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Carter
—Es una lástima que no nos invitaran a la pijamada —sentencia Maika entre sorbos a su botella de cerveza—. Yo también quería colocarme mascarillas.
Aparto la botella de cerveza de mi boca cuando una carcajada abandona mis labios, sin embargo, lo divertido de sus palabras muere cuando me percato que he manchado mi camisa con cerveza.
—No te las mereces, ni siquiera yo debería dejar que te quedes conmigo.
—¿Por qué? ¿Acaso Jules planea fugarse a mitad de la noche para encontrarse contigo? —Me da un golpe en el costado y yo niego de inmediato.
—No puedo creer que nos hayan usado como conejillos para su apuesta —sopeso—. Entonces. ¿Nunca estuviste interesado en Jules?
Me aclaro la garganta para disimular el extraño sentimiento que me genera recordar que coqueteó con ella durante algún tiempo.
—¿Si te digo que no, me dejas dormir en tu cama? —bromea. Niego en respuesta—. Si tuve un tanto de interés en ella al principio, pero no hay más, sabía que tú sentías algo por ella y ella por ti.
—¿Pero ahora ya no?
—¡No soy esa clase de amigos, Carter! —exclama de inmediato—. Duerme tranquilo, que no haría algo así jamás. Hablo en serio.
—Lo sé.
Ambos volvemos a darle otro sorbo a nuestra cerveza, mientras observamos la orilla de la playa. sentados en el borde de la azotea.
—¿Piensas dejar la carrera? —Dejo mis movimientos a la mitad. Su pregunta me ha tomado desprevenido—. Ambos sabemos que no es lo que te gusta.
—Me gusta el periodismo —defiendo, aunque en el fondo sé que no lo suficiente.
—Pero te apasiona la música y la literatura. Aun no comprendo porque rechazaste estudiar en Berklee.
La música ha sido el sueño de mi hermano desde que tengo memoria, mientras que yo nunca supe bien qué hacer con mi vida. Sigo sin identificar cual es el rumbo que debo seguir. La música es algo que me gusta, pero para lo que no me siento capaz de especializarme, al igual que la literatura.
Nunca he tenido la confianza suficiente para creer que soy bueno en algo, más que en ser una buena persona, aunque eso no debería ser exactamente una característica de mi personalidad, y quizás esa sea la razón por la que rechacé Berklee, porque me intimidaba darme cuenta de que estaba usurpando el lugar de alguien más. Alguien que lo merecía más que yo.
—No cuenta como un rechazo, porque solo pagué mi solicitud, más nunca seguí con el proceso —recuerdo con un sabor amargo en la garganta y no se debe en absoluto a la cerveza—. De no ser porque encontraste el recibo, ni siquiera estarías enterado de la vergüenza que me ahorré.
Siento mis mejillas colorearse, porque de verdad me gustaría regresar en el tiempo para que nadie en el mundo supiera que quise intentar algo en lo que iba a fracasar.
—¿Vergüenza? Compones desde los quince, no sé de qué tontería hablas —ataca y yo lanzo un suspiro.
—¿Y? Hay quienes lo hacen desde más pequeños y mejor. No soy tan talentoso como para haber estudiado allí. Dash sí.
—No estamos hablando de él, sino de ti. Ni siquiera lo intentaste, Carter.
—No había razón para hacerlo, sabía que de cualquier forma no iba a funcionar.
Maika lanza un bufido.
—Yo tampoco sé qué hago con mi vida a veces, Carter, pero no por eso lanzo la toalla antes de tiempo —suspira, mientras coloca su mano sobre mi rodilla. Mantengo mi vista puesta en la marea impactando con la arena, para no sentirme peor conmigo mismo—. Sé que enfrentarse al mundo real da miedo, y que afrontar que estamos forjando nuestro futuro es mucho más aterrador, pero nadie dijo que había una edad para empezar de cero.
—No es tan fácil como crees, Maika —mascullo en voz baja—. Tú sabías bien lo que querías desde que estábamos en la escuela. No tuviste que detenerte a pensarlo. Tenías tu futuro claro, en cambio...
—¿En cambio tú aún no sabes que estás haciendo con tu vida y por eso tomas cualquier excusa para no pensar en tu futuro?
Nunca unas palabras me habían dolido tanto.
Porque cuando la verdad te golpea, sabe muy bien cómo conseguir que arda en lo más profundo de tu ser.
—Yo me fui por lo seguro, no creas que la tengo tan fácil —analiza y yo trago saliva—. Al menos tú no tienes la presión de tu familia sobre tus hombros, si abandonas la carrera y sigues otro rumbo, van a apoyarte.
Asiento y eso me hace sentirme mucho más miserable.
La culpa no debería tener cabida en mi vida, pero siento que le debo a mis padres terminar lo que inicié, aunque no sea lo que quiero. Y en el fondo solo lo hago, porque así me ahorro el tener que decir que, casi llegando a los veinte, no sé qué carajos estoy haciendo con mi vida.
Sí abandono carrera de periodismo, necesito darles una buena razón, otra opción de qué hacer, pero no la tengo.
Soy un fracaso.
Presiono la tela de mi pantalón de mezclilla entre mis dedos, mientras siento las piernas temblar y los dedos de mis pies encorvarse.
Niego antes de que mis emociones afloren con mucha más fuerza en mi cuerpo. Necesito distraerme y callar las voces en mi mente. Solo hay una forma en la que puedo estar tranquilo y manejar la situación.
Tratar de solucionar los problemas de alguien más.
Le doy un sorbo a la cerveza antes de proceder.
—Tus padres no son tan malos tampoco, Maika—recuerdo, empujándolo con mi cuerpo—. Desistieron de la idea de que estudiaras derecho para que siguieras los pasos de todos en tu familia y te apoyan en tus decisiones, incluso en tus locuras de modelar en traje de baño.
—Saben que tengo el porte —Eleva las cejas varias veces y yo dejo escapar una carcajada—. De cualquier forma, sigue siendo intimidante aventurarme y errar cuando ellos querían que hiciera algo más con mi vida
—No sabía que te sentías de esa forma últimamente.
—El último semestre fue un desastre y en parte fue mi culpa, me exigí demasiado llevando cursos extras, me sentía tan cansado con los entrenamientos que no sentía el deseo de estudiar. Perdí mi motivación, no quería hacer nada más que recostarme en mi cama y ver mi celular. Nada parecía tener sentido y por un momento me llegué a preguntar si de verdad esto era lo que quería para mí. Fue frustrante haberle perdido el sabor a la carrera.
—¿El síndrome del quemado?
—¡Sí! Lo mismo dijo Ginger.
—A ella también le sucedió el semestre pasado. Ambos se pusieron de acuerdo —río, mientras él asiente—. ¿Fuiste a terapia?
—Tuve qué, pero fue refrescante saber que no era al único que le sucedía y que, cambiando mi rutina, volvería a ser el mismo de antes —exclama, antes de llevarse la botella a la boca—. Siempre hay una solución, aunque al principio no sea clara, está allí, esperando a que te coloques unos lentes adecuados y la veas, Carter.
—Hablando de anteojos. Creo que necesito unos, en las últimas semanas me arden los ojos al leer.
—Sí, porque lo haces a las tres de la mañana. Duerme un poco de vez en cuando.
—Lo hago, después de que termine con mis dudas acerca de lo que va a suceder o la trama consiga fastidiarme por un momento.
Mi mejor amigo vuelve a lanzar otra carcajada y yo lanzo el aire contenido en mi interior con lentitud por mi nariz, y una falsa sensación de tranquilidad, porque una vez más, he conseguido la manera de esquivar esa conversación.
Con Maika siempre ha sido más fácil, le gusta ser el centro de la atención. Por eso nuestra amistad funciona, a mí no me agrada ser apuntado con el reflector.
Se remueve para sacar su celular del bolsillo de su pantalón cuando este vibra, ya me había sorprendido de que no lo hiciera durante todos estos minutos. Una sonrisa torcida se dibuja en su rostro, cuando desbloquea la pantalla.
—Al menos tu novia ya no me ignora tanto. Subió la historia de cumpleaños en la que la etiqueté y ya tengo cien seguidores nuevos en solo dos minutos. Genial —indica sin despegar sus ojos de la pantalla, y siento mi celular también vibrar dentro del bolsillo de mi chaqueta—. ¿No te pondrás celoso, ¿verdad?
—Claro que no, idiota —Desbloqueo mi celular para ver la mención en sus historias y sonrío cuando lo hago. Ya me parecía extraño que Jules respondiera a los intentos de Maika por tener un poco de su fama—. Fue una buena foto en grupo.
—No iba a tomarme una solo con ella, primero porque me golpearía antes de dejar que me acerque, y segundo, porque luego no quiero que especulen que sale conmigo y no contigo, porque no subes fotos a su lado —analiza, dejando su celular de lado, sobre su pierna izquierda—. ¿Por qué no has marcado territorio? ¿Acaso no te asusta que algún tipo cualquiera quiera robársela? Jules es un gran partido en este momento. Además, le serviría a tu imagen.
Niego. Ni siquiera es porque no quiera hacerlo, es algo mucho más grande que ambos. La disquera no quiere que Jules se vea relacionada con nadie, para mantener una imagen mucho más rentable frente al mundo.
Y yo no soy un partido al que se le pueda sacar tanta ventaja si se le ve desde los ojos de su agente.
—No busco aumentar mi número de seguidores a su costa, Maika. Tengo treinta y cuatro mil seguidores que están ahí para leer mis reseñas, no para saber de mi vida amorosa, además, Jules sabe lo que siento por ella, una foto nuestra en una red social no cambiaría en nada nuestra relación —En parte aquello es verdad, después de todo no puedo ir ventilando los secretos que Jules me ha confiado a los cuatro vientos, mucho menos a Maika, con lo hablador que es algunas veces.
—Ay, Carter, me convencerías de no saber que la industria se basa en ventas, y tener a Jules soltera es mucho más rentable, que en una relación —Me quedo callado y el silencio es suficiente para otorgarle una respuesta—. Borraron las fotos que se tomaron el día del anuncio y no hay una sola imagen de los paparazis que los delate, cuando han salido juntos últimamente. No es difícil deducirlo, pero supongo que sí acatarlo.
—Yo estoy bien con ello, lo último que quiero es ser una piedra en su camino.
—No digo que lo seas, pero ¿no has pensado qué pasaría si en algún momento se les ocurre emparejarla con alguien que le otorgue popularidad?
—Gracias por esas palabras tan alentadoras —sopeso, con un sabor amargo en la garganta que disimulo con una sonrisa mientras me llevo la botella de nuevo a los labios y descubro que me la he acabado.
—Lo siento, pero es algo que podría pasar. No sería la primera vez que utilizaran esa artimaña para conseguir que los números aumenten.
Asiento. Lo tengo en claro, pero hacerme una idea no es algo que sea fácil de digerir, aun cuando sé que Jules no es tan fácil de roer para que acepte tal trato, a no ser que fuera para salir con Tom Hiddleston.
Sonrío por mi propia broma y de reojo veo a Maika observarme con extrañeza, elevando la ceja izquierda.
—No me quejo de llevar una relación a escondidas con ella, tiene sus ventajas. No soy acosado por el ojo público y no tenemos que escondernos al salir, porque los organizadores del concurso mantienen al margen los chismes que salen a la luz sobre los participantes —Hago una pausa para aclararme la garganta—. Lo que beneficie a Jules está bien para mí.
—Eres un romántico de lo peor —juega, antes de llevar su mano a mi cabello para alborotarlo—. Solo no se te olvide que los sacrificios vienen de ambos caminos, no solo de tu lado, ¿eh?
(...)
—Deja que yo te invite, Jules, sé que estás casi en bancarrota —bromea Ginger, mientras le pasa su tarjeta al mesero para que cobre la cuenta de todos.
—¿Qué? Creí que te pagaban por estar en el concurso —interviene Violeta—. Eso le dijiste a mi tía.
—No quería preocupar a mí mamá con los ostentosos gastos de vivir en Los Ángeles, porque tampoco es que esté contando centavos.
El concurso se encarga de darles donde comer y vivir a los participantes durante su estadía en Los Ángeles. Tienen derecho a una compensación económica, que va en aumento de acuerdo con las semanas que estén participando. Todos reciben un anticipo igualitario al principio, pero de ahí en adelante, deben ver cómo arreglárselas con el resto de las necesidades que tengan.
En el caso de Dash, mis padres nos ayudan a ambos y Jules se mantiene con el apoyo de las marcas que quieren colaborar con su imagen.
—Yo siempre creí que los concursantes se llenaban los bolsillos de dinero —interviene Lila—. Todos lucen como celebridades.
—Pues ya ves que no es así. Pagan toda nuestra estadía y eso, pero cosas como la ropa, si no fuera porque las marcas me la regalan, subiría al escenario con esto.
Señala su enterizo de puntos rosas con mofa
—Pero al menos puedes cobrar lo que generas con la música que lanzas —acota Maika, lo suficiente perdido para conseguir que Ginger le dé un golpe en el brazo.
Jules deja escapar una carcajada vacía y yo presiono su mano sobre la mesa. No es un tema fácil para ella.
—Mientras estemos en el concurso la disquera es nuestro dueño, así que como es de esperarse, nuestra música también lo es, así que la mayoría de las ganancias de lo que se genera, es de ellos.
Es una injusticia para todos los participantes, pero al menos ellos tienen permiso de recibir un pequeño porcentaje de su música mientras estén en el concurso, porque es como si tuvieran una disquera, y es que desde que la VoireApp está en el mercado, es imposible que una persona pueda dedicarse a la música formalmente si no tiene una disquera que la respalde.
Cada día el número de cantantes callejeros va en aumento y las leyes para frenarlos, también.
De un momento a otro la música pasó de ser una industria de números, para convertirse en una de privilegios.
—Pero cuando ganes, si podrás invitarnos a desayunar —comenta Ginger, guardando su tarjeta dentro de su billetera. Escucho a Lila y Maika afinarse la garganta y observarme de reojo como si no quisieran ser evidentes—. O cuando llegues a la final. Hay que ser parejos.
—Carter no tiene un bando, nos apoya a ambos —Jules presiona mi mano devuelta, mientras se acerca para recostar su cabeza sobre mi hombro—. Pero si gano, tengan por seguro que los invitaré a todos a comer. Menos a Maika.
Su carcajada empaña a las del resto, y no solo se debe a su cercanía a mi cuerpo, sino a la forma en que está adentrada en mi ser. Verla tan feliz, provoca que me sienta satisfecho con la vida.
—Dios. Que horrible —el susurro de Violeta llama la atención de todos en la mesa. Cuando se percata de ello, eleva la vista con el celular en su mano para mostrarnos que ha conseguido que se vea tan inquisitiva—. ¿Es...?
—Charlize —dice Jules con la voz pastosa, mientras el video se reproduce en la pantalla en una imagen desgarradora.
La chica caminando en el pasillo de algún bar, apenas tambaleándose; un tipo saliendo de la nada y acorralándola contra una de las paredes y luego, empujándola hasta entrar en una puerta aledaña a la fuerza.
Pero eso no es lo peor, sino el encabezado de la noticia. "Se filtran fotos íntimas de Charlize Hardi"
—Apágalo, Vi —pide mi novia, y siento la presión que ejerce su mano contra la mía. Sus nudillos blancos y la manera en que se remueve contra su asiento inconscientemente.
El ambiente que ha dejado la imagen frente a nosotros es tenso. Nadie parece querer opinar y yo no soy la excepción. Ginger baja la mirada, y de reojo me encuentro con la mirada de Maika, y aquella misma culpa vuelve a reflejarse en nuestros ojos. La misma impotencia y el mismo repudio.
No sé cuál era el objetivo para subir ese video a internet, pero solo espero que todos hayan visto lo mismo que nosotros. Qué ese tipo no debería seguir deambulando con libertad por las calles.
No tardamos mucho en abandonar el local, cuando este comienza a llenarse de más personas que observan en nuestra dirección con curiosidad. El celular de Jules sonando es la campana que nos devuelve a la realidad.
Ella se disculpa, mientras se aleja para responder a la llamada de Aisha. Reviso la hora en mi celular para percatarme que no vayamos tarde a su ensayo, pero aún estamos a tiempo.
—Lila y yo vamos a hacer algunas compras, Maika se ofreció a llevarnos. Nos vemos en la noche —Ginger se adelanta a ellos para informarme. El gesto en su mirada es impenetrable, pero aun así me es imposible no preocuparme por ella.
—¿Estás bien?
—Lo estoy. Hablamos luego.
Quiero reponer, pero mi celular vibrando en mi mano, lo evita. Es Dasher.
—Dile a Jules que se canceló el ensayo.
—¿Pasó algo? ¿Estás bien? —Lo escucho lanzar un bufido, pero eso no quita que, en lugar de sonar fastidiado, lo haya hecho preocupado.
—Hay problemas, yo tampoco lo tengo muy claro, pero creo que es por el altercado con Charlize. Adolfo no ha querido decir mucho —expresa con rapidez, su voz se escucha fatigada, como si fuera caminando.
—¿Para dónde vas?
—Al estudio. Hablamos cuando vuelva.
Cuelga antes de que yo pueda decir algo.
—Debo ir al departamento —sentencia Jules con rapidez, guardando su celular dentro de su bolsillo trasero—. Brandon me está esperando.
Rehúye de mi mirada, y no paso desapercibida la manera en que presiona sus manos contra sus costados. Los dedos le tiemblan y aprieta la mandíbula mientras se muerde los labios. No me hace falta más para que sepa que algo le preocupa y no tiene nada que ver con lo que ha hablado por teléfono.
En nuestro andar por el estacionamiento hasta el auto, observa con precaución en todos los ángulos posibles, como si estuviera en busca de algo o de alguien, o más bien, como si buscara esconderse.
Cuando los tres nos montamos al auto, entiendo sus acciones. Una banda de paparazzis nos dobla en la esquina y evita que podamos avanzar. Los flashes nos apuntan en el rostro. Es imposible esquivarlos. Rodean el auto y la impotencia se refleja en mis manos presionando el timón con fuerza mientras veo a Jules agachar el rostro y presionar su espalda contra el respaldo del asiento. Su respiración ha cambiado tan rápido, que sus hombros se mueven con violencia cuando trata de hacerlo.
—Jules... —la llamo, colocando mi mano sobre su pierna—. Tranquila, ahora saldremos de aquí.
No pienso muy bien lo que hago. Subo el seguro de mi puerta y me bajo del auto con toda la intención de arreglar esto de la mejor manera posible, aunque esta situación también me tenga de los nervios.
—Necesitamos salir de aquí. No quiero hacerle daño a nadie. Si tan solo pudieran dejarnos pasar...
—¿Desde cuándo están juntos?
—¿Es esto parte esto de una estrategia para aumentar su popularidad?
—¿Cómo la conquistaste? ¿Tienes algún truco que quieras compartir?
—Queremos salir de aquí. Por favor, ¿podrían apartarse del camino? Por favor —Intento mantener la calma por ella, aunque todas estas preguntas me están alterando los nervios. No sé cómo se han enterado, tampoco cómo nos han encontrado, pero tampoco tengo tiempo para todo esto—. En verdad queremos irnos. Sé que están haciendo su trabajo, pero necesitamos movernos.
—¿Qué piensa tu hermano de que salgas con la competencia? ¿Comparten información confidencial?
—Si Julieta y Dash llegan a la final, ¿de qué lado estarás?
Pero no importa cuánto insistan, ellos se mantienen fijos en su sitio, como abejas sobre un panal. Con todas las cámaras apuntando a ambos. El sonido del obturador y la alarma del auto, porque tengo la puerta abierta, me ponen la piel de gallina. De reojo giro para encontrar a Violeta, intentando calmar a Jules antes de que ella también salga del auto.
—Jules, no.
—¡Dios! ¡Solo apártense del camino! Por favor.
Y la explosión se desata.
*****************
Holaaa!
Lamento el retraso, esta no fue mi semana, pero en compensación les tengo una sorpresa.
*Redoble de tambores*
Mañana subo otro capítulo. ¡Yei!
Y aprovechando esto quiero que sepan que ahora actualizaré entre vienes y domingo, ya que a lo largo de la semana es difícil para mí encontrar el tiempo de hacerlo y no quiero volver a dejarlas abandonados. Gracias por su comprensión. Los te quiero muchooo.
¿Qué piensan del capítulo?
Opiniones, dudas, comentarios extras:
Pregunta random: ¿Cuál ha sido el sueño más raro que han tenido?
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