Capítulo 5
Gloria:
En casa había un espeso silencio. Sería la única despierta. Y en mi cabeza no dejaban de pasar una y otra vez todas las partes de nuestro plan. El nerviosismo me carcomía por dentro, pero al final el cansancio ganó y me fui quedando dormida.
En el preciso instante que mi conciencia estaba en el limbo entre el mundo de los sueños y la realidad noto como alguien se inclina sobre mí, por la suavidad del pelo que me acarició la cara supe que era mi hermana. Comprobaba si estaba dormida.
Debió darse por satisfecha, ya que acto seguido salió sigilosamente de la habitación. Cuando oí la puerta de la habitación cerrarse me levante de un salto y me cambié a toda velocidad y poco tiempo después la que la estaba saliendo a hurtadillas de casa era yo. Vi su inconfundible silueta calle abajo y la seguí.
En mi cabeza resonaba una y otra vez la misma pregunta: ¿A dónde narices iba mi hermana a esta hora de la noche?
Águeda:
Había llegado a la puerta principal y antes de seguir levante el frasquito frente a mis ojos. Desde esa mañana el líquido había pasado de un azul intenso a un amarillo que ¿brillaba? No lo sabía. Sin pensarlo más me tomé el frasquito de un trago.
Aquel líquido me bajo quemándome la garganta, sabía horrible y tuve que parpadear un par de veces para no vomitar aquello y que no se me saltasen las lágrimas. Cuando volví a enfocar la mirada vi una especie de motitas amarillas que parecían apuntar hacia la puerta.
La abrí y para mi sorpresa un caminito de volutas amarillas se extendía frente a mí, señalándome la dirección correcta. Los escasos transeúntes las atravesaban como si nada, ellos no las veían.
En aquellos momentos me sentí poderosa. Veía mejor, escuchaba mejor, tenía la piel hipersensible y estaba segura de que si me hubiese echado a correr en ese momento estoy segura de que habría podido haberme recorrido la ciudad en una noche. Me fijé en mi mano, ya no sentía dolor, despacio me quite la venda y donde antes había una aparatosa quemadura ahora solo había piel, normal como la de cualquier parte de mi cuerpo.
Sorprendida, pero intentando pasar desapercibida me calé más la capucha de mi capa y me aventuré entre las callejuelas. No me fije en el camino, solo disfrutaba de la agradable sensación del aire en mi piel y en mis pulmones, que para mí era casi como nueva. Todos los colores a mi alrededor, que eran más bien pocos, resultaban más alegres y brillantes que antes. Parecía un sueño. Estaba tan ensimismada que no noté la presencia de Gloria detrás de mí.
Mi mente lo único que hacía era analizar todas las nuevas sensaciones que experimentaba mi cuerpo.
Llegamos a una callejuela escondida entre dos altos edificios. Pero antes de entrar sentí una mano en la boca y entonces la identifiqué, Gloria siendo Gloria, es decir, metiéndose en todo.
- Soy yo.
- Me asustaste, ¿qué haces aquí?
- ¿Qué quieres que haga si veo a mi hermana escaparse de casa en mitad de la noche?
- No sé, ¿quedarte en tu cama durmiendo? Y ahora dejame, debo ir a un sitió. - inconscientemente miré hacia el camino de luces y la taberna. Ella siguió mi mirada y, sin soltarme todavía, me dijo al oído:
- Si no me dejas entrar contigo te llevó a rastras a casa.
Sin más opción le hice un gesto con la cabeza y ella me siguió como una sombra. Entramos en la taberna y la única persona que allí estaba era una chica de aproximadamente nuestra edad mientras barría el suelo.
- ¿Qué quereis? - preguntó.
- Unsere villa - dije. Dejó la escoba a un lado sin alterarse lo más mínimo.
-Seguidme
Y solo la seguímos.
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