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Julieta
—Creí que estabas haciéndome la ley de las 72 horas —reclamo en tono de broma, aunque realmente si estoy levemente enfadada con él por haber desaparecido.
—¿Tanto me extrañabas ya?
Dejo escapar una carcajada, pasando mi celular de una mano a otra, para poder tomar las salsas en la estantería a mi lado. De reojo me percato de las vistas que me lanzan las otras personas en el mismo pasillo.
—No tanto como tú para llamarme desde otro número.
—Es para poder disimular nuestra relación. No vaya a ser que la prensa comience a especular sobre ambos —Vuelvo a soltar otra carcajada, mientras siento mis mejillas teñirse de un color rojizo y un escalofrío recorre mi columna vertebral.
—Claro. Hay que mantener tu perfil bajo, en especial cuando hablas con esta celebridad tan guapa.
Ahora es él quien lanza una risilla, mientras veo a una madre y a su hijo pasar un poco más despacio cuando están cerca de mí. Dejo el celular entre mi oreja y mi hombro, para poder tomar la carreta con ambas manos y empujarla al siguiente pasillo.
Necesito encontrar a los gemelos.
—¿Tan rápido ya se te subió la fama? —juega y escucho el ruido de los autos de fondo, por lo que presiento está cerca de la carretera—. Estoy tan orgulloso de ti, Jules.
Sonrío por inercia, atrapando mi labio inferior entre mis dientes. Pero esa sonrisa boba se borra en cuanto Gigi y Harvey se acercan corriendo con un montón de golosinas entre sus pequeños brazos.
—No vamos a llevar todo eso —susurro—. Gracias. ¿Qué pasó con tu celular? —me dirijo a Carter, mientras comienzo a revisar todo lo que ese par de diablillos echaron a la canasta.
—Es una larga historia y creo que tú estás ocupada —le doy la razón asintiendo, aunque no pueda verme, clasificando que sí y que no vamos a comprar—. Te llamo en cuanto pueda, ¿sí?
—¿Haciéndote el difícil?
—Aprendí de ti —bromea y aprovechando que sonrío como tonta, los gemelos vuelven a meter lo que acabo de sacar—. Felicidades, Jules. Tienes que contarme todo cuando vuelva.
—No me mandaste fotos, así que no cuentes con ello —juego yo, vigilando de reojo a ese par de terremotos en lo que vuelvo a sacar todo lo que no vamos a llevar.
—No es necesario, tú vendrás. Cuando estés aquí nos tomaremos fotos juntos frente a la playa —Aquello consigue que las piernas me flaqueen y deje escapar otro suspiro. De solo imaginarlo siento los ojos escocerme y un nudo formarse en mi garganta.
Una vez más, la magia se acaba en cuanto doy con los gemelos, quienes disimulan para introducir lo que quieren en la canasta.
—¡Ya basta! —Entrecierro mis ojos en su dirección, pero no se amedrentan en continuar con su misión, ni yo con la mía—. Lo siento, debo supervisar a un par de diablillos. Hablamos luego.
—Adiós, super estrella.
Sonrío a la nada, mientras cuelgo el celular, pero borro mi sonrisa de inmediato en cuanto veo a los gemelos con las golosinas entre los brazos, y un segundo después, lanzándolo todo en la canasta de nuevo.
¡Agh!
"¡Qué cruz, Dios! ¡Qué cruz!"
Vuelvo a sacar todo, y esta vez ambos lucen más resignados. Pero en cuanto llegamos a la caja, tengo que perseguirlos para que no coloquen todo eso en la barra.
Son un dolor de cabeza, pero no queda duda que voy a extrañarlos demasiado.
Aún no he entregado el contrato. Ya el Señor Moore lo revisó junto a mí, y lo único que cambiamos, fue el que quiero mantener mi privacidad con mis redes sociales, aceptando que seré precavida en lo que publicaré, porque eso de pedirles permiso cada vez que quiera subir algo, no me gusta para nada.
El martes tengo una cita con los Engman, el jueves con los ejecutivos de la VoireApp y los organizadores del concurso y el viernes la noticia se dará a conocer en una rueda de prensa en el hotel Gastrell. No quiero irrumpir en la privacidad de los Moore, aunque ellos dijeron que no había ningún problema.
Aun así, me siento mucho más cómoda de que sea en otro lugar, aunque no por eso estoy menos nerviosa. Ni siquiera he podido dormir como es debido. Mi ansiedad está al tope. No he podido terminar de procesar lo que sucede. Me es difícil hacerme a la idea de que esto me esté sucediendo, pero entonces mi celular vibra, veo una notificación de Instagram y la sonrisa en mis labios me asegura que es real. Que he superado mi miedo a cantar, que las personas aman lo que hago y que yo me siento feliz por ello.
Y que lo que se viene no es más que el inicio de mi camino. Porque lo estoy logrando. Estoy comenzando a cumplir los sueños de la Julieta de doce años que ganó un concurso de canto. Y ahora, diez años después, tengo la noción de que puedo triunfar en One in a Million.
Estoy asustada, pero conozco mi potencial y mi perseverancia. No importa cuánto cueste, yo voy a ser ese uno en un millón.
(...)
Carter
—Bueno, ahora solo nos queda ir por tu nuevo celular —exclama mamá en cuanto salimos de la clínica—. La doctora O'Hara, fue una buena referencia de parte de Klein. Me alegra que ella vaya a estar al tanto de ti mientras estén aquí. ¿Estás seguro de querer recibir tus citas con el doctor Foster de forma virtual? Porque podríamos buscar un psicólogo aquí.
—No es necesario, mamá. El doctor Foster y yo ya hemos hecho un trato, además llevo años yendo con él, adaptarme a uno nuevo sería complicado.
Y fastidioso. Mi experiencia con otros profesionales me ha dejado un mal sabor de boca. Mi psicólogo actual es el mejor que he tenido y por mucho.
—Si algo cambia recuerda que puedes decirnos, cielo —Asiento y ella detiene su andar a medio camino así que la imito—. ¿Qué te tiene tan pensativo?
Quiero negar, pero la forma en que sus ojos estudian mi rostro hace que no me quede más opción que contarle la verdad. Nadie me conoce tanto como ella y eso es frustrante en muchos casos, este es uno de ellos.
—¿Recuerdas a Jules? ¿La niñera de los Moore?
—¿La chica que le tiene miedo a las agujas y que resultó ser una gran cantante?
—¿Jules le tiene miedo a las agujas? —investigo con una pequeña sonrisa formándose en mis labios. Mi madre asiente y yo no puedo quitarme de la cabeza la imagen de una Jules diciendo que no quiere que le saquen sangre o la inyecten, lo que provoca que lance una risilla repleta de ternura—. Pues su talento en la música tuvo un gran recibimiento.
—Lo sé, cariño, no vivo bajo una piedra. Nosotros los adultos también nos enteramos de las tendencias, en especial si la protagonista es nuestra vecina y la nueva amiga de mi hijo.
—No hablo de que esté en todos lados, sino de que... —doy un respiro como si decirlo fuera complicado, como si estuviera a punto de revelar el más oscuro secreto de la nación, aunque después de todo, estoy a punto de revelar información que aún no ha sido confirmada. Observo a los lados solo para asegurarme que no haya nadie cerca y ya demostrado, prosigo—. Va a participar en One in a Million. El sábado tuvo una cita con los ejecutivos de la disquera y esta semana es probable que den la noticia.
Me aseguro de bajar la voz al mencionarlo, para que solo mamá pueda escucharlo. Ella abre los ojos en sorpresa y aunque al principio parece que no tiene nada que decir, termina por sonreír.
—¿Y te tiene inquisitivo por tu hermano o por ti? —Utiliza un tono dulce, pero no disimula la diversión que le causa esta situación—. Porque te aseguro que no importa que tanto queramos no preocuparnos, de cualquier forma, Dasher va a armar un show. Quisiera decir que no va a ser así, que es capaz de aceptar los retos y guardar la compostura, pero por desgracia hay mucho en él que aún debe cambiar y que solo va a conseguir con experiencia. No hay nada que puedas hacer para evitarle pasar un mal rato, cariño, porque es él quien quiere verlo de mala manera.
—La terapia debía ayudarlo. Por eso no tenía que participar. Pero es que es tan terco.
La frustración tiñe mi voz, aunque sé que no puedo controlar sus decisiones, quisiera poder frenarlo de la vida precipitada que quiere llevar.
—Ninguno de los tres quería que lo hiciera, pero lo hizo, y no nos queda más que apoyarlo y ayudarlo a no hundirse. Dasher no tiene en claro muchas cosas en la vida, pero tampoco por eso vamos a frenarlo. Él tiene que aprender de sus errores, y aunque como sus padres y tú como su hermano mayor, verlo chocarse con la realidad sea duro, tenemos que hacerle frente y presenciar cómo se levanta solo, aprende y continúa. Vamos a estar ahí para tenderle la mano, pero no podemos colocarnos en medio para que no reciba el impacto.
Mamá se escucha tan firme que me intimida la seguridad con que lo dice, aunque en la forma en que sus cejas se unen y sus ojos se cristalizan, sé que aceptar sus palabras también le parece difícil.
Y, aun así, yo no soy capaz de convencerme del todo. Sé que Dash tiene que aprender a aceptar las consecuencias de sus actos, pero yo quiero impedir a toda costa que sufra, que la pase mal.
Aunque puedo estar convencido de algo. Mi hermano tiene el potencial perfecto para ganar ese concurso y eso es lo que me tiene como un loco.
—Pero tú no estás preocupado por Dasher —repone mamá como si hubiera podido leer mi mente—. Lo estás por ti, porque no sabes cómo vas a lidiar con dos personas importantes enfrentándose por ganar.
No quiero asentir, pero termino por hacerlo.
—Estoy feliz por Jules, más que eso. Es un sentimiento que me llena el pecho de orgullo y emoción. Quiero gritar tan fuerte porque va a perseguir sus sueños y estoy anhelando verla cantar y dar todo de ella, pero al mismo tiempo no puedo dejar de pensar en que mi hermano también va a estar ahí y que el orgullo que siento por él es igual de grande, porque es lo que siempre ha querido para su vida, para lo que ha luchado desde que comenzó a cantar. Yo estuve en todo su proceso y lo único que me haría más feliz en la vida sería verlo ganar. Ver el fruto de todo ese sacrificio.
—Y también quieres verla ganar a ella.
—Jules vivió con miedo a su potencial toda su vida, mamá. Estar en el concurso no es solo demostrarse a ella misma que es increíble, sino a todos los que un día dudaron de su talento. La ilusión porque consiga ganar, ser ese uno en un millón me hace querer reír como un loco, pero el sentimiento de culpa no se evapora —Me llevo las manos al cabello y reclino la cabeza hacía atrás, mientras siento un nudo formarse en mi garganta—. No importa quien gane sé que estaré feliz por él o ella, pero mi corazón se sentirá vacío porque uno de los dos no lo hizo.
Mamá coloca sus manos sobre mis antebrazos, hasta conseguir relajar mis músculos y que recobre la compostura. Se acerca a mí y me ve directo a los ojos con esa mirada dulce y serena que siempre la caracteriza.
—No le des más vueltas, porque sin importar cuantos escenarios imagines, al final del camino uno de ellos estará feliz y el otro no, y tu no podrás hacer nada, más que felicitar a uno y consolar al otro. No hay un punto intermedio y lamento decírtelo, cariño, pero no puedes alegrarle la vida a todos los que quieres, pero si ofrecerles unos brazos donde refugiarse.
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Holaaaaa!
¿Cómo los trata la vida?
¿Qué piensan del capítulo?
¿Ya se les había olvidado la "condición" de Carter? ¿Qué será? 👀👀
¿Qué harían si estuvieran en una situación parecida a la de Carter? ¿Quién les dolería más que perdiera?
¿Cómo se va a tomar Dash la entrada de Jules al concurso?
Pregunta random: ¿Qué súper poder les gustaría tener?
Gracias por leer, comentar y votar. Los te quiero mucho. No olviden cuidarse del covicho 😖
Nos leemos prontis 💜
Mz
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