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Capítulo 4: Nuestra serie

Kei

Estiré mi cuerpo, oí mi espalda crujir levemente, sentí mi pierna envuelta en la colcha y la otra colgando del sofá, hice algo de ruido mientras me estiraba, abrí un ojo y vi la pared rosada. La sala no era de ese color.

Si... en definitiva no era de este color...

—Mierda.

Casi caigo por mi pierna enredada con la sabana pero me recompuse y corrí hasta chocar con la puerta luche con ella como si fuera un complot contra mí y sali de la pieza, sentí mi cuerpo impactar con alguien, con sus brazos me sostuvo

—¿Estás bien? —preguntó y giré a mirarlo, entrecerré los ojos hacia él.

—Tú —lo apunté con mi dedo índice mientras me separaba, el bajó mi mano, sonreía, como lo había hecho cada día desde que llegué.

Me sentía como esas personas enojadas siempre que la felicidad de otras personas los irritaba, porque en definitiva me sentía así, enojada y sofocada por su felicidad constante.

—Buenos días Kei, es muy temprano, si quieres seguir durmiendo... —volvía a tener ese tono que me tentaba a girar los ojos.

—Me trajiste a mi cuarto —lo interrumpí, de su cabello escurrían pequeñas gotas de agua, recién se terminaba de bañar, era atractivo, debía admitirlo, pero no desaparecía mi enojo.

—Para que te sea más cómodo y... —trató de explicarse pero lo volví a interrumpir.

—Quizás una cucaracha entró en mi cerebro y tratará de dominarme —bufe molesta, me estremecí ante la idea —quizás caminó en mi de noche o... —me callé al ver que sonreía, otra vez, los hoyuelos a los lados de sus labios aparecieron, yo no bromeaba.

—Eres igual de dramática que Hyunjin —bromeó y yo blanquee los ojos.

—No soy dramática, no soy una niña y no soy una de tus 7 hijos —me crucé de brazos más molesta que al comienzo y el siguió manteniendo su sonrisa, quería golpearlo.

—Lo entiendo —levantó las manos en señal de paz.

—Aparentemente estaré mucho tiempo aquí, así que deja de ser hipócrita tan temprano —estaba tan molesta, odiaba estar aquí y ser controlada y que para colmo el chico este solo me dé respuestas blandas, me sacaba de quicio que sea así.

—Bien, ya que no eres una niña, vas a quedarte sola esta mañana, iremos a ensayar, puedes ir a desayunar... —lo volvi a interrumpir.

—Deja de tratarme así —jadee, me di la vuelta y entré a la dichosa habitación porque prefería ser besada por la cucaracha a seguir oyendo al chico con complejo de padre amoroso de todos, no podía ser tan paciente todo el tiempo.

—Bien, si quieres, podrías cocinar, llegaremos al medio día —su voz se oyó apagada por la puerta que nos dividía, sonreí ante la idea, ¿quemaría la casa a tan solo unos días de haber llegado?

Nunca me habían enseñado a cocinar, no tenía una madre para ello mucho menos un padre paciente, cuando tuve la edad suficiente para aprender sola, buscaba en Youtube, trataba de cocinar los días que Hyunjin y yo nos quedamos solos en la casa, y siempre terminaba mal.

—okey —fue todo lo que respondí, no me pondría a contarle mi trágica historia, ironicé.

Hyunjin vino minutos después para avisarme que saldrían a practicar, y repitió lo mismo que su líder menos lo del almuerzo, el sabia como terminaría. Se despidió y espere unos minutos para salir. La casa era toda mia.

Recorrí el pasillo tocando con las yemas de mis dedos la pared, tenía que admitir que la casa era bonita, no era muy ostentosa sin embargo era cálido, el gran plasma de la sala y ese sofá acolchonado eran mi lugar favorito. Aparte de la tele gigante, todo se veía normal, nada muy lujoso sino cómodo y diría que hasta parecía un ambiente... familiar.

Caminé lentamente hasta la puerta de entrada, bajé la perilla y sonreí al verla trancada.

—¿Enserio hermanito?

Era de esperarse, no iban a dejarme sola tan fácil, podría ingeniarme y salir de alguna otra forma, pero solo haría más drama al encontrarme.

La primera vez que me escape tenía 12 años, al decir verdad, ni siquiera podría clasificar esa vez como escapada, había salido a la calle, tan solo frente a nuestra casa para ver al vecino, que era mayor que yo pero no que Hyunjin, todo iba bien hasta que el tonto niño se le ocurrió besarme y para mi mala suerte, Hyunjin apareció en ese momento. Recuerdo como el señor Hwang volvió a encerrarme por ser "la culpable" de que su hijo se haya involucrado en una pelea. Sonreí recordándolo, Hyunjin violento, que ironía. El era más de hablar y gritarte a golpear a alguien.

Según tenía entendido el lugar donde practicaban era muy cerca, miré el reloj de pared de la sala.

08:30 A.M.

Opté por bañarme, apenas terminé me fundí en el cómodo sofá, ¿Que se supone que debo hacer? ¿Aburrirme todo el día?

No sé cuánto tiempo pasó hasta que creí que era momento de cocinar, la verdad que no tenía idea de cómo hacerlo, incluso si seguía una receta salía mal, Su-ji siempre era quien cocinaba. Abrí la heladera llena de ingredientes, y lo pensé un poco más.

Iba a hacerlo pero me resigne ante la idea porque desperdiciaría comida, ganas e incluso utensilios.

Odie un segundo a Su-ji por no haberme enseñado, y a mí por no haberlo intentado en el tiempo que pude cocinar mientras vivía con él.

Me sentía tan frustrada por estar aquí, cuando por fin tenía un momento de paz en mi vida, habían sido los meses más felices de mi vida, vivían entre escapada y recuperada a manos de mi padre, y ahora había tenido la racha de tener casi un año de estar fuera de la casa de los Hwang y respirar. Ahora, la verdadera cuestión era ¿Por qué seguía aquí? Digo, pensándolo bien, puedo escaparme, ir a casa de algún amigo de Su-ji hasta que Hyunjin se canse, una parte en lo profundo de mi quizás era porque al final, si extrañe a mi hermano, por más que el este enojado y eso me enoje, después de todo, el no sabía toda la verdad.

Pasé toda la mañana aburrida hasta que por fin oí la puerta abrirse y las voces de los chicos. En definitiva me descargaría un juego para pasar el rato.

—Hola —saludó Bang Chan y los chicos le siguieron, todos pararon a verme acostada en el sofá. Ellos se veían sudorosos, si me acercaba un poco seguro los olería, agradecía no haber heredado el sudor excesivo de Hyunjin en mis genes, detestaba hacerlo y aun mas sentirlo, otra de mis razones para evitar los gimnasios. Cuando bailaba no sudaba tanto como él.

—¿Pasaste toda la mañana acostada? —Hyunjin empezó a regañarme y yo blanquee los ojos.

—¿Cocinaste? —me preguntó Bang Chan con voz tierna.

—Noup —hice énfasis en la u y el frunció los labios. ¿Por fin lo vería molesto?

—No te preocupes —volvió a hablarme bien, me desesperaba, quería que me ignorase o que no me tratara como si fuera una chica pequeña. Algo en mi hacia que frustrara tanto su forma de hablarme.

—Y gracias a Dios —jadeo Hyunjin y yo le quite la lengua.

—Bien bien, haré algo rápido, Félix ¿Me ayudas? —preguntó Bang Chan y el otro asintió sin más.

—Yo me baño, apesto —avisó el que creo se llamaba Minho.

Aun con los pocos días que llevaba viviendo con ellos seguía confundiéndome entre algunos nombres, casi no había convivido con ninguno y al decir verdad, tampoco conocía muy bien al grupo, si bien eran famosos y por sobretodo el grupo de mi hermano, nunca me interesó escucharlos o seguirle el rastro a Hyunjin.

¿Y quién podía Juzgarme? Eran 7 chicos, ¿cómo memorizarlos tan rápido? A veces olvidaba el nombre de Su-ji y le decía "Hey" teniendo en cuenta claro, que era mi mejor amigo, ex novio, y con quién había estado viviendo el último año, una relación extraña, confusa pero libre al final.

Dejé a los chicos en la sala y fui al cuarto que ahora se suponía y era mio, mío y de la cucaracha.

Me quede parada en la puerta esperando cualquier movimiento y cuando nada pasó me senté en la cama con el ukulele.

Canté no muy alto la ultima música que había escrito, aun faltaba pulirla para presentarla en alguna plaza y claro, pasarle los acordes a Su-ji, sonaría mejor con el teclado.

Oí la puerta chirriar y me detuve.

—Lo siento, no quería interrumpir —Bang Chan asomó su rostro.

—Espiar a otros está mal —murmuré dejando de lado el ukulele.

—Venía a avisarte que la comida ya estaba lista y bueno, como dije, no quería interrumpirte —el se recostó en el marco de la puerta y me observó —cantas muy bien.

—Gracias —murmuré.

—¿De quién era la música? Sonaba bien pero la letra... —empezó a decir y yo lo interrumpí.

—¿Qué con la letra? —pregunté a la defensiva y el sonrió.

—¿Es tu nuevo pasatiempo interrumpirme al hablar? —rió y yo fruncí los labios, ¿porque era tan feliz?

—¿Y tu porque no me pides que te respete? —me crucé de brazos.

—No soy tan mayor, e iba a decir que la letra es hermosa, pero suena triste.

—La música que expresa sentimientos es arte ¿No? —me levanté y lo pasé por un lado —no todos tenemos tu espíritu alegre —bufé.

Los chicos ya estaban sentados en la mesa, todos tenían el cabello algo húmedo, ya no se veían sudorosos gracias al cielo.

Tomé un plato y esperé a que Bang Chan se acerque para poder servirnos. Como había hecho el resto de las veces, tomó primero mi plato y me sirvió. La primera vez que lo había hecho me quede como tonta mirándolo, ni siquiera era la mayor para que me sirva primero, nunca me habían servido primero a mí.

—Gracias —murmuré, el sonrió y me giré con el plato para ir a comer al cuarto.

—Quédate con nosotros a comer —pidió Bang Chan y los chicos dejaron de hablar, yo me tensé.

—-No es necesario, gracias —repetí y caminé hasta mi cuarto.

Si en un inicio no quería que los chicos me conozcan, ahora que lo hacen no deseaba ser amiga de ellos mágicamente. Eran amigos de mi hermano, y en teoría, yo estaba ahí en contra de mi voluntad y todos eran cómplices. Y al decir verdad, este era un lugar temporal, apenas logre juntar una cantidad mayor de dinero, Su-ji y yo nos iríamos a vivir lejos, así que encariñarme con alguno seria en vano.

Ya no quería quedarme aquí, cerca de los recuerdos, sabiendo que ser mayor no me libraba del todo de él...

Cerré los ojos en el primer bocado, cocinaban tan bien... era solo pizza y aun así parecía un manjar creado por los dioses.

El día transcurrió nuevamente con rapidez, pase el día encerrada en el cuarto como todos los otros días desde que había llegado, seguí practicando la música hasta hartarme de su repetida melodía. Cerré los ojos esperando que mi celular marque las 10 de la noche y poder salir.

El lado positivo era que Bang Chan mandaba a todos a dormir entre las nueve y diez de la noche, por lo que de noche, podía salir sin que ninguno de ellos esté rondando por ahí.

Caminé con rapidez hasta tirarme en el sofá. Prendí el gran plasma y busqué mi canal favorito, mi serie empezaría en cualquier momento siguiendo su maratón nocturno. No pasó mucho cuando escuché el microondas funcionar de fondo, bajé un poco el volumen de la tele y miré atenta el programa mientras me achicaba en el sofá. Quien sea que calentaba algo en la cocina de seguro estaba sonámbulo, Hyunjin siempre se levantaba de noche a hacerlo.

—demonios... —me sobresalto cuando un cuerpo impacta en el sofá a mi lado, me giro a ver a Bang Chan, el solo sonríe.

—Hola —tenía los hoyuelos a los lados de su labio, y sostenía un gran bol lleno de palomitas.

—¿Es tu nuevo pasatiempo asustarme? —imité su pregunta y llevé mi mano a mi pecho —Maldición, me asustaste.

—Maldices más que yo —dice pasándome el bol.

—Tu no maldices —ignoro las palomitas y giro a ver la tele.

—No lo hago frente a ti —admite mientras agarra un puñado de palomitas.

—¿Qué haces aquí?

—Vengo a ver nuestra serie —declara orgulloso y yo giro a mirarlo nuevamente, enarco un ceja y él me mira.

—No es nuestra serie, es mia —refunfuño y el vuelve a extenderme el bol, lo tomó molesta por su intromisión y llevo una mano al contenido.

—Ahora lo es, cierra el pico y veámosla —Sonríe mirando la tele.

—No me lleves a la cama. Yo puedo ir sola ¿Okey? —bufó, ayer fue la única vez que me quede dormida en la sala, hasta ahora nunca me habían encontrado, si sentía sueño me levantaba e iba y ya. No sé que me paso pero caí dormida.

—Shh.

—Hablo en serio Bang Chan, yo —me interrumpe metiendo algunas palomitas en mi boca, las mastico enojada y me giro hacia la tele.

...

Me giro y estiro, me friego los ojos y los abro encontrándome con las paredes rosadas y vacías nuevamente.

—Mierda, me volvió a traer —me siento en la cama y entrecierro los ojos mirando la nada con rabia, como si fuera que esa mirada le llegara donde sea que este

Esto será la guerra Bang Chan.

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