Siempre, siempre voy a amarte
Magnus se había levantado con una gran sonrisa aquella mañana, había soñado que el causante de las marcas en su cuerpo fue un ojiazul llamado Alec, incluso había podido sentir las placenteras sensaciones de las caricias y besos con los que fue mimado, dio gracias al creador porque aunque sea en sueños volvio a ver aquella mirada azul llena de infinito amor hacia su persona.
Decidió salir, era un lindo día y el mundo merecía deleitarse con su presencia, iría al hospital donde trabajaba su querida Catarina y de paso buscaría a Raphael Santiago para que le diera información sobre Alec, estaba seguro que el sabría algo al ser novio de Lily Cheng.
Tanto tiempo perdido y todo por no preguntar el nombre y apellido de su amante, aunque en aquellos tiempos poco le importaba, ahora se lamentaba el no haber tenido una conversación normal, Magnus no recordaba nada excepto extensas pláticas legales, ni una sola vez tuvo el detalle de preguntar algo personal o escuchar algo que Alec quisiera decirle, siempre cortaba la conversación cuando veía venir un tema ajeno a sus intereses.
Y ahora después de años se daba cuenta de lo imbécil que fue, había buscado con desesperación al único ser que amaba con todo su corazón cuando siempre tuvo la información al alcance de la mano, no había prueba más grande de lo tonto que uno llega a ser, el tiempo perdido jamás regresaría.
Caminaba por las calles pensando en Alec, había pasado un poco mas de una semana y no tenía noticias de él, cuando esa mañana llamó a Emma para preguntarle si sabía algo ella solo le informo que ganó la competencia y no sabía mas, estaba por llamar a Julián cuando el delicioso olor a pan recién horneado lo hizo saborear el aire, decidió entrar a la panadería y comprar los panes de durazno que a su queridísima amiga le gustaban, se acercó al mostrador, hizo su pedido y cuando daba un vistazo a los comensales, lo vio, en una de las mesas al fondo estaba Alec, su Alec, decidió acercarse, pero se detuvo cuando lo vio pararse y abrir sus brazos para recibir a un jovenzuelo al que le decía mi bebe mientras besaba su cabeza.
Actuó por inercia, cuando se dio cuenta había jalado a Alec para abrazarlo protectoramente, pero no duro mucho, fueron segundos antes de que el ojiazul lo empujara con fuerza haciéndole trastabillar.
— Que demonios te pasa Bane, ¿qué quieres?
—¿Quien es el?
— Que te importa, no eres nadie para andar preguntandome —Alec tomo al joven de la mano y lo saco fuera del local mientras Magnus salia atrás de el
—Alec detente, tenemos que hablar, por favor alec , Alec te lo pido por favor escúchame, Alec...
Pero Alec hizo como que no lo escuchó y camino mas rápido, subió a la moto con el joven detrás quien lo abrazo muy fuerte de la cintura y recargó su mejilla en el cuello del ojiazul, a Magnus no le gusto para nada el contacto tan íntimo, pero no pudo hacer nada, Alec arrancó su vehículo y avanzó, el jovenzuelo se le hacía conocido, ese joven le sonaba de algún lado, pero no sabía de donde, lo miró con mas detalle antes de que doblarán la esquina y se dio cuenta que aquel desconocido lo miraba con una sonrisa burlona.
La gente alrededor miraba la escena, Magnus Bane había hecho algo que jamas pensó haría, había rogado por que se quedara y lo escuchara, había rogado por un hombre, había rogado por Alec.
— Dime Alec ¿ese es el miserable que te rompió el corazón?, ese imbécil es quien hizo que tu casi te s...
— Max, por favor, no quiero hablar de ello..., mejor vamos con Jace y Clary
Y mientras Alec conducía por las calles de Nueva York, Max recordó años atrás cuando su hermano se derrumbó ante él, nunca se había mostrado débil, siempre fue fuerte, pero aquel día estaba roto, lloró en sus brazos hasta quedarse sin lágrimas y gritó hasta quedar afónico, ese hombre no solo había roto el corazón de Alec, también había roto su corazón.
Max había estado feliz por su hermano, había pensado que Alec por fin sería feliz ya que había encontrado a alguien que lo amara, ese era el sueño de Alec, él no quería dinero ni ropa de marca, el quería encontrar un amor como en las novelas que leía, pero no fue así, ni las golpizas de su padre, ni el desamor y desprecio de su madre y hermana lo había herido tanto como ese hombre.
Alec estuvo encerrado por dos meses hasta que su amiga Lily harta de ver como se mataba lentamente lo sacó de su habitación y lo llevó con Maia al autodromo de la ciudad con la esperanza de distraerlo, ese día había una competencia automovilística a la cual asistirian todos sus amigos, todos eran muy unidos e intentaban sacarlo de su depresión, pero en un descuido Alec se les perdió de vista y para cuando se dieron cuenta estaba montado en uno de los autos y pisaba el acelerador.
Todos gritaron que se detuviera, pero él no lo hizo, no sabía conducir, pero igual prendió el motor y piso a fondo el acelerador, Alec estaba decidido, el dolor era demasiado, ya no soportaba su corazón herido y veía como lastimaba a las únicas personas a las que le importaba de verdad, pensó que si él no estuviera en el mundo nadie tendría que sufrir por él, así que tomo la peor decisión después de haberse entregado en cuerpo y alma a ese hombre, decidió que acabaría con su vida, con su sufrimiento y el de los demás.
Alec intento suicidarse, llevo el coche hacia uno de los montículos de arena y rocas pero antes de llegar alguien había entrado en el auto y trato de detenerlo, forcejearon y él le golpeo el rostro noqueandolo para luego empujarlo y tomar su lugar en el timón y frenar en seco, el auto derrapo mientras el desconocido abrazaba a Alec para protegerlo del impacto, el auto se detuvo a centímetros de chocar con una gran roca.
Max lo recordaba, el terror de perder a su hermano, aquella desagradable sensación aun estaba alojada en su corazón y tenía miedo que Alec lo intentara nuevamente, tenía que hablar con aquel hombre, aquel que ese día salvo la vida de su hermano arriesgando su propia vida.
El había conducido una moto a gran velocidad hasta alcanzar el auto donde iba Alec y después salto, fue una maniobra temeraria, la moto termino hecha añicos pero había salvado a su hermano de una muerte segura y también lo había sacado de la depresión en la que se encontraba sumergido, fue él quien lo hizo amar los autos, fue él quien lo hizo empezar de nuevo y había llegado el momento de llamarle.
Max trago grueso, ese era su recuerdo mas doloroso, el ver a su hermano muerto en vida, pero también le vino a la mente cuando Alec salio del hospital y Lily lo mando nuevamente para adentro después de la paliza que le dio, ese día Jace y Simon se orinaron del miedo mientras se escondían detrás de el.
Max se abrazo mas fuerte a Alec —Te quiero, siempre te querré, no lo olvides.
Alec solo sonrió enternecido —También te quiero Maxwell, gracias por no dejarme, gracias por no abandonarme, gracias por amarme.
— Siempre, siempre voy a amarte Alec — tenía que decírselo, tenía que hacerle saber que no estaba solo.
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