Trucos y Artimañas
Perenelle Flamel era una hechicera poderosa, y una vidente a tener en cuenta, aunque la fama de su marido la opacaba, ella prefería esto. De vez en cuando, ella dejaba su hogar para vivir algunos años al azar entre la población no mágica, no porque dejara de amar a su esposo o por que hubieran tenido una discusión, sino que el haber vivido tanto tiempo comenzaba a afectarles, volviéndoles apáticos y dejando de ver el valor de la vida.
La inmortalidad tenía un precio muy alto; infertilidad.
Incapaz de tener hijos ambos, habían optado por adoptar a algunos niños, pero esto no funcionó, como se esperaba. Muchas familias de magos codiciaban la legendaria Piedra Filosofal y los intentos de engañarlos empleando a sus hijos o el uso de poción multijugos acabó en varios intentos de robo malogrados.
Para empeorar las cosas el elixir de la vida, no tenía ningún efecto positivo en los niños mágicos o muggles, de echo aceleraba su envejecimiento. Y en algunos casos dicho elixir irónicamente produjo un efecto tósigo en los pocos niños que se ganaron la confianza y el amor de los inmortales, lo que aceleró su muerte.
Por ello, Perenelle Flamel, decidió guardar su varita, y vivir entre los muggles en varias ocasiones, asumiendo identidades falsas y gracias a un sencillo hechizo modificador de memoria, le era sencillo adaptarse a algún hogar o trabajo.
De hecho, Perenelle había influenciado y conocido a muchos muggles que con el pasar del tiempo se volvieron famosos.
Fue ama de llaves, consejera y amiga personal de Isabel I.
Asistió a la noche de estreno de "Othello: el moro de Venecia" de un escritor llamado William Shakespeare y le aconsejo inspirarse en los mitos griegos y, que una obra con un final trágico era inusual pero atraería la atención de otros.
Vecina y amiga de Milutin y Đuka cuando le pidieron su opinión para el nombre para su hijo ella les dijo que "Nicolás" era un nombre magnífico, y la feliz pareja estuvieron de acuerdo; así decidieron llamar a su hijo: Nikola Tesla.
Alejandro Dumas, Napoleón Bonaparte, H.P. Lovecraft. Entre otros.
Cuando volvía a su hogar, Nicolas la recibía con los brazos abiertos, aunque tenían que volver a "conocerse" de nuevo esto, era un reinicio en sus vidas que en cierto modo afreno su apatía entre ambos, y de echo en un par de ocasiones, Nicolás "fue a conocerla".
El alquimista, en algunas ocasiones imitando a su esposa, asumió una nueva identidad que acababa "conociendo" a la identidad falsa de la hechicera, y de este modo; ante los muggles en diversos países se enamoraron y casaron varias veces entre la comunidades no mágicas en diversos países; antes de volver a las comunidades mágicas.
Era divertido para ambos, aunque eran raras las ocasiones donde no se veían hasta pasadas 1 o 2 décadas.
La inmortal ahora con el nombre de Abigail Lee le entregó una carpeta con documentos oficiales a su sucesora: Lucrecia Cole.
Habían pasado 10 años desde que una moribunda joven llamada Merope llegara al orfanato y desde entonces las cosas habían sido imprevistas. La inmortal no uso sus poderes mágicos, más que en contadas ocasiones, y aunque en más de una ocasión hablaba con su esposo siempre era reacia a irse, en cierto modo se había encariñado con ese orfanato y con los muchos niños y niñas que llegaron ahí.
Pero. Eso había cambiado al enterarse por parte de su marido, que Albus Dumbleroe, el "Héroe" del mundo mágico iría al orfanato en pocos meses.
¿Motivo?
Trabajaba como profesor y subdirector en Hogwarts el 5to mejor colegio de magia del mundo. Y como un profesor tenía la obligación laboral de hablar con los niños que no sabían nada del mundo mágico. Hijos de muggles, mestizos cuyo padre mágico había muerto o como en esta ocasión; un niño mágico en un orfanato muggle.
Solo unas horas atrás, había recibido una carta para informarle que Albus Dumbledore, visitaría el orfanato para hablar con Tom Ryddle sobre el mundo mágico y obviamente el colegio de 5ta.
El "Héroe" tenía un repentino interés en las profecías y quería hablar con ella; pero la inmortal no tenía nada que decirle a ese déspota hipócrita. Por eso estaba ya preparando su retiro.
El cual, fue muy rápido. Normalmente los trámites de sucesión, la aprobación de Trabajos Sociales y la investigación de la NSPCC, tomaban más tiempo, de 2 a 7 semanas, pero los tuvo en solo una hora. Gracias a la magia. Sí, Ella, la inmortal tenía sus trucos.
No quería ver a ese falsario, y sobre Tom; había decidido desde hace mucho, tomar un rol neutral e imparcial. Lo observaba y vigilaba pero no intervino con él.
Perenelle Flamel había vivido todos esos siglos para reconocer que la semilla de la maldad estaba impregnada en ese niño. No era ninguna estúpida; desde la primera vez que le cargó en brazos al nacer, detectó en el niño, un olor químico que conocía perfectamente y por ello se hizo a una mala opinión de la madre; pues era más que obvio que ese niño había nacido por un amor falso y obligado: una poción de amor.
Por lo que ella vio en las memorias de esa varita rota que antes perteneció a su madre. Fue muy fácil, conocer toda la historia.
Merope Gaunt se enamoró de un apuesto muggle que solía cabalgar cercas de donde tenían ese chamizo que llamaban casa.
En realidad, no podía culparla ese muchacho era muy atractivo.
Y; demostró que el amor, también tiene su lado truculento, pues su amor pasajero se volvió en una obsesión hasta que; libre del monstruo de su padre y de su horrible hermano, ella hizo una poción de amor (Aunque su nombre más correcto sería "Veneno de Amor") y se la ofreció como a agua fresca un día caluroso que cabalgaba solo.Por lo que ella vio en las memorias de esa varita rota que antes perteneció a su madre. Fue muy fácil, conocer toda la historia.
Merope Gaunt se enamoró de un apuesto muggle que solía cabalgar cercas de donde tenían ese chamizo que llamaban casa.
En realidad, no podía culparla ese muchacho era muy atractivo.
Y; demostró que el amor, también tiene su lado truculento, pues su amor pasajero se volvió en una obsesión hasta que; libre del monstruo de su padre y de su horrible hermano, ella hizo una poción de amor (aunque su nombre más correcto sería "Veneno de Amor") y se la ofreció como a agua fresca un día caluroso que cabalgaba solo.
Lo esclavizo con dicha poción. Fue un prisionero y rehén de esa mujer obsesionada que quedó embarazada de él a la fuerza.
Tontamente dejó de darle la poción creyendo que él la amaría, pero en realidad él al fin pudo huir y tratar de olvidarse de la pesadilla que vivió con esa mujer.
Además, sabía bien que ese viaje al Municipio de Fylde, a la costa, fue lugar de una de las "bromas intimidantes" de Tom a Amy Benson y Dennis Bishop.
"Algo en esa cueva frente al mar" Fue lo que Amy dijo entre susurros de miedo.
También estaba lo de ese conejo, y los 3 matrimonios que tuvieron un vago interés en adoptarlo. Perenelle bajo los hombros con desilusión, un matrimonio lésbico intento adoptarlo fallando estrepitosamente. La inmortal, no tenía nada contra las lesbianas, (de echo las adoraba) pero tal parecía que Tom sí, porque dicha pareja sufrió un extraño accidente automovilístico con una de ellas que acabo por 3 meses en silla de ruedas.
Tom obviamente, tenía sus artimañas.
—Todo está listo, querida. Aquí tienes la llave de tu oficina. —Dijo la inmortal entregando a la Señora Cole, las llaves.
La otra mujer las tomo y miro a su alrededor con una sonrisa.
La oficina estaba impecable, solo faltaban un par de retratos y ese busto de bronce, que la Señora Cole alguna que otra vez hubiera jurado que había parpadeado o que movía ligeramente una ceja o la nariz, pero, estaba convencida que fue su imaginación.
—Señora Lee... No sé qué decir, pensé que nombraría a Clara o a...
—Tu responsabilidad a este orfanato es incuestionable. —Le interrumpió con amabilidad la inmortal. —Vamos, mi taxi ya viene en camino.
Cuando ambas mujeres llegaron al recibidor, una treintena de niños así como 6 mujeres y los 2 jardineros les esperaban en el umbral de la puerta.
Perenelle no se esperaba que la despidieran, y se sorprendió más al ver a Tom apartado de los demás mirándola desafiante.
Tom Ryddle era un niño, de 10 años, y en 4 meses cumpliría los 11; de cabello negro, ojos castaños, sus facciones casi se asemejaban a aquellos querubines de las iglesias antiguas. El niño era atractivo, y no dudaba que sería un hombre muy apuesto cuando fuera un adulto. Y su porte parecía resaltar como si tuviera la dignidad de un rey. Pero había frialdad en sus ojos y una notable carencia de empatía hacia los otros.
Si había alguien a quien Tom jamás logró intimidar, doblegar ni provocar, fue a ella. Trucos y artimañas, todo se reducía a ello.
—Niños... —Murmuró la inmortal conmovida cuando varios de ellos la abrazaron inesperadamente. —Oh, los voy a extrañar mucho.
Algunos de los niños comenzaron a llorar, la mayoría le pedían que no se fuera o le preguntaban porque se iba.
Perenelle casi se echó a llorar.
No podía tener hijos, y los pocos hijos adoptivos que tuvo murieron jóvenes por su insensatez y de su esposo. Pero, con esta identidad falsa, fue feliz en este pequeño orfanato. Consolaba a los niños cuando tenían terrores nocturnos, cuando una pareja no les escogió para adoptarles; solía abrazarlos y a ofrecerles una tasa de chocolate caliente hasta que se tranquilizaban; cuando algunos que si fueron adoptados se despedían gentilmente de ella.
No podía engañarse a sí misma, se había encariñado con esos niños huérfanos y ellos de ella. Bueno, casi todos.
— ¡Tom! —Dijo repentinamente la Sra Cole. — ¿No te vas a despedir de la Sra Lee?
El niño miró con frialdad a la nueva líder del orfanato antes de dar un paso al frente con una sonrisa encantadoramente macabra.
—No es que no quiera despedirme, es que no me daban espacio. —Se justificó, dando otro paso al frente, no abrazo a la mujer pero le ofreció la mano. —Se notara mucho su ausencia, Sra Lee.
Una despedida cortés, pero fría. La inmortal le estrechó la mano y se soltaron casi enseguida.
—Deja que te de un último consejo, Tom. —Dijo Perenelle.
—La escucho, con mucha atención.
—Busca, tu verdadera, voluntad.
La inmortal, tuvo la satisfacción de ver un destello de perplejidad en esos ojos infantes pero carentes de afecto. Se despidió de los ayudantes y jardineros y con un último "adiós" dejo el pórtico y salió a la calle.
Un Taxi le esperaba y un fornido taxista tomó sus maletas y las guardo en la cajuela antes de abrirle la puerta caballerosamente, ella miró hacia atrás antes de subir al vehículo, en el asiento a su derecha, un hombre estaba sentado sonriéndole.
—Hola cariño. ¿Cómo has estado?
—Pensando mucho, querida. —Respondió Nicolás Flamel —Pensando en lo mucho que te amo.
—Nicolás... —Interrumpió sus palabras cuando miro a su bolso. —Detente un momento. En el parque de ahí el de la izquierda.
El taxista, pese a parecer un atractivo hombre joven, no lo era; en realidad no era siquiera humano. Se trataba de una invención accidental del alquimista. Un autómata, un ser artificial que no necesitaba de comer, dormir, ni descansar. Pese a que el matrimonio tenía a un par de elfos domésticos, Nicolás siempre prefirió a "Tres" como lo llamaba con cariño para las burdas tareas obreras pesadas como manejar los vehículos muggles.
El autómata se estacionó el "Taxi" que momentos después, todo el auto exhalo una fugaz y corta nube de vapor. Donde antes había un auto muggle y común, ahora había magnificó (y muy costoso) Rolls-Royce Phanton III de color negro.
La inmortal salió del auto seguida de su esposo. Ella metió la mano en su bolso y sin temor alguno sacó una serpiente ratonera de pequeño tamaño. La miró con un vago interés.
—Mira, Nicolás un pequeño espía.
— ¿Espía? ¿De quién?
—De Tom. El niño del que te he hablado, resulta que habla pársel y le ha pedido a esta serpiente que escuchara nuestra conversación o que simplemente supiera donde vivimos aquí en Londres. —Respondió. Nicolás negó con la cabeza.
La mujer miró a la pequeña serpiente quien trataba de enroscarse entre sus dedos. Ella, pasó la mano sobre la serpiente y esta se quedó quieta antes de que sus ojos brillaran por un instante. Con gentileza, la hechicera dejó al ofidio entre unos arbustos.
—Listo. —Dijo mirando a su esposo. —He modificado su memoria, hoy en la noche, le dirá a Tom que el taxi simplemente me llevó al muelle a tomar un barco. Por suerte el muelle más cercano está a 30 minutos de aquí.
—No entiendo, querida. ¿Por qué un niño enviaría a un espía hacia a ti?
—Me parece que Tom, cree saber que soy una hechicera. —Bajo los hombros. —Nunca le hable del mundo mágico, y nunca use mis poderes ante él. Digamos que... No le tengo confianza, tanto como a ese amigo tuyo.
—Nelly, Albus no es tan...
La mujer negó con la cabeza.
—No me hables de Dumbledore, no lo menciones ante mí, y avísame con tiempo si va a venir de visita para irme a otro país. —Le advirtió. —Vamos a mi casa, te contaré en el camino.
Nicolás casi no reconoció la ciudad de Londres, la última vez que había estado ahí fue casi 80 años, su esposa le mostró los nuevos barrios o edificios remodelados cuando pasaban ante ellos; llegaron a Kensington después de 20 minutos. El alquimista escucho a la hechicera hablarle sobre Tom Ryddle y no le gusto lo que escucho. Tomo nota mental de avisarle a Dumbledore de que fuera cauteloso con ese niño.
4 meses, 1 semana, 9 minutos, 16 segundos, 3461 nanosegundos, 70832 nanocrones y 9330176 microkairos después.
Albus Dumbledore miró con interés a Tres, el autómata creado por su amigo cuando éste le abrió la puerta del Rolls-Royce Phanton III invitándolo silenciosamente a entrar.
—Hola Tres, tanto tiempo. —Dijo gentilmente mientras subía al auto, el autómata no podía hablar pero asintió con la cabeza respondiendo al saludo. Dumbledore miro al orfanato y suspiro. Solo unos minutos atrás, había hablado con la Sra Cole y después con Tom Ryddle.
Se había sorprendido un poco cuando llegó una lechuza para él por parte de Nicolás Flamel, y el contenido de la carta no le agrado. Por ese motivo, paso a la casa de su amigo para querer conocer la situación hablando con Perenelle.
—Hola viejo amigo. —Le saludo el alquimista. —Copper sírvenos unos bourbons.
El llamado Copper, era un elfo doméstico, un ser de baja estatura, con una cabeza un poco más grande que su cuerpo, calvo de orejas largas y anchas como un murciélago, ojos verde claro y nariz aguileña. Usaba ropas correspondientes en edad a un niño entre los 5 o 6 años. Una camisa azul claro arremangada hasta los codos, pantalón negro y un mandil a su medida negro.
—Enseguida, señor. —Respondió el elfo en voz baja.
—Nicolás, no has cambiado. —Dumbledore respondió a esa broma secreta entre ambos, miró a su alrededor, la casa de los Flamel era indudablemente hermosa. —Gracias Copper. ¿Esta Perenelle?
—Oh, lo siento, Albus. —Se disculpó el inmortal. —Mi esposa decidió visitar a un Squid a quien conoció en américa, un tal Pancho Villa o algo así.
— ¿El Napoleón Mexicano? —Dudo, era consciente de que la hechicera había conocido a muchos muggles que marcaron la historia entre los suyos. — ¿También lo conoció a él?
—Nelly ha conocido a muchos muggles, viejo amigo. Como a ese muggle que te ha ayudado con lo de Grimdelwald ¿Cuál era su nombre?
Dumbledore le respondió y la charla pasó a diversos temas mientras ambos hablaban y bebían el licor que el elfo doméstico le ofreció. Aunque parecía despreocupado en realidad Dumbledore estaba un tanto inquieto.
Era 1938 y si la memoria no le fallaba, Pancho Villa murió en 1923, lo sabía porque tuvo algo de interés en la revolución que organizó en México. Suspiro mientras miraba a su alrededor esperando que la esposa de Flamel apareciera inesperadamente. Pero sospecho que eso no ocurriría.
— ¿Pasa algo viejo amigo?
—No, solo que tengo un presentimiento...
— ¿Sobre qué, si se puede saber?
—De que este año, posiblemente inicie una nueva era entre los magos. —Aunque lo dijo al azar, tenía mucha razón.
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