Capítulo 36
Salieron poco después de la habitación, ya vestidos y algo adecentados, al fin y al cabo, no querían que Devlin se enterase de lo que había sucedido entre ellos aún. Aunque trataban de disimularlo, ambos lucían una pequeña sonrisa en sus caras, a pesar de que ni siquiera se miraban, pero para Lena fue suficiente. Ella que había estado hablando con Arisha poco tiempo atrás, se dio cuenta rápidamente qué era lo que había sucedido y se alegró internamente por sus dos amigos, aunque se sentía ligeramente apenada por su hermano, aun sabiendo que Arisha hablaría pronto con él para decirle todo cuanto debía decirle.
Cuando ellos vieron a Lena y a Devlin sentados en el salón, se sentaron con ellos, bastante separados el uno del otro, de manera que Arisha quedó sentada al lado de Devlin y Alex al lado de Lena. Se miraron entre todos, esperando a que alguno hablase. El primero en hacerlo fue, como casi siempre, Devlin, que rápidamente les metió a todos de nuevo en la batalla que se avecinaba.
—Bien, aunque no puedo negar que esto nos ha sentado bien a todos —miró de reojo a Alexey y después a Arisha—, hay que ponerse a trabajar—. Puso encima de la mesa unos cuantos papeles —. Esto son los planos de la casa donde se ocultan Ilya y todo el resto de su equipo.
Abrió ante ellos los papeles que había traído y rápidamente se pusieron a hablar entre ellos de cuál sería la mejor forma de atacar aquella casa. Tenía bastante espacio abierto a su alrededor, aunque estaba rodeada no demasiado lejos por un frondoso bosque, como averiguaron gracias a internet. Un búnker daba acceso a la casa por debajo, mientras que una puerta principal y una auxiliar dejaban entrar a la casa más a la vista. Puesto que el factor sorpresa era fundamental para ellos, rápidamente decidieron que el mejor modo era entrar a través del búnker, sólo unos pocos, limpiar ese búnker y después abrir a los demás por la primera planta, cuando el ruido hubiese sido suficiente para alertar a todos, aunque, para ese entonces, esperaban haber conseguido acabar con bastantes de los suyos. Además de aquello, decidieron que pondrían cuatro francotiradores, uno por cada esquina de aquella casa. Uno de esos tiradores sería, por supuesto, Lena.
Llevaban varias horas hablando de la estrategia y de las personas que deberían entrar en la casa cuando un pequeño bostezo salió de los labios de Lena, denotando el cansancio que había supuesto aquel día para todos ellos. Con un suspiro, todos dejaron lo que estaban haciendo y se recostaron sobre el sofá, dando por terminado el trabajo ese día. Habían conseguido avanzar bastante, al menos ya tenían un esbozo del plan que iban a seguir para atacar. No pasaron ni dos minutos cuando Lena se levantó del sofá y se estiró como un felino.
—Yo me voy a dormir, necesitaré dormir bien para los días que se nos avecinan.
Cruzó una rápida mirada con Alexey, que éste entendió a la perfección, de manera que, con parsimonia, como si no quisiera irse y dejar a la rubia con Devlin, se levantó también del sofá y miró a los otros tres.
—Yo haré lo mismo que ella. Es tarde y ha sido un duro día.
Ambos se retiraron poco después, dejando a Devlin y a Arisha en completo silencio en el sofá de la casa. Ninguno de los dos hablaba, Devlin no sabía que decir, mientras que Arisha no sabía cómo decir lo que debía decir. Se sentía culpable, no había pasado ni un día desde que había estado con Alex y ya iba a declarar sus sentimientos al otro hombre de su vida, pero sabía que no tenía más remedio, se les acababa el tiempo y, antes de que sucediese, debían saber lo que pasaba. Si lo dejaba pasar esa vez... ¿Quién sabía cuándo volverían a estar ellos dos solos? Abrió y cerró la boca un par de veces, sin saber cómo empezar a hablar, hasta que fue el propio Devlin el que empezó por ella, suspirando sonoramente.
—Ari, he estado pensando y creo que no deberías venir con nosotros al ataque.
La joven se giró rápidamente hacia él, abriendo los ojos más de lo normal y le observó con cierto recelo, ella iba a ir a aquella misión, dijese él lo que dijese. Él no la miraba en ningún momento, temiendo enfrentarse a lo que había en aquella mirada gris que lo penetraba.
—No sólo es porque tenga miedo por ti, Arisha, es que es a ti a quien Ilya quiere. Si fracasamos, te habremos llevado directamente a tu propio infierno.
Arisha se sorprendió al oír aquello, no había dicho a su muerte, sino a su infierno, pero en aquel momento dejó pasar esa información, simplemente trató de convencerlo de que debía ir.
—Venga ya, Dev. Si fracasamos en la misión estaré muerta de igual modo. Si no estáis vosotros aquí, Ilya no tardará ni dos segundos en conseguir encontrarme y hacer conmigo lo que él quiera y lo sabes.
—No si le distraemos y mientras estamos en la batalla tú huyes de aquí. Es la única manera de que sea imposible que te capture, Arisha, piénsalo. No pienses en nosotros, piensa en ti de la misma manera que lo has hecho los últimos años. Sólo has pensado en salvarte a ti misma y te ha estado funcionando.
—¡Las cosas ya no son iguales! ¡Todo ha cambiado ahora, Devlin Graham! ¿Es que no lo ves? —La joven suspiró frustrada. Respiró profundamente un par de veces y cogió la cara del chico, obligándolo así a mirarla—. ¡En ese tiempo, ninguno de vosotros estabais aquí! Sólo era yo la que estaba en peligro y ahora, por mi culpa, todos lo estáis. ¿Cómo crees que me sentiría si yo huyese como una cobarde y os dejase a vosotros muriendo por mí?
Devlin negó con la cabeza. Ya sabía que ella no iba a querer irse, pero tenía que intentarlo de todos modos. Si se quedaba allí, y ellos perdían, el destino que le aguardaba a la joven sería, para ella, mil veces peor que la muerte. Él lo sabía, aunque aún no había tenido agallas de contárselo a ella, le destrozaría y la necesitaban entera esos días.
—¿Qué más te da? Se te olvidará. Pero tú estarás a salvo, nos pase lo que nos pase a nosotros.
Arisha le miró como si le viese por primera vez, aquel no era el Devlin que ella conocía, él nunca hubiese dicho algo así. Tendría muchas cosas malas, pero él siempre había entendido a la perfección lo que era querer de verdad a alguien.
—Escúchate. Estás poniendo mi vida por delante de la tuya y, además, también de la de tu hermana, por si no lo recuerdas. Jamás permitiré eso. Yo daría mi vida si con ello pudiese salvaros a vosotros tres de hacer esto, Devlin. No puedo simplemente marcharme de aquí y olvidarme de que exististeis, no puedo porque os quiero demasiado a los tres y, si os pierdo, se me rompería el corazón en tantos pedazos que jamás sería capaz de reconstruirlo. Vosotros habéis salvado mi vida innumerables veces. Ahora me toca a mí estar ahí por si necesitáis que la vuestra sea salvada. Sin vosotros, mi vida carece de sentido. ¡Esto es lo que habéis conseguido hacer conmigo! Yo no era así, pero... Habéis tirado abajo todas las barreras. Sobretodo tú. Tenía barreras específicas contra tu persona, no tenía intención de que volvieses a hacerme daño y, desde el mismo momento que te volví a ver, esas barreras que yo creía seguras... Simplemente se hicieron añicos ante mis impotentes ojos...
La joven calló y bajó la cabeza, ocultando con su pelo las lágrimas que se derramaban por su rostro por sólo haber pensado que alguno de ellos podía morir. No lo iba a permitir bajo ningún concepto. Si se entraba en el corazón de Arisha Vólkova, no era tan fácil salir de él, lo daría absolutamente todo. Así era ella, cubierta de corazas que protegían su ya lastimado corazón, casi imposible de penetrar. Pero el que lo consiguiese... Lo tendría por siempre.
Devlin no dijo nada, sólo la miró largamente, sin saber muy bien qué responder a aquello. Había deseado muchas veces oír esas palabras de la boca de la joven, pero no se esperaba que ella las soltase así, eso no era propio de ella.
—¿Por qué me estás diciendo esto ahora? —Las palabras habían salido de su boca antes de que él pudiese controlarlas.
La joven compuso una sonrisa torcida que no albergaba ni una sola gota de felicidad, sólo había tristeza en ella.
—Porque igual es la última oportunidad que tengo para hacerlo. Agradéceselo a tu hermana, ella me hizo darme cuenta que tenía que decíroslo ahora, por si acaso.
Devlin no preguntó, entendió a la perfección a quien más se refería, suponía, por cómo hablaba ella, que ya había hablado con Alex. Arisha seguía sin mirarlo, a pesar de que él no apartaba su mirada de ella. Con una de sus manos, en un gesto muy dulce, apartó el pelo de ella, colocándolo detrás de su hombro para, así, poder ver su cara. Las lágrimas seguían cayendo a raudales por sus mejillas y tenía los ojos fuertemente apretados. Dejar caer sus barreras había hecho que todos sus sentimientos la desbordasen, dos declaraciones en un día era demasiado hasta para ella. Notó cómo apartaba su pelo y todo su cuerpo tembló presa de un escalofrío. Él puso su mano en la barbilla de ella y se la levantó. Ella abrió los ojos y los clavó en los de él, encogiendo ligeramente sus hombros.
—Nunca fui tan dura como parecía.
—Sí, siempre lo has sido. Me ha costado horrores oír estas palabras salir de tu boca. Pensé que jamás lo conseguiría. Pensé que te había perdido de verdad para siempre.
—Yo también lo pensé. Lo esperaba. Y me equivoqué.
Devlin no pudo resistirse más y se acercó a ella muy despacio, dándole la oportunidad de apartarse si así lo deseaba, pero ella no lo hizo, dejó que los labios de él se posasen con suavidad sobre los suyos. Sonrió. Devlin la besaba con dulzura, con cariño, dejó que sus labios se abrieran lentamente y recibió gustosa la lengua de él en su boca, girando despacio con la de ella. No pudo evitar pensar en la diferencia entre Alex y él. Alex era puro fuego, todo entre ellos era demasiado intenso, pura pasión, mientras que Devlin era como estar en casa, se sentía segura a su lado, todo en él era dulzura y cariño. Ninguna de las dos cosas le gustaba más que la otra, ambos le gustaban por lo que ellos eran, no cambiaría absolutamente nada de ellos. Sabía que se sentiría culpable después, pero en ese momento no le importó. Lo necesitaba tanto como él a ella.
Con suavidad, Devlin la alzó en el aire, llevándola hasta su cama, donde la posó con cuidado, colocándose al lado de ella. Apoyó su codo sobre la almohada y la cabeza sobre su mano y la observó. Con su mano restante, fue recorriendo su cuerpo con cariño, con lentitud, viendo como ella se estremecía ante sus suaves caricias. Metió su mano por debajo de la camiseta de ella, ansiando tocar su piel desnuda, sin nada de por medio. Entre ellos, no era necesario hablar, no era la primera vez que había sucedido aquello, de manera que ambos sabían perfectamente lo que le gustaba al otro y cómo le gustaba.
Arisha arqueó su espalda, buscando más contacto con la mano de él, que solamente estaba deslizando las puntas de sus dedos por su piel. Tiró del borde de su propia camiseta y se la quitó despacio, ante la atenta mirada de Devlin. A él se le oscurecieron los ojos varios tonos mientras observaba la piel desnuda de ella, evitando, a propósito, acercar su mirada o su tacto a la fea cicatriz que cruzaba su cadera. Ella cerró los ojos y sólo se dedicó a sentir los dedos de él en su cuerpo. Sus labios se entreabrieron, mientras que los de Devlin besaron su cuello, justo en aquellos lugares que ella adoraba. Dio un suave mordisco detrás de la oreja de ella y siguió bajando, besando con dulzura su clavícula. Se tomaba su tiempo admirando el cuerpo de ella, en su fuero interno pensaba que era posible que no volviese a verlo más, así que simplemente lo adoraba en aquel momento.
Su mano cubrió con delicadeza uno de los pechos de la joven y dio un suave apretón, haciendo que ella soltase un pequeño gemido. Él sonrió contra la piel de su clavícula mientras sus labios bajaban más por su cuerpo. Con sus dientes, apartó la copa del sujetador de la joven, pasando, acto seguido, su lengua por el sensible pezón de la joven, la cual respondió con un jadeo. Él se tomó su tiempo con los pechos de ella, pasando la mano por detrás de su espalda para poder quitar su sujetador y que, de esta manera, tuviese más libertad. La joven arqueaba la espalda dirigiendo su pecho hasta la boca del hombre con insistencia mientras sus muslos se apretaban entre sí buscando un poco de fricción. El hombre seguía ocupado con los pechos de ella y, al cabo de un rato, sus labios siguieron bajando, besando cada parte de su abdomen con suavidad.
Con la mano que recorría su cuerpo, desabrochó con destreza los pantalones de la joven, deslizándolos con suavidad por sus piernas mientras que sus labios llegaban al borde de sus bragas. La joven contuvo un momento la respiración mientras él la miraba desde abajo. Colocó sus dos manos en las caderas de la chica y bajó sus bragas lentamente. Después de ello, el hombre acercó sus labios al punto más sensible del cuerpo de la joven, que respondió a ello curvando aún más la espalda y soltando suaves gemidos de placer que, rápidamente, inundaron la habitación. La lengua del muchacho se acompañaba de uno de sus dedos, que había metido dentro de ella. Un rato después, cuando ella estaba a punto de llegar al clímax, el hombre se separó y subió de nuevo por su cuerpo para posar sus labios en los de ella de nuevo. Ella, desnuda ahora debajo de él, respondió al beso con avidez. Él no había olvidado lo que le gustaba y aquello había conseguido llevarla hasta el punto de necesitarle, pero se lo tomó con más calma.
Con una tranquilidad que realmente no sentía, metió sus manos por debajo de la camiseta de él, llevándosela consigo y sacándola por encima de su cabeza. Dedicó varios minutos a recorrer su torso y su espalda perfectamente musculados con los dedos mientras sus labios besaban los suyos, cada vez con más pasión. Sus lenguas se mantenían enzarzadas en una lucha que ninguna podría ganar. Bajó los labios por su cuello y besó sus puntos débiles. Sonrió al oír cómo él tragaba saliva con dificultad y su respiración salía entrecortada de sus labios. Ella también seguía conociendo su cuerpo tan bien como él el de ella. Le hizo ponerse en pie delante de ella y, con la misma rapidez que él, retiro sus pantalones al mismo tiempo que sus bóxer, dejando libre el miembro del hombre delante de ella. Sin pensarlo, procedió a meterlo en su boca y lamerlo durante largo rato, hasta que él la cogió con suavidad de los hombros y la tumbó de nuevo en la cama. Ella sonrió con malicia y le dio media vuelta, colocándose encima de él y, sin perder ni un segundo más, se dejó caer con lentitud sobre el miembro del hombre.
Ambos echaron la cabeza hacia atrás y soltaron un gemido bajo, no querían hacer demasiado ruido. Ella posó las manos sobre el pecho de él y él las posó sobre su cadera, moviéndose ambos al mismo tiempo, como les gustaba, como siempre habían hecho, volvían a ser uno solo en aquel momento. La posición de poder no le duró mucho a Arisha, ya que, según iban acelerando el ritmo de choque entre sus cuerpos, Devlin la dio la vuelta, colocándose sobre ella, moviéndose más rápido cada vez, pero sin dejar de mirar a la chica a los ojos. Sus manos volaban por el cuerpo del otro, como si nunca se hubieran visto, como si se necesitasen para vivir.
Las embestidas del hombre cada vez eran más rápidas y más fuertes, sus movimientos se hicieron descuidados hasta que, finalmente, de su garganta salió un profundo gemido, indicador claro para la chica que él había llegado al clímax del placer. Ella no tardó nada en seguirle, durante ese tiempo, él continuó sus movimientos rápidos sobre ella mientras que, con una de sus manos, estimulaba sus pechos.
Cuando ambos quedaron satisfechos, él se apartó de la joven. No hicieron falta palabras. Solamente se miraron el uno al otro, enredados entre las extremidades de ambos, con esa mirada se transmitían todo lo que el otro necesitaba saber. No eran necesarias las palabras y, de esa manera, ambos se quedaron dormidos, el uno en los brazos del otro y con una sonrisa suave surcando sus rostros.
¡Hola! Lo sé, he vuelto a tardar una eternidad en subir, pero llevo otra vez casi un mes entero mala, entre unas cosas y otras. Os lo compenso con este capítulo largo y ya, según creo, el último antes de que empiece la batalla. ¿Qué os parece? ¿Quién ganará esta guerra? ¡Me encantaría leer vuestras opiniones! Adoro leer lo que pensáis. ¡No se os olvide votar! ¡Muchos besos y gracias por seguir leyéndome!
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