Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo treinta

Riley

TW: Ataque de Ansiedad

Unos suaves maullidos me sobresaltaron.

—Ya voy... — susurré a Acua que estaba acurrucada en mi oreja sin parar de maullar.

Me levanté torpemente, dirigiéndome hacia su comedero para echarle de comer, dándome cuenta de que el comedero estaba lleno.

Aún seguía maullando sin parar así que la agarre del suelo y la posicione en la cama de mi melliza, dirigiéndome a las duchas aprovechando que todo el mundo estaba durmiendo. Dejando que mi cuerpo se relajara bajo el agua.

Hoy había tenido una pesadilla, la misma pesadilla que me llevaba atormentado meses. Pero hoy había sido peor.

Mientras mis brazos sujetaban a mi hermana, separandola del mundo, resguardandola. En el frío cuarto en el que se encontraba el cuerpo vacío, sin vida, de mi madre. En la sala en la que no dejaban de retumbar, como truenos en una noche tormentosa, los gritos de mi padre. Ahora no solo me observaban los ojos, apagados y helados, de mi madre. También los ojos muertos de Bellatrix y Malfoy. Cadáveres sentados en el suelo que, en el estruendo del llanto de mi padre, se reían de mí. Como si supieran algo que yo no.

Y ahí comenzaba.

Poco a poco mi cuerpo comenzaba a abrirse. Cada poro de mi cuerpo comenzaba a sangrar, y la sangre comenzaba a fluir, como una fuente, como una promesa, sobre el cuerpo de mi hermana. Mientras un dolor seco y un miedo sobrecogedor me asaltaban. Quitándome el aire.

Y ahí desperté.

Todos los días eran lo mismo. Cada vez era más difícil conciliar el sueño sabiendo lo que me deparaba. Lo único que me hacía dormir eran unas pequeñas botellitas extrañas que un día, sin razón alguna, Xenophilius había dejado frente a mi.

A veces el Ravenclaw me aterrorizaba. Era como si, sin necesidad de decir nada, fuera capaz de comprender hasta el más mínimo detalle de mi subconsciente.

Sintiéndome un poco más despierta me vestí, notando como el resto de las chicas se despertaba. Y salí del baño para encontrarme a Lily, toda despeinada y legañosa.

—Buenos días. —Salude divertida viendo cómo tardaba varios segundos en entender que la había saludado y responderme.

La dejé entrar en el baño y tome el libro que me había dado Wyatt para inmediatamente después salir al centro de la torre de Gryffindor, sentándome en uno de los sillones mientras esperaba que llegarán todos los demás. Aprovechando el silencio para disfrutar del calor que emanaba del fuego de la chimenea.

Cerré los ojos, aislandome del mundo oyendo como el resto de mis compañeros de Gryffindor comenzaba a despertarse e iban incorporándose a la sala. Me sentía como en una burbuja, cálida y tranquila.

Hasta que unos brazos me rodearon los hombros por detrás.

—¡Buenos días! —la voz alegre de Alice inundó mis oídos — Que temprano te has despertado hoy.

—Tus ronquidos me despertaron —bromeé.

—¿¡Yo, roncar!? —Fingió molestia alejándose para sentarse a mi lado.— ¡Yo, soy la más tranquila y silenciosa! ¡Qué ataque más cruel! —Puso sus manos sobre su corazón, simulando que la acababa de apuñalar. Causando que ambas comenzaramos a reírnos ante lo estúpido de la situación.

Al parar nos acurrucadas la una contra la otra, disfrutando de la calidez del momento mientras esperábamos al resto, que no tardaron en bajar.

En cuanto llegaron sentí como mi hermana me besaba en la cabeza con cariño antes de que agarrara su bolso y tomara rumbo hacia el comedor, donde el olor a dulces recién hechos inundaron nuestros sentidos.

Nos sentamos todos juntos en uno de los pocos espacios vacíos que había en la gran mesa de Gryffindor. Y comenzamos a comer en silencio, demasiado hambrientos como para decir nada. Hasta que sentí la mirada de mi hermana sobre mi, comprendiendo al instante que era lo que quería decir.

—Tenemos que contarles algo. —la voz de Mer cortó el silencio, haciendo que me removiera por los nervios. —Ayer Ry y Wyatt encontraron información sobre una familia cuyos hermanos, al igual que nosotras, —me Miró una vez más, decidida— podía ver a través de los ojos del otro.

El resto del grupo se sobresaltó ante la información, mirándonos a las dos preocupados y sorprendidos ante la repentina información.

—¿Qué familia? —Sirius fue el primero en intervenir.

—¿De dónde sacasteis la información? —secundo Peter, antes de que todos comenzarán a realizar preguntas sin parar.

—Los Herderson —detuve las preguntas, llamándoles la atención, sacándoles el libro que Wyatt me había dado el día anterior. Abriéndolo por las zonas ya señaladas, para que vieran por sí mismos los detalles. Notando como mi hermana miraba a nuestro alrededor para que nadie escuchara lo que estábamos hablando.

—Tendremos que averiguar más sobre todo esto. —Dijo Mer en voz baja. —Esta noche iré a la biblioteca a la zona prohibida. —La miré extrañada. —Madame Pince y yo tenemos una buena relación.

Me quedé pensando unos segundos donde podía buscar yo. Ya que podía ir a la sala común de Ravenclaw con Xenophilius o volver a la de Hufflepuff, pero no sabía dónde estaba el primero y la segunda opción era un poco estúpida sabiendo que Wyatt ya estaba buscando y que posiblemente lo primero que viera fuera la biblioteca de su propia sala común. Aunque también había que tener en cuenta que en Hufflepuff casi todo eran libros de entretenimiento. Y entonces caí en la cuenta. Si necesitas información sobre una familia sangre pura, ¿a quienes preguntas?

A los Slytherin.

Además, Kylie me había dicho días antes que habían llegado libros nuevos, tal vez alguno de ellos tuviera alguna pista sobre los Henderson.

—Yo iré a la biblioteca de Slytherin. —Les sonreí. —Creo que podría encontrar algo allí, Dicen que Slytherin tiene muchos libros antiguos.

Que no enseñaran a nadie a no ser que sea de confianza, pensé, pero no lo dije en voz alta.

—Ravenclaw también tiene muchos libros. —Afirmó Lily. —Tengo una amiga que me dejaría entrar a su sala común.

—Yo podría ir a la oficina de Mcgonagall, y ver si hay algo allí. —Siguió Alice esta vez. —Tengo castigo en su oficina. —Admitió guiñandome un ojo, sorprendiendo a todo el grupo, que la miraron orgullosos.

—Nos dividiremos. —Remus nos observó a todos, pensativo. —Yo acompañare a Ry, James ve con lily, Sirius ve con Mer y Peter ve con Alice.

—No tengo castigo... —Soltó Peter alicaído.

—Pues haz que te castiguen. —Le cortó Remus haciendo que comenzáramos a carcajearnos ante la expresión de pánico de Peter, que empezó a mirar a su alrededor sin saber qué hacer.

Entonces una idea me vino a la cabeza.

Con una sonrisa le acerqué de forma sutil un vaso repleto hasta el borde de zumo de calabaza y me incliné apoyando mi cabeza en su hombro para hablarle por lo bajo sin que nadie más me oyera.

—Tal vez alguien se encuentre un tanto sediento —pase el dedo por el borde del vaso remarcando mis palabras.

Algo confuso miró mis dedos danzantes, hasta que su mirada se iluminó, como si una idea hubiera brotado en su mente. Con fuerza se puso de pie y me quitó el vaso de las manos, encaminándose serio y determinado hacia la mesa de Slytherin.

Hasta que llegó a Bellatrix, vertiendo todo el contenido sobre su cabeza.

Hubo un segundo de silencio a lo largo de toda la sala, en la que todas las miradas se dirigieron a los dos con asombro. Nadie se podía creer que Peter, tan pequeño y asustadizo, fuera capaz de cometer semejante locura.

Siquiera yo me esperaba que, de entre todas las personas de la escuela, fuera a por, justamente, la más conocida por lo loca peligrosa que era.

—Necesitaba un toque de color. —Justificó Peter con una sonrisa nerviosa al ver como la pelinegra se giraba lentamente hacia él, sin decir una sola palabra. No hacía falta, al fin y al cabo, su mirada ya expresaba suficiente.

Seguramente, si no estuvieran en público, Peter ya estaría muerto.

El ruido de las sillas de Slughorn y McGonagall al levantarse bruscamente cortaron el silencio y, cuando estos se dirigieron a la escena, Peter soltó un pequeño chillido parecido al de una rata a la que pisan la cola y salió huyendo por la puerta del comedor. Siendo seguido por los dos profesores.

No había terminado de huir cuando mi hermana empezó a reír a carcajadas, siendo seguida por gran parte de la sala. Mientras que el resto comenzaba a murmurar, algunos con sorpresa y otros con indignación ante lo sucedido.

Miré a todos sin saber muy bien cómo sentirme, sorprendida de las risas del resto de mis amigos.

Peter va a morir. Era lo único que podía pensar. A sabiendas de que Bellatrix no iba a quedarse quieta.

Ya había vivido en mis propias carnes lo que era capaz de hacer.

Aunque tal vez esa era la diferencia, yo los conocía lo suficiente como para saber qué podían hacer. Pero los demás no sabían nada. No habían vivido lo que era sentir como tu cuerpo se llenaba de pequeños cortes, no habían sentido lo que era sentir la sangre brotar manchando el suelo a tu alrededor y que tus fuerzas comenzaran a abandonarte. No conocían el dolor de saber que podías morir por un compañero de clase.

Al igual que nunca habían pensado en matar a otro.

Mi mirada se perdió en los cuerpos de mis amigos, de mi hermana, que no paraban de reír entre ellos, sintiéndome más sola que nunca. Y volteé a mirar a los Slytherin, encontrándome con la mirada cansada de Tanya. Y supe que ella había pensado lo mismo.

Peter había comenzado una guerra sin saberlo. Y ni Tanya ni yo sabíamos si íbamos a poder contener la ira asesina de Bellatrix.

—Bien, —la voz de James me hizo girarme—
nos vemos después del toque de queda en la sala común. —Asentí a la vez que el resto, aún sintiéndome un poco desorientada. Siguiendoles cuando salieron como una autómata. Demasiado perdida en mis pensamientos como para seguir la conversación que tenían mientras nos dirigíamos a clase.

En cuanto llegamos a la clase de herbología una mano me detuvo y me separó del resto. Apretando con fuerza mi muñeca para girarme hacia ella.

—No voy a ir a clases. —Mi hermana me miró unos segundos antes de desviar su mirada y, antes de que pudiera siquiera entender qué estaba pasando, prosiguió. —Necesito respirar, un reinicio...

Oh, cómo la comprendía.

La analicé de arriba a abajo, sopesando qué debía decirle. Sabía que permitirle saltarse clases era irresponsable, pero a la vez entendía la necesidad de evadirse. Y, sobretodo, sabía que si ella me lo estaba diciendo era porque lo necesitaba.

Además, lo haría de todas formas, con o sin mi aceptación.

Así que pensé en algo diferente. ¿Qué era lo que podía ayudarla a evadirse? ¿Algo que ella amara? ¿Que la hiciera sentir segura?

Y enseguida supe lo que necesitaba.

—Necesitas bailar Mer. —Acaricie sus mejillas con lentitud, intentando transmitirle toda la comprensión que sentía. —Ve, pero no te pierdas todas las clases. Le diré a la profesora de herbología que te encontrabas indispuesta.

—Eres la mejor. —Me besó la frente antes de alejarse de mí y salir a toda prisa. Desapareciendo tras una de las esquinas del pasillo.

En cuanto deje de verla entre al aula, situándome al lado de James.

—James, —aproveche cuando la profesora se giró para explicar cómo cuidar una mandrágora para acercarme a su oído y susurrarle en voz baja— esta noche, después de que todos hablemos sobre los Henderson, tú y yo tenemos que hablar.

No dijo nada al respecto.

La clase siguió como siempre, pero por primera vez en mucho tiempo, a pesar de estar en una de mis clases favoritas, era incapaz de concentrarme. Mi mente se desviaba cada cinco segundos a mi hermana. No podía dejar de preguntarme cómo estaría, si estaría disfrutando de bailar después de tanto tiempo. Si se alegraba de tener tiempo para sí misma. Era incapaz de dejar de pensar en ella. Aún más después de haber decidido hablar con James sobre lo que le había dicho.

Pero sobretodo había una idea que plagaba mi mente, como una idea agarrada a mí como una garrapata sedienta. Tenía que contarle que había pasado con Bellatrix y Malfoy.

Sabía que ella no iba a tener problemas con ellos, era yo la que no dejaba de ir a Slytherin. Yo era la leona entre serpientes. Yo era el problema, no ella. Pero aún así, me era imposible no pensar en contárselo.

Somos hermanas, ¿no estamos la familia, al fin y al cabo, para apoyarnos?

Y ahí lo decidí, se lo contaría. Sabía que se asustaría, que no me dejaría a sol ni a sombra. Que le costaría dormir por la preocupación. Pero debía de saberlo.

Y así también se preocuparian un poco más de Peter.

Decidida, nada más terminar la clase salí corriendo por los pasillos, en busca de aquella sala a la que mi hermana tanto le gustaba ir. Sabiendo que la encontraría bailando como solo ella sabía. Con su figura contoneándose por el aire, como si este le perteneciera.

O al menos, eso me esperaba encontrar.

En cuanto abrí la puerta lo primero que vi fue como Mer, acurrucada en el frío suelo, abrazaba sus piernas con fuerza. Como si se tratara de un bote salvavidas. Como si fuera lo único que pudiera darle refugio.

Mi corazón se fracturó en mil pedazos al verla así, tan frágil como el cristal. Hundiendo su rostro en el hueco entre sus rodillas.

—Mer... —No pude evitar susurrar, alertando la de mi presencia. Cada lágrima que se limpió al verme se sintió como una puñalada. Incluso hoy en día, tras tanto tiempo, no se sentía lo suficiente segura a mi lado como para llorar conmigo.

Me acerqué a paso lento, insegura. Sin saber muy bien cómo ayudarla. ¿Cómo podría hacerlo si cada día sentía como una pared cada vez más gruesa nos separaba?

Al llegar a su altura y arrodillarme a su lado pude sentir como mis propios ojos se aguaban.

No podía, no podía contarle mis problemas. ¿Cómo podría hacerlo, cuando ella estaba así? ¿Cómo podría poner más peso sobre sus hombros, cuando ella ya no podía más?

—No no, no llores Ry. —Su voz me devolvió a la cruda realidad. —Recuerda que te amare Ry, no importa que. —Tomo mi rostro entre sus manos, apoyando suavemente su frente contra la mía.

—También te amo Mer... No importa qué. —Le recordé, aún perdida, aún sin saber como ayudarla. Sin saber qué hacer. Sintiendo como mis lágrimas caían, como si llorara por ella. Permitiéndome soltar todos aquellos sollozos que ella retenía cada vez que me veía. —Sabía que algo te ocurría. —Musite.

—La necesito tanto Ry... —Al oírla lo comprendí.

Aquella a la que necesitaba no era a mi. Era a mamá.

Un nudo se formó en mi estómago al recordar la pesadilla de aquella mañana.

La sangre, el frío, los gritos... aquellos ojos muertos que me maldecían en silencio.

—Yo también, —comencé a hablar con rapidez, intentando quitarme aquella imagen de la cabeza —pero nos tenemos a nosotras... —proseguí, sabiendo en lo más profundo de mi que, a pesar de todo, yo no era suficiente. —Y puede que papá esté vivo Mer...

—No se Ry... No confío en nadie que sea adulto. —Rio, volviendo a limpiarse la cara con las manos para deshacerse de aquellas lágrimas traicioneras que aún caían de vez en cuando, solitarias.

—Ya encontraremos las respuestas... juntas. —Mis palabras salieron anhelantes, con sabor a promesa rota.

—Juntas... —Sonrió antes de levantarse y alejarse para cambiarse los zapatos, dándome la espalda.

La vi en silencio prepararse y dirigirse a la salida. Donde esperó a que me levantara y me acercara a ella para irnos hacia la siguiente clase, cuidado de criaturas mágicas. Me senté a su lado, teniendo cuidado de no molestarla al saber que odiaba que no le dejáramos oír al profesor en esa clase en particular. Y comencé a tomar apuntes al igual que ella, paseando mi mirada de vez en cuando a los chicos, que no dejaban de juguetear y hablar entre ellos. Llevándome alguna que otra risa cómplice por su parte.

Al terminar Remus se me acercó veloz.

—Ahora, si quieres, vamos ya a Slytherin.

No pude evitar tensarme.

No había caído en la cuenta de que Remus había hecho equipo conmigo para buscar información.

—Esto... ¿No sería mejor que buscaras en otro lado? —Mi mente trabajó a toda prisa para buscar alguna excusa para que él no viniera conmigo. —Es decir, conozco a varias personas que me pueden ayudar, así que no creo que sea necesario que vengas conmigo... nos podríamos dividir y...

—No. —Me cortó, serio. —Vamos juntos. —Y sin decir nada más comenzó a andar.

Le seguí en silencio, sin saber muy bien cómo evitar el encuentro entre Tanya y él. Sabiendo que, aunque no lo viera, en cuanto supiera que Remus había entrado a Slytherin Tanya iba a perder la cabeza.

Una vez en la puerta se detuvo, dándome espacio para que abriera la puerta. Resignada, murmure:

—"Tened cuidado con la hermosa figura bajo el puente, pues el kelpie no dudara en devorar a su amante"

La puerta se abrió con un crujido seco.

—¿Cómo es que te sabes la contraseña?

—¿Te acuerdas que siempre viene una lechuza cada lunes a darme una carta? —Asintió— es Tanya con la contraseña, le gusta mandármela todas las semanas. —Rei. —Aunque en realidad me se las contraseñas de todas las salas comunes, Wyatt me dice la suya por si quiero ir a verle. Y de vez en cuando Xenophilius me suelta la suya aleatoriamente.

—¿Y nunca lo aprovechas para colarte?

—No, —respondí entrando a Slytherin— yo sólo entro cuando me invitan o cuando es estrictamente necesario, como ahora.

Nada más entrar me adentre buscando con la mirada a mi amiga, que se encontraba en uno de los grandes ventanales de la sala, observando al gran calamar, que le devolvía la mirada.

En cuanto los demás alumnos me vieron le llamaron la atención, haciendo que está se volviera con una sonrisa de oreja a oreja hacia mi, y comenzara a trotar hacia mi dirección.

—¡Ry, vinis... —se detuvo de inmediato mientras su cara pasaba de la más absoluta alegría a pura confusión. —¿Qué hace él aquí? —señaló a Remus sin reparo.

—Mer me lo encasquetado. —Menti de inmediato disfrutando de como se le distorsionaba la cara, levantando a la vez los brazos en son de paz.— No he tenido...

—¡Él no puede entrar, me da igual lo que diga tu hermana! ¡No me des excusas! —gritó con fuerza sin bajar el brazo.

De soslayo miré a Remus, interesada en ver su reacción, y lo que vi me dejó helada.

Nunca le había visto tan cabreado.

Aparté la mirada de inmediato, notando como comenzaba a andar hacia mi amiga, que simplemente se erizaba cual gato y le gritaba que se alejara, dando un paso hacia atrás por cada uno que daba hacia delante el moreno.

—Ya es suficiente, cada vez que me ves huyes de mí como si tuviera la rabia. —Prácticamente gruñó. —Tenemos que hablar.

—¡Porque tienes la rabia! —cuando su espalda topó con uno de los acuarios de la sala común esta comenzó a mirar a todos lados, buscando una vía de escape. Pero justo cuando empezaba a correr hacia uno de sus compañeros fue atrapada por Remus, que la rodeó con los brazos simulando una especie de abrazo y la levantó del suelo.

—¡Suéltame perro! —se removió en sus brazos, intentando arañarle sin mucho éxito— ¡Ayudadme traidores!

—Tu y yo vamos a hablar seriamente —Lupin siguió andando hacia la salida— a solas.

Al igual que el resto de Slytherins de la sala, observé en silencio como se la llevaba, intentando evitar reírme ante los casi bufidos y los ataques infructuosos de la pelinegra bajita.

—Bueno, —me rasque la cabeza mirando a los presentes— yo venía a pedir una cosa pero...

—Nosotros te podemos ayudar —de entre uno de los sillones aparecieron Narcissa y Severus.

—Gracias —suspire de alivio acercándome a ellos.— Me enteré por Kylie que hace poco os llegaron libros nuevos, ¿podría verlos un segundo?

—Claro que sí —Rieron ambos. —¿Pero... qué buscas concretamente? —Preguntó Severus mientras me llevaba a una de las estanterías de la sala.

—Información sobre una familia sangre pura.

Ambos se miraron, tensandose.

—¿De qué familia en concreto necesitas saber? —Narcissa preguntó muy lentamente, bajando el tono de su voz para que nadie pudiera oírnos. —¿Y para qué?

—De los Henderson... —respondí, callandome al darme cuenta que sería muy difícil explicarles el porque necesitaba la información.

Ambos se relajaron visiblemente.

—Vale, no conozco a esa familia, por lo que no pasara nada si les investigas. —La rubia pasó un dedo por encima de las hileras de libros. —Si investigas una familia sangre pura, yo de ti empezaría por los libros genealógicos. Todas las familias tienen uno.

—Lo he pensado, pero son un montón, no sé por dónde empezar. —Ambos se rieron al oírme.

—Creeme que no habrá ningún problema. El secreto de los sangre pura es que solo se casan con otros sangre pura. Por lo que todas las familias están relacionadas. —Severus me dio unos golpecitos en la espalda, como dándome ánimo. —Pero no creo que encuentres nada en estos libros, los árboles genealógicos suelen estar o en alguna pared de cada casa de estas familias, o en un libro bajo llave.

—O en ambas, —detalló la rubia —si quieres busco en mi propio árbol genealógico en llegar a casa. Era a los Herderson a los que querías investigar, ¿verdad? —Asentí, pensativa.

Si todos los sangre pura tenían un árbol genealógico, los Potter también debían de tener uno. Tal vez en algún punto, hubo un compromiso entre las familias. Pero, si todas las familias sangre pura se casaban entre ellas, ¿no deberían de haberse casado los Henderson con más familias?

En ese caso, ¿habría más gente como nosotras?

Sonreí ante la idea, sintiendo como comenzaba a brotar la esperanza en mi cabeza. Por fin, íbamos a tener respuestas.

Aproveche para conversar un rato con los dos y ponernos al día dado que hacía tiempo que no hablaba con ellos. Hasta que la puerta de la sala común volvió a abrirse dando un golpe a la pared que retumbó por toda la habitación. Apareciendo Tanya, con todo el pelo revuelto y roja de ira, prácticamente corriendo hacia el interior. Nada más verla Narcissa se acercó y abrió los brazos para recibirla, abrazándola en cuanto llegó a su altura. Haciéndose un ovillo entre sus brazos, haciendo que me fuera imposible verla bien.

—Qué pasa cariño, ¿ha ido mal la charla?

—Ahora huelo a perro, —Tanya prácticamente restregó su cara en el hombro de la rubia, abrazándola más fuerte— no me gusta.

—Creo que exageras —rei un por lo bajo junto a Severus mientras Narcissa le acariciaba la cabeza y le dedicaba dulces palabras de consuelo.

—¡Claro que no exagero! —la bajita alejó su cara lo suficiente como para poder mirarme a la cara.— Ahora voy a tener que ducharme tres veces, ¡y odio el agua!

—No pasa nada, ¿quieres que avise a las demás y nos damos una ducha todas juntas? —la mayor le acaricio la cara como una madre intentando animar a su hija enrabietada.— ¿Qué te parece una mini fiesta en las bañeras? Podemos jugar con el jabón y hacer barbas de burbujas, como a ti te gusta.

Tanya hizo un mohín, asintiendo con la vista pegada al suelo ante la mención de las burbujas. Viendo como, tras la conversación, todas las chicas de Slytherin se juntaban para ir a los baños me dirigí a la puerta.

—¿No vienes? —Me preguntaron y, aunque por un segundo estuve a punto de decir que sí, decidí que lo mejor era ir a ver a Remus.

Nada más salir pude verle a lo lejos, pegado a una de las paredes del frío pasillo, con la cabeza pegada al muro y mirando al techo. Me acerqué a él en silencio, aprovechando que estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos para escudriñarlo. Al igual que Tanya tenía el uniforme completamente deshecho, con la corbata suelta y la capa medio caída. Asi como el pelo revuelto y el rostro rojo. Pero lo que más me llamó la atención fue un largo y profundo arañazo que cruzaba su cuello.

—¿Remus, estás bien? —Al ver la sangre corrí hacia su lado, sacandole de sus pensamientos.

—¿Qué? Ah, si. —Se removió el pelo antes de mirarme a los ojos.

—¡Remus, no me mientas, si tienes todo el cuello lleno de sangre! —Ante la mención de la sangre se llevó una mano al cuello, haciendo una mueca de dolor ante el contacto.

—¿Qué narices? Creí que solo me había dado en los brazos. —Hablo para si.

Al oírlo le agarre uno de sus brazos y le levanté la manga, viéndole unas largas líneas rojas que atravesaban su antebrazo.

—¿Pero qué ha pasado? —Sentía como poco a poco el pánico comenzaba a apoderarse de mi.

—Riley, mírame a los ojos. —Al igual que Narcissa había hecho unos minutos antes con Tanya, Remus tomó mi rostro haciendo que le mirara directamente a los ojos. —Estoy bien, simplemente hemos tenido una pequeña pelea.

—¡No es normal acabar así por una pequeña pelea!

—Oh, —rió un poco por lo bajo— creeme que ella tendrá varias marcas en las muñecas y en los hombros con lo fuerte que la he agarrado. —Se quedó unos segundos en silencio mirando a la nada. —A decir verdad, creo que me he pasado bastante.

—¿¡Y ella no!? ¡Te ha dejado hecho un desastre! —No pude evitar gritar, teniendo que respirar profundamente antes de empezar a sentir un mínimo de calma. Intentando detener las palpitaciones en mi pecho. —¿De que habéis hablado para acabar así?

—Pues... —se removió en el sitio, comenzando a andar— la verdad no estoy muy seguro. Al ver como me rehuía otra vez entré en un estado como... como de ira. Y antes de darme cuenta la tenía retenida a la vez que le gritaba que me dijera que mierdas le pasaba conmigo. Ha sido... —se detuvo buscando la palabra correcta— extraño.

—¿Y las heridas?

—Digamos que se defendió, y yo hice mas fuerza en mi agarre, y ella se defendió más fuerte, y yo apreté más. —Intento explicar gesticulando con las manos, acelerando el paso con cada palabra, siendo cada vez más difícil para mi seguirle el paso. —Hasta que se me escabullo de entre las manos.

—Entonces... ¿no has conseguido hablar con ella? —A estas alturas yo ya estaba prácticamente corriendo detrás de él.

—Ojala. —Se detuvo abruptamente, luciendo derrotado. —Pero bueno, al menos creo que he conseguido hacer un avance. —Su cara cambió de la tristeza a la determinación, y se giró por completo hacia mi señalando a la herida en su cuello. — Ry, voy a ir a la enfermería a que me curen esto. Tu ve adelantando, ahora iré yo a la sala común.

—Pero, ¿no sería mejor que fuera yo contigo? —Intente convencerle, preocupada. Sintiendo un ligero malestar en la boca del estómago.

—No, —negó con la cabeza, sonriéndome con los ojos brillantes de la determinación— necesito un tiempo a solas para pensar. Pero en serio, no te preocupes, puede que tu pequeña gata tenga las uñas afiladas, pero mi piel es más dura.

Despidiéndose con la mano se alejó a toda prisa en dirección a la enfermería, brincando por el camino. Otra vez sola me encamine hacia los dormitorios, sintiendo el peso del día sobre mis hombros. Y aun me tocaba hablar con James. Suspiré notando como perdía paulatinamente las fuerzas, andando cada vez más lento. Hasta que en cierto punto me detuve, mirando a través de una de las muchas ventanas hacia el exterior.

Mi cabeza no paraba de dar vueltas. Pesadillas todas las noches, una habilidad extraña que no me permitía vivir con normalidad, una hermana a la que no sabía cómo apoyar, dos de mis mejores amigos enemistados, Peter con una sentencia de muerte sobre la espalda, gente extraña y peligrosa dentro de la escuela, mi casi muerte... y ahora mi primo, una de las personas mas importantes para mi, había atacado verbalmente a mi hermana. Y no sabía el porqué.

¿No podía el mundo detenerse aunque fuera un segundo para que me diera tiempo a descansar? ¿Para que me diera tiempo, aunque fuera por un segundo, a tomar aire y prepararme?

Sacudí la cabeza intentando, sin éxito, vaciar mi cabeza de todos los pensamientos que me asaltaban. Sintiendo como la punzada en la boca de mi estómago comenzaba a devorar todo mi abdomen y como mi corazón iba tan rápido que prácticamente podía oír mi sangre bombear por mis oídos.

Abrí la ventana ante la repentina necesidad de aire fresco y me senté en el alféizar, tratando de tomar todo el aire del exterior posible. Centrando mi vista y todos mis sentidos en el campo de Quidditch. Curiosamente aún había gente con las escobas sobrevolando los cielos.

Estuve así un buen rato, disfrutando del espectáculo mientras mi corazón se iba calmando e iba preparándome para lo que se avecinaba. Porque tal vez no sabía porque James había insultado a Mer, pero sabía que si lo había hecho, era por algo. Solo tenía que escucharlo, entenderlo y hablarlo. Y todo se arreglaría.

Bueno, no todo, pero al menos eso sí. Lo cual ya era un gran avance.

Experimentando la misma determinación que había llenado a Remus minutos antes, u horas, para ese entonces no sabía cuánto tiempo había pasado, me dirigí hacia los dormitorios. No sin antes dedicarle una última mirada al cielo ya rojizo y vacío, cerrando la ventana tras de mí. En la puerta me esperaba la señora Gorda, carcajeándose estruendosamente con una muchacha de otro cuadro. Al verme me dejó entrar y, justo en ese momento, vi a mi primo.

—James... — lo llame justo cuando yo estaba terminando de atravesar el cuadro de la señora gorda y él comenzaba a subir la escaleras hacia los dormitorios.

No dijo nada, solamente retrocedió los pasos que había dado y se paró a mi lado.

Dado que no había nadie en la sala común, decidimos sentarnos en el sillón enfrente de la chimenea él tenía su cabeza apoyada sobre sus manos, encima de sus rodillas.

—Aún sigo cabreado con Mérida. —comenzó hablar así que guarde silencio porque sabía que se tenía que desahogar y lo iba hacer ahora, conmigo. —Siento que Mer está jugando con Sirius ¿sabes? — suspiró y se pasó la mano por el pelo frustrado —. Él es mi mejor amigo, ya se que todos sabemos que Sirius es un abeja que va de flor en flor, pero te juro Ry que desde hace tiempo Sirius no está con ningún chica, creo que de verdad le gusta Mer y yo solo siento que ella está haciéndole daño, está haciendo daño a mi mejor amigo— levantó la mirada y pude ver que sus ojos se habían aguado un poco.

—Está bien, entendiendo tu situación, y también la de Sirius, pero tu ahora tienes que ponerte en la situación de tu prima. — Hice una pausa y coloqué mi mano sobre la suya—. Mer está ahora mismo bajo mucha presión, el tema de las visiones no lo está llevando muy bien y ahora mismo está más confundida que nunca. — Suspiré. — Creo que hay que darle tiempo para que entienda sus sentimientos, para pueda encontrarse ella misma y así poder poner orden respecto a lo que está sintiendo.

James asintió, y yo me tomé la libertad de apoyar mi cabeza sobre su hombro.

Ambos nos quedamos en silencio un buen rato, un silencio que, aunque suene raro, era agradable y acogedor.

—Tienes razón Ry, no es justo que siga enfadado con Mer, no es justo ya que, como bien me has dicho, está pasando por diversas cosas y creo que yo no debería darle más calentamientos de cabeza y problemas con los que lidiar...

—Sabes que solo hay que darle tiempo, Mer es así y esa es la razón por la que la queremos. Pronto se solucionará todo.

— Eso espero, prima. Eso espero.

—Confiemos en el proceso, Charles. Mer está abriéndose más y seguro que con nuestro apoyo se sentirá más segura.

— Eres la mejor, Arlet — no pude evitar reír, sabía que él odiaba el nombre de Charles al igual que a mi antes no me gustaba mi segundo nombre, pero gracias a Wyatt, mi segundo nombre ya no sonaba tan mal.

James se contagió de mi risa y ambos suspiramos pesadamente a la vez.

— Recuerda que el lunes empezamos de nuevo con los entrenamientos, esta semana terminamos los exámenes al fin. — Estiró los brazos, provocándose un bostezo el cual me contagió segundos después.

—Si, capitán— me llevé la mano a mi frente y lo saludé a modo militar.

— Anda, ve y descansa, mocosa— en cuanto terminó de pronunciar la última palabra salió corriendo y yo detrás él.

Comenzó a correr en dirección a los dormitorios, pero yo fui más rápida y le corté el camino.

Así que huyó en dirección hacia el cuadro de la señora gorda pero justo en el último segundo cambió de dirección, provocando que mis pies tropezaran con algo.

La casi caída fue dolorosa al menos para mis rodillas, pero no como me había imaginado, gracias a que unos brazos sujetaron mi cuerpo evitando estampar mi cara contra el suelo.

— Tenéis que dejar de ser tan críos y dejar de jugar aquí en la sala común.— Siruis nos miró a ambos y me ayudó a incorporarme, a lo que gesticulé un "Gracias".

James se había acercado poco a poco para comprobar que estaba bien, pero con cautela, así que hice el amago de salir corriendo, y efectivamente el cobarde de mi primo salió corriendo.

— Corre cuánto quieras Charles, te la acabaré devolviendo — comencé a reír, esperaba que Sirius también sonriera al menos pero no lo hizo.

— Buenas noches, Riley— apretó mi hombro y tomó el mismo rumbo que había realizado mi Primo hace unos instantes.

No conforme con el estado en el estaba Siruis le agarré la mano, deteniendo su paso.

—¿Sirius? ¿Estás bien? — realmente su estado me había preocupado, él siempre se reía de cualquier broma, ahora podía entender la preocupación de mi primo.

—Ya se me pasará — se encogió de hombros, e intentó continuar su camino pero mi mano aún lo retenía.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, aunque solo sea para desahogarte o para...

— Ya lo se, Ry— se giró y quedó frente a mi.— Estoy seguro que en unos días se me pasará, gracias. — se mantuvo dubitativo durante unos segundos y después sonrió de una forma amarga, sin humor —Aunque tal vez te tomé la palabra.

Se acercó a mí, dejándome una caricia o más bien revolviendo mi cabello, y en ese instante no pude evitarlo, lo abracé.

Sabía que necesitaba un abrazo, sabía que aunque no decía nada, con lo poco que había podido ver su mirada, la de verdad, sabía que estaba mal.

Segundos después me iba a separar, Sirius no solía mostrar afecto físico con los demás, pero sus brazos me apretaron dándome a entender que eso era lo que necesitaba.

—Gracias Riley, ya hablamos. — Ahora si me dedico una sonrisa sincera, a lo que sonreí orgullosa, sabiendo que había hecho sentir mejor a un amigo, aunque no hubiésemos apenas cruzado palabra.

— Ya sabes que aquí me tienes para cualquier cosa.

— Lo mismo digo, Ry.

Ambos nos terminamos de despedir y cogimos caminos opuestos en silencio, hasta nuestros respectivos dormitorios.

La habitación estaba vacía, a excepción de Acua, que estaba durmiendo hecha un ovillo encima de mi cama. Me cambié el uniforme y en cuanto mi cuerpo se relajó entre las sábanas, me quedé dormida.

Aunque no por mucho tiempo.

Abrí los ojos y ya no estaba en mi habitación, sino en una sala fría y húmeda sin puertas, rodeada de tinieblas. El único resquicio de luz entraba a través de un pequeño ventanuco situado en la parte superior de una de las paredes. Iluminando de forma ominosa, con la luz de la luna, a un cuerpo tirado bocabajo en el otro lado de la sala. Intenté acercarme mientras un escalofrío recorría mi columna vertebral, de abajo a arriba, haciendo que mi cuerpo temblara. Pero al llegar a su lado me di cuenta de que no podía seguir avanzando, como si una pared invisible se interpusiera en mi camino, impidiéndome llegar a la luz.

Di golpes al muro, gritando al cuerpo que se levantara, gritando y preguntando quién era. Por alguna razón era incapaz de determinar quién era. No lograba verle la cara en mi posición, y su ropa estaba hecha jirones. Y a pesar de todo no podía evitar sentir que de alguna forma conocía a esa persona. Que había estado a mi lado toda mi vida.

Poco a poco unos ruidos comenzaron a escucharse haciéndose más fuertes, hasta que mis suplicas fueron suplantadas por estos. Eran gritos, gritos de dolor y agonía que pedían desesperadamente la muerte. Eran los gritos de mi madre, entremezclados con la voz de otra persona que reía descontroladamente. Era mi voz, y mi boca no se movía.

Paulatinamente, conforme las voces iban aumentando, la habitación se iba alargando, separándome cada vez más del cuerpo en el suelo. Sintiendo como las sombras, como una niebla negra, iba tornándose más oscuras a mi alrededor. Afianzándose sobre mi hasta que no pude ver nada, solo sentir como me iban poco a poco acorralando, apretando mi cuerpo como si miles de sogas se cernieran sobre mi. Quitando el aire de mis pulmones. Abrí la boca, intentando respirar. Pero no podía, lo único que entraba era bruma fría y espesa. Me estaba ahogando. Las fuerzas me abandonaban y los gritos se iban convirtiendo en sonido de estatica, no entendia que decian, ya no sabia que pasaba a mi alrededor.

Estaba muriendo.

Y, entonces, me desperté.

Aun podía sentir que me ahogaba a pesar de respirar todo lo fuerte y rápido que mi cuerpo me permitía, notando como la garganta se me secaba hasta el punto de dolerme. Mis manos temblorosas apartaron mis sábanas de un tirón, sobresaltando a Acua, que me miró asustada, bajando de la cama con el cuerpo erizado y encorvado.

La habitación aún estaba vacía. Así que hice un tempus, dándome cuenta de que no llevaba más de media hora durmiendo.

Agitada me puse una manta por encima del pijama, dejando la varita en la mesilla, y salí a toda prisa, bajando hasta la sala común para ver si mi hermana o Lily habían llegado ya. Sin éxito. Seguramente estaban terminando de investigar, al fin y al cabo, aún no era muy tarde.

Sin pensarmelo ni un segundo salí corriendo de la sala común, sobresaltando a unos chicos de primero que entraban por la puerta de la señora gorda. Corrí y corrí por los pasillos hasta llegar a uno que bien conocía. Aquel con el pasadizo secreto que llevaba al bosque oscuro. Me detuve frente a este, con la mente completamente vacía, algo perdida al no saber muy bien cómo había llegado ahí. Pero algo en mi me decía que debía ir a ver, que debía descubrir, que ahi habia algo que debe saber. Y eso hice. Entre con cuidado, sin necesidad de encender un Lumus, después de tantas veces ya prácticamente me sabía el recorrido de memoria. Y esa oscuridad, a diferencia de las de mis sueños, no me parecían tan terribles, tan terroríficas. Eran casi acogedoras. Tal vez por conocerlas tan bien.

No tardé demasiado en terminar el pasadizo y encontrarme con los árboles altos y torcidos, del bosque oscuro. Me adentré en este intentando esconderme en las sombras debido a que, gracias a la luna llena en el cielo, el camino se encontraba completamente alumbrado. Teniendo cuidado de no hacer ruido.

Y entonces llegué al claro.

Oculta tras uno de los muchos robles ya viejos observe aquella zona que tan bien conocida, sintiendo como se me helaba la sangre. Había gente a los dos lados, de todas las casas de Hogwarts, apuntando con sus varitas a una serie de muñecos de trapo improvisados en el medio. Pero no fue eso lo que me sobresaltó, lo que hizo que mi cuerpo sintiera una corriente fría recorrerla, como si la muerte te arropara con su velo. Fueron los hechizos que lanzaban a los pobres maniquis.

Centenas de hechizos imperdonables estaban siendo entrenados en ese lugar.

Aterrorizada lleve una de mis manos a mis pantalones, buscando en mis bolsillos mi varita. Pero llevaba el pijama puesto, sin bolsillos. Y sin varita.

Una vez más el pánico se hizo presa de mí y comencé a alejarme, con cuidado. Acelerando conforme me iba alejando. Oyendo a lo lejos el aleteo de los búhos a los que asustaba con mi presencia y el aullido de un lobo solitario. Recorrí el bosque, notando como las ramas arañaban mi piel y rasgaban mi ropa. Pero eso no me importaba, lo único relevante para mi en ese momento era correr, huir a través del pasadizo hasta llegar a los fríos pasillos.

Ya era toque de queda, pero al menos estaba a salvo.

Sinceramente prefería un castigo por estar fuera de la cama después del toque de queda que ser encontrada por los alumnos del bosque y ser asesinada sin ser capaz de defenderme. Con el corazón en un puño y los ojos algo llorosos me dirigí en silencio a la sala común. Sin importarme lo mas minimo que me pillaran. Pero para mi sorpresa, eso no ocurrió. Tal vez fuera un golpe de suerte o el hecho de que iba moviendome cual alma en pena, lenta, sin encender ni una sola luz. Era extraño, pero las sombras que tanto temía por mis pesadillas ahora me acogian, como una hija. Era hasta agradable.

Y así llegué a mi habitación, en silencio, con el frío alojado en lo más profundo de mis huesos y mi cuerpo rasguñado y sangrante. Pero eso no me molestaba. En esos momentos lo único que quería era arroparme en las sábanas y dormir.

O intentar dormir, a sabiendas que en poco las pesadillas vendrían. Otra vez.

~~~

A la mañana siguiente me notaba un poco mejor, pero seguía sin dormir lo suficiente, la cabeza me dolía de tanto estudiar, solo faltaba el último examen y todo el caos acabaría.

—Necesito salir a tomar el aire— arrastre la silla al levantarme, provocando un ruido sordo que distorsionó el silencio de la biblioteca, llevándome varias miradas por parte de algunos alumnos.— Enseguida vuelvo.

Cerré los libros apilándolos en un lado de la mesa. Me coloqué la túnica y la bufanda, a sabiendas que al salir al exterior el frío invernal helaría mis huesos.

Justo cuando iba a salir por la puerta una mano me retuvo.

—¿Quieres que te acompañe? — se trataba de Peter.

—No te preocupes — negué con la cabeza.— Solo necesito despejarme un poco, pero gracias a un así — le dediqué una sonrisa.

—Yo también iba a salir... es decir, estoy un poco agobiado con los exámenes y...

—Vayamos afuera —asentí con la cabeza, comprensiva, y ambos salimos en silencio al patio interior que había en el castillo. Justo donde estaba Goliath hablando con un alumno de Slytherin.

—¿Cómo vas con los hechizos? — decidí romper el hielo— espero que hayas mejorado un poco.

— A decir verdad, he mejorado bastante. Hasta he conseguido aprobar el último examen que hicimos.— Se sentó en el banco.— No es que haya sido mi mejor nota, pero lo he aprobado.

Me acomode a su lado, buscando las palabras.

— Peter... ¿Ha pasado algo con Bellatrix estos últimos días?— Él me miró confuso.

— No, ¿por qué?

— Bueno, es bien sabido que ella no es muy... agradable. Y no me sorprenderia que intentara vengarse por lo de la bebida.

— Oh eso. — comenzó a carcajearse al recordarlo. Sin embargo, yo era incapaz de sentir esa alegría, llevaba varios días planeando y llevando a cabo con Tanya y Severus diferentes métodos para vigilar a Bellatrix. Y todos sabíamos que debía estar preparando algo. — No te preocupes, no creo que haga nada malo. De todas formas, ¿que podría hacerme? ¿Tirarme un plato de comida a la cara?

O juntarse con Malfoy y atacarte cuando estás a solas. Pensé.

— Cierto, cierto. — Le di la razón no queriendo ahondar mucho en el tema. — Sin embargo, ten cuidado ¿vale?

—Tranquila tendré cuidado de que no me eche por encima un plato de babosas de gelatina — sonrió y se levantó del banco— .Tengo que irme, ya nos vemos Riley.

Así se marchó y me dejó sola pensando en cómo vigilar también a Peter para evitar un encontronazo con Bella. Peter era una persona solitaria, casi nunca le veíamos después de clases y el mantenerlo vigilado no iba a ser algo fácil.

Me puse rumbo al interior del castillo ya que había empezado a nevar y el frío empezaba a helarme todo el cuerpo. Me encamine a la sala común, sabiendo que allí estarian el resto, seguramente sentados en uno de los sillones de la torre, acaparando la mejor zona frente al fuego.

Y no me equivocaba.

Al llegar me senté entre Remus y James, preparándome para hablar. Llevaba días pensando en cómo decírselo, en cómo avisarles de que no se acercaran al bosque de noche, en que era peligroso.

Al principio pensé en decirlo directamente, sin temor a las consecuencias. Al fin y al cabo no podía ser tan arriesgado, ¿verdad?

Pero después de todo lo acontecido me lo replanteé, tal vez si era peligroso, y Mer era demasiado dada a meterse en problemas. Habría sido capaz de ir allí, de noche, sola, aún a sabiendas de que era peligroso.

No, mejor decirlo sin decirlo.

— Chicos. — Les llamé cortando su conversación. — Tengo algo que deciros... y que pediros.

— Dinos. — Me sonrió mi melliza, siendo secundada por el resto del grupo.

— Ayer por la noche me escapé...

— ¡Ry me prometiste que no lo volverías a hacer! —Me gritó mi primo completamente enfurecido sin darme tiempo a continuar.

— Podría haber sido peligroso. —Continuó Remus, más serio que nunca.

— Lo sé, créeme que lo sé. —Les corté, prácticamente rogando con la mirada que me escucharan. — El caso es que ví algo...

Un silencio sepulcral se instaló en la habitación, pude ver cómo poco a poco iban perdiendo el color y cómo me miraban con los ojos desorbitados.

— Qué... qué viste. —Cortó el silencio Remus, completamente pálido, ganándose la mirada de todos.

— Vi algo como, no sé, una figura, figuras. Les iluminó la luz de la luna llena durante unos segundos pero en seguida se perdieron por el bosque negro y, no sé, sentí que tal vez fuera peligroso y que tenía que contaros. Muchas veces habéis hecho como yo y os habéis ido por la noche, y no, no me mientas sé que es verdad. —Corté a mi primo antes de que pudiera decir nada. — Y por eso os aviso, yo ya he decidido no volver a salir sola de noche, pero quiero me prometais que vosotros tampoco lo haréis.

Tras unos segundos Remus, que durante mi explicación había estado mirando del suelo me miró a los ojos.

— Te lo prometemos.

Pude sentir como mi cuerpo se relajaba de inmediato. Como si una de las piedras que mantenía sobre mis hombros desapareciera de golpe y porrazo. Me sentía bien.

—¡Perfecto! —Me levanté animada, sintiendo como la alegría me embargaba. —Me voy a ver al resto y contárselo también.

—¿Al resto? —Mi hermana me miró algo confusa, frunciendo el ceño pensativa.

—Si, a Tanya, Wyatt, Severus y todos los demás que no están aquí. —Estire los brazos crujiendome las muñecas. —Y también debería decírselo a Peter, estaba conmigo antes pero se me olvido decirselo.

Despidiéndome con una mano de aleje dando saltitos. La falta de sueño me tenía algo extraña. Notando como últimamente mi humor cambiaba más drásticamente. Al menos las pociones de Xenophilius ayudaban, así como los hechizos para que no se me vieran las ojeras y renovar energía, pero el cansancio seguía patente a pesar de todo.

Me dirigí a la sala común de Hufflepuff, tenía que mantener a Wyatt al tanto, sabía que él también solía salir alguna noche solo al bosque.

Justo cuando giré la esquina me choque con alguien, solo deseaba que no fuera ni Bellatrix ni Lucius. A los que, con suerte, no había tenido que ver desde el último incidente.

—¡Vaya, vaya! ¡Mira a quién tenemos aquí! — di un paso hacia atrás al darme cuenta que era aún peor. Era Candace.

Esta sonrió al verme retroceder y comenzó a dar vueltas a mi alrededor mientra me tocaba el pelo.

—Adiós Candace— decidí seguir mi rumbo y pasar de ella, pero parecía ser que los pensamientos de la Hufflepuff diferian de los míos.

—¿Qué es lo que te hace tan especial? Dime leoncita, ¿qué poción le estás dando a Wyatt para que esté a tu pies?— No sé en qué momento había sacado su varita y la había colocado en mi garganta, pero un escalofrío recorrió mi columna, recordando sin poder evitarlo la pelea con los Slytherin.

Mirándole a los ojos alargue aún más el cuello, dándole a entender que no le tenía ningún miedo.

—Nada me hace especial, aquí el problema eres tú.— Ejerció más presión con su varita sobre mi.— No te tengo miedo y si piensas que así, con tu "amenazas" vas a conseguir que me aleje de Wyatt, estás muy equivocada.

Se alejó dejándome un poco de espacio.

—¡Wyatt está enamorado de mi! — chillo como una histérica.— Él solo tenía ojos para mí, hasta que tú llegaste. — Hizo una leve pausa para continuar, como si se hubiera dado cuenta de algo. — Aunque si los rumores son ciertos y se está poniendo en duda la virtud de tu hermana, tal vez haya futuros rumores...

No la dejé terminar de hablar, mi puño viajó directamente a su mandíbula.

—No vuelvas a mencionar a mi hermana ¿Entendido?

—Así que los rumores son ciertos— comenzó a sonreír mientras se limpiaba la sangre con el dorso de su mano.

—Sean o no sean ciertos, no es tu incumbencia.

—Dada la situación, nadie querrá contraer matrimonio con la puta de tu hermana. —Rio como una perturbada, tan alto que dañaba mis oídos.—Me pregunto si las dos hermanas son iguales. Así que dime, ¿eres tan guarra como ella, que le gusta jugar a las prostitutas con todos los chicos de la escuela?

Hasta aquí había llegado mi límite, no me lo pensé y saqué mi varita dispuesta a lanzar un encantamiento aturdidor, o algo más fuerte, pero una mano se cerró sobre mi muñeca.

—Dejala Ry, ella es así, no merece la pena que te lleves un castigo por alguien de su calaña. — La voz de Regulus resonó en mi oídos.

Me volteé a medida que iba bajando mi varita y respiraba profundamente para calmarme y evitar atacarla, mientras Regulus soltaba mi mano.

—¡Eres una cobarde Potter!— Bramó exasperada al ver que no pensaba terminar lo que ella había provocado. Una pelea en la que yo, seguramente, acabaría castigada.

—No mereces la pena Candace — avance hacia ella pero nuevamente la mano de Regulus me detuvo.

Le lancé una mirada de "no pienso hacerle nada, tienes razón" así que me soltó y avancé hacia Candace.

—¿Quieres saber que me hace tan especial? — continúe — ser yo misma, ser fiel a mis principios y no como tú, que solo buscas llamar su atención por que ¿sabes que? No tienes personalidad, —comienzo temblar de la rabia— no sabes ser tú misma, ese es tu maldito problema.

"Sigue, no te detengas. Estás siendo muy suave con ella. Hundela hasta que no quede nada."

Una voz resonó en mi interior, y una gran parte de mí quería seguir haciéndola sufrir, pero la otra parte de mi dijo "basta, se lo merece, pero es demasiado. No me importa cuán molesta sea, tú no eres asi".

Así que me aleje tanto de ella como puede, sabía que si no lo hacía acabaría desmoralizandola más y yo no era así.

—Ry, tus ojos — me llevé las manos por instinto a mi cara — por un momento, mientras venías hacia aquí, eran negros completamente...

—¿Cómo que negros? — "¿negros?" Me pregunté a mi misma, seguramente Regulus no había visto bien, seguramente había sido por la oscuridad de las mazmorras.

Nunca me ha pasado eso, siempre ha sido de color gris y eso ha llevado como consecuencia una visión o un dolor isoprtable de cabeza y este no es el caso.

No es posible porque...

—¿Riley? — su voz me sacó de mis pensamientos — ¿Estás bien? — situó su mano sobre mí hombro.

—Eh... si— respondí aún un poco aturdida por la situación.— Debo irme, necesito encontrar a Wyatt.

Y dicho esto sin darle tiempo a responder me fui y lo dejé allí solo en busca de mi único lugar en el que sabía que podía sentirme segura de cualquier cosa, Wyatt.

Me encamine hacia las cocinas, buscando por los alrededores de su sala común para ver si le encontraba. Justo encontrándome con mi tejón favorito de camino.

—Riley, —me saludo con una sonrisa acercándose hacia mi— una lechuza ha dejado una carta para ti— Wyatt depositó un suave y casto beso sobre mis labios, para después tenderme la carta — vengo de la lechuceria.

—¿Para mí? ¿De quién?— pregunté aunque yo misma me respondió cuando vi que procedía de la casa de mis tíos.

Esto no podía ser bueno, es decir, pocas veces nos mandan cartas. Así que con los nervios instalados en mi estómago abrí con cuidado la carta.

"Querida sobrina Riley,

Tenemos un comunicado importante que anunciarte; hemos decidido que tienes la edad adecuada para contraer matrimonio con una familia sangre pura.

Tus padres querían esperar a que fueras mayor de edad antes de tomar dicha decisión, pero tras meditarlo de forma exhaustiva hemos llegado a la conclusión de que dicha resolución ayudará a mantener el linaje puro que tanto enorgullece a nuestra familia.

La familia Black ha sido muy considerada por su parte, esperamos que estés tan contenta como nosotros lo estamos por tus futuras nupcias.

Estamos seguros de que el señorito Regulus Black habrá recibido una carta de la misma índole por parte de sus padres.

Con amor tus tíos,"

No, no, no.

Esto tenía que ser una broma de mal gusto, esto no podía ser real.

Sentía que no podía respirar, como si de pronto me encontrara en lo más profundo del océano y lo único que llegaba a mis pulmones fuera agua. Un agua fría que helaba hasta lo más profundo de mi cuerpo mientras la presión se afianzaba a mi alrededor.

—Arlet, estás temblando.

Eso me tomó por sorpresa. Baje la mirada y tragué saliva al notar cómo el pergamino temblaba en mis manos de forma desenfrenada. Cuando por fin comencé a ser consciente de la reacción que estaba teniendo mi cuerpo, mis ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Es un...? — Se me rompió la voz.

—No pasa nada —respondió Wyatt con calma—. Ven, siéntate en el suelo.

Le hice caso. Me pasé las manos por la cara y por el pelo con consternación. Mis piernas estaban temblando también. Eché la cabeza hacia atrás, como si necesitara desesperadamente estar lejos de mi misma, tener más espacio, mientras intentaba coger aire, haciéndolo de forma brusca, consiguiendo así comenzar a toser.

Wyatt se arrodilló delante de mí y me cubrió las rodillas con las manos para tranquilizarme.

—No pasa nada —repitió cuando abrí la boca para intentar decir algo—. Coge aire por la nariz y suéltalo por la boca. Despacio.

Sacudí la cabeza. No podía pensar con claridad. Lo único que llenaba mi mente era un miedo atroz ante la idea de que me estaba muriendo, de que no había oxígeno a mi alrededor.

—No... no...

—Sí puedes. —Me cogió las manos y me las colocó en su pecho—. Respira conmigo. Lo haremos juntos.

Abrí las manos sobre su camiseta. Se forzó a hinchar el pecho con cada respiración para que me resultara más fácil seguirle el ritmo.

Cerré los ojos y las lágrimas rodaron por mis mejillas, pero le hice caso. El aire temblaba en mi labios entreabiertos cuando inspiré y expiré con lentitud, tal como lo estaba haciendo él.

Apoyé mis codos sobre las piernas para mantenerlas quietas, ya que aún estaban temblando.

—Inspira y espira—susurró — .Despacio, tenemos tiempo. No pasa nada.

Intenté mantener la calma, siguiendo la respiración pausada y lenta de Wyatt.

—Lo estás haciendo muy bien.

Justo en ese momento inspiré aire de manera brusca, como si mis pulmones por fin pudieran llenarse de aire.

De pronto, algo se rompió en mi interior y exploté en un fuerte sollozo.

—No pasa nada —repitió atrayéndome hacia él —. Estoy aquí.

Se dejó caer en el banco, para sentarse junto a mí, arrastrándome con cuidado hacía él.

Quedé sentada entre sus piernas escondiendo mi cara en su pecho, siendo rodeada por sus cálidos brazos.

Mi cuerpo se sacudió con violencia cuando por mi mente volví a recordar lo que conllevaría ese matrimonio, agarrando fuertemente su camiseta.

Wyatt no dijo nada, solo se dedicó a acariciar mi pelo en silencio mientras seguía respirando pausadamente, entre tanto yo me desahogaba una vez más en sus brazos.

—¿Ha sido un ataque de ansiedad? —mi voz sonó débil cuando por fin me atreví a preguntar.

Asintió sin dejar de acariciarme la espalda.

—Sí.

—Pero yo... creía que...

—A veces pasa. —me apartó el pelo del hombro y me pasó los dedos por el cuello—. El cuerpo es sabio y reprimir las emociones es como caminar entre minas; puedes esquivarlas fingiendo que no están ahí, pero es suficiente dar un paso en falso para que todo explote a tu alrededor.

Alargue mi mano hacia la suya , sin entrelazarla, solo rozandole la palma abierta con las yemas de mis dedos.

El contacto me erizo la piel, así que apoyé mi cabeza sobre su pecho, necesitaba sentir su cobijo.

—Tú también estás nervioso —susurre, al notar su corazón acelerado, ladeando la cabeza para mirarlo.

Por fin entrelace nuestras manos, notando como sus músculos se relajaban debajo mía.

—Me habías asustado— confesó tragando saliva.

—Gracias por cuidar de mí.— le dediqué una sonrisa.

—Siempre, Arlet. Siempre.

Nos quedamos allí en silencio.

No sé el tiempo que pasópasó pero me sentía protegida estando en sus brazos.

—Tal vez deberíamos ir a ver a Regulus... — susurré en su cuello aún envuelta entre sus brazos, me apartéaparté un poco para poder verlo mejor— Entiendo que no quieras...

—Cuando estés lista, vamos.

—Pero yo pensaba que..

—¿Que no tendría ganas de ver a Regulus? — Negó con la cabeza— No, ambos estáis es una situación en la que os habéis visto envueltos por un motivo que no se os ha tenido en cuenta. Así que toda la ayuda que esté en mis manos, para ambos, contad con ella.

—Te quiero Wyatt Scarmander— bese sus labios y acto seguido le di un abrazo.

—Yo también te quiero Arlet Potter.

Nos levantamos del duro suelo y me dejé guiar por Wyatt, aún me sentía abrumada y cansada mentalmente sabiendo que, posiblemente, Regulus estaba igual o peor que yo. En cuanto llegue a la puerta dije la contraseña dejándonos paso a la sala común de Slytherin y sus magníficas vistas al interior del Lago Negro.

Wyatt no me había soltado la mano en ningún momento, cosa que agradecí ya que aún estaba temblando.

Una vez dentro recorrí toda la sala hasta que en unos de los sillones pude ver a Regulus con un grupo de más gente, incluida Bellatrix. Me acerqué despacio siendo seguida por los pasos del Hufflepuff.

—Regulus... — lo llamé ya que estaba mirando hacia delante, justo donde estaba su prima.

—Vaya, vaya... una leona en una cueva de serpientes. — pronunció Bellatrix entre dientes.

En cuestión de segundos Regulus se giró, para mirarme. Pude ver que estaba más pálido de lo habitual y también sentir una mirada comprensiva , sabía a lo había venido.

Bellatrix se levantó para acercarse pero su primo la retuvo y la obligó a sentarse.

—Mantente lejos de ella— sentenció—. Vayamos a un sitio donde no puedan oírnos.

Tanto Wyatt como yo seguimos los pasos del Slytherin el cual nos condujo a una zona más tranquila, al lado de unas de las ventanas que daban al lago.

—Antes de nada y aprovechando que ahora podemos hablar más tranquilamente,— se sentó y tomó asiento, haciendo nosotros lo mismo— quería disculparme contigo por como te hablé el otro día, estaba bastante cabreado.

—No te preocupes, era mal momento y ya está — sonreí dándole a comprender que el malentendido estaba olvidado.

—En segundo lugar, — suspiró pesadamente — lo siento, siento que mis padres hayan...

—No tienes que disculparte por algo que no está en tus manos, Regulus —lo corte. Miró como sus manos temblaban sin parar, a lo que no pude evitar colocar una de las mías sobre las suyas.

— También me alegro de que seas tú— me miró a los ojos con una sonrisa ladeada, viéndose derrotado.— Quiero decir, no eres la persona que tenía en mente...

—Lo sé...—le di un apretón, dándole a entender que sabía que su corazón pertenecía a mi hermana — tampoco había pensado en ti como primera opción...— Sonreí y miré a Wyatt quien besó mi cabellera.

— Pero no se como evitar este compromiso... de verdad — se pasó las manos por el pelo frustrado apoyando su espalda en el respaldo del sillón.

—Ambos tenemos a otras personas en mente con las que nos gustaría pasar el resto de nuestros días, pero nuestra familia ha decidido juntarnos. Así que, si no encontramos forma de evitarlo, lo haremos. — hizo una pausa, dándome cuenta que había llamado la atención de ambos— Haremos lo siguiente, cuando tengamos que estar en público frente a familiares o gente que sepa sobre nuestro futuro matrimonio eso haremos, le daremos lo que ellos quieren. Pero cuando estemos nosotros podremos hacer lo que queramos.

—Y... ¿a ti Wyatt no te importa? — ambos se miraron y después me miraron a mi.

— En absoluto, hasta me parece muy buena idea. Además viendo la situación creo que no os quedan muchas opciones más.

Regulus y yo asentimos al mismo tiempo creando un silencio que nos rodeó hasta que una voz familiar nos interrumpió.

—¿Pecas? ¿Qué haces...?— Tanya desvió la mirada hacia Wyatt y después hacía mi, para volver a mirar a Wyatt y por último a Regulus. —¿Qué está pasando aquí?

Entonces empezamos a contarle con todo detalle lo que hacíamos allí y todo lo que había pasado.

— Este fin de semana te vienes conmigo a España.— Sentenció.

—Pero como...

— No te preocupes por nada, lo tengo bajo control — beso mi cabellera y se marchó pero se detuvo un instante antes de salir por la puerta — Riley dentro de dos horas te espero en la gran escalera. Abajo del todo.

Y sin más se fue, dejándonos a todos un tanto aturdidos.

—Bueno pues... —me rasque la parte de atrás de la cabeza— parece que este fin de semana me voy de viaje.

—Pero, ¿tú quieres irte? —Wyatt me miró preocupado.

—Sinceramente, creo que sí. —Me sinceré con él. —Creo que me vendría bien un cambio de aires para asimilar todo lo que ha ocurrido y, aunque parezca extraño, confío en ella.

—Pues entonces más te vale prepararte. —Me dio un beso en la frente. — Anda, ve y prepárate. Y no te olvides de avisar a todos.

—Gracias. Gracias por...

—No tienes que agradecerme nada— me interrumpió, y se acerco aún más a mi, acomodarme el pelo tras las orejas.— Solo quiero verte bien y feliz, Arlet.— acorto la distancia que nos separaba y me beso— Anda, vete con Tanya y disfruta del viaje— susurró en mis labios para volver un beso casto en ellos.

Sonreí y me levante dejando allí a Wyatt junto a Regulus quienes se pusieron hablar.

Mientras caminaba por los pasillos hice una lista mental de a quien debía de avisar.

Solo esperaba que estuvieran todos juntos, porque si no, no me daría tiempo a quedar con Tanya.

Una vez en la sala común vi a Remus junto a James sentados, ambos estaban muy concentrados escribiendo algo, tanto que no notaron mi presencia hasta que hablé.

—¡Chicos! — Ambos me miraron sorprendidos y cerraron el libro en el cual estaban anotando cosas.— Venía a deciros que este fin de semana me voy de viaje— puse la mano enfrente de la cara de James porque sabía que me iba a interrumpirme — necesito salir, necesito cambiar un poco de aire, y Tanya me ha ofrecido ir a España, a su casa, a pasar un fin de semana.

James me miró, suspiro y me hizo hueco en el sillón.

— Está bien, pero quiero que me mandes alguna lechuza para saber que estás bien ¿entendido?

— Vale... — sonreí— pero estaré aquí antes de que te des cuenta, mocoso— hice el amago de levantarme pero James me sujeto por la cintura y me empezó hacer cosquillas mientras Remus se levantó del sillon dejándonos especio.

—Admite que yo soy soy mejor que tú — continuó haciéndome cosquillas.

— Vale, vale...— levante la manos en son de paz, haciendo que James me dejara un poco de espacio— admito que yo soy mejor que tú...— Susurre y salí corriendo dando la vuelta al sillón.

—Hay que ver que nunca vais a madurar— oí la voz de Mer a mi espalda.

—Hermana...— Justo por la puerta empezaron aparecer todos los que faltaban, incluso Peter.

Todos hicieron un corro alrededor del sillón y comenzaron hablar entre sí.

Así que carraspeé para llamar la atención de todos.

—Remus y James ya están informados, así que sólo quería deciros que este fin de semana me voy a España con Tanya. Llevo unas semanas de mucho estrés y creo que ahora que hemos acabado todos los exámenes me vendrá bien cambiar de aire y venir con la fuerza renovadas. — Miré a James dándole a entender que estaba preparada para la nueva temporada de Quidditch, a lo que él me guiñó el ojo y sonrió.

— A mi me parece muy buena idea — me apoyo Lily viendo como Alice asentía con la cabeza.

—Yo lo veo estupendo, una Potter menos a la que tengo que cuidar — Sirius se acercó y me apretó ambos hombros, sonriéndome.

Todos se pusieron hablar así que aproveché para agarrar la mano de Mer y llevarla a un sitio más tranquilo.

—Merida...— estaba nerviosa no sabía cómo se tomaría esta noticia— Los tíos me han comprometido...

—¡¿Que?! ¿Con quien?

— Con Los Black...— susurre, pero me apresure a decir el nombre del menos de los Black — Con Regulus...

— Pero como es posible no entiendo porque lo han echo, voy a ir...

— Mer, respira, déjalo es inútil. — suspiré pesadamente y me dejé caer en el suelo— ya he hablado con Regulus y no nos queda mas opciones, tenemos que seguir adelante.

— ¿Y qué pasa con Wyatt?

— Como te he dicho, está todo hablado.— la abrace y bese su frente.— vayamos a divertirnos un rato, nos vendrá bien.

—Tienes razón, vayamos.

Una vez nos acercamos decidimos subir a los cuartos de los chicos. Y empezaron una guerra de almohadas en la que me vi obligada a refugiarme detrás de varias personas porque no era normal la cantidad de cosas que volaban.

Al cabo de un rato lancé un Tempus viendo como habían pasado casi las dos, Justo tenía 15 min para ir al final de la Gran escalera.

— Chicos, tengo que irme— me había colocado en medio de la habitación, parando todo objeto volador con un "arresto momentum"— ¡Divertios!

— Lleva cuidado — escuche decir a mi primo para acto seguí cerrar la puerta, menos mal que se me había ocurrido lanzar un hechizo insonoro a la puerta porque si no nos hubiéramos llevado un gran castigo ya.

Tomé rumbo a la parte baja de la gran escalera y justo vi a Tanya aparecer.

— Justo a tiempo, —hizo un gesto complacido al verme llegar, frunciendo el ceño a los poco segundos— no te has preparado ninguna maleta.

—Oh, pues... —Mire a mis manos vacías. —No, la verdad es que no, se me ha olvidado.

—Al menos llevas al dragón, ¿verdad?

—Eso siempre —sonreí llevando una de mis manos al bolsillo donde siempre lo llevaba, junto a mi varita.

—Bueno, pues la ropa y lo demás te lo puedo dejar yo. Y si no te viene se lo robamos a alguna de mis hermanas. —Le quito importancia. —Y ahora sígueme, que tenemos que encontrar a Ión.

—¿A Ión? —pregunte tras de ella, confusa. Siguiéndola mientras se perdía en los pasillos. —¿Por qué a Ión?

—Porque va a ser él quien nos saque de aquí.

En ese momento nos adentramos a una pequeña sala en la que se encontraba el Slytherin a solas, con un libro en la mano frente a una chimenea.

—¿Ión? —Pregunte asustandolo.

—Oh, Merlín qué susto me habéis dado. —Puso su mano en su pecho, dejando el libro de lado. —¿Qué hacéis...

—Quiero que nos saques de Hogwarts de la misma forma en la que sales todos los fines de semana. Que me la quiero llevar a España, a mi casa. —Le cortó a toda prisa Tanya de forma demandante, dejándole completamente aturdido.

La sala se quedó en silencio durante unos segundos en los que Ión no dejaba de mirarnos de forma alterna.

—¿Cómo sabes que me voy fuera de Hogwarts todos los findes?

—Ion, literalmente desapareces, no es tan difícil darse cuenta. —Tanya le miró como si le hubiera salido un cuerno para seguidamente sonreír de forma malévola. —Además, todos sabemos que te gusta escaparte cuando puedes a ver a tu novio.

—Espera, ¿que todos lo sabéis?

—Espera, ¿tienes novio? —Hablamos los dos a la vez haciendo reír a la bajita.

—Si, todos lo sabemos y si, este atontado tiene un novio no mágico bien guapo. —Nos respondió a ambos, poniendo uno de sus brazos sobre los hombros de Ión. —Y ahora que te ibas a ir a verlo, porque sé que ibas a ir a verlo, nos vas a ayudar a irnos nosotras también.

El Slytherin suspiró, viéndose atrapado, y sacó un saquito de su bolsillo que reconocí al instante. Eran polvos flu.

—¿No está prohibido tener polvos flu en la escuela?

—Lo está, —se removió nervioso— pero digamos que tengo mis métodos para colarlos.

Ión se los tendió a Tanya que se acercó a la chimenea.

—Ven Ry, que nos vamos, tu di lo mismo que yo.

Y con esas, nos fuimos para España.


N/as:
Hemos tardado más en subirlo porque yo (Janna) me caí y he estado con la pierna vendada en cama así que en compensación este es un poco más largo ☺️ ¡espero que lo hayáis disfrutado!

¡¿QUÉ?! ¿Regulus y Riley comprometidos...?

¿Que opinion tenéis este capítulo?

¿Momento/os favorito/os?

¿Algo que no haya gustado?

¿Que creen que pasará en el siguiente capítulo?

¿Quien creen que son los Henderson?

¿Teorías?

Os queremos 💛❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro