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Carter
Al departamento solo le faltan los muebles de la mini sala para estar completo, pero ya tiene la televisión. Dasher ha conectado la consola y no nos ha importado sentarnos en el suelo para jugar.
He tratado de distraerlo tanto como puedo para que no se entere de la noticia de Jules. Intento seguir los consejos de mamá, pero soy demasiado benevolente al no querer que mi hermano la pase mal. En otras palabras, quizás solo lo estoy preparando para que se haga a la idea de lo que le espera al volver a Boston.
—He estado pensando... —Lo observo de reojo mientras comienza a hablar sin quitar su vista de la pantalla—. Me vería increíble como avatar de un videojuego.
Lanzo una risa antes de voltear a verlo, mientras él sonríe con vanidad sin dejar de quitar su atención en el juego.
—¿Ahora pasaste de querer ser una celebridad para estar dentro de una consola?
—Yo ya soy una celebridad, Carter —corrige y le doy un leve empujón que él me devuelve sin mucha diversión—. Es mi nuevo propósito, después de ganar en One in a Million.
—Creí que el siguiente deseo en tu lista de logros era ganar un Grammy, obtener una estrella en el paseo de la fama, llenar el Madison Square Garden, estar en el medio tiempo del Super Bowl... —Trato de recordar tanto como puedo de su pequeña lista, pero no consigo terminar, cuando me interrumpe.
—Bueno, pero es que el resto ya los tengo asegurados —Me guiña un ojo con genuina seguridad—. Este queda pendiente, al menos hasta que descubran que soy una gran inversión.
Me río, pero no en un tono hilarante, sino con ternura y admiración. Mi hermano tiene una autoestima y seguridad que a veces causa envidia. Algunas otras, consigue ser demasiado pesado, pero nadie puede negar que esta actitud es la que lo ha ayudado a llegar hasta donde está.
Aunque no puedo dejar de sentir pánico de pensar que esta misma actitud puede hundirlo.
—¿De verdad lo eres? Porque tu ego es inalcanzable, se quedarían quebrados antes de conseguir igualarlo a la realidad.
No he ni siquiera terminado de procesar mi broma, cuando ya Dasher ha dejado de lado el juego para lanzarse sobre mí en una pelea sin golpes, solo de empujones y apretones como cuando éramos pequeños.
No puedo contener mi risa, ni tampoco trato de defenderme. Después de todo, esto no es más que un juego.
—Pasar tiempo con Jules te está volviendo violento —señala mientras aprisiona mis hombros con su antebrazo.
Intento omitir el hormigueo en mi interior ante su mención, y el recuerdo de que es por ella que no he querido que él vea su celular.
—Yo diría divertido —sonrío con ternura para distraerlo y eso solo consigue hacerlo lanzar una carcajada.
El sonido de su celular irrumpe con todo. Se aparta de inmediato y contesta igual de rápido.
Su sonrisa se evapora con cada segundo que pasa con el aparato pegado a la oreja y yo trago saliva antes de dejarme caer contra el suelo y las manos sobre el rostro. Sé exactamente que le están diciendo y lo que va a suceder a continuación.
—¿Cuándo? —La forma en que se contiene de no explotar se palpa en como su voz tiembla. Aunque no puedo verlo, lo imagino empuñando las manos y apretando la mandíbula—. Si, yo vuelvo mañana. Si, ¡Lo sé! —Presiono mis párpados al escucharlo elevar la voz—. Por supuesto. Adiós.
Se que ha colgado por el silencio sepulcral que se ha instalado, pero trato de ignorar el hecho, así como su mirada, que siento sobre mí. Quizás si finjo no existir él pase de mí y se rehúya en sí mismo, pero eso es soñar demasiado alto.
—¿Desde cuándo lo sabías, Carter? —Para mi sorpresa no eleva la voz, pero si suena molesto exigiendo respuestas—. Y no te atrevas a hacerte el indiferente, que sabes de qué te estoy hablando.
—El viernes —No me molesto en mentirle, pero tampoco me atrevo a levantarme o quitarme las manos de la cara. No quiero otro de sus shows—. Pero nada era seguro, al menos no hasta...
—Sabías que era seguro desde ese momento —interrumpe y su molestia pasa a convertirse en resentimiento—. Y no te importó mencionarlo, porque desde que apareció la tienes en tu lista de prioridades. La colocaste sobre todos, incluso de mí.
Me reacomodo, cuando toma mi antebrazo y aparta la mano de mi rostro sin pudor. Aquella inseguridad que vi en el bar vuelve a cubrir su mirada, pero esta vez con mucha más fuerza. Hay recelo en ella, uno que me asusta.
—Eso no es cierto, Dasher.
—¡Y te atreves a negarlo como si no estuvieras pensando en ella ahora! —Se aparta un mechón de cabello con agresividad en cuanto le raspa los ojos—. Desde que la niñera llegó, no has hecho más que desvivirte por ella. Le llevas donas, sales con ella a pesar de que odias abandonar la casa, incluso detienes tu lectura para hablar con ella o enviarle mensajes. ¡¿Cuándo Carter Prescott dejó de lado un libro para atender el celular?!
—Una cosa no tiene nada que ver con la otra. ¿o es que acaso tienes un problema con que tenga amigos? ¿Ya no tengo permitido conocer personas para estar todo el día prendido de ti, Dasher? ¿Quién te dice algo a ti cuando nos dejas botado para quedar con tus amigos en las cenas importantes? —Digo todo con recato. No me gusta levantar la voz, ni seguir peleas, pero estoy consciente que mis palabras no han sido del todo dulces—. Te lo dije antes y lo repito, Jules y tú son personas distintas. No permitas que la envidia te domine, el hecho de que vaya a estar en el concurso no te influye en nada. Tú...
—¿Qué podría envidiarle yo a alguien como ella? —Escupe con veneno—. Y no digas que no influye en nada, porque te incluye a ti. Puedo jurar que esperas verla dar lo mejor sobre el escenario. ¿Me equivoco?
Por un segundo dudo en responder, pero no me gustan las mentiras, mucho menos cuando sé que la verdad está reluciendo.
—Tanto como quiero verte a ti lucirte —Pero de nada sirve lo sincero que me escuche, a mí hermano lo único que le importa es resaltar lo traidor que soy.
—Yo soy tu hermano, Carter —recuerda con hosquedad—. A mí me conoces de toda la vida, y a ella de unos cuantos meses. ¿Cómo osas comparar tu apoyo de esa forma?
—Podría haberla conocido ayer y desearle lo mejor, Dasher y eso no influye en absoluto en la fe que tengo sobre ti.
Noto su desesperación por no saber cómo reaccionar, presionando sus puños contra sus costados. Mantiene la mirada fija en un punto detrás de mí, sus narinas se fruncen mientras respira con rapidez y su pecho se eleva en demasía.
Trato de acercarme, porque no soporto verlo de esa forma. Mi hermano no sabe controlar sus emociones. Si no las reprime, explota como ahora.
—¿Cómo sé que no vas a terminar poniendo toda esa fe sobre ella? —pregunta al fin en un susurro que demuestra su desolación y agitación—. ¡Puta madre! ¡Maldito el día en que se apareció en nuestra vida!
Pretende ocultar su debilidad con enojo, y no lo dudo antes de rodearlo con mis brazos impidiéndole que consiga alejarse.
—Porque somos hermanos, Dasher. No nos une la sangre, pero si algo mucho más fuerte.
Inhala con pesadez contra mi hombro, antes de colocar sus manos contra mi pecho para apartarme.
—Tengo que irme. Adolfo quiere que tomemos una fotografías —sentencia, al conseguir una distancia prudente entre ambos—. Te dejo para que la llames, aunque la prensa ya la tiene ocupada, a ver si te contesta.
—Dasher...
El vuelo sale a las seis, dile para que te espere. Seguramente se muere por verte, tanto como tú por verla a ella —Aunque lo ha soltado con repugnancia, debo darle la razón—. Y ofrécele tu hombro, porque este concurso lo voy a ganar yo. Si vamos a compartirte, que al menos le quede claro que esa es la parte que le toca.
No le respondo, y no porque no tenga palabras que usar, sino porque no quiero volver más grande este problema.
Sé que la actitud de Dash no es más que la consecuencia de sentirse amenazado. Tiene metas claras y está consciente de que puede conseguirlo, pero la presencia de Jules es un obstáculo capaz de interponerse en ello, según él.
¿Cómo voy a apoyarlos sin perder la cordura en el camino?
(...)
Julieta
Lanzo una larga exhalación sin quitar mis ojos del reflejo.
—¿Qué te pasa, Amira? Te ves genial —La voz de Vi consigue distraerme del trance que se ha convertido verme en el espejo y comprobar que en verdad luzco decente.
Sé que lo hago, porque conozco mi cuerpo y la ropa que lo favorece, pero esa estúpida voz no deja de dar vueltas en mi cabeza, recordando todos esos comentarios que atacan mi forma de vestir, y un tanto mi apariencia.
Ginger y Maika me advirtieron que lo último que debía hacer era enfocarme en los haters, pero es complicado no hacerlo cuando sus opiniones salen a relucir tan fácilmente en mis publicaciones.
—Carter vuelve hoy —apunto en defensa, pero ella me conoce tan bien que sabe que eso no es del todo cierto, lo sé por el chasquido que hace con la boca.
—Y eso te pone nerviosa, pero esa miradita la conozco y no es por él —Sé que, de estar aquí, ya estaría escudriñando mi rostro, cosa que no puede hacer a través de la pantalla gracias a que me doy la vuelta para ignorarla—. Es la misma que hacías cada que regresabas de comer con el imbécil de Román, después de que solo te dejara ingerir ensaladas atacando tu complexión —Ese es un golpe bajo—. ¿Qué pasa, Julieta? Porque déjame decirte que luces preciosa y nadie puede negarlo.
Le sonrío. Estoy consciente de ello, aunque me costó mucho aceptar que así era, y ni siquiera es como si hubiera superado el trauma por completo, porque hay mucho que aún no acepto, como el protuberante tamaño de mis pechos o mis muslos grandes, razón por la que casi siempre busco esconder ambas inseguridades.
—Te juro que estoy bien, Vi, es solo que estar en el ojo público es abrumador. La noticia del concurso aún no se ha dado a conocer, pero las personas no me dejan tranquila. Hay reporteros siguiendo mis pasos y la verdad es que, si me importa lucir espectacular en ellas. De alguna forma me genera ansiedad los diferentes ángulos desde los cuales podrían capturarme, eso es todo.
Y lo es, al menos en parte.
—No te tiene que importar lo que digan los demás si tú te sientes cómoda siendo tú, Amira. ¿Lo sabes? ¿Verdad?
Asiento, mientras tomo la chaqueta negra del perchero.
—Te llamo luego. Voy a ver a Carter —Sonrío sin poder evitarlo y mi prima lanza un pequeño chillido de emoción, mientras agita sus manos con exageración.
—Si él no te pide ser su novia, pídeselo tú, Julieta que me muero de la ansiedad cada vez que salen y me cuentas todo lo que sucede. Hay más romance en ustedes sin ser nada que en todas mis relaciones fallidas.
Su broma lleva cierto aire de esperanza que remarca en su tono de voz.
—Solo somos amigos, Vi.
—¡Qué maldita envidia de su amistad! —suena irritada, pero no deja de verse eufórica—. Te juro que cuando se casen les daré un buen regalo. Es mi obligación como la madrina.
Le saco la lengua antes de colgarle. No quiero confundir mucho más mis pensamientos y mis sentimientos con sus locas ideas. Para este momento, es lo último que necesito.
Carter se ha convertido en un gran apoyo, y no quiero que desconfíe de mí pensando que nunca quise ser su amiga, que solo lo engañé buscando algo más con él, cuando me dejó en claro desde el principio que no buscaba una relación.
Pero mientras más escondes y amontonas, más fuerte y abrasadora es la explosión.
(...)
Él dijo explícitamente: "No es necesario que vengas por mí, podemos encontrarnos en la colonia", pero yo nunca he sido muy buena para seguir órdenes.
Estiro el cuello para encontrarlo entre la multitud de personas caminando en la terminal del aeropuerto, pero no encuentro su melena rubia por ninguna parte, ni la pelinegra del irreverente de su hermano y su madre, o la castaña de su padre. No hay un solo rastro de los Prescott.
Paso el peso de una pierna a otra, mientras analizo que ellos no son una familia del todo normal. No en un mal sentido, sino porque no se parecen físicamente.
Mientras Carter es delgado, rubio con ondas y unos bonitos ojos verdes; Dasher es pelinegro, con una complexión un poco más atlética, igual de alto, pero con los ojos de un peculiar color que de cerca parece gris con motes de azul y amarillo. Las facciones en sus rostros no tienen nada en común y no es como si los hermanos debiesen tener similitudes entre ellos, pero es que tampoco se parecen a sus padres.
Salvo Dash y su madre que comparten el mismo tono de cabello, pero nada más. No hay un solo rasgo que me hiciera creer que son familia si no los conociera.
¡Y no tendría que estarlos juzgando!
"Perdón, Dios. Sabes que suelo pensar de más cuando estoy nerviosa"
—¿Buscando un baño?
Pego un brinco, mientras me llevo una mano al pecho al escuchar su voz a un costado de mi cuerpo, y siento su presencia más cerca de lo debido, pero quiero creer que solo es por la multitud en el lugar.
Sonrío sin poder evitarlo, aunque de inmediato borro el gesto para fruncir las cejas y hacer una mueca.
—¿Vas a superarlo algún día? —Me giro para encontrar con que, en efecto, está demasiado cerca y mis comisuras tambalean al verlo sonreír con la cabeza inclinada hacía un lado—. Eres detestable.
—Y tú una terca —Enarco una ceja para que sea más claro—. Te dije que nos veríamos en la colonia, ¿por qué viniste?
Aunque quiere parecer enfadado, luce más como alguien que está rebosando de alegría y eso provoca que me haga la divertida.
—¿Te avergüenza que te vean conmigo? Porque déjame decirte que es muy desconsiderado de tu parte reclamarme cuando deberías abraz...
No me deja terminar, suelta su maleta y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, inclinándose para quedar a mi altura. Dejo escapar un gritito por la sorpresa, pero no tardo nada en reaccionar y rodear su cuello con mis brazos mientras me paro de puntillas para que no se le haga tan difícil sostenerme.
Mi cuerpo no debería reaccionar como lo hace, porque no es el primer abrazo que nos damos, pero se siente como si fuera la primera vez. La primera vez que alguien me abraza de verdad.
—Te extrañé —musita contra mi cabeza y yo sonrío con ganas, antes de atrapar mi labio inferior con mis labios. Me presiona con fuerza y yo hago lo mismo mientras nos tambaleamos de un lado a otro con sutileza.
—No te creo, porque no querías que viniera —reclamo y siento su risa rebotar contra mi cabello.
—Eres imposible, Jules —me sigue el juego sin soltarme—. Fue un vuelo de cinco horas. Quería ducharme antes de vernos —Sonrío mientras el estómago me cosquillea—. Tu cabello huele bien.
Inspira, con la nariz entre las hebras y yo trato de aminorar los latidos de mi traicionero corazón, hablando de más, como es mi costumbre.
—Gracias, es que yo si me bañé hoy —recalco con orgullo—. Tú no hueles tan mal.
Tengo que aprovechar la cercanía para inhalar la fragancia que expira su ropa, sin una sola muestra de pudor, colocando la nariz contra la piel de la raíz de su cuello. Loción maderosa, jabón y menta. Siento la forma en que traga saliva y el cómo rebota su piel en cuanto lanza una pequeña risa.
—No quiero interrumpirlos, pero el taxi ya está afuera —La voz del doctor Prescott provoca que intuitivamente intente separarme de su hijo, pero Carter solo permite que me aleje unos cuantos centímetros sin quitar sus manos de mi cintura.
—Yo traje la camioneta de los Moore —manifiesto de inmediato—. Si quieren puedo llevarlos, o pueden irse y yo llevo a Carter, es que planee salir con él, pero podríamos pasarlos dejando a su casa y luego nosotros podríamos irnos.
El doctor Prescott intercambia su vista entre su primogénito y yo, con una extraña mueca en sus labios, como si tratara de ocultar su sonrisa, mientras arruga las cejas. Creo entender la razón, cuando estoy nerviosa no solo hablo de más, también lo hago demasiado rápido.
Estoy por repetir el vergonzoso discurso, cuando él habla.
—En ese caso espero que lo lleves temprano a casa —Me guiña un ojo antes de sonreír con ternura—. Nada de drogas o alcohol y cuidado con las manos.
Eleva las suyas para ejemplificar sus palabras y los nervios se evaporan para darle paso a una inmensa carcajada, mientras veo a Carter entrecerrar sus ojos en dirección a su progenitor quien se despide un segundo más tarde.
—¿Planeaste una salida? —investiga sin apartarse, sus manos aún se presionan contra mi cintura y yo me considero merecedora de un Oscar por la gran actuación que estoy montando al no derretirme.
Mis piernas flaquean ante su sonrisa y su mirada sobre mí. El hecho de que me sostenga entre sus brazos es lo único que evita que la gravedad no cumpla con sus efectos.
—¿Es lo que hacen los amigos? ¿O me equivoco?
Niega sin borrar su sonrisa y quiero darle un golpe por lucir tan encantador, por verse más atractivo de lo que recordaba. Mi voluntad falla y mis sentimientos gritan que esto no es consecuencias de mis hormonas.
"¿Por qué, Dios? ¿Por qué?"
—Bien. ¿A dónde va a llevarme, bella dama?
—Esa es una sorpresa, noble caballero.
Coloco mis manos sobre su pecho para ejercer distancia, aunque en el fondo deseo quedarme así por la eternidad. A gusto y abrigada por sus brazos.
Sus manos ceden hasta liberarme, pero no se aparta por completo. Mi piel siente de inmediato la falta de su calor como si me hubiera dejado una marca invisible que evidencia lo inexistente entre nosotros.
Caminamos al lado del otro, su brazo roza el mío y mis dedos se topan con los suyos en cada paso. Siento chispas en la punta de mis extremidades y un extraño hormigueo en el estómago que me obliga a disimular el suspiro atascado en mi garganta.
—Jules, supongo que debería felicitarte —La presencia de Dash provoca que la fantasía color rosa y la nube en que iba se evapore para darle paso a la tormenta eléctrica que él representa—. Pero eso sería hipócrita de ambas partes. De mí por no sentir el deseo de hacerlo y de ti, por no querer recibirlas. Así que solo diré suerte, porque la necesitarás.
No es una premonición, es una aseveración. Una amenaza en todo el sentido de la palabra, y aunque no quisiera sentirme intimidada, una pequeña parte de mí sabe que enfrentarlo es un verdadero reto, pero mi orgullo es más grande para dejar que se salga con la suya.
—No soy la única —Le guiño un ojo antes de pasar de él.
Sé que Carter se ha detenido para decirle algo, pero mis capacidades auditivas no consiguen captar una sola palabra. Lo único de lo que puedo dar fe es de la mirada de suficiencia que le lanza Dash al rubio, y del gesto resignado que le propicia el último, antes de suavizar su mirada y colocar su mano sobre el hombro del otro.
El adolescente no se compadece de su hermano mayor, ni siquiera hace el intento por recomponer su actitud, y no comprendo como Carter es capaz de soportarlo y aguantarlo.
Es intolerable.
"Y tu futuro cuñado si tienes suerte"
¡JA! Yo no llamaría suerte a tener que pasar mástiempo al lado de ese insufrible, aun cuando su hermano sea encantador.
🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼
Holaaaa!
¿Cómo están? ¿Cómo los trata la vida? ¿Bien como a Carter, mal como a Dash?
¿Qué opinan de capítulo?
¿Creen que Dash vaya a ser un problema entre Jules y Carter?
Hablando de ambos, ¿a dónde creen que ella vaya a llevarlo?
¿Qué creen que suceda? ¿Seguirá Jules el consejo de Vi?
Pregunta random: ¿qué signo zodiacal son?
Gracias por leer. Los te quiero mucho. Cuídense y no olviden tomar suficiente agua 😌💜
Nos lees prontoooo.
Mz
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