Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Treinta y Tres


Despedirme de James es una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer a lo largo de mi vida.

Y sé, por la forma en la que me mira, lleno de dudas, con miedo, con mucho amor, porque eso se sigue viendo por mucho que la situación sea complicada, que él piensa lo mismo, que también le resulta complicado.

No quiero que se vaya, pero es lo que tiene que hacer, no voy a pedirle que se quede aunque es lo que deseo, no puedo ser tan egoísta, no cuando me duele ver cómo le está costando hacerse el fuerte. No me ha engañado estos días, aunque crea que sí, ha intentado centrarse en mí y he podido ver que su mirada tampoco es la misma, que en esos ojos que tanto me gustan hay una tristeza y decepción que no se van, han estado llenos de preocupación, esperando el momento en el que no pudiese más, en el que me rompiese.

Pero yo solo no quería sentir, ser capaz de sobreponerme a todas las emociones, no dejar que me vencieran. Nunca me ha gustado expresar lo que siento, he sido de guardármelo para mí misma como si nada ocurriese.

Esta vez hice lo mismo, pero me superó.

Miedo. Dolor. Culpabilidad. Tristeza...

No quería que esos sentimientos pudieran conmigo, me negaba, hasta que lo habían hecho y me había roto en la ducha. En lugar de sentirme mejor, había sido mucho peor porque todo se había vuelto más real y dolía aún más.

Y por eso había tomado la decisión de que se marchase.

James necesita tiempo para procesar todo y valorar si es capaz de aceptar que yo no le hubiera dicho lo que había, que me lo hubiese callado, que en ese sentido no hubiese confiado en él. Y yo también necesito el mío poder pensar con claridad y no sentirme culpable cada vez que lo miro por haber tomado una decisión.

Soy más que consciente de que, quizá, me había equivocado, que no habérselo dicho había sido un error del que estaba pagando las consecuencias.

Sin embargo, es lo que sentí en ese momento, y no puedo arrepentirme de una decisión que había tomado, porque nunca lo hago, acepto las consecuencias sean las que sean.

¿Volvería a hacerlo?, No lo sé, lo único que tengo claro es que lo haría todo muy distinto, pero de nada sirve que me coma la cabeza con cosas que no soy capaz de cambiar. Lo hecho, hecho está.

—Cuídate mucho —murmura James sin dejar de mirarme—. No hagas esfuerzos, ni...

—Tú también cuídate —añado al ver cómo aún no está muy convencido de irse y sonrío sin ganas.

—Mireia...

Sus ojos azules están llenos de todo aquello que sé, de lo que más de una vez he escuchado. Pero sigue habiendo ese matiz de dolor, ese que lo complica todo.

—Lo sé —lo corto antes de que lo diga—. Sabes que yo también a ti y mucho.

Puede que esta sea la última vez que nos veamos, aunque una parte de mí sabe que no va a ser así, él es demasiado correcto para dejarme por teléfono o videollamada. Si esa es su decisión, va a venir a Barcelona, porque no me hará ir a Estocolmo para eso, no es su estilo.

Al despedirnos no me resisto a besarlo una vez más. Presa de un impulso, uno de esos que con él siempre me dan, en los que me dejo llevar y pierdo el control de la situación.

James ha alterado todos mis esquemas y la forma en la que veo la vida, o de cómo veo el futuro al menos.

Al volver a mi piso, trago saliva y busco algo por hacer para que mi mente no me traicione. Solo me permitiré seguir mal, al menos de forma pública, un día más. No quiero que se sigan preocupando por mí, no quiero mensajes dulces ni palabras bonitas como si estuviera a punto de romperme, porque ya lo he hecho y toca seguir adelante.

A partir de mañana, intentaré actuar como lo hago siempre, mostrarme segura de mí misma, fuerte, como si nada tuviese la importancia suficiente, aunque dudo mucho que en un solo día sea capaz de estar bien, seguiré rota por dentro. Por mucho que quiera aparentar que estaré bien, sé que no va a ser así, tampoco voy a forzarme a estarlo. Pero eso los demás no tienen que saberlo.

Siguiendo el consejo de la ginecóloga que me había atendido en el proceso, concierto una cita con la psicóloga de la que me había dado el número. Es un primer paso, uno que es importante porque quiero estar bien.

Sin embargo, no lo estoy.

No sé ni por qué me siento así, no quería ni quiero ser madre, no por el momento, pero el dolor no se va, al igual que la culpabilidad. Es extraño, porque no me siento culpable por el hecho de tener claro mi decisión, es por algo más, y no sé qué es. ¿Es por haberle ocultado la verdad a James? ¿Es porque quizá si hubiera sabido antes lo del embarazo hubiese tomado ácido fólico y habría podido evitar el problema?

No quiero pensar, no puedo permitirme pensar, porque sé que me voy a hundir de nuevo, sobre todo porque la casa se me cae encima al estar sola, no encuentro nada que me distraiga, no hay a nadie con el que hablar y tampoco quiero que lo haya, así que decido hacer cualquier cosa que me tenga la mente ocupada: limpio la casa, cambio la distribución del menaje de cocina, cambio las sábanas, ordeno mi vestidor por colores, limpio mis zapatos y bolsos, vuelvo a ordenar el vestidor igual que cómo estaba...

Hasta que me doy cuenta de que es de noche, que han pasado muchas horas, y me tengo que repetir a mí misma que estoy bien, que voy a estarlo para no llorar. No me sirve, mi mente me traiciona y pienso en James y en el daño que le he hecho sin pretenderlo.

De forma inconsciente miro mi móvil, esperando que haya un mensaje o algo por su parte, pero no hay nada. Nada.

Y me rompo de nuevo.

Mañana será un día mejor. Va a serlo. Tiene que serlo.

Eso es lo que me repito a mí misma mientras me acurruco en la cama esperando poder dormir.


•❥❥❥•


No me cuesta convencer a Neus para que nos vayamos de compras al día siguiente. Ella nunca rechaza un plan de ese tipo, y yo necesito no pensar y darme muchos caprichos para sentirme un poco mejor.

Me maquillo y oculto mis ojeras por no haber dormido y por haber llorado toda la noche, nada que un buen producto no oculte. Sé que me va a preguntar cómo estoy, lo lleva haciendo a diario desde que se había enterado de lo que había pasado, así que me preparo lo que le voy a decir y lo repito varias veces hasta que suena lo bastante creíble como para que ella no note que es una mentira.

—Espera, ¿dónde está James? —pregunta muy extrañada al verme.

Como no nos habíamos puesto de acuerdo sobre qué centro comercial ir, ya que a mí no me apetecía ir al que está más cerca de mi piso, y ella no quería ir muy lejos, hemos acabado por ir a Passeig de Gràcia, uno de nuestros sitios comodín cuando no no decidimos.

—¿Crees que lo llevaría de compras? —rebato y pongo una de mis mejores sonrisas sarcásticas, de esas que ella no soporta—. No soy tan mala, me gusta torturarlo de otras maneras, no así.

—Cuando él está aquí no os separáis nunca, sois de esas parejas que dan asco, todo el día juntos y con esa tensión que... —Pone una mueca de disgusto—. Ya me entiendes. Demasiado intensos.

—No lo hago —murmuro para chincharla—. ¿A qué te refieres?

—¿Oriol y Pau te lo han robado? —cuestiona aún muy interesada—. Porque si es así, me compadezco de él, sobre todo porque tu hermano es bastante... —Suspira—. Adoro a Pau, pero tiene sus cosas.

—James se ha ido —me limito a decir de forma neutra, intentando que no se me rompa la voz.

Me cuesta mucho pronunciar esas palabras, me cuesta pronunciar su nombre. Esta mañana he estado muy tentada de enviarle un mensaje para preguntarle cómo está porque ni siquiera sé si ha llegado bien a Estocolmo. Al final, después de pasarme el móvil de mano a mano, he desechado la idea. James necesita espacio y tiempo, y tengo que dárselo. Aunque también no lo he hecho porque no me gusta estar tan insegura por algo, si no me ha salido de primeras, es que no debo hacerlo y no he querido darle más vueltas.

—¿Cómo que se ha ido? —Neus deja de andar y me mira con los ojos muy abiertos. No oculta la sorpresa de su voz y parpadea de forma repetida—. No puede haberse ido. Me niego.

—¿Por qué no? Tiene su vida en Estocolmo. —Me encojo de hombros y miro unos zapatos de la tienda que tenemos delante—. ¿Entramos?

—Mireia, no me venga con tonterías —espeta un poco molesta y me agarra del brazo—. No puede haberse ido así, sin más, no con todo lo que ha pasado y...

Trago saliva para disimular el nudo en la garganta que se me está formando. Es lo que me esperaba de esta conversación, tengo que controlarme. Soy capaz de hacerlo.

—Se tenía que ir, y se ha ido, no hay más —digo intentando sonar lo más segura posible para que no note cómo me siento—. Quita esa cara, Neus, no hay para tanto.

—¿Que no hay para tanto? —Se aparta el cabello con un gesto muy dramático tan de su estilo—. Me caía bien, ¿sabes? Pero acaba de perder todos los punto que tenía, ¿cómo se va después de esto y...

—Le pedí que se fuera —la corto antes de que siga o entre en un bucle que no quiero escuchar—. Él no quería marcharse, fui yo la que insistió en que lo hiciera.

—¿Cómo? —Casi lo chilla y le tengo que pedir que baje la voz, estamos en mitad de la calle—. ¡Mireia!

—¿Qué? —No la miro, sigo centrándome en esos zapatos que me llaman la atención—. Y no grites, por favor. Te escucho a la perfección sin que lo hagas.

—Que no te entiendo, eso pasa —exclama muy frustrada—. ¿Por qué le has dicho que se fuera? ¿Él quería irse? Dudo que quisiera hacerlo, ese hombre es un caballero y bebe los vientos por ti. Es que... —Resopla—. En estos momentos, te odio, Mireia.

—¿Importa?

—A mí sí, y a ti debería pero veo que no lo hace... —Frunce el ceño—. Mireia, ¿estás bien?

Dejo de prestar atención a los zapatos y me giro para poder mirarla. Todo está saliendo cómo había planeado, esa pregunta me la esperaba. Pero duele igual o más de lo que tenía pensado.

—Estoy bien —miento sin que nuestros ojos rompan el contacto visual. Está demasiado preocupada por mí—. Neus, quita esa cara.

—Es que no sé si creerte —admite con simpleza—. Te conozco lo suficiente para saber que no me lo dirías aunque no lo estuvieras, que te lo guardas para ti y...

Tiene razón. De hecho no lo estoy haciendo.

—Entonces si lo sabes, ¿para qué insistes? —rebato y empiezo a reírme para restarle importancia a la conversación—. ¿Podemos entrar ya en la tienda? Necesito comprarme esos zapatos.

Por fin se fija en ellos y sonríe.

—No si antes me lo compro yo —asegura y entra en la tienda antes que yo.

Comprar ropa es una de las cosas que más me gustan en el mundo, y también de las que me distraen, por lo que acabo por comprarme todo lo que se me antoja sin preocuparme ni importarme si mi cuenta bancaria sufre en ese sentido. Neus se muestra bastante insistente al principio sobre cómo estoy, me lo pregunta varias veces, me mira intentando analizar mis silencios y en lo que le oculto, hasta que su pasión por la moda acaba por distraerla. Esa es otra de las razones por las que he decidido quedar con ella para ir de compras, porque son muchos años juntas y sé lo poco que tarda en aislarse en su mundo cuando se trata de lo que le gusta.

Al volver a mi piso estoy un poco más animada, o eso es lo que pienso, porque cuando estoy colocando la ropa nueva en mi vestidor, buscando nuevo sitio, veo algo que ayer se me pasó por alto: el jersey de James, ese que le había tomado prestado la primera vez que vino a Barcelona, que le había intentado devolver en Estocolmo y que ha acabado siendo mío de forma indefinida. Aprieto los labios y hago mi mayor esfuerzo por no llorar.

No lo consigo, todo lo que me he estado guardando durante el día de hoy, porque he tenido ganas de llorar en más de una ocasión, sobre todo al ver de reojo ropa de bebés, empieza a salir y miro el móvil con la esperanza de que haya algo.

De nuevo nada.

Mañana será un mejor día.

Pero echo mucho de menos a James.


•❥❥❥•


Con el paso de los días, empiezo a sentirme mejor. Ya no tengo casi ganas de llorar, y consigo dormir cuando lo intento. Pero sigo echando mucho de menos a James.

Llevo varias sesiones de terapia y hablar con una profesional me ha hecho ver todo desde otra perspectiva para empezar a sanar poco a poco. He entendido que mi tristeza es más que entendible, que estoy en proceso de duelo por la pérdida, y eso no tiene nada que ver con que quisiera tener un hijo o no, que es normal sentirse así después de un proceso como el mío y más por las causas que habían llevado a ello. Que el sentimiento de culpa es más normal de lo que creía, que no es fácil desprenderse de un papel que la sociedad nos asigna desde que casi nacemos, el papel de una maternidad futura aunque no la queramos, o no en ese momento, que hay mucha falta de empatía en la sociedad patriarcal en la que aún vivimos. Y que por mucho que me haya criado en un ambiente sano y en el que me apoyan, son cosas que tengo interiorizadas sin darme cuenta.

También le he hablado de James, de cómo me siento con este tiempo que nos estamos dando y de cómo me imagino el futuro.

Volver a trabajar me ayuda a no pensar y no a comerme tanto la cabeza. Lo que más me gusta es entrar a quirófano, porque ahí no puedo permitirme no centrarme en nada que no sea en lo que estoy haciendo para no cometer un error, porque no puedo hacerlo.

Por eso, me paso mucho tiempo en el hospital, encadenando guardias, horas extras y lo que sea para no tener que regresar a mi piso, porque ahí estoy sola y es cuando mi mente me traiciona.

El primer día después de lo que había pasado había sido el peor, todo el mundo me había mirado con pena y con miradas de compasión.

Por suerte, todo volvió a la normalidad, el único que me sigue tratando entre algodones, además de mi familia, es Oriol.

Él no me entiende, no lo hacía cuando tomé mi decisión y no lo hace ahora. Pero me apoya, eso me lo deja claro siempre que hablamos. Es el único que sabe que estoy yendo a terapia, no porque quisiera decírselo, me lo había guardado para mí misma, ni siquiera lo sabía mis padres, solo me había pillado concertando otra cita porque había decidido ir casi a diario, esperando así mejorar con más rapidez.

—¿Cuánto tiempo vas a estar sin hablarle a James? —Alzo una ceja y no respondo, sigo comiendo como si no lo hubiera escuchado—. Mireia.

—¿Cómo sabes que no estoy hablando con él, Oriol? —pregunto pronunciando su nombre de la misma manera en que lo ha hecho él.

—Porque te conozco —se limita a decir y le doy un golpe cuando intenta robarme una patata frita—, ¿me equivoco?

—Pues sí, lo haces —murmuro—. Hemos hablado.

—¿Lo habéis hecho? —Está muy sorprendido, como si supiera algo que no comparte conmigo—. Seguro que ha sido él el que ha dado el primer paso.

—Fui yo —admito como si nada—. Le pregunté cómo estaba y luego James hizo lo mismo conmigo.

—¿Y ya? —Asiento—. Eso no es hablar, Mireia.

—Le estoy dando el tiempo y espacio que necesita. No voy a forzar la situación.

Y me está costando mucho hacerlo. Me apetece hablarle a cada momento, contarle cómo me ha ido el día, preguntarle por el suyo... Actuar y hacer lo mismo de siempre.

Lo echo mucho de menos.

—Mireia...

—¿Qué? —Lo miro muy seria y exploto—. ¿Qué más quieres que haga? Porque me ayudaría mucho que me lo dijeras porque ni yo misma lo sé. No quiero perderlo, pero siento que ya lo he hecho. Si le hablo, quizá se agobia y si no le hablo, quizá piensa que no lo quiero en mi vida. Y yo... yo no sé qué hacer. —Oriol se cambia de sitio y se coloca en la silla de mi lado, me coge de la mano y me pregunta con la mirada si puede abrazarme—. Ni se te ocurra hacerlo porque voy a llorar.

—No lo hago, tranquila.

—Gracias.

—Mireia, ¿cómo estás?

Lo miro y sonrío sin ganas.

—En el proceso de estar bien.

—Es decir, no lo estás —asume y vuelvo a darle un golpe al ver sus intenciones—. ¡Mireia!

—Las patata no se tocan —gruño—. Si le hablase, tampoco sabría qué decirle —reconozco—, y no me gusta, ¿sabes? Soy una persona segura de mí misma y...

—James te rompe todos los esquemas —admite—. Yo sí he hablado con él.

—¿Cómo? —Casi me atraganto con el agua—. ¿Cómo que has hablado con él? —repito.

No me había ni planteado esa posibilidad. Creía que si James se estaba tomando su tiempo también lo haría con mis amigos. Con Neus no habla que yo sepa, ni tampoco con Pau.

¿Por qué con Oriol sí?

—Mireia... —Oriol alza una ceja—. No te alteres.

—Oriol, me altero si me da la gana.

—Si me das una patata, te lo cuento. —Lo que se gana es un golpe—. Me pregunta mucho por ti y por cómo estás.

—No lo entiendo...

Si quiere saber cómo estoy, ¿por qué no me habla a mí? Es mucho más rápido y no tiene que meter a Oriol.

—Yo sí lo hago. Se preocupa por ti. —No respondo, lo que hace que Oriol añada—. ¿Habéis roto?

Esto me descoloca, habla con James, que le pregunta por cómo estoy, ¿pero no sabe eso?

—¿Por qué crees eso? —rebato con otra pregunta.

—Porque te conozco —resume de forma sencilla. Sí, es algo que mi yo del pasado hubiese hecho, pero con James es distinto. Todo con él lo es—. ¿Lo has dejado?

—No, no lo he hecho —bisbiseo.

—¿Entonces?

—Estamos tomándonos un tiempo para aclarar las ideas y bueno... Eso. —No voy a decir lo que Oriol sabe, había sido él el que había avisado a James—. Tampoco pasa nada si me deja. Lo tengo asumido.

Y eso no hace que duela menos. No quiero plantearme más esa posibilidad.

—No me mientas.

—Oriol, me caes mal ahora mismo —espeto—, ¿qué quieres sacar con todo esto? James cree que tenemos conceptos de futuro distintos, que no estamos en el mismo punto de relación y no hay más.

—¿No lo estáis?

Me levanto de la mesa sin acabar de comer mientras escucho a Oriol reír, no sé qué pretende con tanta pregunta, ya tengo suficiente conmigo misma, no necesito que nadie más me esté comiendo la cabeza.

Ese es otra de las cosas que he estado pensando mucho, si de verdad James y yo estamos en diferentes etapas de una relación. Tengo muy claros mis sentimientos por él y que quiero que nuestra relación siga, aunque la decisión no es mía.

Y aunque no debería, le mando un mensaje de audio a James diciéndole lo que lo echo de menos.

Porque no puedo guardármelo más tiempo.






Holiiii, ¿cómo estamos? ¿Ha ido bien la semana? Espero que sí

¿Os ha gustado el capítulo? Es uno complicado, Mireia poco a poco mejorando y forzándose a estar bien, aunque echa de menos a James (lo más normal, yo también lo echaría de menos).

Voy a haceros unas preguntitas, vamos a interactuar un poco :)

¿Qué signo sois?

¿Qué esperáis para la semana que viene?

¿Quién creéis que narra el siguiente?

Muchos besitos xx


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro