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VII: Sin pantimedias ni maquillaje.

—Mami, ¿me veo bien con este traje? —Sonny estaba nervioso por asistir a la Comic Con de Las Vegas y quería que su cosplay de Link se viera genial.

—Disculpe, joven Link... no soy su madre, ella vive en Hyrule —dijo Emeraude, jugueteando con el cabello rojo de su hijo—. Me conocen como la princesa Diana de Themyscira, tengo como encargo llevarlo al lejano reino de Las Vegas para una misión muy importante.

—Oh, lo siento —respondió el pequeño pelirrojo al ver que su madre, vestida de Mujer Maravilla, ya había entrado en personaje—. Princesa Diana, ¡a nuestro carruaje!

Sam salió del baño con una camiseta blanca que tenía en el pecho el logo de Nintendo y una chaqueta negra. Emeraude y su hijo lo recibieron en la sala con una sonrisa.

—Y aquí está el cochero —anunció la cantante—, Sir Sammy de la Gracia del Cobre.

—Alteza —el chico tatuado le tendió la mano a la joven—, ¿me permite escoltarla junto con su pequeño gran acompañante al ágape que nos compete?

—Andando, señor. Nuestra jornada será larga y entretenida.

Copper Grace quedaba a una hora en automóvil de la capital del entretenimiento mundial, y cuando llegaron al Centro de Convenciones de Las Vegas quedaron maravillados ante las grandes exhibiciones que vieron sobre películas, animaciones y videojuegos. Rápidamente buscaron el puesto de Nintendo donde Aiko, la jefa de Sam, los esperaba emocionada.

Konnichiwa[8], Samuel-kun. —saludó la mujer.

—Hola, Aiko-sama —respondió el muchacho a su jefa—. Quiero presentarte a Emeraude y a Sonny, te hablé de ellos hace unos días.

—Oh, claro —la japonesa se inclinó frente a Emeraude y Sonny a manera de saludo—. Buen día, Emeraude-san.

—Es un gusto conocerla por fin, señorita Watanabe. —respondió la cantante.

—El gusto es mío, me han dicho cosas muy buenas. Y tú debes ser Sonny-chan —dijo Aiko para saludar al niño luego de las cortesías con los adultos—, ¡eres un lindo Link! Vamos a vencer a Ganondorf, ¿te parece bien?

—¡Salvemos el reino de Hyrule! —anunció el pequeño levantando su espada.

El puesto de exhibición de Nintendo tenía una silla para gamers junto a su nueva consola, y varias personas eran atraídas por el pequeño Link que los invitaba a jugar. Emeraude y Sam notaron de inmediato el gran carisma de Sonny, algo que no todos lograban desarrollar desde pequeños.

—Ems, ¿qué tanto le enseñaste a Sonny sobre ser sociable?

—Nada de nada, Sammy —la cantante estaba impresionada—. Al menos no directamente.

—Pues nuestro hijo es una estrella de rock, mira todas las fotos que le están tomando.

En efecto, varias personas se detenían a tomarse fotos con Sonny, pues lo hallaban muy simpático. La gente también aprovechaba para acercarse al puesto de exhibición de la gran N a comprar juegos, consolas, camisetas y otros artículos. Personas encargadas de otros puestos también se aproximaban para conocer al pequeño e interactuar con él, pues a lo largo y ancho del centro de convenciones se había extendido la noticia de que un pequeñito se encontraba a órdenes de la princesa Zelda, encantando al público con su ternura y su porte caballeresco.

Sonny, apenas estuvo en confianza con los encargados del puesto de Nintendo, se acercó a Aiko para pedirle un favor.

—Aiko-sama, ¿puedo ir a recorrer el resto de la convención? —el pequeño presentó su cara más dulce para persuadir a la jefa de su padre—. Prometo volver pronto, solo quiero dar un vistazo a lo demás, ¡les diré a todos que vengan al puesto!

—Oh... puedes ir, pero Samuel-kun debe quedarse aquí, y no puedes irte solo...

—¡Eso no es problema! Voy con mami, quiero llevarla a comer perritos calientes porque ya vi que está haciendo cara de hambre.

El pequeño y la japonesa miraron a Emeraude, que trataba de disimular justamente lo que su hijo acababa de notar. Luego sonrió con un poco de pena.

—Disculpen... planeaba ir a la zona de comidas y traer algo para los muchachos, pero al parecer habrá cambio de planes.

—No te preocupes, mami —replicó Sonny—. Yo iré contigo para que no tengas que cargar las cosas sola, pero con una condición.

—Lo que ordene, joven Link. —dijo la cantante con una sonrisa.

—¡Que comamos rosquillas luego y les traigamos a todos!

Aceptando la condición que su hijo le proponía, Emeraude le tendió la mano y atravesaron todo el pabellón de eventos hasta la zona de comidas. A su alrededor veían personas con todo tipo de impecablemente elaborados trajes, representando a varios personajes conocidos del mundo de las series, películas y videojuegos: una hermosa adolescente trajeada como Sakura Kinomoto, un grupo de niños con cascos y uniformes de Power Rangers, e incluso una adorable anciana vestida del Hada Madrina junto con su nieta que usaba el hermoso vestido azul de Cenicienta. Una gran cantidad de personas también llevaba trajes de Star Wars, y asombraban al pequeño pelirrojo con sus fastuosas túnicas y sus brillantes sables de luz. Entre ellos había una niña vestida de la Reina Amidala, de unos diez u once años, que se acercó a Sonny y lo saludó con efusividad.

—¡Hola, Sonny! ¿Cómo estás?

—¡Divirtiéndome mucho! —replicó el pequeño con una sonrisa—. ¿Y tú?

—También, estoy pasándola muy bien —la niña llamó a un adulto que la acompañaba—. ¡Me encanta tu traje de Link! ¿Podemos tomarnos una foto juntos?

De inmediato, Emeraude se levantó de la mesa para no desentonar, a lo que la niña le hizo una seña para que no se moviera.

—¡No te muevas, Blanchard! Tú también tienes que salir en la foto, ¡o no me creerán que los conocí a ambos! Amo verte de la Mujer Maravilla, ¡estás fantástica!

El acompañante de la pequeña le tomó un par de fotografías junto a la cantante y el pequeño pelirrojo, y luego de agradecerle a ambos por aquello, padre e hija se despidieron y siguieron su camino junto con las demás personas que los acompañaban.

Luego de aquello, Emeraude no pudo evitar notar la cordialidad con que su hijo había intercambiado palabras con aquella niña, y la curiosidad sobre quién era le ganó, pues no recordaba haberla visto antes en ningún sitio común con Sonny.

—Cariño, ¿quién es tu amiga Amidala?

—No lo sé, mami —el niño se encogió de hombros—, pero me llamó por mi nombre, ella me conoce.

—Hijo, ¿no te parece eso curioso? —replicó la cantante, un poco desconcertada—. Los extraños no pueden saludarte en la calle e ir por ahí como si nada.

—¿Y si le pregunto por qué sabe quién soy?

—No es necesario, tal vez haya pasado por el puesto de Nintendo hace un rato y no recuerdas haberla visto.

Mientras la niña se alejaba, su padre veía las fotos que había tomado para ella, con una duda parecida a la de Emeraude.

—Nena, ¿esa es realmente Emeraude? No tiene el cabello verde como en los videos de YouTube.

—Hoy usa una peluca, papi —dijo la niña—. Estoy segura de que ellos son los Blanchard, ¡soy su fan!

—Luego me cuentas más sobre ellos, amor. —dijo el padre sonriendo al ver a su hija emocionada.

Después del almuerzo con perritos calientes, papas fritas y refrescos fríos, Emeraude y Sonny pasaron por el puesto de rosquillas temático de Los Simpson y compraron un par de cajas para llevar al puesto de Nintendo y terminar la tarde de la manera más divertida posible antes de volver a la realidad que los esperaba en Copper Grace.

Clementine le hizo un par de retoques al maravilloso maquillaje de Sylvain y completó el look con una peluca de ondas rubias antes de dejarlo ir hecho un manojo de nervios. Luego llamó a Emeraude para averiguar si estaba en camino al bar, pues la fiesta estaba a punto de empezar y tenía que cambiarse de ropa apenas regresara de Las Vegas.

—Ems, dime que ya vienes, por favor. Syl está estresado, va a enloquecer si no te ve.

—Estoy a cinco minutos, Clem —replicó la cantante mientras Sam conducía de camino al bar—. Ya me trencé el cabello como me lo pediste y mi vestido está en el camerino, dile a Miss Neurótica que se calme.

—Vale, trataré de tranquilizarlo, Harriet quiso darle galletas para que se relajara un poco y no las aceptó.

—¿Tan nervioso está?

—Sí, y lo comprendo perfectamente —replicó la británica—. Esto no es sencillo para nadie.

El fabuloso Sylvain O'Brien nunca había tenido tantas inseguridades respecto a las personas con quienes salía, pero todas afloraron juntas cuando conoció a Alastor Matheson y se dio cuenta de lo mucho que disfrutaba pasar tiempo con él. Siempre había sido partidario de ser honesto hasta donde pudiera, pero aquella coincidencia de haberse conocido cuando él usaba maquillaje y una peluca solo por diversión había sido un primer contacto demasiado tradicional entre ellos, así que no quiso romper la magia de ese momento.

Emeraude llegó al bar, saludó a todos y entró corriendo al camerino donde el bartender la esperaba con impaciencia.

—Galletita, luego nos cuentas sobre tu aventura en Las Vegas, ¡NECESITO QUE EMPIECES A VESTIRTE! —el muchacho comenzó a levantar la voz sin querer.

—Ya, respira un poco, Britney. No me voy a tardar.

—Disculpa, es el cognac —él suspiró—. Ve, ya me voy a relajar. ¿Has hablado con Alastor?

—Lo invité a la fiesta. Me respondió con un "vale, allá estaré". Y no hablamos desde hace una semana.

—Emi, no le digas eso —dijo Lyle cuando entró al camerino y los oyó conversando—, fue lo que Flama me dijo después de la World Tour Masquerade y ahora vive en Hong Kong.

—Mira lo que haces, chiquitín —la cantante lo miró mientras trataba de ocultar una sonrisa burlona—, la fastidiaste tanto que tuvo que cambiar de continente para poder vivir tranquila.

—Amo a esa mujer, Emeraude Blanchard. Siempre lo haré sin importar que no me corresponda.

—¡Jóvenes! Las conversaciones rosadas se pueden dejar para cuando terminemos con todo esto, ¿les parece? —Sylvain chasqueó los dedos para apurar a sus compañeros de trabajo. La cantante y el bajista se subieron al escenario para unirse a Alex, Charlie y Arne.

Sylvain había sido muy específico con la música que quería oír en la fiesta, pues planeaba dar un mensaje fuerte y contundente: estaba harto de esconder su verdadera identidad y quería ser amado y apreciado por quien era realmente. Sabía muy bien que con sonidos agradables podía expresar eso a la perfección, y afortunadamente sus más queridos amigos estaban dispuestos a ayudarle en esa dura labor.

Media hora después de iniciada la fiesta, Alastor llegó al bar. Justo en ese momento, Sylvain le hizo una seña a Emeraude para empezar a tocar aquellas canciones que con tanto cuidado eligió para expresar lo que sentía y estaba harto de seguir ocultando.


#LaHistoriaPlumosa:

¡Celebra el amor libre!

(Playlist disponible en Spotify)


1. I Want to Break Free — Queen

2. Born This Way — Lady Gaga

3. Beautiful — Christina Aguilera

4. Groove is in the Heart — Deee-Lite

5. This is Me — Keala Settle

6. Shake it Out — Florence + The Machine

7. Thank You — Dido

8. If I Could Turn Back Time — Cher

9. In Your Eyes — Kylie Minogue

10. Chasing Cars — Snow Patrol

11. Human — The Killers

12. True Colors — Cyndi Lauper

13. We Exist — Arcade Fire

14. Can't Fight the Moonlight — LeAnn Rimes

15. crushcrushcrush — Paramore

16. No More Drama — Mary J. Blige

17. Freedom! '90 — George Michael

18. Love Runs Out — OneRepublic

—Vaya que está loco esto aquí, ¿no lo crees, Al? —Sylvain saludó a Alastor tratando de disimular su nerviosismo de la mejor forma que pudo. Él lo notó, pero prefirió no decir nada para no incomodar a "Sylvia".

—Bastante —el muchacho le dio una ojeada al lugar para ver la decoración temática—. Te ves bien. Muy Britney Spears.

—Era la idea —el bartender se echó para atrás una de las doradas ondas de la peluca—. Hoy es un día importante para mí y quería celebrarlo de la mejor manera.

—¿Puedo saber por qué? No es tu cumpleaños.

—Es algo mucho más grande y me alegra que hayas hecho esa pregunta, porque no puedo esperar más para que sepas esto. Espera aquí, por favor.

Sylvain se subió al escenario cuando la banda terminó de cantar la última canción de la lista y le pidió el micrófono a Charlie. Él se lo entregó luego de pedirle silencio al público con una seña.

—Gracias, Charles... y gracias también por bañarte hoy, es una ocasión especial —el guitarrista movió la cabeza de lado a lado mientras reía—. Vale, vamos al grano. Muchos de los visitantes regulares del bar se dieron cuenta de un gran cambio que pasó conmigo hace unos años. Pero no ocurría todas las noches, solo pasaba cuando el caballero que ven en la barra venía por estos lares.

Varias cabezas se giraron para mirar a Alastor, quien levantó la mano para saludar a los curiosos. Sylvain continuó hablando.

—Probablemente querrán saber por qué me vestía y maquillaba así solo cuando él estaba cerca, y quiero que sepan que esto es muy difícil. Varios de ustedes saben que enseño yoga, que normalmente uso jeans rotos y camisetas de Star Wars a las que les corto las mangas porque me encanta vivir así de libre con mi ropa. Pero pasé de eso a usar pantimedias y vestidos, y créanme que lo hago por alguien que vale la pena. Pero me cansé de ponérmelas por una razón muy sencilla.

Alastor oía todo con fascinación y curiosidad. El bartender se acercó a él.

—Al, me cansé de eso. Usar ese tipo de ropa no es lo mío porque no me gusta. Nos conocimos en medio de una gran pelea entre Emeraude y tu hermano y a pesar de que fue divertido, lo que viste de mí por primera vez no es lo que soy. Quise decírtelo antes de que Clip muriera, pero no tuve el valor. Ahora es diferente.

—Syl, no entie...

—Por favor, déjame terminar —Sylvain lo interrumpió—. Todo lo que conoces de mí es cierto a excepción de dos cosas: mi género y mi orientación sexual.

El muchacho respiró hondo y se quitó la peluca. Los asistentes al bar comenzaron a murmurar.

—No soy Sylvia. No soy una mujer heterosexual. Soy Sylvain, me gusta hacer drag, pero solo por Halloween, y no quiero esconder lo que soy para agradarle a alguien como tú. Soy un hombre gay y no planeo dejar de serlo, pero tampoco quiero perder lo que tengo contigo. Si eso pasa... tendré que aceptarlo y pedirte perdón por haber mentido. Entenderé perfectamente si te espanté y quieres irte ahora, pero necesito que sepas la verdad antes de eso. Me gustas, y me gustas muchísimo. No tienes idea de cuánto.

Todos los asistentes tenían los ojos aguados luego de las palabras honestas del muchacho. Había sido un discurso emocionante y genuino, algo que nunca habían visto en Sylvain, pues nadie le preocupó tanto en lo romántico como para abrir su corazón de manera pública.

Alastor estaba desconcertado y le tomó un par de minutos reaccionar. Cuando lo hizo, Sylvain estaba ofreciéndole el micrófono para que diera su respuesta.

—¿Hiciste toda esta fiesta para darme esa noticia? —Sylvain asintió.

—Se nace dramático, Alastor Matheson.

—Lo sé. Hay drama en cualquier sitio al que vamos —el fotógrafo suspiró—. ¿Quieres que te diga frente a toda esta gente lo que pienso?

—¡SÍ! —gritaron todos en el bar, desencadenando risas por doquier.

Aquella situación hizo que Sylvain se sintiera menos incómodo, pero no menos nervioso.

—Vale, se los diré —respondió Alastor—. Pero no me maten.

—Tú nos estás matando, ¡responde ya! —gritó Laetitia.

El fotógrafo miró al suelo por unos segundos, buscando en su mente las palabras correctas para lo que deseaba decir, pues algo como eso jamás le había sucedido.

—Syl... esto no te va a gustar. Más que todo porque por mucho tiempo tuviste que usar pantimedias sin necesidad, pero... ya lo sabía.

—¿Qué? —el bartender se sorprendió.

—Desde que nos conocimos me di cuenta de que no eras una chica, pero quise esperar a que te sintieras lo suficientemente cómodo para decírmelo. Lo sabía muy bien.

Sylvain miró a Alastor en medio del desconcierto.

—¿Es en serio?

—Muy en serio —el fotógrafo asintió—, y tu género real no es algo que me moleste. No me importa si eres hombre, mujer o un Esquilax[9], lo que de verdad me agrada es que eres una persona genial. Amas a tu familia y amigos, sé que nunca harías algo para hacerle daño a nadie y tienes mucho talento para grandes cosas. Eso es lo que me gusta de ti, y siento mucho no haberte dicho eso antes.

—Espera, ¿eres bisexual?

—Syl, ¿eso importa? A mí no, y a nadie debería fastidiarle, lo que el mundo piense no vale nada si no te aceptas como eres, y me satisface mucho que por fin hayas hecho esto por ti mismo.

El bartender quedó un poco aturdido luego de oír aquello y Alastor lo notó de inmediato. La gente en el bar también quedó asombrada, por lo que nadie dijo una sola palabra en ese momento, así que el fotógrafo dijo una última cosa para romper la tensión.

—Cité aquí a alguien que necesita hablarme de algo, no tardará mucho. Ve y ponte la ropa que te gusta, muero de ganas por ir a comer sushi y hablar contigo sin pantimedias ni maquillaje apenas termine de hablar con esa persona. ¿Qué dices?

[8] Konnichiwa: Significa "hola" en japonés.

[9] Esquilax: Criatura mencionada en la serie animada "Los Simpson" a manera de chiste, es un caballo con cabeza de conejo y cuerpo de... conejo.

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