XVI: Tenga el día que se merece.
Sonny jugaba por toda la sala a las siete de la mañana, emocionado por pasar otro día fuera de casa con Sam y Emeraude. Aunque no sabía a qué lugar iría, imaginaba que sería divertido. Su madre iba tras él a sabiendas de que no podría dormir un poco más hasta que el día terminara y hubiera silencio.
—Sonny, por favor... vamos al baño, ¡vas a despertar a la tía Lety! —el pequeño se veía inusualmente inquieto, y no hacía más que correr y reírse.
—Mami, Samuel nos va a llevar a un lugar genial, voy a conocer personas muy divertidas, lo sé, ¡lo sé! ¡Estoy emocionado! —la cantante tomó al pequeño en brazos luego de seguirlo alrededor del sofá y lo llevó al baño a caballito.
—Cariño, juguemos un rato con la familia Patito antes de que Sammy se levante, ¿qué te parece?
—¡Es fantabuloso!
Después de una pequeña batalla para meter al pequeño pelirrojo a la bañera, Emeraude finalmente lo logró. Unos patitos de hule acompañaron a Sonny en su baño de agua tibia y burbujas multicolor hasta que sus dedos se arrugaron y el agua se enfrió. Poco antes de las nueve, ya estaba vestido y listo para salir con sus padres en una aventura muy especial.
Sonny estaba emocionado y saltó a los brazos de Sam cuando éste se levantó luego de una noche de sueño placentero. Saludó a Emeraude con un beso, tomó su teléfono y envió un par de mensajes de texto. Luego llamó aparte a su novia.
—Todo irá bien, Ems. Acabo de hablar con mamá, dice que nos hará algo de comer cuando salgamos del juzgado, papá puede drenar mucha energía cuando se le antoja.
—Está bien —respondió la cantante luego de un suspiro de resignación—. Nada más espero que Sonny no se vaya corriendo solo por ahí, a veces se emociona demasiado.
—No te preocupes, no existe forma alguna de dejarlo solo en ese sitio, los guardias van a recordar viejos tiempos de cuando yo era niño e iba corriendo por ahí.
—¿En serio?
—Me perseguían mucho en los pasillos, y cuando me juntaba con Irina era el acabose. Varios de ellos hicieron cardio de cuenta nuestra, ya verás.
Durante todo el trayecto, mientras Sam manejaba, Sonny miraba por la ventana y sonreía. Conocer un poco más a su padre era divertido, y acompañarlo a cualquier lugar lo alegraba.
—Samuel, ¿a dónde vamos?
—Es una sorpresa.
—¿Vamos al departamento de policía?
—No exactamente. Vas a conocer a alguien muy importante para mí. No debería llevarte allá, pero de todas formas vamos a ir porque es algo especial.
—¡Yupi!
A pesar de las expectativas de diversión del pequeño, llegaron a un lugar sombrío, con paredes de concreto e impersonal mueblería de madera. Aburrido hasta el extremo para algunos, con un encanto especial para aquellos que entregaban su vida al mundo de las leyes y su cumplimiento. Todo estaba diseñado para que muchos entraran inocentes y algunos salieran culpables.
Era el Juzgado Central de Copper Grace.
—¡Joven Sam! —el guardia de la entrada del juzgado saludó al chico tatuado apenas lo reconoció—. Qué bueno verlo, llevaba años sin venir.
—Era hora de que volviera, Cole —Sam respondió al saludo con un apretón de manos—, necesito hablar algo serio con Howard.
—Creo que está ocupado ahora, pero si tiene buenas razones para interrumpir, de seguro lo atenderá. Por favor, firme el libro de ingresos y pase. ¡Bienvenido!
Muchos de los acusados en aquel lugar serían condenados a varios años de encierro por crímenes horribles, algunos saldrían limpios de allí, y eso, realmente, no hacía especiales a aquellas personas. Lo que realmente convertía ese lugar en extraordinario era el talentoso grupo de abogados que allí trabajaban para garantizar el cumplimiento de las leyes del estado de Nevada. Entre ellos, con la labor de dictaminar el destino judicial de muchas personas que se presentaban frente a él, estaba Howard Arden, el padre de Sam, quien podía ser una lotería andante cuando se lo proponía. Con un poco de temor, Sam y Emeraude se dedicaron el uno al otro un leve gesto de ojos para desearse suerte, con lo que caminaron por el pasillo que los llevaría a la oficina más importante del lugar y se quedaron en un pequeño recibidor para esperar.
—Y si no lo hago, ¿qué? ¡NECESITO HABLAR CON HOWARD YA MISMO!
La voz que pronunció aquellas palabras causó un ligero estremecimiento tanto en Sam como en Emeraude, pues provenía de alguien que él conocía mucho mejor que ella, pero que en ambos evocó recuerdos tan diferentes como pintorescos.
—Esto va a ser muy interesante —dijo la cantante con una corta risa burlona y miró a su novio—. ¿Te esperabas oír esa voz aquí, Sammy?
—No hoy —replicó el chico tatuado—, debe estar en problemas si vino buscando a Howard. Pero estamos por averiguarlo.
La voz de Irina Feldman fue la que ambos oyeron desde el vestíbulo del lugar.
—¡Eres la chica bonita que me compró un jugo! —Sonny se acercó corriendo a Irina para saludarla, pero al verla tan alterada, se detuvo. Ella también lo reconoció y suavizó su expresión de inmediato.
—Hola, amigo —dijo Irina al pequeño pelirrojo—. Es genial volver a verte, ¿qué haces aquí?
—Vine con mami y con Samuel —el niño señaló hacia la oficina del fondo—. Quieren entrar allí, buscan a Howard.
—Es una gran coincidencia, yo también lo busco. ¿Quieres acompañarme?
—Claro que sí, ¡vamos!
Irina y Sonny caminaron juntos hasta el recibidor que antecedía la oficina del juez Arden, y la chica no pudo ocultar su sorpresa al ver a su mejor amigo frente a ella después de creer que seguía en Japón. Él la abrazó.
—Hola, Irina. Tiempo sin verte.
—Tonto, ¿cuándo regresaste?
—Hace unos meses —ella se apartó—, tenía un par de asuntos por resolver antes de que nos reuniéramos.
—¿No se te ocurrió pedirme ayuda para eso?
—Dudo mucho que hayas podido ayudarme, son cosas que jamás te han pasado. ¿Por qué estás aquí?
—Un tipo inservible quiere presentar cargos contra mí por agresión física. Estábamos bailando en una discoteca, me metió la mano bajo la falda, le dije que parara, insistió, le di un botellazo en la cara y le fracturé el hueso orbital.
—Vaya —respondió el chico tatuado—, no parece que él fuera a ganar el caso.
—De todas maneras quiero curarme en salud y por eso necesito a Howard.
Irina reparó en Emeraude, que había permanecido en silencio mientras veía a dos mejores amigos reencontrándose. Luego se acercó a ella.
—Hola, te he visto antes. ¿Eres la cantante del bar, verdad? La que estuvo en la fiesta de los países. —la cantante asintió.
—Sí, Sammy me contó que estuvo allá contigo. Canadá pasó desapercibido, pero Rusia... no tanto.
—No podía evitarlo, tu novio estaba de muy buen ver ese día. ¿Siguen juntos?
—De hecho, no. Ya no está aquí.
—Bueno, supongo que no verás con malos ojos que le haga una visita.
—Irina, no... —Sam trató de evitar que su mejor amiga dijera algo vergonzoso. Emeraude le hizo una seña para que guardara silencio.
—En lo absoluto —replicó la cantante—, puedo darte su dirección si la quieres. Está en el número diecisiete de la Sección Marines en el Cementerio de Copper Grace. No te preocupes por cambiar las flores, yo lo hago cada lunes.
Irina comprendió de inmediato lo que Emeraude había querido decirle, por lo que no dijo nada más y se limitó a fijar sus ojos en el suelo. Durante unos instantes todos permanecieron en silencio hasta que la puerta de la oficina de Howard se abrió, y uno de los becarios del juzgado salió corriendo y gimoteando sin molestarse en contener el llanto.
—Oh, otro practicante llorón —refunfuñó Irina antes de dirigirse de nuevo a Emeraude—. Siento mucho tu pérdida. Le dije a Sam el día de la fiesta que las chicas como tú no se quedaban solas por mucho tiempo y veo que él se movió rápido. Pero bueno, no me han dicho por qué están aquí.
—Queremos que Howard conozca a Sonny —respondió Sam—, veo que ya ustedes se conocían de antes, así que puedo ahorrármelo contigo.
—¿Ahorrarte qué?
—¿En serio? ¿No te has dado cuenta?
Irina miró a Sonny y luego a Sam. Varias veces lo hizo hasta que, al notar lo evidente, se quedó boquiabierta.
—Sonny se ve igual a ti cuando eras niño. ¿Cómo no lo noté antes? Dios mío, Howard va a tener un infarto.
—No digas eso, Irina —replicó el chico tatuado—. Probablemente se moleste, pero no creo que se vaya a comportar como un imbécil.
—Es lo que menos te convendría ahora. De todas maneras —ella caminó hacia la puerta de la oficina de Howard Arden y dio tres golpes firmes—, al mal paso debes darle prisa.
Después de unos segundos, la puerta de la oficina se abrió de nuevo, a lo que Irina aprovechó para entrar.
—Hola, Howard —saludó la joven acercándose al escritorio del juez—. Necesito hablar contigo, pero mi asunto puede esperar un poco. Lo de Sam es más importante.
—Papá... —el muchacho saludó a su padre mientras Sonny se asomaba tras él, mirando curiosamente y con un poco de miedo—. Lamento no haber venido antes, pero he estado un poco... ocupado. Quería que lo conocieras... —el chico tatuado se apartó, haciendo que el pequeño pelirrojo saliera de su escondite improvisado. El chico de rojo le puso la mano en el hombro para tranquilizarlo—. Está bien, Sonny. No tengas miedo.
Después de unos instantes, el pequeño miró a Sam, luego puso sus enormes ojos grises en Howard, respiró hondo y sonrió, tendiéndole la mano a aquel hombre de duro semblante.
—Hola, señor Arden. Soy Crimson Steely Blanchard.
Notando la aspereza en la mirada de su abuelo, Sonny se dio cuenta después de unos segundos que Howard no estrecharía su mano de vuelta, por lo que la bajó y permaneció en silencio. Emeraude entró a la oficina justo cuando eso sucedía, por lo que supo de inmediato que algo no andaba bien. Sam dejó escapar un suspiro leve.
—Papá, no hagas esto, es un niño.
—Y tú eres la Madre Teresa que quiere ayudar a quien sea que te traiga un vástago que se parezca a ti —respondió el juez—, ¿ya se hicieron prueba de ADN?
—Howard, eso es muy grosero de tu parte —protestó Irina—, no pue...
—Sí puedo —el señor Arden la interrumpió—, Samuel ya está fracasando en la vida como para mantener hijos ajenos. No lo voy a admitir.
Un nudo se formó en la garganta de Emeraude, pues en pocos segundos Sam y su padre comenzaron a discutir, causando una gran frustración en ella. Rápidamente, llevó a Sonny fuera de la oficina para que no tuviera que escuchar aquello e Irina la siguió. Aquella reacción de Howard había sido más que inesperada. La joven respiró hondo unas cuantas veces para calmarse. Luego de unos minutos, y después de escuchar una sarta de improperios por parte del padre de Sam, la cantante se exasperó. Dio un par de pasos antes de entrar de nuevo a la oficina y volvió a respirar hondo. Irina le tocó el hombro con suavidad.
—Conozco a Howard y está inexplicablemente furioso —dijo la chica—, pero con el tiempo se le pasará. Mientras tanto, ayuda un poco a Sam. Él sabe que puede manejar esto solo, pero no tiene que hacerlo cuando te tiene a ti a su lado. Nos tiene a ambas, pero esta es una pelea que nadie más puede librar por ustedes. Dale a Howard una cachetada con guante blanco, dile algo que nunca pueda olvidar, y así te ganarás su respeto.
Emeraude entró de nuevo a la oficina donde Sam y Howard seguían su acalorada discusión. Luego de permanecer unos segundos en silencio mirando fijamente al padre de su novio, la cantante logró hacer que ambos guardaran silencio.
—Bien, por fin hicieron silencio. Señor Arden —dijo Emeraude—, mi nombre es Emeraude Blanchard, fui paciente en la Mansión Tremblay y pude verlo a usted en una condición que nadie habría imaginado. Estaba indefenso y vulnerable en medio de una de tantas sedaciones, y por un segundo imaginé que sería un poco más accesible con su hijo luego de aquella experiencia.
—No me...
—No me interrumpa usted a mí, su Señoría —la cantante le cortó el impulso—. Ya habló bastante sin conocerme ni molestarse en hacerlo. Señor, yo no necesito esto. Su dinero no me hace falta, puedo darle a mi hijo todo lo básico sin problemas, ¿sabe por qué? Porque trabajo por él y para él: no soy ninguna muerta de hambre. En el día soy entrenadora de karate, también manejo redes sociales por trabajo y soy cantante en un bar por las noches. Lo único que no pude darle a mi hijo desde que nació fue tiempo de calidad con Sammy porque jamás busqué interferir en sus sueños, y si no me hubiera enfermado hasta casi morir, no habría entendido que mi hijo necesita una familia completa. Viendo las circunstancias... creo que esta familia ya se completó sin su intervención, así que adiós. Tenga el día que se merece —Emeraude tomó a su novio de la mano—. Sammy, vámonos, Natalie tenía razón cuando me dijo por qué se divorció de tu padre y no ha vuelto a casarse, es un viejo amargado insufrible que va a morir solo.
Al salir de la estancia, la cantante respiró hondo y cerró los ojos mientras se aferraba a la mano de su novio. Sam no lograba entender lo que había pasado, y durante unos instantes mantuvo la vista en Emeraude, atónito por lo que había dicho. Irina aprovechó para entrar a la oficina de nuevo.
—Qué vergüenza, Howard. Es un poco triste verte así.
—¿Necesitabas algo de mí, Irina? —la joven sacudió la cabeza.
—Hablaré con mi padre para esto. Tal vez seas mejor abogado que él, pero no eres mejor persona, permiso.
Irina, Emeraude, Sonny y Sam caminaron por el enorme pasillo hasta casi llegar al vestíbulo. Howard se levantó del escritorio.
—¡Señorita Blanchard! —exclamó el juez. Emeraude se dio la vuelta.
—¿Sí, señor? —respondió la cantante.
—Venga con el niño, por favor.
Mamá e hijo obedecieron. Reponiéndose del impacto de la impresión inicial, Howard miró a Sonny con un gesto más suave que el de la primera vez. Luego le tendió la mano al pequeño con una sonrisa leve.
—Crimson, es un gusto conocerte. Soy Howard.
Emeraude respiró aliviada. Sonny, en medio de su curiosidad infantil y luego de responder el saludo, se sentó en uno de los sillones y se dedicó a intercambiar con su abuelo comentarios y preguntas que eran respondidas de manera breve. Howard aun estaba sorprendido por aquella revelación, y a pesar de lo difícil del inicio, le agradó la corta conversación que tuvo con el pequeño. Aprovechó para disculparse parcamente con Emeraude y Sonny antes de irse. La cantante también se disculpó con el juez por las duras palabras que le había dirigido, y con la promesa de relacionarse un poco más, ambos se despidieron de Howard y salieron de la oficina. Sam e Irina permanecieron en el final del corredor durante todo ese tiempo.
—Irina, ¿quieres que papá te ayude con lo que necesitas? —ella alzó las cejas.
—Mi respuesta sigue siendo no, tontito. Pero gracias por la preocupación, este asunto se manejará exclusivamente por la familia Feldman. ¿Quieres ir a Harvest? Sonny adora los jugos de naranja de ese lugar.
Los cuatro fueron al centro comercial y luego de unas hamburguesas de Wendy's se acercaron a Harvest para pedir jugos de los que al pequeño pelirrojo tanto le agradaban. Mientras los bebían, Emeraude recibió una llamada en su teléfono que no duró mucho, pero que se relacionaba con una fecha especial que se aproximaba: el noveno cumpleaños de Sonny sería la semana siguiente.
—Sonny, cariño —la cantante se dirigió a su hijo—, la tía Amber dice que la abuela Lavender podrá viajar para tu fiesta de cumpleaños, ¿no es una buena noticia?
—¡Sí! —exclamó el pequeño pelirrojo levantando su brazo—, la abuela va a conocer a Joanie y a Samuel, ¡eso me emociona mucho! ¿Puede venir Irina?
—Amigo, no sé si mamá tenga lugar para mí —respondió Irina—, además debo volver a Las Vegas y...
—Puedes venir, no hay problema —dijo la cantante—. Ponte ropa cómoda, Sonny quiere darnos una clase de karate a todos en su fiesta.
—Eso es inusual para una fiesta de cumpleaños, pero bueno. Allá estaré.
—¿La fiesta será una clase de karate? —inquirió Sam. Su novia asintió.
—Tiene esto planeado desde hace mucho tiempo, quiere que ese día lo llamemos "sensei Sonny". —el chico tatuado dejó escapar una risa.
—Vale, lo que pida el cumpleañero.
—También quiere que Natalie y Gorski estén ahí. —Emeraude miró a su novio con una sonrisa burlona.
—Genial. Solo espero que a Freddy no se le haya acabado el encantamiento, no sería capaz de manejarlo como ogro un día más.
—¿No te parece que tu madre lo suavizó un poco? Ayer lo noté más... dulce.
—Si tú lo dices...
Se acercaba una fecha importante tanto para Emeraude como para Sonny, y sería una oportunidad maravillosa para que los Blanchard conocieran a Sam. El pequeño pelirrojo tenía muchas ideas para su fiesta de cumpleaños y estaba emocionado, no solo por el hecho de cumplir un año más de vida, sino que también le llenaba de satisfacción poder compartir algo de lo que mejor sabía hacer con sus seres queridos.
Esperaba que todo saliera de maravilla, y contaba con muchas personas geniales que le ayudarían a realizar aquel sueño, pues finalmente, después de mucho tiempo, vería a su familia completa.
¡Hola, plumitas!
Primero que todo, quiero disculparme por la tardanza para actualizar. Estuve pasando por algo que cada escritor ha sufrido: un bloqueo. Este capítulo me costó bastante trabajo de escribir, pero lo logré antes de terminar el año. ¡Prometo no tardar tanto para el próximo!
Segundo, si se han pasado recientemente por mi perfil, seguramente notaron algo súper especial: ¡me convertí en embajadora de la plataforma naranja! Quiero invitarlos a escribirme por el interno si tienen alguna duda sobre los contenidos permitidos en Wattpad o necesitan orientación para cualquier duda que surja.
¡Los quiero!
Clau :3
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