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Capitulo 3: El inicio del festín sangriento

El héroe Elliot... Aquel que alguna vez juró proteger al Imperio Demioriel... Ahora... con la oscuridad impregnada en todo su ser... Lo único que desea es ¡Venganza!...

Esa mirada llena de miedo y terror... ¡Es simplemente irresistible! —pensé mientras le sonreía sádicamente al emperador.

Mande a volar al emperador hacia donde estaba su familia.

—Díganme, pueblo de Demioriel. ¿Les gustó el espectáculo? —

—¡Déjanos ir ahora! —

—¡Solo somos gente común! ¡No hemos hecho nada malo! —

—¡¿Piensas matarnos?!—

Esta gente son igual que ellos...—pensé

—¡Ja, ja, ja! ¡Sí que son divertidos! —

—¡CÁLLENSE! ¡USTEDES DEBEN PROTEGERNOS A TODA COSTA! ¡SOMOS LA FAMILIA IMPERIAL! ¡LA FAMILIA BENDITA POR LOS DIOSES! ¡NO SE DEJEN INTIMIDAR POR ESTE SUCIO DEMONIO QUE SE HACE PASAR POR EL HÉROE ELLIOT! —gritó Angelica.

—Oh...—dijo el héroe acercándose a Angelica. —Acéptalo, estúpida princesa. He revivido. —dije agarrándola del cuello. —

—¡Suéltala! —dijo Héctor acercándose al héroe Elliot

—Ah, ah, ah. Tú te quedas ahí. —dijo el héroe haciendo que el príncipe se arrodille ante él.

—¿Q—qué me hiciste? —dijo Héctor intentando levantarse.

—¿Yo, príncipe Héctor? Nada. Es solo que...—dijo el héroe arrojando a Angelica al suelo y acercándose al arrodillado príncipe. —Tú quisiste arrodillarte ante mí ¿o me equivoco? —dijo el héroe pateándole en el estómago.

—¡Ahhhhhhhhhh!—dijo el príncipe.

Intentó levantarse, pero fue en vano.

—Vamos, Héctor. No me digas que te dolió esa patada. —dijo el héroe burlonamente. —Intentémoslo de nuevo. ¿Quisiste arrodillarte ante mí? —dijo el héroe pateándolo de nuevo.

—¡Ahhhhhhhhhh! —dijo el príncipe.

Ante la negativa del príncipe a responder, el héroe siguió pateándolo hasta que escupiera sangre.

—¡Basta! ¡Ya detente! ¡Por favor! —gritó la esposa de Héctor.

—¡Diana, has algo! —dijo Angelica.

—Princesa, n—no puedo moverme. La magia del héroe me lo impide. —respondió.

—¡Salva a mi hermano! ¡Incluso si significa cortarte las piernas! —grito Angelica.

—M—Mis... piernas...—dijo titubeando Diana.

—¡Si! ¡¿Qué estás esperando, Diana? ¡Sálvalo! ¡Es una orden! —gritó el emperador.

Al escuchar esos gritos, el héroe dejó de patear a Héctor y se acercó hacia ellos.

—Hey, hey, hey. —dijo el héroe. —Sí que están ansiosos por participar al igual que Héctor, ¿no? —dijo.

—¿Crees que te tengo miedo, sucio de...—dijo Angelica?

—Escúcheme bien, estúpida princesa...—dijo el héroe agarrándola del cuello. —O aceptas que soy el héroe o....—dijo el héroe agarrando la parte delantera de su vestido. —Les daremos un buen espectáculo a esta gente.—

—¡N—no te atrevas a tocarme, sucio de...—!

—Sí que eres muy terca. —dijo el héroe arrancando la parte delantera de su vestido dejando al descubierto su voluptuoso cuerpo.

—¡N—NOOOOOOOOOOOOOO! —grito Angelica.

Al ver el cuerpo desnudo de la princesa, todos los hombres que estaban paralizados por la magia del héroe empezaron a mirarla; con claras intenciones lujuriosas.

—¡DEMONIO! ¡¿QUÉ VAS A HACERME?!—

—¿Qué voy a hacerte? —dijo el héroe. —¿No es obvio? —dijo con una sonrisa en el rostro mostrando su cuerpo desnudo a la gente.

—¡Ciudadanos de Demioriel! ¡Les ofrezco el tesoro más valioso de este imperio! ¡La primera princesa del imperio, Angelica! —dijo el héroe acercándose; con las manos en el cuello de Angelica, a la gente.

Ellos, en respuesta, empezaron a lamerse los labios.

—¡N—NO! ¡NO TE ATREVAS! ¡SUCIO DEMONIO! —

Con cada paso que daba el héroe hacia la gente, los gritos de Angelica se intensificaban. A solo un paso del borde del estrado; con Angelica en sus manos, el héroe miró a la gente.

—Última oportunidad, princesa. —dijo el héroe. —¿Soy el héroe Elliot o no?—dijo el héroe dejando a la princesa colgando de su cabello a merced de la gente.

—¡Juro que te mataré! –

—¡Ja, ja, ja, esa terquedad tuya sí que es graciosa! Bueno...—dijo el héroe. —A la cuenta de tres, soltaré a la princesa y ustedes podrán hacer con ella lo que quieran. —

—¡...!—

—Uno...—

Ante la mirada devoradora de los hombres de la ciudad y el conteo del héroe, el pánico entró en la princesa.

—Dos...—

—Y....—dijo el héroe con una sonrisa sádica.

—Tre...—

—¡TÚ ERES EL HÉROE ELLIOT! —gritó la princesa con todas sus fuerzas.

El héroe sonrió.

—¿Ves? ...—dijo el héroe agarrándola del cuello. —No fue tan difícil ¿o sí?

—¡Juro que te mataré! —dijo la princesa.

—¡Esa es la actitud, princesa! ¡No dejas de sorprenderme! —le respondió.

—Bueno, muchachos. Ya que la princesa me reconoció, supongo que no podrán probarla. —dijo el héroe. Pero no se preocupen. Esto está lejos de terminar. —dijo el héroe haciendo que, nuevamente, la gente deje de moverse.

Con la princesa en sus manos, el héroe se acercó hacia la familia imperial y la lanzó hacia ellos.

—¡Hermana! —dijo Amanda.

—¡Juro que lo mataré! —dijo Angelica llena de furia.

—¿Dónde está el mago Mauricio? —dijo el emperador. —Él puede enfrentarlo. —

—No lo veo por ningún lado. —dijo la esposa de Héctor.

—Bueno... con respecto al mago Mauricio...—dijo el héroe apareciendo enfrente de ellos. —Lo que vieron fue solo una ilusión que él dejó en la capital. —

—¿Qué?—dijo sorprendido el emperador.

—Si, emperador. Ese mago está a las afueras del imperio. Pero...—dijo el héroe acercándose al emperador. —Él debería ser la última de sus preocupaciones. —

—¡Héroe cobarde! —gritó Diana—¡Tomando a la familia imperial como rehén! ¡Lucha contra mí honorablemente! —

Ante estas palabras, el héroe volteó a verla.

—¿Huh? —dijo el héroe mirando fríamente a Diana. —¿"Honorablemente"? —dijo el héroe acercándose a Diana.

Al ver esos ojos fríos y llenos de ira, empezó a temblar.

—Acaso te has olvidado...—dijo el héroe llegando hacia donde estaba Diana. —¿Los métodos que hiciste para capturar a mi familia? —dijo mirándola directamente a los ojos.

—Porque si no lo recuerdas...—dijo el héroe acercando lentamente su mano hacia su cara. —Puedo hacértelo recordar... detalle por detalle...—.

—... No... A—aléjate...—dijo Diana temerosamente.

—Dime, comandante. ¿Recuerdas "esos métodos"? —dijo el héroe. —Esos sucios y retorcidos "métodos" que cometiste en nombre de la familia imperial. —

—Eso... eso no fue mi culpa... ¡Eso fue una orden imperial! —gritó Diana.

—¡Soy la jefa del ejército imperial! ¡Solo estaba cumpliendo las órdenes que su majestad me dio! ¡¿Qué hay de malo en eso?!

—Huh... ¡Diana, espera! —dijo el emperador.

—¡Alto, Diana! —grito Angelica

—¡Masacrar a toda esa población fue una orden encomendada a mí! ¡Las órdenes del emperador son absolutas! ¡Toda esa gente estaba dispuesta a morir en honor del emperador! ¡Esa gente es menos que basura para los fines del emperador! ¡Toda esa gente debería estar agradecida que sus vidas al menos sirvieron de algo! —

Al decir eso, la voz de Diana se escuchó más fuerte haciendo que todos escucharan.

—¿Eh? ¿Por qué mi voz se escuchó más fuerte? —dijo Diana.

—Aumente el volumen de tu voz con magia...—dijo el héroe. —De esa manera podrían escuchar de manera clara todas las atrocidades que el emperador cometió. Gracias por colaborar, Diana. —dijo el héroe sonriendo de oreja a oreja.

—¿Qué? ¿No que el héroe fue el que cometió esos asesinatos? —

—¡Mi esposa y mis hijas murieron ahí! ¡¿Quién me las va a devolver?!—

—¡DIANAAAAAAAAAAAAAAA! —gritó el emperador mirándola llena de furia.

—¡MALDITA SEAS, DIANAAAAAAA! —gritó Angelica.

—P—p—perdóneme... Su majestad... princesa... Le ruego que me perdonen...—dijo temblorosamente Diana.

—¡¿QUÉ ESPERAS PARA CORTARTE TUS PIERNAS Y DETENER AL HÉROE?!—gritó Angelica.

—N—n—no puedo... princesa...no puedo...—

—¡ERES UNA INÚTIL! ¡JURO QUE ME DESHARÉ DE TI! —gritó el emperador.

Dejando atrás a Diana, el héroe se acercó dónde estaba tirado Héctor, lo agarró de los cabellos y lo arrastró hacia donde estaba la familia imperial.

Al llegar, lo tiró hacia ellos.

—¡Héctor! ¡Hijo! —dijo el emperador acercándose a él.

—E.... ese... maldito... héroe... juro que me las va... a pagar...—dijo a duras penas Héctor.

—¡Padre! ¡Padre! —dijeron los hijos de Héctor acercándose hacia su padre.

—¡Héctor, amor mío! ¿Qué te han hecho? —dijo Anastasia, su esposa.

Al ver a toda la familia reunida intentando ayudar a Héctor, el héroe suspiro.

—Ahhhh... Que linda escena es esta. —dijo el héroe. —De solo verlo, me harán llorar. —dijo el héroe burlónamente.

—Ahora...—dijo el héroe. —Es tiempo del evento principal. —dijo chasqueando los dedos.

Al chasquear los dedos, todos los miembros de la familia imperial se levantaron y caminaron; en contra de su voluntad, hacia el medio de la plaza.

—¿Q—qué es esto? —dijo Amanda.

—¡Detén esto! —dijo Angelica.

—¡Maldito héroe! ¡Detente! —dijo el emperador.

Al llegar, el héroe, nuevamente, chasqueó los dedos y, cada miembro de la familia imperial se arrodilló ante él.

—Fufufufu...es una buena vista, si me lo preguntan. —dijo el héroe.

—¡Pagarás por esto, héroe! ¡De eso puedes estar seguro! —dijo el emperador.

Ante estas palabras, el héroe agarró el cabello del emperador, jalándolo.

—Aún no reconoces en qué situación estas, ¿eh, estúpido emperador? —dijo el héroe. —Pero no te preocupes. Pronto lo entenderás. —dijo el héroe con una sonrisa sádica en su rostro.

—Bien. Ya que están todos los miembros de la familia imperial; desde el emperador hasta sus nietos. —dijo el héroe sacando una espada de una niebla oscura que creó. —Empecemos con el evento principal. ¡El juego de la ruleta! —

Ante las palabras pronunciadas por el héroe, el miedo invadió a la familia imperial ante la expectativa de qué se trataría este juego.

—Veo que están super emocionados al igual que yo. —dijo el héroe con una sonrisa juguetona. —Sino esto sería muuuuuy aburrido. —

—Las reglas son simples: Yo me taparé los ojos y, con esta espada que tengo en la mano, señalaré a cada uno de ustedes. Cuando termine de hablar y la espada señale a alguno de ustedes...—dijo el héroe mostrando una sonrisa juguetona que puso los pelos de punta a la familia imperial. —Recibirá un castigo, así de simple. —

—Ahora, yo me taparé los ojos y....—dijo el héroe con una sonrisa sádica. — ¡Veamos quien será el afortunado o afortunada en recibir este castigo! —

Con estas palabras que anunciaban la muerte, los miembros de la familia imperial comenzaron a sentir un miedo latente ante la suerte que tendrían en este juego macabro.

—¡Empecemos! —dijo el héroe lamiéndose los labios.

—De tín...—

—Marín...—

—De do...—

Presos del miedo cada vez que miraban pasar la espada en frente suyo, cada uno de ellos empezó a gritar al héroe para que detenga este juego macabro, pero él; sabiendo de esto, siguió con el juego.

—Pingue...—

—¡DETENTE! —gritó el emperador.

—¡ALTO! ¡YA BASTA! —grito Amanda.

—Cucará...—

—¡DETÉN ESTA ESTUPIDEZ, HÉROE! ¡ENFRÉNTAME COMO UN HOMBRE! —gritó Héctor.

—¡HAZ QUE PARE, HÉCTOR! —grito Anastasia.

—Macará...—

—¡JURO QUE TE MATARÉ! ¡LO JURO! —gritó Angelica.

—¡PARA! ¡POR FAVOR! ¡DETENTE! —gritó Anastasia al ver a sus hijos presos del miedo.

—Títere fue...—

—¡MALDITO HÉROE! ¡TE MATARÉ! ¡TE VOY A MATAR! —gritó el emperador.

—Yo no fui...—

—Fue teté...—

—Pégale...—

—Pégale...—

—Que...—

—Ella...—

—¡DETENTEEEEEEEEEEEEEEEEEE!—gritó Héctor.

—Fue...—dijo el héroe deteniendo su espada.

Con el final de estas palabras, todos los miembros de la familia imperial vieron a la persona que tuvo la desdicha de perder en este juego macabro.

—Oh... Parece que tenemos a una ganadora. —dijo el héroe al ver que su espada señalaba a Anastasia.

—... No... ¡Nooooooooooooooooooooooooooo! —dijo Héctor.

—¿Eh? —dijo Anastasia perpleja ante el resultado del juego.

—¡Felicidades! Eres la elegida en este pequeño juego, Anastasia. —dijo el héroe.

—¡NO! ¡NOOOOOOOO! —gritó Anastasia. —

Al verla gritar, el héroe agarró a Anastasia del cabello y la jaló.

—¡DETENTE! ¡ALÉJATE DE MÍ! ¡HÉCTOR! ¡AYÚDAME! ¡AYUDAMEEEEEE! —gritó desesperadamente.

—¡DETENTE! ¡SUÉLTALA! ¡NO LA TOQUES! —dijo Héctor intentando levantarse de este sometimiento mágico. —¡NO TE ATREVAS A TO...! *Bluagh*...—dijo Héctor escupiendo sangre.

Al ver el estado del príncipe, el héroe soltó a Anastasia y se acercó a él.

—Si fuera tú, tendría mucho cuidado en intentar levantarme, Héctor. —dijo el héroe. —La magia que les puse tiene como componente la gravedad. A medida que intentan levantarse, la gravedad sobre ustedes se hará más y más fuerte, haciendo que todo su cuerpo empiece a tener una presión tan fuerte que sus órganos explotaran. —dijo el héroe sonriendo. —Así que... No intentes nada estúpido, ¿sí? —dijo el héroe infantilmente.

Al verlo dirigirse nuevamente hacia su esposa, Héctor sintió frustración por no poder hacer nada. Intentó levantarse una vez más, pero la presión que ejercía la magia sobre él hacía que escupiera más sangre.

—¡Padre! ¡Haz algo! ¡Salva a mi madre! ¡Padreeeeee! —gritó Aurelio, su primogénito.

—¡Papá! ¡Por favor, ayúdala! ¡Detenlo! ¡Por favor! ¡Papaaaaaaa! —dijo su segundo hijo, Julio.

A medida que los pasos del héroe se acercaban hacia su esposa y los gritos que clamaban que su padre actuara, Héctor; por primera vez, cedió ante alguien.

—¡Elliot! ¡Alto! —gritó Héctor. —¡Detente! ¡Por... favor! —

El héroe al escuchar esas palabras se detuvo.

—¿Eh?... Creo que escuche mal...—dijo el héroe. —Héctor, el gran príncipe y guerrero número uno del imperio Demioriel, ¿está suplicándome? —dijo el héroe sosteniendo a Anastasia de los cabellos.

—Y—yo...—dijo el príncipe titubeando.

—Supongo que me equivoque... Bueno, continuemos. —dijo el héroe dándole la espalda a Héctor.

—¡No! ¡Suéltame! ¡Héctor! ¡Hectooooooooor! —gritó desesperadamente Anastasia.

Entre su orgullo y la vida de su esposa, el príncipe, finalmente, tuvo que ceder.

—¡Detente, Elliot! ¡Por favor! ¡Detente! ¡Te lo suplico! —dijo el gran guerrero del imperio entre lágrimas. —¡Por favor, perdónanos! ¡Te lo ruego! —dijo inclinando su cabeza hacia el suelo.

El héroe, al escucharlo, soltó a Anastasia y se acercó hacia el guerrero.

Con cada paso que daba, el príncipe intentaba levantarse, pero si lo hacía por su orgullo, las consecuencias serían terribles.

Al llegar hacia donde estaba el príncipe, el héroe pisó su cabeza.

—Creo que escuche mal. ¿Podrías decirlo de nuevo, Héctor? —dijo provocativamente.

Viendo sus claras intenciones, el príncipe, tragándose todo el orgullo que le quedaba, le respondió.

—Héroe Elliot... Te lo suplico... Por favor, perdónanos...—dijo Héctor sollozamente. —No lastimes a mi esposa... Por favor... Te lo ruego... Perdónala... Por favor...—

En respuesta a ello, el héroe sacó su pie de la cabeza del príncipe.

Este, al sentir como su pie fue quitado, intentó levantar la mirada en busca de la compasión del héroe.

Al verlo, pudo notar una sonrisa tranquila; como si sus miedos se esfumaran y pudiera liberarse de ese ahorcado nudo que lo ataba.

Sin embargo, todo era una mentira...

—... Y así fue como... Mi madre rogó por las vidas de sus hijas, ¿recuerdas, Héctor? —

—¡...!—

Al escuchar esas palabras, el miedo se apoderó de Héctor. Intentó verlo nuevamente, pero para su desgracia, lo único que vio fue una sonrisa macabra.

—Recuerdas cómo torturaste, violaste, mataste y descuartizaste a mi madre y mis hermanas, ¿no, Héctor? —dijo el héroe jalando su cuello mirándolo a los ojos—Trata de recordar todo lo que hiciste con ellas, porque ella también experimentará el mismo destino. –

Dicho eso, lanzó a Héctor al suelo y se acercó hacia Anastasia.

—¡NOOOOOOOO! ¡POR FAVOR! ¡PERDÓNAME! ¡ELLIOT, PERDÓNAME! ¡TE LO RUEGO! ¡PERDÓNANOS! ¡POR FAVOR! ¡TE LO SUPLICO! ¡PERDÓNALAAAAAAAAAA! —gritó Héctor con todas sus fuerzas.

Con el llanto de sus hijos y la frustración de sus hermanas y padre, Héctor empezó a llorar.

—Hey, hey. ¿A dónde crees que vas? —dijo el héroe levantado a Anastasia de los cabellos.

—¡Elliot! ¡Por favor, perdóname! ¡Te lo suplico! ¡Ten piedad! ¡Por favor! —

—Uhm... ¿Acaso tuviste piedad cuando dejaste a esos niños en manos de Amanda? —

—¡...!—

—¿O cuándo dejaste a esas jóvenes a merced de Angelica? —

—Y—yo...—

—No, ¿verdad? —dijo el héroe mirándola directamente a los ojos. —Entonces... ¿Por qué yo tendría piedad de ti, Anastasia? —

—E—eso es...—

—Vamos, Anastasia. Dame una razón para que te perdone... Solamente una razón para dejarte vivir. —dijo el héroe mirándola fríamente.

Ante estas palabras, Anastasia intentó buscar compasión en sus ojos, pero era inútil. Solamente pude ver los ojos de un hombre sin alma, un hombre sin escrúpulos... Sediento de sangre...

Simplemente, se resignó.

—Eso creí...—dijo el héroe indiferentemente.

—Bueno... empecé...—dijo el héroe. —¿Qué...? —dijo el héroe mientras veía a Anastasia

Esta, al verlo, no entendía por qué reaccionó así.

El héroe activó un círculo mágico en su ojo para comprobar si lo que emanaba de Anastasia era cierto.

Y... efectivamente... había un ser vivo dentro de ella...

Al enterarse de esto, el héroe se empezó a reír y, con rapidez, miró a Anastasia.

—¿Aún no le has dicho a Héctor, ¿verdad? —

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —

—Oh... Entonces tú tampoco lo sabes, ¿eh? —dijo el héroe soltando a Anastasia al suelo.

Con ese dato valioso en mente, se acercó hacia la familia imperial, parándose frente a ellos.

—¡Felicidades! ¡Un nuevo miembro de la familia imperial está en camino! —dijo el héroe sonriendo.

Al escuchar la noticia, todos se quedaron sorprendidos, en especial Héctor.

—¿Qué? —dijo Héctor.

—¡Mientes! ¡Eso no es verdad! —gritó a lo lejos Anastasia

Héctor se quedó sin palabras

—¡Así es! ¡Felicidades! ¡Deberían estar felices! ¿Por qué ponen esas caras? —dijo el héroe burlonamente acercándose a Héctor, levantando su rostro hacia el suyo. —En especial, tú. ¡Vas a ser papá! ¡Por tercera vez! ¿Dónde está esa cara de felicidad, Héctor? —

—...—

—Vamos. Muéstrame una sonrisa. —dijo el héroe poniendo sus dedos en su rostro forzando una sonrisa.

—E—eso es mentira... Mi mujer...no... ella no está...—

—Oye, Héctor. ¿Cuándo te he dicho una mentira? —

—P—pero... Es...—

—Oye... Deberías estar feliz. Vas a ser papá. —dijo el héroe con una sonrisa tierna.

Al verlo de esa forma, el príncipe vio la posibilidad de encontrar esperanza en ello. Tal vez, en la situación que se encuentra su esposa, puede que tenga piedad de ella. Puede que lo perdone...

—¡Héroe! ¡Por favor! —dijo Héctor aferrándose a su pierna. —¡Perdónala! ¡Por favor! ¡Ten piedad de ella y de mi hijo! ¡Por favor! ¡Perdónalos! ¡Te lo ruego! —dijo entre lágrimas.

Al ver esto, el héroe se acercó hacia Héctor. Él, al sentirlo acercándose, sintió que este lo perdonaría y tendría misericordia a su familia.

—Oh... Héctor...—dijo el héroe. —Yo... lamento todo esto. No quise llegar a estos extremos... Por favor, les pido que me perdonen...—dijo arrepentido

Al escucharlo, el corazón de Héctor; que antes estaba abatido, se llenó de esperanza. Sintió que todo ese peso de sus actos fuera quitado a través de esas palabras.

Sin embargo, la realidad es muy cruel...

—Eso es lo que te hubiera gustado escuchar, ¿verdad? —dijo el héroe.

Con esas palabras, ese hilo que por un momento sintió que se deshacía, lo volvió a ahorcar, pero esta vez más fuerte.

—Escúchame bien, Héctor. ¿Realmente creíste que, por el hecho de que tu esposa está embarazada, la iba a perdonar? —dijo el héroe. —No me hagas reír... ¡No dejaré que ninguno de ustedes escape de los crímenes que cometieron! —dijo el héroe lamiéndose los labios.

Al verlo, Héctor quedó destrozado. La única esperanza que tenía se quebró con esas palabras que dictaminaban una sentencia de muerte atroz.

Dicho eso, el héroe se alejó de Héctor y fue hacia su víctima.

—¡POR FAVOR! ¡DETENTE! ¡TE LO SUPLICO! ¡PIEDAD, ELLIOT! ¡PIEDAD! ¡POR FAVOR! ¡ELLIOT, PERDONAME! ¡MÁTAME A Mí! ¡PERO NO A ELLOS! ¡ELLIOT! ¡ELLIOOOOOOOOOOOOOOOT! —gritó Héctor.

—Sin importar cuanto llores o supliques. Los muertos no pueden oírte. —dijo el héroe a Héctor antes de darle la espalda.

Con esas palabras en mente, Héctor se dio cuenta que ya no había marcha atrás. Simplemente... se acabó.

Con cada paso que daba el héroe hacia ella, Anastasia se arrastraba hacia las escaleras para intentar escapar.

Para su mala suerte, el héroe la alcanzó.

—¿Acaso piensas escapar, Anastasia? —dijo el héroe agarrándola de la pierna.

—¡Elliot, por favor, ten piedad! ¡Estoy embarazada, por favor! —dijo entre lágrimas

—Nop. Absolutamente no. —dijo el héroe jalandola de la pierna hacia el medio de la plaza.

Entre gritos y lágrimas, Anastasia intentó mirar a su familia; su esposo e hijos. Al verlos, solo vio lágrimas en sus ojos y la frustración que sentía Héctor al no poder hacer nada.

—Bien. Llegamos. —dijo el héroe. —¡El evento principal inicia ahora! —

Se acercó hacia Anastasia y la levantó. Intentó poner resistencia, pero fue inútil. El héroe inmovilizó sus piernas y manos con su magia oscura, dejándola de pie; con las extremidades estiradas, en medio de la plaza.

—¿Q—qué planeas hacerme? —dijo Anastasia con miedo a lo que está por suceder.

—Verás... tenía pensado en hacerte exactamente lo mismo que Héctor le hizo a mi madre y mis hermanas, pero con este nuevo participante en el juego...—dijo el héroe lamiéndose los labios. —Se me ocurrió algo mucho mejor. —

Con Anastasia de pie, el héroe sacó, de un miasma oscuro, una espada que, a simple vista, era normal, sin embargo, su filo está oxidado.

—Muy bien. ¡Empecemos! —dijo el héroe arrastrando la espada en dirección hacia su víctima.

—¡Alto! ¡Aléjate, Elliot! —

En frente de ella, estaba su ejecutor con el arma que iniciaría esta masacre.

—Y bien, ¿con qué parte empezamos? ...—dijo el héroe levantando esa espada. —¿Con los pies o con las manos?—dijo con una sonrisa sádica.

—¡Elliot! ¡Piedad! ¡Piedad! —

—Entonces... Serán los pies...—dijo el héroe apuntando a su pie izquierdo.

La punta de la espada tocaba su pie.

Intentó moverse, pero era inútil. Solo podía ver como esa espada hambrienta de sangre fresca, apuntaba su pie.

—A la cuenta de tres. Uno...—

—¡Elliot! ¡Por favor! —

—Dos...—

—¡Elliot! ¡Elliot! ¡Elliot! ¡ELLIOOOOOOOOOOOOOOOOOT! —

—Tres...—

*¡Flaz! *

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

—Oh... Como pensé, no pude cortarlo de un solo corte. Supongo que tendré que hacerlo un poco más fuerte. Así que, aquí vamos de nuevo. —

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

—¡Bien! ¡Con esto, ya voy dos dedos! ¡Sigamos! —

Anastasia gritaba salvajemente y se retorcía de dolor, mientras pasaba la espada.

—Ah... Como supuse. Al estar oxidado, esto resulta muy trabajoso. Ni modo, tendré que poner más fuerza. —

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

Sus gritos hacían eco en toda la plaza. Con la sangre esparcida, Anastasia se desmayó en repetidas ocasiones, pese a eso, le daba una cachetada para que pudiera despertar. Aunque intentara cortarlo, no se podía. Repetí varias veces el corte, pero lo único que hacía era destrozarle los dedos de los pies en vez de cortarlo.

*Slap*—Oye, despierta Anastasia. —dijo el héroe.

Al despertar, Anastasia; con su maquillaje corroído por sus lágrimas y los mocos colgando de su nariz por el dolor, miro su extremidad; completamente destrozada, y empezó a llorar.

—Sabes, cortar tus dedos es muy agotador. Así que...—dijo el héroe desvaneciendo esa espada oxidada e invocando una espada reluciente con un filo naranja. —Acabemos con esto. —

—¡D—detente! ¡Por favor! —dijo moqueando su nariz.

—¡Aquí voy! —

Con una sonrisa sádica en mi rostro, sostuve la espada con ambas manos y...

*Flaz*

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

—¡Al fin! ¡Finalmente, pude cortarte los dedos, Anastasia! ¡Y de un corte sin sangrar! —dijo el héroe. —Deberías agradecerme. —dijo entre risas.

—¡AHHHHHHHHHHH! ¡DUELE! ¡DUELEEEEEEE! —dijo lagrimeando.

—Y eso que vas solo un pie, Ana. Ahora...—dijo el héroe lamiéndose los labios. —¿Continuamos? —

—... No...¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!—

Con la punta de la espada, el héroe estaba a punto de realizar el corte, pero una idea cruzó por su cabeza.

—Oye, Ana. Qué prefieres... ¿Qué te corté el pie con la espada oxidada o con la anterior espada? Decídete, por si no lo haces...—dijo el héroe sacando unas grandes tijeras oxidadas del miasma negro. —Te cortaré con esto y apuesto que esto será mucho peor que las anteriores. —dijo sonriendo de oreja a oreja.

—Y—yo... yo...—

—Ah... Y yo que te di la oportunidad que eligieras. Bueno, que se le va a hacer. —dijo el héroe. —Supongo que serán las tijeras. —

—¡No! ¡Alto! ¡Prefiero la espada! —

—Oh... ¿Cuál? ¿Esta o esta? —dijo señalando la espada oxidada, primero, y la espada de filo naranja, después.

—¡La espada de filo naranja! —

—¡Buena elección, Ana! Ahora, el otro pie. —dijo apuntando hacia el pie derecho. —Pero...Esta espada tendrá un pequeño ajuste más. —dijo el héroe dándole a la espada una flama negra que cubría la hoja.

—¿Q—qué le pusiste? —

—Solo un poquito de fuego, Ana. ¿Acaso pensaste que sería solo un corte y ya? —dijo el héroe mostrándole la espada. —No, no, no. Tienes que sufrir un poco más, ¿no crees? —

—¡No! ¡Dijiste que sería esa espada! ¡Lo prometiste! ¡¡Mentiroso!!—

—Y tú también le prometiste muchas cosas a esos niños huérfanos y a esos jóvenes pobres, ¿no es así? ¿Y me llamas a mí, mentiroso? Sí que tienes doble moral, Ana. —dijo el héroe. —Esto solo es un pequeño dolor comparado con lo que ellos sufrieron. —

—¡NO, ELLIOT! ¡LO PROMETISTE! ¡ELLIOT! —

*Flaz*

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

—¡Listo! ¡Dos pies fuera! —

—¡QUEMA! ¡QUEMAAAAAAAAAAAA! ¡AHHHHHHHHHH! —

—Olvidé mencionarte...Ese fuego que puse en el filo de la espada es fuego maldito. —dijo sonriendo. —Ese fuego que me pusieron los dioses mientras te reías de mi dolor, ¿Recuerdas? —

—¡HAZ QUE PARE! ¡MI CABEZA! ¡DUELEEEEEE! —

—Así es...Cuando ese fuego te toca, un dolor indescriptible se esparce por todo tu cuerpo. Puedes sentir como si tu cuerpo estuviera siendo quemado, golpeado desde diferentes partes, haciendo que ese dolor se repita constantemente. —

—¡PARALO! ¡DETENLOOOOOOO! —

—Si lo detuviera...No sería divertido. Además...—dijo con cierta tranquilidad. —Aún te quedan las manos. —

—¡NO! ¡POR FAVOR! ¡YA DETENTE! ¡NO MÁS! ¡ALTO! ¡TE LO RUEGO! —

—Sabes, me hiciste recordar algo...—dijo agarrando la espada con el fuego maldito. —Eso... ¿no fue exactamente lo que dijeron esos niños cuando Amanda los torturaba y tú observabas todo eso? Dime, ¿no fueron esas mismas palabras que dijeron esas jóvenes mientras Angelica las mataba y tú observabas como morían? —dijo el héroe apuntándole con la espada en el cuello. —Dime, Anastasia, ¿No fueron las mismas? —

Con sus crímenes expuestos por el héroe, Anastasia miró con terror al héroe y, al verlo a los ojos, estos expresaban un oscuro abismo...Capaz de devorarla por completo.

Anastasia, sin excusas, lloró amargamente.

—¡Bien! ¡Aclarado este asunto! ¡Sigamos con las manos! Para eso necesito...—dijo desvaneciendo la espada y sacando un objeto del miasma negro. —¡Unas tijeras! —

Al ver ese objeto, Anastasia comprendió lo que estaba por venir

—¡¿N—no me digas que...?!—

—¡Si! ¡Lo mismo que hice en tu pie izquierdo! —dijo infantilmente.

—¡NO! ¡ELLIOT, NO, ¡POR FAVOR! —

El héroe se acercó hacia la mano izquierda de Anastasia, estirándola para poder cortarla.

—¡SUÉLTAME! —

—Listo... Empecemos con el dedo pulgar. —

—¡NO! ¡YA BASTA, ELLIOT! —

—Uno... Dos... Y ¡Tres! —

*Gushan*

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

—Rayos... No se pudo cortar por completo. ¡Intentémoslo una vez! —

*Gushan*

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

—¡Bien! ¡Ya voy uno! ¡Ahora, solo faltan cuatro más! ¡Da tu mejor esfuerzo, Ana! –

—¡NO! ¡YA NO MÁS! ¡BASTA! ¡BASTAAAAAAAAAAAAAAAAAA! —

*Gushan*

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

Continúe cortándole los dedos uno a uno. A cada corte, los dedos salían destrozados, debido a que el filo está oxidado y tuve que aplicar fuerza en ellos para cortarlos.

Sangre y gritos era lo que Anastasia daba. Al cuarto dedo, se desmayó, pero, al momento de cortarle el último, despertó del dolor.

—Veo que diste tu mayor esfuerzo, Ana. ¡Felicidades! —

Al verla, mocos y lágrimas se mezclaban en su rostro. Su mano, completamente destrozada por los cortes, aún brotaba sangre de ella, aunque en mínimas cantidades que antes.

—Per...do...name... Elliot...—dijo Anastasia exhausta.

—Ya te lo he dicho, Ana. Solo dame una razón y todo esto acabará... Solo una y te dejaré vivir. —

—...*snif* *snif*... Elliot... Perdóname... Lo lamento... Ya no puedo más... Lo... lamento... Perdóname. —

—Ah... Al no darme una razón para detenerme, supongo que quieres continuar... No te preocupes, Ana. ¡Recién estamos comenzando! —dijo sádicamente.

—¡NO! ... ¡B—basta! ...—dijo a duras penas.

—Ahora... la mano izquierda. —dijo con una sonrisa infantil. —¿Lista? —

Al verlo sonreír de esa manera, gritó, aunque eso no inmuto al héroe.

Agarrando su temblorosa mano derecha, el héroe; con la sangre aún goteando en la tijera, puso el dedo pulgar en los filos de aquella herramienta.

—¡Empecemos de nuevo! Uno... Dos... Y....—

Anastasia, simplemente, se resignó y, en señal de aceptar el castigo, agacho la cabeza.

—¡Tres! —

*Gushan*

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

Conforme cortaba cada dedo, Anastasia gritaba a gran voz, mientras miraba a su esposo e hijos. Estos, al verla, lloraban amargamente, ante la impotencia de no poder detener al hombre que, alguna vez, lo consideraron un "héroe".

Con grandes charcos de sangre en el suelo y huellas de botas en él, el juego, finalmente, había terminado.

—¡Felicitaciones! ¡Lograste pasar el juego de la ruleta! —dijo el héroe mientras aplaudía.

Sin embargo... la jugadora no respondió.

El héroe, al notar ello, se acercó hacia ella y, confirmándolo, se agarró la cabeza.

—Oye, solo porque estás muerta, no significa que te escaparas de esto. —dijo el héroe haciendo aparecer un círculo mágico. —Si quieres huir de esto, tengo formas de traerte de nuevo, Anastasia. No podrás escapar. —

Terminado el círculo mágico, una nubosidad oscura envolvió a Anastasia.

—¿Qué... le estás haciendo... a mi esposa? —preguntó Héctor.

—Solo la estoy trayendo de vuelta. —

—¿Qué? Ella está...—

—Si, pero no te preocupes. Ella no se va a escapar de esto. —dijo el héroe. —De eso puedes estar seguro. —

Con Anastasia envuelta completamente en el miasma oscuro, el héroe chasqueó los dedos y, enseguida, aquella nubosidad desapareció.

El héroe se acercó hacia ella y, activando un círculo mágico en su ojo, miró a Anastasia y, efectivamente, está viva... y él bebe, también.

—¡Bienvenida al mundo de los vivos, Anastasia! —

—... ¿No estaba muerta? —

—... Si, pero te traje de vuelta. —dijo el héroe. —Dime, ¿Cómo se siente morir y revivir de nuevo? —

Al entenderlo, Anastasia entró en pánico.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Ya estaba muerta! —

—Porque... tu turno en este juego no ha terminado. —

—¿Qué? Pero ya había muerto. —

—Bueno... En sí tu turno ya terminó, pero...—dijo el héroe apuntando su mano hacia su estómago. —El turno de él recién empieza. —

Con esas palabras, Anastasia puso una cara que, para el héroe, era una exquisita expresión la que tenía.

Con esa mirada llena de desesperación de Anastasia en mente, el héroe se lamió los labios.

—Ya lo captaste, Ana. —dijo el héroe con una sonrisa sádica. —¡Tu turno en este juego ya terminó, pero el de él apenas inicia!—

—¡NO, POR FAVOR! ¡ES MI BEBE! ¡TEN PIEDAD DE ÉL! ¡ÉL ES INOCENTE! ¡POR FAVOR, NO LO MATES! ¡PIEDAD, ELLIOT! ¡PIEDAAAAAAAAAAAD! —

Con esos gritos, Héctor intentó levantarse una vez más, pero, la presión que ejercía ese hechizo mágico era tan fuerte que hacía que sus órganos internos empezaran a temblar.

—¡ELLIOT! ¡PIEDAD! ¡NO A MI HIJO! ¡POR FAVOR! ¡MÁTAME A MÍ! ¡A MÍ! ¡PERO DEJA A MI HIJO VIVIR! ¡DÉJALO VIVIR! ¡POR FAVOR! ¡NO LO MATES! ¡TE LO SUPLICO! ¡POR FAVOR! —dijo entre lágrimas Héctor.

Al escucharlos, el héroe empezó a reírse, para luego cambiar su sonrisa a una macabra.

—¡Eso es! ¡Muéstrenme esos rostros llenos de desesperación! ¡Mientras más los veo, más disfruto de hacer esto! ¡Vamos, muéstrenme cómo lloran y sufren por todo esto! ¡Lo único que despiertan en mí es mi deseo por seguir continuando con esto mucho más! —

Dicho esto, el héroe se acercó hacia Anastasia y puso su mano en su estómago.

—¡Vayamos directamente con el principal participante de este juego! —

—¡NO! ¡ELLIOT, DETENTE! ¡POR FAVOR! —

Activando un círculo mágico en su estómago, el héroe se rió.

—¡NO! ¡ELLIOT! ¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAA! —grito Héctor.

Con el círculo ya terminado, el héroe cerró su puño.

—Con esto... Tus pecados han sido pagados, Ana. —dijo el héroe mirándola a los ojos.

En ese instante, Anastasia empezó a escupir sangre a grandes cantidades y, en su parte inferior, salía sangre a grandes cantidades.

—¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!—

El héroe chasqueó los dedos, haciendo que ella cayera en el suelo y se empezará a revolcar en su propia sangre, mientras observaba con una sonrisa en su rostro.

Todo esto mientras la familia imperial observaba con horror y lágrimas en sus ojos.

El héroe pasó encima del cuerpo envuelto en sangre de Anastasia y se dirigió hacia la familia imperial

—Seguro deben estar muy ansiosos de poder participar en esto, ¿verdad? —dijo el héroe mirándolos. —Lástima que el juego de hoy terminará tan pronto. —

—... Te mataré, Elliot... Juro que te mataré...—dijo Héctor lleno de ira.

—No te preocupes, Héctor. —dijo agarrando su cabeza. —Jugaré contigo después, pero, primero, debes atender a tu moribunda esposa. —dijo chasqueando los dedos.

En ese momento, los miembros de la familia imperial pudieron moverse.

Rápidamente, Héctor intentó abalanzarse sobre el héroe, pero él lo detuvo con un chasquido.

—Aún no es momento de jugar contigo, Héctor. —

—¡¡TE MATARÉ!! ¡¡TE MATARÉ!!—

—Si yo fuera tú, iría a ver cómo está mi esposa, si es que no está muerta todavía. —

Al escucharlo, Héctor desistió de atacarlo y, junto con su familia, se dirigieron hacia Anastasia.

—Oh, cierto. Casi los olvido a ustedes, chicos. ¡Deben estar súper emocionados de participar en este juego también! —dijo el héroe chasqueando los dedos, liberándolos de su inmovilización. —¡Gracias por esperar! —

—P—puedo moverme. —

—I—igual yo...—

—¡¿Qué están esperando?! ¡Maten a ese sucio traidor! ¡¿O quieren que los castigue a todos?!—gritó Angelica.

—¡Ja, ja, ja, Sí que no conoces tu lugar, ¡Angelica! —

—... ¡Por su alteza! —gritó la guardia imperial dirigiendo a atacar al héroe. —¡Muere!—

Antes de siquiera tocarlo, el héroe chasqueó los dedos.

En ese momento, las cabezas de los guardias imperiales que iban a atacarlo se salieron de sus cuerpos, saliendo sangre de ellos.

—Sí que eres muy estresante, Angelica...—dijo el héroe mientras los cuerpos de aquellos guardias caían al suelo. —¿Creíste que esos simples soldados siquiera me tocarían? Creo que lo olvidaste, Angelica. Yo soy el héroe. Unos simples soldados no me detendrán. —

—¿Qué? ¡Eso es...! —

—Qué pena. No logre superar tus expectativas. —dijo el héroe chasqueando los dedos.

Con ese acto, las cabezas de los demás guardias imperiales salieron volando de sus cuerpos.

El héroe se estaba acercando a la familia imperial, sin embargo, la presencia de un poder abrumador acercándose, lo hizo detenerse.

El cielo, con el sol en su máxima expresión, dejó de brillar. En un instante, el día se volvió oscuro, dejando a la población asustada.

Al sentir como dicha presencia se acercaba hacia él, pudo saber de quién era ese poder.

Con una sonrisa en su rostro, el héroe se dirigió hacia la gente de la ciudad.

—¡Damas y caballeros! ¡Déjenme presentarles a alguien que traerá más diversión a este show! —dijo mientras una silueta salía de la sombra del héroe.

Al verla, todos tuvieron miedo, porque sabían lo poderosa que era.

—¡No! ¡Es imposible! ¡Tú estás muerta! ¡¡TÚ ESTÁS MUERTA!!—dijo el emperador.

—¡Ja, ja, ja! ¡Así es, gente de Demioriel! ¡Con ustedes, la diosa Dea! —dijo el héroe dándose a conocer la nueva invitada del héroe a este juego.

—¿Me extrañaron? —dijo Dea con una sonrisa sádica en su rostro.

Esto es solo el inicio de esta fiesta a la venganza... Tiñamos el mundo con sangre, héroe Elliot... Hasta no poder más...







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