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|| Capítulo 3 ||

Una vez que llego a casa y entro por la puerta veo que Maia ya me está esperando, está sentada en el sillón con una mirada molesta, con sus brazos cruzados y con su pelo recogido en un pañuelo amarillo que cruza su frente. Por el silencio escucho que es un mal presagio, pero solo suspiro mientras hago todo con normalidad, dejo lo que he traído en la mesada y camino hacia el sillón individual que está a un lado; se que si me siento a su lado va a hacerla enojar más y no estoy de ánimos para aguantar una pelea con ella, ya he tenido suficiente con hoy, ya he tenido suficiente con perder a alguien cercano que si se lo cuento a ella no va a entenderlo.

— Aquí estoy, puedes hablar.

— ¡Eres un fracaso! ¡Hemos perdido gran cantidad de dinero por tu culpa!— grita— aprende a usar eso que tienes de una vez por todas ¡No puedo seguir soportando estas humillaciones!

Veo como su respiración se ha desestabilizado, su pecho sube y baja con fuerza, sus manos están apretadas en puño como si quisiera golpearme, pero no lo hace, aún no ha llegado a ese punto y aunque lo hiciera yo se que solo me quedaría parado mirándola hacerlo, yéndome de la casa hasta que todo se tranquilice y volviendo después para hablar tranquilo, pero por ahora sigue manteniendo todo su desahogo de ira en lo verbal, algo que no entiendo porque seguimos soportando esto.

Es que hace poco Maia comenzó a encontrar clientes con más dinero, pero ella no sabe que con ello también aumentan otras cosas, como la desconfianza con respecto a estos temas de "predicciones", y no es mi culpa sino que es en cuanta creencia tienen las personas para gastar su dinero o no en algo como esto.

— Cariño...— susurro.

— No quiero hablar contigo en este momento, no eres más que un bueno para nada.

Otra vez esa palabra que he escuchado de su familia hacia mí. Cuando estoy por decir algo para defenderme veo como Maia ha caminado hacia la habitación cerrando la puerta con fuerza y lo único que puedo hacer es tragar con fuerza para calmar el enojo y dejar de apretar mis manos. Esto no es ni siquiera la mitad de los insultos que suele decir, pero de todas maneras me encuentro muy enojado.

Camino hasta la cocina para tomar un poco de agua, necesito hacer algo para tranquilizarme, pero cuando comienzo a preparar la comida sufro una cortadura en la palma de mi mano, haciendo que maldiga en voz alta. Siempre sucede esto, siempre son las mismas peleas ¿Por qué no me deja? ¿Por qué no le digo que se dé su falso amor? ¿Por qué no pueden ser una buena pareja? Me curo la mano y suspiro.

— Bien, comencemos de nuevo— susurro.

Hago la comida más tranquilo, pensando que si hago la comida favorita de Maia todo se va a solucionar, el problema de la clienta que canceló el trabajo estará en el pasado, porque ninguno de los dos tenemos la culpa de que la mujer no quisiera dejarse convencer por tal cantidad de dinero, no todas las veces vamos a tener éxito, es regla básica cuando se quiere trabajar en algo de este tipo.

Cuando la comida ya esta lista busco una lata de cerveza de la heladera para darme ánimos a lo que puede pasar después de esto, Maia puede aceptar comer o solo hacer un berrinche y yo dormir en el sillón, así que le doy otro trago más lago. Solo quiero que esto acabe y podamos estar en paz, quiero que ella diga las palabras para terminar todo esto porque no puedo dejarla, estoy aferrado a ella, no quiero dejarla, pero si aceptaré si ella quiere hacerlo.

Camino hacia la habitación, pero para mi sorpresa la puerta está abierta, cuando me acerco hasta el marco de la puerta veo como Maia, mi Maia, está mirándose en el espejo mientras se maquilla; lleva un vestido floreado suelto que sabia usar en preparatoria pero que cuando se graduó cambio por lisos y muy pegados a su cuerpo, y que rara vez usaba más que para reuniones de trabajo y ni yo, como su pareja, pude disfrutar. Ese vestido queda muy bien con su piel y el pañuelo que lleva en su cabeza combina muy bien con su vestido, es muy linda, siempre fue linda.

— La comida ya hecha, tú comida favorita.

— Voy a salir.

Ni siquiera me mira cuando me dice aquello, solo sigue arreglándose, arreglando su cabello y sonriendo a su reflejo, sabiendo que es hermosa y que puede usar eso a su favor.

— ¿A dónde? ¿Con quién? ¿A qué hora vuelves?

— No eres mi padre Simón, eres mi novio, volveré tarde así que no me esperes despierto, aun sigo molesta contigo.

— No hagas esto, quédate conmigo— suplico.

— Tú deberías hacer lo mismo, salir, tener amigos y no depender de mí. No soy tu madre, soy tu novia— contesta mirándome— somos novios, no estamos atado el uno al otro como marido y mujer, y sabemos que estar casados no está en nuestros planes.

— Llevamos muchos años Maia, por lo menos respóndeme dónde estarás.

Maia vuelve la mirada hacia el espejo para seguir arreglándose, por lo cual al no tener respuesta camino hasta donde esta ella abrazándola por detrás y mirar su rostro en el espejo, una vez más evita mi mirada pero puedo sentirle tensarse debajo de mis brazos.

— Iré con los chicos de la preparatoria— dice susurrando— nos vamos a juntar, estamos todos invitados, excepto tú, piensan que estás internado.

Como si fuera un insulto la suelto y camino a la sala, había pasado mucho que escuchaba aquella palabra "internado", fue uno de las palabras que usaron para decirme en primaria y preparatoria que yo iba a terminar mis días internado en un lugar para personas con trastornos mentales. Creí que Maia iba a defenderme siendo su pareja, que iba a desmentir aquello, pero todo lo que obtengo es que ella siente vergüenza para decir que somos parejas desde hace años.

Entonces la veo tomar sus pertenencias y sale por la puerta dejándome solo, camino hasta la ventana viendo como un auto la recoge frente a la casa y lo único que puedo sentir es impotencia. Llevo mi mano a mi pecho porque no puedo calmar este sentimiento, ni siquiera pude desahogar mi enojo, ella solo fue dejándome con todo esto dentro y mañana, cuando ella regrese hará como si nada paso y yo, yo no podre hablar de esto que me molesta.

Cuando el reloj marca que ya es la medianoche dejo el plato a un lado y suspiro, el programa televisivo no es interesante si mi atención está en que Maia todavía no vuelve a casa con la hora que es, no podre estar bien si ella no regresa a casa antes de que sea más tarde, por lo es mejor si voy a buscarla para estar tranquilo que no estará en la calle sola a estas horas, y así nadie podrá hacerle daño.

— Sabía que la aplicación iba a servirme algún día.

Nunca quise hacerlo, nunca quise llegar a este punto, pero hace unos meses me sentí tan inseguro de mi mismo que tuve que colocar una aplicación en ambos celulares para saber su ubicación, ya que ella solía estar fuera de casa por mucho tiempo, pero nunca lo use porque no creí que era necesario, quise confiar en ella y no dejarme ganar por el sentimiento, y ahora tampoco estoy desconfiando solo quiero saber donde está para buscarla y traerla a casa a salvo, evitando que el "Descorazonador" este cerca y le haga daño.

Al lograr obtener la ubicación y saber que restaurante es, agarro las llaves de mi auto y voy a esa dirección. No me importan los demás, con solo tener a salvo a Maia, a mi pareja, de aquel asesino que sigue suelto para mí es suficiente.

— Es muy tarde, este lugar es peligroso— murmuro.

Estaciono un poco antes del restaurante y camino hasta el lugar, trato de no hacer muestra de presencia pero puedo ver por el ventanal hacia dentro del lugar, entonces puedo verlos, nunca podre olvidarme de ellos, pero no me importan ya, no me importa ninguno más que Maia, no me importa que estén cenando y riendo como si fueran muy unidos, no me importa que me excluyeron porque estoy agradecido de no tener que estar compartiendo una mesa fingiendo que me agradan.

Encuentro con la mirada a Maia un momento después, y no puedo dejar de mirarla, esa sonrisa que tiene en su rostro nunca la he visto dirigida a mí, y por alguna razón me siento inútil al ver ese lado que desapareció una vez que se egreso y comenzamos una relación ¿Tan infeliz se ha vuelto a mi lado? Pero yo nunca la obligue a estar a mi lado, ella solo me eligió ¿Por qué me hace sentir culpable? Si no es mi culpa todo esto, tampoco es mi culpa verla coquetear con aquel chico a su lado, aquel chico que reconozco bien. Entonces veo como Maia mira hacia mi dirección, suelta a Jordan y viene hacia la puerta, entonces me hago hacia atrás para quedar fuera de la vista del ventanal antes de que ella lo haga, no quiero que me humille más de lo que estoy.

— ¿Qué haces aquí?— pregunta molesta— habíamos hablado de esto, no puedes hacer esto.

— Ya es tarde para irte sola.

— Me van a acercar a casa, así que vete a casa, hablaremos cuando llegue.

Ella me habla suave pero aun noto un tono de molestia, busco su mirada por un momento pero veo como ella trata de evitarme, agarro su rostro con fuerza y los miro, después de mucho tiempo, y revivo aquellos recuerdos de su vida, pero esta vez solo lo que pasara en unas horas porque está algo nebuloso y porque su mirada se corre a los segundos, pero es suficiente para saber que ella va a engañarme con Jordán esta noche.

— Me vas a engañar.

— ¿Cuántas veces hemos hablado de esto? ¡No me mires a los ojos!

— Me vas a engañar— vuelvo a repetir.

— Vete a casa Simón, hablaremos allá, no me arruines mi noche.

— Vamos a casa, hablemos y dejemos en claro esto de una vez— digo ya perdiendo la paciencia— si esta relación no da para más ya dilo de una vez, sabes que soy lo bastante estúpido para dejarte por mi cuenta.

Cuando veo que ella está por hablar la puerta del restaurante se abre y se muestra a un chico que mira hacia nuestra dirección, no logro reconocerlo pero este parece que si porque camina hacia donde estamos mientras saca un cigarrillo y sonríe, una sonrisa de medio lado que me hace acordar al de un villano a punto de hacer una de las suyas, pero creo que por la tensión que estoy viviendo con Maia en este momento me hace ver a todos los demás con desconfianza, ya que este chico no es más que un chico que ha estado con ellos dentro. Tiene un aspecto muy formal en cuanto a su vestimenta y rasgos muy marcados, cabello bien recortado y una mirada que es incómoda para mí sostener, es un chico que se nota mucho.

— Oh, tu eres Simón Lewis, el chico del que todos hablan— dice este con un tono suave— no creí que podría conocerte tan pronto. Soy Raphael, Raphael Santiago.

Me parece extraño que Maia se encuentre nerviosa queriendo que se vaya, así que tomando la oportunidad de que el chico me mira observo hacia sus ojos para saber que hay oculto en él, y porque a pesar de que estoy mirándole así sigue sonriendo haciendo que mi cuerpo se tense. Entonces no veo nada, no veo nada en sus ojos, es como si no tuviera alma, como si mi condición no pudiera hacer nada en él.

"¿Qué está sucediendo conmigo?"

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