Capítulo I: Caos
⚠️Advertencia⚠️
Este libro contiene escenas no aptas para todos.
Se recomienda leerlo en la noche para una mejor experiencia
El diablo no se muestra siempre como
una criatura monstruosa con largos cuernos.
El diablo puede ser la sonrisa y el brillo de
los ojos de la persona equivocada.
-Miguel Santamaria
✞︎✞︎✞︎
Mis piernas no daban para seguir corriendo, estaba agitada, observé detrás de mí las sobras que me rodeaban.
Mamá solía decir que los espíritus no podían hacerte daño pero ahora mismo pensaba todo lo contrario.
Me tropecé con una piedra, más sin embargo no me dejé caer al suelo, no dejaría que me mataran, no en éste lugar.
En ese momento todo empezó a dar vueltas a mi alrededor, estaba bastante confundida, me confundí más cuando el escenario cambió y me vi a mi misma en un espejo con un cuchillo en la mano.
Fruncí el ceño cuando sentí un líquido espeso tocar mis pies descalzos, bajé la mirada. Había sangre por todas partes, lo más raro de ésto es que no sabía de donde provenía aquella.
Me miré de nuevo en el espejo, viendo múltiples sombras detrás de mí, sonriéndome, me estaban haciendo perder el control para así poderlo tener, mis manos apretaron el cuchillo fuertemente y lo giré hacia mí abdomen, no podía controlarme, no sabía lo que hacía.
Las sombras detrás de mí sonreían sínicamente, solté un suspiro cuando de repente me vi a mi misma clavándome el cuchillo en el vientre. La sangre salpicó el espejo haciéndome jadear de dolor, mis piernas se debilitaron y todo mi cuerpo estaba temblando, mis manos sostuvieron de nuevo el cuchillo y lo empujé hacía afuera.
Lo puse en mi garganta, las lágrimas salieron de mis ojos cuando supe que era mi fin, y justo cuando me vi suicidandome las sombras se redujeron a una sola, la imagen cambió de nuevo y ahora era aquella quien sostenía el cuchillo con su brillante filo en mi garganta, sentí cuando hizo presión y no dejaba de ver en el espejo como cortaba la primera capa de mi cuello, el cuchillo tenía un corte increíble.
De un solo movimiento mi cabeza quedó mirando hacia atrás, descolgada, trataba de tapar aquella apertura de mi garganta, pero no era capaz de hacerlo, era un caso perdido, observé como la cadena de mi cuello se levantó terminándome de quitar lo que quedaba de cuero.
Una risa asquerosa me aturdió los oídos, la sombra desapareció y luego todo para mí se volvió negro.
Me levanté sobresaltada, lo primero que hice fue tocar mi cuello, pero solo me encontré con la cadena que me había dado mi hermano, no habían rastros de sangre allí, no había cortada en mi abdomen, no habían sombras, miré alrededor desconcertada, llena de miedo, y para mí dicha era mi maldita habitación.
Solo había sido un mal sueño.
Miré mis manos que estaban temblando, no le tenía miedo a las sobras, ni mucho menos a la oscuridad, pero si le temía a morir, más sin embargo algunas de mis acciones demostraban lo contrario.
Dejé de pensar tanto en una pesadilla que no se haría real, por el simple hecho de que esos estúpidos fantasmas no existen. Miré la hora en el reloj,
12 a.m, no había pasado ni una hora desde que me dormí.
Cerré mis ojos intentando conciliar el sueño de nuevo. Dí unas cuantas vueltas en la cama escuchando susurros que para mí, en los últimos días, se habían vuelto normal.
En la mañana, cuando desperté, seguí mi rutina de todos los días, solo que ya no tenia que ir a la estúpida universidad, pues ayer me había graduado en psicología, mi amiga Valentine en enfermería y Jesse en modelaje.
Mi vida era la de cualquier adulto joven, al fin había obtenido mi licenciatura en psicología, podría decirse que ha sido mi sueño desde siempre.
Estaba sentada en mi escritorio organizando mis documentos en una carpeta, cuando volviera tendría que empezar a buscar empleo, justo cuando llegué a una hoja en la que yacía el nombre de mi hermano se me erizó toda la piel.
Opté por dejar todo como estaba, me daban escalofríos el simple hecho de pensar en eso.
Mi celular comenzó a sonar, mentiría si dijera que no me sobresalté, siempre había sido un poco miedosa.
Descolgué la llamada y puse el celular en mi oreja.
-¿Hola? -esperé un momento a que hablaran.
-¡Anne! -separé rápidamente el celular de mi pobre tímpano al escuchar la voz chillona de Jesse.
-¿Tienes que gritar? -pregunté con mi voz notablemente cansada.
Me levanté del suelo, de paso sacudiendo mi culo lleno de polvo, me dirigí al baño a pasos lentos.
-Mañana en la tarde vamos a ir a tu casa Tine y yo, recuerda que tenemos que arreglar lo del viaje de celebración -me habló como una madre enojada, llevaba toda la semana hablando de eso, rodé los ojos fastidiada.
-Ya lo sé, no tienes que recordármelo -reproché.
-¿Estas ocupada? ¿Y si hacemos pijamada? -preguntó entusiasmada. No me sentía bien ni mental, ni emocionalmente para estar toda la noche despierta. Con esas chicas una pijamada era no dormir literalmente, y yo necesitaba todo lo contrario.
Y tenía algo que hacer.
-Es mejor que no, sinceramente ahora no me siento bien. Tengo muchas cosas por hacer y... -quería seguir hablando pero me vi interrumpida por ella.
-¿Te sientes mal?. ¡Pues con más razón deberíamos de ir! -gritó de nuevo, ese siempre era el puto problema con Jesse, no se callaba.
-No Jesse, es mejor que no -insistí.
-Bien -se rindió -, entonces pasaremos mañana. --afirmó. Soltó una risita y escuché susurros al otro lado.
-Está bien -respondí.
-Bay, te quiero -debo admitir cuya palabra me incomodó, ese "Te quiero", no me gustaban las palabras cariñosas y más si venían de ciertas personas.
-Bay -soltó una última risa y luego de eso colgó.
Abrí el grifo de la tina y la llené con agua caliente, quitándome todos los pensamientos que tenía, me quité la ropa que traía puesta y como de costumbre metí un dedo para probar la temperatura.
Estaba perfecta.
Metí una pierna en aquella, cuando empujé todo mi cuerpo dentro del agua me relajé.
Estiré mis piernas hasta tocar el borde de cerámica, cerré los ojos un momento. Siempre hacía la misma rutina, pero no había nada mejor que una bañada en la tina. Era desestresante, relajante y me hacía bien.
Abrí los ojos observando el techo blanco pensando en Maximiliano, había estado enamorada de ese hombre desde que empezamos el semestre, más sin embargo parecía una maldita adolescente cada vez que se acercaba. Ahora no iba a poder verlo más, él abriría su propio consultorio.
Mi vida amorosa era un asco, había terminado mis días de sexo sin control cuando comencé la universidad, para mi era demasiado estrés lidiar con dos cosas, en cambio Valentine tenía novio y Jesse se acostaba con cualquier chico lindo.
No era que a mi no me quisieran porque fuera fea, si no que muchos me tachaban de rara, no suelo hablar mucho con nadie a pesar de tener algunos amigos. A parte de que pocos en la universidad eligieron la carrera que yo elegí, pero ¿Qué podía hacerle? A mi la psicología me parecía lo más de interesante.
Alcancé el shampoo que estaba a unos escasos metros de mi, lo regué en la tina y moví mis manos haciendo que la espuma se pronunciara.
Volví a acostarme relajandome aunque eso haya durado solo un momento.
Mis demonios me perseguían...
La cadena de mi cuello tiró hacia abajo hundiéndome en el agua, llevé mis manos a aquella, mis piernas se inmovilizaron, entré en pánico cuando el oxígeno empezó a agotarse.
Mi cabeza daba vueltas, como si estuviera en medio de una pista de carreras y la pista girara y girara, aquellas sombras estaban afuera, mirando como estaba siendo ahogada. Como me moría...
Mi vista se nubló.
Me levanté sobresaltada, ni siquiera me había dado cuenta de que me había dormido, había estado teniendo sueños raros toda la semana, sin saber la razón de aquello.
Salí de la tina y puse una toalla alrededor de mi cuerpo, luego de vestirme me acosté en mi cama. Mañana vendrían mis amigas, así que iba a ser un día pesado, tendría que descansar lo máximo posible.
Esa noche no soñé con nada extraño, simplemente dormí bien, sin saber que esa sería mi última noche "tranquila".
Un ruido en la puerta me hizo saltar de la cama, dejando el computador a un lado, me encaminé hacia la puerta y la abrí.
-¡Holi! -murmuró Valentine tirándose a mis brazos, Jesse solo entró como si fuera su casa.
En conclusión lo era, ellas podían venir y hacer lo que quisieran, al fin y al cabo eran las únicas amigas que tenía.
-Bueno, tenemos que elegir el lugar, la cantidad de personas, el hotel donde nos vamos a quedar, si será alejado o cerca...
-Yo quiero un lugar despejado, donde no haya ruido, ni de carros, ni de personas -sugirió Valentine.
-No iré a un criadero de puercos. Además en esos lugares siempre pasan cosas malas -reprochó Jesse -Ni mucho menos a un lugar donde no se pueda socializar y no pueda sacarme unas buenas fotos.
-Solo serán un par de días, relájate -rodé los ojos divertida, era exagerada.
-Es cierto, igual aún hay que mirar donde nos quedaremos -Tine agarró el computador que yacía a un lado de mi cama.
-Está bien, voy a ir a cualquier lugar pero yo elijo el hotel. -masculló Jesse arrebatándole la computadora.
-Pero... Yo quería... -susurró Tine volviendo a agarrar la computadora.
-¡No! -gritó la rubia -, yo lo quiero elegir, tiene que ser con clase, yo soy la que iré -Jesse se la quitó una vez más. Desde que nos conocemos no he visto un día en el que no se peleen como perros y gatos.
-Yo lo elegiré -Tine le quitó él computador de nuevo.
Siento pena por ese pobre computador.
-¡Yo!.
-¡Qué yo!
-¡Yo elegiré el hotel, elige otra cosa!.
-¡Yo lo haré!.
-¡Tú no tienes clase!.
-¡Seguramente tú si!.
-¡Ya basta! -las interrumpí notablemente enojada -. Para que nadie pelee, yo voy a elegir el hotel -le quité el computador a Jesse y casi pude escuchar al pobre portátil murmurar un "Gracias".
Empecé a ver diferentes tipos de hoteles en aquel, quería uno que tuviera piscina, me encantaban las piscinas, pero que no se llevase tanto dinero y al fin encontré algo que me interesaría, no había nada como un buen descuento.
-Miren chicas -ellas se inclinaron con el ceño fruncido para ver la pantalla -cabaña hotel tres estrellas, con piscina, jacuzzi, comida y juguetes, supongo que son para los...
-¿Qué tipo de juguetes? -observé a Jesse por un segundo y tenía una sonrisa maliciosa.
-Barbies y peluches, supongo que son para los niños qué van allí -observé que puso cara de decepción -idiota pervertida -susurré.
-Ni que fueras un angelito -ironizó, yo sonreí sabiendo que no lo era para nada.
-Además todo tipo de dulce y comida también incluidos y a un increíble precio, chicas es el mejor lugar para hospedarnos, esta alejado de este mundo. -Solté un gritillo entusiasmada. -Además es para 5 personas, supongo que podríamos invitar a alguien del curso. -Sugerí.
-Entonces estamos completos. -Afirmó Valentina.
-¿Cómo que completos?. -Pregunté con una ceja enarcada.
-Max. -Canturrea Lau apoyando a Valen.
-no, no, no, no. -Negué con la cabeza repetidas veces, cerrando mis ojos. -Ni en broma chicas, no me hagan esto.-Dije haciendo un puchero.
-Te estamos haciendo un favor, Paola.-Me tomó de los hombros tranquilizandome. -Además todo el mundo sabe que Max esta loquito por ti, será divertido. -Le siguió Valentina.
Supongo que no será tan malo.
-Paola, él irá y punto final. -Dice Laura tratando de ponerle final a la situación.
Maldita traición.
-Está bien que vaya. -Suspiré mientras esas locas empezaron a brincar en mi cama, siempre solían hacerlo, eran mis amigas desde hace tres años así qué verlas feliz era lo mejor.
-Entonces, ¿Tenemos fecha para el viaje?.-Preguntó Laura con una sonrisa dejando mostrar sus blancos dientes.
-Pues el lunes fue nuestra graduación, hoy es miércoles,creo que el viernes está más qué bien, nos quedaríamos el fin de semana y el lunes venimos de nuevo. -Sugerí viendo el computador.
-Entonces yo me encargó de avisarle a los chicos. -Informó Valen, me dispuse a asentir con la cabeza.
-¿Davinson tiene carro, no?. -Mi vista se dirige a Valentina.
-Sip. -Musitó.
-Ok, entonces dile que si puede pasar por Max, después por ti y por laura, por último que pase por mí, siempre tardo más por que a último momento me olvido de algunas cosas.
-Lo sabemos. -Dicen al unísono y luego ríen ambas. -Bueno ya me tengo que ir. -Avisó Valen. -Ya saben cómo es mi mamá.
-Yo igual, tengo sección de fotos. -Laura se apresuró a agarrar su bolso de la mesa.
-Nos vemos luego chicas. -Les di un beso en la mejilla a cada una y las acompañé hasta la puerta.
Esperé cinco minutos a que se alejaran de mi pequeña casa. Luego corrí rápido para agacharme.
Saqué la tabla debajo de mi cama y observé su nombre en ella. "Ouija". Cómo de costumbre puse mi dedo encima del triángulo de vidrio y aquel encima de ella.
Y aquí estoy yo, una miedosa que no cree en los seres sobrenaturales pero aún así compró una tabla para hablar con ellos.
-¿Hay alguien aquí?.-Miré él dedo moviéndose lentamente. Nunca se había movido esa mierda, respiré pesadamente cuando se movió hacia las dos letras.
Sí.
-¿Te conozco?. -Pregunté en voz alta.
No.
-¿Entonces...no eres mi hermano?.
-No. -Sentí la voz detrás de mí, aquello si me hizo girar de un golpe. No había nada ni de frente ni alrededor, me límite por poner de nuevo mi vista en la tabla.
-Se que lo eres. -Estaba jugando con fuego y sabía que estas cosas no se podían jugar de esa forma.
N...o.
No.
-¿Entonces quién eres?. -Estaba tan nerviosa que mis manos temblaban encima de la maldita tabla.
Justo en ese momento cuando quería que me respondiera todo se quedó quieto y en silencio.
Sentí una mirada detrás de mí, no giré por el miedo de que si hubiese algo en ese lugar.
La cadena de mi cuello se levantó, yo estaba que me cagaba de miedo, las letras empezaron a formar se de nuevo.
E...
L...
D...
U...
E...
Ñ...
O...
D...
E...
L...
A...
C...
A...
D...
E...
N...
A.
¿El dueño de la cadena?.
-Está cadena me la dio mi hermano.
C...
U...
A...
L...
H...
E...
R...
M...
A...
N...
O...
-Mi hermano muerto, él me la dio.
Todo de nuevo se puso en silencio, miré a mi alrededor, sentía las miradas encima de mi.
El triángulo volvió a moverse, formando las palabras que me hicieron aguar los ojos.
Mira por el vidrio.
Lleve la mano temblorosa a mi ojo cerrado, poniendo el vidrio del triángulo frente aquel.
Abrí el ojo, rogando para qué no hubiera nada enfrente de mí, pero mis súplicas como de costumbre no fueron escuchadas, un grito desgarrador dejó mi garganta.
Un tipo que desconocía tenía un cuchillo en la mano, estaba cortando las extremidades de su cara, el filo del cuchillo cortaba sus mejillas y la piel alrededor de sus ojos.
Verlo enterarse el cuchillo en el ojo me dolió hasta a mi, lo sacó estirando el cuero que pegaba su ojo a la piel. El tipo solo reía.
Bajé lentamente el triángulo de mi ojo, sin mirar a otro lado, no había nadie allí, así que guarde la tabla debajo de la cama de nuevo, apagué la luz,me metí en mi cama tratando de dormir, pero unos molestos susurros no me lo permitían.
Estaba claro que si empezabas algo no terminaría tan fácil, más sin embargo traté de dejar mi miedo atrás.
-¿Puedes callarte?, Trató de dormir por sí no lo notas. -Me quejé en voz alta, así de loca me encontraba.
La voz se detuvo por un momento, pero luego siguió, cerré mis ojos haciéndome la dormida, y los malditos susurros se intensificaron.
Maldita tabla.
-Brian, trato de dormir. -Mascullé mencionando el nombre de mi hermano, aunque ya me había quedado claro que no era él.
Brian, era mi hermano mayor, antes de que se accidentará hace dos años en su auto, por esa razón quería hablar con él, nunca acepté que haya sido solo un accidente, pues la carretera por la que iba era ancha y recta, es difícil tener un accidente en un espacio despegado, tenía que estar muy drogado o muy borracho, y las investigaciones indican que no tenía ninguna sustancia en su cuerpo, más sin embargo lo dieron como suicido, como si el se hubiera estrellado conscientemente.
-¡YA BASTA!. -Grité de repente, igual las voces siguieron. Traté de dormirme con aquellas molestas protestas.
Viernes.
Era viernes estaba muy ansiosa,¿Qué era mejor qué ir a unas vacaciones relajantes acompañada de tus amigos y el chico que te gusta?, nop, absolutamente nada era mejor que eso.
Estaba fuera de mi casa eran las cinco de la mañana, casi morí cuando sonó la alarma, no era de levantarme muy temprano, más sin embargo era fácil cuando no habías dormido en toda la noche, igual teníamos que ir temprano si queríamos llegar temprano.
A lo lejos divisé un auto negro, y me puse mi mochila en el hombro, sonreí cuando vi que Davison bajaba la ventana.
-Hola. -Murmuró.
-Hola chicos. -Dije sonriendo y me apresuré a abrir la puerta del auto mirando donde rayos iba a sentarme.
Davinson era alto pelinegro con sus ojos color miel, era muy guapo lo admito, pero no era mi tipo. En cambio yo, estaba enamoradisima de Max,es que ¿quién no quiere a ese chico?. Él a diferencia de Davinson es alto con sus bíceps marcados (Lo se por que lo veía entrenar fútbol en la universidad),cabello castaño con reflejos rubios y ojos verdes radiantes, es perfecto, él y yo nos conocimos por Valentina ya que es el mejor amigo de su novio.
-Hey, Paola,¿En que estás pensando?. -Murmuró Laura y yo giré mi cabeza hacia ella.
-Nada. -Solté montándome en el asiento de atrás, el coche estaba muy cómodo por ello supe que no era el carro de Davinson. Tiene un gran asiento atrás y dos adelante, es un convertible, tenía arriba la capota.
-Oye Davi, éste no es tu carro, ¿Verdad?. -Pregunté cerrando la puerta a mi derecha.
-No, éste hermoso es de Max. -Aclaró Davinson acariciando el volante como si del perrito más dulce se tratará, ni siquiera había prestado atención que Max estaba sentado adelante con él, lo supe cuando sus ojos esmeralda chocaron con los míos.
-Si Nena,me lo dieron en mi cumpleaños, pero todavía no he sacado mi licencia así que es mejor que Davinson manejé. Ya sabes, por si nos ve la policía que no nos pongan ninguna multa. -Aclaró con una sonrisa.
-Esta bien. -Hablé tratando de no tartamudear.
***
Estábamos aún en el auto, Max estaba manejando conmigo al lado tratando de no dormirme mi misión era esa quedarme despierta por si el trataba de dormirse no tuviéramos un accidente, Laura, Davinson y Valentina estaban en los asientos de atrás durmiendo, ya quería que terminara el viaje y según Davinson todavía faltaba una hora, estábamos en silencio hasta que el habló.
-Tenemos que hablar o voy a dormirme. -Sugirió y yo asentí con la cabeza.-¿Qué te gusta hacer Paola?. -Me preguntó y no supe que decir ya qué en realidad me gustaban muchas cosas.
-Me gusta practicar vóleibol, me parece muy divertido, solía jugarlo con mi hermano, ¿Y a ti?. -Pregunté.
-Pues también me gusta el vóleibol, pero como sabes Davinson y yo estamos en el grupo de fútbol y ya el año que viene vamos a las finales, es muy cool jugar. -Masculló desviando la mirada del frente para mirarme.
Me encantan sus ojos, tienen el color que me derriten, son hermosos, algún día podré decirte lo que siento chico de ojos lindos.
-¿Ya vamos a llegar?. -Pregunté por décima vez rogando que dijera que si.
-El GPS dice que en 40 minutos llegamos -Desvío su vista al GPS para comprobarlo.
-Ok. -Musite.
Él dejó de hablar y yo fijé mi vista al frente empezando a cerrar mis ojos, todo se volvió negro por un momento.
Abrí mis ojos lentamente, me dolía la maldita cabeza,levanté mi vista fijándome en la carretera, divisé a lo lejos un precipicio.
Dirigí mi mirada hacía mi lado, entre en pánico cuando supe qué Max estaba dormido.
-¡Max!. -Grité sacudiendolo del hombro, estaba empezando a asustarme cuando no despertaba.
No me quedaba de otra, giré el volante hacía una roca gigante que había a un lado de la carretera, impactando al coche contra ella, él golpe me hizo marear, y me tomé la cabeza acariciándome el lado qué me había golpeado.
Levanté mi vista hasta el chico que tenía al lado, aquel me miraba con una sonrisa siniestra, su cara estaba cubierta de sangre y su cuello se empezó a retorcer, girando una y otra vez, haciendo que su piel se estirada y estuviera a punto de romperse.
-¿QUE DEMONIOS?. -Grité desesperada, intenté abrir la puerta del auto, pero aquella se había trabado.
Unas manos sostuvieron mi cuello desde atrás, obligándome a dejar de respirar, empecé a golpearlas lo más fuerte que podía, pero la imagen de Max a mi lado me hacía pensar cosas espantosas.
-¡Para!. -Supliqué. -¡Por favor, ya no me atormentes!. -Rogué sintiendo como empezaba a dejar de respirar, las lágrimas bajaban por mis mejillas, tenía miedo.
-Mira al frente. -Suspiró una voz ronca cerca de mí oreja, cosa qué me hizo estremecer.
Fijé mi mirada al frente, claramente asustada, divisé el vidrio roto con sangre chispeada en ella. Miré la sombra parada en la carretera que se acercaba a aquel vidrio, y me quedé estupefacta observando su figura.
No era una niña, no era un hombre, dudaba de un tuviera una figura en general, solo era una sombra sonriéndome, una sombra que te hipnotizaba, que no te dejaba mirar hacia otro lado, una sombra que gritaba miedo y peligro.
Se acercó y se acercó, sentí mis ojos cerrados por un momento, la presión en mi cuello era demasiada como para matarme en cuestión de segundos.
-¡Basta con esto, por favor!. -Grité entrando en pánico y la sombra frente a mí soló abrió su boca para empezar a soltar una risa resonadora, todo era más horrible de lo que había pensado.
Tapé mis oídos como pude, su risa era ensordecedora, sentí un líquido bajar por mis oídos y miré mis manos.
-Por favor... -Supliqué con las últimas fuerzas que tenía.
La cadena en mi cuello me quemaba, sentía arder todo mi cuello, tal vez por la fuerza bruta que estaban usando en mi contra, o tal vez por que estaba maldita y no quería aceptarlo.
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