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Capítulo 35

Arisha se despertó en el salón horas más tarde, tardando un rato en abrir los ojos, puesto que no quería enfrentarse a todo lo que pasaría cuando lo hiciera. Oyó los susurros que intercambiaban los otros tres en la cocina y, tras suspirar pesadamente, se levantó del sofá, dirigiéndose a donde se encontraban los demás. En ese momento se arrepentía de haber estado totalmente sola los últimos años de su vida, se sentía completamente inútil, los otros tres tenían sus contactos y podían llamar gente de confianza para luchar, pero, ¿ella? No podía llamar a nadie porque, sencillamente, no conocía a nadie. Se sintió mal al pensar lo que estaba haciendo con las vidas de ellos, Ilya sólo la quería a ella y estaba claro que no iba a ser capaz de ir a por él sola, ya que él no lo iba a estar. "Ya podía haber pensado en eso antes", se dijo a sí misma con fastidio. Entonces, entró en la cocina, negando con la cabeza. La voz profunda y burlona de Alex la sacó rápidamente de sus pensamientos.

—Anda, la bella durmiente ha decidido salir de su profundo sueño —rio suavemente mientras le hacía una leve reverencia—. ¿Quién sería el afortunado caballero que lo consiguió?

Arisha se acercó a él con cara de pocos amigos, aunque las comisuras de sus labios se habían levantado casi imperceptiblemente, y le dio un golpe en el brazo, no un golpecito tonto y suave, no, un buen golpe a la altura de su bíceps derecho que hizo que el hombre se echase la mano al lugar de inmediato.

—Veo que has seguido entrenando, eso ha dolido, rubita durmiente —le dijo quejándose mientras se frotaba el lugar del golpe.

A la joven se le ocurrió una idea. Ya había decidido que iba a hablar con Devlin y con él para decirles lo que creía sentir por ellos antes de que fueran a su, quizá, última batalla, así que decidió que lo más fácil para hablar con Alex y que también podría servirle como entrenamiento, sería entrenar con él. Conocía los movimientos de Dev, al fin y al cabo, de él había aprendido, pelear con otra persona le haría estar más alerta. Iba a proponerlo en voz alta cuando la voz de Devlin la interrumpió, no sin antes haber dejado un café sobre las suaves manos de Ari.

—Tenemos muchas cosas que hacer hoy y tú tienes que venir, Arisha. Hemos quedado los tres con nuestra gente de confianza y, como supondrás, no los vamos a traer aquí. Pero tienes que venir para que vean que estás viva y bien, sino no nos creerán. Otra cosa, necesitaremos armas, hemos hablado con un experto en armas, Gonzalo, un español bastante competente, pero necesito una idea. Ari, ¿daga y pistola? —La joven asintió rápidamente con la cabeza sonriendo, a lo que Dev correspondió—. Bien. ¿Lena? ¿Alex?

—Yo necesito un rifle de larga distancia con silenciador —dijo Lena tranquilamente.

—Yo necesito cuchillo táctico, pistola con silenciador y un par de Magnum del 44 —dijo Alex con seguridad.

—Bien, hablaremos de nuevo con él esta tarde a ver qué nos puede conseguir, además de, seguramente, granadas cegadoras y chalecos antibalas para todos, no estamos tratando con cualquiera. Necesitaremos contar con el factor sorpresa o estamos perdidos.

Todos asintieron con la cabeza pensativos, realmente todo aquello estaba en marcha y ya no se podía parar, iban a luchar con todo lo que tenían, esperando que eso fuera suficiente.

—Bien, en marcha, hemos quedado en media hora y no podemos llegar tarde —dijo Dev.

Lena y Arisha fueron a la habitación de la última a prepararse para salir. No tardaron en salir más de cinco minutos y, en ese tiempo, ninguna de las dos había dicho nada, cada una sumida en sus propios pensamientos. Arisha seguía pensando en cómo hablar con aquellos dos hombres que la estaban volviendo loca, mientras que Lena no podía evitar pensar en que no saldrían todos con vida de aquella batalla, aunque merecería la pena, realmente aquello iba a tener que pasar tarde o temprano. Al salir, se encontraron a los dos hombres esperándolas y, los cuatro juntos, salieron del edificio. En cuanto pusieron un pie en la calle, Lena, Alex y Dev rodearon a Arisha, ocultándola de la vista por si había algún espía de Ilya cerca hasta que llegaron al parque Gorki, situado al sur de la ciudad, donde un grupo de veinte personas les esperaba. Los cuatro se quedaron delante del grupo, con Arisha en el centro y un poco adelantada. Aquellas personas la observaron y asintieron con la cabeza. Era cierto, ella estaba viva. Después de dejarles verla unos segundos, Devlin habló con voz alta y clara.

—Como veis, está aquí. Ella es Arisha Vólkova y vamos a acabar con su padre por el bien de todos nosotros.

Todo el grupo asintió con la cabeza y, antes de que nadie dijese nada, fue la propia Arisha la que tomó la palabra.

—Como bien ha dicho él, soy Arisha Vólkova, hija de Ilya Vólkov, que lleva persiguiéndome años para hacer no tengo ni idea de qué conmigo. Antes de enterarme de que estaba vivo, Iván intentó matarme durante años, he vivido perseguida desde siempre, toda mi familia está muerta y estoy aquí para acabar con eso. Supongo que, si estáis aquí, no soy la única que quiere acabar con ese hijo de puta. Algunas de vuestras caras me suenan —sonrió irónicamente hacia Fyodor, el que había sido su jefe en el bar, que estaba en aquel grupo—, pero a todos os digo lo mismo, gracias por estar aquí.

Hubo aproximadamente media hora de charlas y presentaciones, para que todos se conocieran entre ellos, pero ese día no se habló nada más, en realidad sólo habían ido para comprobar que estaban todos, ya que tenían una grave pérdida de confianza en los demás. Poco tiempo después, el grupo se había disuelto, no sin antes haber acordado contactar para planear la estrategia de ataque, ellos iban a ir primero, eso lo tenían todo claro, contaban con que el grupo de Ilya sería más numeroso, por lo que el factor sorpresa era esencial para evitar un estrepitoso fracaso.

Cuando estuvieron de nuevo de vuelta en el apartamento de Arisha, todos se sentaron en el sofá. Arisha fue la primera en hablar.

—Pues ya está todo en marcha —la joven lo dijo con toda la confianza que fue capaz, aunque su voz se quebró ligeramente en la última palabra debido al miedo que todo aquello le producía—. Ahora tengo un plan. Necesitamos entrenamiento, tengo dos salas de entrenamiento aquí. Ya que yo conozco los movimientos de Devlin y me imagino que Lena y Alex hayan luchado alguna vez —los aludidos asintieron riendo, no se llevaban precisamente bien al principio—, propongo que el capullo engreído y yo entrenemos en una sala y Dev y Lena en la otra. No estará de más ejercitar un poco el cuerpo antes de lo que tenemos por delante.

Los demás asintieron al tiempo que reían con suavidad debido a la manera de la rubia de llamar a Alexey. Inmediatamente se pusieron el pie y fueron a cambiarse de ropa para entrenar. Cuando volvieron al salón, Arisha les llevó por un pasillo en el lado contrario de las habitaciones hasta dos puertas, una a cada lado de dicho pasillo. Lena y Devlin entraron en una de ellas y Alex y Arisha en la otra. Se trataba de amplias salas, con varios elementos típicos de los gimnasios, como pesas o cintas de correr y un gran espacio en el centro, pensado para entrenar movimientos de artes marciales. Las dos salas eran parecidas, en una había algunos elementos y en la otra había otros. Ambas estaban insonorizadas. Alexey la miró divertido.

—¿Tienes ganas de patearme el culo, rubita?

La joven se giró hacia él con una sonrisa irónica, si él supiera realmente lo que le iba a decir... Pero rápidamente se colocó en el centro de la sala y se puso en guardia, observando cómo él hacía lo mismo. Por la tensión del cuerpo de Alexey, supo que, aunque la hablase con tono de broma, la tomaba en serio, realmente creía que era buena y aquello la hizo sonreír ligeramente. Ella era menuda, pequeña, por lo tanto su ataque se basaba en la agilidad y la rapidez más que en la potencia física, de manera que, inmediatamente, atacó a Alex con un combinado rápido de movimientos que él no se esperaba. Parte de ellos consiguieron impactar directamente en el cuerpo del hombre hasta que se recuperó de su sorpresa y fue capaz de defender el resto. Arisha se alejó un poco de él y se colocó de nuevo en la posición inicial, sonriendo con altanería.

—Venga ya, querido —dijo con sorna— parece que estás un poco oxidado... Los años deben haber hecho estragos en ti —a pesar de ello, la joven no bajó la guardia ni un segundo.

Alex negó con la cabeza sonriendo de manera ladeada y se acercó a pasos cortos hasta ella, que seguía todos sus movimientos con los ojos. Se puso serio inmediatamente y, tras unos segundos, ataco con fiereza. Los movimientos de Alex eran muy potentes y, a su vez, bastante ágiles teniendo en cuenta el tamaño de su cuerpo. Arisha se defendió como pudo de unos cuantos golpes hasta que Alex se echó atrás. De sus frentes caían unas gotas de sudor debido a la intensidad del combate. Él sólo tardó unos segundos en atacar, con más intensidad que la vez anterior, con lo cual sólo tardó un par de minutos en tirar al suelo a la joven, quedándose encima de ella. Una sonrisa de superioridad se extendió por el rostro de él ante la cara de molestia de Arisha.

—Hm, igual la que está oxidada eres tú, rubita.

Arisha ladeó una sonrisa y acercó ligeramente la cabeza a la de él, de manera que Alexey bajó la guardia, dándole a Arisha lo que necesitaba para, de un rápido movimiento, dar la vuelta a la situación y colocarse ella encima de él. Las tornas se cambiaron, ahora era Alex el que lucía molesto y la sonrisa de superioridad se colocó en el rostro de ella.

—Lección uno, capullo engreído: nunca subestimes el poder de una mujer.

La joven dijo aquello sin quitarse de encima de él. Era su momento, necesitaba aprovecharlo, de manera que, inspirando profundamente, comenzó a hablar de forma rápida.

—Necesito decirte una cosa, Ivanov, y tú no me vas a interrumpir ni una sola vez o te mataré, ¿estamos?

Alexey asintió con la cabeza, mirándola de manera seria y con gran curiosidad asomando en sus hermosos ojos azules.

—Puede que sea la última oportunidad de decir esto que tenga y no quiero que a ninguno nos pase nada antes de decir lo que tengo que decir, no me lo perdonaría ni yo. Casi consigues matarme hace años —una mueca de disgusto se instaló en la cara de Alex, que se dispuso a hablar. Antes de que lo hiciera, uno de los dedos de Arisha voló a sus labios, cortando toda réplica que él fuese a soltar—. Dije silencio. —Sonrió tensa un segundo y luego continuó—. He dicho que casi me matas, pero no lo hiciste. Me protegido durante años en la sombra, sin esperar nada a cambio y, en cuanto necesité ayuda, estabas en la ciudad de manera inexplicable. Hemos convivido durante un tiempo aquí y... —Calló un segundo, no sabiendo cómo decirlo, hasta que decidió soltarlo todo del tirón—. Creo que me he enamorado de ti, un capullo engreído y estúpido. —Ahora sí, Alex sonreía de oreja a oreja, pero siguió sin pronunciar palabra, puesto que sabía que la joven no había terminado—. Como supongo que sabrás, no eres el único que ha conseguido derribar las putas barreras que me pasé años poniendo a mi alrededor, porque sois un par de imbéciles que queréis hacerme la maldita vida aún más complicada, pero en fin, así están las cosas. Sólo... Necesitaba que lo supieras. —Alex continuó con la boca cerrada y Arisha comenzó a ponerse nerviosa—. Y... Bueno, supongo que esto es todo.

—¿Has terminado, rubita tonta?

Arisha le miró de mala manera y comenzó a levantar su cuerpo de encima del de Alexey contrariada, pero él no se lo permitió. De un nuevo movimiento rápido, consiguió darla la vuelta y situarse nuevamente encima de ella. Ella lo miró desafiante y él, sin pensarlo ni un sólo segundo, estampó sus labios con fuerza en los de ella. Aquello lo había conmovido realmente, ella acababa de declararle todo lo que sentía, todo aquello cuanto él anhelaba escuchar. No le importó oír lo que se refería a Devlin, puesto que era algo que él ya suponía, ambos sabían que competían por la misma mujer y que ella no iba a poder elegir fácilmente.

Arisha inspiró súbitamente, sorprendida por aquel beso, aunque no tardó demasiado en abrir sus labios y dejar que la tibia lengua de Alexey entrara en su boca, explorándola con ansia. Ambos llevaban esperando aquello mucho más tiempo de lo que ninguno de los dos admitiría nunca. Sin esperar más, los labios de Alex bajaron lentamente por el cuello de la joven, dando pequeños besos y mordiscos en él y de los labios de ella comenzaron a salir suaves jadeos. Las manos de la rubia no tardaron en coger el borde de la camiseta de él y tirar de él hacia arriba, con su ayuda, la camiseta de Alex acabo tirada en algún lugar de la habitación. Él se separó un segundo de ella para mirarla y los ojos de ella recorrieron con avidez el torso desnudo de él. Realmente aquel hombre era una delicia. Pasó sus manos por sus duros abdominales unos segundos y, sin poder esperar más, cogió su pelo y lo acercó de nuevo a su boca. La risa ronca de Alex se ahogó en su boca, convirtiéndose en un gruñido.

Ahora le tocó el turno a ella. Con rapidez, volvió a colocarse sobre él, meciendo de manera suave sus caderas sobre las del hombre, que respiraba entrecortadamente. Los labios de ella bajaron lentamente por su cuello y continuaron perdiéndose en su pecho desnudo al tiempo que las manos de él arrancaron sin miramientos la camiseta de su cuerpo. El sujetador no tardó en seguir el mismo camino que las camisetas de ambos, mientas los labios de ella seguían recorriendo su cuerpo, causando que suaves jadeos saliesen de la boca de Alexey. Arisha llegó con sus labios a la parte baja de su abdomen, mientras sus manos quitaban el cinturón y los botones de los pantalones y los deslizaba por sus piernas, dejando al hombre sólo con un bóxer puesto. Siguió besando alrededor de su bóxer y, segundos después, dio unos suaves besos sobre su miembro por encima de la ropa interior. Alexey la cogió inmediatamente del pelo y la subió de nuevo hasta su cara.

—Deja de hacer eso o esto será más corto de lo que los dos esperamos.

La joven rio suavemente antes de lanzarse nuevamente sobre su boca. Estuvieron unos segundos, minutos u horas, ninguno de los dos lo supo, besándose, explorando con sus lenguas la boca del otro hasta que, nuevamente, Alexey se colocó encima de la joven, bajando sus labios por su cuello con deliberada lentitud. Tras recrearse en su cuello, el hombre bajó sus labios hasta llegar a los pechos de ella, dejando suaves besos sobre los sensibles pezones de la chica, cuyos gemidos subieron inevitablemente de tono, lo que hizo que él los besase con más pasión mientras una de sus manos desabrochaba sus pantalones y se los quitaba de un tirón, ayudado por ella. Mientras su boca prestaba atención a sus pechos, una de las manos de él bajó hasta colarse debajo de sus bragas, tocando con suavidad la parte más íntima de la joven, que arqueó la espalda gimiendo cada vez más fuerte. Sólo un momento después, ella agarró la mano de él y le dijo la misma frase que él había dicho antes.

—Deja de hacer eso o esto será más corto de lo que los dos esperamos.

Los dos rieron suavemente mientras la mano de Alexey salía de sus bragas, pero agarró el borde de estas, rompiéndolas de un rápido tirón. Ella lo miró mal, pero con una sonrisa en sus labios.

—¿Qué? Estorban.

Ella no dijo nada, sólo lo cogió del pelo y volvió a besarle con profundidad e intensidad. Sus manos se dirigieron al trasero de él, apretándolo unos segundos y después cogió la cinturilla de su ropa interior, bajándola de manera rápida. Ambos soltaron un profundo gemido al notar las partes correctas de su cuerpo rozarse. Alexey mantuvo el roce unos segundos más, pero no pudo aguantar, necesitaba estar dentro de ella así que de una rápida estocada se introdujo en su interior.

Se quedó quieto unos segundos, mirándola con adoración mientras ella tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, observó cómo su pecho subía y bajaba con rapidez. Sonrió y comenzó a moverse lentamente.

—Mírame.

Ella abrió los ojos y lo miró, ansiando que se moviese más rápido de lo que lo hacía, realmente necesitaba aquello, de manera que se lo pidió en un jadeo.

—Más rápido, Alex, por favor.

Entonces él comenzó a moverse, a moverse de verdad. Al cabo de unos minutos, las piernas de ella comenzaron a temblar al tiempo que él comenzaba a moverse de manera descuidada, dejando ver que le quedaba poco.

—Vamos, nena.

Sólo hicieron falta aquellas palabras para que la joven explotase y él sólo tardó unos segundos en seguirla. Con la respiración agitada y sudorosos se miraron y se sonrieron, él la besó de manera lenta en esta ocasión y luego se dejó caer sobre ella, apoyando su cabeza en el hueco de su cuello. Depositó un suave beso en el lugar y dijo en un susurro:

—Te quiero, rubita.

Una amplia sonrisa se extendió por la cara de ella, satisfecha, al tiempo que cerraba los ojos y acariciaba su pelo con suavidad.

—Yo también te quiero, capullo engreído.

Las risas de ambos se unieron y, aunque eran malos tiempos, a ellos les pareció uno de los momentos más felices de sus vidas.

¡Hola, hola! Aquí os traigo un capítulo más largo de lo normal por la espera. ¿Qué os ha parecido? Tenéis en multimedia una foto de las armas que he comentado en el capítulo, por si queréis ver cómo son. Como veis, la acción está comenzando, ¿qué os ha parecido todo este momento? Contadme vuestras opiniones, las valoro muchísimo y ¡muchas gracias por seguir aquí! Cada voto, comentario y lectura, me hacen feliz. Este capítulo está especialmente dedicado a GonzaloGalaMontes por su amor eterno a las armas <3. Besos.

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