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28. Nerviosismo nocturno

Mientras Loan se desvestía con cuidado, no paraba de pensar en aquella sensación que sintió hace poco en su pecho, esa sensación que le provocó su padre:

- ¿...Por qué siempre me siento así cuando estoy con Papá? - se preguntaba a si misma - ...y ahora voy a dormir en la misma cama junto a él...

Desde aquella vez que se tocó con tanta intensidad, sus deseos de perversión se cruzaban con los recuerdos de su padre.

Loan seguía sin saber si este sentimiento realmente era amor, y ahora, ya no podría preguntárselo a nadie más...

Por estar distraida, se pasó a llevar la herida de su brazo con la manga del pijama. Ya no se trataba de un dolor fuerte, más bien era un dolor molesto.
Con mucho cuidado, desvendó la gasa para volver a afirmarla.

Loan se quedó pensando por un par de segundos...
No era buena idea que su padre notara esa herida, asi que sacó de su cajonera un pijama mucho más grueso y rapidamente se  lo vistió para no levantar sospechas.

- Listo. Todo arreglado - se dijo más aliviada.

Dejó su ropa sucia en el cesto, tomó a su peluche Bun-bun y cerró la puerta de su habitación con mucho cuidado, para así no despertar a sus hermanas.

Por otro lado, Lincoln ordenaba su habitación para distraer su mente de lo ocurrido con Loan hace unos momentos.
Se desplazaba con mucho cuidado por la habitación, tratando de no despertar a la pequeña Lulú, quien dormía placidamente.

Metió toda su ropa arrugada dentro del armario para que no se viera desordenado el cuarto, pero al hacer esto, el peso de la ropa terminó por botar las cosas dentro de este, en especial por una caja que se abrió al caer, desperdigando todo lo que contenía; un álbum de fotos y algunas fotografías sueltas.

Lincoln recogió rapidamente la ropa y todas las fotos que se habían esparcido, metiéndolas en la caja y dejando esta en lo más alto del armario.

Ya un poco más calmado, arregló su cama y acomodó los cojines.
Lincoln no podía evitar sentirse algo nervioso ya que habían pasado muchos años desde que había dormido junto a Loan, y más ahora que ella ya había desarrollado su cuerpo, como toda una mujer adulta.

Mientras que Lincoln se sentaba sobre su cama, abrió su velador para sacar una foto que estaba rota. En ella, aparecía él junto a Lori, la difunta madre de Loan:

- Ahhh... Lori, quisiera que estuvieses aqui para que vieras cuanto ha crecido Loan, se ha convertido en una mujer muy hermosa... - dijo con cierto aire de nostalgia - ella te extraña mucho... no sabes como lamento lo que ocurrió ese día...

Casi al borde de las lágrimas, escuchó un golpe en la puerta de su cuarto.
Lincoln se secó los ojos con rapidez y guardó la foto en el cajón:

- ¡Ya voy! - dijo en voz alta mientras se levantaba.

Se acercó a la puerta para abrirla con cuidado, tratando de no hacerla rechinar
Tras ella se encontraba Loan.

Lincoln notó que su mirada contemplaba de reojo el cuarto, mirandolo en todas direcciónes.

Su padre se asombró al ver que llevaba el conejo de peluche que le había regalado hace tanto tiempo:

- Adelante hija, sientete como en tu propia habitación - dijo tratando de calmarla un poco.

- ¡S-si! M-muchas gracias... - a pesar de esas palabras, Loan seguía nerviosa.

- ¿...Ocurre algo malo Loan? - preguntó extrañado.

- N-no es nada... es solamente que... hace mucho tiempo que no venía a tu cuarto - contestó nerviosa.

- Ya veo. pasa con cuidado, Lulú está durmiendo - respondió.

- S-si Papá - Loan caminaba de puntillas hasta llegar a la enorme cama King size. Había quedado asombrada al ver lo grande que era.
Abrió las sabanas y se envolvió rapidamente con ellas.
Lincoln por su parte, se acostó junto a Loan.
Debido a la vergüenza, ella cambió de pocisión, volteando y enseñandole solamente su espalda.

Ante esto, Lincoln decidió conversarle para romper el hielo;

- Oye Loan, ¿Alguna vez te conté la historia de ese conejo?

- Ehhmm... Si, te pertenecía cuando eras un niño, ¿verdad?

- Jajaja, bueno si... pero verás, este pequeño es el unico varón de una familia de veinticinco hermanas.

- ¿De verdad? - al escuchar eso, volteó a ver a su padre.

- Asi es. Quize que tú lo conservaras ya que en cierta forma, me recuerda mucho a tí... Tú también tienes muchas hermanas, y como la mayor, tienes que cuidarlas y quererlas a todas ellas.

Aquellas palabras de su padre hicieron que Loan reflexionara...
¿Acaso él podría responder las dudas que ella tenía respecto al amor?

Loan se armó de valor y decidió preguntarle sin más rodeos:

- P-papá... ¿Puedo hacerte una pregunta?

- Ehhmm... claro Loan. ¿Qué quieres saber?

- Pues... yo... ¿Cómo puedo saber si realmente estoy enamorada de alguien?

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