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Capítulo 39

Todo estaba ya listo. Atacarían a Ilya esa misma noche. Arisha, Alex, Lena y Devlin se hallaban sentados en el sofá de casa de la rubia, esperando el momento de salir de casa. Ninguno de ellos hablaba, cada uno estaba pensando en lo suyo, en qué pasaría si no salían de esa y en qué harían si conseguían salir victoriosos.

Lena miraba al suelo, estaba realmente preocupada. Era cierto que si tuviese que elegir un lugar y las personas con las que morir, no cambiaría a nadie ni nada de lo que estaba sucediendo, pero había dedicado toda su vida a estar a salvo, a esconderse y ganarse un nombre como espía, a enterarse de todo para que nadie pudiese hacerle daño y ahora... Bueno, ahora ella misma se estaba dirigiendo a que la hiciesen daño. Haría esto por Arisha mil veces pero, en realidad, no era sólo por ella, todos estaban en peligro, sus padres habían muerto por culpa de esto, la familia de Arisha también y, de igual modo, los padres de Alex. Por mucho que Arisha tratase de culparse sólo a sí misma, esto no era sólo por ella, era por todos, por sus familias, era la venganza que todos necesitaban para seguir adelante con sus vidas normales. Si llegasen a ganar aquella batalla, la joven al fin podría ser una joven normal y actuar como tal, no esconderse constantemente y le ilusionaba demasiado aquella idea a pesar de saber que sus posibilidades de éxito real, de que saliesen con vida los cuatro eran casi nulas.

Devlin miraba absolutamente asustado a las dos mujeres que se hallaban en aquella sala. Las dos personas a las que más quería en el mundo. No era habitual ver en él aquella cara, pero se le notaba aterrorizado. Le daba igual lo que le pudiera pasar a él, sólo pensaba en ellas, en sus dos niñas, en las dos mujeres en las que se habían convertido y en la mala vida que habían llevado gracias a todo lo que estaba sucediendo. Pasase lo que pasase, no iba a permitir aquello más, ellas dos merecían ser felices, jóvenes normales, eran demasiado jóvenes y, desde hacía ya tiempo, su vida había sido una completa mierda. Apretó sus puños con fuerza. Estaba harto de aquella situación. Pasase lo que pasase, todo acabaría después de esa noche, para bien o para mal. Si salían vivos, tenía claro lo que iba a hacer: luchar por Arisha. Por fin como un hombre totalmente normal, sin problemas, luchar por ella y que ella se decidiese por él antes que por Alex. Esperaba que los tres pudiesen estar ahí para librar esa otra batalla, mucho menos dura que la que estaba a punto de tener lugar.

Alexey sólo miraba fijamente a la pared. Trataba de no pensar en todo lo que estaba a punto de suceder. De vez en cuando, desviaba su vista al móvil que reposaba sobre la mesa, esperando que sonase ya y que todo empezase, ya era hora de que todo acabase, eso era algo que los cuatro tenían en común en sus cabezas en aquel momento. Lo único en lo que podía pensar era en cómo se había desarrollado su vida. Había trabajado para aquellos a los que estaba a punto de tratar de destruir, durante muchos años. Hasta que la joven rubia que ahora se sentaba junto a él, entre él y Devlin, había aparecido en su vida. Soltó una risa mental irónica. "Para que luego digan que el amor no es capaz de cambiarte la vida", pensó el hombre. Y ahí estaba él, esperando para matar a aquellos que lo habían, digamos, criado. Y estaba absolutamente orgulloso de aquella decisión. Todos los que se encontraban en aquel momento en la habitación merecían vivir, todos eran buenas personas, incluso Devlin, aunque supusiera una pelea posterior, la aceptaría encantado, puesto que tenía claro que ninguno de los dos se iba a rendir con Arisha, ambos eran lo suficientemente insistentes.

Arisha solamente negaba con la cabeza cada cierto tiempo. Al fin, al fin iba a saber qué demonios quería aquel hombre que se hacía llamar su padre de ella. Sólo esperaba que ninguno de los presentes pereciera en el intento. Ella realmente jamás se perdonaría si les pasase algo a ellos, pero también sabía que no había manera de evitar que la siguieran. "Por eso siempre he evitado el amor, es perfectamente capaz de destruirte", pensaba la joven. Sabía que quedaba poco así que, con lentitud, esperando que no se ofendieran, cogió con su mano una de cada uno de los dos hombres que se sentaban a su lado, apretando con fuerza, como una especie de despedida por si acaso pasaba algo. Ninguno de ellos dijo nada, sólo la devolvieron el apretón, preocupados. La joven sabía que si salían de aquella tendría que decidir qué hacer con ellos pero, al igual que sus dos compañeros, aquella batalla la libraría perfectamente feliz, como una joven normal de su edad.

El teléfono sonó varias veces. Al principio, ninguno de ellos se movió. Tras unos cuantos sonidos más, fue Alex, como siempre, el primero en reaccionar y coger el teléfono. Ni siquiera le tembló el pulso, cosa que todos admiraron, aún a pesar de saber que estaba realmente asustado por todo aquello igual que los demás.

—Sí. Perfecto —tras esas dos simples palabras, colgó el teléfono y los miró. Una última mirada de cariño se dibujó en su rostro al mirar las caras de sus acompañantes y después fue sustituida por una máscara fría, determinada, allá iban—. Todo listo. Allá vamos.

Los otros tres se levantaron con rapidez de sus asientos, preparados para empezar con aquello y guardaron las pocas armas que no habían guardado aún por precaución. Uno tras otro cruzaron el umbral de la puerta, ya sin pensar en todo lo demás, sólo centrados en lo que iba a suceder. Necesitaban estar perfectamente alerta y despejados para lo que se avecinaba.

Devlin fue el que se puso al volante y tardaron poco, o eso les pareció a ellos, en llegar a donde el resto del equipo les esperaba. No eran demasiados, pero para un asalto en una casa tampoco podían ser muchos más. Se miraron y se dieron un asentimiento rápido con la cabeza.

A partir de ese momento, todos comenzaron a movilizarse. Los cuatro francotiradores se apostaron en las cuatro esquinas de aquella casa, Lena entre ellos. Parte de los demás se quedaron esperando la señal para entrar a una distancia prudente mientras que los cinco que iban a entrar en primer lugar, por el búnker que habían descubierto en aquella casa, se dirigieron hacia la entrada.

Todo el equipo llevaba pinganillos en los oídos para poder comunicarse y saber si venía más gente o avisarse si necesitaban refuerzos.

El equipo del búnker se acercó a la entrada. Estaba compuesto por Devlin, Alexey, Fyodor, un hombre llamado Igor y, por supuesto, Arisha. Ellos eran los más rápidos y los más letales, necesitaban ser ellos los que entrasen en primer lugar por la guardia que les podía esperar allí, había que acabar con ellos rápido de tal manera que no pudieran dar el aviso y pudieran llegar al primer piso, donde esperaban que hubiese la mayor cantidad de hombres, contando con el factor sorpresa, de manera que eso jugase a su favor.

Ninguno de los presentes querían que Arisha entrase con ellos, era una de las partes más peligrosas del plan puesto que, si había más hombres de la cuenta por aquella entrada, todo se iría al garete y tendrían que salir como pudiesen, pero ella había soltado un argumento que era, a todas luces, irrefutable. Aparte de estar bien entrenada, era realmente letal. Letal y ágil, era la más ágil de todos ellos y la necesitaban para hacer el menor ruido posible. A regañadientes, todos accedieron a dejarla ir con ellos, pero, en aquel momento, a minutos de entrar, todos la miraban con mala cara.

En realidad, lo único que estaban era preocupados por ella. Sabían que si capturaban a cualquiera de los demás, los matarían rápido, Ilya no era muy dado a hacer prisioneros. Los interrogaba, sacaba la información que quería y rápidamente se deshacía de ellos, menos problemas con los que cargar. Pero también sabían que si a la que cogía era a Arisha, la cosa no iba a ser tan fácil, ella era a la que él quería y sabían que no la mataría tan rápido, antes haría todo lo que quería hacer con ella y, de esa manera, la vida de Arisha hasta ese momento parecería un cuento de hadas en comparación con lo que podía esperarle si ese monstruo conseguía atraparla.

Aun así, ella había insistido y allí estaba, esperando la señal de los que esperaban fuera para entrar. No pasó un minuto cuando recibieron la señal. Se miraron entre todos, ahora sí que empezaba la verdadera acción. Asintieron con la cabeza mientras Fyodor e Igor se situaban junto a las puertas del búnker, Devlin y Alex se preparaban fuera para lanzar las bombas de humo y Arisha se preparaba para entrar rápidamente y acabar en total silencio con los hombres que hubiese allí aprovechando la confusión.

Se miraron de nuevo. Estaban preparados. Rápidamente, sin pensarlo mucho, Fyodor e Igor abrieron las puertas del búnker...

¡Hola, chic@s! ¡¡Ay, al fin acabé la universidad y ahora podré subir tooooodos los días si hace falta! ¡Ya soy liiiibre! Así que aquí os traigo un nuevo capítulo y siento mucho la espera. Ya falta poco para que acabe esta historia, sí, lo sé, a mí también me da pena y os aseguro que no os defraudará. ¡Muchas gracias a los que seguís aquí a pesar de la tardanza! Prometo compensaros esta vez que no tengo nada más que hacer y acabar la historia lo antes posible. Y a los nuevos que habéis llegado hasta aquí... ¡Muchísimas gracias por leer y espero que os esté gustando esta locura que sale de mi cabecita! ¡Muchos besos y no se os olvide comentar y votar!


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