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Julieta
El celular vibra en mis manos anunciando un nuevo mensaje que no quiero leer. Sabía que contarle a mi prima lo que pasó, provocaría este bombardeo de preguntas, pero tampoco fui capaz de guardármelo para mí.
"¿Qué necesidad, Julieta? Para qué abres la boca si luego ya no quieres dar explicaciones".
Mis riñas están de más, sé que por más que me arrepienta y diga que no volverá a suceder, no voy a cumplirlo, jamás he sido buena ocultando lo que me sucede. Y eso solo me hace sentir mucho más miserable.
Después de su visita, no sé por qué creí que volvería, que vendría a preguntar cómo seguí. Han pasado tres días, la gripe ha comenzado a menguar, aunque aún me cuesta respirar, la nariz me arde y el pecho me duele, sin embargo, los malestares ya no son tan fuertes como los primeros dos días. Carter no ha dado señales, y no sé por qué aquello me tiene tan mal.
Estoy convencida que es a causa de la atención que tuvo hacía mí, pero otra parte de mí, una que sigue siendo demasiado ingenua, tiene otra perspectiva que no quiero ni pensar, por lo patético y deplorable que es.
Prometí que no volvería a ceder al amor, no después de lo que él me hizo, y tengo que cumplirlo.
Pego un brinco al sentir el celular vibrar en mi mano. Es Violeta, quien quiere hacer una videollamada, irrumpiendo el recuerdo de aquel miserable y se lo agradezco. Planeo no contestarle para luego enviarle un mensaje excusándome, pero ella es realmente persistente, en cuanto vea mí contestación, volvería a marcar, así que termino cediendo.
—Gracias a Dios no has rechazado la llamada —brama—. Quiero detalles.
No se va por las ramas, y a veces odio eso. Sería más fácil persuadirla si lo hiciera.
Me acomodo en la cama antes de responder.
—Ya te he dicho todo por mensaje —contesto—. Y ya estoy mejor, por si estabas con el pendiente.
—Si, sí. Me alegro —Hace una señal con su mano que le quita importancia a mis palabras—. ¿Qué te dijo cuando llegó?
Lanzo un suspiro, mientras observo a los lados y me percato de que la puerta de mi habitación esté bien cerrada, no quiero que nadie escuche como le relato a mi prima lo que sucedió con Carter —Aunque dudo que me entiendan, porque cuando hablo con ella, uso el español—, nuevamente, no quiero que crea que me interesa, solo porque fue amable.
Y se lo hago saber a Violeta, pero por la forma en que sonríe al escucharme hablar, sé que piensa otras cosas. No es una sorpresa, suele tener una imaginación bastante creativa.
—¿Y no ha dado señales? ¿Ni siquiera has escuchado que tus jefes lo mencionen? A lo mejor se enfermó después de llegar a verte —dice y asiento. Aquello es algo que ya se me había pasado por la cabeza, y por lo que me siento medianamente culpable, especialmente porque de ser así me gustaría tener un detalle con él, para saldar la deuda de lo que hizo por mí—. Yo que tú iba buscando información o su número de celular para agradecerle. Hay que mantener bien amarrado al ganado.
Me río de su mal chiste y su carcajada llega entrecortada, nuevamente, a causa de la señal.
—No seas idiota.
—Pero es verdad —agrega—. Velo de otra forma, es tu visa y nacionalidad asegurada. Justo como siempre lo planeamos —Una sonrisa malvada usurpa sus labios, mientras junta sus manos frente a su rostro, como si aquello fuera algo verídico y no se tratara de un chiste.
Estoy segura de que, si alguien escucha esto, me tacharía de oportunista, cuando estoy lejos de serlo. La sola idea de imaginar que no soy capaz de conseguir lo que quiero por mí misma, sino porque alguien más lo consigue por mí, me causa nauseas. Es un grave problema de orgullo, estoy consciente de ello.
Pero pese a ello, me río del chiste de mi prima, porque en verdad ha conseguido causarme gracia, por mal que esté que bromee de esa forma.
—Eres una interesada —señalo con fingida indignación a lo que ella lanza otra carcajada.
—Solo te estoy mostrando tus opciones, querida prima —apunta con determinación. Mi rostro de fastidio la hacen retractarse de inmediato—. Bien, no bromearé más de aquella forma, pero tú eres quien me da alas para que lo haga.
—¡Solo te conté lo que hizo por mí! Para demostrarte que aún existen buenas personas en el mundo —justifico, porque tengo la esperanza de que sea así. De verdad creo que Carter Prescott es un buen tipo, con modales y sin intenciones ocultas, aunque su ausencia no deja de darme dolores de cabeza.
No debo pensar en por qué no ha dado señales de vida. Me he convencido de que tiene una vida, que no soy una prioridad, que vino porque es cortés, y que lo único que busca en mí es una amistad, entonces, ¿por qué me preocupa tanto?
Él no me interesa, de eso estoy segura, pero dijo que quería que fuéramos amigos. ¿No es de amigos saber cómo está el otro?
"Cómo si tu experiencia pudiera justificar aquello"
Aquello me cae como un balde de agua fría, al percatarme que probablemente, nunca he tenido un amigo de verdad.
Yo me preocupo por ellos, me hago tiempo para pasar tiempo a su lado, cancelo planes, modifico mi agenda, y a cambio, lo único que siempre obtuve fue ausencia, despreocupación, falsas excusas baratas sobre cómo surgió algo de improviso, que me dejaran en visto o ignoraran mis mensajes.
En múltiples ocasiones consideré que el problema es mío, que soy demasiado hostigante, que pido demasiado, que quizás no soy lo suficientemente comprensiva respecto a que tienen una vida fuera de nuestra amistad, a que quizás, estaban demasiado ocupados como para responder un mensaje, que tenían problemas o que querían tomarse un tiempo para estar solos, porque es comprensible, yo también me he sentido así, pero no se dar poco.
Me gusta dar mucho, y siempre espero recibir lo mismo a cambio, quizás, porque sé que no merezco menos. Nadie debería esperar menos de lo que está dispuesto a dar.
En un tiempo intenté dar sin esperar recibir nada a cambio, porque hay quienes afirman que trae mejores recompensas, y lo único que hizo, fue llevarme a llorar en las madrugadas, preguntándome que había hecho mal, en qué fallé, o por qué de pronto las personas comenzaron a alejarse de mí.
He querido dejar aquel sentimiento de insuficiencia, pero es imposible cuando las personas a quienes dejo entrar a mi vida salen de ella sin darme una sola explicación.
Es abrumador, agotador y malditamente doloroso, pero he aprendido a vivir con ello, que ya sé cómo sonreír y demostrar seguridad, aunque esté muriéndome y sintiéndome como la mierda por dentro.
—Y por lo mismo, le das rienda suelta a mi imaginación —Violeta hace que aquellos pensamientos se disipen, pues es la única persona que siempre ha sido constante en mi vida—. Podría comenzar a escribir un libro sobre su historia, ¿sabes?
Coloco mis manos sobre mis mejillas apretándolas en un gesto de frustración que hago a menudo para guardar la compostura. Mi madre detesta que lo haga porque afirma que me deforma la cara, pero tengo que admitir que mis cachetes son de las partes favoritas de mi rostro.
—Estas loca, Vi. ¿Por qué mejor no me cuentas como vas en la universidad?
Aquello es suficiente para cambiar el tema, porque a mi prima no es algo de lo que le guste hablar mucho. Ama estudiar una ingeniería y romper el estereotipo, pero a veces afirma que las ganas de mandar todo a la mierda y dedicarse a vender plantas, no le parece tan mala idea.
El toque en mi puerta me sobresalta y hace que mi cuerpo reaccione en alerta, a la espera de quien esté del otro lado. Hay un extraño agujero en mi pecho mientras me reacomodo en la cama y pregunto quién es. Siento la mirada de Violeta a través de la pantalla y trato de fingir que no me importa de quien se trate, aunque esté escuchando las palpitaciones de mi corazón en los oídos, mientras espero una respuesta.
—No quería interrumpirte, pero te traje esto —anuncia la señora Moore, con una bolsa de papel entre las manos—. Me indicaron que dijera: "Disfrútalo".
Arrugo el cejo mientras me encamino para tomar el pequeño paquete, con un extraño presentimiento asentado en mi estómago que hace que respire con intranquilidad.
—¿Quién? —Me escucho serena, y lo agradezco tanto, porque por dentro soy todo un revoltijo de emociones.
—Está en la nota —informa—. Tengo que irme, si necesitas algo, no dudes en llamarme.
La señora Moore sale de la habitación sin decirme más y yo me quedo parada en medio de la habitación, con una revolución dentro.
Trago saliva al observar la bolsa de papel entre mis manos, pero no consigo calmar a mi cuerpo con ello, todo lo contrario, siento que el estómago se me revuelve en la espera por leer quien ha enviado esto, aunque estoy casi segura del remitente.
Armándome de valor y con la curiosidad latente en cada poro de mi cuerpo, busco la famosa nota. Casi le doy vuelta a la bolsa para encontrarla, pues se encuentra dentro de ella, pegada en el dobles de cierre.
"No estoy seguro de si ya has recuperado el gusto, pero de ser así, me gustaría estar al corriente. Escríbeme para saberlo.
Carter P."
Debajo de su nombre ha colocado su número de teléfono y yo no sé bien cómo responder a ello, porque nada está bien.
Empezando por la reacción a mi cuerpo, queriendo dar una voltereta, o sintiéndome como si ya hubiera dado muchas de ellas, gracias al frenético cambio de mi respiración, a que siento el pulso acelerado en las muñecas, y aun escucho las palpitaciones de mi corazón más pesadas, más intensas. No es solo el gesto, es algo más y no quiero sentirlo.
Me toma varios segundos recomponerme, porque por pequeño e insignificante que parezca, estoy emocionada hasta la médula. Quiero reír, pero al mismo tiempo, quiero restarle importancia. Quiero correr a agradecerle, pero temo que se burle de mi efusividad, que crea que exagero mis sentimientos, que malinterprete mi reacción, o que yo malinterprete la suya.
"¡Dios! ¿Qué debo hacer?"
Veo al techo, con una sonrisa cubriendo mis labios, como si la deidad a la que le rezo desde que tengo memoria pudiera responderme en el mismo lenguaje que yo le hablo. A veces, aun espero que lo haga, porque me canso de esperar sus señales.
—¡¿Qué te han mandado, Amira?! —El grito de Violeta, consigue distraerme y caer en la realidad de la que escapé gracias al paquete de donas en mis manos.
Quizás estoy engrandeciendo demasiado su detalle, pero ¿hace cuánto alguien no me enviaba algo así sin que fuera un día importante o solo porque sí?
¡Maldición! Tengo que controlarme y dejar de sonreír como estúpida.
¡Vamos, Julieta! Recuerda que no puedes caer, no tan fácil como en el pasado.
Pese a mi reclamo, lo único que consigo hacer es lanzarme sobre la cama, con el paquete de donas sobre mi pecho, sin borrar la sonrisa que está acalambrando mis mejillas.
"Eres un caso perdido, Julieta. ¿Ya olvidaste lo que pasa cuando te dejas llevar tan rápido? Recapacita"
Y es verdad, estoy dejando de lado mi experiencia, pero es que, por lo menos un minuto más, me quiero dar el lujo de seguir sintiendo el calor en mi pecho sin remordimiento, porque Carter Prescott me ha enviado donas. Porque me da dado su número telefónico, y porque se ha preocupado por saber si he mejorado.
No importa con qué intención lo haya hecho, yo quiero pensar que, por primera vez en la vida, alguien está dando lo que por años yo solo fui capaz de añorar. Que, quizás, por primera vez, pueda sentir que es tener un amigo de verdad. Porque eso es lo que él ha dicho que quiere y le creo, así que eso también es a lo que voy a aspirar.
—¡Me ha enviado donas! —expreso sin reprimir la emoción que siento en cada terminación nerviosa. Mi voz sale aguda y chillona—. Y su número telefónico —No me digno a aclararme la garganta, al contrario, la agudizo un poco más. Mi prima sonríe con complicidad y veo las ganas que tiene de hablar, pero no quiero que me arruine esto con sus bromas, ni sus insinuaciones, así que no la dejo—. Hablamos luego.
—No te atrevas, Ami.
—Adiós, Encarnación.
Me río de su rostro en cuanto corto la llamada, no solo porque la he dejado con la palabra en la boca, también porque se cuánto odia su segundo nombre, tanto como yo el mío, pero me he acostumbrado a que ella me llame de esa forma.
Quizás me gustara un poco más si me hubieran llamado Amira Julieta y no Julieta Amira.
Nuestras madres, querían que nuestros nombres tuvieran relación con la virgen María, pero mi madre tuvo un poco más de compasión conmigo, que mi tía con mi prima.
Siento el celular vibrar en mi mano, y eso me hace volver mi atención a algo más importante que mi nombre.
Al paquete que sostengo en mi otra mano contra mi pecho. Casi tan cerca de mi corazón, que puedo sentir los latidos desenfrenados de este, quien no tiene ni un poco de compasión al reaccionar de esta forma tan exagerada.
No lo pienso antes de ignorar todos los mensajes de mi prima, para agregar el contacto de Carter a mi celular. Los dedos me tiemblan mientras tecleo sobre la pantalla, tanto que temo equivocarme en algún digito. Reviso varias veces haber escrito todos los números en el orden correspondiente, no quiero equivocarme de número.
Luego de tres, o quizás diez revisiones, pulso el botón de mensajes y escribo una respuesta.
Yo: Aún no estoy mejor, pero esto me ha sacado una sonrisa
Lo leo varias veces, y lo borro, para luego volver a escribirlo, y arrepentirme una vez más.
Las manos me sudan, mientras el agujero en mi estómago amenaza con comerme entera, en lo que pienso una respuesta coherente y correcta.
"A la mierda"
Abro la cámara, mientras saco una de las donas del paquete y la ubico frente a mi rostro, de manera que únicamente se ve la mitad de este. Intento sonreír para omitir el hecho de que mi nariz se ve irritada y mi piel seca, y que mi cabello está revuelto. Saco la foto desde mi perfil bueno, y después de arreglarle algunos detalles de luz en el editor, la selecciono para enviarla, adjuntando un pequeño mensaje al pie.
Yo: Sonrío para fingir que mi gusto reconoce los sabores y que comer no me molesta HAHAHA
Pd. Gracias por el detalle 😉
Ni siquiera releo lo que he enviado. Bloqueo el celular de inmediato y lo coloco boca abajo sobre la cama, mientras dejo caer mi cabeza sobre la pared y siento cosquillas esparcirse desde mi estómago al resto de mi cuerpo, provocando que sonría y mueva los pies con emoción contra el colchón.
Quiero darle un mascón a la dona en mi mano, pero lo cierto es que no puedo hacerlo. Estoy temblando.
Respiro profundo varias veces, solo observando el techo, sin prestarle atención a mi celular, porque sé que, si lo veo, no voy a poder controlarme. Eso solo aumentaría mi ansiedad, aunque ya lo estoy, esperando por sentir que el aparato vibre anunciando una respuesta de su parte.
¡Maldición!
"¡Dios! ¡ayúdame a mantener la compostura! ¡Por favor!"
Lanzo un suspiro antes de recomponerme sobre la cama y tratar de darle el primer mascón a la dona con un glaseado de chocolate. Se ve bien. No creo que esté tan mal como me contó Carter que sus amigos tienden a decir.
Mastico despacio para poder —o tratar— de sentirle el sabor, pero o mi gusto no sirve, lo cual dudo un poco porque esta mañana le he encontrado un tanto de sabor a la sopa, o esto sabe extraño.
No me desagrada, pero tampoco le consigo lo dulce de los postres.
Estoy segura de que es mi gusto y eso me frustra. Odio estar enferma.
Le doy otra mordida y luego otra, hasta que me percato que gracias a la ansiedad que estoy tratando de ocultar, me la he terminado más rápido de lo que debía. Estoy por llevarme los dedos a la boca para limpiármelos, cuando siento el colchón vibrar gracias a mi celular, y las cosquillas en mi estómago solo se multiplican.
Trago saliva, esperando que eso me ayude a tranquilizarme, pero es imposible. Cuando tomo el celular, con las manos temblorosas y sudorosas, el pulso se me acelera y mi corazón amenaza con salirse de mi pecho.
Me río de mí misma al percatarme que solo se trata de otro mensaje de Violeta. Ruedo los ojos al ver que ya ha enviado como veinte, así que resignada abro el chat.
Violeta: Eres una ingrata.
¿Ya le escribiste?
Tienes que darme los detalles para escribirlo en el libro
¡Maldición!
No me dejes con la incógnita.
No puedo concentrarme en mi tarea y si no la termino voy a culparte.
Ya dimeeeeeee
Resignada y dándome cuenta de lo mal que la está pasando, o que finge hacerlo, porque sé que miente, es una cerebrito capaz de concentrarse así haya un terremoto, decido enviarle una captura de pantalla de lo que envié.
Yo: Eso fue todo, Vi. No hay porque emocionars...
Dejo de lado el mensaje en cuanto mi celular vibra y veo la respuesta de Carter entrar.
Me muerdo el labio inferior para amortiguar la sonrisa en mi rostro, pero no lo consigo, así como tampoco el serpenteo que se forma en mi interior.
Veo su mensaje desde la barra de notificaciones y siento que el mundo se me viene encima cuando no debería ser así.
Carter: En ese caso, cuando estés mejor deberíamos salir, para que las pruebes en tus cinco sentidos.
Pd. No es nada. Mejórate.
Le doy enviar al mensaje que estaba escribiéndole a mi prima y abro la conversación de Carter. Ni siquiera me molesta que crea que soy una intensa por responder al instante. Tengo el celular en la mano y no soy buena cuando me toca sobre pensar, porque tiendo a arruinarlo todo en lugar de actuar con naturalidad. Mi indecisión en el primer mensaje fue la excepción, más o menos.
Yo: Es usted un amigo muy considerado, Carter Prescott.
Pd. Gracias! 😊
Como la primera vez, bloqueo el celular y tengo la intención de colocarlo sobre la cama, cuando la pantalla se enciende y anuncia su respuesta.
Carter: Amabilidad es mi segundo nombre 😉
Yo: Si, tienes cara de llamarte así 🤭
Carter: ¡Gracias! Mis admiradoras lo dicen seguido hahaha
Yo: ¿Así que el "no quiero nada con nadie" era mentira? 😑🙄
Esta vez su respuesta tarda más en llegar y temo que mi mensaje haya sido indebido, pero vuelvo a respirar con tranquilidad al leer lo escrito en la pantalla.
Carter: Es encanto natural, Jules. No es mi culpa 🤷🏼♂️
Y de verdad que no.
Yo: Entonces eres un rompecorazones... interesante 🧐
Carter: HAHAHA
¿Alguna vez te han dicho que tienes un extraño sentido del humor?
Yo: No, pero sí que tengo una sonrisa de comercial 💁🏽♀️
Me río del mensaje mientras lo escribo, aunque es verdad. No me gusta alardear sobre lo que el resto piensa de mí, pero mi sonrisa es algo de lo que siempre me he sentido segura y orgullosa.
Carter: Tienen toda la razón, Jules, es linda.
Y pese a que me gustan los halagos, a que lo sé y me lo han dicho un millón de veces, en cuanto leo su mensaje, mi corazón se detiene y la sonrisa en mi rostro aumenta. Ni siquiera sé si sea gran cosa, pero se siente como si lo fuera.
Carter: ¿Qué haces siendo niñera cuando deberías estar posando en un comercial?
Yo: Gracias 🤣
Los seleccionadores de castings le tienen miedo al éxito.
Carter: Definitivamente. Temen que opaques al resto.
Yo: Exacto, por eso ni siquiera me aparezco 😌.
Mi sola presencia es capaz de hacer eso y más.
Esta vez no obtengo una respuesta inmediata. Observo el celular unos cuantos segundos antes de desistir y bloquearlo para tomar otra dona. No quiero sentirme ansiosa por esperar su mensaje (aunque lo esté), porque eso significaría que me importa más de lo que creo.
"Es una simple conversación entre dos personas que buscan ser amigos. Solo eso"
No tengo que convencerme de eso, cuando sé que es así. Mis motivos para venir a este país no eran, ni son, buscar una pareja. En mi lista de prioridades ni siquiera llegan a los primeros puestos, pues hay cosas mucho más importantes que quiero.
Y para lo que soy una tremenda cobarde, lo sé.
En cuanto mi celular vibra, lo tomo, pero no es un mensaje, sino se trata de una notificación de la VoireApp para que vea la nueva actualización de notas altas. Cada mes hacen una lista con las personas que lideran las calificaciones, y en cuanto la leo el miedo se apodera de mí.
Existen quienes nunca cambian de lugar y otros que se mantienen en su puesto. Los he escuchado, son sin duda, cantantes excepcionales, y no dominan solo la lista de la VoireApp, también las listas de charts e hits mundiales.
Después de todo, la música ahora se basa en los algoritmos de la aplicación y está, en el talento.
Son pocos, casi nulos, los cantantes que no se rigen por lo que dicta la VoireApp y también así, a quienes les importa poco lo que la aplicación diga de sus cantantes favoritos, son quienes los escuchan y los ayudan a avanzar pese a la calificación.
En cuanto abro la aplicación y comienzo a leer la lista mundial, no me sorprende ver los nombres de siempre, hay muy pocas novedades, sin embargo, en cuanto entro a la regional, mis ojos se abren en demasía.
En la primera lista, no entran los cantantes menores de edad, en cambio en la segunda si lo hacen, y ahí en el segundo lugar se encuentra el nombre de la última persona que pudo habérseme ocurrido.
Dasher Prescott.
Su rostro resplandece en la fotografía escogida y aun sin creérmelo, tengo que presionar su perfil para cerciorarme que es verdad y no una alucinación o una confusión.
Selecciono el video promocional y en definitiva es él.
Me daría tanto gusto poder decir que canta horrible, que la aplicación miente, que esto es una trampa, pero no es así. El insoportable canta increíble y tiene un carisma impresionante para desenvolverse frente a la cámara, mientras toca la guitarra y hace gestos que complementan su presentación.
Incluso me atrevo a decir que su ego tiene un poco de sentido, cuando es así de fenomenal, pero aquellos dos puntos no deberían de estar relacionados.
Es bueno, más que eso. Pero a quien le importa mi opinión cuando tiene un La de calificación, en una escala de Do a Sí, donde Do es lo más bajo y Si la más alta.
Y aquello, solo me hace sentirme un poco más miserable, porque de pronto, me encuentro preguntando qué calificación me pondría la VoireApp si al menos me atreviera a subir un video a mi perfil.
Un pequeño gramo de valentía me invade tomado de la mano de mi curiosidad.
Así que, como tantas veces, pulso "calificar" y cuando las opciones resplandecen, presiono "a mí" y de inmediato se abre la galería para que pueda seleccionar el video con el que se hará el proceso.
Tengo uno que grabé unos días antes de venir a Boston, lo tomé con la cámara de mi celular. En él interpreto Ain't it fun de Paramore, porque es una de mis bandas favoritas y la canción me encanta.
Y como muchas otras veces, cuando estoy por darle al botón de "Dime mi nota", las preguntas me invaden al lado de ese presentimiento en la boca del estómago que vuelve mi respiración más pesada y aumenta mi transpiración.
¿Y si es demasiado baja? ¿O solo está dentro del promedio? ¿Y si mi padre tuvo razón todo este tiempo? Después de todo, es muy diferente la percepción que yo tengo al escucharme a la que él tiene.
Niego y me digo que él no está aquí para ver mi cara de decepción o felicidad. Él no está aquí para influir miedo en mis acciones, y, aun así, lo está haciendo.
Mis dedos tiemblan sin conseguir presionar la pantalla, y la indecisión solo aumenta con el pasar de los segundos, mientras veo mi imagen reflejada en la miniatura del video.
Cierro los ojos un segundo, mientras trato de llenarme de valor, porque sé que soy increíble, sé que soy buena, pero... ¿La aplicación pensará lo mismo?
"¿Dios? ¿Debo hacerlo?"
Me río con frustración al esperar que me dé valor, que me llene de confianza en lo que hago, pero no sucede, al contrario, en lugar de eso tan solo comienzo a sentir como mis uñas se clavan con fuerza en la palma de mis manos, mientras presiono los parpados con vigor tratando de soportar este sentimiento.
La nariz me pica en aquella antelación del llanto y trago saliva una y otra vez para amortiguar el nudo formado en mi garganta, mientras el peso de la realidad me cae encima.
Quiero cantar, porque amo hacerlo, porque me han dicho varias veces que lo hago bien, pero principalmente, porque cuando lo hago me siento yo, dejo de ser una simple mujer y me transporto a un mundo donde solo existe la música y yo. En aquel lugar, no tengo inseguridades, no tengo miedo, no finjo, no soy sonrisas falsas o arranques de rabia, soy yo en mi máxima expresión. Solo yo en mi forma más genuina.
Puedo dejar de lado todo y sentir que vuelo por las estrellas, que me vuelvo una de ellas. Brillo, resplandezco, soy admirada.
Soy Julieta, sin más.
La música es lo que soy, pero el miedo me impide disfrutarlo.
¿Y si no soy tan buena? ¿Y si solo hago el ridículo y al final termino por volver y aceptar la realidad? ¿Si este no es más que un sueño tonto que no vale la pena? ¿Y si todos tienen razón y no es más que un pasatiempo?
Me muerdo el labio inferior, esperando que así deje de temblar y la sensación de impotencia que amenaza con hacerme llorar consiga alejarse, porque no debo sentirme así, porque debo tranquilizarme y confiar en quien soy.
"Eres valiente, Julieta. Eres mejor de lo que él cree"
Pero al abrir los ojos y ver la pantalla, me percato que no lo soy. Presiono cancelar y una vez más, pospongo mi destino.
"Mañana volveremos a intentarlo"
A intentarlo, porque no creo que la valentía haga acto de presencia.
Soy tan patética, que ni siquiera sé en qué momento creí que esto era una buena idea. El miedo no se esfumó en cuanto me alejé de mi padre, empacó sus maletas y se vino conmigo el infeliz.
Lanzo un bufido mientras dejo caer mi cabeza sobre la almohada y observo el techo. Siento el celular vibrar dentro de mi mano, pero ni siquiera me digno a acercarlo para descubrir por qué lo ha hecho. Lo único que quiero es dormir y despertar con un beso del valor que tanto me falta.
"¿Y si no le diste cancelar?"
Abro los ojos de golpe y me levanto en un santiamén para revisar que es lo que ha llegado.
—Mierda, mierda, mierda...
No es una notificación de la VoireApp —por suerte—, es un mensaje, y eso en lugar de tranquilizarme, provoca que las manos me tiemblen, mientras el agujero en mi estómago parece ser un espacio para fiestas por el temblor que provoca mientras abro la conversación.
Carter: Doy fe de eso.
Yo no he podido sacarte de mi cabeza
🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤
Ahhhh!!
Levante la mano quien cree que esto va por buen camino:
Ruede los ojos quién sospeche que no es así 🤣
¿Quién creen que se enamore más rápido? ¿Cárter o Julieta?
Confirmen si todos tienen una amiga/prima como Violeta.
Si no la tienen, definitivamente son ustedes 😏
Pregunta random: ¿quién es su cantante o grupo favorito?
Los te quiero mucho. Gracias por leer. No olviden votar y comentar. Nos leemos el próximo martes.
Mz
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