Suerte
Apenas había amanecido cuando entraron a la ciudad. Miles de rayos iluminaron los cristales rotos de los ventanales y las paredes de los rascacielos. La luz reflejada resplandecía y permitía apreciar con detalle el efecto del tiempo, el abandono y la naturaleza en la antigua metrópoli.
El agua lentamente había ganado la batalla al asfalto y el concreto. Poco a poco las plantas se escaparon de los jardines y plazoletas para cubrir áreas enteras. La hiedra se había apoderado ya de varias zonas y aquel boulevard no era la excepción.
Dos personas en trajes de protección amarillos continuaron caminando. Los ojos verdes de la mujer brillaron al ver pequeñas flores azules creciendo. ¿heliotropos? – preguntó Alicia
El guía asintió y dijo – Era una costumbre del pueblo sembrarlas. Ahora crecen por toda la ciudad y se han convertido en parte del paisaje-.
Alicia sonrió - ¿sabes lo que significa? -.
El hombre se encogió de hombros -Amor eterno, devoción- y continuó caminando, acomodándose la mochila en su espalda. Probablemente muchas personas habían mencionado eso antes.
Ella prefirió cambiar de conversación así que sacó el contador Geiger. Suspiró aliviada -Los niveles de radiación son altos, pero la protección de los trajes es suficiente. ¿Falta mucho para llegar? -.
El hombre negó con la cabeza – No mucho – y señaló a un parque al final de la avenida. – Ellos están allá-. Continuaron su marcha.
En el centro del parque se encontraba un claro en el que se alzaba un domo blanco de fibra de vidrio. La luz entraba por los ventanales y se podían ver las figuras de varias personas con trajes blancos dentro.
En la entrada los viajeros se quitaron el traje de protección y entraron a una cámara de descontaminación. Al salir los recibió un hombre alto en bata de laboratorio. Sus ojos negros brillaban de alegría y sonriendo les dio la bienvenida. -Alicia, Rubén, hola, que bueno que llegaron ¿cómo estuvo el viaje? –
Rubén contestó -Hola Dr. Tenma. Estuvo muy tranquilo. Ella es muy rápida caminando. –
Alicia abrió su mochila y dijo – Hola. Trajimos las piezas que solicitaron. Espero todo esté en orden. –
De ambas maletas salieron seis bolsas plásticas con tableros de circuitos, cables de colores y tarjetas de circuitos de computadora.
Tenma sonrió – Genial. Rubén por favor lleva las piezas a Marie y que te entregue los equipos dañados para hacer un inventario. Alicia ¿quisieras acompañarme y ver tus caléndulas?
Alicia lo miró sorprendida - ¿ya germinaron? -
Tenma asintió -y parecen estar funcionando-.
Alicia y Tenma caminaron por un pasillo blanco y entraron a un laboratorio. Pequeños recipientes con plantas y tubos de ensayo llenaban la habitación. Alicia se acercó despacio a las plantas más grandes. Extendió sus manos para tomar los botones de las flores, pero se detuvo. Tenma se acomodó perezosamente en el marco de la puerta y explicó.
-Cada hilera tiene tierra que viene de distintas partes del pueblo y de puntos de hasta 2 km de la planta nuclear. Solas tienen una absorción del 70% de cesio. Combinadas con nanopartículas y arcilla llegamos a una retención de 90%. Es un gran avance para este proyecto de remediación. Sin embargo, las plantas que sembramos en tierra de cerca del viejo reactor requieren mucho más cuidado. Necesitamos semillas de las plantas que se adaptaron para intentar nuevamente. Con suerte cuando llegue tu turno podrás continuar con el experimento e iniciar la fase de campo-.
Alicia lo miró y sonrió lánguidamente – Tú te vas y yo vengo. Vaya suerte que nos tocó-
Tenma la tomó en sus brazos y la besó. Susurrando dijo – En verdad tenemos mucha suerte-. La abrazó con fuerza y en respuesta la mujer acarició delicadamente su espalda. Alicia hundió su rostro en el pecho de Tenma y respondió – Es verdad, contigo, con lo que hago, con esta vida encontré la felicidad-.
Hay abrazos de cinco minutos que duran una vida entera.
Estaba atardeciendo cuando Alicia y Rubén partieron. La luz dorada del atardecer reflejada en los ventanales hizo que Alicia imaginara a los edificios ruinosos cubiertos de caléndulas. Alicia miró hacia atrás. Posiblemente, la figura en la ventana del domo era Tenma despidiéndose, sonrió y emprendió la marcha.
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