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𝗘-𝟬𝟰

𝗘𝗥𝗥𝗢𝗥𝗘𝗦 𝗗𝗘𝗟 𝗣𝗔𝗦𝗔𝗗𝗢

La primera vez que se encontraron fue en un día lluvioso, y definitivamente no era buen momento para ninguno de los dos. Hyungwon había perdido a sus abuelos recientemente y había heredado la cafetería, pero no tenía idea de cómo administrarla. Samuel había llegado al país poco tiempo atrás, y quien prometió que lo ayudaría, lo echó a la calle porque no podía encontrar un trabajo, así que no pudo hacer más que deambular en busca de algo que pudiera hacer.

Como era época de otoño, los días eran oscuros, lluviosos y moderadamente fríos la mayoría del tiempo, por eso, después de atender torpemente a un par de comensales que comprendieron su situación por ser clientes antiguos y conocer la historia de la familia, se puso a limpiar una mesa vacía y fue cuando lo vio.

Un chico que no parecía ser de ahí, sentado a la orilla de la calle, acurrucado contra sí mismo soportando el frío que acrecentaba cuando el sol se estaba escondiendo. Su corazón se conmovió inmediatamente por tal imagen, y aunque no tenía dinero para ayudarle, pensó que podía darle de lo que tenía; una cena caliente y un buen café, por lo que no dudó en salir de su negocio.

Bonsoir... —susurró parándose a su lado— Tu vas bien?

El chico lo miró y aunque entendió un poco de lo que dijo, no quiso fingir que era experto en francés porque no lo era.

— No hablo francés. Lo siento... —contestó sin mirarlo.

— No te preocupes... —contestó Hyungwon con un acento adorable, ganandose una mirada sorprendida de parte del chico— Afortunadamente mis abuelos me enseñaron otro idioma, aunque no soy bueno en esto... Uh... ¿Tú estás bien?

El chico sonrió levemente por lo tierno que le pareció el acento mezclado y el esfuerzo de aquel desconocido por ayudarle.

— En realidad no. —comentó con una sonrisa mirando a la calle— Pero, intento estarlo.

Hyungwon asintió levemente y se agachó para estar a la misma altura.

— ¿Quieres cenar? —susurró con timidez— Yo tengo esta cafetería... —señaló torpemente hacia el que ya era su negocio— Te regalaré café también.

El conmovido chico lo miró en silencio por varios segundos y suspiró.

— No quiero ser una carga y tomar de tus cosas de gratis. —susurró con tristeza, recordando las malas experiencias que pasó con personas supuestamente bondadosas— Pero si me das trabajo, me ayudarías mucho.

Hyungwon lo miró sorprendido.

— Ahora mismo... —guardó silencio intentando recordar y poner en orden todas las palabras que necesitaba para explicar que no necesitaba personal ya que venía empezando en su negocio, pero antes que pudiera decirlo, el chico se adelantó.

— No es necesario un sueldo. —comentó mirando fijamente al delgado— Si puedo comer y dormir en el almacén o en cualquier lugar, haré lo que sea.

El corazón del francés se estrujó y sólo pudo soltar un fuerte suspiro antes de ponerse de pie nuevamente.

— Me llamo Hyungwon... —susurró extendiendo su mano amigablemente— ¡Definitivamente te ayudaré!

El extranjero vio aquella acción totalmente conmovido y emocionado, por lo que no tardó en ponerse de pie y tomar aquella mano suavemente y apretarla. Para después hacer una reverencia.

— Soy Samuel. —respondió— Realmente estoy muy feliz de conocerte.

Un leve rubor pintó las mejillas del delgado, pero no dijo nada. Simplemente devolvió el apretón de manos, sonrió, lo soltó y después se dirigió de regreso a la cafetería, seguido de aquel chico que sin saberlo, marcaría su vida.

Su hermana, quien tenía un carácter mucho más fuerte que el suyo, no estuvo de acuerdo en lo que había hecho, sin embargo no le gustaba cuestionar a su hermano, y acabó llevando la cena ella personalmente, todo con la finalidad de examinar a aquel intruso que había ablandado el corazón de su hermano tan fácilmente.

Se dio cuenta tiempo después que el intruso era realmente muy lindo y si les iba a ayudar en todo lo que había prometido, entonces pensó que no estaría nada mal tenerlo cerca.

Esa vez fue la primera vez que Samuel comió en la cafetería lo que se convertiría en su platillo francés favorito. Bebió café y su frío interminable se desvaneció.

Cuando la cafetería cerró en la noche, Samuel ya había limpiado las mesas una y otra vez, y básicamente se dedicó a hacer cualquier cosa que se le pidiera. Incluso se miraba feliz por ello. Fue entonces que los hermanos se quedaron pensando en lo que harían después.

El chico parecía emocionado de estar ahí pero no podían dejar que se quedara en la cafetería porque no era un lugar adecuado, y llevarlo al apartamento de alguno de los dos parecía todavía más descabellado, pues el piso que los hermanos habían alquilado en el edificio estaba siendo ocupado por Hyungwon, y el apartamento de los abuelos había sido heredado a Dasom.

— ¿Qué haremos? —susurró la chica, inundada de preocupación.

Hyungwon miró a Samuel, quien estaba terminando de limpiar todo el piso de la cafetería y fue entonces que lanzó la precaución al aire y suspiró.

— Se quedará conmigo. —decidió.

Su hermana lo miró con sorpresa.

— ¿Piensas meter a un desconocido a tu casa así como así? —le reclamó molesta.

Hyungwon la miró y acarició su hombro.

— ¿Entonces prefieres que se quede contigo? —cuestionó en tono burlón.

La chica gruñó y no tuvo más remedio que aceptar la decisión de su hermano, que aunque para ella era una muy mala idea, no podía ofrecerle una mejor opción para revocarla. Y fue así como dos desconocidos compartieron piso por primera vez.

Uno en una cálida cama, otro en el sofá.
Uno pensativo, otro feliz.
Uno con el corazón acelerado y otro con calma.

Ninguno sabía que pasaría en los días siguientes, pero sea lo que sea que se hayan imaginado, definitivamente no era lo que realmente iba a pasar.

Algo que a uno le dolería, y el otro lamentaría.

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