Alexey bajó su vista al suelo al tiempo que empezaba a hablar.

—Hay muchas cosas que ni siquiera tú estás preparada para saber —chasqueó la lengua mientras veía de reojo como la joven se revolvía incómoda en el sofá que estaba en frente de él—. Demonios, ni siquiera yo estoy preparado para volver a pensar en ellos. Empecemos hablando de cómo conocí a Iván. Yo estaba solo, mis padres habían sido asesinados y yo había huido de mi casa y me encontraba viviendo en la calle, por entonces no tenía más que once años, era un niño. Mucho más niño que tú, querida —una sonrisa torcida, sin ni siquiera un poco de humor, conmovió sin saber por qué a Arisha—. Ya suponía que pensabas que siempre había sido un hombre sin corazón sirviendo a Iván por voluntad propia. Fíjate. Estás equivocada.

El hombre guardó silencio por algunos minutos, por lo que Ari habló, pensando que necesitaría un empujón para seguir o que no quería contarle más de su historia. Por si acaso, la joven preguntó.

—¿Y cómo te uniste a él, siendo tan joven? ¿Qué hizo para que un niño asustado fuera detrás suyo? —Arisha estaba absolutamente desconcertada, pero no iba a dejar pasar la oportunidad de conocer aquella historia, era curiosa por naturaleza.

Una nueva sonrisa torcida se dibujó en los labios de Alexey y ahora sí subió sus ojos hasta los de la joven, con la mirada nublada, perdida en el pasado.

—Vamos a ver, querida, estaba en la calle, sin nada, asustado y apareció un hombre que me ofrecía dinero, comida y un techo bajo el que dormir. Un hombre al que no conocía, sí, pero no tenía nada que perder, y era tan sólo un niño, ¿qué iba a hacer? —Su voz sonaba como si tratase de justificarse y realmente trataba de hacerlo—. Al principio me odiaba a mí mismo cada vez que hacía algo de lo que me ordenaba, pero pronto aprendí que era mejor hacerlo —su risa grave resonó en los oídos de la joven, cuyos pelos se pusieron de punta. Su risa era fría—. Si no lo hacías, bueno, había consecuencias, como imaginarás. Es Iván e Iván no tiene piedad.

Los ojos de él en aquel momento lanzaban cuchillos. Era la primera vez que contaba aquello en voz alta y odiaba recordar la cantidad de veces que había recibido palizas y cosas mucho más graves por negarse a hacer un trabajo o bien por no haberlo podido hacer tan bien como su jefe quería que se hiciera. Cualquier mínimo error significaba dolor, así había llegado a ser él el mejor, no queriendo sufrir. Hasta que alguna joven rubia y alguna otra revelación hizo trizas su vida hasta entonces. Con un suspiro, siguió hablando, sabiendo que Arisha estaba demasiado impresionada como para pronunciar palabra.

—Así comencé a ser el mejor. Y por algún motivo, él se encariñó conmigo, no sé si porque me crió o porque realmente era bueno en todo aquello que él me mandaba. Hasta que me mandó ir a por ti, esa historia ya la sabes —la miró intentando transmitir con su mirada lo que se arrepentía de haber acudido a aquella misión, a lo que la joven bufó, recordando también la historia de la que él estaba hablando—. Después de aquello, él pensó que me estaba obsesionando contigo, no sé cuánto de verdad hay en eso que él piensa, pero empezó a vigilarme muy de cerca, a pesar de no haber fallado ni otra sola misión más. Estaba distraído, estaba intentando escoger misiones lo más lejos posible de donde sabía que estabas.

Los ojos de la joven parecieron sorprendidos, se había estado escondiendo precisamente de él desde hacía muchos años, desde que lo había conocido, más concretamente, no sabía que él había sabido todo el tiempo donde estaba.

—Espera, es decir, ¿sabías todo este tiempo que había estado aquí?

La joven no salía de su asombro, todo el tiempo había pensado que él la estaba siguiendo y tratando de encontrarla para acabar el trabajo que aquel día había dejado a medias, pero, según parecía, había sido todo lo contrario, había tratado de protegerla como le decía desde que lo había vuelto a ver. Aunque, por supuesto, no le iba a creer tan rápidamente, llevaba mucho tiempo odiándolo como para creerse lo que decía, aunque sus palabras sonaban con total sinceridad. Poco a poco, el gesto sorprendido de ella fue transformándose una vez más en el gesto que solía tener, frío y calculador y observó al hombre con una ceja levantada, esperando a que continuase con su historia, luego ya decidiría ella qué creer de ella y que no creer.

—Por supuesto. ¿Quién crees que ha conseguido que Iván no se vuelva a acercar a ti? ¿Quién crees que guió sutilmente tus pasos hasta esta ciudad, sabiendo perfectamente que Iván odia esta ciudad y sabía que no iba a volver si podía evitarlo? —Una nueva sonrisa, esta vez aún más triste que las demás, que también se instaló en sus ojos, se formó en el rostro de Alex.

Sin haberlo pensado antes, una de sus manos se estiró para apartar un mechón de pelo del rostro frío de Arisha, a lo cual ella apartó la cara como si su contacto le quemara, como si sólo tenerlo cerca le doliese. La mano de él cayó suavemente encima de su propia pierna y clavó sus ojos en los de ella, al tiempo que ella hacía lo mismo sobre los ojos de él. El cuerpo de ella emanaba tensión mientras lo miraba con intensidad y el de él emanaba sinceridad y tristeza. Ninguno de los dos apartó sus ojos de los del otro, hasta que la puerta se abrió.

Ambos se sobresaltaron y desviaron su mirada rápidamente hacia la puerta, donde se encontraba Devlin con una expresión que daba miedo. Ninguno sabía qué había visto Devlin, por mucho que no estuviese pasando nada, pero los dos lucían igualmente incómodos.

Dev, por otro lado, sabía perfectamente qué habían estado hablando, él mismo se había asegurado que la historia de Alexey era cierta, se le daba bien descubrir cosas y eso mismo había hecho con él hacía bastante tiempo ya. Entre él y Lena habían descubierto toda la historia de Alex, pero sabía perfectamente que no serviría de nada que le dijese a Ari que era cierta, hasta que ella no quisiera creerla no iba a creerla, de manera que había dejado que él se la contase y por sus expresiones, se la había contado.

La cara de Alexey lucía torturada, como arrepintiéndose de todo lo que había hecho, mientras que la cara de Arisha lucía incrédula, no sabiendo si creerse todo lo que él había dicho o seguir dudando de él. Ella tenía sus motivos, por supuesto, Alexey se había cargado de un plumazo toda la vida que ella conocía, lo que no sabía y dudaba que él se lo hubiese contado, es que aquella fue la única manera que tuvo de salvarla, aunque cada cosa a su tiempo, ahora corría más prisa otra cosa.

—Ari —la voz de él sonaba irritada, sonaba molesta—, tenías razón, te han seguido, aunque no hasta el edificio, he estado siguiendo tu camino y el rastro de lo que había alrededor, tengo que comprobar unas cámaras para saber quién ha sido.

Tanto ella como Alexey se sobresaltaron y maldijeron por lo bajo. No preguntaron cómo había podido seguir el rastro ni preguntaron cómo iba a comprobar las cámaras, si él decía que eso era cierto y que comprobaría las cámaras, lo haría y lo decía perfectamente consciente de lo que decía. Él era así, por eso era tan buen protector, tenía todo bajo su más estricto control.

Vieron a Devlin ir hacia la habitación que ahora compartía con Arisha y volver con su ordenador. Lo vieron teclear rápidamente en él hasta que logró localizar la cámara que quería encontrar y en la hora que quería y se dedicó a fijarse en la gente, buscar, ampliar, reducir, hasta que dio con una persona que seguía a la joven rubia que acababa de pasar corriendo. Lo único que se veía era que era una mujer, morena con el pelo bastante corto, pero en ningún momento se le vio la cara. Cuando Alexey se asomó al ordenador, un suspiro ahogado salió de su garganta.

—¡Mierda! ¡Joder! —Con rabia se giró y le dio un puñetazo a la mesa que se encontraba más cerca—. Yo sé quién es ella...

¡Hola, chicos! Perdón por tardar en subir, ¡al fin he acabado los exámenes y podré actualizar con más frecuencia! ¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡Espero que os haya gustado! ¡Comentad y votad, por favor! Besitos.