Edad
Sé que la edad es importante. Aunque en realidad no comprendo del todo el valor que le dan los humanos. Por ejemplo, yo considero que la edad es un contador regresivo que te impulsa o te apremia a atesorar cada segundo que pasas con tus seres queridos. Es una forma de recordarnos que no somos eternos en este mundo y que por eso mismo debemos disfrutar de cuanto hacemos.
Pero como dije, los humanos no parecen darle el mismo valor. ¿Será porque tienen una vida más larga?
―Makkachin... ¿tú crees que estoy viejo? ―me pregunta Viktor con cara compungida.
Yo ladeo la cabeza sin saber que responder porque en años perrunos tendría que responder, sí. En años humanos... creo que apenas va por la mitad de su vida, o algo así.
―Yuuri ha estado viéndose con Yurio. Creo que están visitando lugares de interés para jóvenes y... cuando me ofrecí a acompañarlos Yurio me rechazo porque dice que no quiere cargar con un anciano.
Viktor da un suspiro y yo le imito al tiempo en que recargo mi cabeza sobre sus piernas. Estamos en el sofá de dos plazas que tiene vista a la ciudad a través del ventanal del balcón. Viktor se encoje sobre sí mismo y lo siento temblar aferrado a mí. Como si ser un poco más viejo fuera una desgracia, o error imperdonable.
Y yo me pregunto, ¿no debería estar contento de ser mayor a los Yuris? Es decir, con los años viene la experiencia y con la experiencia la sabiduría.
Viktor se levanta y camina hasta un espejo que adorna la pared. Se mira a los ojos, recorre su piel en busca de arrugas, con la mano derecha peina sus cabellos hacia atrás y frunce el ceño cuando se observa la frente.
―Esto no es calvicie... solo... solo tengo amplia la frente ―me dice, sin embargo, en el tono que pronuncia dicha frase creo que trata de convencerse más a si mismo que a mí.
Y nuevamente no comprendo la razón de querer disculpar un aspecto de su persona. La mayor parte de su cuerpo esta desprovisto de pelo, entonces ¿por qué le molesta que precisamente ese lugar no lo tenga?
Es como si yo me quejara de que mi colita tiene más rizos que el resto de mi cuerpo.
―Además... aún tengo una excelente resistencia al alcohol. Soy un atleta de alto rendimiento por lo que mi cuerpo no está descuidado... no soy uno de esos treintones cuya panza casi les llega a las rodillas. Poseo un gusto fino y... solvencia económica. Estoy seguro que podría cumplir cualquier capricho que Yuuri pronunciara, así que... porque debería importar unas cuantas canas o arrugas. Las cuales por cierto no tengo. Y sí, sé que Yuuri parece mucho menor a la edad que realmente tiene, pero...
Vuelvo a ladear la cabeza. De verdad... no sé de qué está hablando. Los problemas de Yuuri suelen ser más coherentes, más sensatos. Viktor parece estarse ahogando en un vaso de agua.
Lo veo dar varias vueltas en la sala mientras hace gestos extraños. Se detiene un segundo para retomar su paso con mayor velocidad y gruñir un par de veces. Nunca lo había visto tan ansioso.
―¡Es suficiente! ―exclama decidido. ―Makkachin apróntate, vamos a salir.
Yo ladro feliz, es mejor verlo decidido a tomar cartas en el asunto y no solo deambular por la casa y sé que lo que él ha querido decir es, que vamos a espiarlos.
Viktor se viste todo de negro, incluyendo unas gafas negras que en realidad solo sirven para llamar más la atención pues es de noche y seguro que más de un individuo lo voltea a mirar. ¡Que discreción la suya!
Pone la correa y ambos salimos a paso presuroso. Parece ser que Viktor sabe perfectamente a dónde vamos. Afuera tomamos un taxi.
―¿A dónde lo llevo Don?
Viktor arruga el entrecejo al escuchar el "Don", el pobre hombre ha dicho una palabra que golpea directamente el ego de mi amigo. Viktor da indicaciones y se arrebuja en el asiento con molestia. Usualmente no pierde oportunidad de entablar conversación con el conductor, pero hoy... bueno, no está de humor.
Llegamos a una plaza bastante concurrida. Muchachitos de varias edades caminan y de reojo nos miran. Algunos mal educados nos señalan y ríen con supuesta reserva.
¿En dónde estamos? Me pregunto observando con curiosidad, todo a mí alrededor está cubierto de colores brillantes y la música estridente escapa de varios locales con luces. Nunca había visto un lugar como este, de hecho, lastima mis orejitas.
Doy varios pasos de atrás y tiro de Viktor para salir de ese lugar. No es un ambiente apto para nosotros, tampoco creo que lo sea para Yuuri. Es mejor buscarlo en otro lugar.
―Disculpe señor... ¿le puedo ayudar en algo? ¿Está perdido? ―nos pregunta un jovencito como de la edad de Yuri rubio. Viktor frunce el ceño al notar las perforaciones en sus orejas y cejas, la ropa bastante liviana que porta a pesar del frio y aquel cabello largo amarrado en una coleta que le da un aire desenfadado. ―Si busca un teléfono o...
Viktor se retira las gafas oscuras y su rostro tiene un rictus de seriedad que hace retroceder al chico.
―No necesito ayuda, gracias ―dice con tono cortante, luego lo piensa mejor y coloca entre sus manos mi correa. ―Cuídalo un segundo, ahora vuelvo, "muchacho". ―la última palabra casi la escupió. Y no puedo creer que Vitya tenga esta faceta.
Lo veo entrar a ese lugar ruidoso. El muchacho, quien por cierto parece asombrado del rumbo que llevan los pasos de Viktor, menea la cabeza negando, luego él y yo nos miramos con cara de circunstancia. ¡Dioses! En que está pensando Viktor. Él nunca ha sido de ese tipo de ambiente.
Y al parecer el jovencito junto a mi piensa lo mismo.
Con resignación el muchacho me saca de la plaza, amarra mi correa en una esquina de su local, que por cierto está cerca de la salida y gruñe algo sobre no volver a ser atento con los ancianos.
"Hola galán" dicen a mis espaldas y giro en redondo para toparme con la mirada ámbar de Laika. "Se puede saber ¿Qué hace una mascota fina por estos lares?" pregunta coquetamente mientras hace lo posible por llegar a mi lado. "De haber sabido que eras de ambiente te hubiera invitado a venir desde que nos conocimos"
La miro con fascinación. El pelaje de Laika se tiñe de los diferentes colores de luces que escapan de los locales, sus movimientos parecen acordes con la música y su mirada es aún más profunda de lo que recuerdo. Es tan hipnotizaste cada uno de sus movimientos que sin darme cuenta mis ojos se clavan en ella con hambrienta admiración.
"Makkachin" dicen mi nombre a mi izquierda, me giro y...
¡Oh! Por todos los cielos ¿ese es Lev? Seguro que Yuri rubio no sabe que su lindo siamés se pasea por estos lugares mientras no está en casa.
"Laika, no sabía que conocías a este perro esnob*" se burla Lev con alevosía. Se acerca a nosotros con andar elegante, aunque no tan marcado ni tan armónico como el de Laika. "Regrésate a casa sabueso, este antro no es para finuris como tú"
Laika ríe ante el comentario y yo me siento humillado.
"Ciertamente no parece que frecuentes este tipo de lugares, aun así..." y Laika bajado al piso y aprovechando que tengo los pies delanteros separados se frota contra mi enroscando su cuerpo en la derecha. "Me encantaría pasar un rato contigo. Vamos galán, no me dejes con las ganas" pide ella con voz melosa.
Lev se ha quedado de piedra. No puede creer lo que está escuchando y ciertamente esta que se lo lleva la perrera solo de comprender lo que ella me está proponiendo.
"No te hagas ilusiones Laika, no ves que trae correa. No puede moverse de aquí. Así que andando" afirma Lev con desprecio dando media vuelta y subiendo a toda marcha por uno de los tubos de la cañería del local rumbo a la azotea.
Yo bajo la cabeza, es cierto, no puedo irme o Viktor se asustará. Además de que no soy capaz seguirles el paso a los gatos cuando deciden trepar.
"No pienses demás" dice Laika y con un gesto me pide que incline un poco más la cabeza. Lo hago sin dudarlo y mi premio es una suave lamida muy cerca de mi boca. "Prometo ir a visitarte más tarde. Solo mantén una ventana abierta para mi galán".
Estoy pasmado. Ni siquiera sé cómo logre asentir con la cabeza. La veo marchar siguiendo el mismo camino que Lev y solo hasta que la pierdo de vista dejo que mis pies se doblen y caigo de lleno sobre el piso.
"Esa gata va a matarme" me digo respirando agitadamente.
Creo que ahora entiendo mejor a Viktor, pensar que tu pareja sea mucho más joven, tenga más energía que desquitar y él hecho de que su atractivo llame mucho la atención, se convierte en un problema cada vez más grande con los años. Te vez cada vez menos atractivo y temer perder por eso mis su interés.
Yo no puedo ni siquiera compararme con la juventud y gracia de Lev. Así como Viktor no puede evitar pensar en las miles de personas que ven a Yuuri y desean estar con él. Hombres y mujeres con más energía y juventud, y menos... menos frente.
Viktor sale del local hecho un huracán. Toma la correa y sin decir una sola palabra detiene un taxi con apremio y regresamos a casa en menos de un parpadeo.
Al llegar no dice nada. Retira la correa, se mete a su habitación y se tira en la cama boca abajo. Yo le hago silenciosa compañía, estamos siendo apaleados por los años. ¡Oh! Duce juventud, ¿A dónde has ido?
Unas horas más tarde es cucho las llaves, corro a la entrada para ver a Yuuri entrar por la puerta con paso tembloroso. ¡¿Ha estado bebiendo?!
Con esfuerzo y entre risitas tontas logra llegar al cuarto que comparte con Viktor, lo he seguido solo para asegurarme que no valla a caer en el trayecto.
―¿Viktor? ―menciona melosamente desde el marco de la puerta mientras abre con coquetería el cierre de la chaqueta negra que trae puesta y la desliza por sus hombros dejando que la fuerza de gravedad haga el resto del trabajo. ―Ahmmmm!!! Viktor ―vuelve a decir con voz sedosa que deja inmediatamente al descubierto sus ánimos. En un movimiento demasiado hábil para su estado deshace el botón del pantalón que cae al piso, le siguen los zapatos y los calcetines.
Nunca había visto esa parte de Yuuri. Es ahora cuando me doy cuenta de que en realidad parece que no lo conozco también como pensé. En este momento casi juraría que Yuuri es una réplica exacta de Laika en humano. Esa sensualidad nata que te desarma, los ojos brillantes de deseo y sus dulces gestos que te provocan... te incitan a desear tocar aquel ser exquisito y pecaminoso.
―Yuuri no creas que vas a contentarme tan fácilmente después de que te vi... ―intenta reclamar Vitya antes de que sus labios sean atrapados en un demandante beso.
―Solo estaba bailando, pero si te molesta entonces... solo lo haré para ti... Vitya... ―ofrece descaradamente mientras se pone de pie sobre la cama con el cuerpo de Viktor entre sus pies.
―No es por el baile, es... ¿Has ido ahí con Yurio porque yo soy un viejo que no puede seguirte el ritmo?
Yuuri ríe ante lo dicho; con sensualidad menea las caderas al tiempo en que va desabotonando cada uno de los botones de la camisa de tal forma que deja sin aliento tanto a Viktor como a mí.
―Acompañe a Yuri porque no deseaba ir solo. Yuri tiene ganas de salir con Otabek a un lugar más relajado y menos frívolo, pero temía demostrar que era su primera vez y quedar en ridículo frente a él. Así que fue una sorpresa y un tremendo placer que me lo pidiera a mí, me hizo feliz al saber que de alguna forma cuenta conmigo.
Viktor parece comprender ahora mejor la situación y sonríe.
―Viktor. Tu no estas viejo y si quieres comprobarlo pues...
Con el erotismo digno de un dios Yuuri se retira los lentes y peina sus cabellos negros hacia atrás en un gesto que hace a Vitya tragar saliva. Sus muslos son hermosos, sin menospreciar para nada su abdomen trabajado. Con una lujuria innata se da vuelta y sugestivamente se inclina dejando que el bóxer negro marque casi como segunda piel su redondo trasero arrancándole un gemido a Viktor, y a mi... bueno, yo salgo despavorido. Lo que viene a continuación no es algo que deba presenciar.
―Vamos... o ¿acaso soy yo quien ya no despierta tu libido Vitya? ―es lo último que escucho decir antes de que la puerta se cierre y me lance a arrebujarme en el sofá. ¿Yuuri estará en temporada de celo?
Por suerte su habitación es enorme y nada de lo que sea que pase allá adentro llegara a mis oídos.
La noche es cerrada cuando un suave golpe en la ventana de la cocina llama mi atención. Me acerco desconfiado, solo lo suficiente para mirar y... ¡Ahí esta Laika! Su mirada en este momento es exactamente una copia de la de Yuuri cuando llego a casa. Una que refleja deseo desmedido. Una invitación para nada sana pues debo recordarme que ella es un GATO.
Si abro la ventana me estoy arriesgando a que pase algo muy malo.
―¡¡¡Ah!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Yuuuuuurrrriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!! ―Escucho el grito de gozo que Viktor deja salir con tanta fuerza que ha llenado casi por completo el apartamento y golpeado mis orejas como una descarga eléctrica.
Y corrijo... puede que pase algo muy bueno.
¿fin?
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N. A.
A Antonelladino, gracias por su preferencia.
EimyMariel, My lady es un placer saber que aun gusta de mis retorcidas ideas y le confieso que cuando llega un comentario suyo se me acelera el corazón.
Lemmon_Pie, es un honor que lea esta historia.
Vorony, My lord... un gran saludo para quien fue uno de mis primeros lectores. Ver su nombre me alegra el día.
Se que tengo por ahí varios lectores fantasmas que no dejan comentario ni votan... aunque no estoy enterado que son los votos ni para que sirven. Pero los invito al menos dejarme saber quienes son y si es de su agrado mi trabajo.
Ah! si me falto nombrar a alguien por favor dígamelo, para agregarlo a mi lista de regalos navideños.
Atte: Su escritor y amigo Taylor Espurious
Posdata.
Lamento no responder de manera más personal cada comentario, pero no logro entender del todo esta pagina y apenas estoy experimentando con las diferentes opciones y servicios que brinda.
Por su comprensión mil gracias.
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