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Las Termas.

Era un día tranquilo, las calles de Dorne se veían tan concurridas como siempre, iluminadas por un sol brillante que golpeaba con fuerza llegada una hora de la tarde, incluso en épocas relativamente frías como la actual. Tú eras un simple herrero que se buscaba la vida en el negocio de su padre.

Después de terminar tus labores acababas exhausto y la ropa se pegaba a tu piel, un simple cubo con agua fría no siempre cubría todas tus necesidades así que decidiste ir dando un paseo andando hacia los baños termales antes de caer la noche, no era algo muy lujoso pero tenían un precio razonable y estaban limpios.

Al llegar no te sorprendió no ver apenas a nadie dado el horario, así que caminaste con un poco de jabón, una toalla algo raída aunque limpia y la humilde ropa que podías permitirte. Al llegar justo en frente de la pequeña alberca te perdiste en tus pensamientos mientras comenzabas a deshacerte de tu harapiento atuendo, hasta que una voz grave te sacó de tu ensoñación.

-Hola, ¿esperabas compañía?

Tú te sobresaltaste por un segundo, debido a la escasa claridad de la habitación, hasta que centraste la mirada hacía un lateral para encontrar al emisor de ese sonido. Era un hombre de pelo oscuro, con la piel saludablemente bronceada, estaba sentado apoyándose en la pared, con los brazos extendidos a los lados, sumergido en el estanque hasta el pecho, ya que este no era muy profundo. El desconocido te profirió una gran sonrisa.

-La verdad es que pensaba que no había nadie...(dijiste con la poca voz que pudiste encontrar dada la situación).

-Bueno, no te preocupes, todos estamos aquí para relajarnos ¿cierto? Puedes meterte, hay suficiente espacio, el estanque es grande...

Asentiste con nerviosismo, comenzaste a desprenderte de las prendas que te cubrían hasta quedarte desnudo, hiciste lo posible para meterte dentro del agua rápidamente, sentándote al otro lado de la alberca con las rodillas hacia el pecho, como si eso mágicamente escondiera tu cuerpo entero del otro hombre. El desconocido te examinó lentamente, mientras emitía un bufido de diversión.

-No pasa nada por sentarte más cerca, lo siento si te he hecho sentir incomodo... (El moreno levantó una ceja interrogante).

-No, estoy bien...(te situaste más cerca a pesar de la vergüenza, no podías negar que había algo en ese hombre que te llamaba la atención poderosamente, quitaste las manos de las rodillas y las apoyaste en el suelo del estanque).

El desconocido se acercó aún más hasta alcanzar tu mano bajo el agua, rozando el dedo menique con el tuyo de forma casi imperceptible. Te estremeciste levemente lo cual te valió una suave risa del contrario, de cerca observaste unos grandes y profundos ojos marrones además de una nariz prominente.

-Trabajas con las manos ¿verdad? Siempre me he preguntado cómo sería dedicarme a un trabajo más físico...

La voz del hombre tenía un tono de sincero interés mezclado con algo menos inocente que hizo que poco a poco comenzaras a hablar de ti, resultó que el moreno sabía escuchar y tenía un encanto e ingenio sin pudor que producía que estuvieras más cómodo por su sola presencia, haciéndote reír. El tiempo pasó más rápido de lo que imaginaste y el moreno acabó apoyado en tu hombro, rozando sus labios en la zona detrás de tu oreja, de repente notaste como el aire de la habitación se hacía aún más cargado, acompañando al vapor proveniente del agua caliente, no pudiste evitar soltar un suspiro de forma audible.

-Dímelo si quieres que pare...(dijo el extraño en un susurro).

Su mano de gran tamaño bajó acariciando cada parte de tu torso, evitó tu zona más sensible que se empezaba a contraer con interés, hasta llegar a tu muslo que masajeó con maestría, sabías que pretendía burlarse y eso hizo que tu control comenzara a desdibujarse.

-Por favor...(empezaste a suplicar de forma casi lastimera).

-¿Qué quieres, cariño?...(expresó el desconocido de forma socarrona).

-Tócame...

Como si lo hubiera estado esperando, el otro hombre acarició tu hombría sintiendo como se endurecía entre sus dedos. Los gemidos llenaban la habitación mientras el extraño mordía el punto donde el hombro se encontraba con tu cuello.

Pasado un rato aumentó la velocidad, no tardaste en notar cómo se acercaba tu liberación, tu amante debió percatarse porque justo antes puso su otra mano en tu mejilla con la intención de atraerte a un beso sediento y húmedo, acto seguido comenzó a estimularse a sí mismo hasta que echaste suavemente la cabeza hacia atrás contra el borde del estanque, cerrando los ojos mientras observabas colores sin forma bajo tus párpados dejándote llevar por la sensación, el desconocido buscó la fricción contra tu muslo siguiendo en el éxtasis.

El hombre volvió a atraerte a un corto beso antes de sumergirse en las aguas para luego salir de la piscina, recuperando su ropa en el proceso. Seguiste sus movimientos con la mirada cuando un pensamiento rodó por tu mente.

-Mi nombre es...

-Sin nombre, es más fácil así cariño (el hombre se detuvo un segundo lanzando un guiño desvergonzado).

Te dejó en ese solitario estanque mientras intentabas recomponerte con una única y confusa reflexión "¿Quién diablos era ese hombre?".

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