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Estaba cabizbajo, no porque tuviera la culpa de lo que su suegro pensaba, sino porque de alguna manera eso estaba afectando la poca cercanía que tenía con él.
— Así que se trataba de una emergencia médica... —comentó el señor Chae apartando su botella nuevamente de su boca.
Wonho asintió.
— Oui. —susurró.
— Y todo fue la suma de un montón de hechos desafortunados en tu contra... —continuó.
Wonho volvió a asentir.
— Oui. —respondió una vez más.
Él frunció el ceño.
— Et maintenant vous parlez Français... —comentó.
Wonho lo miró y negó.
— No sé qué dijo pero no oui. —respondió con tristeza arrancando una risita de parte del señor Chae quien no tardó en soltar un fuerte suspiro.
— ¿Sabes? Quiero golpearte... —afirmó mirandolo fijamente— pero es que es tan... —arrugó la cara con molestia— difícil odiarte. Es decir... —suspiró y miró al frente— me pones entre la espada y la pared.
— No tiene por qué estarlo... —se encogió de hombros— espero que me crea que amo a Hyungwon...
El hombre soltó una risita de sarcasmo y lo miró.
— Aunque suene doloroso déjame decirte que ya he tenido estas charlas antes... —le recordó— y adivina, era mentira. Es por eso que no sé cómo podría confiar de nuevo en alguien tan fácilmente. —le tocó el hombro— Hoseok, mis hijos son todo lo que tengo y te juro por lo que más quieras que aunque me sea imposible, he intentado que no cometan los mismos errores que yo. Al menos no ese...
Wonho asintió mientras revolvía algunas de las piedritas que habían debajo de sus zapatos, en las afueras de aquel lujoso lugar donde se desarrollaba la fiesta.
— Sé que puede ser difícil. Es decir, nunca me ha pasado y sinceramente creo que podría desarrollar fácilmente el papel del villano en la historia pero... He hablado con Hyungwon, ha sido sincero en todo momento y creo que ha dejado ir mucho del dolor que le agobiaba desde antes... —lo miró fijamente— sé que tiene miedo que sus hijos sufran y creo que cualquiera lo tendría pero, creo que ellos están aprendiendo por su cuenta a forjar su propio camino... —suspiró— incluso yo estoy haciendo lo mismo... Pero, me preocupa que usted siga tan aferrado a ese dolor.
El hombre lo miró sorprendido.
— ¿A qué te refieres? —preguntó frunciendo el ceño.
Wonho se encogió de hombros y se arregló un poco la ropa al sentir una ráfaga de viento frío.
— Me refiero a que desde el inicio... Siento que se ha visto reflejado en Hyungwon. —afirmó sorprendiendo al hombre una vez más— Piensa que él va a sufrir una y otra vez hasta acabar solo por no poder superar el dolor, pero él no piensa así... —lo miró fijamente— Hyungwon cayó, sufrió y volvió a levantarse. Ahora su amor se ha volcado hacia mí y... —sonrió sin poder evitarlo— es genial, aunque yo no lo merezca él simplemente confía en mí y no diré que soy el mejor esposo, pero estoy cambiando.
El hombre se quedó en silencio un par de segundos y lo miró fijamente, analizándolo.
— ¿Cómo sé que eso es real? —cuestionó nuevamente.
Wonho se puso de pie y suspiró fuertemente.
— Es tan real como que mi nombre es Hoseok... —afirmó— tan real como el amor que tienes hacia tus hijos, tan real que su tuviera una guitarra estaría cantandote ahora mismo... —el señor Chae frunció el ceño ante lo último— ya sabes, esa de Why you gotta be so rude I'm gonna marry him anyway... —lo miró esperando que su interpretación haya sido entendida, pero la expresión de su suegro le decía que creía que estaba loco en vez de enamorado— ¿sabes qué? No importa, igual ya estamos casados.
El hombre soltó una risita.
— Si te viera con una guitarra cantandome una canción te golpearía. —afirmó— soy tu suegro, no tu novia. Deja las serenatas para Hyungwon.
Wonho sonrió al escuchar la pequeña broma, contento de que de alguna manera las cosas estuvieran solucionandose.
— Sé que aún no me crees... —comentó con tristeza volviendo a su asiento— y tienes todo el derecho de sospechar y estar molesto, pero amo a tu hijo y aún no sé cómo, pero voy a demostrarlo.
El señor Chae asintió y tomó el último sorbo de su botella.
— Eso espero. —respondió después de varios segundos de silencio.
En ese momento el celular de Wonho emitió un conocido sonido y no dudó en sacarlo del bolsillo para responder al mensaje de Hyungwon que le preguntaba acerca de cómo iba todo. Sabía que le debía una explicación muy grande a su esposo y no quería esperar más.
— No sé porqué estabas en este lugar, tampoco porqué viste lo que viste pero una vez más déjame recordarte que amo a tu hijo... —comentó poniéndose de pie ante la fija mirada del hombre— y porque lo amo debo irme ahora y dejar esta conversación para luego. No quiero más malentendidos. —sonrió levemente y le tendió la mano— por favor no se lo cuentes a Hyungwon.
El señor cónsul lo pensó un momento y finalmente apretó la mano de Wonho con firmeza.
— Cumple lo que prometes. —le advirtió.
Wonho asintió una última vez y casi inmediatamente después corrió a tomar un taxi sin importarle nada de lo que había dejado atrás.
Dirigió al taxi con ayuda del traductor y del GPS hasta que finalmente llegó al complejo de apartamentos donde sabía que estaría Hyungwon esperándolo. Subió con prisas y no dudó en ingresar al apartamento para buscar al delgado, pero todo estaba oscuro y totalmente en silencio.
— ¿Hyungwon? —preguntó mientras avanzaba con cautela, totalmente extrañado— ¿HyungHyung?
Lanzó sus cosas en el sofá y se dirigió hacia la habitación rogando al cielo que Hyungwon se encontrara acostado ahí y no que lo haya dejado solo, pero al igual que en todos los lugares del apartamento, estaba oscuro y vacío, atravesado únicamente por una fría corriente de aire que provenía de la enorme puerta abierta que daba al balcón.
— HyungHyung... —susurró con apenas un hilo de voz.
— Aquí... —respondió desde algún sitio.
El corazón de Wonho volvió a latir después de escucharlo y al atravesar las cortinas que cubrían las enormes puertas corredizas lo vio sentado en el suelo, con una sabana en los hombros y viendo en silencio y con demasiada concentración hacia la iluminada torre Eiffel.
Sonrió levemente y avanzó hacia él con tranquilidad para finalmente sentarse a su lado y dar un beso en su mejilla. La mirada del delgado se posó en él y le devolvió la tranquila sonrisa para finalmente volver a ver al frente.
— ¿Qué tal ha ido todo? —preguntó en un susurro mientras entrelazaba las manos de ambos, dejando sentir el frío de la suya.
Wonho miró la unión de sus manos y no tardó en dejar un beso en el dorso de la mano fría de su esposo.
— Pudo haber ido mejor... —comentó con tristeza, ganándose una mirada preocupada del menor— hay muchas cosas de las que tenemos que hablar... —Hyungwon asintió— ¿Qué tal tú?
El delgado volvió a mirarlo con una sonrisa.
— También pudo ir mejor... —afirmó presionando un poco el agarre de sus manos— pero estoy cansado para hablar de eso ahora.
Wonho asintió y aprovechó su mano libre para rodear la cintura del menor y atraerlo hacia él en un cálido abrazo que acabó por dejar a Hyungwon descansando sobre su pecho.
— ¿Entonces qué quieres hacer ahora? —preguntó dejando besitos en su cabello.
Hyungwon se quedó en silencio por varios segundos y sonrió levemente.
— Quiero estar así, justo como estamos... —lo miró y le sonrió— que me beses y que me prometas que no importa donde, siempre estarás junto a mí.
El mayor suspiró y lo abrazó con más fuerza.
— Eso ya lo prometí una vez... —le recordó dejando un besito sobre su naricita— mejor déjame cumplirlo... No importa donde sea o cuando sea, creo que dejar de amarte es imposible... —afirmó— no me importa París, es decir... ¿A quien le importa? Cualquier sitio contigo se siente como si fuera París...
El delgado sonrió y acabaron por acortar la distancia que los separaba hasta darse un beso fuerte, uno de esos que reconfortan y curan cualquier pequeña fisura de algún corazón herido.
— Un día a la vez, Wonho... —susurró para volver a sus brazos.
Todos aquellos pensamientos que pasaban por su cabeza en la soledad, desaparecían en cuanto Wonho estaba cerca, pero él no podía estar todo el tiempo a su lado aunque así lo quisieran.
Era imposible.
Cagadas que no debes cometer:
#55) No hagas promesas que
no podrás cumplir.
Hay muchas cosas que no dependen de ti.
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