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26. Un sueño lejano

Al escuchar aquella musica, Loan sintió que su animo volvía a la normalidad, como si todas sus preocupaciones se hubieran esfumado.

Ahora que tenía un mejor ánimo, decidió armarse de valor y entrar en la habitación, pero antes de que su mano tocara la perilla, una pregunta que hizo Lyra hizo quenlos pies de Loan se claváran donde estaban:

- Entonces... ¿Ya decidiste lo que le dirás a Loan?

- ... Aún no - Contestó Liena - Después de todo lo que pasó, no me siento capaz de poder mirarla de nuevo... estoy segura que ahora debe odiarme.

Al escuchar eso, Lyra sintió que esta vez le tocaba a ella devolverle el animo a su hermana mayor:

- Escuchame Liena, es imposible que Loan te odie... cada vez que las veo a ustedes dos, están más unidas que la vez anterior. Estoy más que segura que Loan piensa lo mismo.

Tras escuchar esas palabras, Liena rompió en llanto.
Sus emociones habían llegado a tal punto que ya no podía reprimirlas por más que quisiera.

Al escuchar el llanto de su hermana, Loan no pudo soportarlo más y se alejó corriendo hacia su habitación. Se sentía asustada e insegura de como acabaría todo este problema.

Una vez ahí, Loan se sacó sus zapatos y abrió su cama para cubrirse con sabanas y frazadas, como si fuera una niña,  escondiendose de algún monstruo.

Lo único que pudo hacer en esa soledad era llorar
Quería sacar de su pecho toda la agustia que sentía.

- Esto es por mi culpa - decía entre sollozos - si le hubiera respondido a Liena en vez de solo quedarme callada, ella ahora no estaría sufriendo tanto.

Una vez más, Loan había caído victima de sus propias inseguridades.

El verdadero problema era que, como Loan jamás se había encontrado con este tipo de situaciones durante su pubertad, no sabía como manejarlas.

Creía que de alguna manera, los incidentes con Liena y con Lyra eran culpa suya.

La pobre Loan, volvió a llorar hasta dormirse esa tarde...

...

Cuando abrió sus ojos de nuevo, se deslumbró al ver frente a ella un enorme cuarto, completamente vacío.

Haciendo una visera con su mano, miraba en todas direcciones de aquella habitación blanca, esperando encontrar algo...

De pronto, un rayo de luz apareció detrás de ella, proyectando su sombra en el piso del cuarto.
Esta lentamente comenzó a cobrar vida, convertiéndose en una pequeña niña; Era ella misma, cuando tenía cinco años.

Intentó hablarle para captar su atención, pero no salían palabras de su boca.
Luego intentó poner su mano en el hombro de ella, pero tampoco la podía tocar. Loan se sentía como si fuese un fantasma.

Entre toda la blancura de la habitación, apareció una enorme puerta de madera.
Loan trató de caminar hacia esta, pero no podía moverse.
Era como si sus pies estuvieran pegados al suelo.

Por otro lado, la pequeña Loan corrió emocionada hacia la puerta al ver que su padre Lincoln entraba a la habitación.
El estaba acompañado por una hermosa mujer de largo cabello rubio, adornado con unos lentes de sol.
Loan no pudo ver bien su rostro ya que la habitación brillaba mucho.

Aquella mujer y Lincoln tomaban de la mano a una pequeña niña de cabello rubio que emocionada, miró cada rincón del cuarto.

Lincoln se arrodilló para presentarsela a la pequeña Loan,
quien se puso muy contenta.
Ambas chicas comenzaron a jugar, corriendo alegremente por el cuarto.

Luego de eso, ambos adultos salieron de la habitación, dejando la puerta cerrada.

Tras ver esa escena, Loan finalmente pudo moverse con libertad.

Sin pensarlo, corrió hasta la puerta para salir de aquella habitación, pero la puerta no abría por mucho que ella forcejeaba.

- ¡Abrete por favor! -  gritó hasta perder el aliento.

Sus manos comenzaban a dolerle por forcejear tanto aquella manilla, así que se detuvo.

Impotente, Loan se sentó en el suelo, apoyadándose contra la puerta. Abrazando sus piernas y ocultando su rostro empapado en lágrimas.

Al notar esto, ambas niñas se acercaron hacia ella, preocupadas por lo que le ocurría.

La pequeña niña rubia tironeó la manga de Loan para llamar su atención, mientras la pequeña Loan se ocultaba tras el hombro de la niña:

- Disculpe señorita, ¿Por qué está tan triste? - preguntó.

- Porque no sé en donde estoy... mi papá salió por esa puerta, pero no puedo abrirla - contestó mientras sonaba su naríz.

- ¿Y por qué no lo llama para que venga a abrir la puerta? - sugirió la niña.

- ¿..Crees que funcione? - preguntó insegura.

- ¡Por supuesto! solo tiene que llamarlo muy fuerte.

Al escuchar esa idea, Loan se levantó del suelo.

creer en las palabras de aquella niña.

Secó sus lagrimas y gritó a todo pulmón hacia la puerta:

- ¡Papá! ¡ven por favor! ¡Papá! ¡Papá!

Tras unos momentos de silencio e incertidumbre, aquella puerta empezó a abrirse lentamente...

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