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Capitulo 7. Corazones en Llamas

Capitulo 7. Corazones en Llamas

Desde mediados del siglo XX, la economía venezolana estuvo fuertemente ligada a la exportación de petróleo. Esta dependencia generó una estructura económica frágil, vulnerable a las fluctuaciones de los precios del crudo. A pesar de los altos ingresos petroleros, la desigualdad social en Venezuela era profunda. Esto generó tensiones sociales y políticas que se agudizaron con el paso del tiempo. Los gobiernos populistas implementaron políticas económicas intervencionistas, como el control de cambio y la fijación de precios, que distorsionaron los mercados y desalentaron la inversión. A partir de 2014, el desplome de los precios del petróleo golpeó duramente a la economía venezolana, agravando la crisis.

Las políticas económicas del gobierno, como la emisión descontrolada de dinero y la expropiación de empresas, contribuyeron a la hiperinflación y a la escasez de productos básicos. Las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países limitaron el acceso de Venezuela al financiamiento internacional y dificultaron la importación de bienes esenciales. La corrupción a gran escala desviaba recursos públicos hacia bolsillos privados, agravando la crisis económica y socavando la confianza en las instituciones.

María y Manuel recordaban con nostalgia los tiempos en que Venezuela era un país próspero. Habían crecido escuchando historias sobre la bonanza petrolera y la abundancia de recursos. Sin embargo, la caída de los precios del petróleo y las malas decisiones políticas habían transformado su país en una nación sumida en la miseria. '¿Quién iba a pensar que llegaríamos a este punto?', se preguntaba Manuel, mientras observaba la fila interminable de personas esperando para comprar comida en un supermercado casi vacío.

María: Recuerdo cuando íbamos a la playa los fines de semana y no nos preocupábamos por nada.

Manuel: Sí, esos tiempos eran otros. Nunca imaginé que veríamos a Venezuela en esta situación.

Carlos: Todo fue culpa del gobierno. Sus políticas populistas y su obsesión por el control arruinaron el país.

María: Carlos, no creo que sea tan simple. La caída de los precios del petróleo también afectó mucho.

Manuel: Es cierto, pero el gobierno pudo haber manejado la situación de otra manera.

Carlos: ¿Y tú qué opinas, María? ¿Crees que las sanciones de Estados Unidos fueron justas?

María: Las sanciones han empeorado las cosas, pero no podemos culpar solo a otros. También tenemos responsabilidades como ciudadanos.

Manuel: Las sanciones son un arma de doble filo. Afectan a la población más vulnerable, pero también presionan al gobierno para que cambie.

Lograron comprar lo necesario y salieron camino a casa. Entre los dos preparan unos granos con arroz para dar de comer a sus dos hijos, tratando de cocinar lo necesario para no perder cada grano vale oro. Los temas de conversación en cada hogar eran sobre la crisis causa consecuencias, no se hablaba de nada más. En eso Manuel pregunta a su esposa.

María: ¿Cómo ves el futuro de nuestro país, Manuel?

Manuel: Es difícil ser optimista, pero creo que los venezolanos somos resilientes. Saldremos de esta.

Carlos: Yo ya perdí la esperanza. ¿Qué futuro puede haber cuando no hay ni para comer?

María: No podemos rendirnos. Tenemos que seguir luchando por un cambio.

Para el 2017, el gobierno comienza a hacer algunos ajustes económicos, invierte en la agricultura y siembra de arroz y maíz, y logra poner a trabajar un nuevo motor de producción para hacer la harina PAN por empresas renacientes del gobierno. Es así como comienzan a aparecer los productos de la cesta básica poco a poco en los mercados. Pero ocurre algo sorprendente: el bolívar, la moneda, comienza a desaparecer. En los países vecinos compraban los billetes a un valor más alto y comenzaron a sacarlos del país y quemarlos. De esta forma, lograrían volver a presionar, no al gobierno como lo repetían los medios de comunicación opuestos al gobierno, sino que en realidad a quienes estaban matando de hambre era al pueblo de a pie. Aquí ya no valía la clase social; las clases sociales casi desaparecen y, ahora que había comida, ya no había dinero en los bancos para comprar.

María sentía que vivíamos una guerra, pero sin bombas ni armas; la guerra era psicológica, una forma de debilitar al pueblo y conducirlo a sacar al gobierno con un estallido social. Pero eso no ocurrió; el pueblo ya tenía conciencia e identidad soberana y sabía que las presiones y bloqueos en su gran mayoría.

Una noche, mientras María y su esposo, Juan, se sentaban a la mesa con una cena modesta, ella no pudo contener sus pensamientos.

—Manuel, ¿te das cuenta de lo que estamos viviendo? —dijo María, con la voz quebrada—. Es como si estuviéramos en una guerra, pero sin bombas ni armas. Nos están matando de hambre, psicológicamente.

Manuel, la miró con tristeza y asintió lentamente.

—Lo sé, María. Es difícil ver cómo hemos llegado a esto. Pero tenemos que mantenernos fuertes. El pueblo está despertando, y eso es lo que más les duele a ellos.

María suspiró, sintiendo una mezcla de desesperación y esperanza.

—A veces siento que no puedo más, pero luego veo a nuestros hijos y sé que tenemos que seguir adelante. No podemos dejar que nos quiten nuestra dignidad.

Manuel, tomó la mano de María y la apretó con fuerza.

—Juntos, podemos superar esto. No estamos solos. Hay muchos como nosotros que están luchando cada día. Y aunque los medios de comunicación intenten dividirnos, nuestra conciencia y nuestra identidad soberana nos mantendrán unidos.

María sonrió débilmente, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de su esposo.

—Tienes razón, Manuel, No podemos rendirnos. Por nosotros, por nuestros hijos, y por todos los que están pasando por lo mismo.

Y así todos los días, encender la televisión, no había programas para niños ni novelas, las 24 horas eran relacionadas a noticias unas verdaderas y otros falsas, era enfermoso ver la televisión, Los medios de comunicación jugaron un papel crucial en este contexto. Durante la crisis económica de 2017 en Venezuela, los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, influyeron en la percepción pública de varias maneras. Los medios opositores al gobierno difundieron información sobre la escasez de productos básicos y la desaparición del bolívar, lo que generó una mayor sensación de crisis y urgencia entre la población. Mientras que los medios pro-gobierno intentaban mostrar los esfuerzos del gobierno para estabilizar la economía y asegurar el suministro de alimentos, los medios opositores destacaban las fallas y las dificultades, culpando al gobierno por la situación.

Esto genera un impacto en la psicología de la población, la constante cobertura de la crisis económica y la escasez de dinero en efectivo tuvo un impacto psicológico significativo en la población, aumentando la ansiedad y el estrés, y desencadena la movilización social, ya sea apoyando protestas y manifestaciones contra el gobierno o promoviendo la resistencia y la solidaridad entre los ciudadanos, los medios de comunicación fueron actores clave en la forma en que se percibió y se vivió la crisis, influyendo tanto en la opinión pública como en las acciones de la población.

Pero, por otro lado, las políticas económicas gubernamentales que contribuyeron significativamente al colapso. Medidas como el control de cambio, la fijación de precios, la expropiación de empresas y la emisión descontrolada de dinero, aunque justificadas en su momento por razones ideológicas o de emergencia, generaron distorsiones en el mercado, desincentivaron la producción y fomentaron la corrupción. Estas políticas, combinadas con la caída de los precios del petróleo y las sanciones internacionales, crearon un cóctel explosivo que detonó la crisis económica y humanitaria que vivió Venezuela.

por  otro lado, la crisis también generó tensiones y conflictos entre vecinos con diferentes perspectivas políticas. María y Manuel tenían un vecino, llamado Carlos, que era un ferviente opositor al gobierno. Carlos culpaba al gobierno por la crisis económica y humanitaria, y criticaba las políticas socialistas implementadas. Sus fuertes opiniones a menudo llevaban a discusiones acaloradas con otros vecinos que apoyaban al gobierno y al socialismo.

Estas diferencias políticas se intensificaron durante la crisis, ya que la escasez de alimentos y otros productos básicos crearon un ambiente de tensión y competencia. María y Manuel, aunque mantenían una relación cordial con Carlos, a veces se veían envueltos en discusiones sobre la situación del país. una pequeña tienda de barrio, con las estanterías casi vacías. Las luces parpadean débilmente, creando una atmósfera opresiva.

Una pequeña tienda de barrio, con las estanterías casi vacías. Las luces parpadean débilmente, creando una atmósfera opresiva. María, Manuel y Carlos se encuentran en una fila, esperando su turno para sacar algo de efectivo de un banco en la ciudad.

Carlos: (Con voz alta y desafiante, frunciendo el ceño y apretando los puños, mientras señala con un dedo acusador al cielo raso) ¡Y así quieren que sigamos apoyando a este gobierno! ¡Nos están robando el futuro!

Un vecino: (Interrumpiendo, rostro enrojecido y venas saltando en el cuello, cruzando los brazos sobre el pecho) ¡Basta ya de hablar así! ¡Es gracias a este gobierno que tenemos algo de comida en las mesas, los culpables son las potencias y los bloqueos, no hay que ser ignorantes!

Carlos: (Risas sarcásticas, inclinando la cabeza y alzando una ceja, adoptando una postura irónica) ¡Algo de comida! ¡Mira a tu alrededor! ¿Esto es lo que llamas tener algo de comida, con que dinero la vas a comprar? ¡Estamos peor que en cualquier país africano!

María: (Con voz suave pero firme, frunciendo el ceño levemente y extendiendo las manos en un gesto apaciguador) Carlos, por favor, bajemos el tono. Todos estamos pasando por un momento difícil y no necesitamos más peleas.

Manuel: (Mirando a Carlos fijamente, con una expresión triste y comprensiva, apoyando una mano en el hombro de Carlos) Entiendo tu frustración, Carlos, pero culpar solo al gobierno no resuelve nada. Hay muchos factores que han llevado a esta situación.

Carlos: ¡Claro que sí! ¡El gobierno es el único responsable! ¡Han destruido el país, han empobrecido a la gente y ahora nos quieren callar! (Se acerca a María, casi invadiendo su espacio personal, con una mirada intensa y acusadora) ¿Y tú qué sabes? ¡Tú estás ciega! ¡No ves la realidad!

En ese momento, se produce un apagón. La tienda queda a oscuras, solo iluminada por los destellos de un celular. El ambiente se vuelve aún más tenso.

Manuel: (Encendiendo una linterna del teléfono, su expresión se vuelve más seria y su voz, más firme) Tranquilícense, por favor. No vamos a resolver nada así.

Carlos se queda en silencio, mirando hacia la larga avenida llena de gente, su rostro reflejando una mezcla de ira y desesperanza. Después de unos segundos, habla con voz más baja.

Carlos: (Con la voz temblorosa y los ojos vidriosos, apoyándose contra la pared) A veces siento que ya no hay esperanza. Que todo está perdido.

María: (Poniendo su mano en el hombro de Carlos, con una expresión compasiva y una mirada suave) Sé que es difícil, pero no debemos perder la esperanza. Tenemos que seguir luchando por un futuro mejor.

Los tres se quedan en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. La linterna sigue iluminando sus rostros cansados y preocupados. Fuera de la tienda, se escuchan los gritos de los niños jugando en la calle, un sonido que contrasta con la tristeza y la desesperanza que reina en el interior.

María: (Poniendo su mano en el hombro de Carlos) Sé que es difícil, pero no debemos perder la esperanza. Tenemos que seguir luchando por un futuro mejor.

Los tres se quedan en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. La linterna sigue iluminando sus rostros cansados y preocupados. Fuera de la tienda, se escuchan los gritos de los niños jugando en la calle, un sonido que contrasta con la tristeza y la desesperanza que reina en el interior.

Finalmente, María intervino y pidió a todos que se calmaran y que respetaran las diferentes opiniones. "No podemos resolver nuestros problemas con violencia", dijo María. "Tenemos que aprender a convivir y a buscar soluciones juntos".

En eso un Vecino anciano: (Mirando a los jóvenes con tristeza) Yo he vivido varias crisis en este país, pero nunca había visto algo así. Recuerdo cuando teníamos de todo, y ahora luchamos por lo básico. Pero los jóvenes tienen que ser fuertes, tienen que seguir adelante.

Aunque la discusión se calmó momentáneamente, las tensiones entre los vecinos continuaron. La crisis económica había generado un ambiente de división y resentimiento que dificultaba la convivencia pacífica.

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