❻⓿
Su corazón casi podía salir de su pecho en aquel momento, pero no quizo demostrarlo y menos frente a él, así que despejando su mente de los muchos pensamientos que se le revolvieron, decidió que avanzaría hacia su puerta sin inmutarse.
Sus pies se movieron con menos firmeza de la que quería y simplemente pasó por un lado de su esposo, como si su presencia lo estaba matando de la forma que lo estaba haciendo.
— Buenas noches. —escuchó de parte de Wonho, casi en protesta por intentar ignorarlo con tal descaro.
Entonces no lo soportó más y habló.
— ¿Qué haces aquí? —soltó mirándolo de reojo, evitando demostrarle todas las emociones que lo hacía sentir esa misma persona— Te dije que te fueras.
El mayor soltó una risita sarcástica, que vale la pena destacar que hizo que el corazón de Hyungwon retumbara con más fuerza.
— Eres dueño del apartamento no del edificio entero. —respondió con firmeza y con mucha razón— Dijiste que no me querías en el apartamento, pues deseo concedido. Estoy en las escaleras.
Hyungwon rodó los ojos, no porque Wonho estuviera equivocado sino porque no se la ponía fácil de ninguna manera. Creía amar las ocurrencias de Wonho pero en ese mismo momento las odiaba.
Odiaba que fuera un tonto tan inteligente y molesto... Y lindo. Demasiado.
— Aún así sabes cuál fue mi intención real al decirlo. —se obligó a decir sin mirarlo a la cara— Ademas no puedes quedarte en el edificio recibiendo un techo de gratis, a costa de nuestros impuestos. Ve y haz lo que haría una persona normal... Buscar un nuevo apartamento, tener un roommate o algo así.
Al escucharlo, Wonho se puso de pie con rapidez y enfado, tomándolo de uno de sus delgados brazos y girando su cuerpo fácilmente para obligarlo a quedar frente a frente y no hablar sin siquiera mirarse. Como si fueran extraños.
— Escúchame. —gruñó en tono demandante— No me voy a ir de aquí ni aunque aquí exista un letrero enorme que diga “Este maldito edificio es de Chae Hyungwon y no se admite ningún jodido Hoseok en él y menos un tonto” —informó mirando directamente a sus ojos— ni aunque esté escrito así con todo y las malas palabras, lo cual sería muy descortés.
Hyungwon casi soltó una risita ante lo último, sin embargo se contuvo muy bien y no se inmutó.
— Claro que no te iras. —respondió secamente— Ceder no es algo a lo que la gente caprichosa esté acostumbrada... ¿No?
Arqueó una ceja, totalmente desafiante y rezando mentalmente para que todas su palabras fueran suficientes para ahuyentar a Hoseok de una buena vez por todas, sin embargo la expresión de su esposo no tardó en informarle que había fallado en otro de sus planes.
— ¿Capricho? ¿Solo eso? —sus ojos estaban conectados de una forma en la que pocas veces se habían conectado, con miradas expresando más que las palabras— Hyungwon... —las cálidas manos de su esposo acunaron su rostro— No sé si esto sea un capricho o no, pero déjame decirte que si hay algo por lo que sería un caprichoso hasta el fin de los tiempos es por ti, porque quiero quedarme aquí.
Mentiría si dijera que aquellas palabras no le atravesaron el pecho con ímpetu, al punto de derribar sus últimas defensas por esa noche.
— ¿Por qué aquí? —preguntó en un último intento— Francia es enorme.
Hubo un silencio de varios segundos antes de que Hoseok volviera a hablar, segundos en los cuales sus pulgares acariciaron las mejillas de Hyungwon con la suavidad del terciopelo.
— ¿A quien coño le importa Francia sin ti? —preguntó frunciendo el ceño— Porque a mi no.
No lo soportaba más.
El nudo de su garganta se acrecentó a niveles intolerables y la última cosa que quería hacer era ponerse a llorar por Wonho de nuevo.
— Hoseok, basta. —apartó las manos del mayor sin cuidado y lo empujó para finalmente darse la vuelta en busca de continuar su camino.
Sus ojos comenzaron a nublarse en mal momento porque aunque sacó las llaves de su bolsillo con rapidez, no podía distinguir cuál era llave que abría la cerradura del apartamento.
— No. No me voy a callar hasta que tengas un motivo real para alejarme o uno para dejarme volver a ti. —respondió seriamente volviendo a girar a Hyungwon para quedar de nuevo frente a frente— Así que no me pidas que me aleje como si nada porque no lo haré.
El labio inferior del menor tembló al escucharlo y volvió a girarse con rapidez para intentar abrir la puerta, que afortunadamente recibió la llave correcta en el primer intento.
— Entonces haz lo que quieras. —respondió apresurandose a ingresar a su casa— No me importa.
En ese momento se dispuso a cerrar la puerta para acabar con aquella discusión que le estaba haciendo tanto mal, pero no contó con que un fuerte brazo detuviera su acción.
— Bien, entonces haré lo que quiera. —gruñó ingresando al apartamento que ambos habían compartido con anterioridad.
Ante la mirada estupefacta del menor, Wonho cerró la puerta detrás de él y lo miró fijamente.
— ¿Qué dem... —no pudo continuar su frase porque la mano de Wonho cubrió su boca.
— Dijiste que hiciera lo que quisiera, no puedes retractarte ahora. —le recordó.
La mano de Wonho se apartó de su rostro y soltó por ahí el maletín que siempre portaba en su trabajo, para después simplemente deshacerse del saco que tenía puesto y tirarlo en otro sitio con tal confianza como antes. No le importó la mirada fija de Hyungwon quien aún no se creía nada de lo que estaba ocurriendo.
Ese día apuntó mentalmente que quizá debía ser más específico al hablar porque se había dado cuenta que las cosas realmente se habían transgiversado, no una, sino dos veces gracias a su tonto y lindo esposo que hacía lo que estaba a su alcance por quedarse a su lado.
Su mente estaba en blanco, al menos así fue hasta que vio a Wonho venir hacia él con tal ferocidad que lo asustó. Sinceramente pensó que lo golpearía o al menos que lo empujaría con enojo por haberlo tratado muy mal en esos días, pero lo que no se esperó fue que su rostro fuera acunado nuevamente pero esta vez para ser besado con un una desesperación que lo hizo soltar un sonoro jadeo.
Sus manos fueron a parar en las de Wonho, en un intento por apartarlo. Sin embargo, antes de que se diera cuenta ya estaba siendo cargado por el mayor y se sorprendió inmediatamente de verse a sí mismo enrollando sus piernas en la cintura de Hoseok y siendo él mismo quien ahora acunaba el rostro del mayor entre el feroz beso que estaban dándose.
Se reprendió a sí mismo ante tal contradicción pero cuando su cuerpo le hizo caso a sus pensamientos, ya estaba acostado en el sofá más grande de su pequeña sala de estar, con Wonho sobre él, dandole probablemente el beso más intenso que había tenido en su vida.
Definitivamente con Wonho
no había nada que fuera fácil.
Cagadas que no debes cometer:
#60) No des libre acceso.
Puedes acabar cediendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro