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Julieta
El mejor de los mejores...
El eslogan del cartel no deja de repetirse en mi cabeza, con un dolor punzante en el corazón y un cosquilleo que avanza desde las puntas de mis dedos y sube por todo mi cuerpo. Toda la energía se abarca en mi pecho, como la antelación al miedo, pero al mismo tiempo, como si las palabras me llamaran.
Se siente como si fuera una señal. Se siente como si esto fuera lo que necesito para dejar a un lado el miedo tonto a que la aplicación me califique, pero al mismo tiempo, como si cada uno de mis temores hiciera fiesta en mi interior para multiplicarse y recalcarme que quizás no soy tan buena. Que ese concurso no es para mí.
Pero aquellos pensamientos demoledores, no lo son todo en mi interior, pues la esperanza baila mucho más a gusto en medio de todos ellos, sonriéndome y diciéndome que es lo que tanto he esperado, el paso que me falta por dar.
Siento mis comisuras temblar, porque no se controlar con coherencia mis emociones, y tengo que controlarme. Recapacitar y tomar decisiones con la cabeza en blanco y no con todo este festín de conmociones en mi interior.
—Deberíamos volver por donas otro día —La voz de Carter, me trae devuelta al camino a casa.
Caminamos uno al lado del otro, a paso lento. El trayecto a penas y se ha sentido. Después de ver aquel cartel, me desconecté del mundo, ni siquiera fui consciente de lo que hablamos, y él tampoco parecía muy interesado en la conversación, al igual que yo, ese concurso parecía tenerlo con la cabeza en otro planeta, claro que no por la misma razón. Es evidente que el que Dash participe lo tiene impactado, como si fuese algo ilegal.
No me atrevo a preguntárselo, pero se deja a entrever.
Sin embargo, el que mencione volver a salir, hace que, por un momento, toda mi atención sea puesta en él. En esta salida. En su compañía y lo bien que me siento al estar a su lado.
Ni siquiera me avergüenza haberle contado la historia de mi último noviazgo, o parte de ella. De hecho, puedo decir que fue hasta agradable que lo sepa, pero lo que no lo fue, fue descubrir que sus razones para no salir con nadie van más allá de una relación fallida.
—Me encantaría, pero también podríamos hacer otra cosa —propongo sin miedo a su respuesta.
Pese a que me dio sus razones para no estar con nadie, la posibilidad aun pica en mi interior.
—Me gusta esa idea. Piensa en que podríamos hacer el próximo sábado y házmelo saber para desocupar mi tarde.
Carter Prescott es la peor persona para fingir que no se busca una relación cuando esa así de accesible.
—¿Cualquier plan está bien? —Sonrío con picardía y él me devuelve el gesto, girando levemente su rostro en mi dirección antes de asentir. No les teme a mis decisiones y aquello me agrada—. Me parece perfecto, entonces yo te escribo.
Falta una cuadra para que lleguemos a nuestro destino, pero no siento aquel extraño vacío al terminar una salida, todo lo contrario, me siento tan bien que quizás podría brincar de emoción.
—Voy a esperar tu propuesta, Jules.
—Que sepas que quizás sea atrevida —advierto y él sonríe como si no me creyera capaz, encogiéndose de hombros, con las manos metidas dentro de los bolsillos de su pantalón. Dejo de sonreír para enfatizar mis palabras—. Es en serio, Carter.
—Te creo, y espero no arrepentirme.
—Créeme que puedes arrepentirte de cualquier cosa en esta vida, menos de haberme conocido y aceptar mis propuestas.
Por un segundo su rostro deja de mostrar ese gesto divertido para darle paso a una seriedad que me confunde mientras observa mis ojos. Su mirada es tan intensa que tengo que sonreír para amortiguar el peso de ella, y romper con el momento, para darle paso a uno que sea menos incómodo.
—¿Siempre eres así de directa, Jules?
—La mayor parte del tiempo —respondo, dando un paso delante de él, llegando a la entrada de la casa de los Moore—. ¿Siempre te muestras así de intenso cuando estás incómodo?
—No estoy incómodo. Todo lo contrario.
Enarco una ceja en señal de incredulidad.
—Lo que digas, Carter —Me detengo para observar su mirada puesta en mis acciones—. Me gustó salir contigo. Nos vemos por ahí.
Él abre la boca para responder a mi despedida, pero se detiene en abrupto ante una tercera voz entrando en la conversación.
—¡Ahí estás! Me tenías con el alma en un hilo. No puedes comportarte de esa forma conmigo, Carter Prescott —Ambos dirigimos nuestra atención al tipo moreno y robusto que se mueve hacía el mencionado, con las manos elevadas mientras habla en un gesto melodramático—. Viajé demasiadas horas para verte y ¿así me pagas?
Carter se gira hacía mí al mismo tiempo que yo busco su mirada en busca de una respuesta. Al principio no sé cómo reaccionar, pero termino por lanzar una carcajada, antes de darle espacio en cuanto el tipo lo envuelve entre sus brazos y le da un sonoro beso en la cabeza.
—No seas melodramático, Maika, pareces un novio tóxico —increpa Carter mientras se suelta del agarre del otro, y coloca distancia con una sonrisa genuina y divertida. Tiene las mejillas sonrosadas, y me ve de reojo, avergonzado, con la cabeza inclinada, provocando que unos cuantos mechones rubios le caigan en la frente—. Nos vemos, Jules.
Sonríe con pesar mientras eleva la mano en mi dirección y yo hago lo mismo, haciéndome paso hacia el interior de la casa de los Moore.
—¿Qué? ¿No me la vas a presentar? —Consigo escuchar en cuanto llego al porche, y mi sonrisa solo se agranda al escuchar la respuesta de Carter.
—No. Ella es especial y no es para ti.
Quiero gritar de la emoción, pero me contengo para no hacerlo, y para no girarme y correr a los brazos de Carter.
Me quedo con la espalda recostada sobre la puerta, con una sonrisa que no debería de tener, así como tampoco este palpitar en mi pecho y el calor en mi cuerpo.
—¿Nos trajiste donas? —La voz de Gigi consigue que me recomponga y trate de traer de nuevo la cordura a mi sistema.
—¿Debía hacerlo? —cuestiono en un tono receloso, porque no me da buena espina la actitud de ninguno de los dos diablillos.
—A Ginger no le va a gustar saber que has salido con Carter —acota Harvey—. Y tampoco a Dash.
—¿Y debería importarme por qué...?
Ambos se observan antes de elevar los hombros.
—No lo sabemos, pero si salieron a escondidas es porque no quieren que los demás lo sepan —La respuesta de Gigi tiene sentido, tengo que confesarlo—. Así que danos las donas y no diremos nada. Es por tu bien.
—Seremos unas tumbas —secunda Harvey haciendo una mueca con su mano sobre sus labios como si estuviera cerrando una cremallera.
—Yo les creo, pero mi intuición no, par de terremotos —Doy un paso hacía el frente, pero ellos impiden que pueda seguir avanzando.
—¿Nada te asusta, Jules? Dash ha dicho que te mandaría de regreso a tu casa y no queremos que te vayas —me recuerda Gigi, con los brazos cruzados sobre su pecho—. Si nos das las donas, nosotros lloraremos para que te quedes.
—Hasta podemos arrastrarnos por el suelo para defenderte —Las palabras de Harvey solamente provocan que tenga que aguantarme la risa—. No haríamos eso por cualquiera.
—¿De verdad? —Me agacho hasta quedar a su altura. A simple vista parecen un par de angelitos con ciertos rasgos asiáticos, pero de cerca, se pueden ver sus malas intenciones. En un sentido inocente lleno de bromas—. Tengo que admitir que son astutos, y solo por eso, les daré esto.
Los presiono con mis brazos, hasta conseguir envolverlos por completo y darles un beso en la mejilla a cada uno, lo que provoca que se revuelvan y yo comience a carcajearme.
—¡Qué asco, Jules! Solo queremos donas, no tu amor.
—¡Ese dáselo a Carter!
Ambos consiguen zafarse de mi agarre, mientras se limpian las mejillas con las manos al mismo tiempo que yo finjo indignación ante sus gestos y trato de verme seria, como si estuviera enojada, tensando los músculos de mi rostro, cuando lo que realmente quiero es carcajearme.
—Bien, también le daré esto —sentencio, mientras elevo el paquete entre mis manos. Ni siquiera tengo la capacidad de sostenerlo por más de cinco segundos, porque en un parpadeo ambos ya han conseguido quitármelo y correr escaleras arriba con las donas integrales y libres de azucares. Compre las dos iguales, porque presentía que algo así podría suceder, y los Moore vigilan que Gigi cumpla con su dieta al pie de la letra.
Después de levantarme del suelo, camino a paso lento hasta la cocina para tomar un vaso de agua. Los gemelos consiguieron que la emoción ante las últimas palabras de Carter menguase, pero en cuanto me encuentro sola, bebiendo el contenido del cristal entre mis manos, una sonrisa amenaza con aflorar en mi rostro.
Las comisuras me tiemblan, en lo que trato de resistirme, porque no debe sentirse como la gran cosa, pero no puedo evitarlo por mucho tiempo. El calor en mi pecho no hace más que crecer, las manos me tiemblan y por fin mis labios ceden para volver a sonreír, a tal punto de sentir que es una mueca que va a quedarse tatuada en mi rostro.
Me termino el agua en un santiamén y de inmediato tomo otro, esperando que, con eso, mi cuerpo recupere la compostura y deje de sentirme como si hubiera corrido un maratón, con la garganta seca y el corazón golpeando con fervor mi caja torácica. Dejo mi cadera recostada sobre la losa de la encimera, hasta que siento mi celular vibrar dentro del bolsillo trasero de mi pantalón.
Violeta: ¿Cómo te fue? ¿Es muy pronto para cambiarte el estado civil en Facebook?
Me río de su mensaje, y sin poder contener la emoción, corro hasta mi habitación para marcarle y comenzar a contarle como sucedió todo. No le oculto nada, le detallo hasta lo más insignificante, dando hincapié en lo que dijo acerca de no querer tener una pareja, porque necesito una opinión respecto a ello.
—¿Y si es gay y no se atreve a salir del closet? ¿No lo has considerado?
La interrogante da una vuelta en mi cabeza, pero la abandona de inmediato, porque no me lo parece, porque no me ha dado esa espina. Aunque sí que es una buena opción.
De igual forma termino negando, mientras dejo el celular contra la pared para comenzar a desmaquillarme, mientras tarareo una pegajosa canción que brota sin más en mi cabeza.
—Entonces para mí que le quedan pocos meses de vida y sin querer elevar esperanzas, se ha recluido al amor, y tú llegaste a su vida para demostrarle que nunca es tarde para amar, dándole unos últimos momentos llenos de pasión, hasta que el día llegue y el destino cobre fractura, dejándote a ti con un corazón roto, pero con inspiración para escribir un álbum que te haga volverte famosa y con una historia increíble para contar durante las entrevistas.
Dejo mis manos a medio camino de llegar a mi rostro, mientras el sonido de la llave de agua se escucha de fondo, por largos y filantes segundos, hasta que mi prima rompe en carcajadas y yo la imito, porque amo su creatividad para armarse historias en la cabeza.
—Estás viendo demasiados doramas —expreso entre risas, mientras comienzo a lavarme la cara. Aún puedo escuchar su risa de fondo, y eso solo provoca que quiera seguir riendo y el jabón se me meta en la boca.
Joder.
—Admite que es un giro increíble en la historia —Elevo mi rostro, con los ojos entrecerrados solo para demostrarle que no me lo parece—. Que es trillado y dramático, pero ¿qué sería de una historia sin un poco de drama?
—Algo más fácil de digerir —contrarresto con la lógica—. Ahora si no te importa, quiero terminar de desmaquillarme sin tanta locura de fondo.
—Qué aburrida —lanza un bufido—. Por cierto, ¿has visto el concurso de One in a Million?
—¿Quién no? —evado el tema resaltando lo obvio, porque no se me apetece hablar de mis inseguridades con ella. Al menos no en este momento.
—Si tan solo escucharas lo genial que eres, Amira, no actuarías de esta forma —Finjo que aquello no me afecta, para continuar lavándome el rostro. Mi prima lanza un suspiro—. Y si yo tuviera un video tuyo cantando te demostraría que tienes el potencial perfecto para ser ese uno en un millón.
Lanzo una pequeña risa para contrarrestar el sentimiento de vacío en mi interior. Gracias a mi padre, dejé de cantar en público, especialmente cuando la VoireApp salió al mercado, supongo que su miedo a que ella me calificara lo hizo reprimirme de aquella manera. Me duele recordar que le permití controlarme de esa forma, hasta el punto de generarme esta inseguridad. Nunca hice nada para impedirlo, después de todo, vivía en su casa, él pagaba mis estudios y todo lo que tenía era gracias a él. Sabía que por mucho que quisiera ser libre, mis posibilidades de conseguir un trabajo decente y poder mantenerme eran pocas.
Por eso esperé tanto para poder escapar de él y sus reglas. Por eso tardé tanto en encontrar una forma de librarme de su soberanía. No ha sido un camino fácil, y aun cuando estamos alejados por muchísimos kilómetros, cuando ya no me mantiene, cuando tengo presente que gracias a este trabajo voy a poder hacer lo que quiera con mi vida, el miedo sigue abrazado a mí, junto al temor de que se entere que he desobedecido a lo que por mucho tiempo me prohibió.
—Tengo que irme, Vi. Hablamos luego.
Mi prima nota mi cambio de humor de inmediato, así que no pone mucha objeción.
—Las cadenas que él te colocó ya no están, Julieta. Estás libre. Haz lo que dijiste que ibas a hacer. Canta sin miedo.
Le sonrío con las comisuras temblándome, y los ojos cristalizados. El pecho se me oprime y las manos me tiemblan, mientras cuelgo la llamada. Me mantengo recostada sobre la losa del baño, con ambas manos, porque siento que, si me suelto, voy a perder el equilibrio.
Estoy consciente de que mi prima tiene razón, que no tengo que temer más, pero no es tan fácil actuar cuando has vivido bajo una sombra toda tu vida. Los contras son mucho más grandes que los pros. El miedo le sigue ganando a la razón y a lo que me dicta el corazón.
Elevo la vista para verme al espejo, mi reflejo me muestra a la misma chica que solía llorar cuando no entendía un tema en clase y se preguntaba cuál era la razón para aprenderlo, cuando no le interesaba, cuando no quería dedicarse a ello. Muestra a la Julieta que cantaba a escondidas y escribía canciones en el piano viejo de la abuela, a la que solo podía hacerlo cuando estaba en casa y sin mostrar tanta euforia. A la que le dijeron que podía unirse al coro de la iglesia si tanto quería relacionarse con la música.
Por patético que aquello fuera, me apasionaba ser parte de él, porque me sentía libre al hacerlo, me sentía en paz, y a mi padre no le molestaba que cantara los cantos en las misas de los domingos. Por esos pequeños momentos, conseguí encontrar luz en medio de esa penumbra en la que se convirtió mi vida, y que acabó en cuanto la VoireApp apareció.
Mi relación con la música entonces se resumió a cantar en la ducha o en el auto, y nada más. Porque tenía cosas más importantes que hacer. Porque lo que me apasionaba era un segundo plano en la cabeza de mi padre, lo primero era encontrar algo que me diera dinero con que mantenerme el resto de mi vida.
—De sueños no se come, Julieta.
Aquella es su frase favorita, y me duele que de tanto decírmelo, una parte de mí lo crea.
—Eso no es verdad. Él no está aquí, Julieta —siseo sin dejar de ver la imagen al otro lado. Con los ojos rojos, las lágrimas cayendo por sus mejillas y el labio inferior temblándole mientras habla.
Me limpio el rostro con el dorso de mi mano, con una rudeza que denota la rabia acumulada por tanto tiempo. Por ser tan cobarde.
—Él miente y se lo vas a demostrar —sentencio, con la voz gélida y una cara de piedra que sella mis palabras.
(...)
No he podido hacerlo. No he tenido el valor de dejarme calificar.
Aun siento que las manos me tiemblan, mientras me reacomodo entre mis cobijas y trato de reconfortarme. He apagado el celular después de rendirme, y sentir que iba a vomitar de los nervios mientras me obligaba a subir el video. Una vez más, le he dado cancelar, porque el miedo y los malos presentimientos fueron mucho más grandes.
Vuelvo a girarme, y trato de concentrarme para poder dormir, pero no consigo hacerlo, pese a que me siento cansada y que es demasiado tarde. Me vuelvo a girar, esta vez para ver el reloj en la mesa de noche, que marca las tres de la madrugada (la hora del diablo).
Si tengo que levantarme a las ocho para desayunar, y si me duermo dentro de los próximos cinco minutos, bien habré dormido seis horas.
Cierro los ojos e intento relajarme y no dejar que ninguna parte de mi cuerpo se mueva. Vi un video en el que decía que si te quedas quieto por quince minutos automáticamente vas a quedarte dormido. No es tan difícil...
Salvo porque me pica el pie, y se me acalambra la mano en esta posición de lado.
Me volteó al otro lado, pero en esta, mi pierna se siente extraña, así que intento quedarme boca arriba, pero siento que me asfixio a los pocos minutos.
—¡Maldita sea, Julieta! Nos quedan menos horas para dormir —Me recuerdo en voz baja, antes de quitarme las cobijas porque ahora siento calor.
Doy unas pequeñas pataletas, antes de sentarme sobre la cama y tomar mi celular para encenderlo. Quizás verlo, me ayude a quedarme dormida por fin.
Las notificaciones llueven al hacerlo, pero no me tomo el tiempo en revisarlas, mucho menos me quiero enfocar en los mensajes, hay varios allí que no me apetecen leer. Abro Instagram y comienzo a revisar las historias, para cuando las he visto todas, aun no siento el deseo de dormir y aquello comienza a frustrarme, así que cambio de aplicación y abro Facebook, pero en lugar de funcionar, termino más enfocada en reírme de los memes en mi inicio.
Rendida, y aburrida, bajo la pestaña para leer las notificaciones y si antes mi estado de alerta estaba en todo su esplendor, al leer su mensaje siento que cualquier rastro de sueño se ha perdido, mientras mi corazón pega un pequeño brinco y una sonrisita se forma en mi rostro.
Quiero evitar esta electricidad, quiero no sentir esto, pero lo estoy experimentando y con mucha fuerza.
Carter: Por la tarde ya no tuve tiempo de decirlo, pero a mí también me gusto salir contigo, Jules. Descansa.
🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤
Holaaaaa!
¿Cómo están? ¿Cómo los trata la vida esta semana?
¿Cuántos quieren darle un abrazo a Jules y decirle que se deje calificar por la VoireApp? 😓
Y por otro lado, ¡Ya llegó Maika! 😏
¿Quieren conocerlo más? ¿Qué tal la primera impresión?
¿Complicará las cosas entre Jules y Carter?
¿Saldrán estos dos el próximo sábado? 👀👀
Pregunta random: ¿Quién es su crush literario o ficticio supremo? 👀
Nos leemos el próximo martes. Los quiero muchísimo. Cuídense, usen mascarilla y pórtense bien 😏
¡Feliz semana!
Mz
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