? - les pregunto con burla.
Ara fulmina con los ojos a mi mejor amigo que sonríe inocentemente hacia ella y le guiña.
Estos dos tienen una tensión entre ellos que hasta a mí me da repelús.
- ¿Lista? - pregunta Hoshi.
- Nací lista, cariño.
- Temo por esos hombres allá fuera - murmura con una mueca, cosa que me hace reír maléficamente.
- ¡Qué comience mi historia!
JEON JUNGKOOK:
He aterrizado en tierra japonesa hace una hora y la ubicación que me dieron fue un pabellón a las afueras de Tokio. Jimin debería estar aquí, pero me he cansado de observar todo el lugar entre los hombres que se han reunido en una amplia plaza de la zona y no hay rastro de él.
Maldigo en voz baja otra vez, tengo que encontrarlo y salir antes de que me descubran, aunque nadie se ha dignado a mirarme desde que llegué.
- ¿Naruto, estás ahí?
Aprieto la mandíbula cuando vuelvo a escuchar la voz de Jin por el pequeño audífono que llevo puesto para mantener la comunicación con el equipo.
Me escondo detrás de una columna para poder responder y evitar ojos y oídos curiosos.
- Deja de llamarme así - le espeto.
- ¿Entonces, Sasuke? - vuelve a preguntar.
- ¿Puedes centrarte en la misión y dejar de decirme personajes de un anime?
- ¡Ugh, eres todo un cascarrabias, Jeon! ¿Tienes algo?
- Park no está aquí.
- Fue la ubicación que recibimos.
- Hay hombres aquí reunidos, espero que no sea para alguna ejecución.
- ¿No hay chicas?
- La Yakuza no tiene mujeres, Jin.
- Ah, sí, cierto.
- Cuando...
Dejo de hablar cuando el murmullo que se escuchaba de los hombres cesa. Todos, por alguna razón miran fijamente un punto en la entrada. Un hombre joven corpulento está en medio, lleva pistolas en ambas manos y su rostro no deja ver nada más allá que no sea una máscara de frialdad y apatía.
¡Genial, una reunión con un matón!
- Jeon. ¿Estás ahí?
No le presto atención a Jin, ahora mismo hay cosas mucho más importantes. Salgo de mi escondite sigilosamente.
¿Dónde coño está Park?
- ¿Eres tú quién asumirá el cargo? - se atreve uno a preguntar en su dirección.
El pelinegro sonríe ladino sin responder y luego por lo que parece una eternidad de silencio, una mano de tez blanquecina y uñas color escarlata se posa en uno de sus hombros y lo hace a un lado, dejando a la vista a una chica pequeña y tierna que mira a todos con neutralidad.
Joder, esa quién es.
Su vestido negro llega hasta el suelo y creo que no es una vestimenta adecuada para el lugar, aunque se vea hermosa. Debe ser hija de algún jefe para que se presente aquí.
Los murmullos vuelven a escucharse, están discrepando por la presencia de la jovencita.
La chica comienza a caminar sin importarle un bledo lo que estén hablando sobre ella. Cuando llega al frente se gira en redondo y la sonrisa maléfica que sus labios dibujan, al instante, me deja claro que algo va a pasar y que ella va a ser la protagonista.
- ¡Ara!
Otra chica llega corriendo a su lado entregándole algo envuelto en una tela fina, la cual desdobla y enseña a todos lo que ésta escondía.
La máscara Hannya, uno de los símbolos más importantes de la Yakuza.
Los jadeos se escuchan en la plaza y algunos de los hombres se miran como si estuviesen viendo un fantasma frente a ellos. No estoy entendiendo nada.
- ¡Hagan una reverencia a su nueva líder, Kenichi Hitomi! - el chico de antes vocifera.
¿La nueva líder?
- La Yakuza no aceptará a una mujer como su líder.
La chica le muestra una sonrisa perfecta al hombre y camina hacia él hasta quedar cara cara.
- Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo - le dice ella.
- ¿Quién cojones te crees para venir hasta aquí? - brama en su rostro, ella se pone seria al instante.
- A mí no me grites, que el apellido de mi padre no lo llevo de adorno - da un paso hacia él.
- Muérete como él.
- Mátame entonces - responde ella.
- No me tien...
Abro los ojos como platos, en un segundo ese tipo le estaba amenazando y al otro segundo ya se encontraba en el suelo con una daga atravesándole el cuello.
- Actitudes que cansan, palabras que alejan y actos que aburren - murmura - ¿Alguien más?
¡La madre que me parió!
Si ella es la que tiene a Jimin, no me quiero ni imaginar lo que me haría a mí.
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