En un rincón oscuro y empolvado, bajo una antigua casa de aspecto tenebroso, estaba iluminado únicamente por el parpadeo de velas temblorosas, donde se encontraba una figura enigmática y siniestra. El ambiente era opresivo, y la figura vestía un largo y fluido vestido negro que se arrastraba por el suelo, ella se alzaba como una sombra entre las sombras. Su atuendo parecía absorber la luz, contribuyendo a su aura de misterio y malevolencia. El vestido, con encajes y detalles intrincados, abrazaba su figura encorvada, resaltando su delgadez y su apariencia envejecida. Su cabello largo y desaliñado caía en mechones grises y desgastados sobre sus hombros encorvados. Su piel pálida y arrugada revelaba los estragos del tiempo y la magia oscura que había invocado a lo largo de los años.

La estantería que se extendía a lo largo de una pared estaba llena de frascos y tarros de cristal conteniendo hierbas extrañas, huesos misteriosos, piedras preciosas y otras curiosidades. Un murmullo suave e inquietante llenaba el aire, emanando de objetos enigmáticos como bolas de cristal, amuletos colgantes y plumas de aves exóticas que colgaban del techo.

Y hoy, por alguna extraña razón imcomprencible, había decidido abrir las puertas de su mente perturbada para dejar vislumbrar el turbulento mundo en el que residía.

—Así que estás ahí, ¿verdad? Observando, acechando, como los malditos cuervos en el cielo, pensando que puedes entenderlo todo. ¡Ja! Ni siquiera yo entiendo todo, y créeme, he pasado más tiempo en esta cabeza loca que tú en tu mundano mundo —gruñó mientras agitaba su mano en el aire, como si quisiera despejar el humo de una chimenea, sin revelar su rostro todavía. 

Luego volteó al frente, su cabello cubría su rostro.

—¡Oh, hola, hola, hola! No te había visto. ¿Estás listo para zambullirte en esta retorcida y macabra historia que ronda por las calles de esta ciudad? Bueno, toma asiento y presta atención, porque esta bruja chiflada está a punto de contarles una historia que los dejará boquiabiertos. Sí, sí, sí, ¡Vengan todos, damas y caballeros, a escuchar la narración de terrores inimaginables en las horrendas calles de Londonveil! 

Y de repente, un silencio de ultratumba.

—Voy a ser franca con contigo, ¿de acuerdo? No tengo tiempo para andar con rodeos y metáforas. Mi mundo es Londonveil, porque, como vieron antes, no es el lugar donde encontrarás a caballeros con brillantes armaduras o doncellas en apuros, o romances cursis. Aquí las calles están impregnadas de niebla, y el olor a decadencia se mezcla con el aroma de la sangre. No, no me vengas con tus expectativas de enamoramiento y finales felices. En estas páginas, las cosas se ponen sangrientas y grotescas, y si eres de estómago débil, mejor cierra el libro ahora antes de que te tragues tus propios deseos.

Se rió y retumbó en el aire como una melodía discordante. Ella alzó un dedo huesudo y señaló hacia una ventana con el horizonte invisible.

—¿Ves esas criaturas allá afuera? Bestias ancestrales, criaturas que han arrastrado sus formas retorcidas desde las profundidades del tiempo. ¿Piensas que la valentía o la cordura tienen alguna oportunidad en un lugar como este? Ha, lo dudo. Pero, ¿sabes qué? Eso es lo que hace que todo esto sea emocionante.

»Estamos en el época victoriana, donde las calles de Londonveil se retuercen como serpientes venenosas y el aire está tan cargado de misterio que podrías cortarlo con un cuchillo. Por eso no piensen que estamos aquí para tomar el té con la reina, ¡no señor! Las bestias ancestrales acechan en las sombras, criaturas grotescas que te harán dudar de tu propia cordura. Oh, sí, las criaturas más horripilantes que puedas imaginar, y tal vez algunas que ni siquiera podrías.

Entonces, por un momento, pareció perderse en el abismo de sus propios pensamientos. Luego, con un suspiro exasperado, sonrió y retomó su relato.

—¿Así que quieren saber cómo funciona la brujería? Bueno, niños curiosos, aquí está el trato: la brujería es como hornear galletas, pero con un toquecito más oscuro. ¡Ja! No, en serio, es un arte ancestral lleno de secretos, ingredientes extraños y rituales extravagantes, hay millones de combinaciones para hechizos y encantamientos, es imposible saber cuantos hay. Pero, atención, queridos lectores ávidos, usarla demasiado es como empacharse con dulces: tarde o temprano, tu pobre alma se va a volar por los aires. ¡Sí, así de sencillo! 

Sonrió de oreja a oreja.

—Y ahora, permítanme que me ría de esos géneros clichés. ¡Oh, sí, esos cuentos de hadas y princesas con príncipes y.... ¿qué me dicen? —Colocó su mano en su oreja—. ¿Licántropos? ¿Vampiros? ¿Qué es eso? —Sus dientes crujieron—. !¿Es qué somos, pájaros cantores y arcoíris?! ¡Eso es una falacia! ¡Por el diablo, no! Esto es una carnicería de horrores, una danza macabra en las sombras. La sangre fluye como ríos, y las vísceras se esparcen como confeti en un carnaval maldito. ¿Sangrienta y grotesca? ¡Oh, mucho más que eso, mis amigos!

»Y ni hablemos de la magia de sangre, que hermoso. —Posó su mano sobre su mejilla, como si hubiese escuchado algo muy tierno—. ¿Listos para escuchar sobre ese oscuro arte que desafía los límites de la cordura humana? ¡Pues lo siento, queridos incautos, pero esta bruja loca tiene un as bajo la manga! Sí, sí, lo siento, pero esto es parte crucial de la trama, y no voy a dárselo en bandeja de plata. ¡Qué ingeniosos son mis métodos, ¿verdad?!

»Aunque la magia de sangre la re-descubrió Wester Wolf. Era un imbécil, que bueno que la vida lo destrozó. Y él tiene a su mando a sus cazadores caníbales locos. El tonto de Wester Wolf escribía datos de las bestias y algunas cosas que descubría en sus libros mientras investigaba los misterios en la ciudad, en ese momento era un cazador gremial.

»¿Qué? ¿Dicen que quieren saber sobre los cazadores gremiales? Pues eso son, tontos, unos cazadores de bestias, ¿cómo creen que esta ciudad ha sobrevivido? Aunque no les pidan un favor gratis, porque te mirarán de reojo, jeje.

»Antes los únicos cazadores que existían eran los del gremio, pero Los Altos Cazadores desterraron a Wester Wolf por sus transgresiones (creo que está más loco que yo), y así surgieron los cazadores caníbales, como algunos les dicen.

»Los cazadores, como los conocemos, aparecieron luego de la muerte de las bestias antiguas, las cuales evitaban que el mal llegara al mundo, y cuando murieron, todo cayó y el reinado murió con su imperio y todas las demás ciudades fueron destruiadas, Londonveil es una de las pocas que siguen en pie.

»Del imperio antiguo solo quedó La Guardia, quienes protegían al reino cuyo nombre no recuerdo. La Guardia siguió, pero cambió, pasaron de hacer cumplir la ley a ser un grupo de mafiosos, que dicen hacer el bien y proteger a Londoveil, cuando realidad trafican en el mercado negro... —Pausó—. Claro, yo soy la primera en la fila para comprar.

La bruja caminó en círculos y luego siguió hablando:

—Ah, pero no se preocupen, queridos lectores, porque soy capaz de ver el futuro y... será bello, incluso más hermoso que lo ocurrido con Adeline. Oh, sí, tengo la mirada de una profetisa, aunque no puedo evitar confundirlo a veces con las sombras de mi propia mente y es muy borrosa. ¡Esquizofrenica, me dicen! Pero ¿quién necesita cordura cuando tienes tanto entretenimiento espeluznante a tu disposición?

»Y así, mis intrépidos amigos, comienzó una sucesión de eventos catastróficos que sacudirán los cimientos mismos de esta ciudad maldita. Una tragedia que envuelve a nuestro querido William en sus garras mortales, extendiendo sus oscuras alas sobre Londonveil y sumiendo todo en la sombra. ¿La maldición? ¿Que o quién fue el causante? ¿Fue por causas naturales? Oh, sí, eso sería revelar demasiado, ¿verdad?

»La maldición de la sangre, ese mal retorcido y siniestro, emergió de las profundidades más negras de la historia de Londonveil, como un espectro ansioso por devorar todo a su paso. Un cataclismo sobrenatural se desata, y la tranquila seguridad que tanto costó construir se tambalea como un borracho en la madrugada.

»Pero aquí, queridos lectores, debo detenerme. Sí, sí, puedo ver sus ojos curiosos, ansiosos por devorar cada palabra que sale de mis labios. Pero no, no puedo hablar de la maldición de la sangre en detalle, no sería justo. ¡No quiero arruinarles la sorpresa! Oh, sí, sé que están hambrientos de sangre, magia y oscuridad, pero deben esperar y descubrirlo por ustedes mismos. —Rió con mucha fuerza y resonando.

»Así que aquí me quedo, en silencio, jugando con sus expectativas y burlándome de su insaciable curiosidad. ¿Qué pasará? ¿Cómo se desenmarañará este enigma? ¡Oh, mis amigos, eso es algo que tendrán que descubrirlo más adelante mientras se adentran en las sombrías profundidades de Londonveil y enfrentan los horrores que yacen en su oscuro corazón! —Se volteó—. Si me disculpan voy a rejuvenecerme, ya estoy harta de estas arrugas.

»Ahh... ¿quién soy? ¿Dicen? —Pausó—. Eso es algo que deben descubrir por sí mismos, porque forma parte importante de la trama. Cuando nos veamos de nuevo, lo sabrán al instante. —Y así la bruja siguió trabajando en su poción de rejuvencimiento.