Capítulo Treinta y Cuatro
No le cuento a nadie que regreso a Estocolmo, aunque tampoco tengo a tantas personas para decírselo, mis padres ni siquiera saben que estoy aquí, no les he contado nada de la situación, ni creo que lo haga en un futuro cercano porque es un tema delicado. Solo conocían mi situación Sebastian y Lena, y a medias, porque mi mejor amigo no había dejado de insistir hasta que le había cogido el teléfono.
Entiendo el punto de vista de Mireia, o creo que lo hago al menos, pero me cuesta mucho irme de este modo, no quiero dejarla sola una vez que ha mostrado, por fin, cómo se siente y parece que se está recuperando poco a poco. Tampoco puedo hacer más en Barcelona si ella no me quiere aquí, no puedo forzarla a que se siga abriendo conmigo si no es lo que le sale de forma natural.
Y sí, ambos necesitamos un tiempo para nosotros, para poder sanar, para poder pensar con calma sin que la presencia del otro nos nuble las ideas, porque eso a mí me ocurre mucho cuando estoy a su lado, Mireia hace que mi mundo se desmorone una y otra vez, lo que siempre me ha gustado porque me hace salir de mi zona de confort.
Pero esta vez... esta vez necesito calma, y teniéndola cerca, no voy a tenerla. No seré capaz de pensar y decidir qué es lo que quiero para mí.
Sus palabras no pueden ser más ciertas, es lo que ella ha dicho, que nos hace falta estar distanciados, que yo necesito mi tiempo, pero duelen igual que si no lo fueran porque no quiero irme, y ella no quiere que lo haga.
Sin embargo, tengo que hacerlo.
El vuelo, como el de ida, se me hace muy largo, no por impaciencia o incertidumbre, es más por mi cansancio acumulado. Mi mente no deja de darle vueltas a lo que ha pasado estos últimos días, repitiendo cada uno de los momentos en lo que he estado con Mireia, repasándolos por si se me había pasado algo, por si había podido hacer más de lo que había hecho...
No hacía tanto que habíamos pasado las vacaciones juntos y todo había ido tan bien... Me había empezado a plantear cambiar mi vida para que así pudiéramos estar juntos y poder ser una pareja más normal, sin tener que vivir a tantos kilómetros de distancia y depender de la tecnología para hablar, una que podría verse cuando le apeteciera porque estaban en la misma ciudad.
Pero me había precipitado, casi me había lanzado al vacío y si lo hubiera hecho me hubiese estampado.
Sé que Mireia me quiere, de eso no tengo dudas, sus ojos, esos que me fascinan porque por mucho tiempo que hemos pasado El problema es que nuestras formas de ver el futuro son demasiado distintas. Y puede que eso haga que el amor que nos tenemos el uno al otro no sea suficiente.
¿Vale la pena luchar por algo que quizá está condenado al fracaso?
¿Quiero seguir con ella? O mejor dicho, ¿voy a ser capaz de superar lo que ha pasado? Porque eso es muy importante y necesito saberlo, por mucho que quiera seguir a su lado, que es cierto, por mucho que esté enamorado de ella y la quiera, si no soy capaz de dejar eso de lado, nunca podremos avanzar y nos estancaríamos en algo que no tiene futuro.
Cuando llego a mi loft, y después de guardar la poca ropa que me había llevado y dejarlo todo en su sitio, porque soy incapaz de no hacerlo, y sin saber la razón me quedo mirando mis relojes de arena. Hay varios nuevos, los había comprado este verano con Mireia, algunos de ciudades de las que ya tenía uno, pero en las que había tenido buenos recuerdos que quería mantener, incluso unos me los había regalado ella con esa idea, para que cada vez que me fijase sonriese.
Al verlos, mi primer impulso es tirarlos al suelo y romperlos por la impotencia que siento. No lo hago, porque sé que me voy a arrepentir a los segundos, pero ganas no me faltan.
Estando solo es cuando todo lo que me he guardado estos días, el dolor, la impotencia, el no saber qué hacer, el creer que no es suficiente, me golpea de forma emocional y ni me esfuerzo en fingir ni aparentar que me encuentro bien porque no es así.
Estoy muy furioso con el mundo por habernos puesto en esta situación tan delicada, por haber hecho que no hubiese siquiera un futuro posible para ese embarazo. Lo estoy con Mireia, por habérmelo ocultado, por no haberme tenido en cuenta, por no confiar en mí...
También lo estoy conmigo mismo, porque quizá que se lo haya callado ha sido culpa mía, por haberla forzado sin darme cuenta a dar pasos en nuestra relación para avanzar...
¿Por qué había tenido que pasarnos a nosotros?
¿Ella hubiera querido seguir con el embarazo si hubiera estado bien? Esa duda no se me iba de la cabeza, tampoco me había atrevido a preguntársela.
¿Me hubiera importado su decisión en ese caso? ¿Hubiese cambiado algo? No creo, lo que me había dolido es que no contase conmigo y eso hubiera sido igual, porque Mireia es tozuda y obcecada, seguramente hubiese actuado del mismo modo.
Suspiro y aunque no me gusta la idea, me siento en la cama sin dejar de observar mi colección de relojes.
No puedo dejar de pensar en Mireia, ¿cómo estará? ¿Habrá llamado a alguien para que le haga compañía? ¿Habrá llorado más? Cojo mi móvil, debatiendo si debo enviarle un mensaje diciéndole que he llegado bien, que el vuelo ha ido sin problemas y hablar un poco con ella...
Decido que lo mejor es no hacerlo, no presionarla, darle su espacio, ya me mandará un mensaje ella cuando esté preparada. O quizá, lo haré yo cuando lo esté.
Nunca he tenido problemas con estar solo, en el pasado buscaba en más de una ocasión la soledad, sobre todo con la intensidad de Sebastian en algunas ocasiones, pero ahora... Ahora siento que me estoy agobiando. Necesito hacer algo, desconectar de algún modo, tener la mente ocupada para no comerme la cabeza pensando en qué podría haber pasado.
Y es justo en ese momento cuando recibo un mensaje de Sebastian casi como si fuera cosa del destino.
Me pregunta si puedo hablar y si estamos bien, lo que ha ido haciendo estos días, no ha presionado ni insistido, lo que es un poco extraño en él, pero lo había agradecido, había sido paciente y me había recordado que estaba ahí para lo que hiciera falta, que podía contar con él. Como le respondo de inmediato, aprovecha para llamarme.
—He vuelto a Estocolmo —digo al contestar, no lo adorno ni le miento, porque no va a servir de nada—, ¿podemos vernos mañana?
—¿Qué ha pasado? —quiere saber de inmediato y se le nota la preocupado que está por su voz—. ¿Cómo que estás aquí? ¿Has venido con Mireia?
No hace falta que le responda porque él lo sabe, sabe que no estoy bien.
—Estoy solo.
—James, ¿va todo bien? —no me da tiempo a contestar, habla él de nuevo—. No respondas, sé que no. Ven a casa, vamos a hablar con una copa de whisky, justo como en los viejos tiempos.
—¿Puedo ir mañana? —sugiero. Por mucho que su invitación sea tentadora, no me apetece.
Por mucho que quiera desahogarme, contarle a alguien más lo que ha pasado, hoy no es la mejor idea.
—No —niega—. O vienes tú, o voy yo en menos de media hora. Tú decides.
—¿Y dejarás a Lena sola? —comento para hacerle cambiar de idea, intentando usar uno de sus puntos débiles ahora mismo para que no siga por ahí—. ¿Vas a dejar a tu mujer embarazada sola?
—Sí, porque tú me necesitas. —Niego con la cabeza y espero que siga, porque sé que Sebastian no se va a callar, no es su estilo—. ¿En una hora estás aquí?
Quiero estar solo, no tengo fuerzas, no cuando aún estoy procesándolo todo. Hace unas horas estaba al lado de Mireia, pensando que todo se estaba solucionando en cierto modo. Y tengo que procesarlo por mí mismo antes de poder verbalizarlo.
—No —afirmo intentando sonar lo más seguro que puedo—. Nos vemos mañana —repito para que no se olvide—. Y no quiero que vengas, por favor. Por una vez en tu vida haz lo que te pido.
—James... —no está nada convencido y se le nota.
—Dame hasta mañana, Sebastian.
Y le cuelgo sin que tenga la posibilidad de responder. Como lo conozco, apago el móvil y desconecto el cable del teléfono fijo para que no me llame por ahí. Quiero creer que no va a venir porque así se lo he pedido, pero viniendo de él me espero cualquier cosa.
Estoy solo.
Y como no quiero pensar, intento dormir para recuperar horas de sueño y evitar que mi mente me traicione.
Aunque no lo consigo de forma tan fácil.
•❥❥❥•
Cuando me despierto, lo primero que hago es encender el móvil y veo varios mensajes de Sebastian. En los primeros me pregunta si estoy seguro de que no quiero que vaya, que está a punto de coger el coche para venir aunque le haya dicho que no. Como no había contestado, y con el paso de las horas, me pide que me presente para desayunar a su casa y que voy a estar todo el día ahí, que no tengo ninguna excusa ni escapatoria, que si no voy, vendrá él a por mí y me obligará a que vaya.
Es aún pronto, seguro que aún está dormido, pero le contesto que sí, que estaré ahí a la hora que me ha dicho.
No sé cómo contárselo si soy sincero, porque no sé si lo va a entender. Ni yo mismo lo entiendo aún. De nuevo tengo la sensación de mandarle un mensaje a Mireia para saber cómo está, pero deshecho la idea tal y como me viene. Necesitamos tiempo.
Al llegar a la casa de Lena y Sebastian, o mejor dicho al palacio en el que viven, el que primero me recibe es mi perro, que se acerca corriendo muy contento de verme, seguido de Snö y de Sebastian, que cuando me ve, frunce el ceño.
—Quita esa cara —le pido y fuerzo una sonrisa que no me sale nada natural—. No me gusta verte así de preocupado.
—¿Tú ves las ojeras que tienes, James? No puedo no preocuparme si te veo así.
—Pues he dormido bastante.
Sebastian sigue examinándome de arriba abajo, como si de ese modo pudiese saber lo que pienso o lo que no le he contado aún. Es como si buscase una prueba, algo que le diera un indicio para hacerse a la idea.
—Entremos para poder hablar con calma —me pide—. Lena aún está dormida, me he despertado antes que ella, lo que ocurre muy pocas veces.
—¿No estaba durmiendo más por el embarazo? —murmuro al recordar una de las conversaciones que había tenido con ellos en una comida en la que Lena se quejaba de que desde hace unas semanas tenía más sueño de lo normal—. Porque si es así, no es un mérito tuyo, no es para que fardes.
—¡Vamos, James! —protesta y se ríe, siguiendo con ese tema para distraerme un poco—. Sabes lo que me gusta dormir, que me despierte antes que alguien siempre será algo a celebrar y de lo que estar orgulloso.
Se hace el ofendido y eso me saca una carcajada. Sebastian tiene el don de hacerme reír cuando no me apetece. Cómo lo he echado de menos estos días.
—Nunca te has despertado antes que yo.
—Porque es imposible, tú eres... tú —resume como si eso explicase mucho—. Siempre quitándome la ilusión por las cosas. Aburrido.
Antes de que empecemos a desayunar en el comedor, donde está todo servido gracias a los trabajadores que tienen aquí, Lena entra y al contrario que Sebastian, está vestida con su estilo habitual, nada que ver con mi mejor amigo, que lleva ropa cómoda para estar por casa. No sé si es mi impresión, pero se le nota más el embarazo, la curva de su barriga es preciosa y ella está radiante.
—Buenos días, James —me saluda con mucha educación, pueden haber pasado los años, pero sigue siendo correcta—. Me alegra que estés de vuelta aunque creo que las circunstancias no son del todo buenas.
—Buenos días para ti también, Lena —murmuro sin dejar de observar su barriga—. Y no te preocupes por eso.
¿Es envidia lo que tengo? ¿Es por eso que no puedo dejar de mirarla? Es que al verla pienso en Mireia, en cómo hubiera sido todo si hubiese sido posible.
¿Tengo envidia de mis mejores amigos? No puede ser, no quiero sentirla.
—¿Y para mí no hay buenos días, princesa? —se mofa Sebastian y se levanta para ayudarla a sentarse en la silla—. Te has despertado antes de lo que pensaba, creía que James y yo desayunaríamos sin ti.
Entiendo lo que sus palabras quieren decir de forma indirecta, que si no quiero contarle lo que ha pasado porque Lena está ahí, no pasa nada, que tenemos más tiempo.
Pero a mí no me importa y sé que ella va a darme un punto de vista que necesito y quiero. Además, Lena es ya parte de la familia, lo lleva siendo tiempo, mucho antes de que un papel oficial lo dijese.
—Mireia estaba embarazada —suelto de golpe.
Quizá he sido demasiado directo, pero es que no sabía cómo contarlo sin dar muchas vueltas. Sebastian no disimula su sorpresa, abre mucho los ojos y me mira como si no se creyese lo que acaba de escuchar.
—¿Cómo?
—Mireia estaba embarazada —repito y tengo que tragar saliva—. Íbamos a ser padres, bueno, quizá, porque ella no es que quiera ser madre aún.
Ambos me miran, pidiendo que siga, que no me calle ahí. Así que se lo cuento todo, me desahogo por completo con ellos. En lo inesperado que había sido, en los problemas que había tenido y la imposibilidad de que fuese viable. Me centro también en lo que me duele, en lo que siento, en mis dudas sobre si debo seguir con Mireia después de que no quería decírmelo. Y mientras más hablo, más me doy cuenta de cómo necesitaba desahogarme en voz alta con gente de confianza.
La primera respuesta de Sebastian es levantarse para abrazarme, porque no encuentra las palabras adecuadas para decirme. Yo en su lugar hubiera hecho lo mismo.
—No deberías haberlo pasado tú solo, James —habla sin dejar de mirarme—, debería haber ido a Barcelona.
—No podía hacer nada, nadie podía —argumento con calma—. Es solo que...
No sigo, me entienden y Sebastian no deja de hablar para saber todo con exactitud, no quiere que obvie nada. Lo que me sorprende es lo callada que está Lena, siempre dice lo que piensa.
—¿Puedo ser totalmente honesta? —pregunta cuando Sebastian quiere saber lo que opina. A él tampoco le ha pasado por alto su silencio—. Porque si no, prefiero seguir callada.
—Sí —accedo y la miro fijamente—. ¿Qué piensas?
Se muerde el labio inferior y veo cómo coge aire antes de hablar, como si se estuviera preparando.
—Entiendo tu molestia, de hecho es más que entendible, cualquier persona en tu situación lo estaría. Yo la primera. —empieza a decir—. Pero la entiendo también a ella —espeta—. Por lo que nos has contado, y por lo que la conocí, es de ideas claras y de tomar decisiones sin dudar o pensárselo mucho.
—¿Y eso es motivo para que no le preguntase su opinión? ¿Para que no se lo dijese? ¿Para que tuviese que enterarse por casualidad? —Sebastian se gira para mirarla a los ojos—. Yo estoy del lado de James.
—No creo que aquí haya que tener lados, o estar de parte de uno o de otro, la situación de por sí es complicada —habla muy serena—, es solo que... —Suspira—. No es que no te entienda, James —se excusa—, es que también la entiendo a ella. Es muy fácil pensar y enfadarse cuando una decisión ya está tomada, juzgar que no es la que querías o echarlo en cara a la otra persona, pero ¿para ella fue fácil tomarla? ¿Y si tenía miedo?
—¿Miedo a qué? —me intereso.
Sabía que Lena me daría un punto de visto distinto, uno en el que pudiera ver las cosas un poco de otra manera.
—A que no lo entendieras, a que quisieras seguir con el embarazo pese a que ella sabía que no había esperanza, a que no quisieras estar con ella...
—Vamos, princesa, eso son tonterías, estamos hablando de James —la interrumpe Sebastian—. Nada de eso es posible. Es James.
—Lo sé, pero el miedo y la incertidumbre nos hace pensar cosas que quizá no son ciertas. Mireia en unas horas se enteró del embarazo, que no era buscado, que no era viable y estaba sola. Por no hablar de las hormonas...
—Estuvo sola porque quiso estarlo —hablo muy serio—. Si me lo hubiera dicho...
—Sí y no. —Lena se muerde el labio—. Sé que hubieras ido a apoyarla de inmediato, pero lo supo sin ti. Y Mireia es de tomar las decisiones de forma rápida, no lo piensa mucho.
Asiento, pero eso no quita que me lo ocultase. Puedo entender mejor las circunstancias, pero... ¿por qué no decírmelo? Es que eso es lo que no puedo entender y lo que más me duele.
—Entonces, qué sugieres, princesa, ¿que lo deje pasar sin más? —Sebastian la mira—. Porque es ella la que se ha equivocado, no sería lógico que James la perdonase sin más, o que no lo hablasen.
—No he dicho eso, solo estoy intentando daros otro punto de vista, que es justo lo que quiere James, ¿verdad? También pienso que el hecho de que te pidiera que te fueras, dice más de lo que ella cree. Te ha puesto a ti antes que a sí misma, James.
—No puedo dejar de pensar en ella —admito y me encojo de hombros—. He tenido que controlarme para no mandarle un mensaje para saber cómo está.
—Haces bien, dale espacio, ambos lo necesitáis —confirma Lena—. Tú necesitas acabar de asimilar lo que ha pasado, sanar y aclararte por ti mismo. El tiempo ayuda, confía en mí.
—Es que tengo la sensación de que no estaremos nunca en el mismo punto de relación —bisbiseó y eso le saca una sonrisa triste a Lena—. Que yo estoy mucho más comprometido que ella, que nunca nos pondremos al mismo nivel. —Cierro los ojos unos segundos porque se me han humedecido un poco—. Puede parecer una tontería, pero quiero estabilidad, quiero lo que vosotros tenéis. Creía que con Mireia lo había encontrado, pero... —Suspiro—. Quizá me equivocaba.
—Normal, ¿quién no querría tener una relación como la nuestra? —bromea Sebastian para rebajar un poco la tensión—. Ahora en serio, no hay nada malo en querer eso, James. Y si Mireia no piensa así, ella se lo pierde.
Lena tiene razón, el tiempo ayudará a que me aclare, a que sepa si estamos o no en el mismo barco. Tampoco puedo darle más vueltas de lo que ya hago, una relación es cosa de dos.
—¿Podemos cambiar de tema? —pido—. Necesito una distracción, ¿se ha portado bien mi perro?
—Pues tenemos algo que contarte —anuncia Sebastian y sonríe sin poder evitarlo. Debe ser algo importante, porque está feliz—. Tenía razón.
Estoy perdido, ¿en qué tenía razón? Y eso es raro, casi nunca la tiene.
—Contexto, por favor.
—Hay una mini Lena en camino —confirma—. Vamos a tener una hija.
Y esa noticia me saca una sonrisa verdadera después de muchos días complicados. Me alegro muchísimo por ellos.
•❥❥❥•
Volver a la rutina me ayuda a seguir con mi vida como si nada hubiese pasado, o al menos intentarlo. Haber hablado con Sebastian y Lena me había ayudado mucho para aceptar lo que había pasado, necesitaba que alguien de confianza lo supiera para saber su opinión. No es que depende lo que hubiesen dicho mi decisión hubiese sido una u otra, solo necesitaba apoyo, necesitaba caerme sabiendo que ellos me iban a levantar. Aunque no había sido lo único que había hecho, como sabía que no estaba bien, había ido a varias sesiones con una psicóloga para acabar de procesarlo y sanar, pasando el duelo poco a poco por la pérdida.
El tiempo sin Mireia es difícil, porque me había acostumbrado a nuestras dinámicas, pero necesario. No es que no haya sabido nada de ella en estos días, hemos hablado un poco por mensajes, siempre por su iniciativa. Incluso en uno había sido muy clara diciéndome que me echaba de menos.
Y durante los minutos en los que había durado esa conversación, había sido como si nada hubiese pasado entre nosotros, como si volviéramos a ser los mismos.
Yo también la echaba de menos, o mejor dicho, la echo de menos.
Antes de tomar una decisión necesito tener una conversación totalmente sincera con ella, saber con exactitud qué espera para el futuro y si tenemos objetivos comunes, preguntarle todas las dudas que tengo en mente y saber qué pensaba para no habérmelo dicho.
No sé si estoy preparado para escuchar lo diferentes que somos y lo que pensamos, por eso intento alargar un poco más este tiempo de reflexión.
Intento mantenerme lo máximo ocupado posible, a lo que me ayuda Sebastian, que me lleva a casi todos los actos que tiene de representación de la corona, ya que está sustituyendo a Lena en muchos de ellos.
—¿Por qué cuando tienes que usar la llave que te di no lo haces? —me quejo al escuchar a Sebastian llamar al timbre. Cuando abro, me quedo quieto—. ¿Qué haces aquí?
—Hola, Jamesito —me saluda—. ¿No vas a invitarme a pasar?
Bueno, voy a ser sincera, no me gusta nada el capítulo hahaha. ¿Sabéis esos capítulos que se te cruzan y no hay manera? Pues es este. Espero que a vosotras os guste :)
Lena siendo la voz de la consciencia, ES QUE ECHO DE MENOS A MIS LESTIAN. ¡Van a tener una niña! Las del grupo de telegram ya lo sabían, y creo que también saben el nombre que tendrá haha.
Dicho esto, gracias por responder a mi pregunta el otro día, me gusta conoceros un poquito.
¿Qué estación es vuestra preferida?
¿Os ha ido bien la semana?
Nos leemos la semana que viene :) Muchos besos xx
Por cierto... cuenta atrás activada, a la novela le quedan menos de cinco capítulos (creo).
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro