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Julieta
—Bienvenida al cielo, super estrella.
Sonrío con la mirada cristalizada al observar el lugar, en cuanto Brandon abre la puerta para mí.
En Boston estuvimos en un estudio de grabación, pero era nada comparado con este. Solo entrar, sentir la ventisca contra mi piel, inhalar la fragancia de madera y canela; observar a detalle los instrumentos, la cabina, el centro de control y el micrófono, provocan que mi estómago revolotee con emoción.
—¡Excelente! ¿Grabaron eso? Es justo lo que queremos mostrar en el video promocional —la directora de escena se mueve del otro lado, junto a varias cámaras que me siguen los pasos—. Quiero unas cuantas tomas en el piano. Toca algo y nosotros haremos el resto, Julieta.
Ni siquiera tengo que pensarlo. Corro a la banca y me deleito de repasar las teclas con mis dedos. Siendo sincera, es intimidante cuando las cámaras van de un lado a otro, y el director da indicaciones en voz alta al resto de subordinados. Tengo que dar todo de mí para no desconcentrarme y reír nerviosa.
Pero al tocar una canción de Taylor Swift, me desconecto de lo que sucede a mi alrededor y me permito ser solamente yo. La sensación de las teclas contra la yema de mis dedos, de mis oídos captando el sonido y mi cuerpo agasajándose de la música es algo que no puedo describir con facilidad, y aun así nunca me cansaría de experimentar.
—¡Corte! ¡Eso fue espléndido, Julieta! —La directora llega hasta mí para tomar mi mano y felicitarme por todas las horas invertidas en el comercial del concurso, alabando lo bien que se me da estar detrás de las cámaras y la música—. Nos vemos más tarde durante el ensayo.
Al despedirse, no puedo evitar observar lo bien que le queda el cabello corto. A veces las ganas de querer tener un corte similar me han tentado, pero siempre he terminado declinando, porque me asusta arrepentirme y no me quejo de mi melena. Siempre ha sido así de larga.
Aisha llega corriendo en cuanto las cámaras se apagan para llevarme una botella de agua y mis cosas.
—Tu prima llamó y pidió que le devolvieras la llamada en cuanto pudieras.
—¿Sólo ella?
No quiero sonar ansiosa, pero tampoco puedo obviar el hecho de que no he sabido nada de Carter desde ayer por la tarde y comienzo a preocuparme. Solo ha pasado una semana desde que vine a Los Ángeles, pero mis días han estado llenos de un ajetreo que se siente como una eternidad que, aunque cansada, estoy disfrutando.
La asiática niega, mientras yo aprovecho para tomar agua, en lo que veo a Brandon hacer lo que mejor sabe hacer, hablar por teléfono con quien sabe quién. Hoy no luce tan nervioso como el resto de los días, sino un poco más relajado, supongo que se debe a que nos estamos adaptando bien.
Eso gracias a él y el horario que se ha armado junto a Aisha. Con suerte puedo ir al baño con tranquilidad.
—Hay que irnos. Conseguí que nos den una hora extra para ensayar —Aplaude para incentivarme a levantarme de la banca y acatar sus órdenes. Lanzo un bufido. Que las cosas estén fluyendo bien, no significa que no quiera tomarme un descanso justo—. Agradéceme cuando todos alaben tu presentación dentro de dos semanas. Entonces sonreirás con más ánimo.
Me toma de la mano con delicadeza para jalarme y yo hago un puchero mientras lo sigo dando pisadas grandes y torpes. Al menos ya no se altera tanto cuando inicio con mis actitudes de niña caprichosa, ambos nos hemos adaptado muy bien al otro.
Aisha deja escapar una pequeña risa al ver el show que estoy montando y la observo de reojo. Brandon opinó que la veía un tanto distraída, yo creo que más bien está cansada. Desde que vino el lunes por la noche, ya que no pudo viajar junto a nosotros por asuntos pendientes en la universidad, ha estado completamente ajetreada.
Sin embargo, hace un trabajo excepcional.
—¿Enviaste la ropa a la tintorería?
—Si. De hecho, ya coordiné para que la traigan hasta el estudio y así podemos ahorrarnos el viaje al departamento —expresa sin quitar la vista de su agenda electrónica. Brandon asiente, sin apartar sus ojos tampoco de su celular y yo aprovecho que ambos están ocupados para observar la ciudad desde la ventana del auto.
Me gustaría poder bajar la ventanilla y permitir que la brisa me refresque un poco, pero mi representante ya advirtió que no puedo darme ese lujo con tanto reportero suelto.
A diario siento una opresión en el pecho cuando viajo, mientras observo los edificios, las palmeras y la playa. Aun me estoy haciendo a la idea de lo que estoy viviendo. Me siento como una niña dentro de una juguetería a la que le permitieron tomar todo lo que desee, pero a la que le asusta que digan "ya es suficiente".
La vibración sobre mi pierna, gracias a mi celular me saca de mis cavilaciones. Lo tomo con la ilusión de que se trate de Carter, pero en la pantalla solo reluce una fotografía de Vi. Conecto mis auriculares antes de contestar con una sonrisa en los labios. No es la llamada que esperaba, pero tampoco me decepciona hablar con mi prima.
—¿Adivina quién ha salido en el periódico de hoy? —investiga, nada más la llamada se enlaza y su sonrisa ocupa toda la pantalla. Sin siquiera dejarme contestar, me enseña el diario, donde hay una fotografía mía en la esquina superior—. Julieta Esparza se prepara para poner en alto a Latinoamérica en el concurso más esperado en la industria musical. ¡Ah! ¡Ya le hice un espacio en mi pared de logros para pegarlo!
—¡Ay, Vi! Me vas a hacer llorar y Brandon va a enojarse conmigo porque eso no está estipulado en su horario —juego, pero sin querer mis ojos se han cristalizado y un nudo se ha formado en mi garganta—. Gracias por dejarme ocupar tu pared de logros.
—¿Por qué agradeces? Esa pared se ha hecho un espacio para ti —Con su mano hace un gesto que le resta importancia a mis palabras, sin que deje de sonreír—. ¿Cómo ha ido la grabación del comercial? ¿Cuándo podré verlo? No veo la hora de publicarlo en todos lados.
—Ha marchado bien, y no lo sé, pero en cuanto esté listo te lo enviaré antes que al resto —le guiño el ojo y siento la mirada de Brandon sobre mí. Sé que lo que he dicho es imposible, ni siquiera sé si yo pueda verlo antes del anuncio, pero se vale soñar—. ¿Tú cómo estás? ¿Hiciste llorar a algún cerebrito hoy?
—Hoy no —hace un puchero—. Pero mi profesor de física avanzada me tiene en la mira para un proyecto de la universidad —indica con orgullo y yo sonrío compartiendo mi felicidad con la suya—. ¡Por cierto! Aun no te he agradecido por compartir las fotos de mis bebés nuevas. Mi página ha tenido cientos de seguidores nuevos y todas mis plantitas se vendieron rapidísimo, incluso una chica me contactó para que hiciera los centros de mesa de su boda. ¡Es genial! ¿Sabes lo que significa? Pronto conseguiré comprarme mi propio auto.
Hace un pequeño baile que provoca que su imagen se mueva de un lado a otro, y yo dejo escapar una carcajada, mientras el deseo por abrazarla se hace más grande. Hay días que la extraño más que otros.
—Cuando vaya, tenemos que ir a dar una vuelta a la playa —exclamo y ella me sigue la corriente.
—Vas a tener que venir cubierta de pies a cabeza y con una bolsa de papel en el rostro, porque los reporteros y los vecinos no van a dejarte tranquila —bromea—. Pero no importa, siempre y cuando podamos salir juntas. Voy a tener que comenzar a practicar mi cara para cuando los paparazis nos encuentren infraganti.
Deja escapar otra carcajada en cuanto inicia a hacer muecas exageradas y eso consigue que las otras tres personas, incluyendo al conductor, desvíen su atención a mi durante un momento.
—¿Y si mejor vienes tu aquí?
—Sería estupendo. Si tan solo tuviera una visa, Amira.
Asiento, cayendo en cuenta de mi error, pero ella se lo toma con diversión.
—Hemos llegado —Aisha es la encargada de recordármelo, porque debo entregarle mi celular. Brandon así lo ha decidido para que no me distraiga.
Me despido de Vi sin ganas de querer hacerlo. Cuando hablo con ella, con mamá o con Carter, el tiempo nunca me es suficiente.
El estudio donde ensayamos es una réplica de donde se grabará el concurso. Por el momento no he tenido la oportunidad de conocer a todos los participantes, no porque yo así lo quiera, sino porque Brandon ha indicado que es mejor no tener roces antes de tiempo.
Sin embargo, ya nos hemos topado con algunos en los cambios durante los ensayo y no han sido bonitas experiencias. Es evidente que todos tienen muy bien grabado lo de convertirse en un uno en un millón.
—Aquí está mi bomba latina —Sonrío al escuchar el saludo de Danielle mi coach vocal. Viene conmigo a los ensayos para ayudarme a mejorar mi voz y mi desempeño sobre el escenario. Como al resto de mi equipo, he comenzado a adquirirle cariño, aunque sea altamente exigente. Cada vez que terminamos, me siento fatigada, como si le hubiera dado diez vueltas a la manzana, sin parar—. Quiero más actitud, Julieta. Imagina que estás cantando frente a tu espejo, concéntrate en encontrar tu reflejo y cautivarlo.
Pero hacerlo no es tan fácil. Mientras cierro los ojos todo va bien, pero en cuanto veo al frente, a la carpa donde han impreso una lona que simula el público, las manos me tiemblan y trastrabillo.
No sé por qué me asusta tanto. Ya he cantado frente a personas antes, pero saber lo que esto significa, es intimidante.
—No olvides la seguridad y no fuerces tu garganta. Relaja el pecho —indica, paseándose a mi lado—. Cuidado con esos cambios de voz de cabeza a falsete. Y las manos, Jules. Haz que tengan su propio acto, pero que no se roben el show y que tampoco se escondan.
Mientras lo resalta, se acerca para tomarme de la muñeca izquierda y guiar el ritmo que debería llevar mi extremidad y ajusta mi otro brazo para que sujete mejor el micrófono.
—Recuerda lo que hablamos de los cambios de voz. No queremos dejar sordo al público —bromea, colocándose frente a mí para indicarme como llevar y traer el micrófono—. Iniciemos de nuevo y no olvides enderezar la espalda y elevar el mentón.
Y repetimos por quinceava vez una de las tantas canciones que han escogido para mí. No puedo quejarme todas son de mi gusto, pero si me hubiera gustado que me preguntaran antes si estaba de acuerdo en cantar únicamente en español.
No me molesta, pero hablo perfectamente el inglés desde los quince años, como para que no tomaran la opción de dejar alguna en el repertorio, aunque dijeron que íbamos a irlo modificando con el pasar de las semanas.
Para cuando las dos horas y media de ensayo han terminado, me siento exhausta, con la garganta seca y los ojos pesados. A pesar de los descansos, mi cuerpo aún no se acostumbra del todo a este ajetreo.
—Vamos, Jules. La ropa está en el camerino. Tenemos cuarenta minutos para estar listos y llegar al restaurante que ha reservado Jossefine —asiento, dejando escapar un suspiro, antes de levantarme del suelo del escenario, mientras veo a Charlize Hardie entrar con toda la confianza del mundo, sin titubear en un solo paso.
Su melena ceniza se mese dentro de una coleta perfectamente peinada, y su atuendo es mucho más parecido a una celebridad que el mío.
—¿No se supone que deberían haber desocupado el estudio hace cinco minutos? —investiga su representante, mientras ella comienza a acomodar sus cosas al lado de su asistente.
No es la primera vez que nos topamos. De hecho, sucede casi a diario, y nunca hemos intercambiado una sola palabra. Brandon ha dicho que es lo mejor y lo entiendo a la perfección.
Si Dasher tuviera una versión femenina, tendría el rostro pálido de Charlize, salvo que él es un poco más tolerable.
Nunca creí que diría algo como eso.
—Todo suyo —expreso antes de que Brandon responda, cruzando mis tobillos y fingiendo que elevo la falda de un vestido imaginario, mientras me inclino hacía adelante. Sonrío al volver a mi sitio, para caminar hasta el camerino.
La chica ni siquiera se inmuta, me sonríe de lado, antes de tomar su posición.
—Julieta...
—Lo sé, debo controlarme. Perdón.
—De hecho, iba a agradecerte por evitar que le diera un golpe a ese idiota —Brandon me da una palmada en el hombro antes de que entre en el camerino. Sonrío por instinto.
Es bueno saber que no soy la única que no los tolera.
(...)
Carter: Lamento haberte preocupado.
Estuve todo el día con Dasher. Es probable que podamos viajar el próximo viernes.
De verdad espero que sea así. No tienes idea de cuánto te extraño.
¿Cómo te fue con el video promocional?
Sonrío mordiéndome el labio inferior, al terminar de leer sus mensajes.
—¿Tú piensas lo mismo, Julieta? —Elevo la vista de mi celular para encontrarme con Jossefine pendiente de mí. Con el paso de los días me he acostumbrado a la extraña entonación que utilizan todos al llamarme, pero su acento lo hace aún más peculiar.
Intercalo mi mirada entre ella y Brandon, quien luce molesto por haber desviado mi atención de la cena. Fueron solo unos cuantos segundos, en cuanto sentí mi celular vibrar en mi regazo. Ni siquiera lo desbloqueé, leí los mensajes a través de la bandeja de entrada.
—Hemos avanzado lo suficiente. Pero también creo que el tener unas cuantas horas extras en el estudio sería bueno —Una vez más, me toca demostrarle a Brandon que puedo mantener mi mente enfocada en dos cosas, para quitarle esa tonta idea de que Carter me distrae de mi objetivo.
—En el estudio sería imposible, el resto de los participantes también lo necesita, sin embargo, podríamos buscar otro lugar.
—¡Eso sería estupendo, Jossefine! —alaba el pelinegro y yo lo secundo.
Al final, esta cena si tuvo su recompensa, justo como él lo indicó. No íbamos a irnos con las manos vacías. Y me alegraba que fuera con ella y no con el otro Engman. Lo que menos quería era tener que seguir "debiéndole" favores. Los hombres de su tipo son capaces de aprovecharse de cualquier artimaña.
—¡Jossefine! ¡Qué alegría encontrarte!
Los tres nos giramos en busca de la cantarina y aguda voz de Charlize, al lado de su representante y otro chico un tanto más joven bien parecido.
La aludida procede a saludarlos, con el mismo carisma con el que me ha tratado a mí, pero hay algo en la mirada de ambas que me hace desconfiar.
—Supongo que ambas ya se conocen —interviene la rubia.
—Aun no nos hemos presentado formalmente. Un gusto, Julieta Esparza.
Le tiendo la mano y ella la observa sin bajar la cabeza. Su altura es sumamente intimidante. Pasan algunos segundos hasta que decide corresponder a mi saludo, con un leve apretón de manos.
—Charlize Hardie. Encantada.
Si el concurso se basara en fingir fraternidad y el caerse bien, definitivamente ambas tendríamos el primer lugar. No había visto sonrisa más fingida que la suya, salvo la mía reflejada en su mirada.
Por suerte, un camarero evita que ambas nos declaremos una guerra con sonrisas amistosas, al indicar que su mesa está lista.
Aprovecho esa distracción para disculparme e ir al baño en cuanto siento mi celular vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, y de paso dejo que Brandon siga tratando de conseguir más beneficios de parte de la mayor de los Engman.
—Debo admitir que ambos son bastante inteligentes —Mi giro con lentitud al observar su reflejo en el espejo del tocador. Ella sonríe mientras finge desinterés limpiándose una uña acrílica—. No es necesario que hagas esa cara. Hay que enorgullecerse de cualquier tipo de logro, así sea con ayuda de alguien más.
—Parece que estás bastante familiarizada con ese tipo de ayuda —insinúo con el mismo tono que la chica pálida a mi lado. Ella sonríe de lado remarcando aún más sus pómulos elevados.
—Las chicas sabemos cómo sacar ventaja para escalar alto —alude con arrogancia y por alguna razón aquello me parece más bien un insulto hecho por unhombre para menospreciar el esfuerzo de una mujer—. Y no por eso debemos sentirnos avergonzadas. En esta industria, quien no consigue buenos contactos, termina por caer al vacío.
A simple vista me parece un alago, pero por la mirada que me lanza más bien parece una amenaza no dicha en totalidad.
—Tú y yo somos como un dulce extravagante dentro de un paquete simple de chocolates, Julieta —Su acento marcado deja en evidencia que no es americana—. Por desgracia solo una de nosotras va a quedarse para el final y temo decirte que lo hecho fuera del continente es mucho mejor opción —Coloca ambas manos sobre el lavabo, sin dejar de observarme a través del cristal—. Y ni siquiera la lástima que genere Brandon después de todo lo que ha pasado, va a serte de ayuda. Yo que tú me cuidaría de no acabar como Thomas Adler.
—¿Qué tiene que ver Brandon con Thomas Adler? —Siento el corazón latirme fuertemente en la espera de su respuesta. En mi cabeza, tal asociación no tiene un solo sentido.
Charlize sonríe con incredulidad.
—¿Así que no te ha contado por qué tienen tanta ventaja? —se mofa—. Brandon fue su representante. Él estuvo con Thomas la última vez que se le vio con vida. Hay quienes dicen que fue quien lo incentivó a matarse.
—Eso es imposible —analizo al recordar que me dijo que era la primera vez que trabajaba dentro del concurso—. Él me lo habría dicho.
Lo que quiero decir, es que él no me habría mentido, pero no quiero darle más armas a Charlize para que se ría a costa de mi desgracia.
—Pregúntale a él, o investiga dentro del concurso y verás que no miento. El pobre desgraciado tuvo que tomarse un par de años para recuperarse de tal pérdida.
Mi cabeza da vueltas tratando de maquinar toda la información.
Conozco a la perfección la historia de Thomas Adler, uno de los finalistas del concurso, hace dos años. El chico que se suicidó dos semanas antes de que acabara el concurso.
Violeta y yo vimos todo el concurso y dábamos por sentado que sería el ganador, tenía todo para serlo. Carisma, voz, encanto, humildad y conseguía resaltar aun cuando no se lo proponía. Fue una noticia demasiado fuerte, el concurso se detuvo por un mes, aunque el equipo dijo que había sido por problemas personales, contaban con pruebas que respaldaban tal suposición, pero los programas de farándula no paraban de decir que la presión dentro del concurso era demasiada, incluso hubo quienes especularon que alguien más lo ayudo a quitarse la vida aquella noche.
Me niego a creerle a esta paliducha. Y también me niego a seguir escuchándola. Lo único que quiere conseguir es molestarme y lo está logrando.
Sonrío a mi reflejo, pese al mar de pensamientos que soy.
—La única conclusión que me queda es aceptar que soy un verdadero reto, sino, no tratarías de intimidarme. Nos vemos en una semana para iniciar los ensayos grupales. Quizás para entonces seas capaz de amedrentar más sobre el escenario que a través de un espejo.
Como en el estudio, doy un paso atrás y finjo una reverencia antes de abandonar el baño, rumbo a la mesa donde mi representante y Jossefine me esperan. Ambos charlan animadamente acerca de los preparativos para la última semana antes de iniciar a practicar con el resto de los participantes, y aunque los escucho y respondo a sus cuestionamientos, en mi cabeza solo ronda la espina que Charlize dejó clavada.
El camino de vuelta a casa es igual de cuestionable. Estoy dentro del auto al lado de Brandon, sin realmente estar ahí.
—Voy a dar una vuelta a la playa —exclamo sin esperar por su respuesta. Sé que no le agrada la idea, pero desde el primer día en que llegamos le hice saber que iba a venir durante las noches, después de todo, es una playa privada.
Tomo mi celular y marco el primer número que encuentro en mi bandeja de entrada. Contesta de inmediato.
—¿Estás enfadada o me extrañas demasiado?
—¿Por qué supones eso? —exclamo mientras me descalzo y permito que mis pies toquen la arena. La sensación es tan relajante que provoca que un poco de la tensión sobre mis hombros se evapore.
—No respondiste a mis mensajes, llamaste de inmediato. Y no es una video llamada, lo que quiere decir que no quieres que te vea. ¿Qué sucedió, Jules?
—Me mintió —suelto con un retorcijón en el pecho. Presiono el celular entre mis manos en el instante en que entierro mis dedos en la arena. La brisa refresca mi piel y evita que me desborde a como creí que sucedería—. Me dijo que era la primera vez que trabajaba con un participante del concurso y no era así. Pero ¿sabes que es lo peor de todo? Que tuve que enterarme por la boca de la insufrible de Charlize Hardie. ¡Dios! Hubieras visto su sonrisa al percatarse de mi desconcierto. Es como si disfrutara de molestarme, y... ¡Agh! ¡La detesto!
Me siento sobre la arena, sosteniendo mi cabeza con mi mano libre. Sé a la perfección que esa fue su intención para acercarse, y en lugar de sentirme orgullosa por saber que ve un rival en mí, hago todo lo contrario, permito que sus palabras me lastimen.
—¿Quién trabajó antes en el concurso, Jules? ¿Y por qué es tan importante que lo haya hecho o no? ¿No sería mejor por la experiencia que ha adquirido?
—No. No lo es —acato al intento de Carter por tranquilizarme—. Brandon me dijo que era la primera vez que representa a un participante en One in a Million y no es así.
—Jules, ¿por qué eso te afecta tanto?
Lanzo un gruñido, aunque sé que no es su culpa no comprender del todo la situación.
—¡Porque fue el representante de Thomas Adler! —Por un segundo hay silencio de parte de ambos. El sonido de las olas impactando contra la arena, es lo único que percibo—. Y no me molesta que lo haya sido, o las especulaciones que hay en su contra, pero me duele que me haya engañado de esta forma. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué creyó que no podía confiar en mí?
Es probable que yo misma tenga la respuesta a esa interrogante, pero mi enojo me evita contextualizarlo.
Carter, se queda callado. Separo el aparato de mi rostro, solo para comprobar que la llamada no se haya colgado, pero no es así, él sigue del otro lado de la línea.
—¿Carter?
—Quizás él tenía miedo de tu reacción, Jules —analiza con un extraño tono de voz—. No creo que su intención haya sido herirte, quizás buscaba lo contrario.
—¿Y ocultarme algo tan importante es hacerme un bien? No lo creo.
—¿Estás enojada porque no te dijo la verdad o porque te enteraste por Charlize?
—Por ambas razones.
—¿Tu forma de verlo ha cambiado?
—No lo sé, pero estoy segura de que nuestra relación no va a volver a ser como antes. ¿Cómo sé que no me oculta más cosas? ¿Y si luego vuelve a engañarme? —Dejo caer la cabeza hacía atrás. Sé que no debería reaccionar de esta forma, pero no puedo evitarlo. Me desbordo con rapidez—. ¿Debería hablar con él?
—No ahora. En tu estado, no vas a conseguir procesar sus palabras como se debe. Lo mejor es esperar a que tu enojo mengüe y ya luego le cuestionas sus motivos. Aunque recuerda que no te debe una explicación, Jules.
—Es mi representante, si me la debe —insisto, pero solo porque a mí yo interior no le gusta no tener la razón.
—Ay, Jules ¿qué voy a hacer contigo?
—Quererme, no tienes otra opción.
Aunque no puedo verlo, me lo imagino sonriendo de esa forma tan tierna en que lo hace cuando me observa. Entrecerrando sus ojos y remarcando los hoyuelos en sus mejillas.
—Suerte que ya lo hago.
Lanzo una risilla. El ardor en mi pecho se mantiene, pero ya no tanto por enfado, sino por su confesión.
—En ese caso, tú también tienes suerte de que yo lo haga.
🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤
Hola, preciosas creaciones del universo
¿Cómo las ha tratado la semana?
¿Les ha gustado el capítulo? Jules y Carter, no están cerca, pero su conexión es la misma jajajja
¿Qué piensan de Charlize? ¿Traerá más problemas?
¿Qué opinan de la relación que tuvo Brandon con Thomas Adler?
¿Cómo reaccionarían si alguien cercano a ustedes les mintiera? ¿Igual a Julieta?
Pregunta random y aprovechando el tema de la semana: ¿Cuál es su Spiderman favorito?
Ahora un pequeño spoiler, pero del próximo capítulo, no de la película de mañana JAJAJJAJAJA:
—No. De hecho, es la razón por la que no quería una relación con nadie —Jugueteo con mis dedos, antes de observar al frente, la sonrisa en los labios de Jules flaquea, en la espera de que continúe—. Y como te dije antes, no tiene nada que ver con una relación fallida, ni nada que se le asemeje.
—Si lo dices en ese tono, solo puedo pensar que estás enfermo —suelta en broma y yo trago saliva mientras aparto la mirada a cualquier otro punto de la playa—. ¿Carter? ¿Estás enfermo?
*Huye para no dar más explicaciones
MZ
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