Capítulo 12
[Para todas las enamoradas del InoSai les dejo este capi! Feliz día de san Valentin!]
–¿Qué haces Ino? –se sentó en uno de los bancos al frente de la rubia, esta levantó la cabeza.–Te veo muy concentrada en ese aparato.
– Aaahh... Es que estaba mandado un mensaje.
– ¿A Sai?
– Si... No sé, estoy un poco preocupada. Lo he estado llamando y mandando mensajes y no me contestó ninguno.
–No te preocupes... Debe estar con muchas cosas de la facultad.
– Si... Debe ser –preocupada bajó la cabeza, y miró el celular que sostenía entre sus manos.
– Vamos viejo, deja de hacerte la cabeza. –dijo el castaño poniéndose de pie y llevando sus manos a los bolsillos.– Vamos a tomar un poco de aire. Chouji ya nos reservó un lugar en la cafetería.
Me levanté de mi asiento. Shikamaru tenía razón no me debía preocupar por eso. A lo mejor estaba ocupado con otras cosas. Caminamos a la cafetería y allí estaba Chouji comiendo. Siempre está comiendo ese gordo, cada vez que me volteo a verlo siempre come. Waag son tantas las calorías que consume. Pero ni se preocupa, yo me muero de hambre todo para mantener mi figura, y él come como si no hubiese mañana y es feliz. Debo admitirlo... Me gusta esa postura de él, sin preocuparse por el qué dirán... Igual era medio incomodo verlo, y creo que él también sentía lo mismo. Después de lo que pasó hace un mes atrás, la vergüenza aun nos seguía inundando.
Yo me sentía incomoda por él. Debe ser feo que te corten así, o haberte equivocado de esa forma. Por esa razón le acepté las disculpas a Cho... al principio me enojé mucho, pero después, ya qué... Todos nos equivocamos, y más los hombres suelen ser medios idiotas en ese sentido, nunca se dan cuenta de nada y hacen las cosas sin pensar. Por eso siempre meten la pata.
– ¿En serio Cho? –preguntó dejando el jugo de naranja natural que estaba bebiendo, para mirarlo atentamente.– ¿A dónde?
– Si, vino a comprar una gaseosa y se fue, vino con el amigo ese de cabello anaranjado.
– Juugo. Bueno entonces ya vuelvo, lo voy a agarrar antes que se meta a su salón.
– Ok. Aquí te esperamos –dijo Chouji viéndola salir apresurada del bar, para luego borrar la sonrisa.
– Tranquilo viejo. –prendió un cigarrillo mientras se tiró para atrás.
– No Shikamaru, me la re mande con Ino. Ahora sí que jamás tendré nada con ella.
– Tu también te fijas en lo imposible.
– ¡¿Qué estas queriendo decir que no soy lindo?!
– See –comentó sonriendo mientras le daba una pitada a su cigarrillo. Y el Akimichi fruncía el ceño antes la contestación.
¡¿En qué demonios pensé?! ¡La universidad es gigante! Se me pasaría todo el recreo buscándolo. Salí hacia el parque, me asomé por el palco de mi facultad y lo vi sentado con sus amigos. Me lo quedé observando unos minutos, se reían, vaya a saber de qué. Se ve lindo Sai así... No sé, tiene tanto estilo, se viste tan bien, es tan amable, divertido...¡Ino!... ¡¿Qué estas pensando?!... No, no solo como amigos es esa mi mirada. Sai es tu amigo Ino, tu amigo de tantos años.
– Sai...
El se giró, ya que yo estaba a sus espaldas. Ay por Dios me encantó esa mirada, esos ojos negros tan profundos me hacía acordar a la mirada de Sasuke.
– ¿Qué pasó Ino?
– Quería hablar contigo. No me has contestado las llamadas ¿Te pasa algo?
– Bueno Sai, nosotros vamos a la fotocopiadora a sacar el programa del semestre entrante. Te vemos en el salón. –habló Kankuro siendo mirado por todos.- ¿Vamos Juugo?
– Si dale vamos. Nos vemos rubia –dijo Juugo saludando a Ino, ella solo sonrió y ambos se alejaron.- Que buena que esta.
– Si a decir verdad está bien linda la rubia –dijo Kankuro mirando hacia atrás.- Yo no entiendo como Sai no se la agarra.
– Dice que es la amiga.
– Que va a ser, ese le tiene unas ganas.
– ¿Tú crees?
– Si... Hace lo que sea por la chica esa. Es más lento. Yo ya le hubiese entrado.
– Porque tú no tienes códigos Kankuro.
– Queee... En esta vida no existen los códigos. Tú.. te agarraste a mi hermana.
– Bueno, tú hermana me avanzó también.
– Si. Te odié en ese momento. –dijo mirándolo mal mientras que Juugo sonreía recordando cuando "salían" con Temari.
– Dime Ino –dijo el azabache bajando del banco y parándose al lado de la rubia.
– ¿Te pasa algo Sai? Estás tan raro conmigo. No me has contestado ninguna llamada, me esquivas todo el tiempo. –dijo la rubia bajando la cabeza.- Ya pasó tanto tiempo, y aun parece que no se te pasa lo del concierto.
– Si... Ese maldito concierto. –Pensó molesto viendo a la rubia.
– No te quise dejar esperando de verdad. Pasa que surgió un inconveniente y me tuve que ir antes. Ya te expliqué –dijo nuevamente viéndolo a los ojos.
– No hace falta que me expliques nada Ino. Me tengo que ir a clases. –se dio media vuelta y comenzó a caminar.
– Sai –pronunció la rubia deteniendo al chico.– Yo te quiero.
– No te das una idea lo que yo te quiero a ti... Me dolió tanto lo que me hiciste –pensó viéndola con total tranquilidad.
- Eres un gran amigo para mí, y que estemos así me duele.
No me dijo nada, solo se me quedó mirando un tiempo más y se dio media vuelta continuando con su camino. ¿¿Tanto se puede enojar por qué lo haya dejado en el concierto?! ¡¡Osh me morí de la bronca!! ¡Me hizo acordar tanto al idiota de Sasuke! Me di media vuelta y me fui, me fui a la mierda de esa facultad. No quise entrar a la próxima clase. No me podía ni concentrar de la ira que sentía por dentro.
Cuando llegué, mi padre estaba en casa. ¡Si por fin algo bueno en este día! Hace muchísimo que no veía a papá, serán como ocho meses más o menos. Recién llegaba de un viaje. Al parecer había ido a París porque me trajo una cartera y un perfume de regalo. Es tan bueno mi padre. Lindo gusto para las cosas.
A mamá también le trajo un presente, pero creo que no se esperó encontrarla de novia con el profesor de danza. ¡Qué tipo que lo detesto!... Pobre mi papá vino todo ilusionado a reconquistarla y mi mamá ya prácticamente hizo su vida con otro hombre.
Pasamos lo que restaba de la mañana juntos, y fuimos a almorzar solo los dos. Mamá se quedó con su noviecito ahí en casa. Ya estaba anocheciendo. Fuimos al cine. Me encantó todo ese día jamás había tenido un día como este con mi papá. Siempre fue media distante nuestra relación. Lo acompañé hasta la estación de trenes, vivía a unas horas de casa. No le agradaba la idea que anduviera sola por la calle a esa hora de la noche. Eran las diez de la noche y me había dejado el auto en casa.
– Papá ya soy grande, no será la primera ni última vez que me vuelva sola a casa. Se cuidarme.
– Pero es peligroso hija. Mejor te acompaño a casa y después me vengo a la estación.
– No, no ya pagamos el boleto y ya va a venir tu tren. A parte salgo de acá y a dos cuadras tengo la parada del cole. No te preocupes... ¿Cuando vendrás de nuevo?
– No lo sé hija. A tu madre no le agrado mucho mi visita. –comentó entristecido mirando hacia el suelo, pero nuevamente levantó la vista.– ¿Por qué no vas a visitarme?
– ¡Ay si estaría buenísimo! ¡Me encanta ir a la costa papá! Bueno mira, dentro de dos meses tengo las vacaciones de invierno. Iré a verte.
– Esta bien hija, ya hablaré con los inversionista para reservar esa semana y no viajar. –miró hacia un costado y vio venir el tren que se paró enfrente de nosotros.– Ya llegó mi tren.
Saludé a papá y se fue. No veía la hora de terminar con los parciales y poder ir a verlo. Lo extraño tanto. y más ahora que mamá anda embobada con ese tipo. No me cae nada bien. Espero que no la haga sufrir porque si no... No sé de qué soy capaz.
Era un día más. Otro día de aburrida facultad. ¡Estoy tan agotada ya quiero vacaciones! Cansada de hacer trabajos prácticos y de estudiar para los exámenes. Encima tenemos cálculo. ¡Ay soy tan mala para las matemáticas! Siempre me costó ¡Dios! ¡Ino como no te metiste como costurera!
– ¡Demonios me olvidé de hacer los ejercicios! –murmuró la rubia a sus amigos. Viendo a la profesora que pedía a los alumnos que pasaran a hacer un ejercicio cada uno.
– Yo los hice Ino, pero no sé si estarán bien. ¿Quieres que te los pase?.
– Ay si Cho, me harías un gran favor. –comentó contenta recibiendo la hoja para luego blanquear los ojos.– ¡Chouji has hecho los dos primeros nada más! ¡Y son treinta ejercicios!
– Si... Es que los otros no los entendí. Y le ruego a Dios que no me haga pasar a hacerlos.
– Osh eres un... –dijo molesta devolviéndole la hoja. Para luego ver a Shikamaru que dormía en su banco.– ¿Cómo es posible que este en la universidad éste? ¡Vive durmiendo! –pensaba molesta viéndolo.
– A ver... el siguiente en hacer uno es. Yamanaka Ino. –dijo la profesora levantando la vista de la lista de alumnos. Ino al oír su nombre se quiso morir por dentro no había hecho ningún ejercicio– ¿Yamanaka? –preguntó mirando a todo el salón hasta que la chica levantó la mano con temor.– Pase señorita, por favor, la estamos esperando.
– Aaah si, si espere que saco la hoja profe –mintió haciendo que buscaba la hoja de ejercicio y se ponía de pie.
– No, no, no. Espere.
La profesora se acerco hacia mí. ¡Tenía tanto temor! Si me pedía la hoja y veía que no había hecho un carajo me iba a poner un gran uno. Esta profesora siempre fue muy exigente y sus exámenes sí que son difíciles de resolver. Es tan mala que nos pone ejercicios sin solución, todo para hacernos desaprobar. Es a la materia que le tengo más miedo en toda la carrera. Encima la voy a volver a tener en los últimos dos años. ¡No me la saco más de encima a la vieja!
Se acercó molesta y me miró; yo casi lloro por cómo me veía. ¡Si me pedía la hoja, estaba perdida! ¡Me iba a costar un montón levantar esa nota!
– ¿Quién es el señor?
– A-aahh él –dijo volteándose.– Es Nara Shikamaru.
– Señor. –dijo la profesora tocándole el hombre haciendo que en Nara se despertara y la viera todo dormido.– ¡¿Qué es esto de dormir en clases?! ¡Qué falta de respeto! ¡Esto no es secundaria, está en la universidad ya! ¡¡Me pasa a hacer el ejercicio trece, catorce, quince y dieciséis ya mismo!! –le gritó molesta.
Oii la vieja sí que se enojó... Encima Shikamaru la miró mal. La verdad que si es todo un irrespetuoso. ¡¿Cómo se va a dormir?! No me cae bien la vieja. Pero en este caso tenía razón. Con vagancia, como era típico de él, se levantó del banco y se acercó a la pizarra con su hoja y viéndola comenzó a hacer los ejercicios.
Yo por mi parte. Le agradezco a Shikamaru haberse dormido ¡Si no fuera por su desgracia, hubiese ligado yo esos regaños! Jajaja suena malvado. Pero cuando estás en aprietos le agradeces hasta a la mala suerte del otro que no te haya tocado a ti.
Shikamaru pasó un tiempo haciendo los ejercicios. ¡Le había pedido demasiados! Ven que cuando les digo que es exigente lo es. Cuando terminó se sentó en su banco que estaba a mi lado. Había hecho todos muy bien. Se salvó del uno.
– Muy bien Shikamaru –le dijo Ino felicitando a su amigo.– Y gracias, si no fuera por tu dormida yo me sacaba un uno. ¿Me prestas los ejercicios para copiarlos? –dijo sacándole la hoja. Estaba en blanco.
– No los hice.
– Pero te vi mirando de la hoja.
– Estaba fingiendo.
¡¿Qué?! ¡¡Estaba fingiendo!! Yo ni por muerta puedo hacer esos ejercicios. ¡¡Oii Ino como no eres así de inteligente como Shikamaru!!... La verdad que me sorprendí. Nunca pensé que fuera tan inteligente. A decir verdad ahora que pienso. Nunca hace nada y le va re bien.
Salimos al descanso. Yo al salir de allí lo vi a Sai sentado afuera de mi facultad en las escaleras. Se ve que se le pasó el enojo. Eso me pone muy feliz ya comenzaba a extrañar nuestras charlas en las cual decimos cosas sin sentido y nos reímos de ello. Los chicos se despidieron y se fueron. Yo me le acerqué y le tapé los ojos.
– Ya sé que eres tú Ino.
– No se vale siempre me descubre. –dijo la rubia asomándose y viéndolo.
– Tu perfume te delata. –comentó y al momento se sonrojó, ya que se había dado cuenta de lo que había dicho. Ino por su parte también se sonrojó y decidió sentarse a su lado.
– ¿Qué haces? –preguntó rápidamente, sacándole el cuadernito que tenía.- ¡Qué lindo!
– ¿Te gusta? –preguntó asomándose a ver su dibujo.– Es el parque, me falta terminarlo.
Ino levantó la vista y se lo quedó mirando mientras Sai aun seguía analizando las cosas que tenía por finiquitar del dibujo que había hecho. Ella se quedó admirándolo por unos minutos hasta que el azabache levantó la vista y cruzaron miradas.
– Me encanta. –dijo finalmente viéndolo a los ojos.
Bésame, bésame, bésame ¡¡Bésame ya!!
– Qué bueno que te gustó. –dijo Sai sacándole el dibujo de las manos y mirando hacia el frente. Para volver a dibujar.
¡Oii! ¡¿Es una broma?! ¡¿Por qué no avanzas?!... Esperen... ¡¡¿Ino que estás diciendo, que cosas piensas?!! ¡Él es tu amigo!... ¡No lo puedes ver de otra forma!... ¡Osh a la mierda con los protocolo y lo apropiado!
– Sai...
– ¿Si? –preguntó girando su cabeza para el costado para ver a la rubia.
Ino apoyó ambas mano en el piso y rompió con la poca distancia que había entre ambos tocando así inocentemente los labios del azabache con los suyos. Cerró con fuerza sus ojos. Sai se sorprendió por el beso. La Yamanaka se separó del morocho solo unos dos centímetros.
No... ¿Qué hice? ¡¿Estás loca Ino?! ¡¿Cómo lo voy a mir...?!
Sai la tomó con una sola mano, rápidamente, de la cabeza evitando que así ella pudiera alejarse más, y cerró sus ojos para besar a la rubia pasionalmente. Ino lo tomó del rostro mitras que Sai con la otra mano la tomaba de la cintura. Permanecieron así fundidos en ese beso por un minuto. Hasta que el cuaderno con los lápices cayó al piso haciendo que la rubia lo separara.
– Emm.. –sonrió mientras se limpiaba los labios.- Creo que se te cayeron las cosas.
– Aaahh... Si –comentó recogiendo la carpeta y los lápices.
– Bueno, yo me tengo que ir –se paró rápidamente.– Nos hablamos luego Sai.
– No, no. Espera Ino –dijo rápidamente mientras dejaba las cosas todas juntas como si no le importara. Y se levantó, corrió hasta una rubia que caminaba a paso apresurado. La tomó de la mano y ella se giró y lo miró avergonzada para luego desviar la mirada. El la soltó– No quieres... No sé, ¿No quieres ir a tomar algo? –preguntó algo nervioso rascándose la nuca.
– Mejor otro día Sai... Hoy tengo que estudiar.
– Aaah... De acuerdo –llevó sus manos a los bolsillos de su jeans.– ¿Te puedo llamar más tarde?
Ay que le digo. ¿Qué esta pasándome? ¿Me gusta Sai? ¡¿Desde cuándo?! Aaayyy Ino estás loca por fijarte en uno de tus mejores amigos. ¡¡¿Cuando fue que sucedió?!!
– Claro –sonrió.
– Genial... Más tarde te llamo. –el sonrió y ella antes de girarse él se acercó suavemente y le dio un pequeño beso.– Qué estés bien.
Es cursi lo que voy a decir, pero fue el mejor beso que alguien me podría haber dado. El mejor beso que me ha dado un chico...
Me fui de la facultad sonriendo y recordando ese momento. Jajaja me da risa, no puedo creer lo que acabo de hacer. ¡Rompí una amistad!... Al final... Me parece que mi madre tenía razón, las mejores relaciones pueden salir de un amigo. Yo a Sai ya lo conozco y él a mi también. No tengo que fingir ser delicada o bonita. El ya conoce todos mis estados. Y eso me gusta, porque me siento cómoda con él.
Espero con ansias esa llamada...
t"," wv
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro