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Julieta
Nada más encender el celular, las notificaciones comienzan a caer, una tras de otra, sin dejar que pueda leer la anterior, porque la siguiente llega más rápido, durante varios segundos, creo que hasta minutos. Nunca el aparato había vibrado tanto, ni siquiera cuando Violeta me contó que terminó con su exnovio, con capturas de pantalla, audios y testamentos.
Tengo que silenciarlo porque el sonido comienza a colocarme los nervios de punta, mucho más de lo que ya los tengo.
—¿Crees que los reporteros nos persigan a todas partes? —curiosea Gigi, mientras se hace paso a mi habitación, con su tableta en la mano. Yo no le autoricé utilizarla—. Para decirle a Harvey que no se hurgue la nariz en público.
—¡Tú eres quien se hurga la nariz! —acusa el mencionado, entrando también a mi habitación, con un video juego en la mano. Tampoco lo autoricé a utilizarlo.
—¿Con que permiso han tomado eso?
—Con el tuyo.
—Yo no les dije nada —defiendo, pero al ver sus rostros, comienzo a dudarlo. Estoy tan nerviosa por todo lo que está pasando, que ni siquiera estoy segura ahora, aunque ellos son unos ases del engaño.
—Lo hiciste, en cuanto volvimos al auto —recuerda Harvey intercalando su vista entre su hermana y yo.
—Cuando te encontramos con Carter —dice Gigi en un tono juguetón sonriendo con coquetería—. Son novios —no lo pregunta, lo afirma.
"Ya quisiera"
—Somos amigos, ahora denme eso —extiendo mis manos en su dirección, pero ninguno de los dos trata de colaborar.
—¡Son novios! ¡Son novios! —cantan ambos al unísono, consiguiendo que un leve rubor se instale en mis mejillas, o quizás en todo el rostro. No estoy segura.
—¡Basta! ¡Denme eso o apago el Wifi!
—Sabemos dónde se enciende —se burlan sacando sus pequeñas lenguas y me lo pienso mejor.
—¡Bien! Hoy no comeremos carne y tampoco hay postre. Creo que su madre compró remolacha.
Ambos hacen cara de fuchi y yo tengo que fingirla, porque tampoco me gustan. De malas, me entregan los aparatos antes de salir de mi habitación. Los sigo, porque pese a los nervios y la ansiedad que me carcome por saber qué es lo que ha pasado en el fin de semana, tengo responsabilidades que cumplir, como preparar el almuerzo para los tres.
—¿Podemos ver la televisión mientras cocinamos? —pregunta Harvey, ya con el control remoto entre la mano. Asiento, porque es algo que hacemos seguido.
Los tres nos lavamos las manos, y mientras yo escudriño lo que necesito para preparar la comida, ellos buscan algo para ver.
—¡Mira, Jules! ¡Eres tú!
Veo mis manos temblar, mientras escucho la voz de Gigi, entusiasmada, y de fondo la canción que canté en el bar. Dejó de lado la bandeja de carne y con lentitud giro hasta que mis ojos me enfocan a mí en la pantalla.
Por un segundo no me reconozco, por esa cantidad de tiempo, ni siquiera soy capaz de escucharme, porque todo luce borroso, alucinante, como si se tratara de un simple sueño del que voy a despertar de sopetón en cualquier momento.
Pero en cuanto vuelvo a parpadear, en cuanto vuelvo a ser consciente de mis pies tocando el suelo, de mis manos sosteniendo el delantal que me he colado, mis dientes apretándose y mi corazón yendo a una velocidad alucinante, mientras el malestar estomacal hace que los nervios aumenten. Se siente como si hubiera comido algo que me sentó mal, pero sé que no se trata de eso.
—¡Vaya! La chica del momento. Julieta Esparza, una au pear proveniente de Latinoamérica —expone el conductor, mientras se acomoda mejor sobre su sofá en una actitud de lo más relajada—. Sin perfil en la VoireApp, pero con una calificación así de alta, yo solo puedo decir que espero saber más de ella y pronto. Danos señales de vida, Julieta, o algo más que comentar.
¿Una calificación así de alta?
Trago saliva, porque, aunque ello provoca que quiera sonreír como estúpida, el miedo no me lo permite. Él impide que pueda disfrutar de esto y creérmelo, al contrario, me hace preguntarme una y otra vez cuándo la magia se va a acabar, cuándo dejaré de ser el centro de atención y pasaré a ser el de burlas.
Abro y cierro las manos, porque no tengo que sentirme de esta forma, porque cualquiera en mi lugar, estaría revolcándose de alegría y regocijándose entre tantos halagos, y a mí lo único que se me antoja es meterme entre mis cobijas y abrazarme hasta sentirme más fuerte.
Y conozco los motivos a la perfección, sé la raíz de ellos, porque tienen nombre, cara y hasta apodo. Si bien mi padre no está aquí para arruinarlo, para frenarme, sus palabras no dejan de darme vueltas, el recuerdo de todas sus reprimendas y la manera en que solía observarme, con decepción y enojo cuando hablaba de cantar, están clavados en mi cabeza cada que cierro los ojos. La sola idea de que sepa ya de esto me aterra como nada en el mundo.
No puedo dejar de pensar que, al ver mi celular, encontraré un mensaje suyo diciendo que prepare mis maletas, que viene por mí, o que ya me ha comprado un boleto para que yo regrese.
"Pero él no está aquí, y tú ya no dependes de él. Ni siquiera le debes nada"
Me repito aquello hasta el cansancio, hasta que me creo convencida, pero se siente imposible conseguirlo. No se puede curar en cinco minutos el daño de veintidós años.
Los gemelos y yo terminamos de cocinar. Ellos me hablan y yo respondo en modo automático, hago todo en ese modo, porque no tengo cabeza para nada más que pensar en que podré encontrar en mi celular en cuanto pueda ir a tomarlo. Lo he dejado sobre la cama.
La comida ni siquiera me pasa, porque siento la garganta tapada, pero me obligo a hacerlo, no me gusta dejar nada en mi plato, ni siquiera porque me sienta fatal o no me guste lo preparado. Los niños me ayudan a limpiar, y cuando por fin acabamos, ellos se van hacía el estudio para comenzar con sus tareas y yo me dedico a distraerme vigilándolos hasta que la señora Moore vuelve del trabajo a las cinco.
En cuanto entro a la habitación, se siente como si me hubiera caído un balde de agua helada. Siento el camino eterno de la puerta a la cama, y las piernas pesadas; caminar se me hace imposible. Trago saliva varias veces, antes de por fin tomar mi celular entre las manos. Los dedos me tiemblan mientras trato de desbloquearlo, estoy sudando tanto que el aparato ni siquiera reconoce mi huella. Escribo varias veces mi código, hasta que lo acepta y consigo observar a Tom Hiddleston en mi fondo de pantalla, detrás de mis aplicaciones.
Abro los ojos tanto como puedo al notar que en varias aparece un +99, evidenciando el sinfín de notificaciones y mensajes. Dudo un segundo en que abrir primero y termino por elegir Instagram. Hay demasiadas solicitudes de seguimiento, mi bandeja de mensajes está repleta y los avisos de etiquetas en publicaciones e historias mucho más. Abro el primero que aparece, es un video.
Al escucharme sola, sentada en la orilla de la cama y con el corazón aun latiéndome con velocidad, no puedo evitar sobre pensar en la situación.
"¿Por qué muevo tanto las manos? ¿Esa nota alta era necesaria? ¿Desafiné en esa parte? ¿No estoy exagerando los gestos?"
Niego, mientras trato de concentrarme. No puedo permitir que esas inseguridades se apoderen de mí. No ahora cuando debería estar gritando de emoción... ¿Debería estarlo haciendo, cierto?
Las personas en los comentarios no dejan de decir cuan bien lo he hecho, en preguntar de dónde he salido e inconscientemente termino sonriendo, dejando de lado aquellos auto sabotajes, hasta que, en una de las tantas publicaciones, un comentario, uno entre cientos, consigue hacerme trastrabillar y que mis comisuras flaqueen.
"Qué bueno que su intención era mostrarnos su voz, porque su atuendo deja mucho que desear..."
Quinientas doce personas le han dado me gusta a su comentario. Quinientas doce personas están de acuerdo en lo que dice. Quinientas doce personas opinan que me veo fatal.
Quinientas doce.
—No es para tanto —susurro, pero, aun así, no puedo evitar el agujero en mi estómago o mi voz lastimera.
Quinientas doce personas es un número pequeño si lo dice una persona que está acostumbrada a ver miles y millones, pero no para alguien que solo tenía trescientas noventa seguidores.
Parpadeo para apartar el pensamiento, para permitirme seguir revisando otras publicaciones, para leer la bandeja de entrada, pero en mi cabeza solo están esas palabras.
La llamada entrante de Violeta, me rescata.
—¡SI ESTÁS VIVA! ¡Eres una ingrata Julieta Amira Esparza Guzmán! ¡¿Cómo has podido desaparecer de esta forma después de volverte viral?! —reclama nada más se conecta la llamada. Los pensamientos se hacen a un lado para reírme de su exagerada reacción—. ¿Y tienes la decencia de reírte? No tienes ni idea del alboroto que has provocado con esa presentación y yo lo único que quería era tener que responderles a todos, cuando me preguntaban que me habías dicho de eso. Y yo tuve que decirles, que no, que estabas desaparecida y no había podido gritar de la emoción porque lo hiciste genial, porque al fin te atreviste a hacerlo. ¡Lo hiciste, Amira! ¡PUTA MADRE! ¡LO HICISTE! ¡Y LO HICISTE INCREÍBLE!
—Yo... lo siento supongo, todo fue demasiado abrumador, tenía miedo...
—¿Miedo? ¿De qué, Julieta? Es tu vida, mi tío no puede impedir que la vivas.
—¿Lo sabe?
Violeta ríe con complicidad.
—Los chismes vuelan y lo sabes, en especial si estás en todo internet —Que lo diga de esa forma, provoca que los nervios aumenten—. Pero tranquila, no creo que haga nada.
—¿Ha dicho que no lo hará?
—No exactamente, pero toda la familia está emocionada. En la iglesia no te lucias de esa forma, en cambio en ese video parecías toda una celebridad. Tu voz, Julieta... ¡Puta madre! ¿En verdad debo recalcar que eres increíblemente talentosa? —Sus ojos me escudriñan a través de la pantalla—. Pero por si no te ha quedado claro, lo eres, y no lo digo solo porque seas mi prima favorita, o porque las personas en internet lo están señalando a gritos, sino porque la VoireApp también lo confirma.
—Ni siquiera he revisado aquello —confieso y ella lanza un bufido.
—Deja esos miedos, Julieta. Estás liberada, no tiene caso que sigas martirizándote, que quieras seguir viviendo en la sombra de tu talento. Es momento que te comas al mundo, que lo des todo, porque tienes el potencial para conseguirlo —Siento mis ojos escocer ante sus palabras, ante el tono que utiliza y la forma en que me observa—. Tú ya eres una estrella, solo que no eras capaz de aceptar el brillo que irradias, y cuando lo hagas nadie te va a detener de inundar el cielo.
—Graci...
—No se agradece por escuchar la verdad —me interrumpe—. Ahora sí, cuéntame como sucedió con lujo de detalles. Tooooodo, y haz énfasis en la foto de tu historia antes de desaparecer.
Le relato como se dio todo, incluyendo que terminé vomitando en medio de la calle y que por suerte aquello no consigue apreciarse en las fotografías.
"Gracias por eso, Dios"
Le remarco mis razones para desaparecer y el ajetreo de hoy, pero omito el comentario porque no quiero escuchar otra regañina de su parte.
—¿Puedes mandarme un video, Julieta? —Sofia le quita el celular a mi prima para investigar aquello, interrumpiendo nuestra llamada.
—¿Por qué?
—Para recordarles a todos que eres mi prima —recalca lo obvio—. No puedo creer que sea familia de una persona famosa.
—No soy una persona famosa, solo estoy en tendencia, pero eso no dura para siempre —Soy realista sin embargo ambas entrecierran los ojos en mi dirección para dejar en evidencia que no están de acuerdo.
—Eso dices ahora que aún no estás en One in a Million.
—Ni siquiera tengo un perfil en la VoireApp, y... —me callo en cuanto la veo a Vi elevar su índice para recordar las palabras que dijo hace poco.
—Ahora que colguemos la llamada, vas a abrir la aplicación, le darás a calificarme, subirás un video y disfrutarás de tu calificación y de tu perfil verificado, ¿entendido? —asiento no tan convencida—. Y prométeme que en cuanto la disquera se comunique contigo, no desaparecerás, me llamarás en ese instante, así yo me esté dando un baño para gritar a tu lado —Vuelvo a asentir con una risa tatuada en el rostro—. Ah, y me presentarás a Bruno Mars cuando seas famosa.
—Y a mí a Danna Paola —grita Sofia en el fondo, antes de que yo lo prometa y me despida de ellas.
Sostengo el celular por varios segundos dentro de mis manos, dudando, pero al final, abro la VoireApp, escuchando los frenéticos latidos de mi corazón retumbando en los oídos de fondo. Sigo los pasos que dijo Violeta, selecciono el video que grabé hace tanto tiempo y antes de darle aceptar, trago saliva, respiro profundo y rezo porque todo salga bien.
Al presionar aceptar, veo mi mano temblar. Siento una extraña sensación de adrenalina combinada con los nervios. Mi estómago se contrae en la espera, observando el círculo en color naranja sobre la pantalla mientras los resultados cargan. Cierro los ojos un segundo y aprovecho esa oscuridad para despedirme de la Julieta asustada en el fondo, para asegurarle que a partir de hoy comienza una nueva etapa, para prometerle que seguiré mi propósito sin perder mi visión en el camino.
El celular vibra en mis manos anunciando que los resultados están ahí. Doy una última inhalación, antes de abrir los ojos de golpe y leer lo que dice en la pantalla.
¡Eso ha sido magnífico! ¡Eres toda una estrella! ¡Tú voz nos ha enamorado, Julieta!
Calificación: La (en una escala de DO a SI)
Tipo de Voz: Mezzosoprano ligera: Dominas bien los graves y tienes mucha sonoridad. Te es fácil alcanzar los agudos con facilidad, claridad y nitidez, con una gran agilidad, además tus ornamentos son extraordinarios.
Si deseas calificar tus habilidades musicales, presiona continuar, si deseas solo ir directo a la verificación de tu perfil, presiona aceptar.
Pero, aunque intento mover mi mano por la pantalla, no sé si es mi celular, quien al igual que yo, se ha quedado en shock, o si solamente soy yo, la que no consigue hacer nada. Siento mi vista empañarse mientras el nudo formado dentro de mi pecho se desarma y el armamento con el que mi padre me vistió se deshace poco a poco.
Sus palabras diciendo que era buena pero no lo suficiente; las interminables veces que mi familia me dijo que no iba a vivir de la música, que buscara una carrera de verdad y dejara aquello como un pasatiempo; las "palabras de aliento" de mis amigos, exponiendo que cuando me graduara, cuando ya fuera alguien en la vida, podría entretenerme con la música, y las otras veces que los escuché reírse por decir que daría lo que fuera por vivir de ello. Todo se desmorona para darle paso a una sensación liberadora.
El calor se expande por mi sistema en una sensación de satisfacción y tranquilidad, pero también de nostalgia, de felicidad, de rabia, de remordimiento y de un sinfín de emociones más.
Quiero sonreír, pero no soy capaz de controlar lo que me sucede, solo puedo sentir las lágrimas correr por mis mejillas mientras ahogo los sollozos con el dorso de mi mano derecha contra mi boca, mientras con la otra sostengo el celular sobre mi pecho, en un gesto que intenta reconfortar todo lo que sucede dentro de mí.
—¡Ya te dije que no tengo de agua...cate! —la voz de Ginger se desvanece mientras escucho la puerta de mi habitación abrirse—. ¡Maika!
—¡Tú fuiste quién abrió la puerta!
Me sorbo la nariz, pero es en vano, los tres pares de ojos me han observado ya.
—¿Estás bien, Jules? ¿Qué ha pasado?
Carter no tarda en acercarse, se hinca frente a mí y sus manos no dudan al sostenerme de las mejillas, mientras me observa con genuina preocupación, en un gesto tan simple que significa demasiado para alguien que toda su vida recibió muy poco.
🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼
¡Ya conocemos la calificación! Tienen permiso para gritar JAJAJA
¿Qué piensan de ella?
¿Qué piensan de las 512 personas? 🙄
¿Qué creen que vaya a pasar?
¡Jules ya tiene un perfil verificado!
¿Quién más quiere que Jules les presenté un famoso cuando sea famosa? 🌚
Pregunta random: ¿A qué famoso les gustaría conocer? (Pa pasarle el informe a Jules)
Gracias por leer. Y bienvenidos a los nuevos lectores. Los amo muchísimo. De verdad gracias por todo el apoyo.
Nos leemos pronto. Les prometo que se viene fuerte 🌚🌚🌚
Mz
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