Capítulo Veintidos
Capítulo 22
Mérida.
La luna llena de aquel mes se había hecho presente, algo que me ponía nerviosa, aunque los chicos me habían prohibido salir del castillo, necesitaba saber que estaban bien, tome mis cosas y mi varita y fui en busca de ellos justo cuando estaba a unos pasos alejados de ellos algo llamó la atención del licántropo haciendo que nuevamente me persiguiera pero esta vez los chicos no pudieron detenerlo, mis pies corrían por el bosque mientras el amanecer estaba amenazando con salir, rogaba por que saliera ya que la transformación terminaría. Esta vez estaban más alejados del castillo por lo que la vuelta se había hecho más larga, sentía los pasos del animal detrás de mí y juraba que los chicos estaban detrás.
De repente tropecé con una piedra cayendo de espaldas Al suelo intente levantarme pero la bestia se abalanzó a mí impidiendo el paso, su aliento y su respiración salvaje estaba sobre mi rostro, sus dientes estaban casi rozando la punta de mi nariz.
—Remus...—Hable haciendo que el animal gruñiera, se supone que tendría que haberme mordido ya en este punto. El sol empezaba a salir iluminando su pelaje, este miro al sol y de repente se empezó a convertir en humano nuevamente quedando exhausto sobre mi su cuerpo se desplomó, su respiración era agitada y en ese momento los chicos llegaron. Nos ayudaron a levantarnos a ambos y la discusión se abrió.
—¡Te dijimos que te quedaras en el castillo en que pensabas Mérida!—Mi primo me gritó, sabía que tenía razón.
Remus estaba a un costado frotándose con nerviosismo su cabello, intente acercarme a él.
—Remus..—Intente tocar su hombro, y este se alejó abruptamente, y le hizo una seña a los chicos para que se fueran algo que ellos obedecieron.
—Por eso quería ocultar la verdad...Mérida quiero protegerte—Dijo mirándome a los ojos— Pero con la bestia adentro, no hay un lugar seguro.
—No importa...Vamos a estar bien, vamos a seguir siendo el dúo—Dije con la voz quebrándose, no podía perderlo.
—Mereces algo mejor que yo, es tu oportunidad de alejarte, vive tu vida sin mí—Dijo sin mirarme y con los ojos llorosos, aquello hizo que mi corazón se rompiera por dentro, era mi persona al igual que Lily eran mis mejores amigos.
—Y-Yo no quiero vivir sin tí—Dije mientras las lágrimas se deslizaban por mi rostro.
—Solo no quiero hacerte daño—Respondió, cuando se iba a ir tomé su brazo y dije entre lágrimas.
—No lo harás, por favor no me reemplaces como han hechos todos conmigo, no me abandones porque las cosas se tornan feas, yo jamas lo hice porque eres mi persona Remus, pase lo que pase siempre estaré ahí, cuando sientas que el mundo se te cae iré a levantarte, te protegeré y te salvaré ¿Y sabes porqué? Por qué eres una persona maravillosa por la que vale luchar, él único que no me defraudo nunca. —Las lágrimas corrían por nuestros rostros, nos fundimos en un abrazo y finalice— Se por algo que no me atacaste, puedes luchar con esa bestia—Dirigí ambas manos a su rostro y besé su frente, pude oír como suspiraba.
Entrelazados nuestros brazos fuimos juntos a la habitación de los chicos, cuando entre por la puerta dije
—¿Puedo dormir un par de horas aquí? No tengo ganas de volver se que Lily o Ry están despiertas y no quiero dar explicaciones— todos asintieron, y tomé la camiseta que Sirius me prestaba y fui al baño a cambiarme, al salir pude notar como todos ya estaban dormidos menos Sirius que me miro con la boca abierta al ver que solo llevaba su camiseta.
Fui hasta la cama de Remus que lo moví un poco y este se hizo a un lado, y me acosté para luego darme la vuelta y abrazarlo por la espalda.
A las 2hs sentí cómo alguien sacudía levemente mi brazo, mis ojos pesadamente intentaban acoplarse con la luz del día, ya había amanecido, me giré para observar quien me había despertado y era Remus que solo tenía aquel pantalón de pijama puesto.
—Mer, hay que levantarnos, aún es temprano pero para llegar con los chicos y desayunar tranquilamente, no quiero que estés de mal humor por qué no has tomado café—Dijo levemente riendo y llevándose las manos a los bolsillos.
—Okey, debo ir por mi ropa—Dije algo somnolienta, sentándome sobre la cama.
—No te hagas problema Lily trajo tu uniforme y cosas—Dijo buscando su uniforme.
Abrí los ojos de par en par y respondí—¿Lily?
—Le dijimos que estabas con nosotros estudiando y te quedaste dormida—Ahí es cuando volví a respirar, decidí ponerme de pie, tomar el uniforme para luego adentrarme al baño y ducharme con agua fría rápidamente.
Salí de la ducha ya cambiada y claramente con el pelo seco, Remus me esperaba en el marco de la puerta, mire la camiseta de Canuto aproveche que Lunático no me estaba mirando y la guarde en mi bolso.
No sé porqué lo hice pero lo hice.
Salimos de la sala común y nos dirigimos hacia el Gran Comedor, durante el camino veníamos charlando tranquilamente con Remus cuando un chico un poco más alto que yo me chocó.
—Disculpa—Dijo con un acento escocés, lo observe de arriba a abajo llevaba un uniforme de Quidditch de Gryffindor no iba a nuestro año por lo que supuse que era de 6to, cuando llegue a su rostro ahí lo reconocí era el Guardián del equipo, me sonrió y siguió su camino al igual que nosotros.
—¿Quién es?—Le pregunté a Remus.
—Graham Wood, 6to año, Guardián de Gryffindor—Respondió sin mucha importancia, llegamos al Comedor y visualicé a los chicos, les dedique una sonrisa y como usualmente hacíamos me senté entre medio de Sirius y Remus.
Visualicé el café y tomé la taza caliente entre mis dedos para dirigir aquel líquido a mi labios que deseaban probar, mis ojos vagaron por el grupo quienes estaban sumidos en sus pensamientos, hasta que cayeron en mi hermana quien emanaba nerviosismo busque su mirada pero ella me lo negó. No le tomé demasiada importancia.
La hora de ir al examen había llegado, todo el grupo se dirigió hacia el salón de Adivinación tome asiento y esperamos impacientemente a la profesora.
—Bien, los alumnos ya saben las reglas y cómo se realizan los exámenes—Dijo para luego llamar a diferentes alumnos, mis ojos estaban pegados a un libro sobre animagos hasta que una voz me sacó de mi lectura.
Mi hermana se acercó la primera a la mesa de la profesora volviendo minutos después con la mirada perdida.
— ¿Chispa? Límpiate.— Dijo mi primo tendiendole un pañuelo.
— ¿Qué has visto? — Indagué.
— A mamá...
—Mérida Aragot Potter—La profesora me llamó tras Riley, la miré y sus ojos se conectaron con los míos, me levanté de mi asiento y me dirigí hacia la profesora.
—Digame que es lo que puede ver señorita—Mire la Carta con el número 7 negro y mis ojos se nublaron.
El aula llena de alumnos, se convirtió en una sala completamente negra, mis ojos vagaron por la oscuridad, mis latidos estaban acelerados. De pronto una luz apareció, pero ya no estaba de pie estaba atada a una silla, intente forcejear y fue inútil.
—Oh querida, pensé que eras más inteligente—El apareció y se agacho a mi altura, su dedo índice se dirigió a mi barbilla e hizo que lo mirara—Te dije que te iba a tener algún día—Sonrió maliciosamente, enviándome escalofríos por todo el cuerpo.
Mis ojos se abrieron de par en par y tomé una bocanada de aire como si no hubiera respirado los últimos 10 minutos, mis ojos viajaron a mis manos que temblaban, rápidamente las cerré para que nadie notara mi miedo. Intenté buscar alrededor los ojos de mi hermana quien me miraba preocupada.
—¿Qué ha visto?—Sentenció la profesora.
—Y-yo no vi nada—Me puse de pie de golpe y me abracé a mi misma. —Puedo retirarme—Dije con un hilo de voz, a lo que la profesora se limitó a asentir con una mirada de extrañeza.
Salí del aula disparada sentía que me faltaba el aire, me pase las manos por pelo en signo de frustración.
¿Qué era lo que había visto?
Mi angustia se hizo presente generando un nudo en mi garganta, mis manos temblaban sin control, el pecho se me había cerrado y no respiraba bien.
Unos brazos conocidos me rodearon y dejé caer mi peso hacia el suelo.
—Ey ey respira—Inhalo y exhalo, intentando que hiciera la misma acción que él, acto que intente hacer pero era una respiración acortada—Bien bien tu puedes, tranquila yo te cuido ¿Sí?—Dijo James mientras me acariciaba la espalda.
Luego de un par de minutos mi respiración se normalizó, dirigí mi mirada hacia la de mi primo y le dije.
—No se lo que vi, pero James...tengo miedo hay alguien que está detrás de nosotras—Dije casi en un susurro, para luego ponerme de pie—Necesito hablar con Ry, necesitamos averiguar más cosas—Sentencie nerviosamente.
Justo cuando finalice apareció el grupo y mi melliza.
—Yo no se que es Ry pero es extraño...—Los demás alumnos empezaron a salir del aula—Pero no podemos hablarle aquí, tome su brazo y fuimos todos hacía el lago negro.
Todos se sentaron en el césped y yo me removía nerviosa de un lado a otro, pensando en miles de hipótesis.
—Mer deja de moverte—Dijo lily haciendo que parara en seco.
—Bien, lo que yo vi estoy supongo que es el “futuro”—Dije remarcando las comillas, mientras todos me miraban expectantes— Y no es la 1era vez que veo cosas—Recibí varias miradas de reproche, pero proseguí.
—Estaba en el aula y de repente ya no. Estaba en un cuarto todo negro, de golpe estaba sentada y atada en paños menores, creo que era yo no se si era otra persona, y..—Desvie la mirada hacia el bosque prohibido— Vi a alguien que me decía "Oh querida pensé que eras más inteligente...te dije que te iba a tener algún día"—Pude ver de reojo como todos se miraban entre sí.
—¿Quién es esa persona Mer?— Indaga mi primo.
—Yo..no sé su nombre nunca lo supe pero siempre lo veo o lo escucho, siempre está ahí pero fuera de los límites...como de seguridad..—Respondí—Sé que pensaran que estoy loca...
—Mer nadie dijo eso—Me interrumpió mi hermana.
Me pase ambas manos por el cabello en signo de frustración, mis manos volvieron a temblar.
—Y-yo no se quien es...no se que quiere y porqué—Dije cargada de impotencia, mi hermana se puso de pie y se acercó a mí e intentó abrazarme pero yo me aparté bruscamente. —Necesito...irme..
Salí de allí a paso apresurado ignorando los llamados a gritos de mi hermana, necesitaba despejarme, llegue en menos de lo esperado al salón de baile, con un movimiento de varita encendí la luz, abrí las ventanas y puse a andar el tocadisco. Me quité los zapatos, la capa y empecé a dejarme llevar por la música ignorando todo tipo de pensamiento negativo.
Pensaba en mi hermana…
Intento ser la mejor versión para mí, para ella, para todos. Pero no puedo ser fuerte, no pueden pedirme que no llore, que no me derrumbe, cuando cargo con esta agonía y este dolor, porque saber que de repente un día podría Riley irse para siempre de este mundo me totura de una manera inexplicable por dentra y más si fuese por un error mío, había algo fuera algo malo. Hace días tengo la sensación de que algo malo va a pasarle, en consecuencia hace días no duermo bien y si aquello pasa no podría perdonarmelo nunca.
Al terminar la última nota visualicé a mi hermana a través del espejo cargada de preocupación en su rostro, vino a paso acelerado hacia mi y sus ojos estaban cargados de lágrimas.
— No entiendo lo que acaba de pasar. —Dijo. — ¿Estas bien, puedo ayudarte?
— No quiero herirte, no lo entiendes, y-yo no puedo permitir perderte—Le grité cargada de impotencia.
—Nunca me perderás, Mer...
—Riley tú no entiendes, siempre fuiste la protegida la buena, la que había que cuidar de Mérida, la que había que alejarla de la oscuridad que su hermana tenía —Dije alterada, mientras movía las manos.
—¿Qué dices? No… no te entiendo Mer.
Me quedé en silencio, a causa de que había hablado debería contarle todo lo que hablaban nuestros padres a nuestras espaldas, siempre habían dicho que Ry era la buena y que nunca me iba a "absorber" hoy en día sigo sin comprenderlo.
—Nada olvídalo Arlet—Dije decidida a irme, me coloqué los zapatos y tome mi bolso, pero ella me detuvo, dirigí mi rostro para mirarla y pude ver como estaba sufriendo, sus lágrimas caían en su rostro, sus ojos miel cargaban un dolor inhumano. Mi corazón al verla se hizo pedazos, odiaba ver sufrir a mi hermana por mi pero...debía hacerlo, no podía permitir perderla, me acerque a su rostro y besé su frente, mis manos se posaron en su rostro, limpiando delicadamente sus lágrimas.—No me perdonaría nunca si te llego a hacer daño algún día por mi culpa.
—Ry, yo intento hablar y contarte las cosas—Desvie mi mirada no quería llorar— Realmente lo intento, pero hay cosas del pasado que me persiguen que lo impiden. Por favor entiende mis acciones o las cosas que hago. Yo solo te pido una cosa, nunca pienses que no te amo, porqué lo hago y llevo luchando por ti mucho tiempo y no pienso dejar de luchar hasta el final… Ry eres mi otra mitad y siempre lo seras, somos Ry y Mer… sin la otra no funcionamos.
Me solté de su agarre y la deje allí, dirigí mis pasos acelerados por el pasillo, mi vista estaba nublada las lágrimas caían por mi rostro, evite todo tipo de acumulamiento de gente.
Sabía que Ry le dolía mi actitud y aquello me dolía, me dolía el no poder expresar las cosas, me dolía que no podía contarle lo que me sucedía, me dolía estar apartada de mi otra mitad.
La amaba con cada centímetro de mi ser, y lo hacía, me odiaba a mi misma por apartarla de mí.
Llegué hasta la torre de astronomía donde la oscuridad era lo que abundaba. Y ahí en medio de la oscuridad me sujeté más fuerte que nunca apretando fuertemente mis piernas contra mi pecho tratando de mantener unidas las piezas de mi alma abracé mi oscuridad al caos que yace en mi interior.
Me deje llevar y deje salir el dolor aquel que me causa insomnio y un mal sabor.
Mi verdadera yo era frágil que con un leve soplido del viento podría desvanecerme. En aquel momento desnude mi alma y permití que la tempestad que llevaba conmigo drenara un poco.
Sabía que al día siguiente debía regresar al papel ese donde las sonrisas no faltan y los "estoy bien" eran una mala costumbre que debería anular pero solo por ese momento me deje llevar.
—Mérida—La voz tranquila de Dumbledore me alertó, pasó mi manga por mi rostro para secar el resto de lágrimas y rápidamente me puse de pie, él se posó junto a mí y prosiguió.— La verdad. Es una cosa terrible y hermosa, y por lo tanto debe ser tratado con gran cuidado.
—No entiendo...Se que usted sabe muchas cosas aunque no lo admita—Dije ganando que él director alzara una ceja—Yo no quiero hacerle daño a Ry...Mis padres siempre me repitieron que no jugara con ella en el bosque, que no le contara lo que veía o con quien jugaba porque era algo terrible.—Respire hondo— Si intentaba hacer lo mismo que Riley me castigaban, ella...mi madre siempre la prefirió o eso demostraba como si yo fuera un monstruo—Solté no se porqué lo hacía pero me dio una sensación de alivio.
—No eres un monstruo Mérida, intenta vivir e ignorar a aquel...Muchacho—Mi estado de alerta de activo...nunca le había contado pero deje que prosiguiera— La felicidad se puede hallar hasta en los momentos más oscuros, si somos capaces de usar bien la luz—Finalizó dándome a entender que debía volver a mi sala común.
Camine por los pasillos hasta dar con el cuadro de la señora gorda, dicte la contraseña y la atravesé encontrándome con mi mejor amiga sentada esperándome.
—Me quede preocupada...por eso me quedé a ver cuando volvías—Dijo acercándose a mí para luego abrazarme acto que no tardé en responder—Se que no estas bien y ya ayer habíamos hablado de este mismo tema, solo necesito que no te aisles por favor, Mer somos tu familia—.
—Ya se Lily, estoy intentándolo pero tengo miedo...
—Mer lo entiendo enserio, pero intenta sacarte aquellos pensamientos negativos de tu mente, te consumen, cancelar y anular...
—Cancelar y Anular—Susurré, nos dirigimos al dormitorio encontrándome con mi hermana sentada dibujando me acerque a ella y la abracé tardó unos segundos en corresponder pero luego lo hizo—Perdoname—Dije en su oído, me separé de ella y me dirigí hacia mi cama para caer en los brazos de morfeo.
Riley.
Tras la gala los días comenzaron a transcurrir lentamente y ,entre exámenes y los trabajos, todos parecían ser lo mismo.
Al fin era viernes y con ello suponía el fin de mi último examen, Adivinación.
Como era de costumbre mi estómago estaba cerrado y el insomnio presente. Me levanté de la cama comprobando a través de la ventana que era aún de noche al poder ver a la brillante luna llena en lo alto del cielo. A sabiendas de que no iba a poder dormirme otra vez agarré del armario el uniforme y me dirigí a las duchas aprovechando que estarían vacías. Invoqué un “tempus” en voz baja y ví que el toque de queda aun estaba presente, pero aún así lo ignoré y salí. Necesitaba salir fuera y alejarme de las cuatros paredes que me contenían.
Bajando las escaleras hacia la Sala Común escuché el murmullo de unas voces hasta que vi las figuras de James y Remus quedándome quieta en las escaleras.
¿Que hacían despiertos tan temprano?
— Aun no estoy listo...— musitó Lunatico en voz baja.
— No te preocupes, todo a su debido tiempo seguro que lo entiende. — Lo apoyo mi primo.
— Deberíamos volver a los dormitorios, es hora de levantarse. — Sugirió Peter.
Tras decir esto se dirigieron a su escalera sin darse cuenta de que estaba allí plantada.
Sabía que no debería haber escuchado y que, tal vez, debería haber avisado de mi presencia, pero tampoco quería que me vieran fuera de hora merodeando por los pasillos.
Sabía que corría el riesgo de ser vista, pero necesitaba salir y no pensar en nada. Justo cuando iba atravesar el cuadro de la señora gorda este se abrió, dejando ver a un Sirius con cara de agotado.
— ¿Saltándose el toque de queda Chispa?— Fue lo primero que dijo al observarme.
— No eres el más indicado para hablar, señorito Black...— Lo señalé de arriba abajo con la mirada, sonriendo de inmediato.
— Touche /Atrapado— sonrió nervioso— Vayamos adentro, un profesor casi me pilla. — Tiro de mi hacia el interior.
— Sirius...— Me paré en seco y cruce mis brazos.
— ¿Que pasa Ry-ry?— Se rasco la nuca nervioso, me estaba ocultando algo.
— Se que me estas ocultando algo, y más vale...— Me acerqué a él, dándome cuenta que era igual de alto que Wyatt, y posicione mi dedo índice en el centro de su pecho.— Que no hayas estado toda la noche con una chica, porque te prometo que...— Me interrumpió.
— No, no. He estado con los chicos...— Desvió la mirada hacia la chimenea, y volvió a mirarme— Está bien, me has pillado. — Me crucé de brazos algo enfadada. — He estado… buscando información, si eso es, sobre vuestros poderes en la zona prohibida pero…
— Casi te atrapan… — Finalice no muy convencida de su coartada. — Solo espero que no estés jugando con los sentimientos de Mérida, porque te juro que…
— Lo sé, y te juro que no lo estoy haciendo Chispa. Tu hermana me hace sentirme bien, no se como explicártelo...— Se sentó en el sillón, invitándome a imitarlo.
— Te entiendo perfectamente Sir. — Apreté su brazo, recibiendo una mirada pícara y una sonrisa burlona por su parte.
— Así que nos encontramos en el mismo punto.
— Parece ser que sí. — Me tomé la libertad de apoyar la cabeza en su hombro. — Necesito una clase de las tuyas.
Su mirada viajó de sus manos hacia mi.
— Vayamos ahora, el toque de queda ya ha acabado, tenemos tiempo antes de desayunar. — Me guiñó un ojo, levantándose para dirigirse a un lugar más tranquilo, seguido por mis pasos.
Al cabo de un rato llegamos a la sala en a que Mer solía bailar. Mire a mi amigo quien no se atrevió a mirarme.
— Bonita sala, ¿has estado aquí antes? — Comente sabiendo que él sabía porqué lo había dicho.
— Pareces una Slytherin con tantas indirectas.— Sonrió adentrándose en la sala y dejándome prender las luces con un hechizo.
Riendo me situé en el centro de la sala y me coloque en la misma posición de la última vez. Cerré los ojos y comencé a respirar lentamente por la nariz, sintiendo como el aire pasaba a través de mi abdomen. Lentamente conté hasta cinco para acto seguido contener la respiración unos cuatro segundos, exhalando el aire despacio por la boca volviendo a contar.
— Una vez más— podía escuchar las suaves pisadas de Sirius descalzo caminando por la sala.
Repetí el proceso.
— La respiración pausada contribuye a relajar el ritmo cardíaco junto a las pulsaciones. — Su voz sonaba tranquila ayudando a regular mi respiración— Esto ayuda a estimular la oxigenación cerebral y activa el sistema nervioso encargado de promover el estado de calma. — Note su presencia detrás mía. — Ahora toca liberar los músculos ya que estos acumulan una carga importante de adrenalina. Ponte de pie. — Abrí mis ojos poco a poco esperando a que estos se adaptaran de nuevo a la luz.
Lo busqué con la mirada, viendo como estaba totalmente concentrado. — Repite lo mismo que yo. — Nuestros ojos se conectaron. — Ahora debes hacer estiramientos con los brazos, así. — Me indicó cómo hacerlos para después hacer unas sentadillas, provocándome una sonrisa.
—Perdón… — Me disculpe poniéndome seria, respire hondo e imite sus pasos.
— Esto ayuda a tu organismo a liberar la tensión muscular que acompaña a las emociones intensas. También te recomiendo que hagas más ejercicio físico y te hagas masajes relajantes con frecuencia o que los hagan— mi cara se volvió roja como un tomate provocando una carcajada a Sirius.
— Sirius Black...— Reí con él.
— Yo creo que a Wyatt no le molestara… Y tampoco a C...— Se calló de inmediato.
— Deberíamos de ir con los demás...— No quería poner a Sirius en un compromiso así que decidí que no había escuchado lo ultimo.— Gracias por tu clase, ¿Hay alguna forma de compensartelo?
— A decir verdad, si. — Me miró preocupado— Sé que tu amiga Tanya es Slytherin y me gustaría que si vas a su sala le eches un vistazo a mi hermano— lo mire confundida pero a la vez lo entendía. No era culpa de ellos que tuvieran cierta rivalidad, solo era culpa de sus padres, por no aceptar a un Gryffindor en su familia. — Se que no nos llevamos como hace años, pero él sigue siendo mi hermano y de alguna forma me siento responsable de sus actos… Se que se está juntando mucho con mis primas y eso no trae cosas buenas...— Sus ojos prácticamente me estaba suplicando ayuda. — Ry-ry, si ves algo raro dimelo…
— Te lo haré saber de inmediato. — Tal vez a Sirius no le gustaban los abrazos pero uno en ese momentos era lo que necesitaba, así que se lo di. Yo por Mérida también haría cosas impensables. — Gracias por ayudarme con esto. — Ambos salimos por la puerta.
— Gracias a ti por confiar en mis servicios. — Rompimos el silencio del pasillo en una carcajada sonora.
Nos dirigimos a la Sala Común con la intención de reunirnos con los demás para ir a desayunar todos juntos.
— ¿Dónde estabas?— James le reprochó a Sirius en cuanto le vio aparecer por la puerta.
— Culpa mia, primo. — Los interrumpí apareciendo detrás de Canuto.
— Así que tú eres la responsable...— Se acercó poco a poco a mí.
Le miré a los ojos al verlo acercarse y de inmediato entendí sus intenciones.
Muerte por cosquillas.
Salí corriendo escaleras arribas, seguida de James, chocando con Mérida por el pasillo.
— Parecen dos niños pequeños.— Hablo mi melliza mientras caminaba junto a Lily y Alice.
James al ver a Lily se paró de golpe dándome tiempo a coger aire.
— Hola pelirroja. — Se rascó la nuca nervioso, lo que me hizo sonreír.
— James, se te cae la baba...— Me burlé de él.
— ¿Te traigo un cubo? — Mérida me secundo, cambiando el rostro pálido de mi primo por uno rojo de vergüenza.
Nos miró a las tres y yo decidí que era un buen momento para cambiar de rumbo y seguir corriendo ya que sabía que James vendría por mí. Bajé los escalones de dos en dos sin darme cuenta del último escalón, tropezando con este. Con los ojos cerrados espere un golpe pero unos brazos me sujetaron.
— Ve con más cuidado. — Reconocí la voz de Peter de inmediato.
— Lo siento, Pet...— Miré escaleras arriba. Podía escuchar los pasos de mi primo retumbar con fuerza. — Luego nos vemos, si James no me mata hoy…
Salté de sus brazos y justo en ese momento vi como el cuadro se abría. Esquivando a los alumnos salí fuera de la Sala Común y me dirigí al Gran Comedor, pero un brazo tiró de mí llevándome al cuarto de Argus Filch.
Mi respiración estaba agitada y me costaba respirar. Al menos el ejercicio físico que me había dicho Sirius lo estaba haciendo sin problemas. Con la oscuridad de la sala podría ser cualquier persona pero sabía que era Wyatt. En estos días, era la segunda vez que me encontraba huyendo de James por los pasillos y gracias a él conseguía despistar a mi primo.
— ¿Qué has hecho esta vez, Arlet?— Saqué mi varita e invoqué un Lumus iluminando la sala.
— Nada, bueno… Le he robado a su mejor amigo para unas clases. — Me miró confundido pero no me interrumpió— y después le dije que se le caía la baba mientras miraba a Lily Evans, a lo que Mer me apoyo y el salió corriendo a por mí. — Me reí mientras me sentaba en el suelo apoyando mi espada en un hueco libre de la pared. El cuarto no es que fuera muy grande.
— ¿Y de qué eran esas clases? — Se posicionó enfrente mía.
— Cuando estoy demasiado colapsada me dan ataques de nervios, el estómago se me cierra, padezco de insomnio y alguna vez que otra vómito. Así que en navidades Sirius me ayudó a relajarme al volver aquí...— Suspire siendo observada atentamente por sus ojos azules. — Y bueno, me ayudo bastante. Además, acabó ofreciéndose a darme más clases de relajación si lo precisaba y hoy apenas he dormido. El examen de Adivinación, y lo que encontré en el diario...— Wyatt había cumplido su palabra de estar conmigo en todo momento así que para darle un voto de confianza decidí contarle después de la gala todo lo que había pasado la en la madrugada y lo que había encontrado en la mansión y entonces recordé sus palabras ‘’Creo que estoy enamorado de ti Riley Arlet Potter”, dándome de nuevo un vuelco en el corazón.
— ¿Te puedo ayudar de alguna forma? Ya sabes que estoy aquí para ti…
— Bueno… Sirius...— la puerta se abrió de golpe viendo al Señor Filch con su cara de amargado permanente.
— ¡Dos alumnos haciendo manitas! — Gritó consternado provocando algunas miradas por parte del alumnado que pasaba por el pasillo, quienes inmediatamente continuaron con sus cosas.
Wyatt agarró mi mano y me llevó hasta el Gran Comedor corriendo, evitando al señor Filch.
— Nos vemos en el castigo Arlet. — Suspire algo hastiada por cómo me llamaba, hasta que me rodeo con sus brazos. — Suerte en el examen...— Susurró en mi odio para acto seguido depositar un beso en mi mejilla cerca de la comisura de mis labios, marchándose sin darme tiempo a decir nada.
Mi corazón palpitó con fuerza en mi interior, no era la primera vez que me hacia eso y no sabia porque pero cada vez que lo hacía algo en mi interior pedía más.
Roja como un tomate me acerqué a la mesa y me senté al lado de Merida, enfrente de James, quien levantó su mirada para mirarme.
— Eres muy rápida Chispa, así no hay quien te atrape. — Sonrió provocando una risa al resto del grupo quienes escuchaban atentamente, excepto Peter quien parecía enfadado y perdido en sus pensamientos.
La hora del desayuno fue bastante silenciosa ya que cada uno parecía tener sus propios problemas contra los que luchar. Lo único que me pude llevar a la boca fue un té y un trozo de pan que casi vomito minutos después. Llegó el momento de hacer el examen de adivinación, el cual trataba sobre Heptomologia. Tenía que adivinar a través del estudio de cómo el número siete influía en el futuro.
Antes de empezar respire hondo calmando mis nervios como había hecho por la mañana junto a Sirius. Mi primo agarró mi mano dándome a entender que todo iba a salir bien.
Una vez llegó mi turno mis pies de dirigieron hacia la mesa de la profesora, en la cual habia un numero siete negro en una carta de color dorada.
— Dime que es lo que ves señorita Riley Potter. — Miré la carta pero, al igual que todo esos días de estudio, no veia nada, sólo el número siete negro.
Me centré todo lo que pude, pensando únicamente en la carta y olvidándome de todo lo demás. Entonces mi vista se nubló y todo se volvió gris opaco. Me encontraba de pie en este mismo aula pero algo cambió, me acerqué hacia la mesa de los alumnos y una melena rubia se me hizo familiar. Me posicione enfrente de ella y vi la misma cara que el fantasma me atravesó en la sala común. La observe con detenimiento y puede ver como algunos gestos que hacía se parecían a los que hacía Mer.
— Mamá...— Musite casi para mis adentros, volviendo a visualizar la mesa de la profesora.
— ¿Qué has visto? — La miré comprobando cómo su mirada viajaba de mi hacia el papel y viceversa.
— He visto… — Repetí confusa su pregunta debatiendo si decirle lo que había visto que me tomaran por loca o callarme aunque eso llevará como consecuencia suspender Adivinación. Finalmente decidí inventarme algo para salir del paso. — He visto como los Chudley Cannons ganan el próximo partido.
—Está bien. — Asintió con la cabeza apuntando algo en su pergamino. — Vuelva a su sitio, Señorita Mérida Potter. — Me levanté dirigiéndome a mi asiento, recibiendo una mira preocupada por el resto del grupo.
— ¿Chispa?— Su voz retumbó en mis oídos como un eco lejano. — Límpiate. — Me tendió un pañuelo y miró encima de mi boca, sintiendo como la sangre se deslizaba por mi labio superior. En cuestión de segundo me lo limpie.
— ¿Qué has visto? — Indagó mi melliza.
— A mamá...— Fue lo único que pude decir, aún con la cabeza dándome vueltas. No entendía el motivo del porque me venían recuerdos de mis padres, los cuales yo no recordaba.
La sangre se había cortado, cosa que agradecí.
Mérida se levantó y se dirigió a la mesa de la profesora. Se quedó callada durante unos minutos y después salió disparada al exterior ante la mirada confundida de la profesora.
James se levantó sin mediar palabra y la siguió. Yo tardé un poco más en responder , aún recomponiendome. Cuando me sentí mejor me encaminé a la salida también pero una voz a mis espaldas me detuvo.
—Si alguien vuelve a salir por esa puerta me veré obligada a restar puntos a Gryffindor por mal comportamiento.— Sentenció obligándonos a sentarnos en nuestras sillas.
La clase duró una media hora más en las que ni mi hermana ni mi primo aparecieron, haciéndonos sentir a todos ansiosos, hasta que al fin terminó y pudimos salir.
—Ry — se acercó a mí— tenemos que buscar más información. Esto es extraño. — Nos pusimos en un lado intentado no obstruir la salida de nuestros compañeros que salían rápidamente.— Vayamos al lago negro.
Agarró mi brazo y nos dirigimos junto al resto del grupo hacia dónde Mérida había ordenado.
Una vez en lago negro nos sentamos formando un círculo excepto Merida que no paraba de dar vueltas de un lado a otro con nerviosismo.
— Mer deja de moverte. — Hablo Lily provocando que mi hermana se parara de golpe.
— Bien, lo que yo vi creo que fue el futuro— Hizo un pequeño gesto con sus dedos al decir futuro. — Y no es la primera vez que veo cosas...— La miré extrañada, esperando a que continuara.
—Estaba en el aula y de repente ya no. Estaba en un cuarto todo negro, de golpe estaba sentada y atada en paños menores, creo que era yo no se si era otra persona, y...—Desvió la mirada hacia el bosque prohibido— Vi a alguien que me decía "Oh querida pensé que eras más inteligente...te dije que te iba a tener algún día".
Tras estas palabras el silencio nos inundó, y nos miramos los unos a los otros completamente sorprendidos.
¿Estaría hablando del amigo del bosque?
—¿Quién es esa persona Mer?— Preguntó mi James preocupado.
—Yo.. no se su nombre nunca lo supe pero siempre lo veo o lo escucho, siempre está ahí pero fuera de los límites...como de seguridad.. — La miré con confusión mientras un escalofrío recorría mi columna, ¿a qué límites se refería?—Se que pensaran que estoy loca...
—Mer nadie dijo eso. — Le interrumpí. No podía permitir que pensara algo así.
—Y-yo no se quien es...no se que quiere y porqué. —Al verla temblar me levanté y me acerqué a ella con intención de abrazarla, quería que no se sintiera sola. Que comprendiera que estaba ahí para ella. Pero nada más acercarme unos pasos me apartó con rudeza. — Necesito...irme.. — Fue lo único que dijo para inmediatamente salir corriendo, alejándose de todos, alejándose de mí.
— ¡Mer! —Grité impotente al verla alejarse, girándome para ver al resto del grupo, que me miraban igual de preocupados.
— ¿Realmente creen que es el futuro lo que ve y no recuerdos reprimidos o algo así? — Soltó de pronto Alice, haciendo que todos la miráramos.
— No, —respondí— estoy segura de que lo recordaría y que me lo hubiera contado. Yo… creo que tal vez tenga razón y sea el futuro… Pero, si es así. ¿Cómo puedo ayudarla? ¿Cómo puedo evitarlo?
—No lo sé Riley. — James se acercó y me envolvió entre sus brazos. Él me conocía y sabía que lo que acababa de pasar se salía de mi entorno. — Pero lo solucionaremos juntos, como familia que somos…
— ¿Y como pretendes que lo hagamos? Si ella se cierra en sí misma y nos aparta...— Dije al borde del colapso.
— Solo dale tiempo. — Hablo Remus. — Seguro que hablara pronto.
— Ella no está bien, necesita alguien que la apoye y que sepa que no está sola…— No podía dejarla pasar por eso a ella sola.
Tras aquella conversación me alejé a toda prisa en busca de mi hermana, quería asegurarme de que sabía que contaba conmigo, que estaba allí para lo que necesitara. Y dejándola sola en esos momentos no iba a conseguirlo.
Pero no sabía cómo hacérselo entender, al igual que no sabía cómo ayudarla.
¿Cómo podía ayudarla cuando no me dejaba acercarme?
Estuve buscándola un buen rato completamente agobiada, hasta que finalmente la visualicé bailando.
La miré un buen rato, esperando a que terminara. Preparando miles de conversaciones en mi mente, buscando las palabras correctas. Hasta que la música paró y me miró.
— No entiendo lo que acaba de pasar. —Le fui completamente sincera, esperando que me comprendiera. — ¿Estas bien, puedo ayudarte?
— No quiero herirte, no lo entiendes, yo no puedo permitir perderte —Me gritó de pronto tartamudeando, haciendo que retrocediera.
—Nunca me perderás, Mer… — Dije en voz baja, encogiéndome en mi puesto.
—Riley tú no entiendes, — En eso tienes razón, pensé— siempre fuiste la protegida, la buena, la que había que cuidar de Mérida, la que había que alejarla de la oscuridad que su hermana tenía. —Siguió hablándome completamente alterada. Tan rápido que me costaba comprenderla.
¿A qué se refería?
—¿Qué dices? No… no te entiendo Mer. —La miré completamente perdida.
—Nada olvídalo Arlet. —Soltó de pronto, dejándome completamente helada.
Nunca me llamaba Arlet, nadie me llamaba Arlet. Todo el mundo sabía que odiaba ese nombre.
De pronto sentí como el mundo se me venía encima. ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué estaba tan enfadada conmigo? Miles de preguntas se arremolinaban en mi mente, repitiendo una y otra vez.
La había cagado, otra vez.
Empecé a llorar mientras pequeños espasmos involuntarios sacudían mi cuerpo. Sintiendo una vez más como el frío me arrollaba con fuerza.
Al verme así, Mer se acercó a mí y besó mi frente, limpiando mis lágrimas.
Sin embargo el frío no se alejó de mí.
—No me perdonaría nunca si te llego a hacer daño algún día.
Me lo estas haciendo ahora, resonó un eco en mi cabeza.
— Ry, yo intento hablar y contarte las cosas. Realmente lo intento, pero hay cosas del pasado que me persiguen que lo impiden. Por favor entiende mis acciones o las cosas que hago. Yo solo te pido una cosa, nunca pienses que no te amo, porqué lo hago y llevo luchando por ti mucho tiempo y no pienso dejar de luchar hasta el final… Ry eres mi otra mitad y siempre lo seras, somos Ry y Mer… sin la otra no funcionamos. — Soltó alejándose y dejándome allí sola.
¿Qué iba a entender si no sabía nada? ¿Cómo podría comprender algo que no me han contado?
Aun con el rostro rojo e hinchado por el llanto decidí salir y dirigirme a mi cuarto. Mi mente no dejaba de pensar e intentar entender a Mer.
No me apetecía ver a nadie, solo sumirme en mis pensamientos y dibujar, ya que era algo que me ayudaba a evadirme durante un tiempo de la cruel realidad.
Estaba tan concentrada que no sentí cuando alguien se acercó a mí por detrás. Notando como unos brazos me rodeaban.
Miré hacía atrás encontrándome con mi hermana, que me apretaba fuertemente.
Me quedé quieta durante unos segundos, pero finalmente alcé mis brazos y correspondí el abrazo.
—Perdóname. —Dijo en mi oído haciendo que me tensara de inmediato, separándose de mí y dirigiéndose hacia su cama.
La miré acostarse sin decir nada, observando como Lily no paraba de mirarnos retorciendo sus manos.
— ¿Qué dibujas? — Acabó por preguntarme la pelirroja, seguramente agobiada por el repentino silencio.
Levanté el dibujo y se lo enseñé, viendo como inmediatamente su boca se torcía en incomodidad.
— Es… bonito. — Se sentó a mi lado. Sabía que el dibujo no era el más bonito que había dibujado, pero en él había plasmado como me sentía realmente. — ¿Cómo estás?
— Ahora mismo bien — El haber dibujado me había ayudado a liberarme un poco de todo lo que tenía encima.
—Me alegro que sea así, Riley. — Me dio un largo y cálido abrazo mientras una de sus manos se situaba en mi cabello y lo acariciaba con parsimonia, lo cual agradecí internamente. Realmente necesitaba ese momento de tranquilidad.
—Debo irme...—Susurre ya que no quería despertar a mi melliza. —Gracias Lily.
Guarde el dibujo y pronunciando un “tempus” vi que era la hora del castigo acelerando mis pasos. Una vez en el aula respire con tranquilidad al ver que aún no había llegado el profesor pero si estaban los chicos.
—Llegas un poco justa, Chispa— Sirius sonrió al verme entrar.
—¿Estas bien?— Wyatt me miró preocupado, yo no solía llegar tarde.
—Si, estaba dibujando y no me di cuenta del tiempo. — Mire a Sirius quien me observaba sin decir nada, pasando por al lado de la mesa de Wyatt apretando su mano, situada encima de la mesa, dándole a entender que estaba bien, aunque no fuera del todo cierto.
Sabía que no podía engañar a Wyatt ya que pese a que no indago más, él sabía que algo no andaba bien.
Justo cuando me iba a sentar Horace Slughorn apareció por la puerta.
— ¿No ha venido la otra señorita Potter? —Soltó Slughorn enfadado, buscando con la mirada por el interior de la habitación.
— No se sentía bien. — Respondí de inmediato.
Al fin y al cabo, no estaba diciendo ninguna mentira.
Aún con el ceño fruncido el profesor asintió y comenzó a andar a la espera de que nosotros le siguiéramos.
—Hoy van a limpiar los baños del segundo piso, dado que al parecer ha habido un accidente. —Sonrió con malicia al decir la última palabra una vez llegamos, poniéndose a un lado de la puerta aún cerrada. —Dentro tienen todo lo que necesitan para limpiarlo, y recuerden, nada de magia.
Se alejó con evidente entusiasmo, dejándonos a los tres mirando con fijeza a la puerta.
—¿Es que lo único que vamos a hacer es limpiar todos los estropicios de este maldito castillo? — Soltó Sirius cabreado abriendo la puerta.
—Parece ser que sí. — Le respondió Wyatt tapándose la nariz, abriendo fuertemente los ojos al ver el interior.
¿Qué clase de batalla se había librado ahí dentro?
Los dos chicos entraron y, justo cuando iba seguirlos, una mano me detuvo.
— Por fin te encuentro.
Me giré a ver a Tanya, que se encontraba sin aliento a mi lado, seguramente de haber corrido para alcanzarme.
La miré sorprendida.
— ¿Qué haces aquí?
— Me dijeron que una de las gemelas Potter había salido corriendo del examen de Adivinación y desde entonces no he parado de buscarte. —Me explicó rápidamente sin pararse ni un segundo a respirar. —¿Estas bien? ¿Te duele algo? —Me miró de arriba a abajo.
— ¿Puedes preguntarle más tarde? —Sirius se asomó desde el interior de los baños. — Tenemos trabajo que hacer por aquí, estamos en medio de un castigo, por si no lo sabes.
—Oh, claro que sé que están en medio de un castigo. —La voz de mi amiga salió tan dulce y aterciopelada que no pude evitar sentir un escalofrío. — Pero estoy segura de que vosotros sois capaces de hacerlo por ustedes mismos con lo fuertes y amables que son, ¿a qué sí?
Antes de que pudiera responderle Tanya me agarró fuertemente de la mano y salió corriendo arrastrándome a través de los vacíos pasillos del castillo hasta internarnos en un aula vacía.
— Vale, ahora que estamos a solas dime, ¿qué te ha pasado?
— Ni siquiera yo lo se...— Me senté en el suelo y respire hondo calmando mis nervios. — En el examen de Adivinación quien salió corriendo fue Mérida…
— Vale, ella fue quien salió corriendo, —movió la mano restándole importancia, notándose como se relajaba un poco al saberlo— ¿pero tú cómo estás?
— Ahora mismo hecha un lío. —La miré a los ojos. — La profesora me llamó a mí primero y estaba realmente segura de que al mirar la carta no vería nada, pero no fue así. Creo que volví a ver a mi madre, no estoy segura si era ella pero sus gestos eran muy parecidos a los de Mer…
Nada más decirlo me sentí más liviana, era agradable saber que siempre tendría a alguien para escucharme.
— A lo mejor viste a su futura hija…
— Puede ser… No te lo voy a negar —Suspire al ver que podía tener razón. — Unos minutos después de mi nariz salió sangre...
—Sobrecarga mágica. — Me cortó. — Utilizaste demasiada magia en muy poco tiempo, y no lo controlaste. —Frunció el ceño. — Eso deberíamos entrenarlo, un día deberías venir a mi casa y verlo, porque podría ser peligroso a la larga.
Asenti encontrando lógico todo lo que decía y sabiendo que el poder que compartía con mi melliza debería ser controlado.
— Tienes razón… pero eso no es todo. — Asintió dándome a entender que podía continuar. — Mérida cree que ve el futuro, su visión fue que alguien la tenía amarrada medio desnuda y ella no podía soltarse, y al final salió corriendo en cuanto pudo sin decirnos nada. James la siguió pero yo no pude ir con ella, la profesora no me lo permitió. Después de eso dijo que alguien la tendra algun dia… —Mis ojos se volvieron acuosos ante esa idea. — Ella estaba temblando y al acercarme para abrazarla me aparto de golpe… la llame pero se alejó...la busque hasta que la encontré bailando y le dije que no entendía lo que acaba de pasar y sobre todo que cómo podía ayudarla… no quiero herirte, yo no puedo perderte… siempre fuiste la protegida, la que había que alejar de la oscuridad que su hermana tenia… —las lagrimas corrían por mi rostro — Incluso me llamo Arlet sabiendo que odio ese nombre, ahí me dí cuenta de que estaba realmente enfadada conmigo pero sigo sin saber el porque...No me perdonaría nunca si te llego hacer daño algun dia me decía, pero en ese mismo instante me lo estaba haciendo...— Mi corazón se encogió nuevamente al recordar sus palabras— Entiende mi acciones y las cosas que hago… ¿Cómo puedo hacerlo si no la entiendo, si no sé nada? — el suelo se volvió borroso por las lágrimas acomuladas en mis ojos.
Tanya se quedó pensativa mirando fijamente al suelo mientras le daba vueltas a un mechón de pelo.
— En otras palabras, te ha soltado toda la mierda para después decir que no puede explicarlo. —Soltó sin ningún miramiento. — Pero eh, que te quiere mucho.
La miré dolida, sus palabras se habían clavado como puñales en lo más profundo de mi alma.
— Así no ayudas Tan… —Mi voz salió débil, como un tenue murmullo.
La vi suspirar, apoyando su cabeza en mi hombro mientras tomaba mis manos entre las suyas y las acariciaba lentamente.
— Pecas, es obvio que por mucho que lo intentes no vas a poder entenderla si no te dice nada simplemente… — Se volvió a quedar pensativa, no muy segura de qué decir ante la situación.
— De verdad que no se que hacer… todo esto me supera…. —Al decirlo mi amiga apretó más fuerte nuestras manos unidas. — ¿Qué debería hacer Tanya?
— Pues… —Pude notar como poco a poco comenzaba a ponerse nerviosa y como sus manos comenzaban a sudar. — Si no sabes que hacer tal vez lo mejor sería esperar, al fin y al cabo es lo que ella quiere, ¿no? —Preguntó más para sí misma. — Aunque eso a la larga lo único que va a pasar es que te comas la cabeza, pero si insistes a lo mejor te manda a la mierda y todo se vuelve peor, pero a lo mejor si no haces nada va a sentir que no te importa… — Soltó mis manos de forma brusca para inmediatamente revolverse el pelo soltando un débil grito. — ¿¡Por qué la gente tiene esa manía de soltarte que está mal para después no dejarte ayudar!?
— No se como realmente afrontarlo, el carácter de Mérida es impredecible. — Bufé exasperada, pasando las manos por mi cabello imitando a mi compañera.
— ¡Decidido! —Se levantó de pronto de un salto, posicionándose delante de mí y agarrando mis manos una vez más para posteriormente tirar de ellos y levantarme de una. — ¡Si no quiere contarte nada que no lo haga, vamos a ayudarla indirectamente!
— ¿Indirectamente?
— ¡Si, le vamos a quitar de encima los dolores repentinos de cabeza! Los tienen las dos a la vez, ¿no? Pues tú y yo vamos a aprender a controlarlos y así evitamos los dolores repentinos.
— No se si eso funcionará, ya que cuando a mi me dan no siempre los tiene ella también, pero supongo que sí porque al principio era a la vez…
— Espera, ¿ahora solo los tienes tú?
— No se tal vez, ella no me lo suele decir, aunque yo tampoco. —Me sinceré.
— Bueno, teniendo en cuenta vuestra relación tampoco me sorprende. —Me miró con cariño. — Pero, ¿sabes qué? En vez de intentar que te cuente todo podrías contarle cada vez que te sientas mal, así puede que pille el valor y la fuerza para hacerlo también. Además, —entrelazó sus dedos con los míos— eso te vendría bien a ti también. Cada vez te abres un poquito más y eso, —rió— me tiene bastante orgullosa. Pero creo que te vendría aún mejor si a quién te abres es a ella. Pero no te olvides de apoyarte en tus amigos.
No pude evitar reír, sintiéndome un poco más liviana por dentro.
— Lo intentaré. —Prometí. — Solo… una última cosa. ¿A qué crees tú que se refería con: tú siempre fuiste la protegida, la que había que alejar de la oscuridad que su hermana tenía?
— Ni idea la verdad, ¿alguna vez has sentido que te alejaran de tu hermana o algo parecido?
Fruncí el ceño mirando el suelo completamente concentrada, intentando recordar algo parecido.
— Creo que… no. Es decir, nuestra relación siempre ha sido más o menos la misma. Es cierto que hubo una época en la que, a pesar de estar en la misma casa, nos veíamos muy poco. Pero era porque ella estaba centrada en un musical en el que ella era la bailarina principal. — Levanté la mirada. — Aunque es cierto que desde la muerte de mis padres la siento más distante. ¡Pero es normal! Seguro que en el fondo es porque se encuentra mal… Aunque… —Solté sus manos y me abracé a mi misma. — Tampoco sabría decirte si hay algo más detrás, nunca me ha hablado sobre ello.
Sus brazos me rodearon una vez más.
— ¿Quieres quedarte a dormir conmigo esta noche? —Me acabo preguntando tras un rato de silencio.
—¿Sabes qué? — Me separé lo suficiente como para mirarle a los ojos. — Por una vez te voy a decir que sí.
N/A:Lu💚🐍 & Janna💛🦡
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