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Pelea


Yuuri está molesto. Esa es una verdad evidente. Empero... el ¿Por qué? No está del todo claro, al menos no para Yuri rubio ni para mí, pues acabamos de regresar de mi paseo vespertino.

Cuando nos fuimos todo estaba bien, Vitya estaba terminando la tercera repetición a su programa corto, pues a pesar de tener montado la base, aún cree que puede mejorarlo agregándole alguna pirueta o salto.

Por su parte Yuuri estaba en el gimnasio aledaño a la pista calentando para trabajar en su rutina en cuanto el equipo ruso desalojara el hielo para la hora de comer.

Fue ahí cuando Yuri rubio se ofreció a darme un paseo, ya que tenía que regresar a casa porque había olvidado dejarle alimento a su gato y considero que llevarme de compañía era buena idea.

Vitya agradeció el gesto pues de esa manera él podía concentrarse al cien por ciento y posponer por unas horas la hora de la comida.

Como dije, cuando salimos tomo estaba bien.

Yuuri toma sus cosas al vuelo, mete cuanto pude en la maleta de deporte y sale a toda prisa. Al pasar a nuestro lado, Yuri rubio intenta preguntar y entonces, cuando nos mira algo dentro de mi retrocede. Los ojos ámbar de Yuuri son dos fríos témpanos que hielan la sangre.

Y por primera no estoy seguro de que Yuuri sea el indicado para estar junto a Vitya.

¡Viktor! Exclamo en mi mente, si a mí me ha afectado la actitud de Yuuri no quiero ni pensar como estará mi amigo. Giro en redondo a buscarlo. Cuando al fin lo ubico me acerco titubeante. Su aroma es saldo. No el que desprende naturalmente el sudor sino otro más picante. Está a punto de estallar.

―Vitya... ―dice Yakov con tono medido.

―Ahórratelo Yakov ―gruñe con voz gruesa, los ojos clavados en el piso y las manos apretadas en puños conteniéndose lo mejor que puede. Levanta sus cosas ya sale casi atropellando a cuanto se le atraviesa en su camino.

―¿Qué ha pasado? ―cuestión Yuri rubio. Yo paro orejas para enterarme de cualquier cosa que digan porque me interesa saber que ha sucedido. Nunca los había visto de esa manera.

―La verdad no lo sabemos ―responde Mila demostrando preocupación en sus ojos azules ―Hace dos horas cuando salimos a comer, ellos se quedaron practicando, y cuando volvimos ambos se estaban mirando como si fueran enemigos acérrimos.

―¿Y no dijeron nada? ―arremete Yuri rubio. ―¿El anciano no dijo o grito nada...? Fue así... ¿solo se miraban con odio?

―Bueno... Viktor menciono algo como... "fue una niñería, pero no pensaba quedarme mirando". ―cito Georgi intentando imitar la pose de autosuficiencia de Viktor. ―y Katsuki le respondió. "¡Ah! Pero yo si debo guardar silencio y tragarme todo".

La verdad es que con tan poca información no puedo ni imaginarme que fue lo que sucedió y por lo tanto tampoco sé cómo ayudarlos.

―Basta de cotillear, a trabajar todos ―ordena Yakov y los patinadores se miran como considerando una rebelión. Yakov suspira y agrega para calmarlos. ―Hablare con Vitya, un entrenador no pude ir por ahí peleando con su pupilo.

Veo a los compañeros de Viktor suspirar más tranquilos al saber que ese hombre, que es casi como el padre de mi amigo, se hará cargo de la situación, yo por mi parte no pienso dejarlo por completo en sus manos.

Apenas veo que todos entran a la pista me las ingenio para soltarme de la correa y sin que nadie lo note me escabullo.

Lo primero es saber qué fue lo que paso.

Me dirijo a los vestidores, pero en lugar de entrar sigo derecho por el corredor hasta una bodega. Con mis patas delanteras empujo apoyando todo mi peso para abrir la puerta que se mueve rechinando de manera desagradable.

Gruño un poco para anunciarme y me siento sobre mis patas traseras a esperar.

No tardo en escuchar los chillidos agudos de a quien he venido a buscar, su cola y orejas enormes, su pelaje negro y aquella nariz puntiaguda son idénticos a muchos otros roedores, sin embargo él y su familia tiene algo de diferente, y no solo el hecho de vivir en la pista, sino que son files admiradores de Vitya.

―¡Hola Makkachin! Tanto tiempo, creí que ya te habías olvidado de los amigos.

―Eso nunca Rony. De hecho, ya estaba buscando un momento para darme una escapada y venir a saludarlos ―le respondo animado. No es común que seres como nosotros logren apreciar la belleza del deporte artístico. Si los humanos con mayor apreciación por el arte no lo hacen cuanto menos...

―Y dime... ¡es cierto! ¡Es cierto! ¿Nuestro Viktor ya tiene pareja? ―chilla otra voz a mi izquierda, me vuelvo para ver sobre una caja a Suky, una de las miles de hermanas de Rony.

―Aun no estoy seguro de si son o no pareja... ellos no han intentado tener cachorros ―digo con algo de desilusión.

―¡Oh! ―se decepciona Suky. ―Es una lástima, su hembra es muy linda y huele tan bien ―exclama y yo entrecierro los ojos preguntándome cuando ella se acercó a Yuuri. ―Además es muy amable.

Un barullo general se escucha y es hasta ese momento en que me doy cuenta de que tengo a varias decenas de ratones a mí alrededor.

―El otro día me encontró husmeando, y creí que iba a morir. ― comienza a relatar Suky, me parece que está muy entusiasmada con Yuuri. ―Al menos me contente con saber que sería a manos de una belleza. Sus ojos me miraron y una dulce sonrisa se dibujó en sus labios... ¡Dios! Me derretí de emoción cuando coloco un pedazo de pan frente a mí... y dijo... "solo no te acostumbres". ¡Ah! Es un sueño...

Yo rodé los ojos y lancé un resoplido tratando de ignorar el alboroto a mí alrededor, las pequeñas vocecitas exclamaban entusiasmadas unas a favor y otras tantas en contra. Debía comenzar a vigilar más de cerca a Yuuri.

―¡A CALLAR! ―grito Rony y se formó el silencio. Supongo que al morir su padre él asumió el mando. Y como los roedores no viven tanto sé que a Rony tampoco le queda mucho, cuando salí de Rusia con Viktor él ya un adolecente y lo meses que estuvimos en Japón no pasaron de en balde. ―Ahora sí, dime ¿qué te trae por aquí Makkachin? ―Me pregunta poniendo completa atención.

―Quería preguntar si alguno sabe ¿porque discutieron Viktor y Yuuri?

Los ratones a mi alrededor comenzaron a cuchichear con entusiasmo hasta que uno de ellos brinco cerca de Suky para decir.

―Ellos no discutieron aquí ―aseguro con firmeza era un roedor joven de pelaje café.

―Pero sus compañeros de pista dijeron que... ―intente debatir la respuesta.

―Ellos salieron unos minutos después de su líder, ya sabes... el sujeto viejo y feo...―acota mientras con gesto exagerados describe a Yakov.

Me quede pensando, nunca considere la posibilidad de que Vitya y Yuuri hubieran salido, simplemente di por hecho que ellos se quedaron en la pista.

―¿Alguien sabe a dónde fueron? ―pregunte con la esperanza de obtener más información.

―Viktor menciono la comida del Restaurante Thoumieux, tú sabes... ese tan exclusivo que esta aun lado de la Plaza Roja ―acoto otra voz. ―Aunque dudo que tuvieran tiempo de ir hasta allá ―y la risita que le sigue a ese comentario me dice que es una chiquilla.

Pero, en ese punto tenían razón, la pista estaba a una buena distancia de la Plaza Roja como para ir y regresar en menos de dos horas. Gemí quedito, la verdad me estaba desanimando.

―¡Ey! Es nuestro ídolo quien tiene problemas, vamos chicos piensen, debe haber algo que podamos hacer por Makkachin. ―Alienta Rony con entusiasmo.

Un nuevo rumor se distendió por la bodega hasta que un pequeñín de orejitas rosas se posó junto a mi pata.

―Yo sé quién podría ayudarte a saber a dónde fueron ―aseguro un ratoncito moviendo graciosamente su naricita. Los cachorros de cualquier especie son tan lindos, me dije mientras olfateaba poco al chiquitín, luego con una agilidad sin igual veo al peque trepar por la pared hasta una ventanita corredera que funcionaba como ventilación, y salir solo para un segundo después volver seguido de una paloma.

―Él es Rocky, un ferviente seguidor de Yuuri... ―presento el chiquitín al ave.

―A lo que vamos... ¿Sabes a donde fueron esos dos hoy en la tarde? ―pregunto a raja tabla Rony.

―¡Que si lo sé! ¡Vaya que lo sé! Yo lo sé todo de Yuuri. Y no es como si fuera un acosador... PORQUE NO LO SOY... simplemente me encanta mirar como despierta por las mañanas, su rostro tan apacible y esos pequeños morritos que hace cuando el sol cae sobre sus parpados. Apreciar como las prendas son cambiadas, deslizándose con desesperante lentitud por su cuerpo. Quedarme sin aliento cada que lo veo hablar por teléfono y por casualidad se gira a la ventana con aquella sonrisa más brillante que el sol. Porque no es lo mismo ser acosador que solo un poco adicto a contemplar como el agua de la ducha recorre su piel blanca, o contemplar sin pestañar cuando su mano baja a aquella parte entre sus muslos para...

Un gruñido de mi parte hace que guarde silencio. Estoy a punto de lanzarme encima de esa ave fisgona y morbosa, he pelado mis dientes y de no ser porque me interesa más saber a dónde han ido Vitya y Yuuri ya tendría su cabeza entre mis fauces, después de todo, ¡ha estado espiando a Yuuri!

―¿A dónde han ido? ―pregunto controlándome lo mejor que puedo y dejando salir un gruñido entre palabra y palabra.

Veo temblar a Rocky antes de responderme ―Al café Ukrop, el de la avenida Malaya Konyushennaya.

Eso tiene sentido, no está muy lejos y sirven alimentos varios. Conociendo a Vitya no aguanto el hambre y decidió ir por un refrigerio rápido.

Doy las gracias y a las carreras salgo de ahí, tengo que continuar mi averiguación antes de que Yuri rubio se percate de mi huida. No con poca dificultad salgo de la pista de entrenamiento evitando ser notado por cualquiera de los patinadores.

Son aproximadamente las cuatro de la tarde y el sol ya comienza a caer. Los días duran tan poco en esta parte del mundo.

Camino a paso rápido, casi trotando, es ahora cuando agradezco que Yuuri sea tan vivaz, porque gracias a su régimen de entrenamiento he logrado mantener mi condición física.

―¡Ey! Makkachin ―gritan a mi derecha. Me detengo y con un ladrido le hago saber a mi amigo Sigmund que lo he escuchado a pesar de que está a varios metros lejos de mí. ―¿A dónde vas tan aprisa? ―pregunta él al verme acercar.

Sigmund es un San Bernardo, y por lo tanto en tamaño es más grande que yo. Lo conozco porque su dueño es el propietario una de las pocas floristerías de San Petersburgo, por eso y porque de hecho el establecimiento esta de camino a la pista de Hielo y Viktor tiene la manía de saludar a todo el mundo.

―Vitya y Yuuri han peleado, y una paloma fisgona me dijo que los vio ir a la cafetería Ukrop, así que pensé en ir para averiguar el motivo. Necesito saberlo para...―mientras le cuento no puedo evitar acercarme a las azucenas. Sé que las flores favoritas de Yuuri son los cerezos pero últimamente cuando pasamos por aquí sus ojos se clavan en estas flores en particular.

―Pues si fueron. Pero no pelearon ahí ―aseguro con su tono de voz pastosa. Se relame los labios y se deja caer en la entrada de la floristería con flojera.

―¿Y tú como lo sabes? ―pregunte un tanto escéptico. No es por menos preciar su opinión, pero Sigmund es un tanto despistado y poco observador.

―Porque acompañe a mi dueño a tomar un pedido para el establecimiento, este fin de semana hay una recepción de...

―Sin detalles. Solo dime si viste a Vitya y a Yuuri.

―Cuando llegamos ellos ya iban de salida. Y no creo que estuvieran peleados porque iban de la mano. Ya sabes cómo les gusta a los humanos sujetarse para demostrar cariño. Viktor tenía esa sonrisa tonta en forma de corazón. Se veía feliz.

Di un suspiro profundo. Si no fue en la cafetería ¿entonces a donde más debía buscar?

―Porque no le preguntas a Brutus ―me aconsejo el San Bernardo bostezando sin recato.

Lo mire con claro desconcierto, ¿que tenía que ver el Gran Danés de la carnicería con mi dilema?

Sigmund pareció leer mi desconcierto y aclaro.

―Brutus estaba paseando por esas calles, sabes que antes fue callejero y no ha perdido del todo la costumbre de salir solo. Además, al parecer... como decirlo sin que te molestes...

No pude evitar pelar los dientes, esto me está oliendo mal. Que lo dijera de una vez, estaba haciéndome perder tiempo valioso.

―Bueno, sabes que Brutus es como decirlo... amante de lo bello y desde pequeño Viktor ha sido... un poco más que un lindo cachorro y ahora...

―Mejor no me digas... ―corto su explicación. No estoy de humor para saber la fantasía del Danés aventurero.

―Mi recomendación sigue en pie. Después de todo Brutus no pierde oportunidad de seguir a Viktor cuando se lo encuentra. En especial ahora que se ha conseguido una pareja, porque esa hembra suya huele bien y es amable con todos los caninos del barrio.

Doy otro gruñido. Yuuri va a tener que aguantar mi presencia 24/7 porque no pienso volver a dejarlo solo, mira que andar confraternizando con cualquier perro.

Le agradezco a Sigmund la información antes de dar media vuelta con rumbo a la carnicería de Don Pavel.

Son apenas unas cuadras y no tardo en avistar al Gran Danés.

Brutus sonríe de lado con cara de suficiencia, o más bien de gánster, antes de saludarme. No me molesto en parecer amistoso, de hecho tengo ganas de reclamarle por acercarse a Vitya y a Yuuri, ellos son MIS humanos.

―Makkachin. Un placer verte. ―Saluda mientras busca con su olfato a cualquiera de mis amigos.

―Ni te molestes, ellos no vienen conmigo ―le informo con tono mordaz.

―Una lástima. La hembra de tu dueño tiene un aroma exótico, no es de por aquí eso es seguro, y me vuelve loc... ― en este punto gruño y pelo los colmillos, estoy más que furioso.

―Aléjate de Yuuri. ―advierto acentuando mi enfado.

―Pues a ella parece gustarle acariciar mi pelaje. Dice que soy un perro bastante intimidante, pero amoroso... quizás debería aclararle que solo soy amoroso con quien lo merece. Y vaya que ella lo vale. Viktor supo buscarse muy bien a su pareja.

Ambos nos medimos, cualquiera al vernos pensaría que estamos por iniciar una pelea y no estarían tan equivocados.

―Solo respóndeme una pregunta para que pueda largarme ―le digo con molestia. ―Viste a Viktor y a Yuuri el día de hoy.

Brutus me mira con desagrado, pero igual contesta

―Sí, los vi hace como hora y media. Salían de Ukrop. Caminaron un par de cuadras y estaba por alcanzarles para recibir las atenciones merecidas cuando un alboroto llamo mi atención. No alcance a ver el principio de su molestia, pero esa tal Yuuri intentaba caminar a toda prisa mientras Viktor iba detrás. La tomo del brazo y ella lo aparto. Si lo deja yo me apunto a cuidarla. O quizás quieras quedarte con la chica y yo pueda hacer mi jugada con Viktor. No me molestaría. Él es un hombre increíble y muy consentidor.

―Aléjate de ellos Brutus, ya tienes dueño, Don Pavel es un buen hombre y te quiere.

―¿Y? yo prefería mil veces tener a un dueño como Viktor. Saldría en portadas de revista. Dormiría en su cama y... ¡Dios! Puede que hasta me deje jugar con su chica. Por su olor yo diría que es una hembra candente.

Le ladro con fuerza, mi pelaje se eriza, estoy a un palmo de lanzarme a su cuello si sigue hablando de esa manera de Yuuri y Vitya. Logro calmarme lo suficiente para gruñirle en advertencia y dar media vuelta.

Dejando de lado toda la pedantería y descaro de Brutus al menos ahora sé a dónde ir. A unas cuadras en dirección de la pista de patinaje se encuentra la oficina de correos y ahí vive mi buen amigo Carl.

Es de raza pequeña, de hecho, creo que es el único perro Chihuahua de la ciudad. Los de su casta no aguantan el clima tan helado de Rusia, pero él tiene la suerte de tener como dueña a una mujer encantadora que lo abriga y pone el calefactor a la máxima potencia para que este cómodo.

Unos veinte minutos después de mi desagradable encuentro y de muchos, muchos saludos a mis conocidos que voy encontrando de paso llego a la oficina de correos. Espero paciente a que algún cliente empuje la puerta y consigo colarme dentro.

―Carl ―llamo con apremio.

El sol afuera ha comenzado a descender y debo volver lo más pronto posible.

―Makkachin. Qué gusto verte... y ¿Viktor? ¿Está mandando la postal habitual a su madre? ―pregunta buscando por todos lados a Vitya.

―No, he venido solo ―respondo y antes de que me pregunte más cosas comienzo a relatarle lo sucedido y mi esperanza de que él sepa de la pelea.

―Pues no vi nada. Sí los vi pasar, y sí, la chica lucia molesta, pero no vi porque.

Bajo la cabeza desanimado, ya no se adonde más buscar.

―Pero si paso cerca de aquí sé a quién puedes preguntarle. Espera un segundo ―solicita mientras a toda marcha se mete detrás del mostrador. Cuando regresa trae entre sus dientes un pedazo de carne. ―Esto es para Laika. Llévaselo y dile que vas de mi parte. Puede que se vea algo intimidante, pero es una gran chica y seguro que ella si podrá contarte lo que quieres saber. ―Tomo el pedazo de carne con delicadeza y pongo atención a lo que Carl sigue hablando. ―Si paso en este vecindario entonces ella es tu gato.

―¡Gato! ―exclamo y asombrado casi atragantándome con el pedazo de carne entre mis fauces.

―Sí, Laika es una gata callejera ―acota como si nada Carl.

Me le quedo mirando un segundo. ¿De verdad mi amigo ha entablado amistad con un gato? Meneo la cabeza negando, desde que vi el dolor en la mirada de Yuuri al no poder casarse con Vitya porque ambos son machos me dije que no caería en el mismo error de los humanos. Que no despreciaría a nadie por ser quien es.

Así pues, esta es mi primera oportunidad de demostrar que no soy discriminativo.

―Gracias. Le preguntare a esa amiga tuya. Espero que pueda ayudarme.

Mi respuesta parece alegrarle el alma a Carl, quien animadamente me describe como es y me asegura que no me arrepentiré de hacer tratos con ella.

Salgo de la oficina de correros y enfilo hacia la derecha, en dirección contaría a la pista, unos pasos y veo el callejón. Entro con tiento y casi de inmediato una sombra pasa frente a mí.

―¡Vaya! Pero que tenemos aquí. Sí es nada más y nada menos que la mascota más famosa de toda Rusia. ¿Qué te trae por aquí Makkachin?

Me he quedado helado. La sombra que vi era ella, su pelaje es tan negro como el de Yuuri, y aunque no brilla de la misma manera se nota suave. Otro parecido que de inmediato llama mi atención son sus ojos de color ámbar.

Laika a pesar de vivir en la calle tiene un aire elegante, sus movimientos son finos e intimidantes, y aunque me cueste admitirlo... es hermosa.

―Y bien... ¿te ha comido la lengua un ratón? ―se burla, y hasta la risita guasona que suelta me parece melodiosa.

―Yo... ―y dejo frente a ella el trozo de carne que llevo entre los dientes. ―Carl me ha pedido que te traiga esto. Y quisiera hacerte un par de preguntas... si me lo permites.

Ella me mira recelosa. Pero al final acepta.

Le cuento mi dilema y ella asiente a cada tanto como si estuviera mejor enterada que yo. Al terminar mi relato Laika lame su pata y se peina hacia atrás.

―Bueno no era para menos. Si yo hubiera estado en los zapatos de Yuuri le habría arañado la cara como mínimo.

―Pero... ¿Por qué pelearon? Ellos nunca...

―Corazón, la palabra nunca desaparece de nuestro vocabulario cuando el "por primera vez" aparece en una oración ―acota ella poniéndose en pie y deslizándose por la marquesina de una ventana con aquel andar cadencioso que me hace pensar que si Yuuri fuera un animal seguramente sería esta linda gatita. Al menos en su modo Eros.

Ella dio un suspiro y se hecha sobre el descanso metálico de una escalera de emergencia, sus garras deshacen la carne que no sé cómo ha logrado subir hasta ahí sin que yo lo note.

―Seré lo más clara que pueda contigo. Los gatos no somos seres literales. Nos gustan los matices y hablamos de manera enigmática, claro está es solo por costumbre, no es que busquemos confundir las diminutas mentes de otros animales. Pero siendo amigo de Carl pues... digamos que hare el esfuerzo de no irme por las ramas.

Con un gesto humilde agradezco el favor, por alguna razón que desconozco este minino me hace sentir pequeño.

―Vikto Nikiforov suele ser el centro de atención de muchas y muchos de su especie ―argumenta ella dejando colgar una de sus patas con elegancia. ―Supongo que eso lo sabes de sobra. Lo que me temo no has tomado en cuenta ni tú, ni Viktor es que ese chico suyo también tiene su encanto.

Doy un jadeo al escucharla hablar, ella es la primera que se refiere a Yuuri como varón. Lo que me hace deducir su aguada inteligencia. Todos al saberlos pareja y conscientes de que Viktor es macho han dado por hecho que Yuuri es hembra, todos menos Laika.

Ella sonríe de lado al deducir mis pensamientos, pero no hace ninguna observación y sigue hablando de lo que me ha traído hasta ella.

―Así que supongo que verlo platicar con otro macho no fue del agrado de Viktor. Cuando menos cuando el pelinegro sonreía con tanta libertad. Vi la ira ir ganando terreno, algo poco común en tu dueño, y entonces como todo buen tonto, se dispuso a buscar la forma de atraer nuevamente la atención de su pareja. Lástima que escogió el peor modo posible. Algunas hembras jóvenes lo reconocieron y se acercaron a él, le pidieron una foto. Viktor acepto pavoneándose de menera un tanto evidente, pero supongo que nunca vio venir el atrevimiento que tuvo una de ellas al besarlo. Viktor la aparto, pero era demasiado tarde. Su infidelidad ya había sido vista.

―Entonces fue eso... ―gimo quedito. La verdad me esperaba muchas cosas menos algo así.

―¿Y qué esperabas sabueso? Viktor es un macho codiciado. Varias hembras estarían dispuestas a tener sus cachorros. Varios están en contra de esa relación porque es un desperdicio que... ¡Oh! No me digas que tú pensabas que ellos podían tener hijos...

Y Laika se echó a reír como si la vida le fuera en ello. Se destornillaba de la risa mientras me señalaba.

―Eres un pobre cachorro sin experiencia. ―Señala burlonamente. ―Ahora ve he intenta arreglar un pleito de amantes, pero antes porque no primero inventas la cura para el cáncer.

Gruño un poco al sentirme ofendido. Soy más viejo que ella y seguramente viviré más, pero en cuanto a experiencia de vida siento que Laika me ha superado.

―Si tú estuvieras en mi lugar... ¿Qué harías? ―pregunto con cierto resentimiento.

Ella entrecierra sus felinos ojos tan parecidos a los de Yuuri y eso me hace estremecer, gira completamente su cuerpo sobre la escalera describiendo una preciosa floritura, se relame los bigotes y responde.

―Nada.

―Pero ellos son...

Laika baja de un salto agraciado hasta el contenedor de basura que está a mi costado, se acerca a mí y con sensualidad pasa su lomo por debajo de mi barbilla. Su cola larga y estilizada se enrosca en mi cuello y no puedo creer lo bien que huele.

―Makkachin. Tú los amas ―asegura y la pose que ha tomado me roba el aliento.

Es un gato me digo mientras siento como su cola ha dejado una caricia casi etérea al deslizarse sobre mi rostro. Cada uno de mis rizos pide por un poco más de contacto.

―Por eso buscas como ayudarlos, pero... ¿no los cachorros aprenden más rápido cuando dejas que cometan sus propios errores? ¿No es mejor dejar que aprendan a caminar y luego a correr por su propia cuenta? Viktor nunca se ha visto receloso de perder lo que tiene, porque hasta hace poco no tenía nada que atesorar, y... ¿no has pensado que incluso tú presencia en algunas ocasiones más que ayudar impide que ellos se reconcilien cómo se debe?

Ladeo la cabeza sin comprender lo que ella me ha querido decir... ¿reconciliarse como se debe? Si veo que son felices. Ella vuelve a reír.

―Los amantes solo pueden terminar sus peleas con una reconciliación carnal. Ahí en donde el amor toma forma física y se entregan sin reparo. Donde sus aromas se mezclan y por fin llevan una parte del otro sobre la piel. Una marca de propiedad. Yuuri no ha recibido eso y por eso Viktor siente el temor de perderlo.

―Yuuri nunca lo dejaría, lo ama con todo su corazón.

―Y si lo ama tanto como dices... ¿Por qué no han... ―ella me mira, como intentando discernir la mejor palabra para expresar lo que piensa. ―Tenido sexo?

―¿sexo? ―y ahí va otra palabra para mi vocabulario o en todo caso, otro motivo para que Laika vuelva a reírse de mí.

―Si... tú sabes. Cuando desnudos se montan uno sobre otro mientras gritan y gimen por que el macho mete...

―¡Ah! ―gimo al entender. ―Sí, si... vale ya lo entendí... ―grito un tanto avergonzado.

Bajo la cabeza al suelo y tapo mis ojos con mis patas delanteras. Pero qué horror. Ella lo dice como si fuera la cosa más normal del mundo, y yo estoy tendido en el suelo todo avergonzado. La escucho reír, para cuando me animo a ver ella ha vuelto a su lugar en el descanso de la escalera.

―Si eso era todo entonces me retiro ―ella toma el trozo de carne y salta con gracia cuatro escalones y continua su ascenso a la azotea. Una vez arriba se asoma y dice ―Cuidado al volver a casa galán. No me gustaría que ninguno de tus sedosos risos pasara un mal rato por la lluvia.

En el cielo retumba un trueno seguido de su compañero inseparable el relámpago. Salgo del callejón y corro, a medio camino me detengo. Es muy tarde y dudo que la pista este abierta. Sera mejor ir a casa.

Un aguacero se suelta. Estoy empapado y un poco... pero solo un poco perdido.

Camino despacio intentando distinguir entre la oscuridad y este chubasquero que no me deja ver bien la forma de los edificios para ubicarme.

Cada vez me siento más extraviado y una parte de mi comienza a asustarse. No debí abandonar la seguridad de las calles conocidas. O por lo menos debí regresar mientras había luz de día. Otro relámpago atraviesa el cielo y yo me hago bolita. Nunca había estado fuera tan noche y sin Viktor.

Viktor... Vitya... encuéntrame. Yuuri... ven a buscarme.

―...chin!!! ... achin!!!... kachin!!!

Levanto mis orejas, creo haber escuchado algo.

―KACHIN!!!

Me levanto de donde estoy y ladro, ladro tan fuerte como puedo para hacerme escuchar sobre este ruido constante que es la tupida lluvia.

―¡¡MAKKACHIN!!

Ahora sí, es muy claro, es la voz de Yuuri la que está gritando mi nombre. Ladro de nuevo, más fuerte, no alcanzo a distinguir su silueta pero puedo escucharlo y eso me hace feliz.

"¡Aquí estoy. Yuuri!"

―Makkachin... ―exclama lanzándose a abrazarme con amor. Está completamente empapado y puedo ver en sus ojos los rastros del llanto. ―¿Estas bien? ¿Te duele algo? ―me pregunta a las carreras.

Con delicadeza me jala hasta un techo y un poco más sereno me revisa. Lamo su cara para tranquilizarlo y hacerle ver que estoy bien. Yuuri me mira y noto que está temblando, deduzco que ha estado buscándome bajo la lluvia.

―Vamos a casa Makkachin, Viktor está muy preocupado por ti.

Al llegar Yuuri corre al teléfono, llama a Viktor y al Yuri rubio para informarles que me ha localizado.

Apenas cuelga no duda en conducirme al cuarto de aseo, abre la llave de agua caliente y me da un buen baño, seca con cuidado mi pelaje y hasta usa la secadora para borrar cualquier signo de humedad. Una vez que comprueba que estoy bien seco toma mi rostro y frota su nariz con la mía. Un gesto que manda una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

―Parece que no tienes temperatura. Aun así te mantendré vigilado. Espero que no te enfermes.

Con una enorme manta hace un nido cómodo en el sofá y me recuesta ahí mientras él toma un baño.

Unos minutos después escucho llegar a Viktor e igual que Yuuri corre a abrazarme, entierra su rostro entre mis rizos, lo siento temblar y sé que está llorando.

―No vuelvas a hacerme esto―dice con dolor y en este momento me siento tan amado. ―amigo mío, me has hecho recorrer toda Rusia. Y Yuuri... Yuuri no ha dudado en salir corriendo a buscarte. Estaba desesperado, y yo un poco celoso, ni siquiera por mí se pondría tan histérico. No ha escuchado razones y ha salido sin ninguna protección bajo la lluvia, no tomo ni dinero, incluso olvido su teléfono.

―Viktor...

Vitya y yo miramos a Yuuri quien desde la puerta nos observa.

―No parece sentirse mal, tampoco tiene fiebre ―informa Viktor aliviado, acaricia mis orejas y mete sus dedos dentro, es incómodo pero necesario para que compruebe mi temperatura. ―Gracias por darle un baño Yuuri.

―Sabes que no tienes que agradecer, también fue mi culpa que esto ocurriera, no debí salir de la pista con ese arrebato infantil.

―Yuuri... ―llama Viktor y corre a abrazarlo. ―Yo...

―No tienes nada que explicar, comprendo mi posición y...

―¿Entonces porque te molestaste? ―pregunta Vitya, sus mejillas están tomando un tiente carmín, comienza a enojarse.

―Porque soy un tonto. Porque pensé que yo era... que de verdad te creía cuando decías que éramos pareja, pero ya vi que...

―Un momento. Sé que a esa cabecita tuya le encanta tergiversar todo, así que dime que novela trágica te estas imaginando.

―Ninguna novela. Después de todo vi como besabas a esa chica... por supuesto, para ti un beso puede ser solo un saludo, un mero gesto cotidiano, pero para mí...

Viktor resopla, parece estar contando hasta diez. Me pongo en pie listo para intervenir y amenizar un poco el ambiente, sin embargo las palabras de Laika me frenan. Aprieto los dientes y espero no equivocarme al dejar que estos dos se digan todo lo que guardan.

―Sé que no soy precisamente la mejor elección, ―afirma Yuur bajando la cabeza. ―Lo veo todos los días en los ojos de quienes sospechan que somos algo más. No me aceptan debido a que soy poca cosa en comparación tuya. He llegado tan lejos gracias a ti... soy como la luna que solo refleja el brillo del sol porque no tiene luz propia. Si me comparo contigo no soy nadie. Además ¿a dónde quieres llegar? Ni aquí ni en Japón aceptaran una relación como la nuestra y no sé si poseo el valor para gritarlo a todo el mundo. No cuando tengo que soportar que personas mucho mejores que yo, algunas por ser más jóvenes, bonitas, ricas, inteligentes, importantes o simplemente con mejor autoestima intenten llegar a ti haciéndome a un lado. No sé si pueda pelear. No sé si quiera pelear.

―Entonces, ¿eso es todo? Te rindes y me dejas ―reclama Viktor.

―No puedo ofrecerte más de lo que soy. No tengo nada más que lo que ves exactamente frente a ti y siento que es tan poca cosa.

Viktor aprieta las manos en puños está a punto de estallar igual a como lo hizo en la pista hace unas horas.

―Ya te lo había dicho antes, nunca pensé que fueras tan egoísta Katsuki Yuuri. Dices todo eso pero no te pones a pensar en lo que yo siento, en lo que TÚ significas para mí. En el dolor que me provocas al escuchar que no valgo la pena.

―Viktor, tu si vales...

―Pues no es lo que estoy escuchando cuando dice que no quieres pelear por lo nuestro. Está bien, no podemos casarnos legalmente ni en tu país ni en el mío. También sé que supondrá un horrendo, espeluznante acoso por parte de la prensa y las críticas no serán las mejores una vez que lo hagamos público, pero... a diferencia tuya, yo pienso que mientras estemos juntos y haya quien de verdad nos muestre cariño como tus padres, Yakov, Yurio, Otabek, Phichit, Yuko y su familia... y muchos, muchos más que han estado desde el inicio ahí para nosotros, entonces... por mí ¡QUE ARDA EL MUNDO! Me hice ilusiones que tú mataste en la primera oportunidad.

―Tienes razón... ―musita Yuuri.

Desde mi posición en el sofá elevo las orejas, lo que le sigue a esa frase será muy malo y estoy controlándome lo mejor posible para no intervenir. Ruego a cuanta deidad tienen los hombres porque Yuuri no sea tan tonto para decir lo que sospecho.

―Tienes razón... No mereces a un ser tan mediocre ni tan cobarde. Por eso...

Y ahí está. La peor frase que pudo haber pronunciado. Nunca debí hacerle caso a un gato por más sexy que sea. Me levanto y antes de que incluso piense como irrumpir, el sonido de un golpe resuena en la estancia cortando un silencio casi sepulcral.

Yuuri tiene la mejilla roja y los ojos aguados, Viktor también llora y lo mira con reproche. La cachetada apenas ha sido lo suficientemente fuerte para dejarle roja la mejilla.

―Nunca vuelvas a decir que eres mediocre, tú no eres nada de eso, ni cobarde ni poca cosa. No vuelvas a menospreciar a la persona que yo amo más que a mi vida. Porque precisamente es eso lo que me has dado "Love and Live". Te quiero... Te quiero... acaso es tan difícil de entender. Te es tan difícil creerme. ¿Qué tengo que hacer para que veas y sientas todo el amor que deseo entregarte?

―Viktor...

―Yo... yo también veo el desprecio en la mirada de muchos, su reproche y su decepción, pero luego me giro y tú llenas mi visión, entonces todo lo demás desaparece. Quiero estar a tu lado. Así que por favor, no me apartes porque no sabré como seguir sin ti.

―Viktor... ―gime Yuuri y se lanza a sus brazos.

Se han dicho muchas cosas agrias y dolientes, pero supongo que Laika estaba en lo cierto al decir que necesitaban aclarar las cosas como amantes, como pareja, sin un tercero que mediara, que les diera una excusa para guardarse los pensamientos más lacerantes.

Cuando veo a Yuuri comenzar un beso suave me regreso a la manta. Agacho la cabeza he intento pasar desapercibido.

Entre caricias y besos poco a poco va sobrando la ropa y yo solo espero que lleguen a su cuarto antes de que todas las prendas terminen de caer.

Para mi suerte así es y sé que ellos al fin son pareja cuando suaves sonidos escapan por las paredes. Una canción deliciosa que me arrulla porque es la confirmación de que al fin han formado un lazo fuerte he irrompible. Su relación puede que enfrente muchos problemas, que incluso alguno desee abandonar, sin embargo, sé que estando uno al lado del otro encontraran la fuerza para continuar.

Es pasada la media noche cuando una mano se pasea por el interior de mis orejas. Levanto la cabeza y veo a Yuuri.

―Lamento haberte despertado, solo quería comprobar que no tenías fiebre ―me explica mientras acaricia mi cabeza en busca de relajarme para que vuelva a dormir.

Por instinto me acerco y recargo mi cabeza sobre sus muslos desnudos, solo está usando la camisa de Vitya. Yo sonrió para mis adentros, Yuuri huele delicioso y solo yo y Viktor tenemos el privilegio de tenerlo así de cerca.

―Hoy he hecho muchos descubrimientos, sin embargo el miedo que he sentido al pensar que pudiera haberte perdido me hizo reflexionar sobre mi estancia aquí. Quiero estar junto a Viktor y junto a ti. ¿Recuerdas que te conté sobre mi escape con Vicchan?... pues, en realidad nunca llegue a fugarme.

Ante esa confesión levanto la cabeza y gruño un poquito para que sepa que estoy esperando por saber lo demás.

―Vicchan se fue sin mí. Estuve llorando casi dos días con sus noches, sin comer y solo dormía a ratos. Mis padres y Marí salieron a buscarlo, incluso pidieron ayuda a los vecinos, pero no dieron con él. Entre más tiempo pasaba más me desesperaba, no quería ir a la escuela y tampoco a la pista. Solo me quedaba en la puerta frontal de la casa a esperar verlo llegar, quería verlo correr a mis brazos ladrando con su vocecita chillona. Paso un poco más de media semana....

Yuuri guardo silencio y me apretó más contra su pecho.

―Caí enfermo y tuvieron que internarme porque no aceptaba la comida. Seguía llorando y llamaba a Vicchan. Entonces, como si hubiera sido un milagro él volvió. Yuko me dijo que Vicchan había estado escondido cerca de Ice Castle, pero que no lo noto. De hecho ella creía que Vicchan salió de casa para evitar que yo tuviera que alejarme de mi familia, pero como me quería tanto busco una forma de verme. Es decir... Vicchan había estado esperando a que apareciera en Ice Castle durante todo ese tiempo.

Yuuri di un suspiro, uno de esos que vienen del alma y yo espero paciente a que continúe.

―Y su sacrificio valió mucho, sirvió para que ese niño que me molestaba y sus padres se dieran cuenta que si seguían insistiendo en la muerte de Vicchan también tendrían que lidiar con la culpa de mi depresión. Además de que en ese tiempo en que falte a la escuela la verdad del comportamiento de mi compañero salió a la luz y bueno... sus padres no estuvieron para nada felices de saber que su hijo era un abusivo. Me ofrecieron una disculpa y Vicchan regresó a casa. Tardo un poco en volver a pasear a gusto por Yutopia pero al final creo que entendió que todos estábamos de su lado. A qué viene todo esto... pues te lo cuento porque hoy sentí lo mismo. Mis padres un tiempo después de aquel incidente me llamaron para conversar. Me aseguraron que jamás consideraron sacrificar a Vicchan, que debí confiar en ellos, en que buscarían otra manera y que me apoyarían y nos protegerían a ambos. Pero por sobre todo... que debí ser valiente y contarles lo que estaba pasando. Que si no hablaba de mis problemas entonces me hundiría solo. Y tenían razón... todo lo que me guarde en aquel entonces término por ser un peligro para Vicchan y hoy, cuando pelee con Viktor me olvide de ti y...

Gimo un poco y le doy varios lengüetazos, de todos modos, yo jamás pensé que mi situación fuera culpa de Vikto o de Yuuri.

―Yo de verdad lo siento Makkachin.

Yuuri se disculpa, así es él, tan noble y cariñoso.

―No fuiste el único ―afirma Vitya mirando a Yuuri desde la puerta de la recamara, luego sus ojos se enfocan en mi al decir. ―Así que supongo que yo también te debo una disculpa amigo.

Viktor se acerca a nosotros acaricia la mejilla de Yuuri y me da un fuerte abrazo. Los adoro a los dos y espero que a partir de ahora haya una mejor comunicación entre ellos.

﴾۞﴿


El sol resplandece. Los pajaritos cantan y yo estoy feliz. Vitya ha estado retozando con Yuuri toda la noche. O como diría Laika... teniendo sexo.

Usualmente ya habría salido a correr con Yuuri pero no me molesta darles la mañana libre. De hecho escucho sonar el teléfono y como el que no quiere descuelgo la bocina con mi nariz. ¡Nadie va a interrumpirlos hoy!

A media mañana despiertan, Yuuri prepara el desayuno y Viktor vuelve a comprobar que no tenga fiebre. Ladro y doy vueltas para demostrarle a mi amigo que estoy radiante de energía y muy sano.

―¿Al menos iremos a la práctica dela tarde? ―pregunta Yuuri desde detrás de la barra de la cocina.

―Supongo...―responde Vitya mientras deja salir un bostezo perezoso.

Desayunamos tranquilamente y salimos del departamento a eso de las doce.

―Viktor, buen día ―saluda un hombre mayor elevando medio torso entre varios tipos de flores.

―Buen día Don Luka, hoy sus azucenas lucen radiantes ―alaba Vitya prendado del aroma de dichas flores. Viktor es un hombre exigente y el hecho de que elogie un negocio, persona o producto es signo inequívoco de que es una calidad excepcional.

―¡Oh! Qué bueno que te gusten, porque de hecho tengo un ramo para ti.

―¿Para mí?... ―cuestiona Viktor al tiempo en que sus ojos se abren y sus labios dibujan su sonrisa más sincera.

―En realidad... son para tu lindo novio. ¿Por qué es tu novio, verdad muchacho?

Ambos se ruborizan, Vitya asiente con la cabeza y Yuuri toma el ramo con delicadeza y agradece el detalle.

―No es de mi parte ―aclara Don Luka divertido. ―Ayer Makkachin estuvo aquí y no pude evitar notar que olía estas flores con sumo interés, y pensé... ¡Ey! Makkachin anda buscando un obsequio. Pues es la primera vez que tu perro se interesa por mi puesto. Los animales son muy perceptivos, en especial si son fieles y aman a su dueño tanto como este cachorro te quiere a ti. Así que supuse que deseaba darle la bienvenida a tu pareja.

Yuuri está más rojo que una granada madura. Me mira y luego regresa la vista al hombre mayor. Con varios saltos y brincos también agradezco al hombre por el obsequio, que aunque no estaba entre mis planes estoy seguro que hará sentir muy bien a Yuuri.

―Cuida bien de Viktor, es un buen hombre ―encarga Don Luka con un brillo cariñoso en sus cansados ojos.

Yuuri asiente con la cabeza y hace una reverencia típica de su país que hace al anciano reír. Viktor se despide y toma de la mano a Yuuri para reanudar la marcha a la pista.

―Si llegan a casarse te prometo encontrar rosas azules. Sé que te gustan y será un buen presente de bodas ―grita cuando ya estamos a unos metros de distancia.

―Gracias, muchas gracias ―responde Vitya con el mismo jubilo.

Yuuri aprieta el ramo contra su pecho, mira las flores como si fueran una belleza exótica. Sus mejillas están coloradas y sus labios dibujan una sonrisa deliciosa. Viktor no hace más que contemplarlo fascinado y aprovecha para acércalo un poco más a su cuerpo.

Un gruñido de mi parte llama su atención un poco antes de comience a ladrar.

Brutus y Don Pavel se acercan a paso ligero.

―Viktor ―llama el carnicero con un leve tono de angustia.

Yuuri se ha arrodillado para sujetarme del collar al tiempo en que intenta calmarme entre caricias. Si Yuuri supiera lo que Brutus piensa de él y Viktor no estaría tan tranquilo.

―Es bueno ver que encontraste a Makkachi.

―Sí, de verdad ayer nos dio un buen susto ―cuenta Vitya dejando que su mano se pasee por mi cabeza. ―Gracias por su preocupación.

―¡Oh! Es lo menos que podía hacer, después de todo fue este pillo ―y señalo a Brutus ―quien lo alejo de su camino. De no haber peleado con él seguro hubiera llegado a casa antes de que se soltara la lluvia.

Vitya sonríe condescendiente y niega que Brutus tuviera la culpa. Aun así Do Pavel le pide que pase en la tarde por unos filetes para mí, en forma de disculpa por el comportamiento de su mascota.

"Hay unos que nacen con tanta suerte" gruñe Brutus pasando por mi lado y yo solo lamo la mejilla de Yuuri para hacerlo morirse de celos.

Retomamos nuestro camino y a unas cuadras veo a Laika y no puedo evitar acelerar el paso, sentarme frente a ella y menear la cola.

Ella me sonríe antes de coquetamente rozarse contra mis piernas.

"Veo que las cosas están mejor. Me da gusto por ti galán"-argumenta mientras su elegante cola dibuja figuras inconexas sobre los rizos de mi pecho. –"Ahora intenta encontrarte una novia. Sería cruel dejar a este mundo sin cachorros tan lindos como los que estoy segura tendrías".

Ladeo la cabeza, esta gatita es increíble. ¿Cómo puede decir cosas como esas sin que suenen vulgares? Ella se aleja contoneándose y yo solo me quedo mirando al tiempo en que escucho a mi corazón retumbar.

Corro para lograr alcanzarla y darle una buena lamida que la toma por sorpresa y le eriza el pelaje.

"No te tomes tantas libertades, que aún no me has hecho el amor"

¿Qué ha dicho? ella quiere que nosotros...

"No te confundas, no me refiero eso que ellos han hecho" y señala a Viktor y Yuuri que se acercan a paso exageradamente lento, "sino a intentar conquístame y... no soy nada fácil de complacer".

―Makkachi ―llama Viktor y no me queda de otra que acudir.

"Búscame cuando no traigas carabina(1) galán y entonces quizás considere darte una vuelta por la ciudad"

Es lo último que dice antes de desaparecer entre las sombras del callejón.

―No sabía que te gustaban los gatos... ―me dice Yuuri apenas llego a su lado y yo no sé cómo debería responder.

No me gustan los gatos... solo me gusta Laika.

Llegando a la pista Vitya es el primero en entrar. Yakov da un suspiro cansado y ni se toma la molestia de regañarlo, ya sabe que sus palabras van a resbalarle a Viktor.

Estando en los vestidores Yuuri acomoda tanto su maleta como la de Viktor.

―Tuviste una gran aventura ayer ¿verdad? ―dice Yuuri con una adorable sonrisa. Se sienta en uno de los bancos y me rasca detrás de las orejas. ―Como me gustaría que pudieras contármela.

Yo meneo la cola feliz, a mí también me gustaría relatarte todo lo que hice ayer y de las cosas de las que me entere.

Un pequeño chillido distrae a Yuuri, su sonrisa se amplia y se gira en mi dirección.

―Esto es un secreto Makkachi, así que no le digas a nadie.

Del interior de uno de sus bolcillos extraer un pedacito de pan y con tiento camina a la esquina del vestidor. Coloca el trozo y espera.

Y casi se me va el aliento al ver a Suky. Ella se acerca a tomar el trozo, se levanta en sus patitas traseras y agradece el obsequio.

Yuuri ríe complacido cuando ella chilla y se acerca a él con menos miedo.

―¿Verdad que es bonita, Makkachin?

Yo ruedo los ojos. Yuuri no puede entenderla pero ella está casi desmayándose al escuchar el elogio. Se mete detrás de los casilleros a toda prisa gritando, como toda buena fan, que no puede esperar para contarles a todos que Yuuri piensa que es bonita.

Doy un suspiro, Yuuri termina de ponerse los patines y yo le sigo, no sin antes notar que por la ventila de la habitación asoma la cabeza cierta paloma fisgona.

"Mejor lárgate Rocky" gruño en advertencia y él sale volando.

¡Ay! Si Viktor supiera.... Quizás ya hubiera pagado para fumigar la pista y habría encontrado la forma de deshacerse de todas las palomas de Rusia.

Aunque... una pregunta me deja quieto en mi sitio.

―Makkachin. ¿Qué pasa? ―pregunta Yuuri tomando mi rostro para verme directamente a los ojos, pues ha visto mi cambio de ánimo.

"Si Vitya supiera lo que pienso, por celos... ¿Me alejaría de Yuuri?" Niego con la cabeza, no, Viktor no haría algo así.

―¡¡Yuuri!! Yuuri donde te metiste... ―grita Viktor en el pasillo, y apenas verlo le salta encima. ―Te perdí de vista y me preocupe.

―Debía guardar las mochilas. Y estamos en la pista, nada malo puede pasarme aquí, Viktor―replica Yuuri.

―Eso no lo sabes. Hay ojos que pueden estarte observando desde las sombras....

Yo jadeo. Me sorprende la intuición de Vitya pues en este preciso momento hay varios pares de ojos sobre ellos. Después de todo Rony y Suky tiene mucha familia, y no olvidemos a la paloma acosadora.

¿Fin?

.

.

N. A.

(1)Carabina: acompañante, escolta, terceras personas.

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