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Capítulo 14


No puedo creer que ese hombre ahora esté conmigo. ¿Quién lo creería? No sé a veces uno se sorprende con lo que te depara el destino. Jamás imagine, en mi vida, que estaría una tarde tomando un helado con Sai, pero no cómo amigos.

¿Por qué jamás me fijé en ti? Ahora que lo pienso bien, siempre estuviste a mi lado, en cada momento, apoyándome en todas las decisiones. Mi pregunta es... ¿Siempre te gusté? Porque recuerdo muy bien cuando me dabas consejos de cómo lidiar con Sasuke, y yo... Oii que pesada siempre hablándote de él. Habrás pensado ¿Qué pesada esta chica?

– Sai

– ¿Mmmh? –preguntó girándose a verla.

– En algún momento, cuando éramos más jóvenes... ¿te fijaste en mí?

Su sonrisa... ¿Por qué siempre se sonríe? ¡Jamás mostraras asombro o vergüenza! Pero esa forma calmada de tomarte las cosas son las que más me gustan de ti, me enseñas eso que me falta... Paciencia.

– Siempre.

– ¿Siempre?

– Es que tú nunca te diste cuenta Ino. –volvió a sonreír.

– Como quieres que lo haga. ¡Eres muy bueno fingiendo!

– No claro que no... No te dabas cuenta, porque en lo único que pensabas eras en Sasuke.

Creo que tiene razón...A lo mejor en algún momento se me declaró y yo lo tomé como chiste o directamente no le dirigí el apunte. Esperen... ¿Tanto pudo soportar? Si fuera yo, ya lo hubiese mandado a volar. Pero que clases de estupideces digo, yo hice lo mismo con el cretino de Sasuke.

Pobre Sai... tener que dar consejos a la persona que te gusta para que esté con otra, hablarle a esa persona. Las cosas que ha hecho por mí, realmente esto es.. ¿Amor?

– Me fijé en ti, cuando te vi en el bebedero.

– Ah sí recuerdo ese día –sonrió la rubia– Fue cuando me acerqué a ver tu obra de arte.

No voy a olvidar nunca más ese momento, ese retrato, supe de inmediato, a penas vi ese retrato, que tenía un gran potencial para el arte. ¡Nunca vi a alguien dibujar así! Por todos los cielos ¡que talento!

Recuerdo que me acerqué al bebedero y el estaba sentado delante de mí, en el pasto del colegio con un cuaderno en mano, dibujando o escribiendo, en ese momento no lo sabía porque estaba de espaldas a mí. Me acerqué a él, ¿qué clase de chico hace las tareas en el recreo?.. Pero me equivoqué, no estaba haciendo ninguna tarea, estaba dibujando, retratando a una parejita que estaba sentada a unos cuantos metros de él.

– Vaya, eres muy bueno... -comentó Ino parada detrás del azabache mirando la hoja, Sai se volteó, pero el sol lo encandiló a lo que tuvo que llevar su mano a la frente para poder identificar el rostro de la chica que le había hablado.

– Gracias –contestó dudoso aun sin reconocer a la joven.

– Un gusto, soy Ino –le estiró la mano para saludarlo a lo que él le correspondió.

– Sai... -en el momento que ella le dio la mano se puso en cuclillas para estar a la misma altura de él. Y ahí fue cuando la vio, sus ojos negros se abrieron un poco más al contactar con los turquesas de ella. Es... hermosa.

– Oii podrías hacerme un retrato algún día, es decir, retratarme a mí, me gustaría regalárselo a alguien muy especial.

– ¿Tu novio? –preguntó con la neutralidad que lo caracterizaba a lo que la rubia sonrió algo sonrojada.

– No, yo no tengo novio. –el azabache sonrió.

– Claro, cuando quieras.

¿Desde ese momento se interesó en mí? Todo esto es muy loco, me cuesta creer todo lo que estoy viviendo junto a Sai. Esa tarde fue una de las mejores que he tenido. La pasamos genial juntos. Pero...

¿Por qué? ¿Por qué si todo venía bien se vino abajo? ¿Qué pasó? ¿Hice algo mal? ¿Dije algo que no le gustó?

De un momento a otro se empezó a alejar de mi, ya no nos veíamos mucho, ya no me escribía ya no nada prácticamente. Esto me pone muy mal, me hace sentir pesimamente mal, porque no solo estoy perdiendo al hombre que realmente quiero y no solo como hombre sino que... mi mejor amigo.

– Mierda...

El azabache yacía en su habitación sosteniendo una carta en mano mientras que con la otra mano se refregaba la frente. Estaba en un dilema, nunca pensó que algo como ello llegaría tan pronto.

Se dejó caer en la cama aun sosteniendo la carta. No sabía si llorar o romper todo por la ira, justo cuando todo iba más que bien, en ese momento de su vida donde todo era color de rosas, tenía a la chica que quería, sus cuadros comenzaban a ser colgados en pequeñas galerías. Justo en ese momento tuvo que llegar la carta.

– ¿Y viejo? –preguntó el muchacho apareciendo en su cuarto apoyado en el marco de la puerta.– ¿Te vas a ir? –Sai lo miró.

– Osh –se quejó volviendo la vista al techo– No lo sé... No quiero hacerlo pero...

– Oye hermano –Comentó tranquilo pero preocupado por la situación. Se acercó a la cama y se sentó a un lado– Yo más que nadie sabe lo mucho que te costó hacer que la facultad exponga tus cuadros y que la chica por la cual siempre estuviste loco, se fije en ti. Pero... Es tu padre.

Sai lo miró mientras su amigo le hablaba sinceramente.

– Y padres solo hay uno. Y no lo puedes abandonar en un momento así.

– Estará con aquella mujer –comentó molesto mirando el techo nuevamente.

– ¡Sai reacciona! –levantó la voz enojado– ¡Tu padre se está muriendo!

– ¡Ash y cuando yo era pequeño y nos abandonó con mi madre! ¡¿le importo?! ¡Claro que no! –gritó molesto sentándose nuevamente en su cama– Y cuando murió mamá ni le interesó venir. Es un maldito hijo de perra, tiene lo que se merece.

– Oye hermano no puedes decir esas cosas.

– ¡Tú no sabes por lo que pasé Shin! –le contestó mirándolo mal.

Shin le sostuvo la mirada hasta que Sai decidió mirar el suelo totalmente molesto. El muchacho de cabello gris celeste se puso de pie y caminó hasta la puerta del cuarto. Shin y Sai eran muy amigos desde chicos, se habían conocido en el colegio, ambos eran de Oita, pero cuando el azabache pasó a secundaria tuvo que dejar Oita para ir a vivir junto con su madre a Tokio. Cuando terminaron el colegio, Shin se contactó con Sai para que ambos vivieran juntos. A pesar de las distancias Sai todo le contaba a Shin por medio de internet, constantemente mantenían comunicación, y en los momentos más difíciles de Sai, Shin como un pilar estuvo para él. Sai lo quería tanto que lo consideraba como su hermano.

El chico se detuvo en la puerta y se giró a verlo.

– Sea lo que fuese, es tu padre Sai, y te dio vida. Si él es mierda no seas como él. Si no lo acompañas hoy, mañana no lo tendrás más y el llorar será en vano. No dejes que tu alma se corrompa de odio y perdona, que es lo mejor que podes hacer en esta vida para ser feliz.

Sai levantó la vista y vio como su amigo se giró para marcharse. Se quedó pensativo en todo lo que le había dicho. Siempre fue bueno para calar con sus consejos en las personas.

Ya había pasado una semana y con Ino estaba por más de distante. No era un muchacho que le gustaba contar sus problemas.

Esa tarde el azabache regresaba de la facultad cuando Shin lo interceptó en la puerta de entrada con un teléfono inalámbrico en mano. Sai lo miró y Shin le estiró el teléfono, sin decirle nada se alejó de él.

– ¿Hola?

¿Sai?... –preguntó una voz como cansada del otro lado–¿Hijo?

Se quedó en silencio sosteniendo el teléfono. Era su padre que lo llamaba desde Londres y realmente no se lo notaba nada bien. Se quedaron en silencio por un momento, y el hombre ya mayor y casi moribundo entendió que su hijo no le hablaría por lo que decidió hablar él.

Hijo... Te necesito. Necesito verte.

Al azabache se le hizo un nudo en la garganta. Tenía mucho dolor por todo lo que su padre le había hecho a su madre, el hecho de engañarla, de golpearla y de abandonarla fueron cosas que a Sai lo marcaron de por vida y los causantes que el chico le tuviera un gran odio a su padre, y para coronar aquel desprecio, en el momento que su madre falleció a causa de una enfermedad que la acompañó durante años, su padre jamás fue al velatorio ni al entierro y abandonó a su hijo a la suerte.

Pero a pesar de todas esas cosas malas, y a pesar de que Sai no era un chico muy demostrativo con sus sentimientos, era un muchacho de buen corazón.

¿Qué será que Sai no me ha saludado en la facultad? Ni siquiera he recibido un mensaje de él en días. ¿Qué le pasa a este idiota? Me veo obligada a ir a verlo a su casa. Por qué a mí nadie me deja sin explicaciones.

¿Le habrá sucedido algo? No creo, que tan grave puede ser para que no me dirija la palabra. ¿Le habrá molestado algo que dije? Si es así, como no me lo dice el muy estúpido. Osh me hace enojar estas cosas. ¿Por qué las personas cuando se molestan no te hablan? No pueden venir a decirte la verdad: mira tengo un problema contigo, es este. ¿Tan difícil es hacer eso?

Comencé a vestirme, dispuesta a encarar la situación entre Sai y yo. No puedo dejar esto así, si tiene algún problema conmigo me lo tendrá que decir y de frente. Pero en el momento que iba a agarrar mi cartera mi celular sonó y cuando lo tomé entre mis manos era un mensaje de Sai "Necesito hablar contigo".. ¡Por todos los cielos! ¡No se imaginan el terror que me causó leer eso! Encima con toda la seriedad de por medio. Se nota la tensión hasta aquí.

– "De acuerdo... ¿En dónde?"

– "En el parque cerca de tu casa"

– "Salgo para ahí"

Estuve esperándolo por más de dos horas sentada en los banquillos de la plaza como una imbécil ¡¿Cómo demonios se da el tupé de dejarme plantada?! ¡Que se cree! Encima que no me saluda, esta distante, no me contesta los mensajes. ¡Nada! Encima de eso... ¿Me planta?.. Osh hasta acá llegué yo, si quiere venir a hablar me tendrá que buscar él..

Molesta me puse de pie y me fui. Tenía ganas de matarlo, creo que si lo tenía en frente le diría un montón de cosas hirientes y hasta le pegaría por imbécil. ¡¿Por qué?! ¡Por qué me hace esto! ¿Yo que le hice a él para que me tratara como lo hace?

– Shin, ¿no viste mi remera negra?

– No –comentó con total tranquilidad viendo a su amigo desesperado buscar por todos lados.– ¿No la habrás metido en la maleta ya?

– No... yo se que la dejé por aquí. –Miró su reloj de muñeca.– ¡Mierda estoy llegando tarde! –revolvía entre sus cajones– Bueno me pondré esta.

Sai tomó una remera de color azul y se la colocó mientras emprendía camino hacia la puerta de salida. Tomó las llaves de su motocicleta que descansaban sobre la mesita de té del living, y rápidamente salió de la casa.

Se subió a la motocicleta y cuando se sentó y la arrancó se dio cuenta que la rueda delantera estaba desinflada totalmente.

– Esto tiene que ser una broma –dijo bajando de la motocicleta.– Mierda, tendré que correr.

El chico salió corriendo de su casa, pero sabía perfectamente que jamás llegaría. El vivía en una punta e Ino en la otra. Por lo que decidió tomar un taxi. No hicieron más de 15 cuadras que Sai notó que no tenía dinero.

– Disculpe, tendrá que parar aquí.

– Pero usted me dijo que...

– Si, si lo sé –lo interrumpió al chofer– Pero no tengo más dinero que éste.

El azabache le mostró el dinero y el taxista paró el vehículo a un costado, recibiendo el dinero. Sai se bajó y no le quedó otra que correr hasta la casa de la chica, no tenía ni dinero para pagar un boleto en el subte.

Cuando llegó a la plaza la rubia ya no se hallaba allí, quiso llamarla por teléfono pero lo había olvidado en su casa, con todo el apuro con el que salió.

– Hoy no es mi día definitivamente.

Caminó hasta la casa de Ino y tocó el timbre pero la rubia no se hallaba había salido con sus amigos Shikamaru y Chouji, ya que la rubia embroncada pidió verlos para así poder distraerse.

Ya no le quedaba más tiempo debía volver a su casa, su vuelo saldría en 4 horas.

– Te voy a extrañar bro. –dijo Shin abrazando a su amigo.

– Yo también hermano –respondió al abrazo.– Espero que no me destroces nada cuando regrese.

– No te preocupes nuestra casa quedará intacta –sonrió con picardía.– No te pierdas, escríbeme de vez en cuando.

– Claro.

– Pasajeros del vuelo 865 con destino a la ciudad de Londres por favor abordar por puerta 9.

– Bueno creo que ese es mi llamado –comentó tristemente el azabache.

– Buen viaje hermano.

– Gracias.

Y por segunda vez se volvieron a abrazar. Sai tomó su valija de mano y se acercó hasta la puerta de abordaje donde después de unos minutos la azafata le cortó el boleto y se adentró a aquel túnel para llegar al aéreo. El muchacho se sentó en su lugar y al cabo de unos veinte minutos el avión comenzó a despegar por la pista para así tomar vuelo hacia su destino.

Te voy a extrañar Ino...

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