0 : 3 0
¡Sorpresa! El pago es votar y comentar jajajaja
Julieta
Por un segundo creo que estoy entendiendo todo mal, que solo estoy fantaseando, que esta vez sí estoy dentro de un sueño y el despertador va a sonar en cualquier instante.
Por un segundo el corazón y la respiración se me han detenido.
Por un segundo creo que he muerto y vuelto a renacer.
—¿Le parece bien mañana a las siete en el hotel Gastrell? —Asiento como si la mujer de voz delicada pudiera verme a través del aparato.
—Me parece bien —Me siento ajena al responder, pues la entonación usada no se parece en nada a la normal.
—Perfecto. Es la Suite de la reina, cuando llegue el botones se encargara de dirigirla hasta ella.
—Ahí estaré, gracias —Quiero decir algo más, preguntar si no se trata de una broma, pero cuando vuelvo a abrir la boca escucho que la llamada ha llegado a su fin.
—¿Está todo bien, Jules? —Carter se acerca con el rostro repleto de desconcierto, mientras yo aun sigo digiriendo la cita—. ¿Jules? —Me toma de los hombros con delicadeza, pero soy incapaz de responder—. ¿Todo está en orden? ¿Te llamaron para decirte que has ganado un año de donas gratis?
Niego, porque eso último ha conseguido sacarme del trance. En mis labios comienza a dibujarse una sonrisa y estoy segura de que es capaz de iluminar todo mi rostro, mientras dejo escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo.
—One E Records —mascullo entre dientes, y sé que ha sido tan bajo e indistinguible, por la forma en que el rostro de Carter se contorsiona mientras se acerca otro poco—. ¡La secretaria de One E Records acaba de comunicarse conmigo, Carter! ¡Conmigo!
No mido mi reacción, porque no estoy consciente de ella hasta el momento en que los brazos de Carter se adosan a mi cintura con fuerza mientras yo presiono su cuello sin poder borrar la sonrisa en mis labios, ni eliminar la emoción que siento en el pecho. Doy pequeños brincos en mi lugar sin soltarlo, ni alejarme ni un poco y él no hace nada más que seguirme la corriente.
Dejo escapar una risa entrecortada en el instante en que mis pies abandonan el suelo, gracias a que Carter me sostiene en el aire con sus brazos anclados sobre mi torso y nos da varios giros. Lo abrazo con más energía, mientras escucho como ríe a mi lado.
—¡Eso es increíble, Jules! ¿Sabes lo que significa? —Se detiene, aflojando su agarre lo suficiente para que podamos vernos a la cara, pero sin alejarnos mucho. Su rostro brilla en una emoción y alegría que me llena el pecho de calor—. Vas a llegar tan lejos, Jules, que los reflectores van a pelearse por irradiar una luz que se asemeje a la tuya.
Me muerdo el labio inferior mientras trato de seguir sonriendo, y agradezco que esté sosteniéndome porque mis piernas han flaqueado en ese último instante como dos pequeños espaguetis hervidos.
No encuentro palabras, por primera vez, no tengo con que responderle porque hay tanto que mi mente está procesando y no sabe cómo codificar, así que haciendo uso de lo único que me queda, le concedo el dominio a mis instintos y vuelvo a pegar mi rostro al suyo, mientras mis brazos le dan una vuelta a su cuello. Carter me devuelve el gesto reflejando el mismo fervor y yo no creo que me quepa más alegría en el cuerpo.
Este abrazo se siente tan cálido, tan íntimo, que me cuestiono si alguna vez recibí uno de verdad, porque este se siente como ninguno y como al que todos deberían aspirar.
Cierro los ojos, sintiendo las mejillas acalambradas, el pecho incapaz de contener a mi corazón bailando mambo y el alma entrelazándose con la del rubio que me sustenta como si su vida dependiera de ello.
—¿Vendrás conmigo? ¿Me acompañarás? ¿Verdad? —Aflojo el agarre solo lo suficiente para conseguir verlo a los ojos, a través de esas delgadas pestañas rubias.
—¿Cuándo será la cita?
—Mañana a las siete en el Gastrell —recito, mientras observo hacía el cielo para no olvidar ninguno de los detalles que me fueron dadas. Cuando vuelvo mi vista a él, me percato que su actitud ha cambiado—. ¿Pasa algo?
—No puedo, Jules —Coloco mis manos sobre sus hombros para mantener un poco más de distancia mientras espero porque sea más claro—. Viajo a Los Ángeles con mi familia para revisar el departamento que mis padres han alquilado, vuelvo hasta el martes.
—Creí que revisarían el lugar desde aquí.
—Ese era el plan, pero mis padres han cambiado de opinión a última hora, quieren que conozcamos el lugar este fin de semana y de paso tomemos unas pequeñas vacaciones —Luce tan apenado que me recrimino de inmediato el tono que he utilizado. Carter no tiene la obligación de ir tras de mí todo el tiempo, somos amigos no garrapatas.
—Eso se escucha divertido. Los cuatro bajo el sol de California. Promete que me mandarás fotos de la playa —Pido, mientras cambio de tema para aliviar la tensión que creo haber generado.
—Por supuesto, ¿conmigo o sin mí en ellas?
—Una contigo y una sin ti. En la que estás haré Photoshop para imaginar que estábamos allí los dos, y en donde solo se vea la playa, la pondré en mis estados para que crean que estaba allí —le guiñó un ojo y él deja escapar una carcajada por la locura que acabo de pronunciar.
—Voy a extrañarte, Jules.
—Solo son cuatro días, serás capaz de sobrevivir sin ver esta sonrisa de comercial —remarco el punto con una expresión demasiado exagerada en la que se ven más dientes de los debidos mientras cierro los ojos por completo. Carter libera mi cintura de uno de sus brazos para posar su mano sobre un costado de mi rostro y siento la piel de mi cuello erizarse por el tacto y la cercanía.
—¿Tú sobrevivirás sin mi encanto por 96 horas?
—Voy a hacer lo posible —sopeso, llevándome una mano al pecho—. Ambos haremos grandes sacrificios.
Vuelve a sonreír, mientras acaricia mi mejilla con devoción y yo trato de que no salga a la luz lo nerviosa que aquello me pone.
—Tú estarás más ocupada atendiendo a tus llamados de estrella en asenso con la gente de One E Records —recuerda con una sonrisa de orgullo y dejo escapar un suspiro, porque no deja de parecerme una fantasía—. En verdad lamento no poder acompañarte, Jules. Si fuera cualquier otro día, sabes que iría contigo.
—Claro que lo sé, Carter —Coloco mi mano sobre la suya para que no quede duda—. Cuando vengas te contaré todo con lujo de detalles.
—Me lo contarás por segunda vez, porque espero que me des algún indicio mañana por la noche.
—Eso si me mandas fotos de la playa, sino, olvídalo.
—Como ordene, señorita chantajes.
Ambos nos quedamos callados luego de eso, sin apartar la mirada del otro, hasta que escuchamos que alguien golpetea un micrófono y abrimos los ojos de golpe, antes de correr rumbo a donde se encuentra el escenario sobre el que ya está el menor de los Prescott preparado para lucirse.
Carter sostiene mi mano mientras corremos para ocupar un buen lugar, y yo siento más adrenalina por sentir el calor de su piel enlazada a mis dedos, que por darle la vuelta a la manzana en tacones a un ritmo al que no estoy acostumbrada, hasta que nos posicionamos a un costado del escenario, donde podemos ver el acto a la perfección.
Cuando Dasher toma el micrófono, lo hace como si se tratara de una parte más de su cuerpo que puede dominar a su antojo. Se maneja con soltura y profesionalismo, como si fuera algo tan simple como caminar; lo hace tan bien que no me sorprende el recordar que en menos de un mes estará participando en el concurso más grande que tiene la industria musical.
Su voz es algo de lo que nadie pondría objeción al decir que es fenomenal, ni siquiera yo que no lo tolero, porque si hay algo que tiene ese petulante adolescente, es talento. Un talento tan admirable, del que no puedo evitar sentir admiración al rememorar el secreto que Carter me contó.
Le presto atención a como su cabello negro cae con soltura cubriendo sus orejas y lo hace lucir como una estrella de Rock, cuando lo cierto es que lo único que busca es que se le trate como un igual y no se le de preferencias por su condición.
Supongo que el mundo en el que vivimos no está aún preparado para aceptar a las personas en su totalidad, porque si fuera así, Dasher no tendría miedo de sentir pena ajena de parte de la población solo por ser sordo, al contrario, le daría igual gritar a los cuatro vientos que lo es, porque el mundo no lo vería con otros ojos, no lo trataría de otra forma.
Las personas estamos tan acostumbradas a creer que las discapacidades son sinónimos de debilidad y enfermedad, que sentimos una falsa admiración por ver a esas personas hacer cosas para las que según nosotros no están aptas.
—Lo hará genial en One in a Million —confieso sin apartar mis ojos de sus movimientos. De la manera en que se bambolea por el escenario y se pierde dentro de la canción, moldeando su voz al ritmo correcto.
—Lo harán —Me giro en el mismo instante que él lo hace, con un gesto de incredulidad tatuada en el rostro—. No creas que te han llamado porque necesitan una niñera, Jules.
—Quizás se enteraron de que soy la mejor cuidadora de todo Boston —alardeo para eliminar la tensión de su suposición. Él se nota tan seguro al afirmarlo, pero yo me convenzo de que no debo hacerme esa clase de ilusiones.
—Tan buena que perdió a los niños en un centro comercial el miércoles.
—¡Oye! Ellos fueron los de la idea de jugar a las escondidas allí, pero se salió un poco de control —Se supone que solo jugaríamos en la abarrotería, pero ese par de demonios huyeron de mí para esconderse dentro del auto que va a ser sorteado a fin de mes. Por suerte las cosas no llegaron a mayores, solo estuve dándole la vuelta al lugar al lado de todos los guardias del centro comercial como por una hora.
Carter entrecierra los ojos en mi dirección sin poder aguantar la risa. Tuve que llamarlo, porque el pánico de que algo les hubiera pasado a esos dos me ganó. Necesitaba ayuda, o alguien que me encubriera para poder escapar del país.
—Pero sabes que es verdad, Jules. Eres demasiado buena, tienes el potencial para enfrentarte a los mejores cantantes y triunfar. Para convertirte en ese uno en un millón.
Sus alientos hacen que quiera lanzarme a llorar y reír al mismo tiempo. Consigue que el corazón se me acelere y que quiera volver a lanzarme a sus brazos para amortiguar el calor disipado hasta en la parte más recóndita de mi cuerpo.
—Me alientas como si tu hermano no estuviera allí.
—Ambos son increíbles y también estoy consciente de lo fatídico y fascinante que sería tenerlos a ambos compitiendo contra el otro —se lamenta—. Sería bastante parecido a la tercera guerra mundial.
—Mucho peor —digo con una pequeña sonrisa que refleja el horror y la anhelación que eso despierta en mi lado competitivo—. Pero ni siquiera estamos seguros de que vaya a ser así. No podemos solo comenzar a especular con un sueño.
—Es seguro, Jules —Elevo una ceja ante su insistencia—. ¿Quieres apostar?
—Convénceme.
—Cuando digan que lo es, me acompañaras a un partido de futbol americano.
—Eso no suena tan mal.
—Y gritarás "Rebeldes de Boston, siente el poder" a todo pulmón —Mi rostro se torna serio de inmediato. Sabía que no faltaba mucho para que Carter bromeara con mi película favorita.
—Bien, si dicen que es por otra razón, tú harás un baile de Magic Maike para mí y dejarás que lo suba a mis historias de Instagram.
Carter me extiende la mano sin siquiera pensarlo para sellar el trato, y por primera vez en mi vida al hacer una apuesta, tengo la corazonada de que voy a perder.
(...)
Vuelvo a revisar mi atuendo, como si mi futuro dependiera de ello. Me giro frente al espejo para comprobar que todo esté en su lugar, que nada se salga de donde no debe y que se resalten mis atributos correctamente. El pantalón blanco entallado de tiro alto combina a la perfección con mi top negro de detalles transparentes en las mangas y mis botas de tacón me hacen ver más alta y estilizada.
Lanzo la trenza en mi cabello hacía un lado y vuelvo a enrollar los mechones que he dejado libres al lado de mi rostro con los dedos, para luego retocarme el labial. Me sonrío, pero estoy temblando.
Estaría más tranquila si tuviera un acompañante, alguien que me calmara durante el trayecto, pero no tengo a nadie más que a Violeta en videollamada, diciendo que luzco perfecta y que debo actuar con naturalidad frente a la gente de One E Récords.
Cuando le conté la noticia, gritó por al menos dos minutos, y no paró de decir que ganaría el concurso, que me convertiría en una estrella y que ella estaría en todos mis conciertos gritando en primera fila más fuerte que nadie.
Mi madre no se quedó atrás, claro que ella era mucho menos efusiva que mi prima y se inclinaba mucho más al tradicionalismo y las creencias religiosas. Dijo que iría a la iglesia junto a mi abuela y pedirían porque Dios cumpliera mis sueños.
Quise mantenerlo en secreto, pero me fue imposible. Nunca he podido mantener la boca cerrada.
Cuando el taxi me deja en la entrada del hotel, siento las piernas flaquear y no es solo por lo que me espera, también por la inmensidad de la edificación. Son quizás unos quince pisos para arriba en una arquitectura clásica en color blanco con bordes dorados en los marcos de las ventanas.
"¿Aún es tarde para pedir tu ayuda, Dios? Porque la necesito"
Por ver hacía arriba, no mido mis pasos y el chocarme con un peatón es algo de esperarse.
—La lamento mucho —inicio sin percatarme de quien se trata.
—¡Jules! ¿Qué te trae por acá? Bonito bolso —alaba Aisha luciendo como la protagonista de una película juvenil.
—Tengo una cita —respondo de inmediato mientras una idea retorcida se me pasa por la cabeza dado los nervios que se asientan en mi estómago—. ¿Tú que haces por aquí?
—Vengo del trabajo, mi jefe vive en ese edificio —Con una de sus manos me señala el lugar detrás de algunos árboles ornamentales—. Volvimos a arreglar su biblioteca luego que de despotricara acerca del daño que el pesticida podría provocarle a sus libros cuando fue él quien quiso que volvieran a venir, aunque ya le dijeron mil veces que no hay bichos en su librero.
—Parece que tuviste un día cansado.
—Algo, pero ya estoy acostumbrada. ¿Qué es lo que quieres pedirme?
—¿Yo? —Quiero despistarla, porque de pronto me parece algo demasiado delirante.
—Tu rostro lo señala a gritos, dilo de una vez.
Me observa en la espera de que lo escupa, pero mientras más lo analizo, más me parece una tontería. No la conozco, ni siquiera hablamos mucho. Con suerte sé su nombre y que estudia con Carter, podría no ser de confianza, y, aun así, me arriesgo a equivocarme.
—¿Me acompañarías? Si no tienes nada que hacer —Lo digo demasiado rápido, pero gracias a Dios ella lo intercepta de buenas a primeras.
—Solo si me prometes que no habrá un chico extraño al que deba sacarle plática, soy pésima en las citas arregladas —Sonrío y de inmediato le aclaro que no vengo aquí por una cita romántica. Le resumo todo en menos de un minuto porque estoy consciente que se me hace tarde y ella no oculta su emoción—. ¡Qué excitante! ¡Seré la primera en saber la identidad de la participante número veinticuatro de One in a Million!
Aunque quiero sonreír de vuelta, lo único que consigo es una mueca por los nervios que han comenzado a traicionarme con mucha más violencia.
Caminamos juntas hasta la recepción del lugar. Me presento y de inmediato un botones llega para guiarme por el lugar, justo como lo dijo la chica por el teléfono.
—No tengo autorizado llevar a nadie más que a la señorita Esparza —indica con cierto aire de vergüenza y yo no sé cómo refutar a ello. No quiero ir sola, pero es evidente que no tengo como incluir a Aisha en esto.
—Soy su asistente personal —se presenta ella con decisión—. ¿Acaso no sabe que ellas van a donde lo hacen sus jefes? No puedo abandonar mi trabajo.
El botones se ve intimidado por la seguridad en la asiática, que termina por aceptar y guiarnos a ambas hasta la suite de la Reina. Aisha me da un codazo en complicidad y yo musito un gracias sin elevar la voz.
Lo cierto es que aquello ha conseguido calmarme un poco y mandar mis nervios lejos, claro que no del todo, aun puedo sentir como mi estómago borbotea hasta que llegamos a la puerta blanca doble. Trago saliva en cuanto el botones toca y solo unos segundos después, un chico moreno abre y nos invita a pasar.
Quisiera no estar tan nerviosa para darme el lujo de observar el lugar a detalle, pero con suerte puedo mantener mi atención en un punto fijo, muevo la cabeza de un lado a otro, como si buscara algo, pero sin detenerme a apreciar la lujosa habitación.
El joven nos ofrece agua mientras nos invita a sentarnos en una pequeña sala. Tomo el cristal entre las manos, pero el estómago se me retuerce y la garganta se me sella impidiendo que pueda tomar un solo sorbo. Veo como el líquido se remueve por el temblor en mi mano, así que lo dejo de inmediato sobre la mesa frente a nosotras para entrelazar mis dedos sobre mis piernas.
—Tranquila —susurra, Aisha colocando una de sus pequeñas manos sobre mi muñeca para que mis dedos la suelten. Ni siquiera me había percatado que me estaba pellizcando.
Respiro con dramatismo en la espera por las personas que me han citado, hasta que escucho una puerta abrirse y solo un segundo después la imponente presencia de los hermanos Engman invaden el lugar, los dueños de One E Records.
No creí que serían ellos quienes hablarían conmigo.
—Tan cautivadora como talentosa. Julieta Esparza en persona —El tipo alto de cabello perfectamente bien cortado y peinado, con un porte elegante enfundado en un extravagante traje color salmón con rayas azules, se adelanta a su hermana para extenderme una mano—. Anderson Engman. Es un placer que hayas aceptado la cita.
Repasa mi cuerpo de una manera intimidante. Quiero creer que son los nervios, pero juro que se ha enfocado de más en mi busto. Me remuevo en mi lugar, fingiendo que no ha sucedido nada mientras mantengo mi sonrisa.
—Un gusto, la complacida soy yo —respondo de inmediato, mientras tomo su mano para hacer a un lado mis ideas, pero él en lugar de apretarla, se inclina para depositar un beso en mi mejilla sin apartar sus ojos de mí. Sonrío para ocultar la incomodidad que esto me genera.
Por suerte me suelta de inmediato para saludar a Aisha, quien no necesita ser presentada, ella misma lo hace sin cuestionar.
—Josseffine Engman —recita la mujer de facciones marcadas y un maquillaje que resalta unos ojos desafiantes, acicalada en un sobrio vestido blanco que resalta las curvas protuberantes de su cuerpo—. Caminemos hacía el estudio, hay mucho de lo que debemos hablar.
Sus ojos escudriñan mi rostro mientras sonríe de lado. Es un gesto que luce sincero, pero misterioso al mismo tiempo. Le sonrío de vuelta, porque los nervios han aumentado, ya no solo por el tema del que vaya a tratar esta reunión, también por la intimidante presencia de estos dos hermanos.
Gracias a Dios Aisha va a mi lado, equilibrando mis emociones.
—Hemos visto tu presentación —Es lo primero que dice la mujer detrás del escritorio—. Afable. Tienes talento, Julieta. La VoireApp y la revolución que has provocado en internet lo confirman, pero ¿estás interesada en seguir demostrándolo?
No parece una propuesta, de hecho, me atrevería a decir que está retándome para que responda.
—He vivido gran parte de mi vida recluida de él, por supuesto que quiero hacerlo —Al igual que ella, no me voy por las ramas. Agradezco el escucharme firme y segura, porque por dentro siento que las entrañas se me revuelven en un presentimiento lleno de anhelos.
—Me gusta esa seguridad —señala su hermano, con las manos en el respaldo de mi asiento. Trago saliva por su cercanía—. ¿Qué piensas de One in a Million? Porque déjame decirte que te veo luciéndote sobre el escenario más cotizado del mundo.
Mi corazón pasa de presionarse contra mi pecho ante los nervios, a latir con fuerza contra mi esternón, mientras la ansiedad le da paso a un sentimiento indescifrable que es capaz de erizarme cada vello del cuerpo.
—¿One in a Million? —Mi voz es un pequeño murmullo rasposo, consecuencia del impacto—. ¿Por eso estoy aquí? ¿Soy la participante número veinticuatro?
—El público te ha nominado. Cada vez que se abre la VoireApp tu nombre reluce en las tendencias del día en varias partes del continente —aclara Josseffine sin dejar de estudiar mi reacción mientras sonríe—. Ellos ven lo mismo que nosotros, una chica misteriosa con la capacidad de sobresalir en el concurso más esperado del año. Solo debes confiar en que puedes hacerlo y aceptar.
Su rostro resplandece con esa sonrisa de lado, mientras acerca una carpeta en mi dirección.
—No es necesario que nos des una respuesta hoy, tienes hasta el viernes para hacerlo —Anderson posa su mano sobre mi hombro como si buscara calmarme—. Lee el contrato, analízalo con las personas de tu confianza y llámanos cuando tengas la contestación.
—Si tienes alguna duda, o hay algo que quieras negociar, puedes comunicarte con nosotros —La pelinegra desborda sinceridad al decirlo—. Estas a un paso de convertirte en la última participante, pero con la posibilidad de transformarte en ese uno en un millón.
🎤🎹🎤🎹🎤🎹🎤🎹🎤🎹🎤🎹🎤
Holaaa!!
¿Cómo los trata esta semana?
Prometí que subiría esto ayer, pero tuve inconvenientes (me quedé dormida) pero aquí está. Espero lo hayan disfrutado.
¿Qué piensan del capítulo?
¿Cuál es su opinión de Aisha o los hermanos Engman?
¿Julieta va a aceptar? ¿Tienen alguna teoría sobre esto?
Pregunta random: ¿Playa o bosque?
Gracias por leer. Los quiero muchísimo.
Nos leemos el martes.
Mz
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro