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Miró a su alrededor intentando pensar en lo que debería hacer, pero en su mente no había nada, estaba casi tan vacía como su pecho.

Soltó un largo suspiro y se sentó en la acera de enfrente del edificio, pues cuando era pequeño su madre siempre le había dicho que si se sentía perdido no caminara sin rumbo, sino que tenía que sentarse, calmarse y esperar a que su mente y su corazón se pusieran de acuerdo sobre cuál era su próximo destino. Pero mientras miraba los autos pasar de un lado a otro, simplemente siendo iluminados por las luces de las farolas, no pudo contenerse y lloró.

No tenia donde ir... O más bien no quería ir a ningún lado. Quería quedarse aunque su esposo le había pedido que se fuera. Quería volver y explicarle que cada rumor que había oído sobre él no era cierto y que pese a todo y sus errores, era inocente y lo amaba como a nadie en el mundo.

Entonces ahí, sentado en una acera a las afueras del edificio donde había vivido desde que llegó a París, llorando como un miserable, vino a su mente alguien. La única persona a la que podía hablarle en ese momento.

Y ni siquiera sabía si aquello sería una buena idea, pero debía intentar todo lo que estuviera a su alcance, así que sacó el celular de su bolsillo y aún con su visión borrosa comenzó a buscar el número que había guardado hace mucho pero que nunca había contactado desde que se mudó.

El sonido de la llamada siendo enviada le dio un poco de esperanza, al mismo tiempo que quebrantaba más su corazón, pero cuando creyó que su llamada sería ignorada, aquella voz respondió desde el otro lado de la línea.

— ¿Hola? —contestó al no reconocer el número telefónico.

— Hola viejo... —saludó entre lágrimas con una sonrisa de esperanza.

Se quedó en silencio esperando una respuesta que tardó un par de minutos en llegar.

— Hoseok... —le llamó su padre al darse cuenta que la llamada era de parte de su hijo— pensé que te habías olvidado de mí...

Él soltó un fuerte suspiro.

— Es imposible olvidar que existe alguien que usa un pijama de flores parecido al de mi abuela y se ve como la tigresa en versión coreana. —bromeó aún con las lágrimas en sus ojos.

Escuchó una risita contenida del otro lado.

— Tú, hijo de... —interrumpió su frase al saber que sería incapaz de pronunciar el insulto por obvias razones.

Wonho sonrió con tristeza.

— Tuyo. —completó— Soy tu hijo... —recalcó— Y de una mujer que aunque amo a veces no la comprendo.

Su padre guardó silencio al escuchar aquellas palabras dichas en medio de lo que parecía ser un leve llanto.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó con un poco de preocupación— ¿alguna pelea con Wooji?

No, su madre no era el problema y ni siquiera sabía si podía culpar a alguien en ese momento, todo lo que quería era acabar con la pesadilla que estaba viviendo.

— No, pero quizá si una a causa suya... —admitió soltando otro fuerte suspiro—  Todo es diferente aquí papá... Todo parece ser una montaña rusa de emociones ahora mismo y sinceramente ahora mismo me siento solo. —sollozó— y siguiendo con la sinceridad, no sé como afrontar todo lo que está pasando a mi alrededor.

Escuchó un suspiro de parte de su padre seguido de un largo silencio que no tuvo ánimos de interrumpir.

— Hijo, sabes que si de verdad no tienes a donde ir, puedes venir a casa... —le recordó— tu madre y yo siempre estaremos aquí esperando con los brazos abiertos y todo lo que necesites, incluso si tienes que empezar de cero nuevamente. Este siempre será tu hogar.

Miró hacia al cielo al escuchar esas palabras y al procesarlas.

Hogar.

¿Qué significaba esa palabra en esos momentos? ¿Qué sentido tenía volver?

— ¿Qué pasa si... si siento que mi hogar está aquí? —cuestionó ante el silencio de su padre— ¿Qué pasa si hogar significa para mí una persona y no una casa? ¿Qué debo hacer entonces? —miró el anillo en su mano y sus ojos se cristalizaron de nuevo— Y quizá ya lo sepas pero me casé...

A esas alturas no le importaba ser más criticado, incluso si era por su familia. Solo necesitaba sacar lo que llevaba dentro.

— Si, lo supe por tu madre y me sorprendí mucho... —admitió.

No sabía por qué, pero aquello le había traído un poco de alivio a su corazón, aunque no del todo.

— Papá... No sé qué hacer ahora. Estoy fuera del edificio, veo los autos ir y venir y todo lo que puedo hacer es preguntarme hacia dónde van y hacia dónde debo ir... —susurró con la voz temblorosa— nada está siendo fácil, e incluso mi relación pende de un hilo ahora mismo... Solo quiero saber qué es lo mejor para todos... Una parte de mi me dice que simplemente me vaya y otra me dice que vuelva ahí dentro y luche... Pero no sé que hacer... —su voz se rompió— ¿Hay una manera de decirle a alguien que lo amas, sin usar palabras? ¿Existe una forma de enmendar el daño? —preguntó casi desesperado— Sé que he de escucharme ridículamente estúpido haciendo esta clase de preguntas en medio de tus ocupados días de trabajo pero estoy decepcionado de mi y de la forma tonta en que he reaccionado a algunas situaciones, yo solo... Todo lo que quiero...

De nuevo su voz se rompió y no pudo contener el llanto nuevamente.

Quería a Hyungwon cerca y poder abrazarlo. Su aroma era suficiente para curar cualquier dolor, pero no lo tenía ahí y ni siquiera sabía si después de todo lo que había pasado, lo volvería a tener a su lado.

— Hijo, las personas suelen ser difíciles... sobre todo las mujeres. —bromeó arrancando una suave risita de parte de Wonho al recordar la desesperación de su padre al notar que siempre perdía contra Wooji en cada batalla que tenían— pero... lo más importante de todo es que si cometiste un error, lo enmiendes. —aconsejó— y contrario a lo que tu dices, yo creo que no se necesita ser un tonto para perder lo que se tiene... Al contrario, a veces se necesita ser increíblemente listo para pensar que lo que es tuyo ahora, lo será para siempre. Es por eso que cada día debes luchar. —le recordó— No digo que vivir un día a día sea fácil, pero hay cosas realmente radicales que puedes hacer para demostrarle que lo amas y que no debe estar inseguro a tu lado. Debes luchar contra todo y todos por demostrar que has cambiado, que los errores te han hecho crecer y que has madurado... —Wonho miró su mano nuevamente— Lo primero es demostrar que aunque no te quiera cerca, no te alejarás más de un par de pasos de su presencia. Empieza por ahí, yo te apoyaré en todo.

Silencio.

No pudo responder nada a eso. No tenía que buscar más, porque ahí mientras miraba su anillo brillar bajo la luz de las farolas supo que no quería quitárselo. Que no quería dejar su significado de lado y que aunque todo estuviera yendo de la mierda, iba a mejorar, porque ese día estaba llegando a su final y el próximo sería otro día.

Una nueva oportunidad de cambiar las cosas, una nueva oportunidad de volver, una nueva oportunidad de ser feliz al lado de quien amaba.

Cagadas que no debes cometer:

# 58) No dejes de luchar por él.

Nunca.

Este capítulo tiene un significado muy especial para mí, ya que fue publicado en aquellos tiempos de tristeza, cuando no sabíamos nada de Wonho y de lo que estaba ocurriendo. Sentí que esta era una forma bonita de transmitirles y también a mí misma un poco de esperanza y ánimos de poder seguir en la lucha por verlo brillar de nuevo. Ahora que todo eso pasó y que solo son malos recuerdos, me siento feliz de saber que podemos seguir viendo a Wonho brillar en el escenario y que a fin de cuentas toda la lucha valió la pena.

Recuerda...
Cagadas que no debes cometer:

No dejes de luchar por él.
Nunca.

...

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