Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Treinta


No dejo que mis emociones me nublen la racionalidad. No es una noticia que me esperase, no entraba en mis planes cercanos un embarazo, pero eso no es una excusa para mí. Tengo que actuar en consecuencia y seguir los pasos normales que haría cuando me encuentro una situación así, o parecida, con una paciente. Que en este caso sea yo la afectada, no lo hace distinto.

No puede hacerlo.

—Pueden ser muchas cosas, Mireia —sugiere Oriol intentando animarme.

Sigue con ese tono cuidadoso, como si no quisiera alterarme y quisiera tranquilizarme. Lo miro, tiene el ceño un poco fruncido y sus ojos están llenos de preocupación. No sabe mentir, o mejor dicho, no sabe mentirme.

Sí, pueden serlo, pero ambos sabemos lo que puede significar y no quiero que me mienta ni me adorne la verdad.

—Trae un ecógrafo, necesito ver bien qué es lo que está pasando y tener más información.

—¿No crees que deberíamos llamar a otra persona? Seguro que alguien del departamento de ginecología está más que encantado de atenderte.

—No —niego de inmediato—, o no por el momento.

Oriol sabe que llevarme la contraria en una situación así no es conveniente, que no me va a hacer cambiar de idea, así que se marcha para traer lo que he pedido. Cuando regresa, me tumbo en la camilla del box en el que estoy y le dejo hacer, puede que lleve años sin hacer una, los dermatólogos no es que hagan ecografías de embarazo, pero no deja de ser médico y sabe lo que hace.

—Quieres verlo ¿no? —Asiento y coloca la pantalla para que no me pierda nada—. No entiendo nada si soy sincero, hace demasiado tiempo de mi rotación en ginecología cuando aún estudiaba.

—Muévelo un poco hacia la izquierda —ordeno. Estoy más familiarizada con las ecografías por mi especialidad, es una de las herramientas que más uso—. Algo no se ve bien.

—¿Lo muevo más?

—No, no es por eso. Es que no se ve bien —confirmo—. Creo que...

—¿Qué crees, Mireia?

No comparto con él mis teorías y pensamientos. Lo que he visto no me ha gustado y necesito una segunda opinión porque no quiero no ser objetiva. Sin embargo, ya me he puesto en lo peor.

—¿Puedes pedir esa consulta con alguien de ginecología? —pido e intento esbozar una sonrisa que no me sale ni forzándola—. Ellos sabrán bien lo que hacer.

—Por supuesto. —Oriol me coge la mano para darme ánimo y da un ligero apretón—. ¿Algo más?

—Avisa a mi padre —digo en voz más baja—. Lo necesito conmigo.

—¿Y qué le digo?

—La verdad.

Oriol se marcha del box y aprovecho que estoy sola para poder pensar con claridad, porque necesito poner en orden mis pensamientos e ideas. Mi mente es un caos ahora mismo.

Sé lo que vendrá a continuación, no tengo ninguna esperanza de que sea un error porque lo que he visto en la ecografía, y los valores de la analítica, no pueden ser una casualidad ni un fallo. Tengo muy claro lo que voy a hacer, no tengo ninguna duda.

Es solo que... que ni yo misma sé cómo sentirme. Siempre lo he tenido todo muy claro, pero...

Esto es una situación nueva para mí, nunca he dudado en las cosas o en mis decisiones, y esta vez, aunque lo tengo bastante claro, hay una parte de mí que me hace pensarlo y darle vueltas.

Suspiro y me convenzo a mí misma de no pensar más en ello, que no me va a servir de nada. Lo que tengo que hacer es planificar unos pasos a seguir y una ruta de camino.

Pasados unos minutos, mi padre llega al box con el rostro desencajado y empieza a ordenar cosas a la gente que hay ahí en el pasillo, porque estaba sola. No lo escucho, estoy muy centrada en mis pensamientos, y él tampoco me insiste porque sabe que no va a sacar nada de mí por el momento, y esta es su manera de intentar controlar una situación que, de por sí, no se puede hacer.

—Tienes una habitación en planta, una de las que reservamos para pacientes importantes, con todas las comodidades y lujos —me dice una vez que lo miro por segunda vez—. Oriol me ha contado todo y vas a estar ingresada hasta que te hagan más pruebas y estas sean del todo concluyentes, sin margen de error.

—Ya son concluyentes, papá.

—La jefe del servicio de ginecología y obstetricia va a ser la que te haga todas las pruebas y decidirá si lo son o no—me sigue explicando—. Te van a atender los mejores médicos, Mireia.

—Papá, no es necesario.

—No me lleves la contraria con esto —espeta casi como si le molestase mi actitud—. Voy a usar todo mi poder para que te atiendan de forma rápida y por los mejores profesionales. Tampoco vas a trabajar hasta que se sepa bien lo que ocurre.

—Esto no es el protocolo habitual. La mayoría de pacientes sigue con su vida normal, o lo intentan, hasta los resultados de las pruebas y ahí se decide...

—Me da igual el protocolo cuando se trata de ti —vuelve a interrumpirme. Sé que no está enfadado conmigo, lo que le molesta es la situación y no poder controlarla—. Sería un irresponsable si te dejase operar con una noticia así.

—Papá...

—Mireia, no. Estás de baja hasta que otro profesional diga lo contrario.

No me gusta que me traten como si fuera una niña pequeña, pero sé que tiene razón, no sería una buena médico si decidiera seguir con mis operaciones teniendo la cabeza en otro sitio. No sería justo ni para mis pacientes ni para mí, así que le hago caso.

Mi padre me guía hacia la habitación en la que me voy a quedar mientras me hacen las pruebas y esperamos los resultados, que quizá tardan unos días, por mucha prioridad y rapidez que se les dé, el proceso es el que es, unas horas mínimo.

Solo llegar, un par de enfermeras entran en la habitación y me vuelven a sacar sangre para volver a hacer una analítica, por si los resultados de la primera estaban equivocados y falseados, como podía ocurrir, y otras pruebas analíticas con mi sangre para lo mismo.

Sé que los resultados van a ser los mismos, que no hay errores, soy realista, pero por la mirada de la gente que viene a verme, tienen esa esperanza y quieren transmitírmela.

Aunque es sin éxito, estoy muy convencida y segura de lo que va a pasar.

Mi madre llega una hora después de que me haya instalado en la habitación, y lo hace con una bolsa llena de ropa y productos de higiene que puedo necesitar. No me hace falta preguntar para saber que ha pasado por mi piso para coger todo eso, tampoco me molesta, agradezco que esté aquí.

Cuando llega la jefa de ginecología junto a otro doctor y un ecógrafo, me fuerzo a sonreír como si estuviera bien.

Aunque no sé cómo estoy, se me está pasando el tiempo sin darme cuenta.

Estas horas han sido... no sé cómo definirlas. Por mucho que sea una persona racional, e intente actuar así, esto me supera.

—¿Y bien? —quiere saber mi padre. Se ha negado a marcharse, al igual que mi madre.

Por la cara de la doctora, son las noticias que me esperaba. No hay sorpresas, ni siquiera una positiva.

—¿Podéis dejarnos solas? —le pido a mis padres—. Podéis ser mis padres, pero hay confidencialidad médico paciente y me gustaría tenerla.

Para afrontar la realidad, quiero estar sola, y si me rompo, que lo dudo porque no es mi estilo, que solo me vea mal la doctora, nadie más.

—Cariño... —mi madre aprieta los labios para no llorar, también se debe suponer lo que hay.

—Entraremos cuando haya acabado.

Una vez a solas, la doctora coge aire antes de mirarme, uno de los consejos que se da en la facultad para dar malas noticias.

No sé por qué recuerdo esa clase ahora, es absurdo.

—La ecografía es bastante clara, Mireia. Hay polihidramnios*, no tiene el tamaño que debería para las semanas que tiene y junto a los primeros resultados de las pruebas, los valores de AFP tan altos... —Vuelve a coger aire—. Aún es muy pronto para una amniocentesis por las semanas de embarazo que tienes, ya sabe que se recomienda hacer una vez en el segundo trimestre y tú aún estás en el primero, pero no es necesaria, no con lo que hay.

—Defecto en la formación del tubo neural, ¿no? —verbalizo lo que llevo pensando horas y trago saliva.

—Sí, tiene anencefalia* —confirma mis sospechas y señala la ecografía—. Si te fijas, se ven las cuencas de los ojos pero no cabeza en sí, no tiene tejido craneal ni va a tenerlo, tampoco cerebro.

—Lo sé. —La que suspira ahora soy yo. Por mucho que me hubiera estado haciendo a la idea, escucharlo de otra persona es complicado—. ¿No hay ninguna otra prueba por hacer o...?

—Faltan algunos resultados de las de hoy, podríamos repetirlas si no estás conforme y hacer otras, pero los resultados no van a cambiar. Sería perder el tiempo en ese sentido.

—Gracias por la sinceridad.

—Te dejaré que hables con tus padres, y si caso con tu pareja, si la tienes, para saber la decisión que vas a tomar —comenta—. Pero en estos casos es mejor decidirlo pronto, aunque sea cual sea tu opción, quiero que sepas la ley te ampara y tienes más margen. —Se levanta e intenta darme ánimo—. Lo siento mucho.

Hasta que ha nombrado lo de la pareja, ni había pensando en James.

James...

Tengo la decisión muy clara, no me planteo otra cosa, no con todo lo que sé y el pronóstico que tiene esa enfermedad.

Tampoco sé qué decirle, no sé cómo se lo va a tomar y no me va a hacer cambiar de idea.

¿Y si él no lo ve del mismo modo que yo? ¿Y si no lo entiende?

Quizá lo mejor es esperar para hablar con él cuando nos veamos, mucho mejor que por mensaje, y esto haya pasado.

Aunque puede que se moleste...

No sé qué hacer, no puedo pensar, mis padres entran de nuevo en la habitación y por su cara, ya lo saben todo, han conseguido que la doctora se lo diga o simplemente mi padre ha visto las pruebas y ha atado cabos como lo había hecho yo desde hace unas horas al ser médico.

Quiero y necesito estar sola para pensar, pero no parecen muy dispuestos a ayudarme en ese sentido, no se separan de mí ni cuando se lo pido una vez que llamo a la doctora que me ha atendido para programar la operación que pondrá fin a esto.

Y que sigan aquí, empieza a agobiarme.

Agradezco su apoyo, que estén a mi lado, pero en este momento no soy buena compañía, no quiero palabras de ánimo, no quiero nada porque aún ni soy consciente de lo que está pasando.

Aprovecho que se marchan a comer algo, ya que mi madre no quería dejar la habitación y mi padre ha tenido que convencerla, para mandarle un mensaje a Oriol para que venga a verme.

Él va a entender lo que le diga y necesito desahogarme con alguien.

Neus no es una opción, aunque me apoye primero va a dramatizar un poco, porque ella es así, y no necesito eso, tampoco lo es Pau.

El candidato ideal es Oriol, me conoce bien y me entiende.

—No son buenas noticia, ¿no? —Oriol se sienta en la cama y me mira con pena—. Lo siento mucho, Mireia.

—Quizá te parece absurdo, pero me culpo a mí misma de que tenga anencefalia —admito en voz baja otro de los pensamientos que no abandona mi cabeza—. No quiero tener hijos aún, un bebé no entra en mis planes, pero quizá si lo hubiera sabido antes hubiese tomado acido fólico y...

—Mireia, no —me interrumpe—. No es tu culpa.

—Lo sé, pero no puedo no pensarlo. Es gracioso y tortuoso a la vez. No es mi estilo tampoco.

—¿Qué vas a hacer?

—Interrumpir el embarazo —admito muy segura—. Sabes tan bien como yo que en estos casos, el 75% no llega a término, y si nace, va a ser inconsciente, no podrá captar nada de la realidad al no tener cerebro, estará ciego, sordo, insensible al dolor y va a morir a las pocas horas, o a los días. No viven más.

Me callo que la decisión no solo la tomo por su bien, también es en parte por mí, porque voy a ser egoísta. No me siento preparada para sufrir de este modo, no quiero llevar un embarazo que sé que va a estar condenado al fracaso, que no tiene ninguna opción de salir bien y de que sea un error. No quiero querer a alguien que sé que no va a durar y que me dejará una herida que no se borrará nunca. Las pruebas no mienten y yo he visto muchos casos parecidos en paciente.

—Si es tu decisión, te apoyo —afirma sin dudar—. ¿Has hablado con James?

—No, ni tengo pensando hacerlo.

Si pienso en James, todo se complica aún más.

¿Qué voy a decirle? ¿Cómo se lo voy a decir? ¿Y si no entiende mi decisión? ¿Y si discutimos por eso?

—Mireia. —Oriol niega con la cabeza—. ¿No crees que debería saberlo?

—Y lo sabrá, pero no ahora. Es mi embarazo, mi decisión.

—No estás siendo justa, no puedes apartarlo de algo así.

—Oriol, no necesito que me des una charla ahora mismo.

—Es que la mereces —rebate—. Tiene derecho a saberlo, a mí me llegas a hacer esto cuando estábamos juntos y...

—No he dicho que se lo vaya a ocultar, solo que se lo diré cuando nos veamos.

Oriol suspira, no está nada de acuerdo con mi decisión en este aspecto, por lo que me abraza y se marcha de la habitación para dejarme descansar.


•❥❥❥•


Al despertarme, no sé qué hora es. No conseguí dormir por la noche, mi cabeza no dejaba de dar vueltas a la situación y cuando lo había conseguido ya se veían los primeros rayos de sol.

No estoy sola en la habitación y no sé qué hace aquí o cómo se ha enterado. Se lo habrá dicho Pau u Oriol.

—Hola, Mireia —me saluda y por su tono de voz, lo sabe.

Me mira de una forma que nunca ha hecho, sus ojos azules me hielan por dentro, está decepcionado de mí.

Y ese es uno de los motivos por los que no quería decírselo ya, porque no entendería mi decisión.

—¿Oriol o Pau? —pregunto.

—¿Importa?

—Para mí sí.

—Le das valor a unas cosas un tanto... extrañas —musita y se levanta para estar más cerca de mí—. Ha sido Oriol.

—Me lo suponía —musito—. Él no estaba de acuerdo con que no te lo dijera y bueno... lo ha hecho por mí.

—¿Cómo estás?

Se está esforzando en entablar una conversación casual, pero sus ojos no me engañan, no es lo que quiere. Así que si no es directo, lo seré yo.

—James, dime lo que piensas —pido—. No creo que te interese saber cómo estoy.

—Sí me interesa —niega y suspira—, pero sí, no es de lo único que quiero hablar contigo.

—Entonces di lo que tienes en la cabeza, no te calles.

Se muerde el labio, se pasa la mano por el cabello y traga saliva. Está nervioso, pensando bien lo que decir. Y a mí me sorprende la calma que está mostrando.

—¿Por qué?

—Sé más específico, pueden ser muchas cosas.

—¿Por qué no me lo has dicho? —Y por mucho que intente disimularlo, se nota lo dolido que está.

—Te lo iba a decir.

—¿Cuándo? —bufa—. ¿Cuando ya no tuviese importancia? ¿Cuando mi opinión no importase?

—James...

—¿Sabes lo que es enterarse de que tu novia está ingresada por un mensaje de su mejor amigo? ¿Saber que ella no pensó en ti para que la apoyases, que no confió en ti? Para no hablar del motivo por el que estás ingresada...

—No voy a cambiar de opinión —me adelanto a sus palabras.

—¿Crees que quiero hacerte cambiar de opinión? —se ríe demostrando sus nervios—. No, Mireia, no. No soy tonto, y he estado mirando en el móvil lo que me han dicho los médicos, porque sí, he preguntado qué era lo que pasaba. Si tú crees que es la decisión correcta, lo es.

—¿Entonces?

—Estoy muy dolido —reconoce y su expresión va a acorde con sus palabras—. Porque no me has tenido en cuenta, porque ni siquiera te has planteado contármelo. Se supone que somos un equipo, que estamos para el otro, y en la primera decisión importante, una en la que creo que tengo más que derecho a poder opinar, te lo guardas para ti misma.

—Yo...

Me ha dejado sin palabras, tiene razón, pero es que no sabía cómo se lo iba a tomar, si me iba a entender y apoyar...

—Soy el padre de ese bebé, Mireia —murmura y veo cómo traga saliva de nuevo—. Y enterarme de todo, por otra persona... Solo quería que contases conmigo, que me dijeras la verdad para que, juntos, pudiésemos tomar una decisión. Aunque yo hubiera apoyado lo que tú decidieras, pero quería que contases conmigo. Necesitaba que confiases en mí en ese aspecto, que no me apartases.

—Lo siento mucho.

Eso es lo único que me sale decir, porque tiene razón, toda sus palabras son ciertas. Y escucharlas me duelen porque no me gusta estar equivocada en algo.

—Un lo siento no cambia nada —bisbisea—. No estamos en el mismo punto de la relación, y esto me lo ha demostrado.

—James, yo...

—Voy a estar aquí a tu lado hasta que estés bien y todo el proceso acabe —asegura y sé que no miente, que no me va a dejar sola—, pero después...

—¿Después qué?

—Después necesitaré un tiempo para mí —reconoce y no me aparta la mirada—. Necesito aclarar mis ideas con respecto a ti.

—Es decir, me estás dejando.

O eso es lo que he entendido.

Y si es así, ¿puedo culparlo? Sus palabras me han hecho ver su punto de vista. También he sido egoísta con él, debería habérselo dicho.

Pero no lo había hecho.

—¿Te molestaría si fuera así?

—Sí —respondo de inmediato—. Estoy enamorada de ti, te quiero y quiero estar contigo.

—Pero no ves un futuro conmigo —apunta y quiero negárselo, pero me interrumpe para seguir hablando—, sino, no hubieras querido tomar esta decisión por ti sola.

—James, esto no es verdad y...

—Me he llegado plantear mudarme a Barcelona para que podamos seguir juntos y que nuestra relación dé un paso más —se me adelanta y tengo que parpadear al escucharlo. No me esperaba algo así, su vida está en Suecia, siempre lo ha dicho y está muy contento ahí—. Ahora sé que, quizá, me estaba precipitando, que tú no estás, y quizá no estarás, nunca en el mismo punto que yo.

—James...

—Dejemos el tema —pide, derrotado—. No quiero hablar de esto porque no es justo para ninguno de los dos, la situación no es la adecuada y no quiero que tengas más presión o que pienses en otras cosas. —Me coge de la mano y la acaricia con suavidad—. ¿Cómo estás? Antes cuando te lo he preguntado es porque me interesa de verdad.

—No sé cómo estoy —reconozco—. Creo que aún no he procesado lo que está pasando.

—¿Quieres un abrazo?

No respondo, soy yo la que lo abraza.

Agradezco que esté aquí, que no se haya marchado después de saber la verdad, que quiera estar a mi lado en el proceso y que me apoye.

Y me da mucho miedo lo que va a pasar después de esto, porque James es de ideas claras y no quiero perderlo.

Aunque quizá ya lo he hecho.





ANENCEFALIA: La anencefalia es una enfermedad que produce malformaciones en la cabeza de los bebés durante la gestación y que es incompatible con la vida. Es una alteración del tubo neural, una estructura presente en el embrión y del que se origina el sistema nervioso central. De forma más concreta, esta enfermedad provoca que el cerebro no se forme del todo, lo que significa que les falta una zona del encéfalo, algunos huesos, ausencia de cráneo, anomalías en los rasgos faciales, retraso grave en el desarrollo. El cerebro queda al descubierto, sin protección, lo que hace que sea una enfermedad mortal, no tiene cura y la esperanza de vida va de unas horas desde el nacimiento a unas horas, siempre y cuando se llegue a término, que a veces ni ocurre, la mayoría de embarazos con estos problemas resultan en aborto espontáneo. Ocurre en las primeras fases de desarrollo del embrión y las causas son desconocidas, aunque se cree que puede estar influenciado por algunas toxinas o la poca ingesta de ácido fólico de la madre durante el embarazo.




Bueno, ¿holi? hahaha.

YO YA AVISÉ QUE VENÍA UN DRAMA GORDO. De hecho, esto estaba en la escaleta desde el principio de cosas que pasarían sí o sí porque son muy importantes para el final.

A ver, primero de todo, ya lo dije en el capítulo anterior, NO quiero debates, ni criticar, ni insultos, ni cosas así con respecto a lo que pasa en el capítulo porque creo que tengas una postura en este tema o no, es algo que bueno, es lo que hay, ese embarazo NO tiene futuro por todo lo mencionado, lo he intentado explicar de forma clara y que se entienda para la gente que no sabe de medicina. Es una enfermedad incompatible con la vida. También recuerdo que Mireia es médico, sabe muy bien de lo que habla, sabe muy bien lo que hay.

Y bueno, Mireia siempre ha sido muy independiente, y lo ha sido en esto también, intentando cargar con todo por sí misma, y se da cuenta de que quizá, no debería haberlo sido, porque James está muy muy dolido de que no haya confiado en él para eso.

Todos los pensamientos de James se verán en su punto de vista en el siguiente capítulo, como siempre, y se entenderá mejor su posición, aunque quiero dejar clara una cosa, que se ve, James apoya en todo a Mireia y en su decisión, lo que le duele es que se lo oculte o que no haya confiado en él para estar en un momento así. Bueno, lo dicho, se verá en su capítulo.

Yo tengo una opinión de este capítulo, pero no lo voy a decir haha.

Por cierto, somos mucha gente nueva, ¡holi! Suelo subir capítulo los domingos (que mucha gente pregunta haha).

Muchos besos xx


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro