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Tan encantador, como un cuchillo envenenado

—Recuerden no llegar tarde o me veré en la necesidad de castigarlos.

—Ya lo sabemos, Weasley.

—Además volveremos con el profesor Slughorn.

Tom alzo la vista de la mesa apartada de la chimenea cuando oyó esa breve conversación. Agatha Weasley se había acercado a 2 niños de 2do año, un chico rubio que estaba sentado junto a él en la ceremonia de selección y un chico obeso que se hacia el intimidante pero más que nada; daba pena ajena.

— ¿De que estarán hablando? —Se dijo a sí mismo y una voz a su izquierda le respondió.

—Del club de Slughorn.

Oscar Pyrites estaba en una silla contigua junto con Graciela Balmory y Néstor Lestrange. Como era una tarea por equipos para una exposición de la profesora Merrythought, solo por ese motivo, Tom toleraba su compañía.

Ya había pasado la primer semana del curso y tenían tanta tarea que Tom estaba seguro no podrían terminarla hasta el próximo mes. Pero de momento esta breve respuesta despertó su interés.

— ¿Un club? —Pregunto fingiendo indiferencia pese a que tenía verdadera curiosidad. — ¿Un profesor puede formar un club sin que le tachen de favoritismo?

—Eso sería difícil, Ryddle. —Dijo Graciela tomando un libro para comenzar a buscar entre las páginas. —El profesor Slughorn tiene en su club a estudiantes de todos los años de las 4 casas de Hogwarts y de vez en cuando, algunos profesores u otros empleados también acuden a sus reuniones. Así que no pueden acusarlo de favoritismo.

—Pero si de elitista. Se llama, el Club de las Eminencias. —Dijo Pyrites.

—Jo, qué nombre tan modesto. —Dijo Lestrange con sarcasmo.

— ¿De qué va ese club? —Pregunto Tom buscando en el libro un párrafo para la exposición, pero realmente estaba interesado en el rumbo que había tomado la conversación.

—Muy simple. —Respondió Pyrites alzando la vista del trabajo. —El profesor Slughorn reunió a alumnos que tienen parentesco familiar con gente influyente e importante. —Señalo a los dos chicos que acababan de salir de la sala común. —El rubio es Abraxas Malfoy, los Malfoy son una familia política muy rica e influyente en el ministerio de magia. El obeso es Melquiades Mulciber su familia tiene una cadena de hoteles de lujo en diversas partes del mundo mágico por lo que literalmente nadan en oro.


—Y hablando sobre él... —Lestrange bajo la mirada del libro que había estado leyendo. — ¿No les parece que ya es un poco mayorcito para estar en 2do año?

Tom lo había pensado, y por la expresión de Pyrites, él también.

—Ah eso. —Dijo Graciela recargándose al respaldo de su asiento. — ¿No se enteraron?

Como nadie respondió, la niña bonita sonrió ligeramente, no parecía la sonrisa de una niña que disfruta del cotilleo, si no que era la sonrisa de superioridad de alguien que se ha guardado un secreto y al fin puede revelarlo sin culpa alguna.

Tom decidió morder el anzuelo.

— ¿De qué?

—Bueno; Mulciber, tiene la furia a flor de piel y tuvo que repetir año, porque le contesto gritando a un profesor con un insulto racista. Y cuando digo racista, me refiero a "muy racista". Estuvo a punto de ser expulsado de no ser porque su padre intervino con una donación muy generosa de oro para Hogwarts y otra para el ministerio; así que solo tuvo que repetir año, pero de no ser así el ni siquiera podría poner un pie en el castillo.

— ¿A quién insulto?

—Al Profesor Wood. —Respondió la niña. —Pese a que la Familia Wood es nativa de Inglaterra, la madre de nuestro profesor es de Suramérica, de Perú. Sin tener que decir toda una sarta de groserías, le dijo que se "Regresara a su país y que nunca volviera" entre otras obscenidades. Y, ya sea casualidad o no, según me he enterado, Mulciber siempre ha tenido problemas con esta clase Encantamientos y también con Transformaciones.

—Ah... —Dijo Lestrange. —Creo haber oído algo de eso. ¿Qué no le dijo "Ve y chinga a tu puta madre."?

Graciela torció el gesto.

—Tienes una boca sucia, Lestrange.

—De seguro el profesor Wood le tiene ojeriza.

—Difícil saberlo. El profesor Wood es un hombre estricto y profesional, pero justo y amable.

—Si ese obeso insultara a mi madre, yo no se lo perdonaría. —Murmuro Lestrange.

—Opino lo mismo. —Dijo Pyrites.

Graciela bajo los hombros con indiferencia.

— ¿Qué hay de ti, Ryddle? —Pregunto la niña inesperadamente. Tom se quedó en silencio unos segundos atrayendo la atención de los otros.

—Mi madre murió poco después de que naciera. —Por nada del mundo les iba a decir que provenía de un orfanato, pero lo que les había dicho no era del todo mentira. —Mi padre desapareció al poco tiempo. Y mi tutora, bueno evito hablar de ella siempre que puedo.

Esperaba que le hicieran preguntas, pero cuando levanto la vista se sorprendió de que ninguno dijera algo al respecto.

—Te comprendo. —Fue lo único que dijo Pyrites. Después de eso ninguno volvió a hablar hasta que Lestrange pregunto por un par de fechas que Tom respondió. Terminaron el trabajo después de media hora y hecho esto, cada uno se fue por su cuenta a terminar el resto de los deberes.

Al día siguiente.

—Te juro que puso esta tarea a propósito. —Mulciber estaba furioso. Sostenía en brazos 2 libros que había tomado de la biblioteca para una tarea en la clase de encantamientos. Sus mejores amigos Abraxas Malfoy, Silas Avery y Basil Snyde estaban sentados frente a él en la mesa en la sala común de Slytherin. —"Un resumen de la carrera universitaria de Guillermo Pedrosa y sus logros de los 6 encantamientos de vitalización." —Trato de imitar la voz del profesor Wood, sin lograrlo. — ¿Por qué mierda nos deja tarea de un mago ecuatoriano?

—Creo que es argentino...

— ¡No me importa! —Gruño Mulciber. —Los magos y brujas de nuestro país son superiores a esos extranjeros...

Tom estaba en la sala común leyendo un libro de herboristería que había sacado de la biblioteca para otra tarea para el profesor Beery; no es que estuviera escuchando a escondidas, sino que Mulciber estaba elevando cada vez más la voz mientras insultaba a todos los magos extranjeros que recordó.

—Que irónico que el hijo de un magnate en hoteles turísticos sea tan racista... —Murmuro para sí mismo alzando la mirada para ver a los 4 chicos hablando entre ellos, o mejor dicho a 3 de ellos tratando de ignorar al otro que seguirá elevando la voz.


Siguió con sus deberes y termino después de 10 minutos, aunque levanto la mirada en más de una ocasión ante los insultos de Mulciber. De hecho la última vez que levanto la mirada fue para ver como Avery, Snyde y Malfoy se levantaban de la mesa donde habían estado estudiando para irse a sus dormitorios.

Por las expresiones de los 3, Tom supuso que se les había acabado la paciencia con su amigo y sus quejas. No le importaba lo que hicieran esos chicos, pero ahora que tenía tiempo libre miro al obeso con algo de interés.

Melquiades Mulciber se había puesto de pie y aparentemente decidió pasar a otra tarea pues arrojo la libreta de apuntes y el libro de la biblioteca a un lado con desdén antes de tomar su varita y hacer unos movimientos muy rígidos mientras decía en voz alta un hechizo.

Después de 3 intentos fallidos de la varita de Mulciber salió una explosión pequeña que asusto a muchos en la sala común, y algunos sin poderlo evitar dieron un brinco sobre su asiento.

—Perdón, perdón... —Se disculpó gruñendo mientras miraba a su alrededor. Siguió practicando y tuvo que disculparse de nuevo cuando produjo otra explosión después de casi 9 intentos bajo la atenta mirada de Ryddle, quien murmuro para sus adentros el hechizo y los movimientos que Mulciber trataba de hacer con su varita; y en cierto modo, comprendió ese encantamiento pese a que nunca lo había practicado. —Me cago en... —Murmuro Mulciber enojado.

Tom se puso de pie, en su mente repaso los movimientos y la pronunciación. Había esperado a esta oportunidad.

—No lo entiendo, el hechizo está bien pronunciado...

—Es porque aprietas mucho el mango de tu varita. —Respondió Ryddle acercándose al obeso, quien le dirigió una mirada entre desafiante y ofendida a Tom por atreverse a interrumpirlo. —Cuando mueves la muñeca para dar el giro, fuerzas mucho tu mano y por eso el hechizo se malogra.

— ¿Ah sí? —Respondió Mulciber un tanto ofendido. — ¡Por favor, ilústrame!

Tom mantuvo una expresión serena ignorando el tono sarcástico de ese chico y dijo en voz clara el hechizo que Mulciber había estado practicando en voz alta.

Aquila.

Dibujo una "g" minúscula en el aire con su varita blanca y para sorpresa de Mulciber la punta de su varita se ilumino de un destello cárdeno y un águila de plumaje marrón apareció en el aire. El ave se posó sobre el respaldo de una silla, antes de extender sus alas y acicalarse sus plumas orgullosamente.

Todosen la sala común miraron al águila de porte orgulloso en la silla. 


Tom la señalo.

— ¿Ves? —Dijo con cierta confianza. —No aprietes demasiado el mango de la varita, sujétala con tres dedos: el pulgar, índice y del corazón y deja suelta la muñeca. De este modo. —Indico ante de agregar. —Es como como dibujar una espiral alargada en el aire.

En otro momento Mulciber posiblemente le hubiera contestado de forma grosera diciéndole que se largara, o incluso hubiera intentado intimidarlo con alguna de sus típicas frases: "¿Intentas hacerme quedar mal?" Pero su propia dignidad había quedado manchada desde el año pasado. Desde que tuvo que repetir año.

Estaba furioso, sí; pero no era ningún estúpido.

El haber vivido con su padre, y relacionarse con ciertas personas con su grado de importancia y poder, y aprendió a ver (y diferenciar) las sonrisas forzadas, a los destellos de codicia en los ojos de alguna persona ambiciosa y lo más raro de todo, a ver una atracción que puede convertirse en admiración.

En esta ocasión, pudo ver un aura de grandeza en ese chico de primer año. Algo que había creído notar desde que inicio el curso; desde que ese chico se puso el sombrero seleccionador. Así que simplemente se tragó su orgullo e imito en silencio el movimiento, hasta que estuvo seguro de que le había tomado el truco.

— ¿Así? —Pregunto, repitiendo el hechizo.

Y para su propia sorpresa una segunda águila (aunque no tan majestuosa como la que invoco Tom) salió de su varita. Sonrió aunque no quería hacerlo y repitió el hechizo 3 veces más antes de mirar al chico a su lado quien tenía una expresión impasible.

El rostro de Tom Ryddle era una máscara estoica. De nuevo, vio esa aura de prestigio en ese chico, y se sintió abrumado; aplastado, por ella.

— ¿Cuál dijiste que era tu nombre? —No lo había dicho y eso ambos lo sabían, pero Mulciber fue educado al señalar esto, dándole así la oportunidad de presentarse.

—Tom Sorvolo Ryddle.

—Melquiades Benedetto Mulciber. —Se presentó, haciendo una ligera reverencia de cabeza sin ver como las águilas que había invocado repetían su acción, inclinándose ante el águila que Tom Ryddle había invocado.

Intercambiaron unas palabras casuales (entre ellas el cómo desaparecer a las águilas) que dio paso a una larga conversación educada. Las palabras de Tom fueron como una seda, y Mulciber se las trago a la primera.

El sonido de una campana para indicar que era hora de ir al comedor para cenar les interrumpió pero eso no le importaba a Tom, se había acercado a un peso pesado (literalmente) y eso le bastaba de momento.
Pero, ni el mismo se imaginó el resultado de esto, pues; unos minutos después mientras cenaba junto con su "nuevo amigo", Tom reprimió sus ganas de sonreír mientras Mulciber haciendo de intermediario, le presentaba formalmente a Abraxas Malfoy a los hermanos Avery: Silas y Dylan (aunque a Dylan ya le conocía al ser su compañero de clase) y por ultimo a Basil Snyde.

15 días después.

— ¿Prefieres un menú selecto, Albus? ¿Algo que te preparen solo para ti en las cocinas?

—No, gracias Horace. —Respondió a su colega mientras su amigo con una lista en manos repasaba un menú para su próxima reunión. —Una cena ligera estará bien para mí.

—Ah vamos amigo mío. Debes consentirte de vez en cuando. ¿Qué tal un poco que queso Pule?

—... supongo que...

Se interrumpió cuando unas risas se acercaron a ellos. Tras ambos profesores un grupo de chicos de Slytherin se acercaba y el mismo Dumbledore se sorprendió al ver a Tom Ryddle al lado de Malfoy, Mulciber, Snyde, los Avery, Lestrange, Higgs y Pyrites.

—Buenas noches, profesores. —Saludo Tom.

—Ah muchachos. —Respondió Slughorn sonriendo. —El profesor Dumbledore nos honrara con su presencia en la reunión del club de esta noche.

En la mente de Dumbledore una sonó una alarma.

—Tom, no sabía que era un miembro del club.

— ¿Cómo no serlo, Albus? —Se adelantó Sulghorn —Ni siquiera tú me dejaras mentir, pero el joven Ryddle es el alumno más brillante del curso.

—No niego eso, Horace. Si me disculpan debo enviar una lechuza a un viejo amigo. —Respondió evasivamente. —Ah, y antes de que se me olvide, señorita Higgs, señor Avery. —Señalo a Dalila y Dylan. —No olviden que tienen que exponer en mi próxima clase, solo se los recuerdo.

—Sí, profesor Dumbledore.

—Les veré en la reunión entonces. —Se despidió Dumbledore ante de marcharse. Tom le observo, pero bajo los hombros con desinterés mientras la pandilla se despedía del profesor Slughorn.


Tom caminaba junto a Abraxas Malfoy, Melquiades Mulciber, Silas Avery y Basil Snyde.

Solo ellos 5 eran integrantes del Club de las Eminencias, algo que en realidad no sorprendía demasiado a Tom, pues aunque Néstor Lestrange era de una familia sobresaliente y antigua, su apellido había quedado un tanto enlodado por cierto disturbio en Paris unos años atrás. Aunque parecía que ese gordo pomposo de Slughorn comenzaba a cambiar de opinión con él.

Lo mismo podría decirse del hermano menor de Basil: Dylan Avery era un completo ignorante (por no decir: estúpido) y Tom supuso que estaba en la casa de Slytherin porque se lo pidió al sombrero.

En cuanto a Dalila Higgs, era una estudiante promedio, pese a que su madre era directora de una importante empresa comercial. Slughorn la trataba amablemente pero no la había invitado a una reunión.

Oscar Pyrites simplemente rechazo las invitaciones del profesor. Tom intuía que Pyrites tenía una especie de rencor personal con Slughorn pero decidió no meterse en dicho asunto porque simplemente no le importaba.

Avanzaron por el corredor con una charla casual y sin importancia cunado vieron la fornida silueta de un chico de 1er año de Ravenclaw: Jorge Ibarra, frente a la puerta del despacho del profesor Slughorn. El chico no les oyó ni les vio pues en ese momento la puerta se abrió con un rechinido y entro por ella.

Tom solo bajo los hombros con desinterés y cruzo la puerta tras Malfoy cuando esta volvió a abrirse rechinando nuevamente.


Aunque era la 2da vez que asistía a una reunión aun así se sorprendió un poco ante lo espaciosa que era la habitación pese a que el profesor Slughorn se había quejado un par de veces de que era demasiado pequeña.

—Bienvenidos, muchachos. Bienvenidos. —Dijo Slughorn acercándose y sonriéndoles. Tom sintió asco cuando su gordo profesor de pociones le dio una palmada amigable en el hombro. —Tomen asiento, en unos momentos los sirvientes traerán la cena.

Tom se apartó un poco para mirar a los demás invitados de esa reunión.

Había 2 chicos de 4to y 1 de 6to año de Gryffindor, 2 chicas de Hufflepuff de 4to y la otra de 7tmo, de Slytherin eran ellos 5, y finalmente de Ravenclaw solo estaba Ibarra quien miraba un cuadro en la pared que representaba un torreón antiguo.
El chico moreno se giró cuando alguien le llamo por su nombre, Tom lo siguió con la mirada y le vio acercarse a saludar al Profesor Dumbledore que estaba de pie al lado de 2 profesores que solo les había visto en las horas de comidas en el comedor.

Uno de ellos era bajo rubio de complexión robusta, el otro era de cabello negro y para ser un profesor era inesperadamente muy fornido.

— ¿Quiénes son los hombres que están hablando con el Profesor Dumbledore? —Pregunto sin dirigirse a nadie en específico. Slughorn que se había cercado a él le respondió.

—El rubio es Lune Lunsford, es profesor de Runas Antiguas y el musculoso es Jake Jalali profesor de Estudios Muggles. Sus materias podrás elegir cursarlas cuando inicies el 3er año, Ryddle.

—Gracias profesor.

—Ven, te los presentare. —Dijo Slughorn amigablemente sin notar la mueca de desdén de Ryddle cuando le paso el brazo por sus hombros. Ryddle no quería acercarse a Dumbledore más de lo necesario, pero los 3 hombres y el chico les habían oído acercarse y les miraron en silencio.

—Lune, Jake, creo ya habrán oído hablar de nuestro joven prodigio. Permítanme presentárselos. —Dijo Slughorn dándole a Ryddle otras palmadas en el hombro. —El Slytherin más brillante de esta generación, Tom Ryddle.

—Un placer conocerlos. —Mintió con una sonrisa amigable. —Hola Ibarra. —Agrego aunque en realidad ninguno de los 2 chicos se habían hablado más allá de 2 o 3 ocasiones en clases.

—Hola Tom. —Respondió el moreno.
Aunque su expresión era tranquila, Tom Ryddle grito internamente. No quería que un desconocido le llamara directamente por su nombre.

—Espero verte algún día en mi clase, en un futuro, joven Ryddle. —Dijo el profesor Jalali sonriendo.

«Antes me iré al infierno.» Pensó enojado. —Nunca se sabe profesor respondió.

Dumbledore no había hablado hasta ahora porque estaba ocupado usando legeremancia en Ryddle. Lo que vio de él y su opinión apresurada ante sus colegas no le gusto y solo interrumpió el trance cuando Slughorn le hablo.

—Albus. Ya llegaron los elfos domésticos. —Indico a los seres mágicos que se habían aparecido cargando ollas y fuentes con comida selecta exigida por Slughorn para esa reunión.

—Gracias Horace.

Todos se sentaron en la mesa, y Dumbledore fue lo suficientemente rápido para sentarse frente a Ryddle; quería apreciar sus reacciones y como se contenía mientras cenaban y charlaban de alguna que otra cosa distinta.

La cena dio paso a algunas preguntas al azar hasta que Ryddle por primera vez desde que termino la cena hizo una pregunta y lo que menos se esperaba es que fuera directa a él.

—Disculpe profesor Dumbledore, pero tengo una pregunta.

— ¿Sí Tom?

—No es que dude de las clases del Profesor Binns, pero... ¿Es verdad que Gellert Grindelwald era un vidente, con la capacidad de que otros vieran sus profecías?

La mente del falsario, le hizo recordad aquel cementerio en Paris. No podía evadir esa pregunta porque noto que todos los ahí presentes le miraban.

—Sí, Tom. Gellert tenía muchas capacidades y su poder como un vidente, eran, francamente inigualables. Pero lo más peligroso de Grindelwald no era esto precisamente.

— ¿Qué era? —Pregunto Malfoy.

—Su talento para la retórica. —Respondió sincero. —Si te decía que la nieve era blanca, te estaba mintiendo, y tú creías que era la verdad. —Agrego. —Grindelwald era tan encantador, como un cuchillo envenenado.

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