El palacio de las estrellas
La voz declaraba en los altavoces -Que quede escrito en los anales de la historia que la casa de L ha servido con honores al imperio galáctico. Gloria a la casa de L-. La multitud aclamaba y vitoreaba. El espectáculo de fuegos artificiales empezó y los niños corrían por los jardines de palacio, mientras dos adolescentes se encontraban en medio del jaleo frenético del primer amor escondidos de la multitud.
Entonces escucharon un gritito asustado, se voltearon y vieron un chiquillo rubio que huía presuroso de la escena. Con prisa se acomodaron la ropa y fueron tras el muchacho. El muchacho gritó -Laertes. Espera. No corras tan rápido-.
Pero el niño respondió -Le voy a decir a mamá Alphonse-
Alphonse suplicó -No le digas por favor me va a castigar-
Pero Laertes siguió corriendo hasta dar con una gran puerta que abrió sin pensar. La habitación era enorme llena de toda clase de artefactos. Sus ojos brillaron al reconocer el lugar "El laboratorio de la casa de L" la más grande colección de inventos del imperio. Había toda clase de cosas emitiendo luces y guardadas en vidrios protectores. Sin embargo, algo atrajo su vista: una esfera azul metálica que pulsaba en la mesa del salón. Laertes se sintió atraído por el brillo y sin pensarlo aproximó su mano a la esfera.
Una voz femenina detrás de él dijo -Te tengo- pero antes de volver su rostro una luz brillante los envolvió por completo. Al abrir los ojos -Laertes vio a la pelirroja que había estado besando a su hermano momentos atrás: Ofelia. Recorrió el lugar con su mirada. Si bien se encontraban en un salón muy bonito, los aparatos con lucecitas habían desaparecido para dar paso a una biblioteca antigua llena de libros de papel.
- ¿Dónde estamos? - preguntó Ofelia.
Una mujer con un traje negro y blanco entró a la habitación y preguntó - ¿Quiénes son ustedes? - los muchachos se asustaron y salieron corriendo como alma que lleva el diablo.
Momentos después llegaron a un jardín y pararon para apreciar mejor la zona. Era definitivamente un palacio, con muros altos y torres, pero no era el mismo sitio. Sólo había un sol en lugar de dos. Ya no estaba el lago turquesa sino el océano. Ni siquiera era la misma época. No estaban los soldados en armaduras robóticas, sólo había los guardias que veían vestían abrigos azules y gorros rojos y botas largas de cuero. No tenían pistolas laser, ellos usaban mosquetes de pólvora y en las defensas del castillo cañones de hierro se encontraban empotrados. -Viajamos en el tiempo- dijo -Laertes.
-¿Pero a dónde y cuándo exactamente?- se preguntó Ofelia.
En ese momento escuchan unas trompetas sonar. Un cortejo se aproxima y observan a una gran multitud entrar a la capilla del castillo. Los muchachos se toman de la mano y se mezclan con la multitud escuchan vítores -Lang leve princese An og Kong Yakob-. Ofelia saca su traductor magnético y lo pone en su oído.
-Que viva el rey de Escocia y nuestra amada princesa Ana-
-Que el castillo de Krondborg siga siendo próspero este año de nuestro señor 1590-
-Que viva Dinamarca y rey Cristian-
Laertes había también usado su traductor y apretaba la mano de Ofelia. Estaban en problemas serios. ¿Cómo iban a volver a su casa?
La multitud estaba ocupada con la ceremonia religiosa y no prestaron atención a los chiquillos de ropas exóticas escondidos en una esquina de la capilla. Sin embargo, siempre hay excepciones.
Un hombre regordete y barbón con una nariz brillante recibía codazos de su acompañante, una muchacha de facciones delicadas y ojos azules, cada vez que él intentaba dormitar. Ella le reclamó -Tycho Brahe si me haces pasar vergüenza hoy te las verás con nuestros padres-.
El hombre sonrió divertido -Tío me secuestró cuando tenía dos años. Papá no tiene nada que decir. ¿Oye ves a esos muchachos en la esquina, no te parecen extraños? -.
Sofia miró y dijo -Ahora que lo dices sí. ¿será la nueva moda en la corte francesa? Sin embargo, no es nuestro problema, la idea del viaje es invitar a todos a nuestro castillo para que conozcan el laboratorio, congraciarnos con la corte y que el rey se olvide de los estúpidos rumores de que sedujiste a su madre para obtener el poder-.
-Sólo fui a tomar té con ella para pedirle que interceda por el recorte de presupuesto, pero ese Rosencrantz y ese Horacio me odian y siempre me difaman- dijo Tycho rascándose la cabeza.
Sofia suspiró -Quien te conozca que te crea. Tu fama te precede Tycho. Vamos que la ceremonia terminó. Tenemos que preparar el mejor espectáculo de astrología y alquimia jamás visto- ¿Por cierto viste dónde se fue el rey? Estaba al frente de nosotros hace un momento-.
En los minutos previos Ofelia y Laertes habían huido de la capilla antes de que la ceremonia terminara y buscaban una solución -ok. ¿Puedes activar la esfera de nuevo? – pregunto ella.
-Ya lo intenté, pero dejó de brillar- respondió Laertes.
-Debemos encontrar formas de comunicarnos con nuestro hogar. ¿cómo vamos a saber dónde está en esta situación? -. Dijo Ofelia caminando desolada hacia el patio principal.
Laertes fue tras ella y la abrazó para calmarla - ¿Existen observatorios en esta época en Dinamarca? – preguntó Laertes.
-Sólo uno- dijo una voz detrás de ellos. Era un joven de cabellos dorados, porte alto y sonrisa agradable. El chico continuó hablando mientras se acomodaba perezosamente en la columna - Tienen suerte. El dueño vino a la boda. Es fácil de reconocer es gordo y tiene una nariz de metal brillante. Se llama Tycho-.
¡Estaba intentando coquetear con Ofelia! Los dos muchachos se asustaron así que Laertes sin mucho más dijo – soy Laertes y esta es mi hermana Ofelia. Gracias por su ayuda-. Ambos hicieron una reverencia y corrieron.
Momentos después y lejos de la figura Laertes dijo -él era...-
-El rey Cristian- continuó Ofelia -No deberíamos acercarnos a él de nuevo, si alteramos la historia podríamos tener problemas para volver a casa-.
No fue difícil encontrar a Brahe. Es su camino allí los muchachos habían formulado un plan brillante: Alabar a Brahe hasta que decidiera dejarlos ir a su castillo. Ofelia decía -Mi señor. Aunque no lo parezca mi hermanito está bien versado en hacer horóscopos. Es más, sus predicciones son tan acertadas que uno podría decir que es hasta psíquico-
-Señor para mi seria la mayor oportunidad de mi vida y mi más grande honor trabajar para el gran Tycho Brahe-. Tycho finalmente accedió y los llevó al escenario. Los experimentos una sal azul se colocó en vasos de cristal. Luego algo llamado "espíritus de Harstrom" era añadido en un vaso y clavos de hierro en otro. Mientras leía horóscopos y alababa al rey las soluciones cambiaban de color y el clavo se tornaba rojizo. Tycho agradecía a la multitud y los invitaba al "Palacio de las estrellas" para ver su trabajo. Tres días después Cristian y su séquito llegaban al palacio.
-Creo que le gustas- dijo Laertes divertido.
-Cállate. ¿por qué le dijiste que éramos hermanos? – dijo Ofelia
- Relájate. Pronto se aburrirá y nos dejará en paz. - Laertes suspiró y dijo- Ofelia ya en serio, Alphonse no está realmente enamorado de ti. Hay hombres mucho mejores por ahí-.
- ¿Cómo quién? - inquirió Ofelia algo molesta.
Laertes no contestó y siguió catalogando estrellas buscando aquella donde estaba su hogar.
Laertes se equivocó ese día. El príncipe no se aburrió y siguió visitando el observatorio de Tycho cada mes los siguientes cinco años. Poco a poco llegaron a conocerlo mejor. Con el tiempo Laertes y Cristian recorrían la propiedad a caballo y pescaban juntos. Ofelia cantaba para ellos en las cenas que Tycho ofrecía. La vida era divertida pues incluso tenían un alce mascota.
El príncipe coqueto con el tiempo dejó sus pretensiones y se relajó con los muchachos. Dado que ellos no estaban interesados en la corte podía relajarse. En verano se las arreglaban para escaparse de los chaperones para irse a nadar y hacer fogatas. Lentamente las historias de la corte dejaron de ser sobre conspiraciones y dramas y más sobre planes del futuro.
Durante el primer año los muchachos encontraron su planeta. Les tomó cuatro más construir un dispositivo para comunicarse con su hogar con los materiales de la época. Por suerte la física de partículas fue una materia muy fácil de la primaria así que armar un dispositivo de comunicación no era imposible.
Era el momento de volver.
Los muchachos esperaron a la visita real mensual para irse. Ese día Cristian y Tycho tomaban vino juntos cuando escucharon un estruendo en el patio. Al salir vieron a Ofelia y Laertes abrazando a un hombre alto pelirrojo al que llamaban tío, parados junto a una especie de carroza metálica brillante.
-Todos estábamos preocupados por ustedes. ¿Pero Dios mío cuánto tiempo han estado aquí? - dijo el hombre.
-Cinco años- dijo Ofelia
El hombre empezó a llorar sosteniéndola. -Mi niña es tan valiente-. Entonces se dio cuenta que estaban siendo observados por dos hombres estupefactos y que una botella de vino estaba rota en el suelo. -Muchas gracias por cuidar a mi sobrina usted debe ser Tycho Brahe, es un honor conocerlo. - Entonces volteó y miró al joven -¿y usted es...? -
- Soy el rey Cristian de Dinamarca- respondió el otro.
El hombre se echó para atrás y compuso su actitud - ¿Mi lord, sería posible si paseamos un rato en nuestra nave, posiblemente tengan algunas preguntas-?
A Cristian le empezó a doler de repente la cabeza y sin decir más simplemente asintió y todos subieron a la nave que despegó por los cielos.
El hombre empezó a hablar mientras proyectaba un holograma para los visitantes -Bueno como quizá ya lo dedujeron no somos de la localidad, somos humanos, sí, pero venimos de un futuro distante donde la humanidad ha se ha dispersado por la galaxia. Muchas estrellas en realidad son soles como este y por ende existen muchos mundos habitables-.
El show de hologramas de la historia de la conquista espacial fue reemplazado por la oscuridad del espacio. Se encontraban en el cielo azul mirando al infinito. Los ojos de Cristian y Tycho estaban fijos en el exterior-
Laertes continuó -Gracias por cuidarnos tantos años señor Brahe. Historia antigua no es mi fuerte, pero sé que su trabajo fue muy importante para entender cómo funciona el universo-
Ofelia prosiguió – Gracias por su amistad mi rey. Todos estos años han sido llevaderos por sus continuas visitas. Me he divertido mucho-.
-No es amistad Ofelia. La verdad es que yo siempre...- empezó a decir Cristian, pero Ofelia puso su mano en los labios de él.
-No diga más mi señor. Usted tiene un destino que cumplir y yo no puedo ser su reina. Eso no implica que no será feliz- los jóvenes se abrazaron y empezaron a llorar. Música empezó a sonar en la nave. -Que extraña melodía dijo Cristian. ¿Es la música de tu hogar? -
-No, es la música de las estrellas- dijo el hombre pelirrojo. -La escucharán de nuevo pronto-.
Ofelia le dio un codazo. -lo siento- dijo – Debo devolverlos al castillo-.
Hay abrazos que duran toda una vida. Cristian recordaría la calidez de la joven Ofelia mucho después de que la nave despegara. Años después en otro lugar pensaría en ella al despedir a un emocionado Tycho Brahe que subía los últimos instrumentos al barco que lo llevaría a Hamburgo. El príncipe preguntó - ¿En verdad debes irte? -.
Brahe río -Joven rey. Pocas veces en la vida uno siente la llamada del destino y este libro "Misterio cósmico: el secreto del mundo" es esa llamada. Me las he arreglado para conocer al escritor y reunirnos en Praga el próximo año-.
-Adiós maestro. Debo retirarme para ver alembajador de Suecia. - ¿Quién sabe que me espera en el futuro? -.
-Algo bueno-. respondió Brahe
-Algo bueno-. Sonrió Cristian.
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