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¡Sorpresa! Contexto al final del cap 👀

Julieta

—¿Ya me dirás de que se trata? —pregunta Carter mientras maniobro una curva. Sonrío antes de tratar de girar para verlo—. La vista al frente.

—Muy bien, jefe —No escondo mi cansancio por las veces que ha repetido eso. Lo recuerdo ser precavido mientras manejaba, pero jamás imaginé que sería así de serio cuando alguien más va al volante—. Ya lo verás. Casi llegamos.

Lo veo negar de reojo, y me muerdo el labio inferior al imaginarme su cara en cuanto pisemos el lugar.

Nunca he sido buena para ocultar mis emociones, mucho menos las sorpresas. Yo era de las personas que terminaban contándole al cumpleañero que le había comprado de regalo porque no se aguantaba las ganas, y también era la que decía, no voy a contarle de esta tragedia a nadie y terminaba por decírselo hasta al taxista.

Lo último aun lo conservo, pero me sorprende haber soportado tanto tiempo para no soltarle la sopa a Carter. Esconder mis sentimientos de él y de mí, ha ayudado en esto.

Estaciono en el primer lugar vacío que encuentro, y de inmediato me quito el cinturón, mientras lo veo a él hacer lo mismo.

—¿Dónde vamos?

Repasa el lugar con la mirada llena de confusión. Estamos afuera de un centro comercial.

—Hay mucho que aún no se de ti, pero me di a la tarea de revisar tu Instagram para llenar esos vacíos de conocimiento —confieso con un tanto de vergüenza—. Sé que hay algo que va a encantarte. Vamos.

Me bajo del auto y lo encuentro al frente de él para guiar el camino con una sonrisa nerviosa. Lo cierto es que ahora que estamos aquí, estoy llena de pavor.

—¿Libros gratis?

Suelto una carcajada mientras me giro para encontrarme con su rostro lleno de ilusión. Los ojos le brillan y juro que no veía un deseo tan sincero, desde que Violeta recibió una heladería Kreisel Supra en su antepenúltimo cumpleaños.

Y así me llama a mí infantil.

—No es tan genial —sopeso—. Y es que ahora que vamos a entrar, tampoco estoy tan segura de que en verdad te guste. Vi que has ido a muchos museos. Tienes fotografías de pinturas de varios artistas en tus historias destacadas, pero no sé si esto pueda compararse —Me rasco la nuca, antes de subir mi mirada para encontrar con que me observa con la cabeza inclinada sin borrar esa misma sonrisa dulce que me brindó en el aeropuerto—. Hay una exhibición de arte, son artistas nuevos y no lo sé, creí que... bueno, que era una buena idea.

—Lo es, Jules —confiesa con seguridad—. No puedo creer que te hayas tomado el tiempo para hacer esto por mí —Su mirada brilla mientras sus orbes verdes se pierden dentro de mis cafés—. ¿De verdad perdiste tiempo revisando mi Instagram?

Yo no lo llamaría perder tiempo. Y no es como si no lo hubiera hecho más de una vez, solo para ver las fotos donde salía él, pero eso es algo de lo que no debe enterarse.

—Quería que fuera una sorpresa —admito, aunque no estoy siendo sincera del todo—. Y también quería aprovechar para que me contaras más de ti.

Lo tomo del brazo para que podamos entrar y llegar hasta el ala del centro comercial donde está la exhibición. Debo decir que me sorprendió cuando supe que sería en un lugar así, pero al entrar es como si me encontrara en una miniciudad. Es gigantesco y precioso.

La ansiedad por llegar a la exhibición aumenta con el paso de los segundos. Yo no soy mucho de pinturas, pero ya quiero ver la cara de Carter, porque a él sí que le gustan.

—Joder... —musito en cuanto llegamos, y siento mi mandíbula desencajarse antes de girarme hacía mi acompañante para encontrarlo con una sonrisa dulce—. Yo... Dios no sé qué decir. No es lo que creí.

—A mí me parece tierno —señala sin dejar de ver a todos esos niños frente a sus pinturas.

Cuando vi el anuncio en internet solo leí que decía exposición de arte, nunca que mencionaran que era de una academia infantil.

—Te juro que creí que era algo más serio —admito con vergüenza—. Maldición. No sirvo para armar salidas —Hago un puchero antes de llevarme las manos al rostro—. Quería que viéramos juntos una exposición de pinturas, pero no leí bien el afiche. Si quieres aun podemos irnos y hablar de tu viaje mientras te invito una hamburguesa. ¿Si te gustan las hamburguesas? Espera, ¿Eres vegano? ¿Los veganos comen hamburguesas?

—Me encanta, Jules. Tranquila. Y si, los veganos comemos más que lechuga —coloca ambas manos sobre mis muñecas para conseguir dejar libre mi rostro ruborizado. La forma en que me observa provoca que las mariposas en mi interior se vuelvan acróbatas de la emoción—. Hay que disfrutar de esta exposición antes de que se vuelvan famosos y cobren millones por sus cuadros.

Me guiña un ojo y sin soltar mi mano, me hace caminar a su lado hasta la entrada de la exhibición, donde las maestras nos dan pequeños panfletos en las que se evidencia el nombre de todos estos pequeños artistas, con sus batas frente a sus caballetes.

No sé si es más la ternura que me brindan sus diminutas presencias, o el hecho de que Carter sostenga mi mano entre la suya lo que hace que me sienta llena de una euforia que sería capaz de transmitirle energía a todos esos focos que adornan el techo como pequeñas estrellas.

—¿Así que conocernos más?

—Tienes que admitir que hay mucho que no sabemos del otro —admito, mientras le sonrío a una pequeña con hiyab frente a ambos que explica que su pintura fue inspirada en sus dos cosas favoritas, su gato y las manzanas.

—¿Tú crees? Yo creo saber mucho de ti.

—¿Si? —asiente—. Bien, enumera algunas cosas que me gusten.

—Las películas de Disney. Boston. Las blusas con transparencias. Hacerte recogidos en el cabello. Los pendientes pequeños. Los labiales oscuros. La fotografía. Cantar. Tener la razón. Usar baños ajenos. Tom Hiddleston.

—¡Esas fueron fáciles! —sopeso—. Un momento, ¿cómo sabes que me gusta Tom Hiddleston?

—Porque está en tu fondo de pantalla y la semana pasada publicaste como diez historias de videos de él en Instagram —dice a la ligera—Es bueno que ya admitas que te gusta usar baños ajenos.

Le doy un pequeño empujón por eso último y él deja escapar una risilla bastante contagiosa.

—Así que también revisas mi Instagram —Sonrío de lado y él desvía la mirada, disimulando observar un cuadro a su derecha—. Es que soy encantadora, no puedo culparte.

—No importa que diga, lo usarás en mi contra —Finge y yo entorno mi mirada en su dirección—. ¿Qué me gusta a mí?

—Leer, obviamente. La pintura. Las donas veganas. Darles la razón a las personas. Escuchar la radio. Complacer los caprichos de Dash. Hacerte faciales. Manejar con precaución. El yoga. Hacer bromas sin sentido y usar esos extraños mocasines con toda tu ropa.

Ambos llevamos nuestra vista al suelo, mientras él mueve los pies para lucir sus extraños zapatos de color beige.

—Tengo varios pares, que conste —Elevamos la vista para seguir caminando por el pasillo de la exhibición sin soltarnos de las manos—. Pero tienes razón, quizás aún no sabemos tanto del otro. ¿Qué país te gustaría conocer?

Juega con mis dedos, antes de jalarme para dejar mi brazo enlazado al suyo. Prefiero sostener su mano, pero tenerlo cerca, hombro contra hombro, tampoco es un completo martirio.

—Francia, o quizás Corea del Sur —aunque el segundo es más un sueño que comparto con Violeta—. ¿Cuál es la película que más veces has visto?

—Harry Potter y el prisionero de Azkaban —Ni siquiera lo piensa—. Si pudieras viajar a cualquier época, ¿cuál preferirías?

Frunzo los labios mientras lo pienso, observando, de paso, el cuadro de lo que me parece un perfecto atardecer pintado en tonos anaranjados y rosas. Me fascina.

—Me encantaría ir a los ochenta para estar en un concierto de Queen, o quizás a los sesenta para colarme en un baile escolar —sonrío por el recuerdo de las películas viejas que he visto—. ¿Qué género literario es tu favorito?

—El thriller y la fantasía con un toque de romance —Nos detenemos frente a un cuadro lleno de puntos en su interior, yo trato de analizar que significa y Carter luce más intrigado que confuso que yo—. Dime algo de lo que te avergüences, pero que creas que es una anécdota divertida.

Le doy un golpe por el hecho de que insinúe que tengo más historias bochornosas que haberlo conocido por usar su baño. Pero sonrío porque por desgracia tiene razón.

—Conocí a mi primer novio porque le robé a su gato.

—¿Qué? —Carter deja escapar una risa que vibra desde lo más profundo de su interior, mientras me observa con incredulidad. Me encojo de hombros y sin querer, yo también termino sonriendo como tonta—. ¿Cómo? O, mejor dicho, ¿por qué?

—No era mi intención. Frente a mi casa hay un parque y ese gato siempre paseaba por ahí, no tenía un collar, así que creí que era callejero, por lo que lo adopté —Recordarlo hace que quiera enterrar mi cabeza debajo de la tierra, pero al mismo tiempo, que quiera doblarme de la risa—. El punto es que mi vecino comenzó a buscarlo una semana después, tocando todas las puertas de la colonia. No me quedó más que devolvérselo, pero el gato creyó que tenía dos casas e iba de una a la otra. Al final él dijo que era de ambos y para mantenernos al tanto del estado del minino, nos llamábamos constantemente, fue cuestión de meses para que comenzáramos a salir.

—¿Y por qué terminaron?

—Robin Hood, el gato, iba cada vez menos a su casa, prefería estar en la mía, y luego nosotros dejamos de gustarnos —Elevo los hombros—. Lo normal a los quince —Carter parece divertido con mi extraña historia de amor adolescente, pero yo creo que ya es hora de cambiar el tema—. ¿A quién crees que te parezcas más? ¿A la familia de tu padre o de tu madre?

Carter se rasca una ceja con el índice antes de girarse a mí con una sonrisa tierna en los labios. Parece como si estuviera a punto de decirme el más grande de los secretos y no lo comprendo.

—Es una buena pregunta —lanza—. También me gustaría saberlo, Jules, pero por desgracia yo ni siquiera conocí a mis padres biológicos —La sorpresa que provoca su confesión, es igual de fuerte a la vergüenza que siento por haberle planteado algo así. Ahora sí que quiero enterrar mi cabeza bajo el suelo. ¡Dios! Quiero pedirle disculpas por haberlo puesto en esta situación, pero a él parece no importarle—. Loren y Max me adoptaron cuando tenía año y medio.

—Carter, yo... Lo siento. De verdad, no quería incomodarte.

—No es algo que me avergüence, Jules. Me gusta saber que fui un hijo deseado —Me guiña un ojo, pero aun así no puedo dejar de lado la pena del momento—. Ser un Prescott es lo mejor que me ha pasado.

—Se ve que son unos padres geniales.

—Lo son, en todos los sentidos. Dasher y yo no pudimos haber sido adoptados por mejores personas.

Al menos ahora tengo en claro por qué no se parecen en absoluto.

—¿Él también es adoptado? —La pregunta abandona mis labios sin que pueda analizarla antes—. ¡Maldición! Sabes qué, cambiemos de tema. ¿Cómo estuvo el vuelo?

—No me molesta hablar de ello, Jules. A Dasher lo adoptaron cuando yo tenía seis. Él tenía tres.

Asiento, pero entonces comienzo a hacer cuentas en mi cabeza de algo que nunca le pregunté.

—¿Eso quiere decir que tienes diecinueve años? —No puedo evitar el asombro que tiñe mi voz, y no quiero alarmarlo por el tono que he utilizado.

—Cumplo veinte en dos meses —asiento, pero no puedo dejar de pensar en que yo cumplo veintitrés en un mes.

Pero ¿Qué son tres años? No es como si fuera ilegal.

No es como si yo fuera una anciana.

¿Por qué estoy pensando esto?

—¿En qué fecha cumples?

—Diecinueve de agosto.

—Yo el diecinueve de julio —recito con mucha más sorpresa. Carter se gira con los ojos bien abiertos, como si dudara de mis palabras—. No estoy bromeando, lo prometo.

—¿Te gusta celebrar tu cumpleaños?

—¿Planeas hacerme una fiesta sorpresa? Porque la verdad es que me encanta celebrar que le he dado una nueva vuelta al sol —No es ninguna mentira, si hay algo que me guste es recibir obsequios y tener un día solo para mí—. ¿A ti te gusta?

—-Me gusta recibir libros.

Capto la indirecta de inmediato mientras él finge desinterés, girándose para observar el cuadro a su costado.

—A mí me gusta el pastel de helado —Me inclino hasta quedar cerca de su rostro para decirlo, y él sonríe—. Y los pendientes pequeños.

—¡Eso me recuerda algo! —exclama de pronto, girándose tan rápido, que no me da tiempo de volver a mi lugar. Su rostro y el mío quedan demasiado cerca. Intuitivamente debería dar un paso atrás, pero me quedo en mi lugar observando sus ojos, perdiéndome en ellos y preguntándome cuando fue la última vez que alguien me vio como él lo hace.

Despertando mi corazón sin desearlo. Cortando mi respiración. Deteniendo el tiempo.

—¿Qué te recuerda? —susurro, sin bajar la mirada.

—¿Qué cosa? —Mis comisuras ceden al elevarse y sonreír por su respuesta—. ¡Ah! ¡Si! Te he traído algo.

Se me hace imposible creer que pueda sonreír con más ganas, pero lo hago con una genuinidad que me sobresalta.

—¡¿Y qué es?!

—Lo he dejado en mi maleta, te lo doy cuando volvamos.

—Pero ¿qué es?

No quiero sonar insistente, ni pesada, pero me emociona muchísimo cuando me dan obsequios. Carter niega sin borrar la sonrisa de sus labios.

—Ya lo verás.

—¡Carter! Dime que es, o dame una pista —ruego con un tono demasiado infantil, pero es en vano, lo único que consigo es que él lance una pequeña risilla y vuelva a negar.

—Lo sabrás pronto. Vamos, aún hay muchas pinturas que no hemos visto —Me toma de la mano, y aunque quiero seguir exigiéndole respuestas, termino cediendo ante su toque y la sonrisa tan bonita que brota de sus labios.

No me gusta verme tan benevolente. No me gusta tener desventaja, pero todo cambia cuando se trata de Carter Prescott.

(...)

—Bien. ¿Qué es?

—¿Me creerías si te digo que nunca había conocido a nadie tan impaciente como tú?

—Yo solo entendí que nunca habías conocido a nadie como yo —le guiño un ojo, mientras me coloco de puntillas para observarlo rebuscar dentro de su maleta de mano lo que ha traído para mí. De verdad no quiero lucir tan insistente, pero me emociona y me llena de intriga.

También provoca que mi corazón se aloque al imaginar que mientras estaba de viaje, pensó en mí. Que vio algo y dijo: "Esto le gustará a Julieta". Que se tomó el tiempo de entrar en una tienda y escogerlo especial y únicamente para mí.

—Definitivamente no hay dos como tú —gira sobre su hombro para sonreírme de lado—. Pero para tu mala suerte, creo que lo metí en la maleta de mi madre, así que tendrás que esperar a que lleguemos a mi casa para descubrirlo.

Lanzo un pequeño abucheo, mientras él cierra la mochila y se gira hacía mí.

—Solo dime que es y prometo que voy a hacerme la sorprendida cuando lo vea —Pero él niega con los labios fruncidos—. Aunque sea una pista.

—Ya lo verás, Jules. Vamos.

—¿Es un libro? ¿Un álbum? ¿Un poster de Tom Hiddleston? —Carter niega con una sonrisa divertida mientras volvemos a subirnos al auto.

—Tienes una imaginación, Jules...

—¿Una libreta? ¿Un bolso? ¿Un llavero? ¿Una estampilla de la playa?

Por un segundo me asusta que se aburra de mí insistencia, que me diga que soy una pesada, pero el rubio en el asiento del copiloto no hace más que reírse y negar, mientras recita la misma oración una y otra vez: "La vista al frente, Jules".

🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤

Holaaaaaa!!!

¿Cómo han terminado la semana?

Este capítulo es en agradecimiento por los mil seguidores en Wattpad 🥳🥳🥳

¡Muchas gracias!

Se que no es mucho, pero es trabajo honesto JAJAJAJA

En fin, ¿qué piensan del capítulo?

Cuando planean algo ¿les pasa como a Jules?

¿Qué creen que le haya traído Carter? 👀

Pregunta random: ¿Crush famoso?

Gracias por leer, comentar, votar y seguirme. Los amo tres millones ❤️

Nos leemos pronto

Mz

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