
Él es aterrador.
Tsuna miró con lentitud sin entender porque tenía a los arcobaleno amenazando con quitarle su cabeza a Mochida. Solo suspiro antes de levantarse de la mesa con un aire de terror a su alrededor. Ninguno de los guardianes dijo nada, solo miraron a su jefe en un silencioso reconocimiento que dictaba que ninguno le haría más papeleo por un par de días.
Fon sonrió intentando animar al castaño, pero fue ignorado en favor de ir a su oficina para terminar el papeleo.
Sebastián apareció con maestría antes de inclinarse ante su joven amo y poder dar el discurso preparado para los alumnos. El mayordomo no parecía enojado, ni sorprendido ante la actitud de su joven amo. Solo sonrió y asintió hacia el castaño en reconocimiento.
—Buenos días, él décimo me ha dejado unas cuantas instrucciones—sonrió con calma mirando al grupo de alumnos que parecía curioso—cómo deberían estar estudiando. A todos se les ha inscrito a la escuela privada de Vongola y tengo entendido que su tutor les enseñará Italiano contarán con clases de baile, etiqueta y modales—la sonrisa fue cruel y sádica—un placer darle las noticias.
Los murmullos se elevaron ante lo poco amable que estaba siendo el mayordomo. Lo ignoro a favor de dar dos aplausos y que las sirvientas empezarán a quitar las cosas de la mesa. Al principio a todos los sirvientes de la mansión se les hizo extraño él hombre de cabello negro, pero con el paso de los años aprendieron que sólo era mezquino cuando alguien hacía sentir incómodo a su amado jefe, entonces se pondrían de su lado.
Reborn camino hacia el mayordomo principal ignorando como las voces de los chicos se alzaban sobre el ruido de la vajilla más cara siendo levantada.
—Sebastián—inclinó su fedora en un saludo silencioso—¿hay algún mensaje nuevo?
Sebastián apartó la mirada de la joven mucama que le estaba pidiendo instrucciones exactas para las habitaciones de invitados.
—Él joven amo me dijo que cuando llegará—miró al grupo que se estaba formando detrás del mejor asesino—le avisara sobre la necesidad de hablar con usted—hizo una pequeña mueca al mirar como todos los arcobaleno parecían decididos en seguir a su amo.
—Gracias, Sebastián.
Él mayordomo de cabello negro solo asintió para regresar a sus deberes. Ignorando claramente las voces de los invitados que pensaban que podrían tratarlos como sí les estuvieran pagando. La mayoría los ignoro a orden del décimo, sí ninguno lo pedía con amabilidad y cortesía, no tenían que hacer nada más fuera de sus deberes básicos.
Reborn miró a su alrededor y cuando encontró a todos sus compañeros mirándolo mal. Solo suspiro antes de alejarse. Que Tsuna pidiera su presencia era extraño, no un raro caso, pero extraño. Normalmente los llamados a su oficina serían Mukuro y Hibari, eran quienes traerían a cualquiera que su jefe pidiera torturando o golpeando hasta el cansancio a quien molestara al castaño. De hecho eran su plan perfecto para encargarse de quien haya ofendido al décimo, muchas veces se había encontrado con él sujeto en cuestión amarrado de los brazos y arrodillado enfrente de Mukuro, con Hibari sosteniendo su cabeza en un tirón doloroso de cabello, siempre rogando con que Mukuro los dejara ir.
La sonrisa que daría el de cabello índigo antes de hacerse a un lado revelando a un Tsunayoshi cruzado de brazos y esperando resultados fue una de las cosas más raras y excitantes que habían visto. Podía recordar a la perfección la voz divertida del menor que se volvía cada vez más suave como sí estuviera hablando con un niño.
—Le ruegas al hombre equivocado—la visión de Tsuna con los ojos ámbar brillando oscuramente fue una de las favoritas de Reborn—a quien deberías estarle rogando es a mí. Pero como crees que puedes pasar por encima de mis mandatos, creo que dejaré que mis guardianes decidan que hacer contigo.
De solo acordarse se le erizaban los pelos de la nuca y se sentía nervioso ante la vista de un Tsunayoshi dominante. Pero no era momento de pensar en su jefe siendo un maldito hijo de puta, mejor pensaba en lo que tendría de encargo esta noche.
Cuando llego a la oficina, en simple vista estaba su alumno favorito hablando con Enma. Aunque el pelirrojo era quien más hablaba siendo que Tsuna a sentía mientras firmaba los documentos. Enma se callo cuando lo vio, Tsuna no reaccionó sólo sacó entre sus carpetas la que necesitaba y la arrojó sobre la mesa.
—Este es el trabajo de hoy—declaró sin mirarlo a los ojos—tienes tres días para terminarlo, de preferencia que sea en uno.
Reborn enarco una de sus cejas sorprendido. Normalmente él chico tartamudearia antes de poder darle una orden decente. Miró hacia Kozato en busca de una respuesta, pero sólo apartó la vista avergonzado. Fue inquietante.
—¿Algo que necesite saber?—preguntó con calma cómo sí no quisiera interrogar a su alumno.
—Todo está en la carpeta—declaro sin mirar a Reborn en un solo instante—mañana debes empezar las clases con los alumnos, no se te olvide—el tono de voz decía que no aceptaría un no como respuesta.
—Entendido, jefe—tomó la carpeta para irse del lugar.
Enma miró a su amigo con clara intención de hablar sobre su actitud. Pero lo cerró cuando vio esos ojos cafés apagados, parecía que Tsuna estaba pensando en todas las decisiones que lo habían llevado hasta el fondo.
No duró lo suficiente ni tuvo el tiempo para preguntar cuando fueron sacados de la oficina por la fuerza mayor que era Sebastián y atendidos en un almuerzo que parecía ser la tumba temprana de muchos.
—¿Estás bien?—Enma susurro con miedo latente de que su mejor amigo se diera la vuelta y lo matara.
El sonido del cuchillo y el tenedor siendo dejado con poca delicadeza en la mesa fue sorprendentemente brusco a diferencia con la forma tan delicada que fue realizada la acción.
—¿Tienes algún maldito problema?—la voz rompió las discusiones—dímelo en mi cara maldita basura.
Todos los guardianes guardaron sus armas y los arcobaleno se mantuvieron en silencio. Xanxus parecía sorprendido mientras el resto de Varia intentaba mirar entre su jefe y él pequeño castaño que parecía tener la misma actitud cuando realmente se enojaba.
—¿Qué?—la voz rota de Mochida hizo que todos los guardianes se encogieran ante lo que vendría.
—Que sí tienes un puto problema, vengas y hables de frente conmigo maldita escoria—sus ojos cafés brillaron profundamente en un tono ámbar.
Mochida se acercó decidido hasta el castaño que se levantó de su asiento con violencia. Enma se levantó bruscamente intentando tomar la mano del castaño para regresarlo a su lugar. Hasta los guardianes consideraron dejar de esconderse cuando Mochida lanzó el primer golpe, pero Tsuna no fue amable.
—¿Tienes algún problema con lo que digo?—grito intentando tomar al chico por el cuello.
—Tengo todo los malditos problemas—cerró su puño golpeando con ganas el estómago del chico mayor—y me he cansado de ser insultado en mi propia maldita casa—gruñó alejando al pelirrojo con cuidado—que me faltes al respeto enfrente de mis guardianes y trates a los sirvientes de esta casa como sí fueran tus súbditos.
Los gritos se elevaron por el silencio y los ruidos de frustración de los chicos se hicieron notables cuando golpeó con fuerza la cara de Mochida con el puño cerrado, rompiendo su nariz.
El noveno llegó a la escena para encontrar a Xanxus llorando mientras Squalo preguntaba exactamente qué estaba pasando.
—No lo sé—miraba con atención la pelea que estaba armando el atún—pero me siento orgulloso.
—¡VOI ESTÚPIDO JEFE!
Timoteo prefirió ignorar eso, cuando vio como Hayato intentaba tomar de los brazos a su nieto que estaba golpeando a uno de sus compañeros sin la necesidad de la llama de la última voluntad.
—Sueltame Hayato, debo romperle la cara a la maldita escoria—se agitó con fuerza logrando salir del agarre del guardián de la tormenta—para que no vuelva a insultar a mi madre.
—¡Juudaime!—Hayato intento. Claro que lo hizo, pero cuando Hibari sacó sus tonfas al escuchar que insultaron a la madre del castaño todo se fue a la mierda.
Enma miró al noveno con la culpa brillando en sus ojos. Pero él viejo jefe parecía enojado al escuchar como habían hablado de su familia, dejaría que Tsuna atormentara a todos esos chicos que se creían con el derecho de hablar de su nieto. O ese era el plan hasta que Tsuna consiguió un cuchillo dispuesto a cortarle la lengua al mono inútil, Sebastián apareció abriéndose pasó entre los adolescentes completamente fuera de control, sostuvo la mano del castaño y con voz calmada interrumpió el asesinato.
—Joven amo—fue suave y amable—necesito que suelte el cuchillo, es la vajilla más costosa que tenemos—pidió amablemente.
Todos se congelaron, Tsuna parpadeó un par de veces perdiendo el toque ámbar en sus ojos cafés. Antes de asentir y levantarse del chico mayor que casi queda como una pulpa sangrienta.
—Lo siento tanto Sebastián—parecía avergonzado de su comportamiento, devolviendo el cuchillo.
—No se preocupe joven amo—sonrió al obtener el cuchillo y revolvió el cabello del muchacho con suavidad—traeré el postre, por favor regrese a su asiento.
—Bien—acepto alejándose con calma de todo el escándalo que había armado.
—Gracias joven amo—sonrió antes de darse la vuelta y mirar a todos con una sonrisa aterradora—regresen todos a sus lugares por favor, tendremos el postre.
Nadie pudo negarse, no cuando ni las personas más fuertes de la mafia dudaban ir encontrá del mayordomo de sonrisa suave que tenía la intensión asesina más fuerte del comedor en ese momento.
Aquí Tsuna no pudo huir, pero tuvo unos días difíciles desde que los Arcobaleno llegaron de visita. Siento, que Sebastián es un personaje que amo, porque tiene mi humor jajajaja entonces el atún ama golpear gente.
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