Capítulo 13
Ya había pasado un año, pero para mí era nada... El dolor aun seguía latente en mi corazón, como si todo hubiese sucedido ese mismo día. El cielo gris... ja, que irónico que es el clima cuando quiere. El reflejo vago de los árboles otoñales en la ventanilla del automóvil, se movían a una velocidad coherente. Sentada en la parte trasera observé a Shikamaru quien conducía tranquilamente mirando el camino de tierra que recorría, y luego vi por el espejo lateral del vehículo a Chouji quien no quitaba la vista del frente. El silencio era lo que nos acompañó durante todo el camino.
¿De ellos? De ellos no reclamo nada. Estuvieron en ese momento tan difícil de mi vida, mientras que él... Él solo se borró sin dar una explicación... ¿Cómo pudiste hacerme esto Sai? Cuando más te necesité no estuviste allí.
– ¿Ino? –preguntó Shikamaru.
– ¿No llegó verdad? –levantó la vista.
Observé como ambos se miraron teniéndome lástima ¡¿Lastima?! ¡Odio que las personas me tengan lástima!. Bajé mi cabeza y mis lágrimas no tardaron en salir. ¿Por qué no estás acá conmigo? Te consideraba la persona más fiel que me podía acompañar en la vida... Te di tantas cosas, te entregué mi corazón en una caja de cristal y lo único que hiciste con ella fue tirar al suelo como si no fuera nada. ¿Saben que es lo más gracioso de todo esto? Que no puedo dejar de quererlo, que no puedo dejar de pensar en él. ¿Sasuke? Al parecer lo que sentía por ese Uchiha era un mero capricho, pero por ti Sai... Sentí cosas que jamás ningún hombre me había hecho sentir. Me entregué completa... Y no me valoraste. ¿Acaso estoy destinada a que los hombres me usen?
El auto se detuvo de inmediato, escuche la voz de Shikamaru avisándome que ya habíamos llegado y me giré a observarlo, ya que estaba sumida en el hermoso paisaje. ¿Por qué un lugar tan funesto tiene que ser tan hermoso?...
Bajé del vehículo de Shikamaru y suspiré profundo. Para mi aun era difícil. Aunque ya paso tiempo, no me acostumbraba al hecho de tener que venir a visitar a mi padre en este lugar.
– ¿Te esperamos aquí Ino? –preguntó Chouji mirándola con cierta tristeza. Ella solo asintió levemente y comenzó a caminar esquivando cuanta lápida se le atravesaba.
– No puedo creer que ya paso un año viejo. –comentó el Nara sacando un cigarrillo de su chaqueta.
– Si... Ino ya no es la misma.
La rubia llegó hasta la lápida en la que tenía inscripta el nombre y apellido de su padre, y con unos claveles en mano se quedó pensativa observando el monumento. Tomando valor se arrodilló enfrente de la lápida y le quitó unas hojas que el mismo otoño había dejado caer sobre ella, quitó las flores ya marchitas que yacían sobre el pequeño florero de metal que se encontraba a una derecha de la tumba.
– ¡Ino te suena el celular! –gritó el Nara sentado resumiendo unos libros. Chouji se asomó por el pasillo que daba al baño y no vio a la rubia salir.
– Se ve que no te escucha.
– ¿Qué hago viejo? –preguntó tomando el celular entre sus manos– Es su madre.
– Y atendé, en una de esas está preocupada.
– Si creo que tienes razón –comentó apretando el botón verde– Hola... No, soy Shikamaru, Ino está en el... ¿Qué?...
– ¿Qué pasó Shikamaru? –preguntó el Akimichi al ver la mirada de asombro e incertidumbre que reflejaba el Nara sosteniendo el celular en su oreja.
– Si, si no se preocupe... Clámese... Yo le avisaré... Está bien, descuide.
– ¿Qué pasó Shikamaru? ¿Por qué esa cara? –preguntó nuevamente el joven robusto, demostrando miedo en sus palabras.
– ...El padre de Ino falleció...-angustiado y sorprendido vio como Chouji se llevaba una mano a la boca y acentuaba su mirada.
– ¡¿Qué?! –ambos voltear al escuchar la voz femenina sorprendida. Shikamaru se puso de pie deprisa, siendo imitado por Chouji.
– Ino...
– ¡¡No, no, no me podes estar diciendo esto Shikamaru por favor!! –rogó la ojicelestes alterada mientras dejaba escapar lagrimas de sus ojos
– Ino cuanto lo siento
Ambos muchachos se acercaron rápidamente a sujetar a la rubia que se dejó caer al suelo por la misma conmoción. Shikamaru logró atraparla entre sus brazos.
– ¡No por favor, no, no, por favor! ¡¡N-no no quiero!! ¡¡Nooo!!
Cerró sus ojos por uno momento cuando escuchó la voz de Chouji y se giró a verlo. Ambos se encontraban parados, uno a cada lado. El Akimichi se agachó a su lado y la miró fijo a los ojos.
– ¿Quieres que te traiga agua?
– Por favor...
Chouji sacó el florero de metal que se hallaba prendido a un costado de la lápida y sin decirme nada más, se alejó en busca del agua. Shikamaru por su parte. se mantuvo firme a mi izquierda, como siempre estuvo, apoyándome incondicionalmente.
– ¿A dónde vas Ino?
Miré a Shikamaru al hacerme la pregunta, lo observé detenidamente por unos largos minutos, no tengo ganas de responderte. No quise ver a mi padre antes, pero ahora siento la necesidad de verlo... Me giré y atravesé el marco de la puerta que separaba una de las habitaciones con lo que era el velorio en sí. Las personas presentes me observaron, pero no me importó. Miré... y ahí estaba rodeado de flores blancas y amarillas, caminé por inercia hasta él.
El cajón está cerrado. ¿Tanto fue que no te puedo ver papá?... Acariciar la madera es muy distinto a lo que sentía al acariciar tu brazo, costumbre que adopte desde pequeña.
– ¡¿Por qué papá? ¿Por qué me dejaste sola? –le preguntaba al Yamanaka que yacía sobre el cajón– ¿Por qué no me esperaste? ¿No recuerdas nuestro trato? Yo iría a verte. –las lágrimas eran inevitables ya estaba con la mirada enrojecida de tanto llanto.
Todos los presentes la observaban apenados al escucharla hablarle de esa forma a su padre ya muerto. La muchacha no había dormido en dos días, desde que se enteró, no pudo cerrar un solo ojo. El llanto y la tristeza era lo único que tenía lugar en ese momento.
– Papá acá estoy –miró a su madre que se acercó derramando lágrimas- Quiero verlo...
– Ino hija...-insistió su madre colocándole ambas manos en sus hombres.
Intentó sacarla de allí, pero la rubia se negó y abrazó fuertemente el cajón dejando salir un llanto desgarrador, provocando que varios presentes sintieran el dolor y dejar escapar lágrimas. Chouji dolido por la situación no aguantó y salió hacia afuera. Había tenido una recaída, no quiso ver a su padre antes, pero en ese momento tuvo la necesidad. Shikamaru se acercó hacia ambas mujeres y tomó a Ino sacándola del lugar junto con su madre.
¡¿Por qué no me dejan quedarme?! ¡Quiero ver a mi padre! ¡Quiero que lo saquen de allí, no puede estar encerrado así, no puede respirar! ¡Quiero que abran ese maldito cajón! ¡¡Ese maldito cajón!! ¡¿Por qué Señor, por qué te llevaste a mi padre tan temprano?! ¡Lo necesito!
– Lo extraño mucho...
– Lo imagino –se agachó para poder estar a la altura de su amiga y luego apagar el cigarrillo, para así evitar que el humo la molestara.
– Me quedé con ganas de hacer cosas con él. Se fue muy pronto.
– Ino no se merecía esto –pensó el Nara angustiado, colocándole una mano en el hombro– Él siempre estará en tu corazón, nadie te va a quitar eso jamás.
La rubia se volteó a verlo dibujando una débil sonrisa por las palabras de aliento que le regalaba su amigo.
– Toma Ino –dijo Chouji alcanzándole el florero cargado de agua haciendo que la Yamanaka lo mirara.
Estiré mi mano y tomé el florero, para colocarlo sobre su soporte, y dentro de aquella agua cristalina dejé caer los dos claveles que le había comprado. Recuerdo que cuando era niña me enseñabas todo sobre las flores, siempre fuiste un gran conocedor de ellas, no olvidaré jamás aquellas palabras que me regalaste cuando fuimos a aquel gran campo repleto de flores de distintas especies.
¿Algún día llegaré a sanar este dolor papá?... ¿Sabes que es lo que más me duele? Que nunca más te volveré a ver... Nunca más podré sentir tus abrazos, nunca más podre escuchar tu voz, ya no tendré ese apoyo paternal que me brindaste desde niña.
– No puedo creer que ni siquiera esté aquí.
– A lo mejor no le llegó el mensaje.
– Claro que lo hizo Chouji.
– Capaz que el vuelo se atraso. O no pudo conseguir pasaje.
– Le avisé con tiempo –miró al Akimichi con cierta bronca– No quiso estar.
Los tres quedaron en silencio. Ella aun seguía confundida del por qué aquel desprecio, más allá de lo que vivieron, ellos eran amigos, y la Yamanaka estaba atravesando por algo verdaderamente duro, y aun así, nunca se hizo presente.
– El jamás me quiso de verdad.
– El aun te quiere Ino –comentó en Nara agachando la cabeza.
– ¡¿Y cómo estás seguro de eso Shikamaru?! ¡Si me quisiera estaría acá! ¿Y lo está?.. No... -miró a ambos mal y se puso de pie.– Quiero irme ya.
Sin más que decir, se alejó de ambos muchachos que se miraron entre sí, y luego la siguieron. El viaje de regreso fue mucho más sepulcral que el de ida. Ino ya no estaba solo dolida por recordar nuevamente el momento trágico que padeció en sus 23 años. Sino que también venía molesta por recordar a su viejo amigo y ex novio Sai. Mantenía su cabeza gacha observando la pantalla del celular apagada, que le regalaba el reflejo de sí misma. Para luego levantar la vista y mirar a través de la ventanilla.
Un año ya papá... Un año que ya no te tengo. ¿Por qué me tiene que salir todo tan mal? Perdí a dos personas tan importantes para mí en menos de un año...
A Sai...
Y a mi Papá...
– Siempre me gustó venir aquí de pequeño.
– Es muy bonito este lugar papi.
– Lo es hija –sonrió tomándole la mano a la pequeña– Aquí le propuse matrimonio a tu madre.
El hombre se agachó para quedar a la altura de la pequeña rubia que lo miraba entusiasmada por haber oído aquello, sosteniendo entre sus pequeñas manitas un ramo de diferentes flores silvestres que anteriormente se las había regalado su padre.
– Por eso, para mí este es un lugar muy especial, casi te diría, que sagrado
– Es hermoso –comentó mirando a su alrededor– Me encantan las flores–sonrió notablemente dejando ver sus pequeños dientes de leche.
– Sabes Ino... A las flores hay que cuidarlas, regarlas cada día para que se mantengan erguidas y bonitas, y puedan crecer con fuerza. Pero hay flores que se marchitan con el paso de los días, y no hay que dejar que eso suceda... ¿Sabes por qué? –la niña negó confundida mirando a su padre– Porqué si lo haces, mueren, y jamás podrás regresarlas a la vida.
La niña bajó la mirada entristecida.
– Las personas son como las flores... -volvió a levantar la vista al escucharlo hablar– Nunca olvides de decirle a alguien que lo quieres, no tengas vergüenza de expresar tus sentimientos más profundos, lucha por lo que quieres, sueña en grande y jamás te olvides de aquellas personas que añoras –sonrió picándole la nariz provocando una agradable sonrisa a la niña.– No lo olvides
Nunca lo haré... Jamás olvidaré alguna enseñanza tuya.
Sonrió débilmente observando por la ventanilla aquel sol que se ocultaba detrás de la llanura, miró hacia atrás y pudo ver como ya se habían alejado notablemente de aquel sitio que albergaba a las personas que pasaban a otra vida, despojadas de lo cotidiano, de las amarguras, de las preocupaciones, pudiendo al fin descansar en paz.
La rubia volvió su vista al frente y se apoyó sobre el vidrio observando el cielo nublado.
Sé que ahora estas tranquilo. Yo te extraño. Pero sé que donde estas, estas hecho y realizado, y sé que estas feliz. Te prometo seguir tu concejo. Y sé que en algún momento de la vida, el destino nos volverá a unir.
Te amo, y te amaré por siempre...
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