Capítulo Cinco
Narra el hermano
Recuerdo aquella vez que mi hermana tenía planeado salir con su novio, no le importaba el frío que hacía, igual lo decidió.
Fue hace 4 años. Nunca le importó los regaños y gritos de nuestros padres; decían que Chloe aún era menor de edad para conducir y que jamás respetaba las reglas de transito cuando mamá le quiso enseñar un poco.
¡No vayas! ¡No regreses ebria!
Regaños y algunas bofetadas de parte de mi madre. Pero, la mayor paliza que Chloe se pudo llevar me lo dieron a mí.
¡Eres el mayor, haz algo! ¡Inútil!
Hasta mamá se había rebajado y dejaba de lado su voz furiosa y comenzó a ser la "policia buena", claro que, a mi hermana no le importó oirla.
Nunca le importó los castigos que luego le daban al regresar con un olor a cerveza.
Una vez no volvió a casa por dos días, solo llamó diciendo que se quedaría en casa de su novio a comer y a dormir. Esa vez, mamá rompió en llanto y se fue a su cama sin cenar, al levantarse de cama se veía como un zombie envuelto en una seda azul y pantuflas naranjas.
Papá en esa noche, mientras compartiamos unos cigarros, tiró la mesa y del hartasgo durmió en el sillón, no sin antes decirme que todo era mi culpa...
Mamá se convencía a ella misma diciendo «Chloe ya madurará. Crecerá.»
Por esa actitud, Chloe siempre intentó rebelarse y salir con sus amigas y su novio.
Papá bebía demasiado, incluso antes de conocer a nuestra madre, y cuando algo minimo se descontrolaba en casa él se volvía una fiera.
Aunque, siempre fuí el consentido de papá, él me enseñó a fumar y a beber, obviamente, también me enseñó a conquistar chicas de mi edad. Lo que odiaba era que me golpeara a mi por cosas que no eran mi culpa; como cuando mamá no limpiaba y se iba a trabajar, o las muchas rebeldias de Chloe.
Aquella vez que mi hermana decidió salir con su novio en ese frío increible yo estaba acostado en mi cama dando vueltas y vueltas con el teléfono en mi mano.
Ese día mi novia quiso un tiempo para ambos y me dejó con muchas preguntas. Mal momento para dejarme solo. Había hecho ejercicio en secreto y había terminado de pagar una motocicleta, y ella quería un maldito tiempo.
Chloe se encontraba en la ducha y con la música de Elvis a todo volúmen. Tal parece que bailaba o cantaba con su voz horriblemente decentonada, la música resonaba en el pasillo y llegaba a mi cuarto haciendo que me frustrara, así que, fui a por una manzana y a golpearle la puerta del baño para que le bajara.
No había manzana.
Fui al baño y, al comienzo del pasillo, una delgada luz salía de la puerta. Observé, curioso, el pasillo de cuadros negros y blancos con esa luz amarilla.
El morbo me tentó como una sensación que subía a mi nuca, me acerqué un poco a la puerta de color marrón sin hacer mucho ruido.
Mamá no estaba en casa y papá estaba mirando televisión, tuve una pequeña lucha moral y miré a ambos lados con preocupación, tragué saliva y di un paso lento más cerca de la delgada luz amarilla del baño.
Me acerqué un poco más, con la respiración algo agitada y los nervios de punta de que se detuviera la música y se escuchara mi rápido latido.
Detuve mi mano en el manubrio de la puerta y suspiré. Tuve el ataque de moralidad como un golpeteo atroz y el frío que venía por el pasillo me retuvo allí, como si no quisiera alejarme.
Empujé la puerta un poco, solo un poco, lo suficiente como para tener una vista clara. Mis ojos miraron el piso palido y subieron un poco hasta verla.
Pude ver, maravillado, un hermoso cuerpo que me daba la espalda y me dejaba ver unas nalgas rojizas, mirarlo hizo que mi respiración se acelerara y tragué saliva, parpadeé varias veces y me acerqué aún más a la puerta.
No pude mirar nada más hermoso y delicado, era más hermoso que el cuerpo de mi novia. Cómo había cambiado el tiempo aquel cuerpo que yo vestía cuando era pequeña.
NO. Dijo mi cabeza y quise retirarme, pero, seguí mirando y con los ojos muy abiertos, estuve maravillado y desde luego que tuve una erección.
Me asombré de ese trasero y esas curvas que parecían tan delicadas pero a su vez tan insinuosas, me mordí el labio y dejé escapar un leve gemido.
Sus pequeñas manos se deslizaron por sus piernas y subíeron nuevamente con toda esa agua cayendo en su trasero y tal vez entre sus pechos. Una piel suave y bella que cualquiera podría notar; bien cuidada que servía de cascada espectacular y excitante para el agua.
No resistí la idea de tocarla, tocar su cuerpo y estrujar sus pechos; quizás rosados o oscuros. Deseé tocar a mi hermanita que finalmente era una mujer.
Una mujer bien preparada y sexy que estaba frente mío y acariciaba su antebrazo como si acariciara mi pene, quise quitarme la ropa en ese momento y hacerle el amor pero mi mente gritó NO.
Eso era sobrepasar los limites éticos y morales, y mi limite común de persona.
Su música se detuvo y reaccioné rápido para esconder mi cabeza.
Me dirigí a mi habitación antes de que ella saliera del baño, pensé y pensé por qué demonios había mirado... tan excitado. Su imagen desnuda se me venía a la mente una y otra vez y la imaginé en todas las poses sexuales y todas las posibilidades que tuve para follarmela.
Tuve tantas...
Escuché que ya estaba bajando las escaleras y salí detrás de ella para ir al baño, luego, escuché la voz de mi padre pidiendole que se detuviera.
Sentí curiosidad de que si la iba a pegar o no, así que, no entré al baño y me dirigí hacia las escaleras para observar y me asomé por la barandilla, y gracias a la sombra del lugar casi fui invisible.
¿Qué demonios?
Él estaba tocandole el trasero a mi hermana y con sus dos manos apretó sus nalgas mientras sonreía.
El humo del cigarillo hizo juego con su camisa con manchas de cerveza, sonrió, ladino, mostrando sus dientes amarillos y sacando la lengua, subió su mano hasta el pecho y le sacudió la camiseta de Pink Floyd que ella llevaba.
Chloe estaba mirando al suelo con los ojos cerrados y cambió su vista a las cortinas rojas, luego, con el ceño fruncido, abofeteó la mano de mi padre, él continuó sonriente y ella empezó a temblar.
Yo solo miraba con asco e impotencia pero no pude reaccionar. ¿Ese era mi padre?
Él le habia susurrado algo en el oido y luego le entregó lo que parecía las llaves del auto, ella se fue rápido y dando un portazo.
No cerré los ojos hasta las cinco de la mañana cuando escuché un auto y noté luces azules por fuera de casa, me asomé a ver por la ventana y habían policias en la puerta hablando con mi padre.
Al otro día fui al hospital a ver a Chloe. Ella había bebido demasiado esa noche y, al salir de la fiesta con su novio, ella conducia y el tipo iba de lo más ebrio, Chloe chocó el auto en un árbol y su novio murió.
Dos días después, Chloe confesó, en llantos, que nuestro padre la violó en varias ocasiones. Yo quedé aturdido en ese momento.
Pero, Chloe jamás superó la muerte de su novio y creó un mundo donde él aún vivia, pero ellos ya no seguían juntos. Vivia en la negación.
Mi padre fue preso y nosotros nos mudamos a New York.
•••
Pocas veces regresaban esas imágenes de ella desnuda. Ella estaba asustada por lo que vio allí en el sótano, está sola y asustada. Esa vez, más que nunca, deseaba tenerla desnuda, para protegerla, claro...
Hermosa.
Pervertida.
—Está sola. Es tu deber acompañarla, después de todo, es tu hermana menor —susurró una voz a lo lejos de mi cama, en lo oscuro de la habitación.
Me erguí en la cama para observar de dónde venía esa voz, era una voz ronca y sería. En los pies de mi cama había un sujeto con el cuello torcido y con una cerveza en mano, me sonreía.
—De seguro su piel es muy suave. No lo sabrás si no lo intentas.
Es mi hermana... Chloe. Ella es...
—Bebe un poco —extendió su mano ofreciendome la cerveza, yo miré su cara deformada y segundos después lo tomé.
Cuando el liquido pasaba por mi garganta hacía un sonido enorme en la habitación, bajaba y bajaba hasta que la lata se vació y la tiré a un lado. Me mantuve inclinado en mi cama siendo testigo del hombre que estaba al frente, caminó hasta mi derecha y me miró con seriedad.
—Pobre de ti, que tuviste que recibir cosas que no te debieron dar a ti, sino a ella. Tu hermana es una egoista. Todas lo son. Tu hermana supera a todas.—dijo, hizo tronar los dedos y continuó—: Es tan egoista que complacía a tu padre, pero no a ti. Tú que tanto la cuidaste. Dios, solo se queja de mierdas.
Chloe... Ella es egoista.
—Tu padre hacía bien en cogerla. Tu madre no servia para eso, estaba vieja, ¿verdad? Todas son repugnantes de vieja. Chloe, ella es una perra, malagradecida, egoista, maldita, idiota y debil. Es tan debil que podrías darle un golpe y dormirla. Ten huevos, como los tenía tu padre querido.
Papá siempre dio lo mejor de él, nos daba regalos antes y después de casarse con mi madre. Él era bueno realmente. Se esforzaba por darnos una educación con su debida manera de ser. No era malo...
—Chloe...—murmuré en voz muy baja, agotado y con la cabeza agachada.
—Sí. Ella se paseaba en pantalones cortos o en falda por tu casa, tu padre simplemente la miraba —susurró— Ella lo buscaba.
¿Estoy muy ebrio? Solamente tomé dos cervezas con mis amigos.
—Maldición. ¡¿Derechos de la mujer en pleno 1995?! Usa la cabeza, idiota. Tu padre no tuvo la culpa de que ella sea una zorra provocadora.
—Claro —respondí por lo bajo, él se acercó más a mi cara e hizo un gesto de incertidumbre— Claro. Sí. Tienes razón.
Ella era basura, Chloe y su rebeldia estupida que siempre me causó problemas.
Si mi madre hubiera tenido sexo muy seguido con mi padre, como una clara obligación de mujer, papá jamás habría tocado a Chloe. Papá no tuvo la culpa.
Me levanté de la cama y en un tambaleo llegué a mi armario, de allí saqué unas latas de cervezas y me las bebí todas.
Siempre fue una perra egoista, una malcriada estupida y llorona.
Comenzó a llover lentamente hasta volverse una lluvia ensordecedora. Miré el espejo en el mueble marrón que estaba al frente de mi cama, inhalé muy profundo y solté dandome paso hasta el despertador: eran las cinco y veinte de la mañana.
Bebí la última lata de cerveza que me habian regalado mis amigos y luego lo tiré al piso.
Contradije mi cordura una y otra vez apoyando mis manos en la puerta. ¿Acaso soy el unico con mi idea? No soy el primer ser humano, me gustaría vagar por mis pensamientos anteriores, pero, no.
Observé mi habitación vacia y oscura con nada más que el sonido de la lluvia en la ventana.
Ella debe estar asustada en su cama y debe sentirse insegura.
Yo soy su hermano y no estoy allí.
Ella está sola allí, asustada e indefensa.
Debo hacerla sentir segura.
Debo abrazarla.
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