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21. La llegada del lobo blanco

-"Como dijo Aya ayer, no va a haber clases en un tiempo"- dijo la loba de Akala.

-Tienen suerte de que todo esto sucediera un viernes, así por lo menos tendrán tiempo para organizar las cosas por allí- dijo la rubia distraída y pensativa.

-"Hay que investigar"- dijo la loba seria -"No sabemos qué quiere esa bruja de nosotras"- dijo con un tono un poco molesto.

-Venganza- contestó Akala con una palabra.

-"Pero ¿venganza de qué?- dijo esta vez la loba confusa -"No le hemos hecho nada"- dijo intentando recordar si alguna vez hicieron algo en contra de alguna bruja.

-Nada que nosotras sepamos, pero algo habrá si la ha tomado con nosotras- dijo la chica.

-"Tendremos que averiguarlo"- dijo la loba dando por terminada la conversación.

-Maaka- llamó Milo justo en ese momento, entrando en la habitación de la chica -Aya y yo queremos ir al pueblo- dijo el chico directo.

-Está bien- dijo Akala sin preguntarle la razón, pues de todas formas, ella también tenía pensado salir.

Cuando los tres ya estaban en el pueblo, decidieron dividirse y volverse a encontrar a una hora en el mismo sitio.

-Pasadlo bien, nos vemos luego- dijo la rubia marchándose de allí.

La chica cazadora les dijo que tenía cosas que hacer, pero lo que no les dijo era que iba a investigar en el instituto.

-Bien- dijo Milo cuando su hermana se marchó -Ahora que Maaka está ocupada, vamos a investigar por nuestra cuenta.

-¿Por dónde empezamos?- preguntó la chica de pelo azul.

-¿Sientes algo?- preguntó el castaño.

-No- dijo la chica desinteresada.

-Bueno, vayamos al instituto, allí habrá algo que nos sirva- dijo el chico pensativo.

-De acuerdo- dijo la chica bruja encogiéndose de hombros y siguiendo al chico.

La joven cazadora llegó al recinto cerrado y al caminar por los pasillos miraba todo sin perder detalle. Cuando entró en la biblioteca se quedó observando el lugar sin moverse del sitio.

-"Está todo quemado"- dijo la loba de la chica al ver las cenizas de lo que serían antes libros, mesas, estanterías, etc.

-Ya no están las rosas- dijo Akala mirando el lugar donde las vio por última vez y donde ahora ya no quedaba nada.

-"Todo fue consumido por las llamas"- dijo su loba -"No tenemos nada"- dijo con tono molesto.

-Volvamos, aquí ya no podemos hacer nada- dijo la chica rubia dándose la vuelta.

-"¿Qué hacemos?"- le preguntó su loba.

-Por ahora nada, habrá que buscar en otro sitio- dijo la chica.

-"Vayamos al lugar donde desapareció el zorro"- dijo la loba de repente.

-No creo que haya nada, pero no perdemos nada por intentarlo- dijo la rubia dirigiéndose al lugar.

Mientras tanto, un lobo blanco corría a plena luz del día por el bosque. Llevaba varios día sin parar, solo se detenía para descansar y alimentarse.

-"Creo que ya estamos cerca"- dijo el chico emocionado.

-"Intenta no llamar la atención"- le advirtió su lobo sin decir nada más.

Aya y Milo estaban en la biblioteca desde hace rato y no se habían movido del sitio.

-No queda nada- dijo Milo desilusionado observando el lugar.

-Tampoco hay rastro de magia- dijo la chica -Y si lo había, ya ha desaparecido.

-Volveremos con las manos vacías- dijo el chico mirando a la chica bruja.

-No se puede hacer nada- dijo la chica devolviéndole la mirada.

-Busquemos a Maaka- dijo el castaño dándose la vuelta para regresar.

La chica de pelo azul echó un último vistazo al lugar antes de seguir al chico.

-Nada- dijo Akala a su loba cuando revisó todos los alrededores del lugar donde lucharon con el zorro.

-"Regresemos"- dijo la loba rindiéndose.

-La próxima vez no dejaré que escape- dijo la rubia seria.

Ya en el pueblo, los tres chicos se encontraron en el lugar acordado y decidieron tomarse algo para animarse un poco antes de volver a casa.

-¿Qué tal te fue?- preguntó Aya a Akala.

-No encontré lo que buscaba- dijo la chica -¿Vosotros?

-Tampoco- dijo Milo desanimado.

-Con el buen día que hizo hoy y parece que haya llovido- dijo Akala mirando el cielo.

Cuando terminaron lo que pidieron, los tres fueron de regreso al coche. Por el camino, desde lejos, Akala vio a alguien sospechoso. La persona iba encapuchada con una sudadera negra, pero lo que le llamó la atención a la cazadora fue que ésta iba descalza. La chica la observaba desde lejos sin perderla de vista, analizando todos sus movimientos.

-Chicos nos vemos en el coche- dijo la rubia de repente -Tengo una cosa que hacer.

-Está bien- dijo Milo dándose la vuelta para ver a su hermana desaparecer.

La chica siguió al encapuchado, viendo como éste robaba algo y desaparecía rápidamente del lugar. Era rápido para ser una persona normal, pero Akala era un loba y podía seguirle el ritmo fácilmente.

-¡Detente!- ordenó Akala cuando estaban lo bastante alejados del pueblo.

El encapuchado sabía que la chica le seguía desde hace rato y al darse cuenta de que le pisaba los talones cuando huía, supo que era una loba. Planeó alejarse del pueblo para poder hablar con ella, ya que necesitaba información.

-Está bien- dijo la persona sospechosa levantando las manos y dejando caer todo lo que había robado.

Akala vio que todo lo que cayó al suelo era comida y que esa persona era un chico por su voz.

-¿Quién eres?- preguntó la chica desconfiada y con sus sentidos alerta.

-Solo un lobo solitario- contestó el chico sin vacilar -Tenía hambre, así que fui a buscar algo para comer.

-No deberías robar- le dijo Akala.

-No tengo dinero- dijo el chico.

-No eres de aquí- concluyó la chica -Sino la manada te estaría buscando.

-Tú tampoco, por lo que veo- dijo el chico -No perteneces a la manada y tampoco te buscan.

-¿Que te trae por aquí?- volvió a interrogar la chica evadiendo lo que acababa de decir el chico.

-Busco a una persona- dijo el chico lobo sin ningún problema en responderle.

-Bájate la capucha- le ordenó la chica aún desconfiada por las respuestas tan sinceras que daba el chico.

El chico obedeció y se bajó la capucha. Akala se sorprendió por el aspecto del chico y la verdad es que era muy difícil no mirarlo, pues era muy llamativo, incluso más que Aya.

-¿Sorprendida?- dijo el chico sonriendo divertido -Es natural, por si me preguntas.

-No debe ser fácil para ti pasar desapercibido- dijo Akala incrédula -Llamas demasiado la atención.

-Bueno, me la paso la mayor parte del tiempo en mi forma de lobo, no muchos me han visto así- dijo el lobo encogiéndose de hombros.

-¿Debo de sentirme afortunada?- dijo la chica con sarcasmo.

-Eso lo dejo a tu imaginación- dijo el chico sonriendo -Oye ¿puedo irme ya?- preguntó el chico un poco aburrido de la conversación -Tengo prisa y hambre.

-Está bien, pero no robes de nuevo- dijo la chica -Y espero que no te vuelva a ver, vete lo antes posible de este lugar.

-Eso está difícil- dijo el chico recogiendo las cosas del suelo -Vine para quedarme aquí un tiempo, por lo menos hasta que encuentre a quien busco.

-Creeme, será mejor que te largues- dijo Akala con descontento -A menos de que quieras que la manada te encuentre o que los cazadores te maten, los que lleguen primero.

-No sé si eso es una amenaza- dijo el chico tranquilo -Pero puedo ver que tu estás en perfecto estado, aun con la manada y los cazadores.

-Soy un caso especial- le contestó ella.

-Bueno, me marcho- dijo el chico ignorando lo último -Espero que nos encontremos de nuevo- dijo sonriéndole.

-Espero que no- dijo la chica con desagrado.

Después del encuentro, Akala volvió con Aya y Milo. Los dos no le preguntaron nada cuando regresó, pero Milo tenía curiosidad del por que su hermana había desaparecido de pronto.

-¿Estás bien?- preguntó Milo a su hermana, pues la notaba molesta.

-No del todo- le contestó ella mirando la carretera.

-¿Podemos saber que te paso?- preguntó Aya interviniendo en la conversación.

-No debería de deciros, pero bueno- suspiró la chica -Tenemos un lobo solitario en el pueblo.

-¿Qué?- preguntó Milo sorprendido.

-Eso no es bueno- dijo la chica bruja -Y menos si se entera la manada- dijo pensativa.

-Tiene que irse- dijo el castaño -Nos pondrá en peligro si se queda- dijo alarmado.

-Resolveré esto- dijo Akala -No os preocupéis.

-Odio cuando tenemos que estar de incógnito en un territorio- dijo Aya cruzándose de brazos y mirando por la ventanilla del coche -Es como si jugaran con nuestras vidas.

-Como fichas de ajedrez- dijo Milo de acuerdo con la chica bruja -Siendo nosotros los peones que pueden ser sacrificados en cualquier momento.

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