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Carter
—Allá afuera es todo un alboroto. Jaime no quería dejarme pasar —anuncia Maika al bajar de su auto. Tiene la suerte de encontrarnos a Ginger y a mí recostados contra el capó de su auto, mientras me cuenta que varias celebridades, le han pedido el contacto de Jules.
La quieren invitar a sus fiestas, a grabar con ellas, y eso me emociona demasiado, al igual que a Ginger, quien, aunque intenta verse fastidiada por tener que lidiar con esto, también está entusiasmada por el recibimiento de Jules.
—Pobre super estrella —se burla mi mejor amiga—. Llegas en mal momento.
—¿Por qué? ¿Pasó algo?
—Íbamos a darle buenas noticias a Jules —le informo, llevándome las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta
—¿Eso es malo?
—Si vienes tú con nosotros, sí —Ginger le guiña un ojo antes de sonreír y comenzar a caminar hasta su casa.
Aunque quiero, no puedo evitar reírme por la cara de ofensa en mi mejor amigo.
—¡Por Dios! ¡Las noticias son mucho mejores si está presente esta cara! —grita tras de ella, solo para molestarla.
Yo me río de ambos antes de seguirlos dentro también. No solo quiero estar cuando Ginger hable con Jules, sino porque ella me pidió que viniera y eso me tiene con más emoción de la que debería. Más allá de conocer su pasado, me gusta pasar tiempo con ella y necesito volver a felicitarla. Esto que está consiguiendo es fenomenal. Sé que lo debe de tener en claro, y que recordarle a alguien lo fantástico que es muchas veces termina siendo contraproducente como con mi hermano, pero quiero que ella lo siga teniendo presente, porque no puedo dejar de pensar en lo lejos que va a llegar con ese potencial.
Y espero poder seguir estando en su vida para cuando eso suceda, para felicitarla de nuevo.
Para cuando alcanzo a mis amigos, ambos siguen peleándose acerca del facial que ella le debe a él con una mascarilla de aguacate.
La risa que ellos dos me provocan con sus tonterías se borra en cuanto Ginger abre la puerta luego de tocar sin recibir respuesta.
Jules está sentada en el borde de su cama, mientras se abraza a sí misma e intenta contener los sollozos con una de sus manos. Su coleta tapa la mitad de su rostro, pero aun así es fácil percibir como las lágrimas descienden por sus mejillas hasta perderse en su cuello. Verla tan deshecha, tan frágil, provoca que mi corazón se contraiga en una sensación amortiguadora.
—¡Tú fuiste quien abrió la puerta! —Reclama Maika, mientras Ginger le dice algo entre dientes que no consigo escuchar, porque estoy más interesado en saber que le sucede a Jules.
Nunca he sabido con exactitud como consolar a alguien, pero ahora que se trata de ella, actúo por instinto. Mis pasos son rápidos, no tanteo el camino, ni mucho menos le doy vuelta a si está bien o no inclinarme hasta quedar a su altura y colocar ambas manos sobre su rostro, mientras intento apartar los mechones rebeldes que tiene pegados en las mejillas.
Ella trata de tranquilizarse y yo intento ser condescendiente en mi toque y mis palabras mientras llevo mi mirada a la suya. Es tan extraño no verla reírse, no encontrar un solo atisbo de emoción en sus ojos cuando estoy tan acostumbrado a su carisma, y en lugar de eso tener una mirada llena de melancolía, aunque no de tristeza en sí y eso me confunde un poco más.
Paso mi pulgar por el contorno de su rostro, queriendo desviar el magnetismo de su piel contra la mía mientras trago saliva.
—No estoy triste —anuncia, mientras comienza a parpadear con rapidez—. Bueno, si... o mejor dicho no. Es decir... son tantas emociones al mismo tiempo —Veo como juega con sus dedos mientras continua—. Ni siquiera sé por qué estoy llorando, es decir, no soy de las que lloran mucho, solo lo he hecho dos veces en verdad. Cuando mi perro murió después de estar conmigo diez años y cuando terminé con Román. De lo contrario, soy de las que se tragan las emociones, o no lo sé, que prefieren gritar y maldecir en lugar de hacerlo. Soy muy poca a las lágrimas, porque sé que mis ojos se inflaman demasiado rápido y mi nariz se colorea en un rojo que me hace ver fatal. A veces ni siquiera porque quiera llorar lo consigo. Cuando vi Haschiko recuerdo que todos a mi alrededor estaban sorbiéndose la nariz y yo solo conseguí sentirme nostálgica, pero no pude derramar una sola lágrima —Quiero reírme de su relato, pero no lo hago—. Lo siento, creo que estoy hablando de más.
—No pasa nada —la tranquilizo, porque sé que habla mucho y muy rápido cuando está nerviosa—. ¿Puedo saber qué sucedió esta vez?
Me pasa su celular, y yo tengo que hacer el esfuerzo por alejarme de ella para tomarlo entre mis manos y leer la notificación de la VoireApp. Es su calificación.
—Es una nota que refleja lo increíble que eres, Jules —confirmo y ella se remueve incómoda en la cama. No sé cómo interpretar su actitud—. ¿No estás feliz con ella?
—Es más de lo que hubiera imaginado —mantiene la mirada puesta en sus pies. Su voz es casi un susurro y de pronto la curiosidad por saber más de ella, pica en mi interior—. Todo esto es más de lo que alguna vez soñé. Es tanto para alguien que siempre se conformó con poco.
—Pero tú no mereces poco, Jules. Mereces el mundo entero.
Eleva su vista a través de los mechones que alguna vez fueron el intento de un flequillo, para encontrarse con mi mirada sincera. No sé quien o quienes la hayan hecho creerse eso, pero me quiero encargar personalmente de demostrarle que no es verdad.
—¿Dónde estabas para decírmelo hace cinco años? —Investiga con una mezcla de diversión y melancolía. Sus comisuras se elevan en una mueca diminuta que quiere fingir ser una sonrisa que no llena su rostro por completo.
—Un día como hoy y a esta hora, probablemente venía en la parte trasera del auto de Gretel mientras Maika y Ginger hablaban de quien era mejor, si las porristas o los jugadores de Basquetbol, mientras yo intervenía diciendo que estar dentro del periódico escolar.
—Ginger tiene toda la imagen de haber sido una porrista —río, porque es lo que la mayoría asimila.
—El porrista era Maika. Ginger estaba en el equipo de Basquetbol femenino —corrijo—. Pero el del periódico escolar si era yo.
Al menos he conseguido que sonría con mucha más gracia.
—Si tienes fotos, quiero verlas —Me alegra que poco a poco, su melancolía se vaya evaporando.
—También hay videos —le guiño un ojo en cuanto nuestras miradas vuelven a cruzarse y ni siquiera tengo en claro por qué lo he hecho. Ella por su lado, se limpia la nariz con la manga de su suéter, apartando la mirada.
Y por unos segundos, ambos guardamos silencio. Es hasta ese momento que me percato que ninguno de mis mejores amigos está cerca, que incluso cerraron la puerta. Pasar tiempo con Jules está haciendo que me convierta en un despistado.
—Gracias, Carter.
—¿Por ofrecerte fotos y videos de mis amigos en la escuela? —juego y ella niega.
—Por ser un gran amigo.
Ni siquiera lo dudo un segundo para acercarme y sentarme a su lado en la cama. Pese al pinzón en mi pecho, no puedo omitir que ser su amigo es algo de lo que no me arrepiento.
—No es nada. Es lo que haría cualquiera —trato de restarle importancia a mis actos, pero por la forma en que me observa sé que no piensa lo mismo.
—Cualquiera en mi pasado me hubiera dicho que exageraba. Tú, Carter Prescott, estás lejos de ser uno más del montón —Su mano busca la mía y la sostiene entre la suya, mientras yo siento el corazón comenzar a latirme desbocadamente. Se siente como cuando estuvimos en el auto al medio día, pero con un toque de algo más fuerte, de algo que sigue sin tener nombre.
—Y tú no mereces menos, Jules. Las personas magníficas tendemos a encontrarnos en el camino.
—Qué modesto.
—Es parte del encanto —Aparto un mechón de su cabello que está pegado en su cuello y lo llevó hasta la parte trasera de su cabeza, ella inclina levemente el rostro y de pronto su mirada se torna distinta. Hay un brillo que me hipnotiza, que me invita a acercarme, pero que, al mismo tiempo, me asusta—. ¿Me prometes algo?
—Siempre y cuando no sea ilegal.
No importa cuán seria sea una situación, Jules consigue eliminarle la tensión y hacer que el ambiente se llene de su carisma. Creo que ni siquiera se percata de ello, solo deja salir lo que piensa y eso es alucinante.
—No permitas que nadie te haga dudar de tu valor.
Veo la duda pasar por sus ojos, pero aun así asiente. Elevo una ceja para señalar que quiero oírla decirlo y ella capta la indirecta.
—Lo prometo. ¿Tú me prometes algo?
—¿Qué tan ilegal va a ser?
Me da un leve empujón en el brazo soltando mi mano, y comienzo a creer que, si sigue con ese juego, voy a quedarme sin esa extremidad, aunque no me golpeé con fuerza.
—¡Qué divertido! Promete que vas a estar siempre a mi lado para recodármelo.
—No necesito recordártelo para que lo tengas claro, Jules.
—Entonces promete que vas a estar para verme cumplir mi promesa —Me sonríe sin despegar esos avellanados globos oculares de los míos—. Solo por sí acaso.
—No tengo que prometerlo, Jules. Es lo que hacen los amigos. Apoyarse. Felicitar hasta los más pequeños logros y consolar sin importar que tan insignificante pueda parecer.
Sus comisuras tiemblan mientras yo hablo y temo haberme expresado mal.
—Lo siento. Supongo que nunca estuve familiarizada del todo con ese significado —confiesa, con un nuevo aire de melancolía—. Mis amistades se basaban en pasarla bien, contar anécdotas, compartir ciertos pasatiempos y pedir consejos sobre relaciones, pero nada más allá de eso. Yo ni siquiera les contaba de mi vida, porque la única vez que lo hice me dijeron que mi padre tenía razón, que querer dedicarme a la música era una pérdida de tiempo. Y no los culpo, de donde vengo, necesitas más que un sueño para ser alguien en la vida —suspira, mientras trata de arreglarse el cabello—. Todos me decían que cuando terminara la universidad podría perseguir mi sueño, pero en el fondo sé que solo lo hacían para no decirme que estaba destinada al fracaso.
Finge quitarse una pelusa del cabello para ocultar los malos recuerdos que eso le trae, y yo no puedo evitar volver a tomar su mano entre la mía. No quiero que vuelva a sentirse de esa forma nunca más. No quiero que en su vida vuelva a dudar de su potencial, porque no lo merece.
—Tú no estás destinada al fracaso, Jules —Presiono su mano mientras inclino mi rostro hasta el suyo—. El mundo es tu escenario. Tienes que tomar el micrófono y cautivarnos a todos con esa maravillosa voz.
Lo dudo un segundo, pero termino por posar mi mano en su mejilla, en cuanto veo sus ojos empañarse nuevamente. Con mi pulgar quito el rastro de una solitaria lágrima que resbala en su piel, y ella sonríe con su vista puesta en la mía. Hay algo hechizante en sus ojos, en la forma en que consigue que mi corazón cambie su frecuencia, su ritmo e incluso la temperatura dentro de mi pecho.
—No lo digo solo yo, lo dice internet y la VoireApp. Todos esperamos porque vuelvas a cantar —animo y ella traga saliva, mientras su mirada se desenfoca—. No pienses tanto en el pasado, en lo que dijeron tus amigos o lo que pueden estar pensando, porque estoy seguro de que los has dejado con la boca abierta.
—No son ellos los que me asustan —susurra sin verme—. Es mi padre.
No quiero ser irreverente e investigar, porque no debería. Pero tampoco puedo decirle que eso no importa, porque sé que, como hijo la gran mayoría del tiempo, pensamos en su opinión cuando tomamos una decisión.
—Él nunca ha estado de acuerdo con que cante. Me convenció de que era buena pero no lo suficiente para triunfar, me lo dijo tantas veces, Carter, que ni siquiera porque me alejé de él, conseguí convencerme de lo contrario —Se remueve para soltarse de mi agarre—. Le tuve miedo a mi potencial aun cuando sabía que podía ser buena. Me escondí por tantos años en la sombra de una Julieta que no era, en una que esperaba que su padre cambiara de parecer, que trataba y buscaba la manera de encontrar su aprobación hasta que se hartó de vivir una vida que no era la suya y huyó. Y cuando vine aquí, cuando ya no estaba para intimidarme, sus palabras no dejaban de repetirse cada vez que abría la aplicación, cada vez que trataba de calificarme para demostrarle que estaba equivocado, porque entonces temía que la equivocada fuera yo. Me daba nauseas tener que darle la razón, quedarme sin un propósito... ¡Dios! Aun puedo escuchar su voz en mi cabeza, pese a que ya he visto lo que dice la VoireApp —Se levanta de la cama, mueve las manos con frenetismo mientras camina de un lado a otro y yo la sigo con la mirada—. Quiero enviarle una fotografía de lo que dice la aplicación y pedirle que se joda, pero no lo voy a hacer porque lo respeto y me asusta que venga por mí, pero no sabes lo libre que me siento en este momento.
Ahora soy yo quien se levanta, pero no sé qué decirle, así que solo le sonrío mientras saco mi celular para enseñarle la captura que tomé durante la clase.
—Sé que no vas a enviarle nada, pero debería saber que no solo tienes una calificación así de alta, también eres así de famosa en este momento —Su rostro entero adquiere un nuevo brillo mientras ve su nombre en el segundo lugar de la lista de popularidad de la VoireApp—. Y vas a llegar más lejos, Jules.
—Gracias por creer tanto en mí.
—No tienes que agradecerlo, solo convéncete tú también de que así será.
Jules me observa un segundo antes de acortar la poca distancia que nos separa para rodearme la espalda con sus brazos. Su cercanía aun consigue descolocarme, pero estoy comenzando a acostumbrarme a ella. Ella reposa su cabeza sobre mi pecho y yo sobre la suya, esperando porque omita las palpitaciones de mi corazón.
—Dash tiene tanta suerte de tener un hermano como tú —dice en cuanto se separa un poco de mí—. Ahora sé porque tiene tanta confianza en sí mismo.
—Créeme que yo he intervenido muy poco en eso, Dash es así desde que descubrió la música y lo talentoso que era para ella.
—Ósea que desde que nació —dice en broma, pero yo niego.
—Desde los nueve años, antes de eso era un niño completamente distinto —No puedo ocultar la melancolía que me aborda al decirlo.
—¿Por qué? ¿Su ego llegó en paquetería hasta ese día?
—Unos meses después de que se adaptara a su implante coclear —repongo al rememorar el suceso—. Dash es sordo de nacimiento.
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🤯🤯
¿A que eso no se lo veían venir? 😏😂
¿Qué piensan de ello?
Por cierto, ¿cómo los trata la semana? ¿Como a Maika sin mascarilla de aguacate o como a Jules con buenas noticias?
¿Alguien más se siente mil veces más enamorada de Cárter con este capítulo?
¿Quién más quiere darle un abrazo a Jules?
Pregunta random: ¿Princesa favorita de Disney?
Gracias por leer. Los amooooo. Nos leemos pronto 💜💜
Mz
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