Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

0 : 0 6

Carter

—¿Y a ti? ¿Qué te da miedo, Carter Prescott?

Sé perfectamente que su pregunta va en broma hacía lo que yo he dicho, que al igual que yo, no espera escuchar algo profundo, solo una pequeña broma, como un miedo tonto, pero la forma en que Jules me observa hace que todo dentro de mi cuerpo revolucione.

Es como si bromeara, pero al mismo tiempo, como si intentara descifrarme. Y ni siquiera parece querer intentarlo.

Ella está ahí, sentada sobre su cama, con la nariz enrojecida y los párpados medio cerrados, pero sonriendo con genuina soltura y serenidad, que me siento expuesto, y extasiado en un nivel bastante extraño.

Vine aquí por impulso. Ginger se burló en cuanto escuchó que compré donas, pero lo hizo más bien porque insistió en que todos odian las donas de avena, sin embargo, Jules parece feliz comiendo la suya. No sé bien si me tomé este atrevimiento porque me compadezco de su situación, imaginando que algún día yo podría estar enfermo lejos de casa, o porque mi amabilidad comienza a sobrepasar los límites que yo mismo cree.

Cualquiera que sea la verdadera razón de mi llegada hasta su lado, comienzo a arrepentirme al sentir el extraño calor en mi pecho, porque yo nunca he sentido nada así por nadie, y nunca he tenido el impulso de querer alejarme. Jamás alguien ha llegado tan lejos y tan rápido. No sé qué sucede con ella, que me agrada tanto, ni conmigo que siente la necesidad de seguirme acercando a ella.

Hay tanto que me asusta.

Morir.

Ser vulnerable.

Ser juzgado.

Hacer el ridículo.

Pero principalmente, sentirme expuesto.

Me aterra la sola idea de pensar que, en algún punto, alguien vaya a conocerme tan profundamente, al punto de saber hasta el secreto mejor guardado por mí, aquel que me ha hecho ser quien soy, y que rige mi vida y mis relaciones desde entonces. Porque sé que cuando eso pase, todos mis miedos e inseguridades van a hacer un baile dentro de mí, que terminará por pulverizarme.

—El payaso de It —lanzo al ser el primer pensamiento que se me cruza por la cabeza. Responder con algo así siempre funciona y hace que mis secretos se queden en donde están. Bajo llave y bien guardados en el fondo de mi cabeza. La pelinegra frente a mí, se mofa de mi respuesta y eso me quita el peso de los hombros—. ¿Por qué te ríes? En verdad asusta.

Jules no borra el gesto de diversión de sus facciones, pese a que tiene que volver a estornudar a causa de su gripe. Se ve fatal, tengo que admitirlo, pero cuando se ríe, aquello amortigua lo primero, y vuelve a ser pura luz.

—¡Claro que no! Es más, a mí me dio risa casi toda la película cuando lo veía caminar en cámara rápida —Las palabras se oyen extrañas, no solo porque está congestionada, también porque su risa ha hecho que la frase salga entrecortada de sus labios.

No sé qué me causa más gracia, si el recuerdo de aquellas escenas de la película, o su propia risa, porque también tengo que admitirlo, es contagiosa, por inarmónica y cortada que sea, parece como si perdiera el aire y tuviera que respirar profundo para recuperarlo y seguir riendo. Es divertida, incluso sin proponérselo.

—¿No me he limpiado bien la nariz? —investiga de pronto, y sin dejar de reír, frunzo el cejo en su dirección.

—¿Qué? ¡No! —respondo de inmediato, dando un vistazo rápido por todo su rostro, para luego volver mi vista a sus ojos cafés. Me observa con un tanto de desdén, y una ceja alzada.

—Entonces, ¿por qué me observas de esa forma?

Niego.

—No sé de qué forma estés hablando. Así suelo ver a las personas —admito, aunque no estoy seguro, porque estaba demasiado ocupado volando en mis pensamientos. Quizás he sido demasiado intenso. Me recompongo en el asiento, en un impulso nervioso e incómodo que quiero ocultar.

Claaaaaaro —replica con incredulidad, antes de darle otro mordisco a la dona—. Cuando esté menos enferma, me gustaría volver a probarla, porque a penas y puedo sentirle el sabor.

Dejo salir el aire que había estado atascado en mis pulmones, y agradezco que haya dejado de lado aquel tema. No me sentía a gusto hablando de ello. Me agrada que sea buena para cambiar la conversación. Confirmo entonces el presentimiento en mi cabeza, que dijo que nos llevaremos bien.

—Con gusto, solo espero que no digas que saben horrible, como lo hace el resto —confieso con un pesar fingido, colocando la mano sobre el pecho, porque no me importa que a mis amigos no les gusten mis gustos, con que podamos encontrar un equilibrio, para mí va bien.

—Nunca diría eso —expresa con dramatismo—. Al menos, no en voz alta.

Me río de su chiste, pero agradezco su sinceridad. Es fácil soltarme con ella, y eso me asusta.

Al decirle que busco ser su amigo, no mentía, y tampoco cuando confesé que no busco nada con nadie. Me reconfortó escuchar que ella tampoco busca hacerlo, pero hubo algo que no comprendí en mi cuerpo, y fue el extraño retorcijón en mi estómago al escuchar sus palabras.

—Una chica discreta —digo en broma, porque de inmediato recuerdo todo lo que le dijo a mi hermano.

—Solo cuando me lo propongo —Su determinación se ve flaqueada por los estornudos de los que es presa. Se queda con el rostro elevado hacía arriba en cuanto termina, como si buscara tratar de recuperar la respiración. Su pecho se eleva con demasía por el esfuerzo, y de sus labios sale lo que creo es una mala palabra en español—. Cuando estoy enojada, no soy Julieta, sino el mismo diablo.

Es inevitable no lanzar una carcajada por su analogía, aunque hay algo más dentro de mí. Me gusta su nombre, pero cuando es pronunciado por ella.

—¿Me deletreas tu nombre? —pido y ella arruga el cejo—. Ya sé que Jules es un sobrenombre genial, pero quiero llamarte por tu nombre de vez en cuando.

Ella niega con una sonrisa que parece hasta malévola, pero que parece tirar más hacía la orilla de la coquetería.

—No. Me gusta que me digas Jules. Dejémosle el Julieta a mi familia y mis otros amigos.

Mi corazón da un pequeño vuelco que ignoro de inmediato, pero deja una incipiente electricidad en él, difícil de ocultar. Mientras mis labios forman una sonrisa que ilumina todo mi rostro.

—Claro, Jules.

Me es fácil ceder, y eso también me parece un problema, uno que espero no se vuelva más grande.

(...)

Estoy consciente de los riesgos que conllevó visitar a Jules, que fue algo completamente impulsivo, y que, de enterarse mis padres o mis amigos, me reñirían de la peor manera. Sé que no debía hacerlo, pero dentro de mí, algo más fuerte, me hizo escabullirme hasta su habitación, para ver cómo estaba.

Intento salir sin causar escándalo de la casa de los Moore, Ginger estaba en una junta con la nueva campaña que va a financiarla, y yo me propuse para cuidar a los gemelos, quienes están en mi casa viendo una película junto a Dash. Mis padres me prohibieron venir a esta casa, al menos hasta que todo esté resuelto.

Algunas veces siento que exageran, pero sé que no lo hacen porque estén locos, sino porque todos se preocupan por mi bienestar.

No quiero que se enteren que, contra todo pronóstico, he desobedecido sus reglas.

De nuevo.

A mi hermano le dije que iba a recoger un paquete, y aquello no levantó sospecha alguna.

El sol ha comenzado a ocultarse, mi visita pasó de ser rápida a durar más tiempo del que hubiera querido. No me moví hasta que Jules se quedó dormida, o hizo el intento de hacerlo. Lo sé porque sonrió en cuanto le dije que me quedaría hasta que la viera babear en un sueño profundo.

No debería sonreír como lo hago al recapitular ese suceso, de hace solo unos minutos, pero es tarde para ocultarlo. Estoy convencido que esa pelinegra despierta algo extraño en mí, pero que, como muchas otras veces, hacerla mi amiga conseguirá amortiguar aquella sensación.

Espero... pero lo cierto es que también deseo que mantengamos cierta cercanía.

Las otras chicas, suelen alejarse al darse cuenta de que no puedo ofrecerles lo que buscan, y no las culpo, yo tampoco estoy de acuerdo en que quieran hacer una lucha que no tiene sentido alguno.

No hay forma en que yo pueda cambiar mis ideales. No ha existido sonrisa o carisma que pueda lograrlo, porque el muro alrededor de mí es mucho más denso de lo que parece.

La sonrisa en mi rostro se borra en cuanto cruzo el porche y el auto de Ginger se estaciona. Intento escabullirme entre los arbustos, pero al escuchar el particular sonido de su auto al abrir la puerta, sé que me ha atrapado. Cierro los ojos y aprieto los párpados al mismo tiempo que también lo hacen mis puños, mientras maldigo en voz baja.

—¿Qué has hecho, Carter? —Intenta disfrazar su enojo con una voz tranquila al hablar, pero al no recibir respuesta de mi parte, lanza un gruñido—. ¡¿De dónde venías, Carter Prescott?! —Sus ojos buscan los míos con desespero, mientras su cuerpo se aproxima al mío, doy algunos pasos hacia atrás con las manos a la altura de mis hombros—. ¡Carter!

—¡Estoy bien, Ginger! —respondo luego de algunos segundos, aunque sé que no me ha creído—. No hay de qué preocuparse...

—Y una mierda —explota, hasta alcanzarme y tomarme de las muñecas con sus manos—. ¡Te das cuenta de la estupidez que has hecho! ¡Maldita sea! ¡¿En qué estabas pensando?!

Me zarandea a su antojo, y yo ni siquiera trato de soltarme de su agarre, porque sus ojos desprenden una preocupación que me hace sentir inmensamente culpable e idiota.

—Me han vacunado de la gripe hace unos meses —replico, como si esa fuera suficiente excusa—. Y ella solo tiene gripe, no es para tanto.

—¡¿No es para tanto?! ¿No es para tanto? —pregunta con el rostro completamente rojo de la rabia, al tiempo que suelta mis muñecas para empujarme con sus manos, golpeando mi pecho—. ¿Qué es lo que dices, Carter? Tus "no es para tanto" —hace comillas con los dedos—. Han terminado en el hospital —recuerda, reduciendo sus golpes para dejar las palmas sobre mi pecho. Su voz se ha quebrado al decir aquella última oración.

Las imágenes no tardan nada en llegar a mi memoria, y entiendo completamente su enojo y sus reclamos. Los Moore siempre han sido una segunda familia para mí, buscan mi bienestar tanto como lo hacen mis padres. El saber que habían desinfectado la casa fue lo que me motivó a entrar en ella y ver como se encontraba Jules.

Evito su mirada, porque me he comportado como un completo malagradecido e inconsciente, sin embargo, Ginger no tarda en tomar mi rostro con ambas manos y aunque intento zafarme de su agarre, ella presiona con fuerza mis mejillas hasta que sus ojos dan con los míos. Antes de que diga algo, me atrevo a abrir la boca.

—No le digas a mis padres que he venido, por favor —pido y su rostro pasa de verse dulce a endurecido en cuestión de segundos—. Prométeme que no les dirás nada, ni que tampoco tratarás de intimidar a Jules, cuando esta fue mi decisión.

Ginger resopla, antes de soltarme. Pese al enojo y la preocupación que denota, ahora también puedo ver cierta indecisión ante lo que he pedido.

No es la primera vez que tiene que cubrirme. Nos tapamos mutuamente, pero nunca había sido por haberme expuesto de esta forma.

—¡Maldición! —Eleva sus brazos y los deja caer, haciendo que se golpeen contra sus costados y el sonido rebote junto al aire del anochecer—. Voy a hacerlo, pero si te pasa algo, te juro que soltaré la verdad en la primera oportunidad que tenga —Sonrío, mientras dejo escapar el aire que estuve reteniendo ante sus acusaciones, pero ella en lugar de rodar los ojos, afina su mirada en mi dirección—. Y más te vale no volver a pisar esta casa hasta que Jules esté completamente sana o hago que la despidan.

No hace falta preguntar porque me amenaza con ello, cuando sabe que aquello es motivo suficiente para hacerle caso. Soy propenso a ser manipulado cuando el beneficio ayuda a alguien más, más de lo que podría ayudarme a mí. Es evidente en mis decisiones y muchos de mis actos.

Mi padre dice que es bueno que sea tan empático, pero al mismo tiempo me recuerda que no debo dejar que se aprovechen de mi solidaridad, ni tampoco hacerme tan de menos.

Y no lo hago, solo que algunas veces —casi siempre—, termino colocando a los demás, sobre mí. No en un mal sentido. Solamente es que me gusta ver a otros ser felices. Eso me hace feliz a mí.

—Gracias, ricitos de oro.

—No me agradezcas nada, solo deja de ser tan amable con la niñera —agrega y su semblante cambia. Sonríe con mofa, como lo hizo al saber que iba a comprar donas para mandárselas a Jules—. ¿En qué momento cambiaste de opinión? ¿No ibas a mandarle las donas a mi madre para que se las diera a Jules de tu parte?

—En el momento en que tu madre se fue a una reunión de emergencia en la oficina —recuerdo y ella niega.

—No era de emergencia, lo tenía apuntado en el calendario. Vino un inversionista canadiense, pero eso no es lo importante —Se cruza de brazos, mientras me observa con una ceja alzada—. ¿No podías esperar a que yo volviera o tanto era tu deseo por verla?

Quiero pasar por alto su burla, pero no puedo. El ambiente ha pasado de ser hostil a algo un poco más incómodo para mí, pero divertido para ella.

Aunque no puedo negar que si me pareció extraño no ver a Jules durante estos días.

—No empieces, Ginger —acoto en lo que busco una excusa, porque ni siquiera yo sé con exactitud que me llevó a querer visitarla. Por una parte, sé que fue la ternura que Jules despierta en mí, pero por otra, sé que pudo ser mi sentido de humanidad al saber que estaba sola. De cualquier forma, sea cual haya sido el sentimiento que me impulsó a venir, va a ser tomado como una nueva excusa de Ginger para molestarme—. Es que, con los gemelos en la casa, tener comida es complicado.

—¡Si, claro! Cómo si a ellos les gustaran tus donas. Saben a tierra, Carter.

—¿Has comido tierra?

—Sí, contigo a los seis años —rememora y es suficiente para acabar con el ambiente tenso, pero no con sus bromas respecto a mi presencia en su hogar para verificar el estado de salud de Jules.

¿En qué lío me estoy metiendo?

🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼🎤🎼

Si, Carter. ¿En qué lío te estás metiendo? JAJAJAJA

Del uno al diez, ¿qué tan enamoradizos son ustedes?

¿Qué esconde Carter?

¿Drama? Si señores, así es JAJAJAJA

Quién adivine se lleva un premio sorpresa 😏😏

Gracias por leer. Los te quiero mucho. No olviden votar y comentar

Mz

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro